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Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche

El Fin de los Tiempos

Capítulo 1: El Heraldo Oscuro

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11/02/2011, 11:41
Calîm Nuruhuinë

Sargul, que era de los más sensatos, le gritó que estaba loco. El matador lo apoyó. Así que si, debía estar loco. Pero era incapaz de dejar perder una vida, por pequeña a insignificante que fuese. Toda vida era importante. No podía dejar que cocinaran a alguien vivo. En el mundo había mucho dolor. No podía luchar contra eso. Pero mal hechicero sería si cerrase los ojos ante los crímenes que ocurrían delante de sus mismas narices.
Avanzó entre medias del enemigo. Era una locura, lo sabía, pero el hombrecillo de la saca no aguantaría mucho sobre el fuego. Tenía en mente preservar la vida del desconocido, no la suya propia. Suponía que algún día moriría en algún lugar como aquel, intentando salvar a alguien. ¿Y por qué no allí? No era un mal final. Para poder vivir plenamente uno debe aceptar la muerte. Y a pesar de su longevidad Calîm hacía tiempo que la había aceptado. No temía a la muerte.
Se escabulló de algunos, otros rasgaron sus ropas y su piel. Se obligó a seguir, a danzar entre las dentelladas y los sables cortos de los goblins, a saltar por encima de las lanzas y a sonreír cada vez que escapaba de la muerte.
-Podéis hacerlo mejor, seguro.-Les dijo a sus atacantes en una ocasión.-Pero me alegro de que no lo hagáis.-En un momento fugaz vio a Sargul cerca de él, cubriéndole las espaldas. El bárbaro no había querido salvar al desconocido pero se había metido de lleno en la batalla por él. Era un buen hombre. No se merecía morir. No por sus intenciones. Esperaba que viviese para ver un nuevo amanecer. “¿Siempre tiene que ser todo tan melodramático cuando luchamos? No hay alegría en un campo de batalla”. Los goblins, de alguna manera, le respetaban. Les infundía cierto temor. Lo notó. Por eso no dejó de sonreír. No se sentía superior a ellos, no lo era, pero podía hacérselo creer.
Logró pasar entre ellos. “Sigo siendo bueno”. Seguramente a sus hermanos guerreros no les habría dañado aquella danza mortal entre enemigos. Pero él nunca había pretendido ser como ellos. Llegó a la fogata, sintiendo tras de sí a sus enemigos. Imaginó que después de todo un elfo con un bastón no imponía bastante. Al menos esperaba poder llegar a liberar al desconocido. Luego enfrentaría su destino, fuese cual fuese. Pero primero salvaría al pequeño.
Se llevó una sorpresa al vera Sargul caer del cielo, haciendo restallar su arma, como un dios justiciero que hubiera caído al mundo para impartir ciega justicia. Le sonrió y de corazón le dio las gracias. Por otro lado su sorpresa fue aún mayor, pues apareció Christelle, de entre las sombras, blandiendo sus martillos. Ahora ya nadie le seguía. “Ha salido bien. No me lo creo, ha salido bien. Pero no por mí, sino por ellos”. Asintió, sonrió. En medio de una batalla sonreía. Puede que pensasen que estuviese loco, pero no era asó. “Después de todo si hay alegría en medio de una batalla”. Se sentía arropado por sus compañeros. Él carecía de músculos pero sus compañeros ponían los suyos a favor de su seguridad. Y eso le hacía sentirse bien, le hacia sentirse importante. Saludó a Christelle.
-No te fuiste muy lejos. Me alegro de que decidieses volver. Mi pescuezo te lo agradece.-Y era verdad. Para bien o para mal, ella ya era uno de ellos. Estaba dentro del círculo.
Acabó con la hoguera. Salvó una vida. Y eso era agradable. Su misión en el mundo era esa. Así de simple, así de complicado. Salvar vidas. Porque la gente no se merecía morir. Porque la vida, a pesar de sus penurias, era agradable, era importante. Había tristeza, pero formaba parte de la existencia. Salvar una vida para él era su mayor logro. Aunque no se lo agradeciesen, aunque se equivocase. Salvar una vida era lo que le había arrastrado lejos de sus maestros, de sus hermanos. Era lo que le había acercado al mundo. Aquello estaba bien. Y era puro egoísmo, pues como una droga cada vez que lo conseguía se sentía realmente bien. Las heridas le parecieron que le dolían menos.
Empezó a desatar al pequeño, que seguía moviéndose de un lado a otro.
-Tranquilo, pequeño amigo. Ya no arderás.-Le pareció divertido que intentase mirar por encima de su hombro para ver la batalla. Soltó una carcajada tras sus palabras y luego le vio recoger piedras y lanzarlas contra los goblins. Era diestro en eso. No dejaba de hablar. Ahora entendía porque existían las mordazas.
La batalla prosiguió, sangrienta. No tendrían que lamentar bajas. La victoria estaba de su lado. Uno de los goblins intentó escapar. Pensó en llamar la atención a su nuevo amigo para ver si podía interceptarlo con una de sus piedras. No hizo falta. Rhúdan surgió de entre las sombras. ¿De dónde sino iba a surgir una figura como la suya? Todo terminó de la misma manera que empezó.
Se ruborizó cuando Alantha lo abrazó.
-Eso me ha pillado desprevenido.-Pero había estado bien. Dio las gracias a Sargul.-Gracias, compañero. La próxima vez prometo no alejarme tanto.-Rhúdan no tenía buen aspecto. ¿Dónde había estado? No perdió la atención de la respuesta que le diese a la elfa. Luego se agachó y le tendió la mano al pequeño.-Me llamo Calîm. ¿Cuál es tu nombre? Parece que estas lejos de tu casa. En verdad este lugar parece lejos de cualquier lugar agradable. No obstante, puedes quedarte con nosotros si así lo quieres.-Sonrió, era una invitación en firme. No creía en el destino, no expresamente. Pero las casualidades altamente interesantes solían ocurrir, a veces por designo de los dioses, a veces por azar. También se acercó al bretoniano.-¿Qué tal caballero? Veo que vuestra destreza no ha mermado pese a las circunstancias. Una vez escuché que un caballero, aunque pierda su espada, sigue llevando esta en el corazón. Entonces lo aprendí, hoy lo he compredido.-Y entonces todo pareció temblar.
Escuchó un sonido cada vez más fuerte, más horrible, salvaje, el gruñir de las tierra bajo el andar marcial de un grupo enorme de orcos. Se llevó la mano al estómago y sonrió.
-Perdón, me rugen las tripas. Debería de haber parado a comer algo.-Una broma. Porque no podía dejar que el miedo le nublase. Contra esos no podían vencer. Habría que contener al matador pues si buscaba una muerte, allí la iba a encontrar. Alantha habló clara y rápida, como siempre. Él asintió.-Si, no olvidemos que nuestros verdaderos enemigos están en Mordheim. Enemigos más peligrosos que una pandilla de sucios orcos. Enemigos ante los que se obtienen honores solo por luchar contra ellos. Verdaderos demonios. El fin último de todo guerrero.-No hablaba especialmente hacia el matador pero sus palabras iban hacia él.-Vamos, no veo motivo para luchar esta vez, teniendo en cuenta que moriríamos, cuando Mordheim está tan cerca y allí nos esperan mejores y más duras gestas.-Eso debía bastar. Meditó unos momentos.-Yo no he usado mi magia. No hemos llamado la atención. Salvo, quizás, por la espada. Puede que vibre en sintonías que no logramos oír. Pero los orcos si. La espada o...-Se diriguió al pequeño nuevo amigo.-¿Hay algo que merezca el interés de los orcos por aquí? Aparte de nosotros, claro.-Dijo mientras se acicalaba un poco la ropa.-Bueno, debemos apresurarnos. Aunque antes me gustaría deciros algo a todos, a cada uno de vosotros. Gracias, equipo...

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11/02/2011, 11:41
Christelle

Desconfiada por naturaleza y creyente hasta la médula se puso en camino para llevar a cabo las órdenes recibidas. De nuevo volvía a vivir. En la mente de la joven aún permanecían vivas las palabras de su Matriarca. Ella era la indicada para aquella peligrosa misión, solo ella y aquella confianza depositada en su persona la enorgullecía de tal manera que se sentía mucho más poderosa de lo que quizás fuera en realidad.

No obstante se detuvo bruscamente al pensar que quizás no pudiera ya estar tan orgullosa de su hija si sabía que había dejado atrás a inocentes en peligro. Lo de inocentes era un decir, pero... Se giró, cerró sus ojos con fuerza y deshizo el camino andado mientras de manera inconsciente desenfundada sus dos martillos y empezaba a orar en silencio.

Casi al momento notó como una sensación de placidez y seguridad recorría su cuerpo, Sigmar había escuchado su sincera oración y estaba de su lado, hecho que se corroboro cuando un tenue fulgor dorado se desparramó por sus dos martillos, haciéndolos refulgir con un candor pocos enemigos podrían combatir.

Con una sonrisa en los labios y la fría determinación de tu orden como insignia, se abalanzó desde las sombras sobre los primeros enemigos que se topó que, para su congoja, se estaban acercando a la desguarnecida retaguardia de Calim, tal vez el único integrante del grupo por el que arriesgaría su integridad en caso de necesidad...

Todo acabó de forma rápida y fácil y al ver como la elfa se acercaba a los suyos para inspeccionar sus heridas la joven se encogió de hombros y guardó sus armas sin decir nada. ¿Para que malgastar fuerza, energías y poder si aquella mujer lo podía hacer por ella? Además sabía que ninguno pediría su ayuda. Realmente no sabía porque había vuelto. Esperó a que acabaran las absurdas presentaciones y se pusieran en marcha cuando un rumor lejano y la visión de miles de antorchas en movimientos tensaron todos y cada uno de los músculos de la muchacha.

Sin perder más tiempo, se uso de nuevo en marcha esperando que los demás hicieran lo mismo...

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11/02/2011, 11:41
Rhudan Ar

Dolor..., calor, la herida quemaba como mil demonios a pesar de estar cicatrizada, una más para la colección de magos y hechiceros. Afortunadamente no me estaba desangrando o ya estaría tumbado mirando al firmamento y esperando mi cruento fin. Ni siquiera pensaba en lo que le pasaría al desconocido. La muerte formaba parte intrínseca de mi vida, aunque no ofrecería la mía sin más, Morr tenía sus designios para sus allegados y repartidores de su aliento letal.

