Partida Rol por web

Si realmente hay un animal salvaje aquí, no podía ocasionar ese ruido. O al menos no podía golpear las ventanas de toda la casa. A menos que fuese una bandada de gaviotas, o algo así... No, debió ser la tormenta misma, el viento. Estamos con los nervios alterados, es simplemente eso.

-¿Vieron si en la cocina hay algún licor? Nos vendría bien para entrar en calor y calmarnos. -Miró a los hombres, que habían estado por allí. -Podemos ir, con precaución y atención, claro, pero creo que quedarnos acá no tiene sentido. Es mejor ver la posible amenaza que estar cavilando y preocupándonos sin saber qué hacer. E insisto, ese licor nos vendría bien.

Ingemar se acercó, mientras hablaba, al sillón donde estaba sentada Jazzlyn y posó una mano sobre el hombro de la artista, intentando transmitirle seguridad. Sentía que era imprescindible que todos se mantuvieran juntos, pero también que se dieran apoyo mutuo, aún siendo desconocidos, porque de lo contrario no podrían sobrevivir al naufragio que aún estiraba sus tentáculos sobre ellos. Juntos como una bandada de gaviotas, o como cardumen de peces... 

Entonces se encaminó hacia la puerta, pero sin salir, mirando a los caballeros y sonriéndoles.

-Antes había motivos para que nosotras fuésemos primero. Ahora los hay para que sean ustedes.

Frederik guardo cuidadosamente el cuchillo entre sus cosas mientras esperaba que sus compañeros averiguasen algo mas, lo que indicaba el diario sobre el farolero le llamo la atención, su expresión leía atentamente cada párrafo de aquel cuaderno, y antes de que pudiera atisbar el rostro de Jazlyn debido a su enfrascamiento en la historia que el diario le estaba contando, escucho a Ingemar y al policía que enseguida coloco una mano en uno de los hombros de la chica, por lo que el británico enfoco su atención en el semblante de ella mientras escuchaba lo que la artista comentaba sobre aquello.

Podían haber sido ramas golpeando los cristales de la casa, eso pensaba Frederik y enseguida susurro aquello aun intentando calmar a la muchacha con sus palabras:

-seguramente haya sido el viento moviendo alguna rama, esta casa es vieja, con nada que haya un poco de viento ya se podrían escuchar hasta las mismas entrañas de la estructura….-

Viendo que claramente las señoritas estaban asustadas, Frederik se dirigió a Mike:

-será mejor que nos adelantemos para inspeccionar la casa, mejor que las señoritas se queden aquí por si acaso-propuso.

Jazzlyn sintió como Ingemar posaba su mano sobre su hombro, en un intento por calmarla, mientras escuchaba como ésta proponía ir a la cocina en busca de algún licor que les permitiese entrar en calor y templar los nervios. Frederik, mientras tanto, daba su opinión sobre el posible origen de aquel extraño ruido que tanto la había alterado. No, ella sabía que no había sido el viento moviendo unas ramas. No podía explicar el porqué, pero lo sabía en lo más profundo de su ser.

- ¿Alcohol? ¡Buena idea, querida! ¡Tú sí que sabes animar a una chica! - dijo, levantándose del sillón como un resorte. Su rostro había cambiado. Ya no reflejaba tensión, sino alegría, quizá debido al hecho de que la idea de tomar una copa le recordaba a la artista momentos mejores, como aquellas locas fiestas en las que se sumergía algunas noches y bebía hasta perder la consciencia - ¡No hay ninguna pena que un buen vaso de licor no pueda quitar! -

La mujer se dirigió hacia la puerta que daba acceso al pasillo.

- Detrás de ustedes, caballeros -

Un vistazo rápido al resto de la casa permitía ver que la habitación frente a la cocina solo era una pequeña despensa, repleta eso si de gran cantidad de comida, está lleno de estantes, todo

bien ordenado y con todo tipo de comida liofilizada, encurtidos y conservas, suficiente como para que sobrevivan tres personas aisladas del continente durante varios meses.

Entre los estantes no tardarían en encontrar, tras unos tablones mal disimulados, suficiente ron y whisky como para hundir un barco mercante. Y desde luego más que suficiente para levantar el frio ánimo de nuestros náufragos.

