Partida Rol por web

- Mierda... - Masculló entre dientes el pícaro.

Al ver a los guardias, Alder emprendió la carrera para huír de lugar. Le habían visto el rostro y podrían reconocerlo más adelante, de eso no cabía duda, pero de quedarse, tampoco había duda de que sería apresado, juzgado con suerte y condenado a muerte. Luchar, él solo contra cuatro... tampoco era algo razonable, por lo que sólo le quedaba tratar de darles esquinazo. Quizás las pesadas corazas que portaban les dificultasen la persecución y bueno, él al fin y al cabo, era bastante bueno escabulléndose...

- ¡Espérame! - Le gritó Gemme al grandullón.

No las tenía todas consigo. Escalar muros no era algo a lo que soliera dedicar su tiempo. Sin embargo, tratar de escapar de forma sigilosa, no era tampoco una opción mejor. Por ello, la joven sacerdotisa corrió hasta el muro y saltó agarrándose a la parte superior. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, logró elevar su cuerpo y pasar al otro lado.

Finalmente, todos y cada uno de los miembros de aquel grupo de imcomprendidos aspirantes a héroes, pudieron escapar de la mansión del difunto Magirius, cada uno por sus propios medios. Sin duda, la presencia de guardias aldedor del distrito de Adel Ring, era superior al que podía encontrarse en cualquiera de las otras zonas de la ciudad, aunque por la experiencia de los últimos días en la villa, tampoco era tan abundante. Hasta tres patrullas se habían cruzado en su camino, ¿o había sido únicamente una en diferentes momentos y zonas de los alrededores de la mansión?

Fuera como fuera, era evidente que el mayordomo, si es que realmente ese tipo gaseoso era el mayordomo de Magirius, les había tendido una trampa. No obstante, no le había salido del todo bien. Seguían en libertad y no les habían visto el rostro, no a todos al menos. Adso había pasado realmente desapercibido y a Chester no le habían visto demasiado, salvo quizás aquella familia adinerada a la que había invadido su propiedad.

Tardaron casi una hora en reecontrarse en la zona portuaria. Era evidente que las autoridades les habían identificado, pues no menos de seis guardias se encontraban apostados en el dique, frente al Lauretta y haciendo guardia. Los seis ahora proscritos, observaban el navío de Joseph con cierta resignación y desde la esquina de un callejón. La opción de largarse en el Lauretta, al menos de momento estaba complicada.

- ¡Tienen mi jodido barco! - Dijo muy cabreado el barquero. - ¿No podemos ir simplemente a hablar con las autoridades? Si se lo explicamos todo, quizás... - Chasqueó la lengua cabreado. - No... es evidente que no. ¿Y qué se supone que podemos hacer ahora? - Preguntó.

La invisibilidad me concede unos minutos preciosos para adoptar una nueva apariencia y escabullirme huyendo de los gritos de la familia noble, tan asustada como yo mismo.

Sin embargo, tan pronto como me acerco al embarcadero de la Lauretta resulta evidente que mi identidad y/o las de mis compañeros es conocida por los guardias a juzgar por la patrulla que nos está esperando allí. El único consuelo que me queda es que los demás hayan tenido la misma idea que yo y hayamos terminado reencontrándonos aquí.

—Si no podemos irnos de Bögenhafen, tal vez podríamos acercarnos a la zona de los almacenes del puerto y echar un vistazo desde lejos al número 17. ¿O era el 13? Debe haber algo importante si Magirius ha invertido hasta su último aliento en escribirlo para nosotros. Aunque también puede ser que lo escribiera el condenado fantasma con su sangre. ¿Qué pensáis?

Gunther transpiraba bajo la coraza, poco acostumbrado al uso de la misma dado que desde que lo excluyeron de la guardia del Tempo de Sigmar había usado armaduras de cuero o cotas de malla. De hecho se estaba planteando devolver la armadura y quedarse con su camisote, que lo protegía un poco menos pero restringía menos sus movimientos. 

En eso había ocupado su mente mientras escapaba junto a Gemme, buscando las sombras de los callejones como medio de evitar las patrullas. Era medio idiota, pero sabía al menos que alguien de su envergadura no pasaría desapercibido entre la multitud del mercado. De hecho ya estaba saboreando el momento de sacarse la coraza y airear sus musculos cuando llegaron al puerto, y la visión de los guardias le dió por un momento el deseo de correr y empujarlos a todos al agua... pero se contuvo.

Asitió cada dos o tres palabras ante lo que decía Chester, no porque estuviera de acuerdo o porque entendiera todo lo que decía, sino más por inercia. - Almacén 17, si, ahi seguro haber algo que golpear y Gunther quiere golpear algo. - fué lo que dijo, no dejando claro si creía o no que podía ser otra trampa... o siquiera si lo había registrado.