Corría como el diablo, ardiendome todo el cuerpo por el esfuerzo y los pulmones en un intento desesperado por hacer llegar más aire a mi maltrecho cuerpo. Sin apenas resuello, reduje la marcha y contemplé cómo la informa marea de pielesverdes avanzaba erráticamente. Por ahora estaba lejos, y podía permitirme un descanso, además estaba cerca de dónde había dejado a mis compañeros. Escuché los últimos retazos de combate mientras me acercaba, la figura escuálida, fea y desaliñada de un goblin surgió corriendo frenéticamente en la oscuridad, para entonces ya tenía mis armas desenvainadas, y algo más recobrado salté velozmente encima suya, ante de que ni siquiera pudiera reaccionar y evitar mi embestida, sorprendido, le atravesé con una facilidad increible con mi nueva adquisición, lo que me hizo sonreir lobunamente.

Una vez desecho de aquella basura, salí de entre los matorrales y sombras para dar con el grupo, que estaba recién terminado de luchar. Ví a Alantha abrazar a Câlim, se formó una imagen en la mente y casi tuve ganas de reir, pero me contuve. Me fui acercando y saludé mientras daba las noticias de la suerte del goblin. El tiempo apremiaba, Alantha me miró y me pidió que me acercara, mi aspecto era muy lastimoso, pero ya lo remediaría, me acerqué sin rechistar mientras las preguntas se formulaban en el aire o las mentes.

-"Câlim, había prisioneros, les ayudé a escapar, pero no pude hacer más. Los orcos me están buscando, Grimgor es al parecer el nombre de su caudillo, y está cabreado junto a su chamán, que es quien me hizo esto, aparte de llevarse un recuerdo mío les he quitado su jugete favorito y la diversión."

Recaí en la parlanchín figura, menuda y alborotadora. Mis sentidos se pusieron alerta, esas cosas pequeñas no eran muy de fiar, y era preferible que no estuvieran cerca de uno. Consciente de ello preferí no continuar mientras me dejaba hacer por la elfa.

-"No huelo peor que el enano, además oliendo bien me hubieran descubierto enseguida. Ya lo solucionaré, antes debemos irnos rápido. Cuando estemos más tranquilos os lo contaré detenidamente. No sé si el matador ha oído hablar de la piedra de fuego o algo así. Ah, Câlim o Alantha, si me dejas que te llame así, ya me contareís algo, si podeís de este arma. Me parece que me he aficionado a frustrar a los orcos, jajaja, quitandole sus jugetes favoritos, aunque..."

El rumor del avance de toda la horda, ensordecedor, como un autentico terremoto, se desplazaba por la zona, amenazando con engullirnos. Ante aquello no había posiblidad de enfrentamiento esperanzador, había que alejarse y las palabras de Câlim eran sabias, evitando la intervención del matador.

-"No se ven muy contentos..., vamos..."

Curiosamente había hablado y mucho, aferrando con mucho cuidado ambas objetos mágicos que llevaba encima, terminada la tarea de la elfa, comencé a alejarme de allí como todos sabíamos que era prudente. Ya llegaría el momento de narrar las peripecias y ponerse al día. Me había sorprendido la acción de la elfa

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11/02/2011, 11:42
Zeque Wilfur

Empezó de golpe. Uy¡ Primero nos habíamos parado, luego prepararon la fogata para cocinarme y al momento se escuchaba el estruendo de la batalla. Ay¡ Aquellos perrazos no paraban de gruñir a quien fuera que fuese, aunque yo esperaba que fueran aquellos individuos que había visto agazapados en la oscuridad. Me quemo¡¡¡¡ De pronto noté una especie de bienestar cuando me quitaron los leños ardientes de debajo de mi posadera… Libertad¡¡¡ Bendita libertad¡¡ Nada más salir del saco me saqué la mordaza, escupí para sacarme el buen sabor de boca y miré a mi salvador…UN ELFO¡¡¡¡

- Hola, ho…hola¡¡ Mu…mu...muchas grac…c…cias por salvarme la vi…vi…vida¡¡ - Le dije mientras observaba la batalla campal por encima de su hombro. Sin darme cuenta empecé a coger unas piedrecillas y las iba lanzando a aquellas criaturas, las cuales, caían inconscientes al suelo, o las despistaban lo suficiente para ser machacadas por aquel gigantón y el enano….- UN ENANO¡¡

Todo acabó tan rápido como había empezado con la diferencia de que ahora ya podía comunicarme. En ese preciso instante fue cuando me di cuenta de mi situación. Observé al grupo y en especial a mi benefactor, el cual se presentó como Câlim:

- Buenas tardes o buenas noches¡¡ Por que con esta luz es muy difícil determinar que hora es. Además no se ve el sol ni la luna lo cual también dificulta extremadamente eso, es decir, determinar que hora es o que momento del día es. – Cogiéndole la mano al elfo, continué – Buenas lo que sea mi señor elfo salvador y…élfico señor Câlim. Mi nombre es Zeque y la verdad es que estoy entusiasmado de haberle conocido. Sepa usted…¿le puedo tutear? Que sepas que hacia mucho tiempo que deseaba hablar con uno de vosotros pero sois tan esquivos…Para ser verdad casi todo el mundo es muy esquivo conmigo… No se¡¡ Pues como iba diciéndole, estaba ya a punto de entablar amistad con estos señores verdes, pero se ve que se enfadaron por algo…y luego estaban esos tremendos perrazos…Por cierto¡¡ ¿Han podido tus amigos capturar alguno? Sería estupendo y divertidísimo cabalgar en uno de ellos…
Observé como otra elfa llegaba y abrazaba a Câlim:

- Caspita¡¡ Que bonito es el amor, verdad? Además, hoy es mi día de suerte. - dije mientras le daba la mano – No solo veo un señor elfo sino que además veo a una… señora, señorita, dama…lo que sea. Hola soy Zeque ¿Sabes que me estoy po…po…poniendo m…muy nerv…vio…o..so? De…de…debe de s…ser la e…e..moc..c..ción. Me está en..en…entrando ham…ham…bre¡¡ Alguien ti…tie…tie..ne algu…gu…u…na golo…lo…lo…sina.
Mi corazón palpitaba de emoción. No cabía en mi pecho y parecía que se iba a salir corriendo. Me dediqué a pasear entre el resto de gente saludando cordialmente. Me sorprendió la altura de un tipo grandote y de piel oscura que me miró ceñudamente.

- Ostras¡¡ Eres el hombre más lato que he conocido jamás¡¡ Desde ahí arriba tienen que haber unas vistas estupendas, ¿no? Je, je, je…Ya lo se¡¡ Ya lo se que es un chiste fácil pero sería mucho pedir que me auparás para observar por encima de tú cabeza¡¡
En cuanto a la señora de los martillos que había llegado también me acerqué:

- Jolines¡¡ Que martillos más chulos¡¡ ¿Me dejarás coger uno? Te prometo que no los romperé, aunque si me doy en la cabeza a lo mejor sí. Mi padre siempre me dijo que la tenía muy dura. Será cuestión de probar, ja, ja, ja.
Tampoco pude pasar por alto a aquel señor de hierro con un solo brazo:

- Anda¡¡ Eso te tuvo que doler un montón, no? Oye si quieres mi ayuda para ser tu mano derecha no tienes más que decírmelo¡¡ Los amigos de Câlim, son mis amigos¡¡ Además se te ve preocupado…o sea que si quieres hablar, me invitas a una merendola y hablamos, o comemos y luego hablamos o …tú hablas y yo como y escucho.
Con el enano de mirada hosca también lo intenté:

- Hola señor enano¡¡ Mi nombre es Zeque, y tú? Oye¡¡ Hacia siglos que no veía a uno de los tuyos, será que sois tan chiquitines que no se os ve, ja, ja, ja. Bueno¡¡ Aunque igual es que yo soy más pequeño todavía, no? Lo pillas¡¡ Jua, jua. En fin otro día te explicaré otro chiste a ver si así consigo que te sonrías…Eso, casi seguro es que tienes hambre…Un hombre con el estómago vacío acostumbra a estar de mal humor.
Que gente más extraña y taciturna, pensaba mientras me paseaba entre los muertos. Cogí varios cuchillos y me los guardé, así como una lanza que parecía perfecta para mi tamaño. Luego me dediqué a confeccionarme una honda con un trozo de cuero y recogí varias piedras. Mientras hacia esto observé por el rabillo del ojo a un individuo que echaba una peste muy desagradable, como la de los bichos verdes, pero el no lo era. Cuando me iba a levantar para presentarme, me miró de forma extraña y se marchó. Jope¡¡ Que tipo más raro¡¡ Seguro que tenía cosas importantes que hacer, cosas de gente grande¡¡ Seguro que más tarde vendría a saludar¡¡ Seguro¡¡

Al rato observamos como un campamento que había en la lejanía se empezaba a mover de forma errática, pero que casi seguro que pasarían por aquí. Yo insinué lo de quedarnos a verlos pasar pero la mayoría se querían marchar. De hecho muchos ya habían emprendido la marcha hacia donde. Busqué a Câlim y le pregunté:

- ¿Dónde vamos? Por que sino te importa me quedaré con vosotros. Desde luego si molesto me lo dices y me marcho que no hay problema. Seguro que puedo encontrar alguna posada cerca en la que pasar la noche. Pero vaya¡¡ Preferiría ir contigo¡¡ He decidido que a pesar de casi no haber colaborado en mi rescate, ya que ya estaba a punto de escaparme… voy a ser tu ayudante en lo que haga falta. Seré tu segundo tu mano derecha….Bueno¡¡ La izquierda que la derecha se la he prometido al señor de hojalata¡¡ Por cierto¡¡ ¿Te he dicho que me llamo Zeque y que es un placer conocerte? Por casualidad no tendrás algo de comer, verdad es que llevo unas 5 horas que no pruebo ni un miserable aperitivo y…. Ah¡¡ Otra cosa¡¡ Sabes de quien es esta daga tan chula y brillante¡¡ No se como pero ha aparecido en uno de mis bolsillos¡¡ Seguro que se le ha caído a alguien y ahora la estará buscando.
 

