Partida Rol por web

Michael intentó no parecer un completo inútil, que no había superado los entrenamientos y las pruebas para quedarse sentado en una barca sin poder hacer nada. Se levantó con agilidad e intentó amarrar el bote mientras Ingemar lo acababa de acercar al muelle. Una vez asegurado, en lo que los demás pisaban suelo firme, respiró hondo y trató de quitarse el aturdimiento. Al poco, esperando estar sereno, sacó la pistola para ver si había sufrido algún daño.

- No se asusten -les comentó a sus compañeros de naufragio-, simplemente quiero ver que no se haya dañado.

También intentó echar mano de los cigarrillos, pero habían mojado. Así no voy a poder templar los nervios. Tendré que aguantar las ganas de fumar. Miró que las otras pertenencias estuvieran bien. No me apetece, después de salir de este agujero, tener que soportar broncas y pagar sanciones. Michael tenía una idea clara: hay que salir de aquí. Se dispuso a reconocer el terreno antes de adentrarse en lo más profundo de aquel islote en medio de la nada...

Mientras Frederik tomaba los remos de la pequeña embarcación, sus compañeros de naufragio fueron presentándose uno a uno, permitiéndose así despejar su mente de lo que fuera la acción más manual y dirigiendo la barca de forma mecánica hasta una luz que se podía ver no muy lejos de ellos.

-Frederik Widmore, a su servicio…mala pinta tenía esa bruma, ya pensaba que nunca llegaríamos pero está claro que era la calma que precedía a la tempestad-comento el anticuario detenidamente intentando quitarle hierro al asunto pero estaba claro que el barco había acabado en el fondo del mar totalmente destrozado o por lo menos eso creía él, suerte que habían salido sanos y salvos de aquel viaje aunque aun les faltara llegar a tierra.

No tardaron mucho en llegar al pequeño embarcadero, la ventana que emitía la luz provenía del mismo faro pero más bien era una de las ventanas de la casa lo que hizo que Frederik frunciera el ceño extrañado de que el faro no emitiera luz para guiar a los barcos.

-el faro está apagado…suerte que había luz en aquella ventana o habríamos navegado sin rumbo-susurro procurando no levantar mucho la voz.

-Esa luz nos salvó la vida -dijo Ingemar mientras observaba el estado general de las cosas. El arma de Mike era algo que la ponía nerviosa. ¿Qué clase de persona sería como para ir armado en el barco que íbamos? Probablemente, cosa de esta costa fría y desolada... alguien en San Diego habría tenido unos cigarrillos especiales.

Chequeó que la barca quedara lo mejor amarrada posible. La casa del faro era un refugio probable pero también existía la chance de necesitar la barca para avanzar, al otro día. Cuando vio que Mike empezaba a explorar, habló suficientemente fuerte para que todos la escucharan.

-Deberíamos ponernos de acuerdo en cómo avanzar, no sea que nos pase otra vez, como en la barca, que nos entorpezcamos y alguien salga herido. Tengamos cuidado al acercarnos a la casa del faro, si el guardián se asusta y nos sale a saludar con una escopeta vamos a tener problemas mayores que el estar mojados y muertos de frío en un islote perdido en el océano.

Jazzlyn agradeció enormemente el que, por fin, llegasen a tierra. El tiempo que habían permanecido en aquella barca había sido un auténtico infierno para ella, sobre todo después de haber descubierto los restos de aquel barco bajo las olas.

Una vez en el muelle, a la joven artista no le pasó desapercibido el hecho de que Michael sacase aquel arma. Y aunque él les había dicho que no se preocuparan, ella sabía que no estaría tranquila hasta que supiera el motivo de por qué aquel hombre llevaba encima una pistola.

