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Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche

El Fin de los Tiempos

Capítulo 2: La Tormenta del Caos

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02/02/2011, 17:26
Sólo para el director

Donde se narran las peripecias vividas por los heroes desde su partida de Mordheim mientras el Caos invade el Viejo Mundo

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03/02/2011, 11:50

Nuevos Horizontes
Turno para todos

Cuantiosas habian sido las bajas sufridas en el largo camino hasta el Pozo donde Be'lakor, el Señor Oscuro, el Heraldo del Caos, acumulaba su poder. Muchas las heridas y sufrimientos padecidos, grandes los sacrificios y aun mas terrible la lucha pero, contra todo proponostico, el grupo que ahora restaba ensangrentado y exhausto, dolorido y en pesimas condiciones en las profundidades del impio lugar se alzaba ahora con la victoria. A vuestro alrededor tan solo los escasos restos de la batalla daban fe de lo que alli habia ocurrido mientras vuestras mentes aun asimilaban que todo habia acabado... al menos, de momento.

Gritos de jubilo, carcajadas e incluso alguna lagrima derramada denotaban la tension vivida, siempre al borde del abismo pero sorteando una dificultad tras otra gracias a haber permanecido unidos... o mas o menos. Alli donde unos habian fallado, pecando de individualistas otros parecian haber aprendido una valiosa leccion; aun y asi, el exito era vuestro, de todos, tanto caidos como superviventes y nadie podia negarlo. Pocas fueron las muestras de urgencia por salir de alli en aquellos momentos, de hecho algunos dudabais que pudierais arrastraros mas alla de unos pocos metros pues la falta de fuerzas era una constante incluso en el mas ileso de vosotros, presentando un aspecto digno de salir del mismisimo infierno. Aun y asi la mente calculadora de Calim pronto empezo a localizar las preferencias y, desde su punto de vista, estaba claro cual era la primera. Evitar nuevas bajas.

Sorprendido por las posesiones del pequeño halfling, y dando las preciadas plantas curativas a la elfa, el mago de Ulthuan se apresuro en prestar su ayuda al capitan, quien habia recibido la peor parte en el duelo con el principe demonio, aplicando sobre su maltrecho cuerpo las artes magicas que le proporcionaba el anillo magico que portaba. Colocandoselo en el dedo con un gesto firme rapidamente noto como un leve candor recorria su brazo en un agradable pero subito chispazo, transmitiendose al cuerpo de Torvuc nada mas apoyar en él una de sus manos... un aura rojiza, tremendamente reconfortante y calida, pronto envolvio el cuerpo del templario haciendo que ante los ojos sorprendidos de todos cuantos observaban la escena las heridas, moretones e incluso la sensacion de agotamiento extremo abandonara al capitan, transimitendose poco a poco hacia el anillo que fue perdiendo color a medida que sanaba al humano.*

Pasados un par de minutos el cuerpo del capitan estaba en perfectas condiciones, levantandose notablemente sorprendido y agradecido, apoyando su mano llena de sangre seca en el hombro sano de Calim y dedicandole un sentido Gracias, mostrando una afable sonrisa aunque cambiandola ipsofacto en cuanto reparo en que habia perdido sus habituales formas, carraspeando exageradamente para dejar al elfo con sus cosas y dirigirse hacia la espada, que con un brusco tiron desenterro de la Garra de Nagash haciendo que su trabajada hoja relampagueara levemente con un azul celeste, justo antes de enfundarla y de que un grito ultraterrenal, como de banshee, se elevara del artefacto arcanao que acababa de ser destruido mientras una leve nube de oscuridad ascendia hasta perderse en los cielos...

Entre tanto elfos y humanos, enanos y mediano, empezaron a colaborar mutuamente para ayudarse unos a otros mientras Alantha, empleando sus conocimientos sobre hierbas medicinales y gracias a los emplastos creados a partir de las hierbas ofrecidas por Calim, empezo a restañar las heridas mas graves de los presentes a la par que Marcus empleaba su poder divino para hacer otro tanto... un buen rato paso de esta guisa en las profundidades del Pozo mientras mas o menos lograbais contener las hemoragias mas serias y vendar las restantes, acabando todos con un aspecto que mas pareciais pacientes de algun hospital de campaña que guerreros. Tan solo Torvuc no presentaba vendajes de ningun tipo pero, por contra, sus vestiduras estaban completamente rasgadas y chamuscadas en varios puntos mientras que de su armadura magica no habian quedado mas que unos pedazos que ahora adornarian el suelo de aquel lugar hasta el dia en que el mundo cambiara

Mientras renqueabais de vuelta, dejando atras el oscuro lugar, la vocecilla de Zeque se alzo como de costumbre indicando que su estomago aquejaba la falta de comida mas que cualquier otra cosa lo que parecio provocar una reaccion en cadena que os hizo daros cuenta que realmente hacia demasiado que no comiais... una retahila de grulidos y quejidos de vuestros estomagos, sin excepcion, dejo patente que Zeque no era el unico en tener el hambre desatada. No obstante, por el momento, tocaba ajustarse el cinturon e intentar llegar a algun lugar donde reposar tranquilamente antes de decidir que rumbo tomar. En la mente de todos si dibujo el blanco y desafiante edificio de las Hermanas de Batalla desde el que partisteis rumbo al Pozo pero entre él y vosotros aun se extendia media ciudad semi devastada y plagada de enemigos sin nombre a los cuales, en vuestras actuales condiciones, dudabais poder enfrentar... aun y asi la decision no podia ser otra, seguir avanzando, como siempre habiais hecho, y enfrentar cualqueir horror que os saliera al paso lo mejor que pudierais.

Con pasos temblorosos y renqueantes iniciasteis la dura ascension hacia la superficie dejando atras todo aquel horror** solo para ver con sorpresa como en la sala contigua, la que contenia al meteorito, ahora ya no brillaba; el cometa de Piedra Bruja, antes mas brillante que mil hogueras, ahora no desprendia un solo destello y su superficie se habia tornado negra, opaca, como si todo el poder que albergaba le hubiera sido arrebatado. Poco mas que una piedra gigantesca era ahora aquel cuerpo celeste, lo que no pocos agradecerian, ante lo que nada mas por ver habia alli y proseguisteis ascendiendo.

Del mismo modo que le meteorito, la sala de convocaion parecia tambien yerma, seca de poder, pues ni un solo atisbo de magia se observaba en ella segun las indicaciones de Calim, prosiguiendo a traves del pasillo lateral que hasta alli os habia conducido solo para encontraros en la sala donde los horrores os atacaron, ahora semiderruida por una terrible explosion que habia taponado el tunel principal. Frente a la explosion, la reja que os cerraba el paso al entrar, se hallaba caida, arrancada de la pared tambien caida en gran parte, permitiendoos el paso franco al exterior.

Algunos de los presentes, llegados a este punto, mostraron cierta reticencia a salir pues recordaban el extraño y cambiante mundo que alli aguardaba siendo uno de ellos el capitan que habia avanzado con la espada desenfundada presta a disipar la ilusion pero, lejos de lo esperado, alli solo habia el pequeño paramo marchito que guardaba la puerta demoniaca, ahora entre abierta y presentando el mismo aspecto que el propio meteorito. Realmente parecia que toda la magia impia del lugar hubiera sido absorvida por el vortice del Caos asi como todos los seres que no pertenecian a aquel mundo, pues ni un solo enemigo os habia salido al paso

Traspasasteis el enorme umbral de la puerta sin demasiada conviccion, casi esperando un grupo de enemigos aguardando, pero nuevamente el silencio mas absoluto, tan solo roto por los ocasionales burbujeos del magma y vuestros pasos, fue lo que os encontrasteis. Sobre vosotros el cielo despejado, de un azul intenso, os saludaba con el brillo de un sol que parecia haber aguardado eones a mostrarse, tal era su luminosidad en aquella oscura tierra, mientras que los dos caminos que ascendian se mostraban libres de impedimentos o enemigo alguno. Del mismo modo, los vapores que enturbiaban la vista al descender, habian desaparecido por completo siendo substituidos por una fresca brisa que, por vez primera desde que entrarais en Mordheim, no transportaba el olor a muerte y ceniza tan caracteristico del lugar.

Un largo rato habia transcurrido desde el enfrentamiento, unas tres horas tal vez desde que todo acabo, y ahora un ultima y titanica subida desafiaba vuestra templanza pues seria ardua y peliaguda dado vuestro estado, no siendo tan raro que alguno se despeñara... fue entonces, mientras decidiais si ascender o no por el camino oculto que hasta alli os habia conducido o seguir la senda que empleaban los siervos de Be'lakor, cuando un pequeño grupo de figuras se dibujo en lo alto del acantilado, clavando sus miradas en vosotros y casi haciendoos desfallecer al ver como empezaban a descender hacia vuestra posicion.

Tan solo dos de vosotros mostraba una sonrisa de oreja a oreja ante aquella vision; los dos elfos del grupo, gracias a su privilegiada vista, habian identificado en las figuras a varias hermanas de batalla lideradas por la propia Bertha haciendo participe al resto de compañeros de la grata visita. Sin fuerzas apenas para nada mas aguardasteis la llegada de las hermanas que rapidamente os atendieron con sus artes como mejor pudieron, viendo en ellas que presentaban varias heridas menores y marcas de lucha... aun y asi habian venido y no tardaron en querer saber que habia ocurrido, siendo Bertha la que mas rapidamente lo solicito, interesandose especialemente por la suerte de Augusta a quien no veia entre vosotros

Bertha ¿Donde esta Augusta? ¿Que ha ocurrido aqui? Estabamos en la Roca y escuchamos una terrible detonacion; tras ella vimos como la oscuridad crecia acumulandose en este lugar... no mucho despues un fuerte resplandor en los cielos sobre el Pozo nos hizo ponernos al fin en movimiento y, subitamente, toda nube en el cielo desaparecio. No podiamos esperar a saber que habia ocurrido - dijo de forma algo atropellada, algo totalmente fuera de lugar en ella - Temi esta noticia desde el mismo momento en que partio*** Que Sigmar la acoja a su lado- dijo con pena mas que notable al saber la noticia

Tras un buen rato de atenciones y sanaciones las hermanas, en especial la matriarca sigmarita, os insto a poneros en marcha pues aunque parecia que el Caos habia sido erradicado por completo de Mordheim aun quedaban criaturas malignas entre los muros de la ciudad que no dudarian en atacar si les dabais la oportunidad. Ellas mismas, segun narraron las hermanas mientras os ayudaban a ascender, se habian tenido que abrir paso entre varios mutantes y algunos pielesverdes antes de alcanzar el Pozo donde ya no encontraron oposicion alguna aunque si una enorme bestia mitad rata mitad guerrero del caos que yacia muerta rodeada de innumerables cuerpos de skavens y ratas ogro desdedazados.

Mientras las palabras y explicaciones de Bertha llenaban el camino de regreso, asi como algun apunte o aclaracion por vuestra parte, visteis como el lugar antes conocido como el Pozo habia de ser algo aleatorio y cambiante para convertirse simplemente en un lugar devastado. Aqui y alla signos de lucha se hacian evidentes pero salvo los cadaveres ya putrefactos de los caidos no encontrasteis rastro alguno de enemigos, tal vez debido a la comitiva que conformabais, rodeados por la media docena de Hermanas de batalla con Torvuc y Bertha al frente.

Varias fueron las figura sque observaron vuestro avance, algunas demasiado torpes para ocultarse como era debido, pero de todas ellas ni una sola os salio al paso permitiendoos realizar un viaje de regreso al templo carente de enfrentamientos o peligros. No fue hasta que llegasteis al templo sigmarita cuando os pudisteis al fin relajar, notando no obstante como desde vuestra partida sus muros presentaban nuevas marcas de ataques

Bertha Intentaron entrar al templo apenas una hora despues de que os hubierais marchado; mutantes en su mayoria junto con algunos pielesverdes mutados, pero por fortuna logramos rechazarlos con la ayuda de aquellos que habiamos sanado a lo largo de estos dias - explico con satisfaccion la matriarca - ¡Abrid las puertas, los heroes han llegado!¡¡Han derrotado al mal!!- aullo pletorica Bertha

Con un estallido de alegria un cuarteto de hermanas de batalla junto a varios civiles salieron por las puertas, que se abrieron de par en par para dejaros entrar en el interior donde rapiamente os vitorearon como a los heroes salvadores, palmeandoos hombros y espaldas y agasajandoos con toda clase de viandas. Estabais a salvo nuevamente y ahora podriais reposar largo y tendido, tanto como vuestros cuerpos lo necesitaran...

Pero mientras os acomodabais y las hermanas os colocaban nuevas vendas y emplastos una novicia llego a la carrera desde la biblioteca con el rostro enrojecido; con ojos imperantes espero a que Bertha le hiciera caso y, tras susurrarle algo al oido la matriarca se separo bruscamente, mirando con seriedad a los ojos y aferrandola por ambos brazos, dedicandole unas simples palabras que no obstante llamaron la atencion de los presentes ¿Estas segura de eso?