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11/02/2011, 11:42
Rakduim Piel de Dragon

Mis silueta danzaba alrededor de una multitud de cadaveres que se esparcian a varios metros a la redonda. -No son mas que escoria sin tecnica ni fuerza. Definitivamente no son aptos para un combate a pequeña escala...- susurre mientras, resguardado de mi runica, remataba a los grobins que todavia permanecian sobre el fino hilo del que pendian sus vidas tras haberse topado con mi furioso arrebato.

Me estaba empezando a acostumbrar a pelear con algo menos de vision tras aquella memorable batalla, y eso solo significaba que mi maxima capacidad de pelea habia disminuido sensiblemente, aunque no lo suficiente como para sentirme perdido hasta encontrar a alguien realmente temible para cualquier guerrero digno de ver su nombre escrito en letras de plata bajo el firmamento. -Todavia me queda mucho camino, parece ser...-

Descargue el peso de mi hacha sobre el cuello de la lacerante criatura para terminar con su larga agonia. Un ruido viscos acompaño la ascension de mi hoja y un sonido seco emano tras un latigazo que sacudio la misma sobre el rojizo suelo por el que ahora caminabamos.- Grobins y mas grobins... - susurre mientras apartaba de un puntapie lo que parecia ser una daga de gran calidad, pero que resulto ser no mas que una piedra bañada en un rojo oscuro que deformo mi vision por un instante.

-Sera mejor apresurar el paso hacia Mordheim y empezar a batirnos con rivales de categoria. Estoy hasta las narices de sacar mi hacha a paseo y no ser mas que yo el que termine en pie.- finalice observando de refilon la figura que habia salvado el orejas-picudas. -Haz callar a esa rata de cloaca u os hartareis de blandir vuestras armas en aburridas escaramuzas antes de llegar a destino, elfo...- No podia negar que se estaba convirtiendo en alguien mas visceral que el resto de sus congeneres, pero todavia le quedaba mucho para llegar a soltar un par de malas palabras a alguien que siquiera conocia. La naturaleza elfica es bastante extraña.

Tras observar los cuerpos de los caidos y palpar torpemente una vieja bolsita que llevaba atada al cinto uno de aquellas verdes criaturas, reparo en un trozo de pan medio podrido y se lo llevo a la boca sin ningun tipo de reparo. - No es como meterse en la boca una buena chuleta de un tierno cordero, pero para matar el gusanillo servira... -

Me anude entonces mi runica a la espalda y me acerque al grueso del grupo y, sin tiempo para esperar una vez mas un momento oportuno en el que improperiar al resto, hable. -Nuestros enemigos reales, los que deberan acabar con todos y cada uno de nosotros no se encuentran ni aqui ni cerca de estos cadaveres, asi que sigamos moviendonos, o partire solo si teneis la mas minima idea de parar tras este calentamiento.- Algunos asintieron y otros, de forma totalmente indiferente se desvanecieron entre las sombras como una gota de lluvia al caer sobre un suelo arenoso.

Tras el silencio, la figura del asesino hizo una nueva y borrosa aparicion ante todos nosotros, como una fina brisa que porta todas y cada una de sus particulas y las posa una sobre otra de forma interminable. Parecia haber terminado con la vida del esquivo grobi que ya celebraba su huida y fue a toparse con el frio acero de su enemigo. -Probablemente el cadaver todavia posea una mueca de alivio y felicidad. No debio ver lo que se le venia encima...-

Mi corazon se acelero entonces. Como si uno de los millones de puzzles que poblaran mi cabeza hubiera sido finalizado por una pieza que habia estado buscando durante muchos años. Mis ojos se empequeñecieron, dando buena cuenta de la gema que portaba ahora Rhûdan, para abrirse de nuevo hasta sus limites. -¡¡Ek, Ungi!!...- grite señalandole con la mirada. Corri hacia el como un poseso. Como alma que lleva el diablo apareci a su vera. -¡¡muestrame una vez mas esa piedra!!-.

Mi mirada se helo, como lo hizo el resto de mi cuerpo. Mi corazon dio un vuelco y un gruñido emano roncamente de mis pulmones. -¿A Wanrag has sacado esto, Rhûdan?- le pregunte con ojos dementes y una mirada inyectada en sangre producida por las miles de imaginarias situaciones que estaba creando mi cerebro para entender como habia llegado ese artefacto a manos de un hombre como el.

Entonces, y a modo de respuesta, un clamor que empezo insinuante y prosiguio amenazador hizo que me girara hacia la direccion contraria en la que avanzaba un enorme grueso de orcos, arropados con el fulgor de un mar interminable de antorchas que prendian con la misma furia que invadian sus corazones. -¿Debo entender que ellos han tenido algo que ver con esta piedra?- perdi por momentos el equilibrio. Las imagenes que se sucedian en mi cabeza cada vez eran producto de una locura mayor. Si esta piedra estaba en su posesion... solo significaba que...

-Pero... nai puede ser, ¡¡NAI!!-. Me recompuse de nuevo y con la respiracion acelerada me acerque de nuevo al humano. -No te pedire que entiendas lo que voy a hacer, pues dudo que tenga el tiempo suficiente como para aclararte nada de lo que mucho me temo haya ocurrido...- cogi aire y espere un segundo, esperando despertar de la pesadilla sobre la que acababa de aparecer... -... pero debes entregarme esa piedra... ahora.-

Me desanude la runica del torso y la clave sobre el blando suelo sobre el que permaneciamos ambos.

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11/02/2011, 11:43
Rhudan Ar

Al parecer el enano estaba de acuerdo conmigo respecto al recién llegado. Entonces ante mis explicaciones y la leve referencia de la joya que había conseguido, el matador se puso frenético. Y si entendía tan siquiera un ápice de lo que había escuchado, sabía perfectamente y entendía el porqué de su estado. Hice lo que me pidió excepto entregarsela.

-"Sí matador, de sus manos se la quité y derramé sangre suya y mía en el proceso. Y ciertamente eso estaban tramando y mis acciones han frustrado sus planes. Algo que juré solemnemente hacer frente a uno de los tuyos, el herrero y la mirada de los dioses...."

(sigue por mp...)

Miré de soslayo a los alrededores, no quería que se acercase nuestro "invitado" y la urgencia era terrible

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11/02/2011, 11:44
Rhudan Ar

Mi desesperación se torno confusion, y esta, incredulidad. Siempre habia creido que un hombre que se mueve mas entre las sombras que bajo la luz que le brinda el astro rey, no merece mucha mas atencion que cualquier ser del inframundo. Aquellas palabras, sin duda, impactaron en mi interior como lo hace una piedra en un lago en calma.

Sonrei vagamente. -Si sabes algo de enanos, sabras que por mis atuendos soy de los que buscan toparse con la diosa del infortunio, pero hay mucha historia tras esta rojiza cresta como para obviar la llamada de mi pasado.... Mire fijamente a aquel hombre y asenti tajantemente.

-No solo no te matare, sino que te encomiendo aqui y ahora una ardua tarea para conmigo....

El silencio se hace palpable entre ambos, y mi mirada se torna fria e implacable. Mi corazon late con fuerza tras ver una pequeña luz esperanzadora tras el alma de ese humano. Lo hare por ellos. Si.

-Seras el encargado de recordarme siempre y cuando me pierdan mis ganas que, hasta que hayamos llegado a mi pueblo, la cresta de matador no sera mas que un atuendo propio de un loco. A partir de ahora y hasta que tu mismo hayas entregado esa gema a los mios, no buscare mi propia muerte... hazmelo recordar siempre que asi lo necesite... y estare en deuda contigo... para siempre.

Tras las palabras del matador, sonreí ladeadamente y alargué mi mano para estrecharsela si quería, pero la palabra estaba dada y el trato firmado más allá de la sangre.

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11/02/2011, 11:44
Tenqcoatl, cresta roja, Garra de Tehenhaiun, colmillo de Sotek

Respirando afanosamente, me siento en el suelo, vigilante, dilatando mis fosas nasales mientras la cabeza me da vueltas por el esfuerzo realizado. Guardo mis armas de nuevo..y, poco a poco me acerco hasta una posición cercana a la de los hombres y elfos a los que sigo.
No tienen problemas en derrotar a las bestias verdes del caos y a sus peludas monturas..y admiro la fuerza y potencia de sus golpes, casi tan grandes como las de un saurio antiguo. Pero mis ojos vuelven una y otra vez al arma y a su portador.

Decido no mostrarme todavia, cauto. Es un grupo grande y ruidoso, más ahora que se les parece haber unido una vociferante cria humana.. serán emboscados más de una vez antes de llegar al lugar donde deben llegar. Seré más útil alejado, vigilante, que pisoteado en medio de un ataque.

Pacientemente, espero, casi aletargado, pero todavia con los ojos abiertos..manteniendo una pequeña parte de atención en lo que pasa..consumiendo una energía mínima..impensable en una criatura de sangre caliente. Pacientemente, espero a que se vuelvan a poner en marcha.

Si siguen avanzando..busco al elfo, preferiblemente al arquero...en algún momento en que se separe del grupo. En ese momento me acercaré lentamente, de frente..intentando no alarmarlo..y le diré:
La ciudad oscura.. No habrá bosque donde esconderse. Pero deberé permanecer oculto, pasar entre humanos que poco conocen de los habitantes de Lustria

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11/02/2011, 11:45
Calîm Nuruhuinë

