Partida Rol por web

El twi´lek comenzaba a sentirse algo mejor. La paliza había sido dura, pero no le habían machacado demasiado, así que pasado un tiempo, sus pulmones respiraban mejor y el daño dio paso al dolor, que era más molesto pero disabilitaba menos. Notaba un ojo parcialmente cerrado y sus costillas como si le bailaran, el cuerpo macerado, dolorido y extenuado, pero sentía que quizá no tuviera realmente nada que no solucionase un buen descanso y algo de comida.

Seguir a Elo fue costoso, ya que los sanitarios estaban frescos y se movían con agilidad. Cuando salió a una zona más amplia, vio una columna de humo que se ennegrecía con la altura, y que se fundía con el cielo ya plomizo.

La tormenta debía ser casi inminente. Tock no había visto muchas en su vida, ni esperaba hacerlo. El viento huracanado podía matar fácilmente a cualquiera que no respetara las reglas del planeta.

Elo se acercó al muelle, donde ya había unos individuos armados, sin duda, la seguridad del astropuerto, junto a la puerta de entrada. Se detuvieron junto a ellos. Parecían tener intención de entrar a solucionar lo que fuera que estuviera ocurriendo. Daba la impresión de que en el interior se estaba encendiendo el propulsor inicial de despegue de una nave.

Ophara intentó salir de su cobertura para correr hacia la rampa, pero nada más asomar un pie, un disparo de blaster le pasó rozando.
¡Joder! - Se quejó, mientras bajando la cabeza y corriendo aparatosamente trató de llegar hasta la nave para ocupar un puesto de artillero.

Sicks contestó al comunicador con toda la amabilidad que pudo. Con el comunicador abierto para que le escucharan los demas.
-...¿Si?, que raro. Parecía que se había quemado algo en la sala del rayo tractor... eh... Es posible que eso haya formado las microexplosiones y algo de descarga energitica de los reles principales.
Mientras sus dedos volaban por los controles de la nave.
-Y no se preocupe por los datos de la nave, estamos haciendo comprovaciones con el generador principal de la nave. Esas son las lecturas que reciben... nos ha estado dando algunos problemas...-

Cambio rapidamente el control de comunicador a nuestro enlace en nuestro hangar.
-¡Eh!, ¿me olles?. No te gustará que nos trinquen aqui con la carga que llevamos. Despues del fallo tan fraglante de la seguridad del lugar. Demasiadas preguntas. ¿no te interesaria perdernos de vista y que quede esto como una rencilla entre contrabandistas fugados?...-

Seldon no puede evitar preocuparse por lo que está sucediendo; ¿Se abrirá la puerta de salida del astropuerto? Quizás haya que abrirla manualmente, y esto podría retrasarles. La opción de derribarla con el láser de la nave está descartada; cuando fabrican estos trastos, lo hacen para que duren, y lo último que necesitan ahora es un láser de alta potencia rebotando dentro de un garage.

En todo caso, se mantiene cerca de la puerta de la nave por si hay que salir y abrir la puerta manualmente. Sus nervios empiezan a hacer mella en él al ver que Il Capo no consigue que les abran la puerta.

Pásame el comunicador y te juro que este mamón nos abre la puerta en menos tiempo del que tarda en decir "Necesito un droide médico urgentemente"

-Ophara, sé que te gusta poner tu culo calamari en mi asiento de artillero, pero harías bien de ir a atender los escudos. Yo tengo un imbécil que agujerear con un láser de nave como no nos deje salir pero ya... -dijo Syrus por el comunicador en abierto, para que lo escucharan todos, muy probablemente el "imbécil" en particular incluido.

Wops!, pensé que te ibas a quedar fuera jugando con Winny y Minny. ¡Como quieras, pero ven rápido, no quisiera quedarme a cenar en este hangar! Dijo Ophara por el comunicador mientras cambiaba de rumbo y se dirigía a la cabina con Sicks.

El viejo pareció estar preocupado porque su voz no se escuchase más de la cuenta.

- Bueno, hay que mantener las apariencias. Si tenéis intención de marcharos, os sugiero que no perdáis tiempo. Según mis lecturas, vamos a tener lío para rato. Hay un rodiano en nuestras pantallas, parece que está saliendo de la sala de seguridad del muelle de embarque por una exclusa de mantenimiento, con otro tipo, un trandoshano. No se vé mucho más, pero la tenemos bien montada, así que ya sabéis.

La conexión se cortó repentinamente, con un zumbido sordo.

Ophara hizo un par de movimientos inseguros hasta que enfiló el camino a la rampa. Cuando entró vio a Sicks en su puesto poniendo todo a punto, a un momento de dar la ignición para asegurar el despegue.

En el exterior, Seldon y Syrus seguían con las armas en alto. El cielo abierto del planeta seguía cargado de electricidad, algo que se daba pocas veces y nunca auguraba nada bueno. Una tormenta en Anchorage, y en toda la zona, mala idea no estar a resguardo.

Seldon vio cómo los marcadores de estado de la puerta exterior se iluminaban. Alguien debía estar interfiriendo el sistema para abrirla, y no tardaría más que unos segundos.

La otra puerta, la de acceso a la sala de control, permanecía en rojo, cerrada.

Viendo que la salida está abierta, Seldon se dirige corriendo hacia dentro de la nave; no quiere demorarse ni un minuto más de lo necesario dentro de esta trampa para ratones.

- Venga, Syrus! Es hora de largarse! El autobús está a punto de despegar, y me da que este conductor es de los que no esperan por nadie!