La otra habitación, queda justo frente al estudio, una rápida ojeada servirá para ver que contiene tres camas bien hechas. Hay un montón de libros ordenados en una esquina. También hay tres armarios grandes, cada uno con jabón, toallas, sabanas limpias y mas

mantas.

Los armarios están etiquetados con tres nombres distintos, Turner, Cassidy y Smith.

Los que pertenecen a Turner y Cassidy contienen diversas prendas junto con pequeños objetos personales; el armario de Smith solo guarda sabanas y toallas.

Jazzlyn agradeció enormemente el haber encontrado aquellas botellas. Su estado de ánimo había mejorado bastante desde que Ingemar había mencionado la posibilidad de tomar algo de licor, con la excusa de entrar en calor y templar los nervios, y, sinceramente, se hubiese decepcionado si no hubiesen hallado nada.

La artista degustó cada gota de la amarronada bebida, sintiendo como su cuerpo se llenaba de renovada energía. No era el mejor whisky que había tomado en su vida pero, dadas las circunstancias y el lugar en el que se encontraban, más valía eso que nada. Además, no sabía cuando iba a poder volver a beber, así que tenía que disfrutar todo lo posible de aquel momento. Sólo esperaba que el guarda de aquel faro no se enfadase demasiado al ver que habían hecho uso de aquellas botellas sin su permiso.

Cuando estuvo lista, acompañó al resto del grupo a lo que parecía ser el dormitorio de los tres hombres mencionados en el diario.

El entrar en aquella sala le produjo cierto desasosiego. No quería estar en aquel lugar, buscando entre sábanas y demás enseres. Cuando había estado en cuartos ajenos, y había estado en varios, tanto de hombres como de mujeres, nunca había sido para lo mismo que estaba haciendo allí ahora.

Mike rechazó amablemente la invitación a beber alcohol. Necesitaba la mente despierta para resolver todo aquello, y ya había entrado en calor tras registrar la cocina y el charco de sangre, agacharse para mirar los agujeros de bala y descubrir su trayectoria. Sin embargo, entendió que los demás lo necesitasen, era una situación crítica y cuanto más descubrían, más extraño y rocambolesco le parecía todo aquello.

Cuando entraron en el cuarto, Mike comenzó a ojear todo lo que había, pero sin tocar nada todavía, había que intentar preservar las cosas lo máximo posible. Dirigió su mirada hacia los libros, las camas y los armarios de estos tipos. Lo que más le llamaba la atención eran los libros, seguro que el anticuario los encuentra tan interesantes como yo. 

Aquello parecía un reguero de pistas bastante suculento, quizás sea momento de hurgar en la miseria de esta gente...

Mientras el anticuario y la bióloga se tomaban un descanso inducido por los vapores del alcohol, quizás se dieran cuenta de que llevaban bastantes horas sin comer y el naufragio había dejado sus puestos exhaustos, lo que hacía que aquel vaso de alcohol hiciera mucho más efecto de lo esperado, provocando una fuerte sensación de agradable calor y cierto sopor.

Mientras, como decía, Jazzlyn y Mike, revisaban el dormitorio. La artista noto algo extraño en uno de los colchones, una mirada sirvió para que Mike se diera cuenta de que el trabajo sucio le iba a tocar a él. Parecía normal que la señorita no quisiera estar hurgando en las camas de tres hombres desconocidos, pero para Mike era un asunto profesional, uno en el que tenía experiencia, y en seguida saco a la luz lo que ocultaba una de las camas, en la del tal Turner.

Una moneda de oro, igual a las otras encontradas, seis balas, también del 38, y una nota escrita a mano. Una nota curiosa, sin duda.

Recuerda que Turner es tu amigo/compañero, Warren Thomas...¿podría estar vivo? ¿podría seguir aquí en la isla?

Recuerda que Cassidy (y algún trabajo que tenía entre manos) es el motivo de tu visita  al isla... ¿podría estar vivo? ¿podría seguir aquí en la isla?