Chirstille no dijo nada. Se limitó a adentrarse en el bosque tras el ruido provocado por los orcos. La detuvo.
-Hermana, no deberías. Iremos juntos, todos. Para bien o para mal, volviste. Se que puede parecerte un horror, incluso un insulto, pero eres una de la nuestras. Somos una unidad, no lo olvides. Avanzaremos por este bosque, juntos. No es seguro que te alejeses, ni siquiera diez pasos.-La sonrió.-No es culpa mía. Tú has decidido volver, por un motivo o por otro. Has sellado un pacto invisible. Pero tranquila, es de los buenos.-Aquella mujer era hielo puro pero...¿Acaso Rhúdan no lo había sido?¿O Rakduim?¿O Alantha?
Escuchó la historia del asesino. No era tan frío como parecía, cosa que ya intuía. Había salvado vidas. Y al ver el arma que portaba estaba claro que era lo que buscaban los orcos.
-Así que decidiste intervenir y poner a todo un ejército de orcos detrás nuestro.-Meditó.-Creía que el loco era Radkuim. Solo porque él decidiese llamar la atención de todo un ejército de Skaven para que nos desollasen vivos no significa que cada uno de nosotros deba hacer lo mismo.-Pero no lo recriminaba. Solo sonreía, era otra broma. Rhúdan había hecho bien. Si además había sacado algo a cambio era más inteligente que él.
El pequeño empezó a hablar. O más justo sería decir que seguía hablando pues no había parado ni un momento. Se llamaba Zeque.
-Por supuesto, tuteame. No soy señor de nadie. Solo Calîm.-No tenía pelos en la lengua. Era sincero y amistoso, capaz de meter la pata cada frase. Le agradó. "Al fin un desconocido al que no tendré que sacarle las palabras con pico y una pala". Y era ingenioso. Mencionó el abrazo que Alantha le había dado. Lo llamó amor. También era ingenuo.-Solo es afecto, Zeque. Nada tan fuerte.-Dijo algo azorado. Le escuchó tartamudear cuando se dirigió a la elfa.-Eso si puede que sea amor, pequeño bribón.-Bromeó. Cuando terminó de hablar le respondió.-Será mejor que vengas con nosotros, si. No se ven muchas posadas por aquí. Además podrias sernos de ayuda...¿Crees en el destino, Zeque?-Recogió, con una sonrisa, la daga que le mostraba el halfing. Se la entregó a Sargul.-Creo que es tuya. A pesar de la estatura de nuestro pequeño amigo sus dedos son muy largos.-Pasó entonces a revisar el arma de Rhúdan, sacando sus propias conclusiones mientras el asesino y el matador hablaban entre sí.
No se perdió ni un ápice de las palabras entre Rhúdan y Rakduim pero tampoco se le escapó la magnitud y el potecial del arma. La finura de su filo, la exquisitez de su material, el equilibrio de la empuñadura, el sincero acabado. Así era como debían ser los elfos, perfectos. Aunque era un gran arma él no se sentiría cómoda portándola pues era la muestra de algo que jamás llegaría a ser. Y esa una sombra que jamás había podido vencer pues nunca sería tan bueno como sus hermanos. Devolvió el arma al asesino.
-Proviene de tiempos antiguos, Rhúdan. Cuando los hombres aún eran hombres y cuando las gestas aún eran gestas. Viene de una época más dura, más perversa, pero también más brillante. Tu fuerza será mayor cuando la emplees contra los pielesverdes...aunque puede que eso ya lo sepas. Por lo demás es un arma élfica y eso solo significa que cumplirá su cometido mejor que cualquier otra espada.-Cambió de tema, echando un vistazo al matador. El asesino había conseguido apartar a Rakduim de su camino hacia la muerte. Para ser un asesino no lo había hecho nada mal. Él, como hechicero, no había logrado nada. Se sintió bien al ver como a veces los problemas que él no podía solucionar eran aclarados por otro de sus amigos.-Rakduim, pensé que habías perdido la fe en esto que llamamos vida. Ahora veo que me equivocada. Ahora que tú y Rhúdan teneís algo que hacer, algo por lo que sobrevivir. No lo olvideís. Teneís que sobrevivir a Mordheim.-Y eso estaba bien, pues había pensado que el matador terminaría sus días en la ciudad maldita. Pero no sería así. Las sangre, las raices, la familoa, tiraban demasiado de él. "Ojalá puediese encontrar una razón de superviviencia para mi mismo". Se acercaban a la ciudad y eso solo podía significar una cosa, un desenlace, un fin, y una promesa que se hizo de camino que estaba dispuesto a cumplir.

Antes de partir se tomó un momento. Se alejó de sus compañeros y vagó por el reducido campo de batalla, acercándose a uno de los flancos donde le había parecido ver una figura borrosa. A sus ojos no se habían escapado los dardos que algunos cadáveres tenían clavados. Su amigo misterioso les había ayudado. No parecía gustarle la compañía pero..."Bueno, eso es una constante en este grupo". Hizo una reverencia, a la oscuridad, esperando que el sujeto no se hubiese alejado lo suficiente. Sus compañeros pensarían que estaba loco, que hablaba con los árboles o algo peor. Él sabía que hablaba hacia el hombre lagarto que había visto hablar con Alantha. La mujer podía querer mantenerlo en secreto, pero ese no era su estilo.
-Gracias por su ayuda. Mi nombre es Calîm. Veo que le agradan las sombras y seguramente piensa que está seguro entre ellas. Seguramente así es. Pero puede escuchar el ruido de cien mil pies verdosos machacando el suelo, cerca de aquí. Buscan algo, y buscando pueden encontrarle, por error o tino. Entonces estará solo para enfrentarlos. Nos ha ayudado. No sé el motivo, pero me gustaría conocerlo. Vamos a Mordheim, señor, y si usted también se dirige hacia allá le pido humildemente que se una a nosotros. Pues esta batalla ya nos ha hecho amigos. No hay motivos para la desconfianza ni para que se sienta fuera de lugar. Pues en este grupo hay hombres y mujeres...humanos, enanos, elfos, incluso un halfing...asesinos y caballeros, guerreros y hechiceros, bárbaros y sabios, capitanes y soldados...Nadie va a juzgarlo y aunque algunos de mis compañeros le parezcan toscos y hoscos, aquí tiene usted su lugar, y si no le desagrada, también le tiendo mi mano...-Y eso haría si veía surgir una silueta escamosa de entre la maleza. De no hacerlo respetaría esa decisión, por supuesto, pero empezaría a considerar al agente misterioso como uno más del grupo, como su satélite particular

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11/02/2011, 11:45

Eludiendo a la Horda / Afueras de Mordheim
Turno para todos

Todo parecio acabar como se esperaba, con mas o menos rasguños pero relativamente ilesos al fin y al cabo, pese a la insistencia de lobos y jinetes por enviaros al reino de los muertos simplemente por el mero hecho de hacerlo, de veros caer y regodearse en vuestra muerte, tal era la naturaleza de los goblinoides. Aun y asi Alantha, que parecia haber experimentado un acercamiento al grupo, se encargo de los primeros auxilios que algunos de vosotros necesitabais, siendo el mas necesario de ayuda Andrews debido a su herida en la pierna la cual, finalmente, tuvo que ser atendida por los conocimientos mayores de Christelle [esto depende de Christelle, si no quiere o no lo cree necesario pues Andrews solo recibira los cuidados de Alantha]

Mientras unos y otros descansaban, ya fuera recobrando el aliento, siendo atendidos o simplemente limpiando las armas (y el propio cuerpo) de la sangre reseca Torvuc se acerco a Calim con gesto ceñudo aunque sin malos modos, al menos de momento, ya con su espada enfundada y su pistola de duelo cebada, nuevamente al cinto, pasando cerca de Rhûdan y Radkuim, a quienes dedico unas rapidas palabras antes de dialogar con el elfo.

Torvuc Si ya habeis solucionado vuestras diferencias guardad ese objeto, dudo que ninguno quiere que se pierda o sea visto por quien no debiera- dijo señalando con la cabeza la reluciente joya roja que ocupaba toda la palma del asesino Calim... no me hace ninguna gracia hacer de niñera de Halflings, mas cuando este parece tan propenso a agenciarse objetos que no le pertencen -dijo mientras lanzaba una seria mirada al pequeño mediano , pero supongo que podre soportarlo y puede que incluso le encontremos partido mas adelante; pero lo qu eno puedo tolerar es que se me escondan cosas, asi que habla claro. La yuda en la escaramuza con los goblins no me ha pasado desapercibida y parece que a ti no te ha sorprendido en exceso... ¿quien diablos anda en las sombras?¿Acaso otro de los tuyos? No me gustan que me sigan a hurtadillas y si ese "amigo" tuyo sabe que le conviene dejara de hacerlo, ya sea para largarse o para mostrarse, pero si me vuelvo a sentir observado no dudare en rastrear la zona pistola en mano...¿nos entendemos verdad Cal...

Mas mientras el capitan volvia a mostrar su lado mas duro y profesional con el permisivo elfo, el rugido de la horda llego a su apogeo en lo que parecia un estallido de violencia sin igual, haciendo que todos los presentes os encogierais de lo que bien podria ser miedo o, como minimo congoja, pues el rugido se alzo con la potencia del clamor de dos millares de voces guturales. Aguantando todos la respiracion, aun observando aquella ingente cantidad de pielesverdes observasteis como el grito se repetia, esta vez mucho mas debil, como si una sola voz tronante aullara pero, si podia ser posible, con un tono de enojo e ira que lo convertia en algo que deberia temerse, salvando las distancias, mucho mas que al primero.

Justo despues de aquel berrido solitario la horda al completo parecio girar al unisono y poner rumbo fijo hacia vosotros, ahora sin que ninguna duda enturbiara aquel sentimiento que todos los presentes odiabais y temias a partes iguales, os estaban persiguiendo, os habiais convertido en las presas de aquella marabunta sanguinaria y no cesarian hasta daros alcance y destrozar vuestros cuerpos. El tiempo de descanso habia cesado, el momento de hablar habia quedado relegado a mas adelante, era el momento de emprender la huida rapida y sin dilacion o todo el largo camino recorrido hasta aqui seria en vano.

Torvuc -Dejaremos esto para mas adelante ¡En marcha o esos Pielesverdes nos cazaran como a conejos! -diciendo estose pareto con saña la venda que cubria su pierna, nuevamente de un tono bermellon y haciendo una queda mueca de dolor mas sin emitir sonido alguno, y se puso en camino a un trote ligero junto a Christelle, que ya habia iniciado la marcha y el matador, que parecia ansiar la llegada a la ciudad maldita.

...

La marcha, que mas bien podria llamarse carrera, fu eagotadora en todos los sentidos. Tanto cuerpo como mente estubieron en varios momentos a punto de desfallecer mientras la voragina d edestruccion que significaba la horda avanzaba tras vuestros pasos a un ritmo, en apariencia, incansable y que rozaba con lo antinatural mas, considerando que vosotros mismos no habiais cesado un solo momento de avanzar bien podria se ralgo normal... normal cuando te ves acuciado por la necesidad mas, que seria tan fuerte como para obligar a una horda de semejante magnitud a seguir un objetivo con tanta decision?

Dejando las preguntas para otro momento en que el resuello no os faltara y en que el solo hecho de respirar no os supusiera un esfuerzo proseguiste con aquel endiablado ritmo marcado por el capitan que, pese a la herida de la pierna y su edad, que era sin lugar a dudas la mas avanzada de todos los presentes (teniendo en cuenta la relacion de edad entre razas) parecia infatigable y siempre tenia un segundo o dos para lanzaros puyas y animos por igual, comparandoos con perros famelicos como instandoos a dar un ultimo esfuezo hasta llegar a la ciudad... si alguna vez habiais deseado estar a medio camino entre la locura y la razon aquel era, sin duda, el premio a vuestros ruegos.