Un rapido cabeceo de la joven hermana hizo que Bertha se girara hacia Torvuc, y el resto, y con voz solemne dejara ir la noticia sin ma spreambulos

Han encontrado un libro que habla del poder de la espada; solo da referencias pero indica donde encontrar los manuscritos de los Ancestrales que hablan de ella

 

Notas de juego

* El anillo no tiene mas poder, esta completamente agotado
** Antes de marcharos podeis hacer lo que querais salvo intentar llevaros lo que antes era la Garra de Nagash y el Ojo de Nagash, pues ahora estan como fundidos en un pequeño monticulo informe imposible de mover
***Supongo que le direis que ha ocurrido, sino Torvuc se le explicara pero de un modo demasiado militar, algo como "Augusta ha caido, dio su vida por nosotros "

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03/02/2011, 11:52
Calîm Nuruhuinë

La victoria brillaba con colores tétricos y apagados. Era una victoria triste. Algunos habían ganado algo, otros lo habían perdido. ¿De qué le había servido a él llegar hasta el final?¿A él? Bueno, había ganado unas cuantas cicatrices y la perdida de un ojo. Él no había ganado nada. Se sentía satisfecho, no obstante, porque él no tenía que ganar nada. Eran otros los que se beneficiaban de todo aquello. Otros que jamás debían perder. Los débiles y los infantes, los frágiles y los sensibles. Ellos siempre ganaban.
Pensó un poco más. Cuando se realiza una obra tan grande como aquella uno, en su insignificancia, no puede ver todo lo que ha logrado. Se centró en las pequeñas cosas. El trago que maese Kurgnor le había ofrecido, el valor de Zeque, el coraje del capitán, el rostro del demonio al salir precipitado hacia su infierno particular, las palabras del matador...Este último parecía nuevo. Siempre era el más castigado. Su cuerpo hablaba de ello. Su voz rara vez estaba cargada de sabiduría y conocimiento, más en ese momento pensó que el matador era sin duda el más sabio, y más anciano. Como de costumbre, había un dejo sangriento de pesar en su tono.
-Teneís más razón que agua hay en el mar. Estaba enfocándolo mal.-Asintió.-Deberiaís escucharos de vez en cuando. Podríais aprender algo bueno de vos mismo.-Y sin darse cuenta de lo que hacía, le palmeó la espalda. Él no le dio apenas importancia. Hacía tiempo que había desterrado las barreras raciales y sociales. En su mente, todos eran iguales. Una mano era una mano, sin importar su complexión, sexo o color. Y él las estrechaba todas. Había visto a Be´Lakor, el Señor del Foso. ¿Qué había aprendido? La vida era mucho más frágil de lo que él creía. Demasiado horror en el mundo para cargarlo con otro saco de lágrimas. Puede que por eso se acercase a Alantha y se atreviese a darle un beso de hermano en la mejilla. La sonrió y la estrechó con un solo brazo.
-No importa, Alantha. Si fuésemos perfectos estaríamos en los cielos, ociosos, y no aquí.-La soltó. También se acercó a Sargul, quien le habló. Demasiado malherido como para ver su falta. ¿Qué más daba? Como el norteño decía, estaban vivos.
-Si, Sargul. Estamos vivos. Que sea así durante mucho tiempo.-Una sonrisa. El noble Marcus se ofreció a ayudar con las heridas. Aún quedaba algo de energía en él. Era inagotable. Le había visto rígido, estático, mirando a los supervivientes como si creyese que tenía que decir algo pero no supiese el que. Y mientras el cazador de brujas miraba a los demás, él miraba al humano. Todos ellos habían jugado un papel importante en aquella batalla. Los muertos...habían llenado de gloria su memoria. Héroes tras la vida. El pesar era más ligero si puedes comprender el sacrificio, la pérdida.

Empezaron las curaciones. El anillo que le entregó a Torvuc propició una buena noticia. Fingió no escuchar la lacónica gratitud del capitán para no molestar su persona. Por dentro, estaba alegre. Las hierbas no obraron milagros tan claros en sus compañeros, mas sirvieron para que estos pudiesen ponerse en pie y seguir adelante. Marcus les había advertido que no debóan bajar la guardia. Para el cazador de brujas la vida era una lucha constante. No creía que los enanos hubiesen bajado la guardia en ningún momento. Respecto a él, siempre estaba listo.
Se recompusieron, pedazo a pedazo, hasta que no quedaron más trozos que juntar. Y reanudaron la marcha. Miró atrás y vio la roja desolación que abandonaban, sintiendo que había dejado algo de él sobre las rocas y que una parte de la esencia de lo que allí había ocurrido se marchaba con él para no abandonarle nunca. En momentos, se sentía vacío, en otros, completo. Y sentía el hambre. Lo ignoró. Pensar en un problema que, de momento, no tiene solución no es una manera de afrontarlo.
El meteorito había fenecido y la sala de invación había perdido todo su poder mágico. Parecía una verdadera victoria. Recordó el camino que habían recorrido. Lleno de sudor y sangre. Para avanzar un paso habían tenido que golpear, quemar, sangrar, saltar y hasta morder. Retornar era sencillo. Todo estaba en calma. Los cadáveres a los que habían dado muerte seguían allí. Quieto, inmóvil, un mundo que pronto tomarían los mutantes solitarios, las ratas y el polvo. Roca sobre roca. Y hace tan solo unos momentos ese sitio había sido tan claro, tan hermoso como decisivo. Ahora no era nada. La aventura había terminado.
No más enemigos. Sin trampas. Tampoco ilusiones. Ganaron el exterior con esfuerzo. Sin sangre, sin pérdidas. Su sagrada misión había terminado. El grupo, incompleto, lo había hecho. Un final feliz, para algunos. Estaba en paz.
Figuras, gente, más adelante. Una parte de él deseaba un nuevo reto. Una voz ronca carraspeó dentro de sus entrañas. Ese no era el camino. Se alegró, por lo tanto, al ver que las hermanas habían venido en su busca. Había demasiada grandeza en aquel lugar, demasiada nobleza. Los humanos, los enanos y medianos, los hombres lagartos y los elfos, todos ellos eran perfectos en su imperfección. Si se dejaban llevar por sus creencias, por sus corazones. Bertha les preguntó por lo ocurrido. Ni toda la dignidad que le daba su cargo podía ocultar la preocupación que sentía por su la hermana Augusta.
-En pocas palabras; ganamos. Pero es una historia demasiado larga. Digna de vivirse. Siento lo de vuestra compañera. Como muchos otros, Augusta dio su vida por salvarnos. Cuidó de nosotros hasta el final. Hubo un momento, trágico, en el que estuvimos a punto de ser devorados por las funestas huestes del caos. Y ella brilló. Oh, deberíais haberla visto. No hay estrella en el firmamento que ostente un brillo mayor. Nos salvó. Y nos dios motivos para seguir adelante. Ahora yace con los valientes. Junto a otros héroes que jamás podremos olvidar. Si estamos hoy aquí es porque otros pagaron con su sangre por nuestras vidas.-Una reverencia. No hacia Bertha, sino hacia toda la orden, hacia lo que significaba ser una hermana bajo el manto luminoso de Sigmar.
Les cuidaron. Agradeció las atenciones. Avanzaron. No hubo contratiempos. Daban miedo. Lo notaban. El caos apretaba el corazón de los inocentes. Ellos apretaban el cuello del caos. Eran los vencedores. Y las hermanas. ¡Que osasen hacerles frente! No perderían. Aquel día era suyo. La luz se extendía allí arriba, donde no podía verla.

Llegaron al templo. Lo más parecido que tenían a un hogar en aquella tierra. Él no podía volver a casa pero recordaba más de un centenar de sitios en el que sería bien recibido. Sintió un estremecimiento cuando las puertas se abrieron. Los civiles les aclamaron y les felicitaron. Gente sencilla, gente a la que habían dado un poco de esperanza. Se sintió vacío. Él no era un héroe. No había podido salvarlos a todos. No había podido protegerlos a todos. Muchos de los civiles recordarían sus rostros. Años más tarde, alrededor de una hoguera, contarían a sus nietos que ellos vieron a los héroes del cometa; el fiero matador de cresta roja o el taciturno capitán que empuñaba una reliquia antigua. Ninguno recordaría el rostro escamoso de su amigo o los rasgos desérticos del árabe. Los muertos no se llevaban la gloria. Él no quería la gloria. La fama, la adulación. No era para él. Estrechó un par de manos por cortesía, mientras se había paso entre el gentío.
-No, yo no. ¡El Halfing! Fue él el verdadero héroe. Escuchen su historia. Seguro que se la cuenta. Un par de veces. O diez.-Más lejos. Fuera de allí. Tenía que escapar.-Marcus. Él no hablará mucho, pero se enfrentó al demonio cara a cara. Él también es un héroe. Y el enano acorazado. Le asestó un golpe al demonio que le hizo temblar. Pregunten, pregunten. No, yo no. Yo solo…me quedé a un lado.-Logró zafarse con bastante poco estilo aunque con educación, perdiéndose pronto en el templo.
Buscó un lugar tranquilo, despejado y solitario. Necesitaba estar solo. Frente a un símbolo de Sigmar, en uno de los pasillos más polvorientos encontró el lugar adecuado. Humilde y retirado, algo que no estaba a la vista. Se arrodilló y rezó frente a la pared. Hacia tiempo que no rezaba. Él no creía en los dioses. ¿Qué necesidad había si creía en las personas? Debido al emplazamiento donde estaba decidió rezar a Sigmar. Mismo le daba uno que otro siempre que le escuchasen. Rezó, a su manera, por cada uno de los caídos. Obligándose a recordar los momentos gloriosos de sus caídas. Como auténticos guerreros, presas del valor o la locura. Enfrentándose a sus miedos. Solo eran hombres y mujeres. Excepcionales. Nadie los recordaría. La memoria es efímera. La roca es fuerte. Y lo que se graba a fuego no puede borrarlo el tiempo. Con uno de sus finos dedos logró marcar la piedra, escribiendo en élfico los nombres de aquellos que habían perecido. Uno tras otro, igual que una lista, poniendo de pequeño epitafio “Héroes del Cometa. Gracias”. Hay que respetar a los muertos. Que los vivos los olviden, pero que el mundo los recuerde.
Quedó en silencio, abatido. Dejando escapar alguna lágrima. Recordando. No solo esas muertes. Sino otras tantas. Todo el dolor, todo el sufrimiento de una vida de más de mil años. Imágenes, pensamientos, palabras, sonidos, olores. Anotó esa victoria dentro de su mente.
-Gracias por hacerlo posible. Acógelos a ellos también, Sigmar, o guíales en su camino. Ellos me han guiado en el mío.-Se puso en pie y se topó con una fornida hermana que en seguida empezó a amonestarle. No sabían donde se había metido, había que cambiarle los vendajes y él se quedaba allí, embodado delante de una pared. Bla, bla, bla. La hermana tenía buenas intenciones.
-No creo que esa sea forma de hablarle a uno de los Altos Hechiceros de la Torre Blanca de Ulthuan, después de su triunfo contra el Príncipe Demonio Be´Lakor, Heraldo del caos, en esta misma ciudad.-La hermana palideció. No la dejó disculparse a pesar de que lo intentó.-La estaba tomando el pelo.-Su sonrisa se ensanchó el máximo posible.- Siempre es agradable cuando le gritan a uno, Ah, lo siento. Había demasiado ruido. Prefiero esta paz. Por eso me alejé.-Se marchó con ella para reunirse con sus compañeros.

Les seguían cuidando. Ahora podrían dormir, comer y reponer fuerzas. ¿Y ahora qué?¿Dónde se requería su magia? Aún no era tan viejo como para dejarlo. Entró una joven hermana en la sala. Habló con Bertha. Su semblante se tornó grave. Claro que, él de ella siempre era serio. Torvuc y ella se miraron. Ya casi podía oír los violines. Algo nuevo, algo revitalizante. “¿No te basta solo con una eh?” Una aventura termina. Otra comienza. No podía dejarlo. Era su vida. Un poco de emoción, si. Volver a casa con el deber cumplido. Volver a casa. Su casa era el mundo. Si un simple campesino ve que un bandido entra en su casa y amenaza a su familia y desea desvalijarlo ¿Acaso no intenta echarlo con todas sus fuerzas? Si su casa es el mundo ¿Acaso su deber no es más grande? No termina nunca. Y está bien. Porque es elfo y como elfo, vivirá mucho.
Un libro. Ahora hablan de un libro. Y en el libro, la clave para encontrar unos manuscritos. En ellos habla de la espada. Be´Lakor no ha muerto. Es poco probable que vuelva mañana. Ni dentro de diez años. Pero…quizás dentro de cien, o de mil, retorne. Es su justo deber aclarar el uso de la espada para mostrarse más efectivos en su erradicación. En la suya y en la de cualquier mal. Picado por la curiosidad y el incentivo de la aventura, se deslizó hacia las hermanas.
-Interesante, interesante. Me sorprende el hecho de que la espada no se rompiese tras cerrarse el portal. Pensé que ese era su uso. Debe de tener alguna otra utilidad. Sin duda los pergaminos arrojaran algo de luz sobre ese asunto. Pero no os calléis, por favor. ¿Dónde dice ese libro que pueden encontrarse esos pergaminos?-Su único ojo brillaba. Era injusto decirlo, pero ni los salmos de las hermanas, ni los vendajes ni emplastos le habían revitalizado tanto como el incentivo de una nueva aventura.
Su deber era su credo. Y su credo, la gente. Una victoria no significa detenerse y sonreír. Una victoria significa sonreír, saludar, y seguir adelante.

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03/02/2011, 11:52
Samuel Colt

Despues del estruendo reinante hace solo unos momentos, ahora el silencio es extraño… incluso aletargador, mas algún que otro grito de jubilo y sonrisa aquí y alla denotan lo que acabad e ocurrir. Junto con este grupo de héroes me he enfrentado a mi primer gran demonio… y contra toda lógica, hemos ganado… se que mi padre estaría orgulloso de lo que he hecho pero por mi parte solo siento un vacio enorme, no tengo lagrimas ni sonrisas… desde aquella fatídica noche… solo el Caos hace que sienta algo, hace que mi corazón bombee… bombea algo con lo que antes no estaba familiarizado… odio… rabia…

Cuando miro a esos seres, todo eso me inunda… no se canalizarlo, no entiendo como hacerlo asi pues uso lo que siempre he usado… la lógica, fría y calculadora… mas dentro de mi siento un vacio que no se si se llenara algún dia, pero hoy he dado un paso adelante padre… mi idea de cómo ayudar a este mundo parece que tiene alguna posibilidad aunque remota esta ahí… y creo que con ellos al menos tengo la posibilidad de verla cumplida. No te defraudare padre…

Sentado en unas rocas todos esos pensamientos me inundan, cuando alguien dice algo sobre curar heridas… me acerco lentamente a Alantha, fue una de las que salió disparada hacia la espada… casi me cuesta la vida… que mas da… los elfos son extraños, mi mriada se desvia hacia Calim… los orejas picudas como los llaman los dawi… sin mebargo este mago tuerto tiene algo que hasta puedo llegar a apreciar… incluso parece que le caigo bien. Sin mas dilación me coloco delante de Alantha.

- Esto… Ala… Alantha ¿Podrias mirarme el brazo? – Me remango para que pueda ver el golpe y espero con paciencia, una vez concluida su tarea me coloco la manga otra vez y me alejo. Si comenta algo sobre mi rostro. – No es necesario solo es un golpe de refilon, un moratón y puedo seguir disparando asi… otros necesitan mas ayuda… - Con una triste sonrisa me dirigiré en busca de Krugnor. El acorazado enano, parece mas o menos entero… alguna herida pero sigue siendo una firme roca donde apoyarse, sin mas dilación me coloco a su lado a la espera de que todos estén preparados para la marcha. Ninguna palabra sale de mi boca simplemente, un toque en la hombrera de su armadura antes de sentarme. Miro en dirección al capitán… es el que lo tiene mas difícil pero con ayuda de Calim… se levanta a los pocos segundos como si nada… esto no tiene lógica… ninguna… una pequeña carcajada sale de entre mis labios… ¿y que la tiene? Saco un desgastado libro de uno de mis zurrones y empiezo a escribir…

Cuando por fin parece que nos ponemos en marcha, guardo mis cosas y hablo con Krugnor.