- Mike, espero que no te moleste que te lo pregunte, pero... - dudó un instante antes de continuar- ¿por qué tienes un arma? ¿Eres agente de la ley? - guardó silencio, mientras mantenía la distancia con aquel hombre al que acababa de conocer, esperando que fuese ese el motivo, y no el que Michael fuese un mafioso, o un peligroso asesino buscado por las autoridades.

Desde el embarcadero surgía un pequeño sendero de tierra rodeado de hierba alta, El camino llevaba directamente hacia la casa y el faro, y después rodeaba el edificio hacia el sur. Más allá, una frondosa zona de árboles ocultaba el horizonte.

Aquellos cuatro personajes, ateridos de frio habían comprobado que las pocas pertenecías que llevaban estaban en buen estado, se podría decir que milagrosamente así era.

Conversaban, intentando romper el hielo en una situación tan insospechada, y mientras decidían cómo actuar a continuación, en algún breve momento de silencio, entre el siseo incesante del viento podían escuchar algo más, un zumbido o murmullo, artificial, como de maquinaría.

Mike se dio cuenta de que quizás había sido algo brusco al sacar la pistola para revisarla, pero tener el equipo a punto es parte de su formación. Muchas veces no podía evitar dejarse llevar por los gajes del oficio.

- Les ruego que me disculpen mis modales -dice levemente avergonzado mientras la guarda cuidadosamente-. No quería alejarme del grupo, sólo reconocer un poco el terreno antes de avanzar. Creo que sería prudente saber dónde pisamos antes de caminar, pero estoy de acuerdo con Ingemar en que no deberíamos separarnos -esto la idea de ir todos juntos la recalca mucho-. Y sí, Jazzlyn, soy agente de la ley, no se preocupe.

Palpó en busca de su identificación por si fuera necesario pero, tras excusarse, Michael oyó algo en la lejanía y esto le llamó la atención. Agudizó el oído e intentó discernir qué era ese murmuro extraño. Parece que se confundía con el soplar del viento, pero si se concentrara un poco más...

Agente de la ley... ¿así lucían ahora los policías? Ingemar no estaba convencida, pero tampoco había nada por hacer. Y en realidad, tener un hombre armado en el grupo podía ser algo muy útil.

Entonces escuchó el sonido, todos lo escucharon. ¿Qué...?

Que el señor Clarkston saca una pistola de su atiendo y comprobara que funcionaba correctamente no fue algo impactante para Frederik, tampoco se imagino si era un agente de la ley o un espía, prefería no meterse en asuntos que no le concernían pues había aprendido que cuando se trataba de armas era mejor estar callado y no levantar lio.

Por el contrario, las dos mujeres estaban algo alarmadas, se veía en su expresión que tener un arma cerca les ponía algo nerviosas, incluso una de ellas pregunto lo que el anticuario no quiso y dio la casualidad de que Mike era agente de la ley, perfecto, si pasaba algo prefería tener a su lado a un policía que a un mafioso, seguramente ira de paisano por alguna cosa interesante pensó Frederik para sí mismo y se mantuvo callado hasta ese momento.

Fue cuando aquel zumbido fue percibido por el británico.

-Pero que….-susurro al escuchar aquello.

Jazzlyn agradeció a Michael la aclaración,  mientras sentía como la humedad y el frío atenazaban su delgado cuerpo. A pesar de que el hombre no les había mostrado ningún tipo de identificación que apoyase sus palabras, decidió no dudar de él. Quizá fuese de incógnito,  o quizá fuese uno de esos agentes especiales que nunca llevaban uniforme. Bastante suerte había sido que no fuese un prófugo y que, al verse descubierto, hubiese decidido matarles.

La joven artista miró al sendero que tenía ante ella, y a la iluminada casa en la que éste terminaba.

- La opción más factible parece ser ir a aquella casa - dijo, muerta de frío. Su abrigo empapado de poco le servía en estos momentos - Quizá tengan un teléfono con el que poder informar de lo sucedido, y estaría genial si también pudiesen ofrecernos algo con lo que poder calentarnos. ¡Dios, mataría por un vaso de ginebra! ¿Ustedes no? - Terminó la frase mirándo a todos y cada uno de sus acompañantes.