Mientras corriais el nuevo dia llego, os saludo el sol y este se alzo sobre el horizonte dibujando ahora, con una luz mortecina que se reflejaba a penas entre los negros nubarrones, las cad avez mas cercanas murallas de Mordeheim y, para vuestra sorpresa, las murallas de lo que parecian pequeñas ciudades instaladas en las afueras de la ciudad, como campamentos de guerra fortificados que guardaban la entrada a la ciudad como si de soldados se trataran

Torvuc ¡Debemos llegar al campamento de los Middenheimers, el de la izquierda. Rapido, ya casi estamos, no os detengais!- urgio el capitan mirando hacia la retaguardia

Tras el avanzabais el resto, siendo los mas rezagados Andrews [si es que Christelle no te ha curado, si lo ha hecho vas junto a rhudan y el matador], Calim y el pequeño Zeque, ambos demasiado desacostumbrados a grandes esfuerzos fisicos, siendo en el caso del pequeño algo mas que notable dado la diminuta dimension de sus piernas. No muy lejos de ellos, apenas unos pasos, Rhudan resoplaba y jadeaba, aquejando la carrera que habia tenido que realizar momentos antes del combate con los goblins. Casi a su vera el matador refunfuñaba y maldecia en voz baja mientras se esforzaba en no bajar el ritmo, lograndolo mas por tozuderia que por aptitudes fisicas. Delante de ellos corrian a la par el barbaro norteño, que devoraba con sus zancadas las tierras que dejabais atras, bastante mas acostumbrado a aquella vida errante y la joven Christelle, cuya vitalidad y forma fisica le permitian no rezagarse. Unos metros mas adelante Torvuc y Alantha, esta apenas mostrando el esfuerzo en su rostro, corrian con grabo imprimiendo el ritmo al grupo pero que, de seguir asi, se dividiria a no mucho tardar dado las diferentes velocidades de unos y otros.

En ese momento, casi sin daros tiempo reaccionar, visteis como un resplando verdoso de gran intensidad refulgia en la cada vez mas cercana horda [Calim, aqui notas un fuerte potencial magico que se activa] observando atonitos como una compañia entera de orcos se aparece a no mas de doscientos metros en vuestra retaguardia, lanzando aullidos y desafios, ya con sus enormes cimitarras desenfundadas y reluciendo bajo los tremulos rayos del sol. Aquello complicaba realmente las cosas pues era evidente que os darian alcance antes de llegar a la seguridad de los muros y, si aquello ocurria, no habria ya forma de despacharlos antes de que llegara el grueso de la horda o, como minimo, las unidades mas rapidas.

Torvuc ¡Mierda!¡Alantha necesitamos de tu arco! Tu y yo nos quedaremos a cubrir a los rezagados y abatiremos a cuantos podamos antes de volver a alcanzar al grupo!¡El resto, seguid, no os detengais! -rugio Torvuc deteniendose en seco y sacando su pistola de duelo del cinto, asi como un pequeño saquillo de donde sacaba la polvora y desanudandolo con rapidez.

Aquello os sobresalto a todos los presentes y os alarmo de igual forma, pues la espada viajaba con Torvuc. El capitan se quedaba a cubriros las espaldas aun a costa de poder quedar a merced de los orcos; parecia que las palabras que os habia dedicado en su momento el ultimo de los hombres de Torvuc eran ciertas. El capitan era duro, severo y la mayoria de veces insoportable, pero si se le demostraba lealtal y una valia notable era capaz de darlo todo por aquellos que lo seguian... ahora empezabais a comprender aquella dedicacion total de sus soldados en el bosque de Drakwald. Aquello os planteo la opcion de quedaros a luchar con el, pese al tono autoritario que empleo al ordenaros seguir, pero en ese caso estaba claro que ninguno alcanzaria la seguridad de los muros

En aquellos segundos que todo parecio ocurrir a camara lenta surgio, de los ahora cercanos muros del que se habia revelado como el campamento de Middenheimers, lo que seria sin lugar a dudas vuestra mejor baza para llegar a los muros: una unidad de caballeros cabalgaba en vuestra direccion, aun no sabiendo ciertamente con que intenciones, pero con la bandera del lobo blanco ondeando sobre un bello estandarte azul marino. Aun desde la distancia la figura de aquellos caballeros se os hacia evidente.

De refulgentes melenas rojizas todos ellos, espesas barbas y mostachos del mismo llameante color, cabalgaban una cincuentena de humanos de buen tallaje, aproximadamente el mismo de Sargul, blandiendo todos ellos enormes martillos en vez de lanzas, dejando al descubierto su rostros y cabezas, no haciendo uso ni de casco ni escudo... los Caballeros del Lobo Blanco, los Templarios del Dios invernal Ulric, marchaban a la guerra; solo faltaba saber si era contra vosotros o contra los orcos

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11/02/2011, 11:46
Christelle

Una mirada asesina fue la respuesta que recibió el pequeño hombre ante la insinuación de poder llegar a tocar sus martillos algún día. Negó en silencio con la cabeza y le tendió la mano para saludarlo. Después se giró y observó el panorama.

Chasqueó la lengua ante la patente de la mujer para curar a algunos de los heridos. ¿Por qué se creían tan superiores aquellos seres? Moviendo la cabeza de izquierda a derecha repetidamente se acercó a Andrews y apartándola suavemente con una expresión seria en su rostro se arrodilló para sanar al hombre. A ella jamás se le ocurriría hacer algo que no sabía, pero al parecer el resto del mundo estaba empeñado en demostrarse una y otra vez su inutilidad en según que campos.

Una vez llevada a cabo su labor se irguió y se puso en marcha. No hizo falta orden alguna. Una descomunal y antinatural garganta profirió un alarido que podía llegar a helar la sangre de cualquiera que no estuviera acostumbrado al horror y a la muerte.

Corrieron... Corrieron entre arbustos y rocas, entre muertos y despojos, para intentar alcanzar aquella ciudad en donde todos y cada uno de ellos tenía una misión que cumplir. Huir no era la opción válida para la joven y mucho menos siendo su cometido el de aniquilar a todo engendro que pisara la faz de la tierra, pero desde luego una suicida no era...

De vez en cuando giraba su rostro para observar la cercanía de aquellos monstruos y saber en que posición se encontraban sus compañeros más rezagados. El atronador y desesperante sonido se intensificó y una luz verdosa cegó durante un instante a la joven. No llegarían a los muros, al menos no, aquellos que iban quedándose cada vez más atrás....

Escuchó el bramido acompañado de palabras de aquel al que todos llamaban capitán del grupo y sin ser invitada a la fiesta, se quedó plantada a su lado al tiempo que desenfundaba sus armas y oraba suavemente. Su cuerpo de nuevo, al igual que sus martillos, volvieron a brillar. Estaba preparada para el enfrentamiento...

Quizás se quedara sin llegar a saber de la hermana de la matriarca... Quizás muriese en aquel loco intento... Pero Christelle sabía que aquel era su lugar y que su deber era aniquilar y exterminar a las bestias. Aquello no era un grupito desorganizado de verdosos bichos fáciles de borrar del mapa, que azuzaban a un pequeñajo... Aquello era la muerte personificada y asegurada para miles de habitantes de la ciudad a la que habían intentado llegar, era el Mal engrandado en el Mal y la única salida que había era matar....

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11/02/2011, 11:46
Rhudan Ar

Torvuc hizo su aportación, como siempre a su estilo, guardé la joya a buen recaudo envolviendola bien y pegandola a la piel, en el sitio más seguro y estable que encontré entre esas ropas. Aferrando la nueva daga, agradeciendo la información dada por Câlim. Había confirmado mis sospechas sobre su uso y poderes en concreto. Era antigua, de un tiempo lejano y desconocido, los elfos vivían largamente, ¿habría visto Câlim aquella época o era demasiado lejana en el tiempo? parecía afectarle, así que no insistí en el tema, asintiendo y agradeciendo de esa forma, particular mía la información dada.

Ya curado gracias a las gentiles atenciones de Alantha, muy sorprendido de mi parte, surgieron de mis labios unas palabras lejanas, muy lejanas en el tiempo, la última vez que fueron pronunciadas.

-"Gracias Alantha"

Mireé a mi alrededor, para tener controlado al halfling, a la sacerdotisa no parecía hacerle gracia su comentario sobre sus martillos, lo que me parecía lo más normal. Nunca le toques los martillos o te estanpará la cabeza con ellos. Bueno, en realidad eso se podía aplicar a toda la sacerdotisa en sí, que echaba chispas por los ojos. Lo más opuesto a mí que podría ver jamás, por esto tampoco me acercaba a ella. Aparte que tampoco tenía ninguna necesidad, no me había interesado en las mujeres ni hombres desde que era joven y por lo pronto seguiría sin hacerlo. Además que no era compatible con mi actual vida, la cual estaba teniendo bastantes giros ultimanente. Era curioso cómo podía cambiarle a uno la existencia, eso me pasaba por acercarme a extraños grupos como aquél. Pero no lo lamentaba, de hecho me habían servido mucho, más de lo que admitiría jamás ante nadie.

De hecho, se me hacía ahora posible el plantearme otra vida, pero el peso de mi pasado todavía era una fuerte cadena que me ataba. Un lastre que amenazaba constantemente con ahogarme en oscuridad y tristeza, había surgido de las tinieblas, era parte de ellas, formado en sangre y muerte, sombras y acero. Pero aquél grupo, aquellas vivencias, me habían cambiado de una forma asombrosa, sobre todo Câlim. Alantha me había sorprendido, de una forma increible. Esperaba que todo acabara bien para ellos dos, deseaba que acabasen juntos y en un lugar tranquilo, aunque este mundo no lo era.