- No se como estarán los demás… pero creo que yo me quedare en la retaguardia, ¿me acompañas? – Le miro directamente a los ojos como haría un dawi, muchos años he estado entre esta extraña raza… y sin duda la considero parte de mi familia… esperare a su reaccion y me pondré detrás de la fila mientras emprendemos el camino de vuelta. Y mi estomago ruge cual león… un ruido hace que mire a Krugnor para denotar que no soy el único con hambre…

El camino de vuelta es… agotador, atravesamos de nuevo la caverna con el meteorito pero hay algo diferente al mirarlo… me doy cuenta, no emite brillo alguno esta apagado, parece como si ahora que Bel’akor ha muerto… la piedra haya muerto con él… aun asi después de la advertencia de Calim a Zeque… yo no me acercare mucho. Seguimos nuestro recorrido para llegar hasta la sala donde estaba el monstruo cambiaformas, donde Augusta había dado su vida por nosotros, no conocía a la hermana… pero su fe en Sigmar era digna de elogio… y su fe en nosotros también, solo espero estar a la altura del sacrificio que ella hizo… por nosotros… por mi… Mientras pienso en ella y en la luz que provoco la destruccionde tantos demonios y nuestra sanación, mis ojos se levantan y abarcan el portal… antes conducía a un yermo ilusorio ahora parece dormido, aun asi no me gusta y cojo con mas fuerza a Absolucion. Mas atravesamos el portal sin ningun problema para llegar a donde antes estaba la cara-demonio donde resolvi el acertijo… en unas pocas horas cuantas cosas maravillosas y terroríficas han ocurrido. Un sonido llama nuestra atención y al mirar hacia arriba unas siluetas se recortan por el único camino de subida… si todo no podía ser tan fácil, parece ser que tendremos que seguir peleando para llegar a un lugar seguro, me preparo para la pelea hasta que veo quienes son…

-Por Sigmar, Grimnir y todos los dioses… malditas hermanas, menudo susto me han dado – Cuando me doy cuenta de que lo he dicho en alto, me ruborizo y empiezo a tartamudear- Yo..yo.. lo si.. lo siento… solo es … un maner… manera de hablar… - Completamente azorado miro hacia el suelo, esperando que la tierra me trague.

Cuando por fin están entre nosotros, una de las hermanas me atiende, la miro y me vuelvo a ruborizar… al tener en cuenta lo que acabo de decir minutos antes… cuando termina de curarme el rostro, sonrio- Gracias… her… hermana por todo. - Oigo como la hermana Bertha se interesa por Augusta y miro al suelo de nuevo… mientras una lagrima recorre mi rostro… he de ser merecedor de semejante sacrificio…sea como sea… con esos pensamientos me levanto y espero a que nos pongamos en marcha. Atravesamos la ciudad hasta llegar al santuario de las hermanas, la carnicería de la plaza sigue ahí y parece que hay nuevos cadáveres repartidos por doquier, las hermanas tampoco lo han tenido fácil… pero siguen aquí… eso es bueno… subimos las escaleras y atravesamos la puerta, miro con cuidado donde pongo los pies… la ultima vez casi barro el suelo…

Una vez dentro, intento pasar desapercibido… no me siento como un héroe y las relaciones con la gente… no son mi fuerte asi pues intento escabullirme hacia un lado o una esquina para observarlo todo y a todos. Es entonces cuando oigo lo de que la espada pertenece a unos tales Ancestrales… y a Calim muy interesado en ello… tal vez sea el comienzo de otra aventura… bueno si es asi necesitare algunas cosas, pero lo primero es comer algo y descansar. Sin hacer mas caso a lo de la espada me dirijo hacia Zeque.

- Bueno pequeño… que te parece ¿si comemos algo? - Levanto la mirada para ver donde esta Krugnor y con un gesto invitarle a buscar comida

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03/02/2011, 11:53
Marcus Wolfram

El cazador sigue sumido en su mutismo. Palabras agradables de agradecimiento entre unos y otros, ánimos… todo eso jamás ha sido para él. Suele sentir cierta felicidad tras acabar con cada monstruo, esta no es ninguna excepción, pero a penas le dura unos instantes.
Lamenta las bajas, una experiencia nueva para él, hecho a la idea de trabajar solo sin compañero alguno. Además también comienza a pensar en el trabajo por hacer. Han acabado con un demonio, uno especialmente fuerte. Solo uno al fin y al cabo, restan miles en el mundo.

Camina pensando en su siguiente objetivo. Merece la pena estudiar el mapa que Zeque decidió darle… a cambio de una estaca, una mísera estaca, un trozo de madera. Algo así es muy útil para su profesión, para cualquier otro debería carecer de valor. Quizás con el mapa ocurra lo mismo, para el mediano debía ser tan solo un trozo de papel. Decide acercarse al renacuajo –Parece que le diste buen uso a la estaca, ¿verdad?- Sonríe, con malicia, siempre lo hace del mismo modo, incluso cuando no lo pretende. –Aún debo compensarte por el mapa, su valor está muy por encima de un trozo de madera.- Un intento demasiado pobre de agradecimiento, quizás consiga mejorarlos con el tiempo.

No se había planteado el largo camino de ascensión. Es lógico, deben recorrer todo el camino a la inversa. Descendiendo ya le pareció largo, larguísimo, ahora parece infinito. Llega a plantearse, más en serio de lo que querría admitir, quedarse allí abajo unas semanas con la excusa de ir matando cuantos engendros queden en el lugar. Ya iría ascendiendo con el tiempo. Por desgracia carece de provisiones. Solo entonces se da cuenta del hambre. Los demás también parecen afectados. -Va a ser un largo camino-

Aparecen las primeras figuras en la distancia. Hecha mano del martillo y la daga. Si creen poder vencerles solo por estar heridos, comprobarán el tremendo error. Calîm y Alantha le corrigen. Se trata de las hermanas. Pocas veces se había alegrado tanto al coincidir con otros seres humanos.

Tras recibir los cuidados de las mujeres reinician el camino de regreso, ahora de forma menos penosa. De camino intercambian noticias. El mago elfo tiene el don de la palabra. Cualquiera podría haberles dicho “Augusta murió luchando”. Él lo ha hecho mejor, tan solo una descripción así puede hacer justicia al sacrificio realizado.
Vuelve a pensar en ella, en la diferencia entre matar monstruos y salvar gente. Debería ser un ejemplo a seguir. Tiene mucho en lo que meditar, mucho en que pensar. Su camino podría haber sido algo erróneo, sin embargo alguien debe acabar con todos esos seres oscuros, realizar el trabajo sucio. ¿Algún día conseguirá matar suficientes?, ¿hacer cambiar las cosas? Lo duda, sin embargo Augusta lo consiguió en un solo instante. Ese conocimiento le causa inquietud. Debería aprender a controlar un poco su odio, canalizar la furia, debería…
Desenfunda la pistola para apretar el gatillo casi al tiempo, acabando con una de esas figuras mal escondidas. Mira a los demás –Nunca se sabe-. Maldice a esos estúpidos seres oscuros, no aprenden ni tras sufrir la peor de las derrotas.
Tras el pequeño estallido de violencia, decide dejar la introspección a un lado. Necesita pensar con más calma en todo esto, aunque probablemente no tendrá oportunidad, aún hay mucho trabajo pendiente.

Se rezaga un poco hasta llegar a la retaguardia, donde ha oído que va a situarse Samuel. Al acercarse desenfunda nuevamente las pistolas. No se da cuenta de estar haciéndolo de forma brusca, la única en la que sabe hacerlo. Luego se las muestra de cerca. –Tus armas parecen más potentes. Comprendo que no quieras compartir la grande… pero me preguntaba si podrías hacer algo con estas. La verdad es que ya son bastante ruidosas, así que vendría bien aumentarles un poco la potencia.-

Ya en el templo evita como puede el recibimiento de las hermanas. En otros lugares, otros pueblos, han querido agradecerle sus servicios. Siempre era curioso, jamás le han dado la bienvenida cuando llega a un pueblo, suelen intentar alejarse de él. Cuando acaba su trabajo se muestran más amistosos, pero para él ya es momento de seguir con su camino. Ahora ocurre lo mismo. No quiere un gran recibimiento, ni vítores. Tan solo desea descansar un poco antes de decidir el nuevo rumbo.
Pasa tan rápido como puede sin responder más que algunos monosílabos. Cuando se siente recuperado vuelve a la biblioteca para completar el arduo trabajo de documentación. En este lugar hay más información útil que en ningún otro. Es importante seguir apuntándolo todo, estos conocimientos podrían ayudar mucho en el futuro. Intenta evitar la compañía y las conversaciones, tan solo responde si alguien le habla directamente. Piensa en hacerse con otra espada, renovar el arsenal, esta misión le ha dejado bajo mínimos. También piensa que pronto llegará el momento de abandonar el grupo. No sabe como se siente al respecto. Cree estar algo triste.

Una de las hermanas les habla a Bertha sobre la espada, la llave. –¿Controlar el vórtice no era su único cometido?- Interesante. Se rasca la barbilla mientras espera más indicaciones, perdiendo la paciencia con el tiempo. –No te hagas de rogar, dinos donde están esos manuscritos- solo tras hablar se da cuenta de haber preguntado exactamente lo mismo que Calîm. Está claro, es mejor dejarle hablar a él. Quizás el trabajo no esté tan completo como él pensaba. Sería un gran error dejarlo a medias, jamás lo ha hecho en el pasado, no va a empezar ahora.

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03/02/2011, 11:53
Kurgnor Kurvargsson, EscudoFiel

El elfo acepta y bebe el último trago que le ofrezco, asiento con un gruñido bajo y guardo la petaca. No pido ayuda alguna, menos de esa orejaspicudas que me insultó. Como buenamente puedo coloco el brazo en su sitio apretandolo y sujetandolo contra mi pecho en un cabestrillo improvisado, no es la primera vez que me rompo algo. Refunfuñando no estoy de buen humor, la victoria ha sido grandiosa pero es el momento de regresar, tengo el escudo roto, la máscara rota, un brazo roto y se me ha acabado la cerveza. No, definitivamente no es para estar contento. Lo poco que me alegra es haber vengado adecuadamente a mis amigos fallecidos, ahora apodrán sus almas descansar. Samuel se acerca, asiento aprobador y este me hace un toque en la hombrera, para ser humano es un buen tipo, debería haber nacido dawi. Espero pacientemente mientras refunfuño esto y aquello a que todos esten listos para partir. El elfo usa un anillo para reestablecer del todo a Torvuc, lo que es bueno, y le da a la orejaspicudas vendas y hierbas con las que tratar al resto. Ni espero y me niego a que me atienda, ya lo he hecho yo solo.

El momento llega y Samuel me pide que le acompañe a retaguardia, asiento en silencio y me quedo junto a él. A menos que me pidiera que no le acompañara lo hubiera hecho, le dije que cuidaría de él y eso haría. El hambre hace presa en nosotros, el pequeño y activo halfling no es el único, aunque rugen mis tripas como un troll enfurecido no pienso hacer comentario alguno, por lo que refunfuño. Vamos atravesando de nuevo los lugares por los que ya pasamos. Todo está muerto, vacío, incluso el meteorito y la sala de invocaciones, mejor, escupo al suelo soltando una maldición al lugar. La puerta demoníaca incluso, nada resta, parece todo limpio. Incluso el cielo brilla radiante como burlandose, una cruel ironía por lo acaecido aunque otros vieran esperanza. ¿Esperanza? esto no era nada, era el comienzo, yo aún tenía mucho por hacer, apenas había empezado en mi particular busqueda. Ya afuera, en lo alto un grupo, aprieto con fuerza mi martillo, pero calim nos tranquiliza, son las hermanas que han salido en nuestra busqueda.

Refunfuño aunque me alegro un poco, pero no lo dejo ver. Al frente la poderosa e indómita Bertha, inclino la cabeza a su llegada, si tuviera trenzas y fuera más baja..., pero no es dawi por lo que sólo tendrá mi respeto. Pregunta por la otra hermana, suelto un hondo suspiro ronco. Câlim habla y explica con muchas y melífluas palabras su fallecimiento y sacrificio. No refunfuño, pero frunzo el ceño, los guerreros no necesitan de tantas palabras, pero eso solo ocurre entre los míos, aunque entiendo que el dolor se atenúa de esa forma, el saber que alguien querido ha caído con gloria y honor, salvando a los que le rodean, es una buena muerte. Tras eso continuamos la marcha, viendo la ciudad que aún no despierta de esa pesadilla, con alguno de esos engendros observandonos entre los resquicios de las ruinas. El cazador abate a uno de un disparo, chasqueo la lengua pero no digo nada, un engendro menos, para mi su explicación sobra, pero posiblemente para otros no.

Parece ser que las hermanas tambien han tenido batalla pues en las mismas puertas reposan multitud de cuerpos. Las puertas se abren y sus ocupantes nos reciben como héroes, aclamandonos y lanzando vítores. Miro al matador de reojo y me meso la barba despacio. Por contra uno de los que más hablan es uno de los que huyen despavorido lanzando excusas a la multitud lo que me hace soltar una sonrisita. Por mi parte lanzo hoscas miradas y refunfuño. Avanzando despacio y gruñendo a cada paso cerca de Samuel.

-"No relato cuentos por las hachas de Grimnir, ¿acaso me habeis visto cara de bardo?. Si quereis una historia que sea con una jarra de cerveza en la mano por las barbas de Grungni"

Ya dentro dejé que las hermanas atendieran mis heridas con refunfuños y quejas sobre el trato aunque atendía y obedecía las indicaciones de estas. Fue entonces cuando comentaron algo sobre un libro que hablaba de la espada, algunos se mostraron interesados, yo tan sólo en parte. No era eso lo que buscaba, gruñí y refunfuñé. En cuanto me atendieron me estiracé un poco. Escucharía lo que hubieran averiguado de la espada, siempre habría un herrero rúnico al que le interesara la información. Después acompañé a Samuel en busca de comida y sobre todo una jarra de cerveza, finalmente buscaría una forja para recomponer lo que pudiera, no era un herrero rúnico, los arreglos justos para ir tirando y manenter el equipo en estado optimo. Rezar a Grimnir y Grungni, a Valaya. Y mirar en la biblioteca en busca de algún rastro aunque lo dudaba. De vez en cuando miraba al horizonte, pensando en los míos, en mi tarea, cerraba los ojos y dejaba escapar el aire lentamente.