Frederik llevaba siglos sin beber. Es cierto que en el pasado había sido una buena pieza, peor al madurar y dar con su vocación, entre libros y objetos incrustados en barro y polvo más viejo que sus tatarabuelos, se había dejado seducir por otro tipo de borrachera, la del conocimiento. Es por eso que el alcohol se le subió un poco más a la cabeza y lo dejó tras dos sorbos. O se controlaba o sucumbiría a un sopor que debía de ser esquivado mientras que no decidiesen cómo proceder en las horas nocturnas.

Al volver a reunirse con sus compañeros en el dormitorio y echar un ojo a la carta, comentó divertido, como si del argumento de una novela de misterio se tratase, sus impresiones al respecto.

- Piezas de barco en la playa norte... Monedas de oro en la playa norte... Ummmmm... Diría que tal vez todo haya salido de ese barco que vimos bajo las aguas de camino hacia aquí. Esto es como esos seriales de piratas fantasmas que son hundidos cerca de la costa para nunca ser encontrados, pero su oro maldito trastorna a los pueblos de aquellos que terminaron con ellos. Tal vez ese Cassidy, al encontrar esas monedas, y recordando sus viejas costumbres, pensase que podría encontrar más doblones en esos restos hundidos. 

Se quedó pensando en lo que decía, no terminaba de cuadrarle por la información que tenían, peor era amigo de enunciar sus ideas en voz alta por si alguien podía encontrar sus posibles errores y ofrecer una mejor teoría.

- Luces en el agua... Un bote pequeño... O tal vez es otra gente la que sabía de esos restos y se dedicaron a buscar en la zona, haciendo que esas piezas y monedas terminasen aquí en alguna incursión en tierra. ¿Sería ese alguien al que vieron mirando por las ventanas? No entiendo muy bien el comentario sobre el contrabando nocturno... 'Más grande que'... Casi suena como si el que escribiese la nota estuviese más al tanto sobre actividades delictivas que el tal Cassidy. ¿Croar? ¿Ustedes han escuchado ranas desde nuestra llegada?

Estaba claro que el alcohol le había soltado la lengua, restándole un poco de timidez y capacidades de monologar interiormente. Lo que no estaba claro para sus compañeros era si ese era el estado natural del tal Frederik una vez que tomaba confianza o se diluiría con los efectos de los efluvios espiritosos.

Michael llevaba un rato callado y pensativo, observando la nota y releyéndola una y otra vez, y recordando pasajes del diario. Parece que su contacto había tenido trato con los otros dos habitantes del faro, lo que significaba que al final este naufragio le había venido bien... ¿En qué andabas pensando, Turner? Se pregunta a sí mismo mientras las ideas le vienen y le van en la cabeza, aquello parecía encajar, pero, ¿cómo? En ese momento, Frederik se puso hablar de ranas croando...

- No, no he oído ninguna rana croar -musitó Michael como si le hubieran despertado de un sueño pesado-. Sin embargo, me subir al faro a que me dé el aire, quizás ver la isla desde arriba nos aclare las ideas.

Mentira, en realidad quería ir en busca de Michael Turner, su contacto, y descubrir el tema de contrabando para el que le habían enviado allí. Paso de las ranas, los cuadros con hombres pez y las sectas. Tiene que haber una respuesta más mundana para todo esto, y mi amigo se acercó demasiado.

Michael recogió las balas y se dispuso a subir las escaleras para ver qué había.

- Cuide de las chicas -le dijo a Frederik con tono serio-. Si necesitan ayuda, dé una voz y bajaré tan rápido como pueda.

Dirigió sus pasos hacia las escaleras del faro, dispuesto a ver qué les esperaba allí. Parecía molesto y estresado, subía con paso firme y el ceño fruncido, con una expresión de hastío.

Jazzlyn leyó varias veces la nota que habían encontrado en aquella cama sin entender gran parte de lo que en ella ponía. ¿A qué se refería su autor con luces en el agua y con lo de un bote pequeño? ¿Quiénes eran aquellos hombres en la isla de noche a los que se refería? ¿Quizá los que habían llegado en el bote? ¿Gente de Innsmouth, quizá, que habían venido a ver al Señor Cassidy después de que éste se pusiese en contacto con ellos? ¿Y por qué mencionaba a las ranas?. La artista no recordaba haber oído croar desde su llegada a la isla.

Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que la espontánea verborrea del anticuario, y la posterior marcha del agente de la ley, la pillaron completamente fuera de juego.

- ¡Perfecto! - pensó, mientras fruncía el ceño - ¿Qué parte de que es mejor no separarnos no entendió Mike? -

La mujer se sentó en la cama y suspiró.

- Señor Widmore, si quiere, mientras esperamos a que regrese nuestro intrépido explorador, podría echarle un vistazo a la moneda que acabamos de encontrar - dijo, dirigiéndose al anticuario, mientras le tendía la pieza de oro - Le prometo que está vez me portaré bien y no la tocaré - En los labios de la joven había dibujada una pequeña sonrisa.

Tras esto, Jazzlyn se quedó sentada en la cama, en completo silencio, esperando a que Ingemar saliese de su letargo, a que Mike regresase y a que el anticuario hiciese algo útil con aquella moneda.

- ¿Ranas? ¿Qué diablos pintarán las ranas en todo esto? -

Mejor el ron que el whisky, pensó Ingemar mientras bebía un trago. Mejor no mucho porque... pero ya era tarde, el estómago vacío recibió la bebida como si se tratase de una niñita inexperta. Como pudo, siguió a los demás hacia el dormitorio y en algún momento se sentó en una de las camas.

-Oigan, hay toallas, podríamos secarnos un poco. O descansar...

La bióloga notó entonces que Mike se había ido.

-¿Dónde fue Mike? 

Tal vez se había adormecido durante un momento, y se había perdido algo. Se levantó y sacudió la cara para volver a estar alerta.

-No nos separemos, si Mike salió alguien debería ir con él. Yo iré y ya que voy, traeremos algo de comer, o el alcohol nos pondrá a dormir sin remedio.

Ingemar se dirigió entonces a la puerta del dormitorio con toda la seguridad de ir tras los pasos de Mike, siguiéndolo y buscándolo en la medida de lo posible, tal vez quedándose ella también sola...

- Pero si justo acaba de decir que...- Su voz se perdió a espaldas de la señorita Strand mientras les abandonaba.

- Vaya.- Carraspeó Widmore algo molesto por haber sido dejado con su increpación en la estacada.

Se giró hacia la señorita Brooks mientras se apartaba un molesto mechón de cabello de en frente de su ojo izquierdo.

- Usted dirá. ¿Prefiere que tratemos de seguir a nuestros compañeros por eso de no dividir el grupo o vamos a la cocina a prepararles unos canapés para cuando vuelvan?- Había cierto fastidio en su voz, más que nada porque justo en aquel momento no tenía unas ganas locas de salir corriendo tras Mike e Ingemar, habían sido una noche y un día extenuantes, sobre todo por su alocado viaje a través de las oscuras entrañas del mar, peor comprendía que antes de poder descansar ciertamente deberían comer algo y posiblemente establecer turnos de vigilancia, ya que ahora mismo se sentía como Ricitos de Oro en la casa de la familia oso, peor con el miedo que la niña no poseía a ser descubierta en casa ajena.

Mientras esperaba una respuesta de su compañera, echó un ojo a la nueva moneda que habían encontrado, pero no conseguía extraer más información de ella que lo que se apreciaba en sus gravados a simple vista.

La falsa sensación de seguridad de las luces de la casa, el calor de unos tragos, y lo acogedor y familiar que resultaban unas camas y unas toallas limpias, les hizo olvidar por un momento la tragedia que casi había acabado con su vida.

El ser humano necesita un hogar allí donde esté. Incluso en las perores circunstancias, buscará un rincón dónde su mente le permita sentirse a salvo, para poder sobrevivir así al horror esencial del vacío.

Frederik y Jazzlyn se dejaron seducir por un momento por esa vaga sensación de seguridad, habían visto subir hacia el faro a la intrépida bióloga que se unía a Mike y los perdieron de vista, dudaban mientras Frederik perdía su mirada en la moneda de oro…

Croa.

Apenas lo habían oído.