A mí, me reí, entre dientes, el resto se sorprendería, para mí no esperaba mucho. Ayudaría a los enanos, averiguaría más sobre la espada o quizás no, se me estaba contagiando el caracter desprendido de Câlim y eso no era bueno, aún no y no del todo. Y luego estaba Mordheim, esa maldita ciudad de corrupción y oscura muerte, ayudaría ahí también, si no perecía antes. Contemplaba esa posibilidad como muy cierta y no tenía miedo, lo aceptaba, a fin de cuentas había arrebatado muchas vidas, porqué iba a contar más la mía que las demás. Entre la gélida oscuridad de mi alma y mi ser, había prendido una chispa de luz, débil y desamparada. Para hacer que esa chispa prendiese en un fuego vivo tendría que aparecer alguien que se lo ganase, digna. La había en el grupo, pero el abismo era tal que ni siquiera lo soñaba. Me conformaba con dejar las cosas como estaban, en la mera compañía que había llegado a apreciar, incluso el Matador. Había una excepción y era el Halfling, a ese nunca le tendría aprecio.

El momento para las reflexiones se acabó pues un grito gutural de una garganta que conocía resonó en el aire de forma atronadora y fue respondida en el acto, la horda verde cambiaba de rumbo y se dirigía a nosotros. Suspiré y emprendí la carrera junto al resto, a diferentes ritmos, Torvuc manchandosele de nuevo las vendas de la pierna y sin quejarse, de seguir así nos separaríamos. Apretando los dientes, gruñiendo ligeramente al principio y luego reservando todas mis fuerzas para correr, nos encaminábamos hacía los muros de la ciudad, a la parte segura de esta, relativamente hablando. Pero aunque las cosas ya estaban bastante difíciles, se pusieron peor al restallar un resplandor verde y aparecer un nutrido grupo de aguerridos orcos de aspecto terriblemente duro. Me sonaban ligeramente y entonces Torvuc hizo algo que ya nos avisaron, se paró instandonos a seguir y se plantó para hacer frente a los orcos, lo que conllevaba el riesgo de perder la espada.

La sacerdotisa también se paró dispuesta a luchar y no dejar solo al mercenario, por mi parte me debatía entre quedarme y poner a salvo la joya, suspiré y seguí corriendo, estaba cansado y herido, recien tratado por las manos delicadas , suaves y mortales de Alantha. Además tenía un juramente qué mantener, bueno dos, y haría honor a mi palabra, era a lo que se aferraba uno para no caer en la barbarie y la paranoia. Así que seguí corriendo, echando una mirada al matador para que hiciese lo mismo.

-"Matador sigue corriendo..o te quedas sin cerveza cuando llegemos a tus tierras"

Un chiste, cada vez me sorprendía más el alcance y efecto de la influencia de Câlim. Dejando ese tema para más tarde, exigí un poco más a mi maltrecho cuerpo siguiendo el camino que llevaba a la seguridad de las murallas. Estando en ello, a lo lejos comenzó a divisarse un escuadrón de unos cincuenta caballeros, templarios del lobo blanco de Ulric. Aquello era otra cosa, si bien no podíamos juzgar por ahora cuales eran sus intenciones, luchar serguro, viendo la carga, pero contra quién eso era otro cantar. Seguí avanzando hasta ellos, al menos el cambio de aspecto no era tan amenazador ni sospechoso como el habitual, me gustase o no. No me pondría en su trayectoria, pero su intervención podía ser provechosa, ya Torvuc se entendería con ellos. En cuanto estuviesen cerca gritaría, como pudiese y de paso alerta por si hubiera alguna sorpresa.

-"Caballeros, nobles guerreros..orcos..a cientos por allí..."- indicándoles la dirección de estos

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11/02/2011, 11:46
Tenqcoatl, cresta roja, Garra de Tehenhaiun, colmillo de Sotek

La situación se tensa por momentos. Gritos y aullidos provenientes de la horda de seres del caos que acampa a unos pocos kilómetros..y de repente, miles de estos seres cargan hacia nosotros. La aparición del humano vestido de negro tendrá algo que ver? Todavia algo rígido, intento seguir el ritmo de los demás..sin conseguirlo del todo.
Busco con la mirada algún escondrijo, algún lugar donde ocultarme si esos seres me alcanzan. Quizás pasarian por alto mi presencia.. sólo debo salir del frente de ese ejército..ocultarme en lo profundo del bosque. Pero eso supondria perder de vista a aquellos que sigo...quizás para no volverlos a ver.
Acuciado por la urgencia, decido salir al descubierto...pero con mi rostro y cuerpos tapados por una vieja tela, enrollada de manera extravagante..una rápida y poco cuidadosa imitación de los vestidos y trajes que los humanos llevan en sus tierras.
Sigo al grupo desde una decena de metros, respirando afanosamente, corriendo brevemente para luego andar unos metros debido a la falta de energía. Afortunadamente, no pierdo contacto visual con los héroes..aunque sí noto reducirse la distancia a la que se hallan nuestros perseguidores..

Entonces sale el sol..sus rayos calentando la tierra, eliminando las sombras. Su disco dorado recortándose sobre árboles y montañas extrañas.
El humano que lleva el arma se queda a luchar. Yo espero todavia más cerca de los seres del caos.. haciendo de barrera, mostrando el valor de los guerreros de Lustria. Mostrando sin palabras mis disposición a enfrentarme a cualquier cosa que amenace al grupo.
Cicatrices terribles en mis brazos y espalda, las marcas de las armas de los Skaven.. anillas de cobre y latón en mis brazos, brillantes, plagadas de enigmáticos glifos. Dejo que el sol fluya sobre mí..todo parece mejor ahora..
Chasqueo los dientes y preparo mis armas. Dejo mis espadas clavadas en el suelo y con frialdad inhumana, empiezo a preparar media docena de flechas, empozoñando sus puntas. Una a una, las disparo sobre los orcos..apuntando alto para mejorar el alcance. Pero apuntando a los más grandes, más temibles de esos seres en cuanto entren en mi rango de disparo.
Donde cualquier otro guerrero se echaria atrás..yo permanezco disparando hasta el último momento. Cuando los tenga realmente cerca..saldré corriendo con las espadas en ristre. Agachado, ayudándome de la cola para cambiar el ritmo..intento llevarme conmigo el mayor número de seres del caos posible detrás de mí, maldiciéndome, persiguiéndome en vano.

 
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11/02/2011, 11:47
Sir Andrew de Quenelles

El dolor de la pierna, debido al mordisco de aquel lobo que ahora yacía muerto, fue curado amablemente por la sacerdotisa de Sigmar, Crhistelle. Mientras lo hacía no se salió ninguna palabra y cuando se levantó y se fue me puse de nuevo en pie y hablé.

Crhistelle!! y al girarse (supongo) le hablé Muchas gracias por tus atenciones, se que no tienes ninguna deuda conmigo y ni siquiera sigo tus mismas creencias por lo que agradezco aún más si cabe tus cuidados. Gracias... y tras quedarme un poco cortado besé su frente a modo de agradecimiento y me di la vuelta para recoger mis efectos personales. Era hora de seguir el camino.

La carrera hacia la ciudad maldita fue dura. Daba las gracias a la sacerdotisa o me hubiese costado más correr. Incluso echaba de menos el brazo a la hora de correr, era más cómodo a mi parecer tener los dos. Sin embargo, poco importaban esos pensamientos como tampoco importaban los que me hacía de que nos encontraríamos al llegar. Si esos orcos nos daban alcance poco importaría.

Torvuc corría delante junto a la elfa y, cuando todo parecía peor, se quedó en la retaguardia con ella para darnos tiempo abatiendo a los orcos desde lejos. Al carecer de armas de proyectiles era una estupidez quedarme junto a ellos.

Entonces, para más preocupación, o no, llegaron caballeros, fortachones imperiales al parecer. Un pensamiento cruzó mi mente. Escuché a Rhûdan Ar gritarles y yo a su lado corrí hacia ellos. Si llegaba a estar cerca y podían escucharme les gritaría Un caballo, necesito un caballo. Quizá fuera una petición absurda y más teniendo en cuenta que no parecía ser un caballero ni mucho menos. Pero si podía volver a montar, si conseguía uno, cargaría junto a ellos (si eran amigos, claro). Sino, si pasaban de largo, esperaría a ver acontecimientos.

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11/02/2011, 11:47
Zeque Wilfur

Madre mía¡¡ Cuanta gente interesante había en aquel extraño lugar. Extrañamente todos me miraban de manera hosca y muchos gruñían y refunfuñaban cuando me veían acercar. Que cosa más rara¡¡ Me olisqueé los sobacos…a lo mejor era motivado por mi olor corporal. Pero vaya¡¡ Ellos no estaban mucho mejor que yo. Aaaaaahhhh¡¡ Ya se¡¡ Seguro que era mi aliento¡¡ Tanto tiempo con aquel esparadrapo repugnante en la boca seguro que provocaba malolientes emanaciones cuando hablaba. Tenía que encontrara urgentemente un río o algo con lo que limpiarme los dientes y la boca.

Miré a mi alrededor, y entre los cuerpos recogí una pequeña espada de manufactura goblinoide y un arco corto con algunas flechas. A parte de eso no había nada interesante salvo algunas piedrecillas muy bonitas y un collar hecho de dientes que tenía uno de los señores verdes. Pobrecillo¡¡ Hacia muy mala cara¡¡ Me giré hacia mi amigo Câlim, pero este se había marchado a dialogar con el resto de gente.

Intenté establecer relaciones con todos pero se veía de largo que eran gente muy ocupada, ya que a la que comenzaba a acercarme todos se iban a otro sitio y a hablar con otras personas. No pude evitar el mirar a una hermosa señorita la cual se encargaba de realizar curaciones milagrosas:

- Caspita¡¡ Hola, hola señora¡¡ Me llamo Zeque. Soy halfling…ja, ja, ja…Bueno¡¡ Eso es obvio¡¡ Supongo que para alguien como tú eso será obvio o normal…Vaya¡¡ Que ya lo sabías¡¡ Oye¡¡ Es una maravilla eso que haces…yo todavía me acuerdo de mi tís Renata que cada vez que me caía de un árbol y me desollaba las rodillas, me ponía unos mejunjes malolientes en las heridas. No veas como escocía…Ella decía que eso curaba, pero a mi me dolía más que el golpe. – Dicho lo cual me arremangaba las rodillas para enseñarle las señales que me habían quedado. – Además nunca se curaban bien… A ti te quedan muy bien las curas que haces… aunque haces cara de cansada y yo aquí parloteando sin parar. Perdona¡¡ Soy Zeque …te lo había dicho ya? Oye¡¡ Permíteme que te eche una mano. Solo tienes que decirme lo que necesito hacer…mientras tú reposas…

Pero la gente no parecía muy predispuesta a hablar. Incluso la gran luchadora de los martillos me miró con recelo….Pero que se pensaba¡¡ Que le iba a robar los martillos? Si solo los quería sopesar…En fin¡¡ Todo el mundo se puso en marcha siguiendo a la de los martillos y a un tipo malcarado que se hacia llamar “el capitán”…Yo corrí hasta ponerme al lado de Câlim, que hasta ahora era el único que por lo menos encontraba tiempo en su precipitada vida…Esta gente grande tenían que acostumbrarse a tomarse las cosas más tranquilamente¡¡ No es bueno ir siempre tan rápido¡¡ De vez en cuando hay que parar y…COMER¡¡, pensé mientras mis tripas rugían enfurecidamente.