Sicks termina de arrancar rapidamente la nave. Encendiendo escudos y armas.
-¡Toda la tripulación a sus puestos de combate!-

Tock decidió acercarse a Elo y a los tipos armados con cierto aire casual (todo lo casual que podía con su aspecto), haciéndose el curioso. Cuando quedaban escasos metros para llegar a la altura de los guardias, habló:

-¡Cielo Santo!, ¿ese estruendo venía de aquí? ¿ha pasado algo?...-

La nave se encendió completamente en armónica sucesión de sistemas. Los parámetros eran estables y los protocolos se ejecutaban como si acabara de salir de fábrica...cosa que era practicamente cierta.

Sicks se estableció en el asiento del piloto, hacia donde desvió los controles para poder tener autonomía mientras llegaban sus compañeros. Seldon se dirigió inmediatamente hacia la rampa alcanzando a Ophara, quien pretendía lo mismo pero resultaba más lento por el peso y por su propia condición de anfibio en una tierra árida. Syrus se acercó también, más lentamente, inseguro de cuándo podrían abrirse cualquiera de las dos puertas cerradas que les separaban sin duda de los emboscadores por un lado, y de la seguridad del astropuerto, por otro.

Los hangares en Tatooine, desde arriba, parecen colmenas, unos círculos irregulares separados por estrechos pasillos y abiertos al exterior por arriba. Lo único que les separa de la libertad es un campo de contención que se forma. Sicks revisó los sensores como parte del protocolo, y se asombró al ver que el campo de conexión estaba desactivado. Eso sólo podía hacerse desde dentro...

El guardia más cercano al twi´lek le puso una mano en el pecho y le empujó para que se apartase, sin más palabras. Los demás, seis en total, se apostaron junto a la puerta y uno introdujo una tarjeta de acceso maestro. Se miraron entre sí un instante, como si entendieran lo que podría estar a punto de suceder.

En ese momento, el twi´lek escuchó un boom sordo, como una explosión bajo el agua, o más exactamente como si un sistema cargado perdiera potencia de golpe.

- ¡El escudo de contención del muelle ha caído, señor! - exclamó atónito uno de los guardias.

Entonces Elo reparó en el twi´lek, y pareció sorprenderse aún más.

- ¿Tock? ¿Qué haces aquí? Aléjate antes de que te pase algo. Esto es muy serio.

Al fondo, las figuras sombrías que el twi´lek había visto desaparecieron en un recodo sin dejar rastro.

-¡Que todo el mundo se sujete a algo!-
Sicks se aseguró de que todo el mundo estuviese dentro, y de que el último en entrar cerrase la puerta para encender los repulsores principales. Le debia una al amiguete del espaciopuerto.

Obedeciendo al capitán, Seldon se sentó en su posición y se ató el arnés de seguridad.

Me encantaría que por una vez, AUNQUE SOLAMENTE FUERA UNA VEZ, pudiéramos salir de un espaciopuerto mientras te oímos decir "no hace falta que os sujetéis a nada, esto va a ir suave como la seda...".

-¡Haberte echo guardia de seguridad de un transporte de pasajeros!-
Decia mientras sonreia. Su rostro había cambiado a los mandos del carguero. Tenía regulado la gravedad artificial a un 85% para poder sentir las fuerzas centrifugas y pilotar mejor. Un truco de viejo piloto.
Sentía fluir la energia por los sistemas y su propio cuerpo. Lanzó la nave a toda potencía repulsora hasta sobrepasar las paredes del hangar. Y entonces los motores sublumínicos estallaron en una propulsión que los lanzó a la atmosfera.

Una amplia sonrisa se dibujó en la cara del ex-pandillero/guerrillero. Siempre había encontrado de lo más gratificante la sensación de la gravedad aplastándolo contra el metal al realizar maniobras demasiado rápidas o giros vertiginosos con su moto deslizadora. Esta costumbre de Sicks le encantaba. Nunca lo reconocería, claro está, uno es un subordinado y tiene ciertos deberes, pero le encantaba... Se agarró a lo que pudo y trató de avanzar hasta el puesto de artillería más cercano, más para disfrutar las vistas que porque temiera realmente encontrarse con tener que disparar realmente.

Ophara subió la rampa resoplando y dejó la mercancía en el hangar con tiempo justo de asegurarla. El movimiento de la nave se hizo evidente en el interior, ya que dentro de las atmósferas planetarias no se solía utilizar los estabilizadores de gravedad para mantener a la tripulación siempre pegada al suelo. El mon calamari vivió el despegue desde el mismo compartimento de carga y se agarró como pudo a unas cinchas para asegurar mercancía, deseando que tras los primeros compases de un despegue apresurado, los sistemas de crucero hicieran el resto y pudiera por fin ponerse en pie.

Sicks levantó el carguero con estudiada velocidad. Los despegues eran maniobras sencillas siempre que hubiera tiempo para activar todos los sistemas. En su situación, como en todo despegue apresurado, había dejado varios controles apagados para tener menos que calcular y más que moverse. Por eso la nave cabeceó ligeramente al principio, pero recuperó la posición inmediatamente y se orientó hacia el firmamento cargado de estática. En ese instante, los repulsores se detuvieron y el motor lanzó un fogonazo iónico que lo envió lejos, muy muy lejos, directo hacia el exterior del planeta, dejando muy atrás la tierra, el astropuerto y cuantas dudas hubieran surgido en aquel planeta...

Mientras Elo hablaba, la puerta se abrió y en ese mismo instante, un carguero se elevó por encima de la muralla del muelle de embarque y se orientó hacia el espacio. Con un sonido progresivo, un golpe de energía lo impulsó muy lejos, y desapareció tras un fogonazo azul que dejó las córneas del twi´lek iluminadas unos segundos, mientras escuchaba los vanos disparos de los hombres de seguridad hacia el cielo.