- Si tenemos decidido investiga el tema del almacén, creo que deberíamos dirigirnos al Ostendamm. - Intervino Adso. - El barrio está al oeste, junto al río. Es allí donde se encuentran la mayoría de almacenes de Bögenhafen. Hay hangares de carga y normalmente están vigilados por algún que otro guardia e incluso perros. - Se encogió de hombros. - Creo que es un buen sitio por donde empezar a buscar.

- ¡Si, ahora que lo pienso, están numerados! - Intervino Jospeh. - Estoy convencido de que hay un almacén 13 y seguro que también hay uno número 17! - Dijo con cierta alegría. - Se por donde és, ¡seguidme!

Dicho aquello, el barquero se puso en marcha. El Ostendamm no estaba demasiado lejos de donde se encontraban en esos momentos, aunque a decir verdad, nada estaba lejos de ningún sitio dentro de las murallas de la villa. Todos siguieron a Quartjin casi por inercia, aunque pronto empezaron a notar alguna diferencia con dias anteriores.

Mucha menos gente transitaba las calles que en días anteriores e incluso que esa misma mañana. De hecho, algunos de los puestos ambulantes ya habían empezado a ser desmontados por sus afanados propietarios y otros directamente ya no estaban dejando únicamente un resto de suciedad y basura allí donde fueron dispuestos, como única prueba de que una vez estuvieron allí.

No obstante, eso no quería decir que la villa hubiera empezado a reducir su número de visitantes. La fiesta del cierre del Shaffenfest se celebraba a la media noche y la mayor parte de asistentes, comerciantes y habitantes locales se concentrarían en la plaza principal de Bögenhafen para cenar a coste de las arcas municipales y a disfrutar de la fiesta y el buen ambiente, como cierre de la feria hasta el año próximo.

Pero no era únicamente eso lo que había cambiado. A su paso por las difrentes calles, camino del barrio nombrado pro Adso y Joseph, se cruzaron con las miradas de algunos lugareños que les miraban con cierto recelo. Algo que no habia sucedido hasta el momento. Alguno incluso llegó a señalarles de forma sutil, para luego desaparecer a toda prisa doblando la próxima esquina con la que se toparan.

De hecho, notaron que la presencia de patrullas se había incrementado también. No obstante, en vez de ir de cuatro en cuatro, iban por parejas y al trote. Sin duda alguna, estaban buscando algo o más bien a alguien y aquellos ahora proscritos intuían a quien. El hecho de haber dividio los pelotones, sin duda era debido a que de aquella manera abarcarían más terreno. Por suerte y gracias a las artes de sigilo y ocultación de las que Alder y Adso podían presumir, no fueron localizados.

Ya estaba cerca del Ostendamm, cuando Gemme pudo oler a quemado y al alzar la vista, observó una densa columna de humo procedente de una calle cercana. Tras recorrer dos manzanas empezaron a escuchar grito y alboroto. No tardaron en contemplar lo que estaba sucediendo. Una casa estaba ardiendo, mientras que un grupo de ciudadanos se afanaba en tratar de apagar las llamas.

- ¡Está allí! - Gritó un aldeano señalando a un hombretón que se encontraba de espaldas sujetando una antorcha. - ¡Ha sido él! - Le acuso directamente.

Junto a la vivienda ardiendo se hallaba no menos de una veintena de aldeanos. Todos se giraron para fijarse en el hombre que el aldeano pelirrojo estaba acusando. Algo menos de la mitad de los allí presentes dejaron los cubos de agua en el suelo y comenzaron a rodear al posible causante del incendio. Éste soltó la antorcha en el suelo y se dio media vuelta para emprender la huída.

Entonces lo vistéis, el hombre que portaba era Gunther o más bien su hermano gemelo, pues Gunther estaba con ellos tan o más boquiabierto que el resto de sus compañeros.

La aparición de "hermanos gemelos" salidos de la nada comienza a ser un recurso repetitivo de nuestros enemigos. Enemigos que realmente no sabemos quiénes son, ni por qué nos han traído hasta aquí siguiendo pistas falsas y engañosas promesas de enriquecimiento personal.

Cuanto más me esfuerzo por averiguar quiénes son y qué quieren de nosotros las fuerzas oscuras que nos acosan desde Altdorf, más confuso me siento en realidad.

En cualquier caso, el entendimiento seguramente tampoco nos ayude a capear la situación presente de modo que debemos actuar con o sin él.