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03/02/2011, 11:54
Rakduim Piel de Dragon

Y ese fue el día en el que Be’lakor fue derrotado. No aniquilado o destruido, sino derrotado. Mi cresta se tambaleó y mis ojos se posaron sobre la enorme herida, todavía abierta y sangrante, que me cubría el pecho de lado a lado. El elfo habló… Calim habló. Había demostrado con creces que se merecía el más grande de mis respetos; de hecho todos los que habían terminado con vida hoy lo merecían. Suspiré con fuerza y pensé que incluso el halfling era también merecedor de ese honor.

-Has batallado como un rey- inquirí con torpeza mientras mi rostro se fruncía. El dolor de la herida era realmente grande y tuve que pausar mi respiración para que descendiera el dolor. Mi hacha descansaba reluciente a mi diestra; le eché un vistazo y me tranquilicé.

Después de varias curas y primeros auxilios a los que más lo necesitaban, el grupo decidió retomar el camino por el que descendimos. Yo estaría bien siempre y cuando en nuestra primera parada hubiera algo que comer y un buen líquido para aclarar el gaznate. No sería muy remilgado en este aspecto sabiendo bien que lo último que me eché al estómago fue un deforme del Caos. Sonreí ante esa imagen y me lleve la mano al estómago. Este gruñó con fuerza.

El ascenso se estaba haciendo más cansino de lo que cabía esperar, e incluso entonces teníamos que tener todos los sentidos puestos allí fuera. Si nos encontrásemos con seres medianamente poderosos mientras ascendemos no llegaremos jamás fuera del pozo, pensé mientras me ataba mi hacha a la espalda. Debía estar preparado para presentar batalla, pero me estaba matando que el peso del arma descansara sobre mi diestra. No tenía demasiadas fuerzas y las pocas que aún quedaban en mi interior las tenía que focalizar en el ascenso.

Los chorretones de sangre que descendían de la herida en el pecho se secaron a la altura de la pelvis y me empezaba a picar la barriga. Los pelos de esa zona se resecaban y se retorcían; todavía dolía respirar.

El grupo se detuvo bruscamente a los pies de una escalera, cosa que hizo que despertara de mi letargo mental. Parecía que un grupo de negras siluetas que esperaban en lo alto de la misma nos esperaban, para bien o para mal. Ambos elfos adivinaron sus rostros y notificaron al resto del grupo de quién se trataba. Suspiré con fuerza y un peso enorme cayó de mis hombros al suelo. Mis manos entumecidas dejaron de temblar y un pequeño estallido de vigor hizo que mi cuerpo se recobrara levemente.

La descomunal fuerza del demonio se veía reflejada, de forma más que palpable, en los cuerpos de cada uno de nosotros. En el de Torvuc se hubiera visto mejor que en el de ningún otro si no fuera por ese anillo que le entregó Calim cuando todavía permanecía en el pozo, tumbado y sin resuello. Parecía haber rejuvenecido una década entera, pues incluso el ánimo fue reestablecido por completo en su rostro. Sus ojos brillaban con furia renovada y era algo que no podía esconder.

Con las hermanas a nuestro lado, seguimos ascendiendo hasta llegar al claro por el que entramos a este enorme agujero disforme. El cielo seguía azul claro, límpido y vigoroso. Un enano normal no destacaría algo así delante de otros miembros de su raza, pero había pasado demasiado tiempo entre los bosques y llanuras del imperio buscando orcos e inmundos seres a los que aplacar, como para negar que aquello me llenaba un poco más de vida.

Las próximas horas las pasamos tranquilamente, yo personalmente más descansado aunque todavía muy dolorido, hasta que, tras las hermanas, nuestros pasos nos llevaron de nuevo a la vigorosa torre que se erguía con majestuosidad en medio de tanta ruina y desgracia.

-Es un descanso para el alma…- susurré con la mirada perdida en el horizonte.

Sentía que algo había cambiado en mi interior. Tanto tiempo había buscado el batirme con nobleza ante un ser como Be’lakor que sentía que una vez alcanzado el objetivo, algo más grande me debía esperar entonces. Y fue cuando el artefacto quemó de nuevo en mi mente a la altura de la pelvis. Palpé la bolsita que me colgaba de la cintura y con índice y pulgar acaricie el preciado metal.

Me detuve mientras el resto de compañeros continuaban su titubeante paso hacia la puerta. Giré sobre mis propios talones y mi mirada se posó sobre el horizonte. Con esfuerzo hinqué una rodilla en el ruinoso suelo cubierto de sangre seca y recé un instante por la memoria de Rhûdan. Era, sinceramente, el único humano al que debí tratar como un hermano. - Gracias, valeroso camarada… Sobre nuestro pueblo siempre descansara el peso de tu nombre- terminé santiguándome.

Me dirigí de nuevo al grueso del grupo apretando el paso, y entonces las puertas se abrieron. Las enormes bisagras parecieron rechinar suavemente mientras cedían al peso de los mecanismos.

Y tras la puerta se creó una marea de jolgorio y fiesta; ruido y sonrisas. No recordaba tanta felicidad desde hacía años. Mi corazón se contrajo levemente y fue entonces cuando agaché la mirada a los pies del resto. Mi cresta navegaba entre las cabezas del resto como la aleta de un tiburón, abriéndose paso entre la muchedumbre.

Sólo necesitaba mirar seriamente a cualquiera que quisiese acercarse lo suficiente para hacérselo pensar un par de veces la próxima vez. Seguí manoteando con tremendo esfuerzo, sin aliento, tremendamente cansado y por fin me liberé de tan pesada bienvenida.

Todo el mundo parecía gritar de júbilo. Yo apenas podía pensar en algo más que en los de mi pueblo. Entonces pensé en Kurgnor pero mis ojos no se toparon con el en primera instancia, y entendiendo que todavía teníamos días de descanso que gastar en esta torre, me di de nuevo la vuelta y me perdí entre los pasillos. Mi mente buscó la sala de descanso y curas en la que ya habíamos permanecido días atrás y me puse en camino.

En el pasillo contiguo a la enorme sala, una hermana se topó conmigo y recriminó de forma un tanto torpe mis pintas. Me instó a pasar a la sala y no me negué, pues la herida del pecho no iba a sanarse del todo bien ella sola, y realmente necesitaba un buen puñado de horas de descanso.

No sabía cuanto tiempo había pasado entre la oscuridad del placentero descanso, pero amanecí entre empastes de tela blancos con tonos rosáceos y lleno de vendas por todo el cuerpo.

Con el cuerpo momificado y levemente dolorido decidí dar un paseo por las salas ya conocidas del templo. Aquí y allá, incluso en la más alta de las horas de la noche las hermanas corrían por los pasillos dando buena cuenta de todos los pacientes. Sonreí con sinceridad ante aquella visión y me detuve un instante. Había dejado mi hacha apoyada sobre el costado de mi lecho entendiendo que poco o nada haría con ella a cuestas allí dentro.

Después de un tiempo amparado por la tranquilidad de la soledad, mi cabeza se puso de nuevo en orden y descendí las enormes escaleras que llevaban al piso de arriba. Me topé con una hermana que me inquirió con el ceño fruncido a que siguiera descansando. Su gesto parecía denotar despreocupación aunque le parecía justa la leve recriminación que me estaba dando. Cabeceé ligeramente y la cresta se tambaleó un palmo a cada lado.

Volví sobre mis pasos en busca de Kurgnor. Esperaría el momento adecuado para enseñarle el artefacto que portaba encima y le contaría todo lo que sabía y la intención de mis próximos pasos. Aquel enano debía saber que en cuanto estuviéramos completamente recuperados, deberíamos poner rumbo a nuestra tierra. La guerra nos había sido declarada de forma particular.

Entré en la sala y justo en el momento en el que me senté sobre mi cama, una hermana de aspecto joven y poco curtido entro en la sala hablando de forma atropellada.

Esta se había dirigido a Bertha, y tras la comunicación a esta última, se giró hacia nosotros y dijo: -Han encontrado un libro que habla del poder de la espada; solo da referencias pero indica donde encontrar los manuscritos de los Ancestrales que hablan de ella.-

Nuevas aventuras para el grupo. Quizá aquella noticia hiciera que sus caminos continuaran juntos durante un tiempo, o quizá no. Mi determinación era total, y esperaba que la del compañero Kurgnor fuera igual de férrea

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03/02/2011, 11:54
Sargul Einstoffen

 

La figura de Calim desapareció al volver abrir los ojos. ¿Cuanto tiempo me desmallado? El cuerpo apenas me reaccionaba cuando una y otra vez le enviaba ordenes de moverse, sintiendo un leve cosquilleo en el antebrazo al mover los dedos.
Me arrastre con los codos hasta quedar sentado, apoyado en la pared. Tenia gracia, en esa misma postura estuve apunto de morir ensartado por aquel hijo de la gran puta.-Que se pudra…-logre entredecir mientras vomitaba un chorro de sangre con el semblante sonriente y una risa macabra entrecortada por el dolor.

Intenté levantarme ayudándome de la espada, pero me fue imposible, caí de culo soltando mil y un tacos al golpearme el trasero contra el duro suelo…está bien, me quedaré aquí quieto.
Contemplaba, borrosamente, como los demás miembros del grupo iban apareciendo uno a uno en mi campo de visión. Los latidos de mi corazón sonaban cada vez más fuerte al reconocerlos. Me alegraba verles vivos, sobre todo al pequeño Zeque, que había dado por muerto rato antes.

-Zeeeque!!!! Pequeño bribón me alegro tanto de verte!!! Y a ti también Marcus y a ti Alantha!! Que coño!, incluso me alegro de ver al capitán!- Deliraba, pero era cierto. Todos estaban vivos.

Me quedé allí esos tan sagrados minutos pero mi cuerpo seguía inútil, intentos en vano para levantarme, pero había perdido demasiada sangre y no me tendía en pie.
Primero fue Alantha la que se acercó aplicándome unas friegas curativas en la parte interior del muslo, rehaciendo el improvisado torniquete. Bajo su frío y ensangrentado rostro su corazón latía con un nuevo son y así lo mostró su gesto.

-Buenos reflejos amiga mía, fue una verdadera proeza hallar la espada de esa manera. Que tal tu pierna? Gracias, gracias por haber llegado hasta aquí juntos. -En el fondo los dos sabíamos que nuestra relación había sido un tira y afloja pero en ese momento muchas cosas cambiaron en todos nosotros.

No tardó en llegar Marcus, que con una ardiente mano en la espalda me ayudo a ponerme en pié.
-Son fantásticas tus artes como guerrero. Has sido un verdadero héroe al presentar batalla, pero lo que más me impresiona de ti es tu gran versatilidad y capacidad de adaptación.- Le estreché el antebrazo- Gracias a ti también amigo por estar entre nosotros.

Mis modales e educación eran toscos y no solía hablar mucho a no ser de estar como una cuba. Me sentí orgullosos de vivir aquello, de haber sobrevivido, de haber luchado a su lado. Kurgnor, Rakduim, Samuel, todos nosotros mostrábamos los mismos sentimientos. Alegría, dolor, ¡hambre!- Victoria!!! Le hemos dado un duro golpe al maldito caos, amigos. Haber lo que tardan en devolvérnosla.

Lo que en un principio parecía otra nueva gesta, regresar al Templo con vida al traspasar de nuevo aquellos infiernos, poco a poco se torno en un paseo, pesado pero al fin de cuentas una larga caminata.
Como en una maldita procesión de zombies, arrastrábamos los pies entre quejido y quejido para regresar a la superficie.

-Creo que va a ser mas duro de lo que creía.- charlataneaba con Zeque mientras ascendíamos. Sobretodo al imaginarme todos aquellos manjares que me describía. Sus olores me hacían avanzar paso a paso, hipnotizado por sus jugosos sabores. Se me hacía la boca agua.
-Tuviste miedo Zeque? Fuiste todo un héroe y gracias a ti mucha gente de nuestra amada tierra lo agradecerá…y, seguramente, tus hazañas se cuenten por todos lados a partir de ahora…..Su sonrisa, me hacía recordar a mis hijos en esos momentos, por ellos derrotamos al demonio.

A lo alto de aquel gran agujero pudimos ver como las figuras de las hermanas de batalla salieron a nuestro encuentro, acertando plenamente, pues un gran suspiro salió de mí al reconocer aquellas esbeltas figuras.
-Salvados….i miré de nuevo aquel cielo azulado para creérmelo por última vez. Gracias Crom, empecé con una corta oración, gracias por dejarme seguir adelante con coraje y honor….con pureza y valor hacia un nuevo destino. Que el día en que yazca a tu lado sea digno de tu regalo.

Las hermanas de batalla nos custodiaros hacia el templo ayudándonos en todo momento con los primeros auxilios.
Durante el regreso tuve tiempo de acercarme a Bertha en una ocasión para mostrarle mis agradecimientos manifestando un sincero orgullo al hablar de su apreciada Augusta.

-Como dijo Calîm, gracias a ella pudimos seguir adelante y desterrar a ese maldito demonio. Quiero que sepas que siempre brillará en mi corazón y que una parte de mi también se fue con ella allí abajo. – Terminando con una mano en su hombro.- Pero al fin lo hemos logrado, hemos liberado Mordheim, hemos vencido en el pozo.

Nunca olvidare cuando aquellos enormes portones se abrieron de nuevo. Como todos, y una y otra vez, contemplábamos anonadados ese instante. Era como un esperado regreso a casa. Su presencia, su acogedora calor en su interior, comida caliente y mujeres….muchas mujeres a pesar de su maldita doctrina.
El recibimiento fue inesperado, pues multitud de gente, entre hermanas y civiles, se aglomeró en las puertas mientras las cruzábamos. En aquel momento me sentí grande, muy grande. Lo había logrado, y a pesar de mi destartalado y maloliente aspecto era un ídolo.
Un héroe? AH! si mi bisabuelo lo hubiera visto mi bisabuelo, ese fue nuestro momento.