Entonces escuchó aquel ruido...

A Mike le parecía familiar ese ruido, así que ignoró a sus compañeros durante un rato y se alejó del grupo. Se tapó el oído izquierdo con la mano a fin de agudizar sus sentidos con el otro. Era un zumbido de una maquinaria, eso estaba claro, pero él intentó oír si había un patrón conocido, un chirrido fuera de lugar, algo que le permitiera saber qué tipo de aparato estaba en funcionamiento. Desgraciadamente, el viento le impedía poder oírlo con claridad, así que lo dejó estar. Hoy no es mi día...

Se giró hacia Jazzlyn y le contestó:

- Yo mataría por un whiskey "on the rocks", la verdad -miró hacia la casa que mencionaba la joven-. Hace frío, y necesitamos un lugar donde refugiarnos. Aunque deberíamos proceder con cuidado, nunca se sabe lo que nos podemos encontrar en un lugar remoto y extraño como este. Quizá podríamos investigar la zona a ver si vive alguien y luego entrar en la casa, ¿qué les parece?

-Ginebra, whisky, vodka, lo que sea... -Ingemar miró a sus compañeros, todos estaban mojados y definitivamente necesitaban refugio y calidez. -Se pueden asustar, sí -dijo mirando a Mike-, pero no creo que vayan a recibirnos mal... somos supervivientes de un naufragio, vamos... ¿dónde quedó la hospitalidad? Un teléfono -dijo mirando a Jazzlyn- no se le niega a nadie. Y ojalá sea igual con la bebida. ¿Alguna sugerencia, Mr. Mike, sobre eso de "proceder con cuidado"?

Jazzlyn sonrió ante la respuesta dada por aquella mujer de pelo cobrizo a la que el Destino había hecho subirse con ella en aquella barca. Sí,  definitivamente tenía que intentar conocerla mejor. Quizá, si tenían suerte y encontraban refugio en aquella casa, tuviera la oportunidad de hacerlo.

- Quizá, cuanto todo esto pase, si no están demasiado ocupados, podamos quedar y tomar algo juntos - dijo, incluyendo en su propuesta a los dos hombres que las acompañaban - Conozco varios sitios en varias ciudades que quizá puedan ser de su agrado - Estas palabras trajeron a la mente de la artista el recuerdo de noches cargadas de alcohol y otros excesos.

- Mike, no pretendo contradecirle, pero, ¿cree necesario tomar tantas precauciones? ¿No podríamos, sin más, ir a la casa, y preguntar? - preguntó, alejando dichos pensamientos. Si todo iba bien, aquellas noches volverían, pero ahora era el momento de centrarse en la situación que estaban viviendo.

Pese a sus esfuerzos el viento incesante no permitió que ninguno de ellos identificará el sonido, parecía venir de más allá del faro, quizás desde allí o más adelante pudieran concretar algo más.

Pero no podían perder más tiempo, así que se dirigían hacia la casa, en un grupo cerrado, intentando olvidarse del frio y quizás del miedo con charlas triviales y recuerdos cálidos, alcohol y una buena chimenea, parecía un buen remedio a su estado de animo y al frio que calaba en sus huesos.

Estaban casi ya frente a la casa, en medio una puerta entreabierta, a cada lado de la puerta dos ventanas, la de la izquierda era la iluminada, aunque unas cortinas tapaban a la vista el interior.

A parte del viento, no se oía nada, más, nadie salía a su encuentro, y si hubiera alguna llamada, nadie respondería. La soledad parecía tener forma y vida propia en aquel lugar, recortándose en el cielo, el faro sin luz se elevaba también silencioso.