—Más nos vale correr echar a como si no hubiera un mañana —les sugiero a mis compañeros con el heroísmo que me caracteriza—. Me temo que no se van a contentar con acusarnos de magnicidio y nos van a acusar ahora también de piromanía... Joseph, te seguimos, corre y no mires atrás.

- TU NO YO - gritó el hombretón al tiempo que echaba a correr hacia el falso él - YO ÚNICO GUNTHER - sus piernas se afanaban en la calzada de tierra - YO ATRAPAR TU - seguramente la atención estaría puesta por un buen rato en la pareja de gemelos, algo que el grupo podía aprovechar para huir.

No pudiero evitar la irracional reacción del cabezahueca de Gunther, ya que nadie pudo tampoco preveerla. El gigantón inició una carga contra el segundo Gunther, pues al parecer bajo su prespectiva, debía destruirlo allí y ahora, fuera por los motivos que fuera.

Gracias a la distracción provocada por Gunther, el resto tuvo una oportunidad inmejorable para abandonar la zona sin mayor complicaciones. Joseph se llevó las manos a la cabeza al ver como Gunther arriesgaba su vida de manera innecesaria, pero atendió también a las palabras del arcano, asintiendo con la cabeza.

- Bien... - Tomó aire. - Seguidme.

- Id con él. - Le dijo entonces Alder señalando con la mirada al barquero. - Le traeré de vuelta y nos reuniremos en los almacenes. Si están numerados, no será difícil encontrar el 13 o el 17...

Dicho aquello, salió a la carrera tras los pasos de su enorme amigo. En un abrir y cerrar de ojos, ambos se fundieron entre la muchedumbre que de forma descerebrada acudía en masa para tratar de formalizar un linchamiento.

A medida que corria Gunther desenvainó el mandoble, ignorando a las personas en la calle, y al llegar donde estaba su falso gemelo descargó un golpe brutal... que sacó ghispas del suelo tras resbalar en la armadura de su oponente.

Miro alternativamente a Joseph y a Gunther corriendo en direcciones opuestas.

—¿Pero qué...? —balbuceo como un idiota, incapaz de comprender por qué nos abandona nuestro gigantón para lanzarse hacia la enfurecida multitud— ¿Qué demonios...?

Sacudo la cabeza, parpadeando con incredulidad repetidas veces, como si no pudiese creer lo que ven mis ojos.

En fin, lo hecho, hecho está. ¿Quién puede saber lo que piensa Gunther cuando piensa? Yo no puedo ayudarle, pero sí puedo evitar que su sacrificio sea en vano.

—¡Suerte con la caza, amigo mío! —le deseo de corazón, mientras echo a correr tras Joseph.

Uno de los aldeanos, uno especialmente tambaleante y con la nariz enrojecida por el consumo de bebidas espirituosas, se acercó por la espalda hasta la posición donde se encontraba Gunther.

- ¡Éste es! - Gritó señalando al corpulento hombretón. - ¡Él ha quemado la casa!

Justo al decir aquello, trató de abalnzarse sobre Gunther con la clara intención de inmovilizarle. No obstante, el grandullón no estaba dispuesto a dejarse atrapar. En un movimiento extramadamente atlético, lanzó una patada directamente al mentón de aquel maladrín que se las daba de héroe. Un dar de dientes salieron disparados de su boca y su propietario cayó al suelo como dormido.

Unos pasos sincronizados se escucharon de pronto acercándose a la carrera por la calle situada a la izquierda. Una patrulla de cuatro guardias de Bögenhafen acababan de hacer aparición en escena. Para es momento, el otro Gunther ya había emprendido la huída en la misma dirección de la que provenían los soldados. No obstante, si lo habían visto doblar la esquina, le habrían dejado pasar.

- ¡Vámonos de aquí! - Le dijo Alder a Gunther agarrándole de la mano. - ¡Nos van a coger, estúpido cabezota!

Gunther tenía claro que no podría atrapara a su doble y escapar de la guardia, y dado que su doble estaba del otro lado de la guardia y su compañero también quería escapar decidió que correr era una buena idea. Miró al norte y al sur, y finalmente tras dar un suave empujón a Alder y corrió por el pasillo del norte como alma que se lleva el diablo buscando girar hacia el este en la primera esquina practicable.

- ¿Nos vamos? - Le preguntó a Gunther de forma retórica. - ¡Por mi perfecto!

Dicho aquello emprendió la huída detrás de Gunther, por una vez había resultado ser racional y coherente y para nada tenía ganas de enfrentarse a la guardia de la villa. Siguiendo los pasos de Gunther, dobló la esquina tratando de ganar distancia con respecto al pelotón de guardias.