- Oye Câlim¡¡ No tendrás algo que llevarse al estómago verdad? Es que no se que pasa pero todo el mundo se debe de estar guardando la comida para ella y no la quieren compartir con alguien necesitado como yo. No se lo reprocho¡¡ Seguro que ellos la necesitan más que yo¡¡

De pronto un rugido ensordecedor brotó a nuestras espaldas y aquella marea verde de la que estábamos huyendo…no se por que, ya que a lo mejor tenían comida…cambió su dirección dejando clara evidencia de que venían hacia nosotros:

- Menuda fiesta que tienen esos montada¡¡ Seguro que tienen más comida de la que me pueda imaginar…Bueno¡¡ Eso será complicado¡¡ Por que yo tengo mucha imaginación y…mucha hambre…Podríamos quedarnos y esperarles¡¡ Así si somos más viajaremos más seguros, no? Además…me da la sensación de que nos han llamado o de que nos buscan..

A modo de respuesta todos se pusieron a correr. Algunos pasaron a mi alrededor y llegaron a golpearme, con lo que caí al suelo. Que gente más simpática¡¡ Seguro que esa era su forma de saludar y ahora encima se ponían a jugar a pillar. Poniéndome en pie comencé a perseguirlos, ya que ahora paraba yo pero intentaría coger a uno de ellos.

La carrera era fatigosa y encima mi estómago hacia más ruido que los señores que nos perseguían. El “capitán”, no hacia más que chillarnos y vociferarnos improperios para que corriéramos más. Es que no se daba cuenta¡¡ Los halflings somos buenos en las distancias cortas, pero en las largas marchas, perdemos un poco. Me tropecé en una raíz y caí al suelo. Al levantarme, observé que se alejaban y reanudé la marcha…También era mala suerte¡¡ Casi estaba a punto de cogerlos y se escapan. Inicié nuevamente el trote lento y penoso en pos del grupo, y de pronto caí en la cuenta de que al fondo se veían las murallas de una ciudad. Igual aquella era la meta¡¡ Pero la verdad es que este juego me empezaba a desanimar…no, no¡¡ No era ni chispa divertido¡¡ Esperaba que al menos al final hubiese una buena comida¡¡ Alcancé a Câlim, o era el que me esperaba?

- Oye…sabes si…falta mucho? Es ….que…no es que …quiera …retrasar…al grupo…pero …estoy…muy…cansado…Ufff¡¡ - Dije mientras tropezaba de nuevo, aunque esta vez no llegue a caer gracias a la ayuda de Câlim.

De pronto, el propio elfo me retuvo, y con un fuerte resplandor verdoso aparecieron a nuestras espaldas un enorme grupo de señores verdes…y una de dos o yo estaba mal de la vista o esos eran más grandes que los otros señores verdes:

- Ves Câlim¡¡ Si solo quieren estar con nosotros¡¡ Si hubiéramos esperado a lo mejor no estarían tan enfadados.

El capitán nos ordenó correr…otra vez mientras el desenfundaba sus armas y reclamaba la ayuda de algunos de los señores grandes. A mí aunque me ignoraron, pensé que no me iba a quedar allí a ver como se discutían con alguien que lo único que quería era estar con nosotros…pero no lo entendían, así que continué mi carrera hacia la ciudad mientras adelantaba a todos los que se habían quedado parados y decía:

- Chincha, chincha¡¡ Os voy a ganar y no voy a ser el último¡¡

Pero no llevaba ni cien metros y los gritos sonaban más fuerte a nuestra espalda, cuando las puertas de la ciudad se abrieron de par en par y dejaron paso a todo un destacamento de enromes hombres montados en caballo y llenos de pieles. Era asombroso¡¡

- Guau¡¡ Que barbaridad¡¡ A este paso mi pequeño corazón reventará de tantas emociones. Mira que los perrazos aquellos eran chulos pero estos caballos son unas excelentes criaturas. – Y corriendo hacia ellos comencé a saludarles

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11/02/2011, 11:48
Calîm Nuruhuinë

Torvuc le había descubierto. Sabía que había alguien más con ellos. Sonrió. No pudo evitarlo. Pues lo había llamado "su amigo", cuando en realidad era el "amigo" de Alantha. ¿Cómo explicarle que lo que él sabía lo sabía mediante el uso de una raquítica técnica de espionaje? Si, puede que la mayoría de las veces pareciese que sabía que era todo aquello que estaba sucendiendo a su alrededor. En verdad ignoraba mucho. Muchos le ocultaban cosas. Y eran hábiles en eso. Incluso Torvuc. Todos allí tenían secretos. "Y para uno que tengo yo, compartido, me lo descubren". No, no podía dejar de sonreír mientras buscaba una respuesta que darle al capitán. No le intimidaba, es más le cosnideraba un compañero más que un superior, pero ese tono firme, esa actitud marcial..."Oh, dioses, no me gustaría tener que darle una respuesta". A veces los dioses escuchan y responde. Y cuando lo hacen se muestran crueles. La conversación, aunque solo había hablado Torvuc, se vio truncada por los orcos. Estaban demasiado cerca.
Los orcos se diriguían hacia ellos. No, iban a por ellos. La caza había empezado. La horda salvaje los destrozaría. Torvuc tuvo a bien dejar la conversación para otro momento. Evitó un peligro gracias a otro. "Vaya, eso si que es un golpe de suerte". Estuvo de acuerdo con la sugerencia del capitán. Al pobre Zeque tuvo que negarle un mísero pedazo de pan. La situación no se prestaba al compañerismo.
-Creo que habrá que hacer un par de carreras para abrir el apetito, pequeño amigo.-Aunque no fue algo tan agradable como "un par de carreras".
Siempre había sido débil. Incluso para ser elfo. Sus hermanos se avergonzarían ahora de su forma física así como lo hicieron antaño. Si, era rápido y tenía buenos reflejos, los pies ligeros, el alma al viento...pero no era suficiente. No para ser elfo. Cualquiera que lo viese pensaría que era rápido, pero un humano bien entrenado podía superarlo con facilidad. Siempre había sido un negado para cualquier prueba física y eso le había marcado. Y allí estaba, corriendo al límite...y eso no bastaba. Pensaba que era un hechicero más que decente pero eso no servía cuando lo único que podías hacer era correr. Era como si le faltase una parte principal dentro de él, de su cuerpo. Como si los cimientos de todo lo que él era fuesen frágiles, de barro, aunque el resto fuese de dura roca. Se hundiría, no lo lograría.
Adelante vio a Alantha. "¿Cómo diantres lo hace? Deberé dejar de comer guisos." Ella era una elfa, de las de verdad. Él solo era una deshonra para su raza. Pero no era tiempo para mostraste abatido. Nunca lo era. Zeque corría a su lado, tropezando y avanzando a duras penas. Le ayudó cuando se cayó y no le perdía de vista. No iba ha dejarle atrás.
-Vamos, Zeque.-Gritaba de vez en cuando, dándole ánimos, en la medida que sus pulmones vacíos le dejaban.-¡Puedes hacerlo!-Le seguía diciendo aunque cada palabra le hacía perder el pie, le frenaba.-¡¿No habrás llegado hasta aquí para rendirte ahora?!-Le impulsaba a seguir, y a la vez, a si mismo. Apartó sus ojos del pequeño para buscar en los alrededores una sombra escurridiza. "¿Dónde estás?". Se preguntó. "Maldita sea, debiste venir con nosotros, lagarto". Luego escuchó la broma de Rhûdan. "La cosa debe de ser muy desesperada si hasta Rhûdan hace bromas". No lo dijo en voz alta, solo lo pensó, le faltaba el aliento.

De alguna manera, no podía evitar bromear.
-Bueno...nos podría ir peor.-Fue entonces cuando una fuente de energía mágica llamó su atención. Los chamanes orcos controlaban fuerzas ancestrales, casi animales, naturales, salvajes, indómitas. Se les podía considerar unos bárbaros. En parte lo eran. Pero sus chamanes estaban en sintonía con lo antiguo, con las leyendas y las tradiciones. El hábil golpe de magia que recibieron no venía un de un bárbaro sino de una mente fría que sabía lo que se hacia.
El viaje instantáneo no era fácil de dominar. Y menos aún a esa escala. Pensó en lo fácil que sería haber aprendido ese hechizo. Ahora todos estarían al pie de la muralla. En lugar de eso centenares de orcos se materializaron a pocos pasos de ellos. No le gustaban los orcos. Eran los guerreros perfectos. Nada antinatural como los no-muertos, o sucio y rastrero como los Skavens. No eran nobles como los caballeros de Bretonia ni hoscos como los enanos. Simplemente guerreaban, rozando el salvajismo, imparables, como una fuerza arrolladora de tiempos remotos.
Torvuc quería quedarse a cubrirles. No le sorprendió el valor del capitán, pues ya lo había demostrado en varias ocasiones, solo le dolió. ¿Iba a quedarse atrás?¿A qué? ¿A morir? Si Torvuc se quedaba alguien más lo haría. Alantha tendría que escuchar su orden. La sacerdotisa no se movió. También lucharía. Y si alguien más se quedaba el matador lo vería como una ofensa y se quedaría también. Entonces todos se quedarían a luchar y morirían. "Creía que la idea era salir de aquí. Pero si se quedan a luchar nadie retrocederá. No escaparemos. Si luchamos estamos perdidos".
Entonces vio a los caballeros del Lobo Blanco. ¿Una esperanza? Rhûdan corría hacia ellos, Andrews les pidió un caballo. Zeque, el más sensato, corrió hacia las murallas. "Tenemos mucho que aprender de ese pequeño bribón". Él no se quedó atrás. No serviría de nada. No era rápido. Si huían se quedaría atrás. Por eso avanzó, un poco más, alejándose de sus compañeros ¿Como un cobarde? No, no era miedo lo que sentía. No le gustó su gesto, pero debía hacerlo. No sería de mucha ayuda en primera línea. Por ello corrió.
-Torvuc, más te vale no hacerte el héroe.-Jadeó. Se alejó. Se concentró. Le dolía todo su cuerpo cansado. Sudaba, su respiración era rauda, el corazón le palpitaba en el pecho como un caballo desbocado. Pero su mente era un reino de paz, un lago en calma que una piedra lanzada no puede agitar. No necesitaba más. Por ello cuando ganó una buena distancia se detuvo a recuperar el aliento...y a ayudar a sus compañeros desde la distancia, arrojando llamas allí fuesen necesarias. Intentaría cubrir la, deseada, retirada de sus compañeros. Si es que llegaba a producirse.
Pero esperaba algo más. La fuente de magia. Cuando la percibiese no la dejaría terminar su hechizo nuevamente. No podía verla. Lo sabía. Pero podía intuirla, detectarla, encontrar su lugar más allá de su vista, verla con el ojo de la mente. Entonces le ayudaría su bastón. Debía ser rápido. La intensidad del hechizo no importaba. Una llamarada surgida de la nada podría romper su concentración. Era como cargar una flecha en el arco y disparar a ciegas.
Una vez recobrado seguiría retrocediendo. Sus compañeros le alcanzarían tarde o temprano. Si es que no se quedaban a luchar. En tal caso nada importaría. Le preocupaban también los caballeros del Lobo Blanco, por supuesto, pero no podía pensar en todo