De pronto me vi obligado a abrazar por el cuello a dos mujeronas que se debatían por estar en primera fila….-ahahahahaajajajaja…-recordé las tabernas de mis tierras en donde el vino y las hembras corrían a raudales. No podía parar de balancearme con ellas a la par que la gente nos tocaba, chillaba, preguntaba…pero poco a poco nos fuimos dispersando. Cada uno de nosotros necesitábamos su memento. Cansados, heridos, asustados, decepcionados…merecíamos una pausa….

Sin más miré a un lado y a otro pensando solo en esos dos pare de pechugas que rebosaban por los corpiños.

-Necesito un buen baño!!! -Gruñí mientras les sonreía con una mirada más que picarona…
Luego dormí, comí y seguí durmiendo…aquellas muchachas me cuidaron bien durante mi estancia en el Templo

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03/02/2011, 11:55
Zeque Wilfur

Todo había acabado… Ya estaba¡¡¡ Vale¡¡¡ ¿y ahora que…? Al final no me había enterado de cual era nuestra misión. De hecho seguía pensando que habíamos fracasado… La bola de cristal se había soldado con la piedra de una forma extraña y seguramente mágica…y no había forma de sacarla… Ya lo había probado¡¡¡… El señor de los cuernos había desaparecido, y la verdad es que aunque no estaba muy contento, tampoco parecía herido… A pesar de todo no podía evitar sentir un escalofrío ante la imagen de su inquietante mirada posándose en mi… Trastabillando y con el cuerpo dolorido hasta la saciedad, fui paseando entre el resto de amigos comprobando que todos estaban en perfecto estado… Bueno¡¡¡ Por decirlo de alguna manera¡¡¡¡ Miré apesadumbrado mi mano… Allí donde la herida se había cauterizado…Pero a pesar de todo me dolía un montón, por no decir la infinidad de cortes y magulladuras que tenía por todo mi cuerpo… Un pensamiento me asaltó la mente, teniendo que hacer el comentario en voz alta..:

- Esto…. Cuando se pierde mucha sangre uno puede morirse, ¿verdad? Pues yo debo de estar muy grave… Necesito comer algo inmediatamente o creo que caeré moribundo de un momento a otro…

Pero todos parecían felices a pesar de que había que prepararse para el viaje de vuelta. Las hierbas que había ofrecido a mi amigo Calîm las habían aprovechado muy bien usándolas como emplastos en algunas heridas… ¿Qué cosas más raras hacían la gente grande? Yo me las comía y sentía cierto bienestar pero hasta el punto de machacarlas… Si lo llego a saber no se las doy¡¡¡

De pronto un vozarrón medio cascado sonó a mis espaldas… AL girarme sobresaltado casi grité ante la penosa apariencia del enano de la cresta… Pero si había hablado¡¡¡ A mi¡¡¡ Sus palabras además distaban mucho de ser sus gruñidos habituales y sus palabras sin sentido… Y eso que decían que yo estaba medio loco pero aquel enano si que había demostrado estar un poco zumbado… Siempre hablando en voz alta… Y no había nadie alrededor… Pero sus palabras, no solo por venir de él sino por lo que insinuaban me hicieron sonreír…:

- Gracias Señor … – Madre¡¡¡ Si no sabía ni su nombre¡¡¡¡ - Señor Enano… Es de agradecer que me considere un rey aunque si yo hubiese sido monarca, me habría dedicado a otros menesteres y habría enviado a mis soldados a acabar con el Señor de los Cuernos… Yo… Prefiero encargarme del avituallamiento… Unas tropas no pueden luchar si no están bien alimentadas… Pero perdone mis palabras¡¡¡ Si seré despistado¡¡¡ Está usted tan hecho polvo y yo aquí atosigándole con mi cháchara… Venga¡¡¡ ¿Puedo tutearte no? Pues ven y siéntate aquí… Si quieres te aguanto esa pesada hacha¡¡¡¡ Vale¡¡ Vale¡¡ El hacha no¡¡¡ Pero por lo menos déjeme que le ayude a recostarse en este muro…. Así¡¡¡ Mucho mejor¡¡¡

Lo dejé allí, descansando… Su cara no paraba de torcerse en gestos que no sabía interpretar si eran de dolor o de rabia por no poder pegarme… Desde luego tenía un extraño carácter aquel enano…

Decidí ir a buscar al gigante Sargul… El siempre guardaba algo de comer y no sabía si podría aguantar mucho más… Mientras los buscaba entre los caídos observé como Calîm le tendía un anillo al capitán gruñón, el cual tras iluminarse con un extraño halo, se levantó en perfectas condiciones, a pesar de que su ornamentada armadura estaba hecha trizas… Me miré nuevamente la mano preguntándome si aquello sería capaz de regenerar mi dedo… Al parecer debía de haber gente más herida que yo por que a pesar de deambular entre mis compañeros, nadie me hacia mucho caso… De hecho, algún que otro solo me pegaba algún apretón en el hombro y me despedía entre muecas de dolor…

- Tal vez el Señor de las Canciones pueda alegrarnos el día con alguna tonadilla… Seguro que sabe alguna picantota y subida de tono que nos ayudará a olvidarnos de las heridas que nos duelen… – Pero como siempre, y a pesar de que intentaba mantener la moral alta, el abatimiento había caído sobre todos… Igual es que estaban cansados¡¡¡ Con mi mano en alto continué caminando entre los heridos. - Hola señora elfa¡¡¡ Estaba un poco enfadado contigo por que tus flechas no paraban de volar a mi alrededor para evitar que luchara… pero ya no lo estoy… Solo es que a veces uno tiene que hacer las cosas por sí solo, ¿sabes? Luchaste muy bien¡¡¡ Aunque la verdad y si te he de ser sincero no te vi… Estaba demasiado ocupado intentando retener la bola de cristal… Pero como es lo que todos os estáis diciendo pues supongo que debiste de luchar muy bien… Calîm¡¡¡ Hola amigo¡¡¡ Oye¡¡¡ ¿Te fijaste como luché con el señor de los cuernos? Y ese espejo funcionó de las mil maravillas¡¡¡ Tengo que agenciarme otro pronto, pero más grande¡¡¡ Por que si son tan pequeños llegará un moemtno en que no tendré dedos para sujetarlo…Jajajajaja… Uy¡¡¡ Duele¡¡¡ Hombre grandullón¡¡¡ Haces casi tan mala pinta como el enano de la cresta¡¡¡ Por cierto deberías de sentarte junto a él por que tus heridas no tienen buena pinta… Yo me encargo de buscar a alguien que os haga un apaño… Por cierto¡¡¡ De comer, como que por tu cara se da uno cuenta de que nada de nada, ¿verdad? Pero si es el señor de la escopeta¡¡¡ Oiga… Ese trasto suyo es muy ruidoso… Pero es magnífico verlo escupir fuego… Por cierto¡¡¡ La última vez que estuve contigo se te cayó esto¡¡¡¡ No… tranquilo¡¡¡ Aquellas bolas no las he vuelto a ver por hay tiradas, pero si que te dejaste estas bolitas de acero tan chulas… Me parece que son las que metes en el fúsil… Vas perdiendo de todo¡¡¡ Pero si es el enano de hojalata¡¡¡ ¿Y su máscara? Ah¡¡¡ El señor de los cuernos… Que bicho más feo y más enorme, ¿verdad? Y digo yo¡¡¡ ¿Podías respirar con tanto hierro en tu cara? A ver si consigues algo para mi… Siempre voy sin nada que me proteja y eso al final se paga… - Y así sucesivamente hasta haber hablado con todos…

Al cabo de unos instantes que se me antojaron eternos comenzamos a desandar el camino hacia la salida. Nuestro objetivo estaba claro y era llegar nuevamente hasta el Castillo blanco… Casi no podía parar de moverme de la alegría que sentía ante esta noticia… Las hermanas eran un poco bruscas en sus maneras y siempre estaban prestas a echar broncas pero había que reconocer que su cocina estaba bien surtida. Seguro que la hermana Renata de la cocina se alegraría de verle… Le explicaría mis hazañas desde lo alto de una mesa, mientras ella preparaba la cena y yo me atiborraba de dulces o alguna otra vianda…

Mientras avanzábamos, todos continuaban alertas, aunque yo diría que algo había cambiado en el ambiente. Era como si aquella presencia que antes nos apretujaba contra el suelo, ahora hubiese desaparecido… Aún y así se veían algunos de los seres que hasta ahora no habían dudado en atacarnos pero que ahora por alguna extraña razón se apartaban de nuestro camino… Seguro que eran los rugidos de mi estómago los que los espantaban¡¡¡

- A este paso se me van a caer los pantalones¡¡¡ Me comería un dragón entero…. Ah¡¡¡ Debe de estar excelente¡¡¡ Eso si¡¡¡ Con guarnición de patatas asadas y pimientos fritos… Por cierto¡¡¡ Una vez lleguemos os prepararé al famoso potaje Wilfoot… No os riáis¡¡¡ Es una exquisita receta familiar muy conocida en las tierras de las que vengo¡¡¡ Aunque hace mucho tiempo que no la preparo pero eso son cosas que no se olvidan…¿no? Aunque estoy tan cansado que creo que dormiré cien años… Bueno¡¡¡ Quizás menos¡¡¡ Que con los ronquidos de Sargul no hay quien pegue ojo… Por cierto¡¡¡ ¿Queda mucho para llegar al Castillo Blanco…?

El ascenso fue penoso y en más de una ocasión resbalamos y caímos… La verdad es que quitando al capitán gruñón, todos estábamos hechos unos guiñapos… En varias ocasiones había intentado adelantarme…

- Había pensado que como el señor lagartija ya no está entre nosotros desgraciadamente… Pues que necesitareis un nuevo explorador… Y mira por donde que no tenéis que buscarlo muy lejos¡¡¡ - Pero al parecer nadie hacia caso a mis comentarios y mucho menos me dejaban salir corriendo a pesar de las ganas locas que tenía de moverme… Cuando estaba así como que me olvidaba del hambre… Pero si tenía que ir al paso de los heridos tenía tiempo para pensar y eso es algo que en aquellos momentos no se me daba bien… - Por cierto¡¡¡ ¿Queda mucho para llegar?

Ya casi en la cima, oímos un ruido… Con cierta desgana todos desenvainaron sus armas prestos a vender caras sus vidas, pero para nuestra sorpresa, lo que apareció en la parte superior del agujero no fueron otras que las hermanas de los martillos… Todos suspiraron aliviados dejándose caer en el suelo, al comprender que estábamos salvados… No se de que se alegraban tanto¡¡¡ No habían traído comida¡¡¡ Mientras se relataban un poco los últimos acontecimientos y como había sido todo a grandes rasgos no pude evitar inmiscuirme en la conversación:

- Ya se que parecerá inoportuno pero… ¿Por que no hablamos mientras andamos? Es que el hambre acucia y la comida en este lugar brilla por su ausencia… - Con un lastimero maullido mi estómago se quejó como corroborando mi palabras… - Es por los heridos¡¡¡ Yo aún puedo aguantar un poco… - Dije ruborizándome… – Ah¡¡ ¿Saben si falta mucho?

Finalmente llegamos al templo blanco, entre gritos y vítores. Nos trataban como verdaderos héroes y mientras que algunos parecían ofuscarse o sentirse realmente importunados ante aquellos gritos y muestras de agradecimiento, yo disfrutaba como un cochino… Por fin la gente se daba cuenta de la valía de nuestra pequeña compañía¡¡¡ Aunque seguía sin saber por que nos gritaban tanto pero daba igual… En otro momento ya nos preocuparíamos de aquellas nimiedades… Por unos instantes era feliz y avanzaba hinchando mi pecho todo lo que podía avanzando con gallardía entre la gente grande… Incluso logré olvidar la comida por unos instantes, pero solo hasta que olfateé el aroma inestimable de pan recién horneado… Con agilidad y velocidad pasmosa me escabullí entre la gente que se agolpaba hasta encontrar la fuente de aquel aroma tan delicioso… Ni me lo pensé en pegar un pellizco y volver a la formación, pero ya estaba a medio camino que me volví atrás y tomé la barra entera… Con la misma rapidez que me había ido volví justo cuando entrábamos en el templo, dejando afuera la algarabía de la gente, no sin antes darme cuenta de la mirada de sorpresa que me había lanzado una mujer gorda al verme masticando ruidosamente el trozo de pan calentito y jugoso… Tras cerrarse las puertas el silencio imperó en la sala, momento que aprovechó el señor de la escopeta para invitarme a comer…

Con la boca repleta, y los dos carrillos inflados de pan me giré hacia él, intentando esconder las migas que se habían repartido de forma tan liosa por toda mi cara y ropa…

- Ferá un flacer acomfañarte¡¡ - Le dije enseñándole la ya muy mermada barra, invitándolo a servirse aunque al instante me percaté de la mesa que había preparada repleta de viandas, asados, sopas y fruta… El gigante Sargul ya casi estaba encima de la mesa, al igual que el renqueante enano de la cresta, pero mis pernas eran rápidas, sobre todo si había comida de por medio… Antes de que alguien hubiese dado dos pasos ya estaba yo masticando un gran trozo de pollo…

Una vez saciada nuestra hambre, o por lo menos la de los demás ya que yo aún seguía en la mesa, la señora del castillo y el capitán se pusieron a hablar… Incluso Calîm estaba azorado ante las muestras de cariño y alegría… Quería que yo le explicase la historia de nuestra victoria… Vale¡¡¡ No había problema¡¡¡ Pero solo cuando acabase de comer¡¡¡

- Si Calîm¡¡ Yo se lo explico… Sabes que me gusta contar historias¡¡¡ Solo un bocadito más¡¡¡ Y no¡¡¡ No soy un héroe¡¡¡ Bueno¡¡ Un poco si¡¡ Pero no menos que tú o el gigante Sargul, o el señor de la escopeta, o el de las estacas, o la elfa… Hasta los que murieron son héroes… - Me sorprendí ante la vehemencia de mis palabras.. Aquel vino me estaba calentando las tripas y me estaba soltando la lengua…

Algunos habían abandonado la sala… Yo necesitaba recuperar todo lo perdido¡¡¡ Antes de marcharse el de las estacas me asaltó. Tras tragar el trozo de salchichón y limpiarme las manos repletas de grasa y caldos varios, le comenté:

- Pues si¡¡¡ Un arma espectacular¡¡¡ La verdad es que son mucho más efectivas que la daga que me encontré… Por cierto¡¡¡ Encontré esta otra hace un rato¡¡¡ Cuando veníamos hacia aquí se te debió de caer… - Lo miré con la inocencia reflejada en mi cara… - Ah¡¡ Ese papelucho¡¡¡ No se¡¡ Me gustaron sus dibujos¡¡¡ Pero como va a valer eso dinero? Los niños hacen dibujos más bonitos… Solo prométeme que si es un sitio tan interesante, y vas a ir, me invitarás a acompañarte… Ya sabes que soy un excelente explorador, luchador y…. AAAAAAAAUUUUUU¡¡¡¡ - Bostecé con opulencia… - Sabes que me está entrando un sueño de muerte….