Michael accedió a acompañar al grupo pese a sus reservas de acercarse a la casa abandonada sin investigar un poco la zona. Cada vez hacía peor y comprendió que era mejor intentar protegerse del tiempo que andar discutiendo por diferencias a la hora de actuar. 

Sin embargo, aquella vivienda medio abandonada no hizo más que aumentar sus sospechas. La casa estaba algo decorada, pues tenía cortinas, y habitada porque tenía luz. Sin embargo, la puerta estaba entreabierta, como invitándoles a entrar en ella. Mike, que quizás pecaba de seguir demasiado su formación, se preguntó si era un lugar tan seguro como prometía. Podría decirse que se había especializado en ver el vaso medio vacío, y eso le hacía desconfiar de todo o, como él creía, pensárselo todo dos veces.

Intentó centrarse de una maldita vez, agudizar sus sentidos y usas sus habilidades detectivescas para intentar ver el peligro o por lo menos saber qué estaba pasando en aquel lugar. Anticiparse a lo que estaba por venir al abrir aquella puerta...

Una puerta entreabierta... ¿habrá salido el dueño de casa a ocuparse de algo, ahora que se desató la tormenta? Como fuera, Ingemar pensó que ahora sí que era conveniente ir con precaución, no fuera que al entrar el dueño, arma en mano, y encontrarse a cuatro desconocidos (y ver tal vez el arma de uno) los atacara antes de preguntar.

-Mike, no creo que sea prudente que se note que llevás el arma, no venimos a amenazar a nadie -le dijo Ingemar, aunque creía que el arma no era visible, pero mejor hablar que suponer. -Jazzlyn y yo podríamos ir primero, "dos damas en apuros" -sonrió irónicamente al decir esto- son mucho mejor carta de presentación que "dos rufianes aprovechando una tormenta para asaltar a un pobre guardián de faro". 

Tras decir esto, Ingemar esperó al acuerdo con sus compañeros antes de tomar la iniciativa, pero avanzaría enseguida todos hubieran aceptado su propuesta.

El frio helado calaba los huesos del británico anticuario, que avanzo tras los demás náufragos preguntándose que había sido aquel ruido pero sin llegar a deducir nada, mientras tanto se evadía de aquello escuchando a los demás, risas, alcohol, frio y nerviosismo era lo que notaba en demasía pero no comento nada sobre ello, esperaba llegar a la casa donde había luz, perteneciente al faro apagado.

En  ese instante escucho la voz de una de las damas, Ingemar proponía que sería más acertado que las dos mujeres entrasen primero.

-Pienso que la señorita tiene razón, en cuanto al arma, mejor no levantar mucho lio aunque me supongo que llevas tu placa, Mike. Si ellas entran primero seguro que la persona que esté ahí dentro será todo un caballero, sin embargo nosotros igual no estamos en nuestras mejores galas y tan empapados como vamos ahora mismo, nos puede tomar por un par de ladronzuelos de primeras-explico Frederik, dándole la razón a la señorita Strand y pensando que aquello era lo mejor para todos, aunque claramente los demás debían opinar.

Por fin habían llegado a la casa, a aquel lugar en el que esperaban poder encontrar un sitio en el que poder calentarse y desde el que incluso poder avisar de lo sucedido. Jazzlyn podía ya imaginarse en el interior, dejando atrás los malos momentos vividos en el mar.

Desgraciadamente, la forma en la que se encontraba la puerta que permitía el acceso desde el exterior hizo que el grupo volviese a plantearse qué es lo que debían hacer. La joven artista torció el gesto al ver que su deseo de poder quitarse aquel abrigo empapado volvía a retrasarse.

- Me parece buena idea - dijo ante la propuesta de Ingemar. Lo que fuese por dejar de estar a la intemperie - No creo que a nadie le cueste mucho ver que necesitamos ayuda, dada nuestra apariencia -

La mujer volvió a torcer el gesto mientras pensaba si ese viaje en busca de inspiración no habría sido una mala idea.