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11/02/2011, 11:48
Sargul Einstoffen

-Mi nombre es Sargul Einstoffen nacido de Asvar-Kul.

Contesté al pequeñajo, alargándole la mano la cual cubría su cabeza entera…

-y tu??? Porque eres tan pequeño??

El norteño nunca había visto individuos tan chicos, acostumbrado a los hombretones de su raza o a las personas normales que había visto durante el viaje. Si más no, le hizo gracia aquel hiperactivo y singular amigo. Con su manaza, agarro a Zeque y lo hizo hasta pasar su cabeza.

-JAJAJAJA!!!!! Des de aquí ves bien!?? JAJAJAJAJA…..

Los dos parecían niños pasándoselo en grande. Luego lo dejo caer con delicadeza, poniendo de nuevo sus cortas pero rechonchas piernecitas en el suelo.

Mientras valía esos segundos tan buenos que el capitán les había permitido de descanso, aproveche para limpiar mi mas preciada compañera de la sangre goblin que no se merecía su buna muerte, a la vez que tomaba un poco de agua y me llevaba unas migajas de pan seco al estomago.
Me acerque a Christelle….

-toma quieres comer o beber algo?...

no me había fijado bien en esa mujer pero ahora que la tenia de cerca me quede perplejo por su belleza. De rasgos duros (tal y como a mi me gustaban) y con unos labios carnosos que me dejaron sin habla durante unos segundos. Era una dama ruda, fuerte y de gran pecho…digo personalidad.

-Gra .... Gracias por ayudarnos al enclenque del elfo y a mí con los goblins, pensé que ya te habías olvidado de nosotros. Me encanta como mueves (en ese momento se me escapo una leve mirada bajo su barbilla) ese par de martillos……por que tienes tanta prisa siempre??? Descansa un poco mujer….come algo….

Le intente regalar mi mejor sonrisa, pero estaba claro que lo mío no era hablar y menos con mujeres….pero bueno, pretendía ser lo mas amable posible, auque mis palabras eran algo limitadas y mis modales algo descuidados, por mi educación y porque hacia mucho tiempo que no hablaba a solas con una mujer…de verdad.
De repente un grito descomunal acallo el grupo dejando un silencio tenebroso flotando en el amiente. Mire con rabia al asesino, con un tono desafiante y algo despectivo, sabia que algo les podía haber provocado y mas al verlo con esa joya entre sus manos, pero ese no era el momento de discutir, ya lo haría. La horda orca había cambiado de rumbo dirigiéndose hacia nosotros como un mar de sangritos locos, ansiosos de muerte.
Las órdenes del capitán no se hicieron de esperar, el descanso terminó y el grupo se puso en marcha rápidamente.

El avance era veloz y el ritmo alto nos pusimos a correr unos tras otros con la esperanza que el gran WAAG no nos alcanzara. Poco a poco las aptitudes físicas se hicieron notar pues algunos iban quedando rezagagados tras un buen rato de dura marcha por aquellos parajes. Aun y así el capitán todo y estar herido marcaba un fuerte ritmo que llevo a Calim, Zeque i al caballero a correr casi con el estomago en sus manos.

El sol se alzó y un nuevo día apareció en el horizonte. Nunca habría imaginado que un matador saldría corriendo de los orcos y en aquel momento pensé que yo también habia roto una promesa, pero esas no eran las condiciones de dicha palabra así que corría y corría detrás de la elfa, al lado de la preciosa sacerdotisa viendo como los orcos se acercaban peligrosamente.

-hay que apresurarse!!! No estamos ya lejos de lo muros!!! Un poco mas!!
Les grite al grupo de atrás, para animarles a seguir corriendo, mientras sujetaba las correas de la bastarda que iba dando tumbos en mi espalda.
De repente el capitán i la elfa dieron un giro, y las ordenes fueron claras.
Por un momento mis piernas siguieron corriendo dejándoles unos metros atrás pero…pero no pude esperar mas y menos al ver que mi compañera daba media vuelta y se unía a la fiesta. Fui poco a poco amansando el ritmo pasándome el matador y el asesino por el lado, corriendo a toda velocidad.

Desobedeciendo las ordenes me puse al lado del capitan, y lo mire de reojos con una macabra sonrisa.

-si se piensa que va a matar orcos usted solo se equivoca!!! O todos o nadie jajajaja…. Y menos dejarlo aquí, herido de una pierna o a caso se piensa que no me he dado cuenta que la sufre en silencio.
Acuérdese que lleva ese objeto tan importante para el futuro de la humanidad, señor, piense antes de tomar decisiones tan importantes.

Desenvainé el espadón, al lado del siempre duro capitan templario listo para afrontar de nuevo mi destino

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11/02/2011, 11:49

Mientras el capitan cebaba su pistola de duelo, que ahora parecia mas larga de lo que creiais recordar, se percato de que tanto Christelle como Sargul se habian colocado a pocos pasos de el con claras intenciones de atacar a los orcos en combate cuerpo a cuerpo. El mostacho del capitan temblo de ira cuando vio aquello y no pudo reprimir el girarse con los ojos encendidos.

¡¡Es que estais sordos!! ¡Me da igual si sufro o no de una pierna, de la dos o de todo el cuerpo, os he dicho que os largueis de aqui y eso hareis, diablos!- bufo un par de veces dejando escapar el enfado y acallando palabras que a todas luces queria decir mientras, con gran brio, colocaba la pistola en posicion de disparo y dejaba lista una proxima bala para ser cargada ¿¡Acaso creeis que voy a ser tan idiota de quedarme a combatir con ellos!?¿¡Creeis que solo le he dicho a Alantha que se quede por capricho!? Si no sabeis usar nada mas que vuestras armas para destrozar cabezas no me servis aqui; o cogeis un arco u os largais... os guste o no las ordenes las doy yo ¡asi que largo! os dijo con enojo aunque, a vuestro parecer, os parecio intuir algo parecido al remordimiento cuando el hombre os apabullaba con sus palabras Tu tambien estas incluida en esa orden Christelle, si nos acompañas acatas las ordenes igual que todos, tal y como haces en tu hogar, asi que no os ponagis mojigatos... ya vienen. Y si tan mal os sentis ayudad a los rezagados; con un poco de suerte esos caballeros preferiran destrozar a los orcos antes de pedirnos explicaciones ¡EN MARCHA VAGOS!

Diciendo esto se giro y, con un tino realmente impresionante, descargo el primer fogonazo a los orcos mas proximos, que aun y encontrarse a unos doscientos metros recibieron el impacto del proyectil que derribo al mas adelantado de ellos con la frente destrozada, haciendo trastabillar a varios de los que le seguian y ralentizandolos...

¡Alantha, a que diablos esperas, dispara de una vez! Apunta a los primeros, con eso los retrasaremos... van tan juntos que no podran esquivar a los que caigan

 

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11/02/2011, 11:49
Zeque Wilfur

Estaba desfallecido¡¡ Acababa de adelantarme unos metros del grupo, que se había quedado un poco parado. Unos no sabían si continuar la carrera o si, por el contrario, quedarse con aquel señor tan bruto y chillón. Y luego decían de mí¡¡ Ja¡¡

Pero entonces me detuve en seco al escuchar que lo que hacían falta eran flechas para parar a aquella marea verde que se nos acercaba con los ojos inyectados en sangre y lanzando gritos y aullidos, que resonaban en mi cabeza casi tanto como las tripas de mi barriga. Pero necesitaban flechas y yo tenía unas cuantas atadas en la correa de mis pantalones y además tenía un arco y además sabía utilizarlo…o eso creía.

Giré sobre mis talones y desanduve el camino adelantado…eso me iba a dejar en muy mala posición en la carrera¡¡ Me coloqué tras el capitán gritón y la tal Alantha. Busqué la posición óptima en la que no me molestaran ni ellos ni el gigante Sargul que me había montado a sus espaldas. Eso había que repetirlo¡¡ Gritando por encima del tumulto, mientras empezaba a disparar flechas dije:

- No tema mi capitán¡¡ Aquí está Zeque para ayudar a parar a estos bichos verdes que se acercan

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11/02/2011, 11:50
Sargul Einstoffen

La bronca del capitán fue descomunal. Los ojos le salían de sus órbitas y los gritos hacian poner su rostro rojo, desquiciando su ya de por si mala baba, provocándole casi pisotear el suelo.

Las ordenes me quedaron claras y sin una arma de larga distancia molestaba mas que otra cosa, asi que a pesar de no poder machacar a pieles verdes asentí con la dura y hueca cabezota para agarrar de un tirón al pequeño y revulsivo Zeque para salir a toda prisa de allí.
Me puse al lado de Calim para darle ánimos y acompañarle en su carrera intentando que el escurridizo pigmeo no intentara escabullirse de entre mis manos i regresar al lio