Poco a poco me fui quedando recostado con un trozo de salchichón en la mano sobre la mesa… Estaba realmente cansado y todo el trajín del día y el tener la panza repleta habían acabado con mis escasas reservas… En la niebla del sueño escuché algo sobre no se que origen de una espada, pero la voz de los presentes solo hacia que amodorrarme más… Noté que alguien me levantaba en vilo y me trasladaba a una mullida cama donde me taparon con una manta… Alguien intentó quitarme el zurrón, el cual cogí con fuerza, de modo que desistieron en arrebatármelo… Por nada del mundo soltará mi mochila ahora nuevamente repleta de comida, un salero, un cucharón grande y un juego nuevo de cubiertos

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03/02/2011, 11:55
Alantha Lariada

Zeque hablaba y hablaba sin parar, cosa normal en él. Mencionó mis flechas y que tenía que hacer las cosas por sí solo. No comprendía mucho a su raza, tan diferente a nosotros, tan irresponsables, como si viviesen en otro mundo. No lo hacía con malicia, pero en algunos momentos me crispaba los nervios. Abrí la boca pero Zeque ya estaba dándole la tabarra a otro y yo tan agotada que lo dejé estar. Le removí el cabello y ensanché mi sonrisa.

No pude mirar a los ojos a Samuel. Apliqué el apósito en sus heridas y al final lo hice, mirarle a la cara. También allí la marca de los estragos de la batalla se dejaba notar pero no quiso cura alguna, tal vez porque no deseaba estar más rato a mi lado. Lo comprendía. Por eso me concentré en mi tarea sin hablar con ninguno, sin pensar en lo sucedido. Luego llegó el beso triste y sin calor de Câlim. Me mordí la lengua, recogí las armas y me fui detrás de todos, en retaguardia.

¿ Y qué responderle a Sargul? La victoria tenía el gusto amargo, no era como la esperaba, sin embargo él no lo veía así. No reparaba en ello, no le importaba o no transmitía sus sentimientos, quizá debido a su estado actual. Había perdido mucha sangre.

- Ha sido duro, sí. – después añadí- Falta sangre en tu cuerpo, Sargul. Apóyate en alguno de los compañeros en mejores condiciones – no supe responderle nada más-.

¿Pero quién iba a ayudarle? Todos y cada uno de nosotros estábamos extenuados, heridos, y tan solo la llamo del triunfo hizo que caminásemos hasta el cielo de nuevo azul, límpido, tan azul que casi hería a la vista. Un espectáculo impresionante tras tanto horror y abominaciones. Elfos, humanos, enanos, y el pequeño Zeuqe…lo habíamos logrado, de verdad, no es un sueño, ni alucinación, ni un desvarío. Sonreí al día que nacía de las tinieblas más profundas para llevar de nuevo la vida a esta ciudad y, mientras caminaba, dejé atrás a los muertos, a las palabras del mago, que se distorsionaban en mi mente tomando la forma de un puntiagudo ejército de lanzas que me atravesaban constantemente. De manera que levanté un muro, en su exterior Câlim y sus reproches. Por mucha razón que tuviese no quería que me amargase estos momentos.

Se dieron explicaciones a Bertha acerca de Augusta. Los compañeros lo hicieron, yo callé, aunque en el camino de regreso me acerqué a Bertha:

- Nos salvó la vida. A mí dos veces. Con su sacrificio y su medallón. Llevaré siempre en mi corazón el suyo.

Había conocido a Augusta apenas unos días antes, entrelazándose entre nosotras una unión de amistad indisoluble incluso más allá de la muerte. En ocasiones pasas la vida junto a personas que no acabas de conocer y hay otras que te marcan hasta la muerte siendo que solo has compartido unos pocos instantes con ellas. Y no era elfa.

En el templo todo fue algarabía, alegría, sonrisas, cantos y fiesta. No pude menos que participar unos instantes de todo esto, recordándome a mi hogar. Pedí agua y busqué con la mirada al ayudante del maestro armero:

- Nuestro arco y flechas funcionaron a la perfección, maese armero. Necesitaré más.

Dejé a los otros hablando sobre los manuscritos y la espada. En sus ojos lucía la llama de la curiosidad e intriga. Sabía lo que eso significaba. Me recogí abandonando la estancia, también yo deseaba y necesitaba un baño, limpiar mi castigado cuerpo de tanta mugre, suciedad y sangre. Y dormir. Se me ocurrió preguntar algo, al pensar en mi patria y la guerra:

- ¿Y ahora? ¿Las tropas del Caos del Norte qué harán? ¿Continuarán su avance?
 

Notas de juego

Alantha, antes de marchar del pozo, recogerá las flechas que estén servibles si es que queda alguna

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03/02/2011, 11:57

Un sendero incierto
Turno para todos

La algarabia reinante a vuestra llegada se extiende durante los dias que pasais alli reposando, no menos de una semana, durante los cuales las diferentes heridas sufridas asi como penalidades que vuesta alma inmortal ha tenido que soportar son curadas o, como minimo, mitigadas hasta el punto de haceros recobrar las fuerzas por completo y volver a estar listos para proseguir vuestro incierto viaje, sea donde sea que os lleve, en parte propiciada la milagrosa mejora por el caliz sagrado de las hermanas.

Aquí y alla las muestras de afecto y cariño hacia vuestras personas son mas que notables, incluso con los ceñudos enanos las palmadas en la espalda y palabras amables no son algo extraño lo que provoca de tanto en tanto algo parecido a una sonrisa en sus barbudos rostros. De forma totalmente opuesta el hiperactivo Zeque correteaba de aquí para alla, mostrando el pequeño muñon de sus dedo como una autentica marca de guerra de un heroe mientras visataba las cocinas con una asiduidda tal que Renata, la cocinera, ya no hacia ademan alguno de echarlo e incluso le daba conversacion de tanto en tanto… aunque siempre que el pequeño se marchaba repasaba sus pertenencias.

Complementando su reposo mental y espiritual la extraña pareja formada por Marcus y Calim se afanaban en intentar averiguar algo mas sobre los origenes de la espada mientras visitaban la biblioteca, encontrando en alguna ocasión a Kurgnor que rapidamente dejaba sus quehaceres para no revelar su busqueda personal, mas no encontrando nada nuevo ninguno de los tres, bajo la premisa del capitan de revelarles lo que habian descubierto solo cuando estubieran listos para partir.

De forma diametralmente opuesta Sargul disfrutaba de un descanso total y completo dejandose llevar por el placer de comer y beber, escuchandose no pocas veces sus berridos que intentaban canturrear algo entre trago y trago solo deteniendose para lanzar alguna palabra picante a las jovenes sacerdotisas que por alli deambulaban, ganandose por ello algun que otro coscorron por parte de Torvuc o incluso alguna colleja por gentileza de Bertha, siempre seguidos de alguna frase del estilo “no seas becerro, estas no son como las de tu tierra” o “la tentacion no entra dentro de sus necesidades, no seas necio y ocupate de tu estomago”

Tan solo Leo se mostraba algo mas taciturno que el resto, pese a denotarse en el gran actividad rasgando con su instrumento mientras componia largas y laboriosas estrofas narrando todo lo acontecido en aquel viaje, preparando su anunciada partida e intentando componer lo que deberia ser su obra maestra; mientras, la elfa, mas sosegada que de costumbre, se deleitaba con asearse como preferia y deambular con tranquilidad y parsimonia, dejandose llevar por la serenidad del lugar ya tan anhelada, recordando sus gentes y pensando en, quizas, un regreso a su hogar asi como en las posible repercusiones de vuestra gente sobre las hordas del norte, aprovisionandose de nuevas flechas por lo que pudiera ocurrir

Maestro armero Bienhallada Alantha, me alegro de verte de una pieza. ¿¡Asi que lo habeis logrado!? Realmente impresionante; me alegra que mis creaciones hayan contribuido a ello, de ese modo una parte de mi tambien libro esta batalla - sonrio con cierta nostalgia - Desde luego que haremos algunas mas, veremos si podemos agenciarnos algunas maderas mas sin que Bertha nos regañe - acabo con una sonrisa picarona

Fue de esta guisa, relajados y sin nuevos incidentes, disfrutando de unos gozosos dias de tranquilidad que casi os parecian un regalo de los dioses de lo poco acostumbrados que estabais a ellos, llego el dia en que el capitan os reunio para daros a conocer las novedades que tanto él como Bertha habian logrado recavar en aquellas dias sobre la espada…

Capitan Torvuc No ire con rodeos, sabeis todos que no es mi estilo. Esto no ha acabado y temo que no hayamos mas que tocado la punta del iceberg. La espada, o la llave de los Ancestrales como se la conoce en los textos antiguos, procede como ya sabiamos de los albores de los tiempos, forjada por los mejores herreros enanos en conjuncion con los mas poderosos magos elfos del momento, guiados por la tutela de los Ancestrales… pues bien, hasta hoy no habiamos encontrado nada al respecto que arrojara mas luz sobre el asunto, sabiendo tan solo que era un arma para abatir al caos en todas sus fomas…- mientras decia aquello Bertha asentia, en silencio, con los ojos fijos en Torvuc - Pues bien, ya sabemos donde encontrar su significado; alguno ya lo menciono anteriormente pero desoimos el consejo, ahora estamos seguros. La camara de Valaya, en Karz-a-Karak, y la Camara de la Sabiduria, en Hoeth, son los unicos lugares que guardan el secreto del arma si los antiguos grimorios no se equivocan… Alli me dirigire y estare gustoso de contar con la ayuda de quien quiera acompañarme en esta empres,a mas no pienso pedirselo a nadie; demasiado habeis hecho ya. En lo que ami respecta sois libres de ir donde querais y disfrutar de los dias venideros como mejor creais; vuestro honor y valia ha sido mas que probado, ya nada me debeis- sentencio mirando con fijeza a los miembros del grupo, en especial a Calim y a Radkuim, los dos unicos supervivientes del grupo inicial - Pero si que debo contestar con pesar a las palabras de Alantha… las hordas del Caos seguiran su avance, sin duda, pues me atreveria a decir que Be’lekor actuaba por cuenta propia solo para atraer el favor de los Dioses Oscuros sobre él. Si eligio este momento fue por ser el idoneo para su labor: las tropas del Imperio enfrascadas en la lucha en el norte, los enanos batallando con los pielesverdes y Mordheim sumida en el caos mas absoluto; de haberlo logrado habria conseguido una gran victoria… puede que mayor de la que creemos

Bertha Ciertas son las palabras de vuestro capitan y me honra decir que siempre sereis bienvenidos en este templo opteis por el camino que opteis, pues el servicio prestado no podra ser jamas devuelto. Considerar estas blancas paredes vuestro hogar de hoy en adelante… y sabed que a no mucho tardar, con el Señor del Pozo derrotado y la amenaza de Vingaard desterrada, la grandiosidad de Mordheim sera restaurada- añadio con una conviccion tal que ninguno dudabais de que pudiera ser capaz de hacerlo

La breve reunion acabo tan rapidamente como habiase inicado y al termino del dia presente no pocos fueron los que divagaron sobre el siguiente paso a dar, siendo tal vez el mas resuelto el bretoniano, quien ya habia logrado acometer su objetivo y tener en su haber una historia que contar a las generaciones futuras. El resto solo el tiempo lo diria…

Paso la noche sin contratiempo alguno*, salvo algun ronquido mas alto que otro, iniciandose el nuevo dia con el son de los pasos del capitan junto a la matriarca en el que se despedia de todos aquellos que no lo acompañaban con una muestra de efusividad y amistad que jamas habiais pensado ver en alguien como él** dejando patente que el viaje no solo os habia forjado como heroes sino tambien como personas.

Mi siguiente destino sera El Pico Eterno, Karaz-a-Karak; desde aquí seran dos semanas de viaje a traves de un terrotorio infestado de pielesverdes y otras alimañas hasta lograr llegar a los muros de la fortaleza enana. Visite el lugar una vez, de joven, como un simple emisario de mi orden, pero si llego a sus cercanis seran los enanos quienes me encuentren a mi, no hara falta buscarlos… ¿Quién viene? – su mirada se poso una unica vez en cada uno de vosotros, asientiendo con algo parecido a la alegria en su rostro ante los asentimientos y un apice de pena al ver aquellos que decidian no seguir - Que los dioses os protejan amigos, adios- se despidio sin mas, ajustandose el cinto un momento antes de iniciar el duro viaje que se avecinaba con sus desgarbadas zancadas

Atrás quedaba ya el niveo templo, asi como sus habitantes, internandoos una ultima vez entre las callejuelas derruidas de Mordheim que, pese a no estar ya sumido en sombras, aun guardaba seres peligrosos entres sus ruinas… fue tal vez la fortuna, tal vez los rumores o tan solo el aire resuelto del grupo ningun ser os salio al paso y aquellos que os vieron llegar rapidamente se escabulleron en sus agujeros, no dejando tiempo apenas a verlos permitiendoos llegar hasta las puertas de la ciudadela de la entrada en apenas un par de horas.