Frederik vio que la moneda era idéntica a las otras, pero estaba cansado y lo que veía no le decía nada que no supiera ya. La guardo junto las otras. Cuatro monedas de oro macizo.

Croa.

¿Había sido eso una rana? ¿dónde?

Aún estaban en el dormitorio, se asomaban al pasillo con la intención y caminar hacia la cocina o la despensa entonces se oyó, claramente.

Croa.

La puerta de la cocina hacía el exterior se había abierto, se notaba por el ruido y el aire que entraba, se escucharon unos pasos húmedos allí en la cocina, avanzaban hacia el interior de la casa.

Croa.

Algo había entrado en la casa, que ya no parecía un hogar.

Ingemar alcanzó a Mike justo cuando se disponía a subir las escaleras hacía la sala del faro, después de haber echado un vistazo desde abajo.

Tras subir la escalera de la torre, llegaron a la sala de mantenimiento del faro, localizada justo debajo de la sala de la linterna.

El mecanismo usado para encender la linterna está instalado en el techo y, por el ruido que hace, parece que aun funciona. Otro tramo de escalones sube hasta la sala superior atravesando una trampilla.

El agente y la bióloga se detienen a recuperar el aliento, las escaleras metálicas son muy estrechas e incómodas, detenidos en la sala de mantenimiento pueden ver varias cajas almacenadas; cada una contiene una bombilla de reemplazo para la linterna del faro. También hay un banco de trabajo pequeño y una caja de herramientas. Sobre el banco hay un registro del mantenimiento que se le ha realizado al faro.

Frente al banco de trabajo hay una mesa con una radio a medio reparar que podría utilizarse para pedir ayuda al exterior ya que nadie sabe que habéis conseguido llegar a la isla.

Parece que han volcado la silla de la mesa, por lo que hay que moverla para acceder a la escalera que conduce a la sala de la linterna.

Mike se emocionó al ver la radio. Por fin algo de utilidad en aquel faro. Apartó la silla para poder pasar y se acercó a examinar el aparato. Sin embargo, no entendía muy bien aquel modelo. Comenzó a mirar las piezas sueltas para devolverlas después a su sitio. Investigó la radio, pero no comprendía sus conexiones ni la forma en la que está construida. Nada. No había manera.

Se frustró y le dio un puntapié a la silla. En ese momento se percató de que Ingemar se encontraba detrás de él. Eso le avergonzó e hizo que se sintiera incómodo.

- Lamento mi comportamiento -le comentó a la joven a modo de disculpa-. Este lugar me está sacando de mis casillas. Pensé en subir a ver si veía algo más de la isla. Temo que las respuestas que buscamos se encuentren más allá de este faro.

Ingemar ve que realmente está descolocado. No es propio de un tipo frío como él perder los estribos de aquella forma, pero en su cabeza había una idea clara: encontrar a Michael Turner.

Ingemar observaba absorta a Mike manipular las piezas de la radio, mientras entendía que habían naufragado y que además de cualquier posible peligro extraño, estaban aislados y no solo debían sobrevivir a la isla, sino que además deberían pensar como salir de allí.

Mike no había conseguido arreglar la radio, al menos no con lo que tenía allí a mano, pero por suerte no la había inutilizado del todo. Aun así, parecía evidente que faltaba algo, sería necesario encontrar más repuesto o herramientas de las que disponían allí.

Debía haberlas en alguna parte, ya que allí, en la sala de mantenimiento solo había algunas cosas más esenciales, pero evidentemente una instalación como está debía tener en algún sitio más herramientas y repuesto.

Croa.

El ruido había sorprendido a Jazzlyn y a Frederik, les paralizó, ambos dieron unos pasos hacía atrás, hacía la seguridad del dormitorio con la puerta entreabierta.

Croa.

Se habían juntado hasta quedar uno al lado del otro sin darse cuenta, detrás de ellos la ventana cerrada que daba al exterior.

Croa.

La lluvia golpeaba ahora fuerte los cristales, pero el ruido de paso húmedos, viscosos, se acercaba.

Croa.

Quizás hubieran perdido un tiempo precioso, algo había entrado, y ahora estaba en el pasillo, cada vez más cerca.

Croa.