¡Alto! ¿¡quien va!?- rugio una voz desde lo alto del muro

¡Abrid las puertas, diablos! ¿acaso tenemos aspecto de criaturas oscuras?- mascullo molesto el capitan alzando el rostro desafiante

Sin mas palabras las puertas se abrieron lo justo para dejar pasar al grupo topandose ante ellos con una pequeña congregacion de guardias y mercenarios, todos asombrados por verlos de nuevo alli, no tardando en iniciarse los murmullos y cuchicheos a su alrededor, provocando no pocas miradas suspicaces hasta que una voz se alzo de entre el tumulto preguntando lo que todos querian saber

¿Sois vosotros los que habeis acabdo con el terror que moraba en el Pozo?- la mirada del capitan se clavo en aquel infeliz haciendolo tragar saliva pero, para vuestra sorpresa, su voz tronante se alzo por encima del gentio al tiempo que desenfundaba la espada, relampagueando con un leve estallido de chispas azuladas

Nosotros abatimos al demonio llamado Be’lakor, el Señor Oscuro que moraba en el Pozo, pero no sin gran sufrimiento y penurias, amigos perdidos y sacrificios dignos de heroes de leyenda

Muchos alzaron voces airadas, incluso alguna carjada, pero a medida que el grupo paso y su aspecto quedaba grabado en las retinas de aquellos incredulos la verdad se abrio paso en sus estrechas mentes, vitoreandoos en cuanto dejasteis atrás a la muchedumbre que se abrazaba entre ellos y saltaban llenos de jubilo, riendo y bromeando… el terror de Mordheim habia sido barrido y por fin podrian optar por recuperar sus hogares perdidos

Hariais bien en aprestar las armas e ir en ayuda de las hermanas de La Roca. Aun resiten y fue gracias a ellas que logramos acometer tan ardua empresa… estan deseosas de recibir nuevos feligreses que les ayuden a expulsar a las bestias que aun moran en la ciudad de una vez por todas en nombre de Sigmar- añadio a voces el capitan, sin siquiera girarse y siguiendo su camino hacia la taberna

Aquellas frases parecieron obrar milagros y en no mucho tiempo, ya con vosotros en el interior del antro, el sonido de un centenar de botas saliendo por los portones se hizo audible al son de las ya olvidadas notas de la guardia de Morheim; la Ciudad de los Condenados seria rebautizada y los hombres morarian nuevamente en ella.

El antro ya visitado en vuestra entrada a la mancillada ciudad hervia de actividad, pues no eran pocos los que habian entrado para intentar sonsacaros alguna noticia sobre lo ocurrido, intentar contrataros como guardias para alguna estupida mision en el interior de la ciudad o simplemente unirse al jolgorio. Rudalf, el tabernero, con un tono mucho mas cordial del que recordabais en vuestra ultima visita, se acerco raudo a serviros indicando que por hoy no teniais que pagar una corona por degustar los manjares del lugar, a lo que no pocos estallaron en carcajadas pues alli habia de todo menos manjares aunque por fortuna para vosotros el estomago estaba lleno gracias a las hermanas y apenas si pedisteis unas pequeñeces, basicamente por no desagradecer la hospitalidad y acallar los quejidos de Zeque que parecia siempr esta rdispuesto a llevarse algo a la boca, por muy saciado que estubiera.

Contando la historia algunos, eludiendo a los curiosos los otros, descansasteis un par de horas mas antes de que el capitan, con el animo dispuesto y el semblante menos serio de lo que os tenia acostumbrados, se hizo acompañar del tabernero a la cuadra donde los dos pollinos que comprara al llegar aguardaban tratados con mimo y esmero, pese al aspecto dejado del regente del lugar, el tipo tuerto y con una pata de palo.

Cargando a los pollinos con algunas provisiones, la mayoria compradas al propio Rudalf por una irrisoria cantidad, se coloco nuevamente ante el grupo y con gesto adusto os indico que siguierais a fin de dejar los muros de la ciudad atrás antes del mediodia… apenas salir por la puerta custodiada por las gargolas tiempo atrás tan amenazadoras como la entrada al propio infierno la vista de todos se giro hacia Mordheim, observando con satisfaccion como el aspecto macabro y tenebroso que antes tenia habia dado paso, simplemente, al de una ciudad devastada por un gran incendio.

Alguno entre vosotros emitio una frase que a buen seguro se cumpliria en aquel lugar remoto del Imperio ”Resurgira de sus cenizas, como el fenix, solo para alzarse mas brillante y esplendorosa de lo que otrora fue”

Con aquellas palabras aun flotando en el aire proseguisteis vuestro camino, dejando atrás la ciudad y a mano derecha el campamento midenheimer hasta que, en un punto indefinido del camino, Torvuc dio un nuevo alto, el ultimo antes del adios.

No me pondre sensiblero con ninguno de vosotros, pero sabed que no podia haber imaginado mejores compañeros para tan arduo viaje… ahora partid con mis mejores deseos, heroes de Mordheim, y que los dioses os acompañen vayais donde vayais- dijo con voz solemne, estrechando la mano a aquellos que partian hacia un nuevo rumbo - Ahora, hacia las Montañas del Fin del Mundo- sentencio antes de retomar el camino, silbando una pegadiza cancion que daba pie a iniciar una agradable aunque en apariencia interminable marcha, rumbo a las distantes montañas que rasgaban el horizonte en el este de lado a lado.***

¡Adios amigos! Cantare nuestra gesta para que todo el mundo sepa de vuestro valor, que la Dama os proteja alli donde vayais, suerte!!- se despidio el bretoniano con una afable sonrisa en los labios, alejandose al son de una hermosa tonada que se desprendia del rasgar de su instrumento

 

Notas de juego

* privado para Alantha
** narro en general, que cada cual opte por quedarse en el templo o marcharse, sois completamente libres de decidir que hacer y donde ir; pero si nadie dice lo contrario ireis junto al capi hasta la ciudadela de Mordheim, como minimo
*** aquí si, momento de las despedidas. Aquellos que quieran tomar un camino diferente al marcado por el capitan es momento de dejarlo claro y, si lo desea, añadir una despedida. Solo matizar que Leo abandona la partida, rumbo a bretonia, donde quiere erigirse como el mejor trobador conocido, iniciando su meteorica carrera con la historia de los heroes de Mordheim

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03/02/2011, 11:58
Leonardo Realier

La batalla proseguía, y mis compañeros merecedores de los más grandes honores pues su voluntad vencía los más gruesos muros.
Yo un bretoniano mundano, no merecía estar ante tal honorable grupo.... Mis débiles ataques apenas hacían mueca ante aquel endemoniado ser... y sus golpes, miserables e intrínsecos, dolían tanto físicamente como en el corazón.
Benditos compañeros que hacían merecedor el don de la libertad. Y yo.... yo tan solo podía ser protegido.... mi utilidad en el grupo ya inútil. Deprimido en mis adentros se apenaba mi alma, aunque volvía a levantarme. Y de nuevo, mis compañeros ahí estaban.

Pude ver incluso a mi dama, aunque no se si fue una nublosa visión de mi deseo por ser su lacayo. Nada me queda ya, ni honor, ni espíritu.... aunque si compañeros por los que luchar. Levanta Leo, ataca de nuevo una vez más me decía. Pues mis intentos solo servían para retrasar el ataque al resto. Ya me servía.... no podía hacer otra cosa, que distraer para que mis compañeros tuvieran mas margen. Pensé en tocar de nuevo una melodía, pero dudaba que fueran de ayuda en aquellos momentos de desesperación.

Entonces, tuve una revelación. Sabía que venceríamos, pero que mi camino, por el momento se separaba de el de ellos.... debía narrar sus hazañas, el trabajo en equipo de aquella gente. En mi tierra debían enterarse que las hordas del caos acabarían sus días en aquel lugar. Mi mera presencia, un caballero andante nacido en tierra de nadie era insuficiente ayuda... Maldito el día que no nací fuerte, pero bendito el momento en que los encontré. Mi dama, me había hecho abrir los ojos.... un laúd no es un arma de guerra, sino de historia. Yo narrare la historia de una guerra en la que todos perdimos, pero también ganamos. A la guerra iré empuntando mi valor por delante. Lucharemos y venceremos con mis compañeros de armas. A ti me entrego mi dama y si algún día me reencuentro con este grupo, espero poder aportar todo lo que ellos me aportaron este día......

Pero.... ¿que había pasado? Me había dado un fuerte golpe en la cabeza... y la batalla había acabado así como pude ver en mis sueños.... Tenía seguramente unas costillas rotas, y la cara algo desfigurada por los golpes acentuándome aquel mal aspecto un bulto salido de mi frente que no me dejaba ver por un ojo....

- Vaya.... siempre me pierdo la mejor parte – Dije al incorporarme rápidamente. Tal como me incorporé, caí nuevamente al suelo mareado. No se como ni cuando ni donde apenas. Se que estuve moribundo, con ayuda de mis compañeros caminando sin saber donde.... Sinceramente, no recuerdo como salí de aquel lugar, aquella debía haber sido mi muerte, y aun así, seguía en pié. Benditos los dioses.

Una vez despierto, miré a alrededor mío, y yacía en una cama blanda como los senos de mi amada..... Que bella imagen.

Se escuchaban ruidos en el salón y yo durmiendo.... bajé apresurado para poder afirmar que el grupo seguía vivo.... allí estaban todos alegres y divertidos. Una sonrisa salió de mi rostro.

En los días que acontecieron, fui seleccionando a mis compañeros uno a uno. Para entablar una pequeña conversación. Como una despedida algo mas sincera.

Con Zeque:

- Pequeño amigo!! Vaya.... como tu por la cocina?!?! – Dije con una sonrisa – Te debo un regalo, como acordamos... además por lo que he escuchado se rumorea que eres uno de los halflings mas valientes conocidos en la historia!! – Hurgué en mis bolsillos para sacar la armónica – Ten! Es tuya.... espero que sepas utilizarla igual de bien que utilizas tus manos pequeño bribón!!...... mmmm no Zeque, no es necesario que me lo cambies por nada.... es una promesa, recuerda que uno siempre debe cumplir sus promesas.

Con Atlantha:

- Atlantha, perdona que te moleste de nuevo. Siento como que no podía marchar sin reclamar tu atención.... no te daré clases de nada pues de seguro que mucho mas sabes que yo de la vida. Solo te pediría, que siguieras más los consejos de Calîm. Creo que eres una de las pocas que puede aportar cordura al grupo. No todos piensan antes de actuar.... recuerda que el orgullo es un gran pecado, pero con ayuda de los compañeros todos los pecados se pueden tapar.

Con Kurgnor, Sargul y Rakduim:

- Amigos.... por vosotros brindo!! Pues sois el puño que golpea con fuerza!! – Apenas los conocía, apenas sabía ni quienes eran. Pero grandes luchadores de fuerte espíritu.

Con Samuel:

- Querido Samuel!! Aun liado con tu invento? Ha fallado de nuevo verdad? Estoy seguro de que serás capaz de perfeccionarlo muy pronto. En este grupo ganaras confianza y sabiduría. Tu fuerza no recae en tus brazos sino en tu espíritu de superación.Con Marcus:

- Mmmmm.... oye! – Sinceramente daba respeto y a día de hoy aun no lo había visto sonreír – Nunca había tenido la oportunidad de hablar con un cazador de brujas... impresionante realmente... – No sabía bien bien que decirle, y el por la cara que hacía, tampoco que contestarme - .... bueno, me voy a dar una vuelta....

Con Calîm

- Hola Calîm, por fin se ha acabado, por lo menos por el momento.... gracias realmente a todos.... no fui capaz de decírselo al resto, no soy fuerte ni hábil.... necesito pensar sobre mis deberes. Iré a mi tierra a luchar por mi rey, a seguir aprendiendo y a merecerme tal compañía como la vuestra. – Pensé durante un rato y proseguí – Me voy, supongo que el resto se huele algo, aunque para la mayoría pasaré desapercibido.... Si nos volvemos a encontrar, las cosas cambiarán. Vuestras hazañas serán explicadas por la tierra de Louren.
.....

Y tras la partida del templo, hubo la separación.....
-Espero que volvamos a vernos compañeros, que vuestros nombres sean recordados.... fuerza y valor

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03/02/2011, 11:58
Alantha Lariada

- Sin duda fue obra de todos, maestro armero.

Pasé buena parte de los días con él, fabricando y montando innumerables flechas de plumaje blanco, de diferentes longitudes, grosor, pesos y puntas, así como ajustando el arco. Por la tarde paseaba por los claustros y patios, sola la mayoría de las veces, en ocasiones con Câlim, con quien la relación se había enfriado, y un cierto distanciamiento se hizo patente entre nosotros. Alguna vez me acompañaban dos hermanas novicias, preguntándome sin descanso aunque con discreción lo sucedido en el Pozo, y a menudo sobre mi tierra de abetos gigantes, verdes infinitos y torrentes de cauces indomables. Yo respondía con paciencia, breve en palabras y gestos, mis ojos revelaban mis emociones y hablaban por mí, expresando lo que era incapaz de hacer con palabras. NO pocas veces tenía a Zeque correteando a mi lado o preguntándome acerca de las flechas; estaba segura que me había sustraído como poco un par de ellas.

- Harías mejor en molestar a tu amigo el mago. Te ensañará algún truco, seguro. Y deja de robarme las saetas, ¿sabes que representa un trabajo delicado y arduo su fabricación? ¡pero qué sabrás tú de trabajar! Déjame en paz.

Taciturna solía reprenderle así, aunque cuando lo veía marcharse trotando cabizbajo me lamentaba por mi brusquedad.

No había noticias sobre la espada. No encontraban nada acerca de ella o de los manuscritos. Era como si Bertha y Torvuc se hubiesen agenciado los volúmenes adecuados dejando al resto en la ignorancia. Suspicaz, los observaba cuchichear, sin embargo no era vicio mío el expiarlos o acechar sus pesquisas. No obstante, me pasaba regularmente por la biblioteca para leer sobre Mordheim, el Caos, y el extraño Dios de mis sueños, la divinidad de los eslizones. Kurgnor se mantenía lejos de mí, en la misma mesa, enfrascado en sus lecturas, atento al menor detalle y a la densa escritura de los libros que examinaba con máxima atención. Me preguntaba que buscaba con tanta intensidad.

Mi cuerpo era fiel reflejo de las penurias sufridas, de los tremendos sucesos acaecidos, de las penurias arrostradas. Una ligera cojera en la pierna me irritaba en demasía, pero me animaba pensando que con el ejercicio físico al aire libre recuperaría la fuerza y pronto no quedaría apenas huella de la misma. Al menos esa era mi esperanza. Salía todas las mañanas y practicaba con el arco, más para relajar mi mente, no menos alterada, que otra cosa. Insistía una y otra vez acertando al blanco, sin fallar, sin desviarme. Siempre se puede mejorar, me decía a mí misma. Como arquera y como persona.

Aquel día, sentada en un murete, con una pierna doblada sujetándola cerca de mi pecho, escuchaba con atención a Torvuc. Asimilaba cuanto nos explicaba, cerrando los ojos ante las funestas noticias que ya presagiaba. Me alejé de allí, meditando, reflexionando. Tomé el arco, salí fuera, me ayudaba a pensar con claridad. Esa noche algunas dudas se disiparon y otras nuevas ensombrecieron el horizonte. La nueva raza…Los humanos. ¿Se refería a ellos? El resto del mensaje era evidente. Las visiones al fin ya no me daban miedo, no dejaban a mi espíritu en ese estado de perplejidad, angustia e inquietud en el que lo sumían durante la travesía. A pesar de que el contenido de las visiones no resultaba alentador y presentaba síntomas evidentes de que nuestros esfuerzos continuados proseguirían, todo resultaba más claro, bañado por una nueva luz argéntea, la misma que ahora hacía retornar la vida a la ciudad. Las dudas acerca del futuro quedaban despejadas igual que viento arrastra los grises cirros liberando el mar celeste del cielo de toda huella de sombras y oscuridad.

Nuevos retos, nuevos desafíos. Estaba preparada para ellos, todos lo estábamos. Tan solo quedaba decidir mi camino.

 

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03/02/2011, 11:59
Zeque Wilfur

Estaba feliz¡¡¡ Desde nuestra llegada al castillo blanco todos nos habíamos recuperado de las heridas y de la falta de alimentos… De forma asidua visitaba la cocina y los almacenes para reponer las pocas viandas que me comía de mi ahora siempre acompañante y abultada mochila… Las manzanas y las cebollas sobresalían por los bordes, pero no estaba dispuesto a volver a pasar apetito allí donde fuésemos, aunque por ahora me contentaba con pasear por el castillo… Continuaba subiendo a lo alto del campanario a ver las puestas de sol… Era un lugar hermoso y al parecer desde que habíamos eliminado al señor de los cuernos, el cielo aunque aún nublado y oscuro ya no daba tanta impresión como antes… Era como si la presencia maligna que flotaba sobre la ciudad se hubiese desvanecido con aquel remolino…

De forma asidua, iba visitando a todos los integrantes del grupo para preguntarles por su estado, aunque intentaba no pasar por el patio del castillo. Siempre había alguien más que dispuesto a que le narrase la historia completa, pero al parecer la gente no tenía paciencia… Al cabo de dos horas o se dormán o directamente se levantaban y se iban dejándome con la palabra en la boca… Pero si aún no habíamos llegado al enfrentamiento con el señor que se cambiaba de forma¡¡¡ En fin¡¡¡ Para colmo la gente decía que era un exagerado… Y que sabían ellos si no habían estado allí¡¡¡ Cuando les expliqué la batalla épica con el dragón de 10 cabezas hubo una mujer malcarada que insinuó que lo estaba inventando… que la última vez había explicado que habíamos luchado contra un ejército de minotauros… Aquella mujer estaba loca¡¡¡

La hermana Renata ya no se quejaba tanto y siempre estaba dispuesta a darme alguna de las galletas que recién salían del horno… Ummmm¡¡¡ Que delicia¡¡ Que aroma¡¡¡ Aquello era lo más cercano a estar en el cielo… Bueno¡¡¡ Lo más cercano era estar con esas galletas recién hechas en lo alto del campanario…

En varias ocasiones intenté acercarme a la biblioteca con Calîm y el señor de las estacas, pero siempre me hacían salir… Eso si¡¡¡ Educadamente¡¡¡ Pero me hacían salir¡¡¡

- Oye¡¡ ¿Y este libro de las tapas verdes de que va? ¿Y por que no coges aquel rojo de allí arriba? Es más grande¡¡¡ ¿Y habéis visto estos pergaminos? Upsss¡¡¡ Se han caído¡¡¡ No tranquilos¡¡¡ Yo los recojo¡¡¡ Anda¡¡¡ Se ha roto un trozo… Yo no he sido¡¡¡ Lo toque y se ha partido¡¡¡ Ey¡¡¡ Sin empujar…
Yo no se que diantres había tan importante en aquellos libros llenos de letras incomprensibles… Pero si no tenían ni dibujos¡¡¡ Estos dos eran más raros que un piojo verde…

La elfa siempre estaba paseando o haciendo flechas… Vale que eran su arma predilecta pero hasta el punto de solo hacer eso¡¡¡ Siempre intentaba distraerla pero acababa enojándose y echándome de su lado…

- Hola¡¡ Sabes que hoy solo he tenido que contar la historia 3 veces… Dentro de poco la gente ya no se acordará de nosotros… Espero que el señor de las canciones componga una rápido…Oye¡¡¡ Haces mala cara¡¡¡ ¿Quieres una manzana? Esas flechas son muy bonitas¡¡¡ ¿Me harás un arco? ¿Y me enseñarás a hacer flechas? ¿Y a disparar? Mi puntería no es mala pero siempre se puede mejorar…Que me vaya¡¡¡ Vale, vale¡¡¡ No me mires así¡¡

Bueno¡¡¡ Mañana volvería¡¡¡ Al final no le quedaría más remedio que aceptarme tal cual era…. Solo es que era una chica difícil, pero al final se haría mi amiga y compartiríamos unas buenas meriendas… Cuando estuviese más habladora le enseñaría mi escondite en el campanario…

El gigante Sargul era arena de otro costal… Cada vez que lo iba a ver estaba haciendo algo que me gustaba enormemente…Comer¡¡¡

- Hombre¡¡¡ Contigo quería yo hablar¡¡¡ Por cierto¡¡¡ Pásame el queso y ese trozo de pan que si tu no te lo vas a comer se pondrá malo… Ah¡¡¡ ¿Que sí te lo ibas a comer? No pasa nada¡¡¡ Pues pásame el salchichón… Dioses¡¡¡ ¿Eso que gritas es una canción? Pues será mejor que hables con el señor de las canciones… Necesitas mejorar tu entonación¡¡¡ Oh no¡¡¡ Serás guarro¡¡¡ Te has pegado un pedo¡¡¡ Puaj¡¡¡ Pero que peste¡¡¡ ¿Estas podrido o que…? Con que esas tienes eh¡¡¡ Pues toma¡¡¡ A ver si eres capaz de mejorar este….

Al final siempre se dormía o se ponía a hablar de cosas de su tierra y de las mujeres… De las mujeres me contaba unas cosas que me escandalizaban… Tras coger algunas cosas de la mesa me escabullía…

Con los enanos casi no se podía hablar… En varias veces lo intenté pero el de la cresta se había vuelto a sumir en su mutismo, tal vez motivado por sus heridas… En cuanto al de la armadura…

- ¿Me hará una armadura igual? ¿Con máscara? Pero la mía que sea aterradora, para que mis enemigos se asusten solo ver al destructor de demonios¡¡¡ Como¡¡¡ Si lo maté yo¡¡¡ ¿Y que? Que no la podría llevar por que pesa mucho¡¡¡ Soy capaz de soportar grandes cargas¡¡¡ Oye¡¡ Eso es una risa o es un ataque de tos¡¡¡ Si te estás burlando de mi ahora mismo iré por mi martillo “Repollo” y te daré una lección… ¡¡¡QUE NO TE RIAS MÁS¡¡¡

El señor de la escopeta siempre estaba ocupado con aquel extraño trasto escupe fuego…

- Hola señor Samuel¡¡¡ Veo que no hay forma de arreglar ese cacharro… Si quieres te hecho una mano… ¿Para que sirve esa llave? ¿Y esa? ¿Me dejas apretar a mi la tuerca? No¡¡¡ No he cogido nada… Anda mira¡¡¡ Pero si en mi bolsillo se había caído este muelle que buscas… Mira que eres despiste¡¡¡ Menos mal que se cayó ahí y no en el suelo que sino seguro que se pierde…

Pero al final, y con grandes muestras de nerviosismo siempre acababa haciéndome marchar, no sin antes hacer un recuento de todos los cacharritos y piezas que había por la mesa… Pero que tipo tan raro¡¡¡

El señor de las canciones que siempre era motivo de buenas conversaciones andaba un poco taciturno últimamente… En una de las ocasiones en las que me encontró de forma fortuita en la cocina me hizo un regalo…

- Es usted un adulador¡¡¡ – le dije poniéndome colorado hasta la punta de las orejas… - Desde luego sabe como hablar y ponerme nervioso¡¡¡ Una armónica¡¡¡ UAAALLLLAAAA¡¡¡¡ Pero que bonita¡¡¡ A ver como suena¡¡¡ Anda¡¡¡ Que bien… Ahora podremos componer canciones los dos juntos… Ya sabe que puede contar conmigo para ayudarle en esa canción que se que está escribiendo… Bueno¡¡¡ Si¡¡ Alguna vez le he espiado pero no para quitarle la letra ni nada de eso¡¡¡ Es que suena muy bien ese trasto suyo y la música me relaja… Por cierto esto suena a despedida¡¡¡

Al día siguiente apareció el capitán gruñón con no se que historia sobre el origen de esa espada suya… La verdad es que decían tantos nombres y palabras raras que casi no entendía nada… Solo dos palabras restallaron en mi cerebro… Hoeth y Karak noseque… Un nombre me sonaba a elfos y el otro a enanos… Seguro que eran dos sitios a los que quería ir y yo ardía en deseos de conocer tanto uno como el otro… No pude reprimirme antes de soltar en medio del silencio reinante:

- Cuente conmigo¡¡¡ Zeque el explorador y flagelo de Mordheim se dispone a partir hacia donde sea que haya dicho que va a ir siempre y cuando vayamos a uno de los sitios que ha dicho que quiere ir… Ah¡¡¡ Y que sepa que me es indiferente el orden de donde quiera ir siempre que vayamos a algún sitio chulo que sino... Es que no ir a ningún sitio es una tontería¡¡¡ Es como el que va por ir pero no va al final¡¡¡ - Pero ante la mirada del resto me callé…

La partida del templo fue triste… No obstante iba contento pues llevaba mi mochila repleta de comida (más todas aquellas cosas que el master se digne a hacerme entrega como consecuencia de mis continuas correrías), mi martillo en la espalda y una nueva daga en el cinto… Mientras todos nos despedían, solo la hermana Renata sonreía abiertamente aunque no entendía por que solo me miraba a mi… El camino hasta el muro exterior fue tranquilo a pesar de que algunas de las criaturas se asomaron ante nuestra comitiva, más ninguna se atrevió a atacar… Suponía que conocedoras de mi presencia preferían huir atemorizadas…

Ya en el muro, la gente se agolpaba a cientos expectantes ante la idea de que la ciudad estaba libre del mal que la había oscurecido durante muchos años… Muchos comenzaron a entrar e grandes grupos dispuestos a extirpar el mal de forma definitiva de la ciudad para poder reconstruirla en todo su esplendor… Otros de momento no se atrevían y solo se contentaban en escuchar nuestras historias…

Gracias a mis dotes conseguí un buen público en la taberna en la que habíamos estado antes de entrar en la ciudad… Allí les narré nuestro fabuloso combate contra 7 demonios mayores e infinidad de otros seres maléficos y aterradores y de cómo con gran fuerza y tesón había logrado abatirlos a todos con mi martillo y la ayuda de los demás…

Finalmente todo se dispuso para la partida… Primero me despedí del señor de las canciones intentando tocar una canción que había preparado con la armónica pero que tras unos segundos de tensa concentración, me obligaron a terminar… Luego, tras visitar la cocina de la taberna y reponer algunos alimentos, me hice con un excelente burro… Lo miré con aire crítico, comprobando con aires de conocimiento sus herraduras y su dentadura, aunque la verdad es que a parte de un hedor insoportable, aquel pequeño pollino estaba bastante mal alimentado…

- No te preocupes… Lucio… Yo me encargaré de cuidarte bien y de darte las comidas que toda montura debe de tener... ¿Te gusta Lucio? Pues listo¡¡¡ Lucio y Zeque cabalgan nuevamente hacia lo desconocido¡¡¡ - grité desenvainando la daga larga del cinto, aunque se enredó y cayó por los suelos. Ante la mirada divertida de los presentes puse mi mirada más hosca, aunque con ello solo conseguí que sonrieran más… Mientras alguien me volvía a entregar la daga, carraspeé y volví a levantar el arma… - Adelante¡¡¡ Seguid al explorador¡¡¡ Ah¡¡¡ Que no es por ahí… Por el otro lado¡¡¡ Vale¡¡¡ Es que no sabéis como minar mi autoridad…

 

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03/02/2011, 11:59
Calîm Nuruhuinë

Las heridas se cierran. El cansancio se recupera y pronto dejas de sentirlo. Los muertos no se olvidan. Es posible olvidar sus nombres, aunque a él nunca se le escapaba uno, pero sus rostros permanecen grabados en la memoria, aún vivos, con la expresión de alegría más común. Demasiado tiempo para no hacer nada, para pensar. Eso es malo. No era aficionado a dejar escapar el tiempo. Él, que había vivido tanto, sabía de la importancia del mismo y lo valoraba en buen grado. Por ello, una vez sanadas sus heridas y recuperada su movilidad, empezó a realiazar sus particulares gestiones.
Torvuc prometió hablar sobre la espada en el momento de partir. Perro viejo no cambia de costumbres. Buscando adelantarse a ese momento se perdió en la biblioteca viendo con claridad que el buen Marcus era tan impaciente como él. Se afanaron en buscar información entre pilas de libros sin hallar nada más que al pequeño Zeque, ese bribón que no respetaba ni los silencios de la biblioteca. De vez en cuando también veían a Maese Kurgnor. En alguna ocasión decidió acercarse a él, llevado por la curiosidad y el afán de ayudar, pero el enano se marchaba antes de llegar a él. "Ojalá con Zeque fuese tan sencillo". Cuando necesitaba pensar o estar a solas solía engañarle comentándole que había un nuevo guiso en la cocina. Aunque eso no siempre solía funcionar.
Disfrutó de algunos silenciosos paseos con Alantha. La mujer había cambiado. ¿O era él? Su trato, después de que ella los abandonase; Al joven Colt, al pobre Jonnas y a él. Pero él había perdonado. O más bien, había olvidado. Teniendo en cuenta las divisas que habían pasado juntos, aquel punto negro en su amistad no iba a suponer más que un pequeño escollo. Así que pasó de mostrarse distante y silencioso, a animado y abierto. Hablando de lugares que había visitado, comentando cuadros y estatuas del templo, así como disertando, de vez en cuando, sobre historias o chismes graciosos que había escuchado con demasiada frecuencia en tabernas humanas.
-...y el enano estuvo tres días esperando a que saliera alguien de una casa en la que no había nadie.-Remataba siempre con una sonrisa. Para sus compañeros aquella hazaña podía marcarles para bien o para mal. Para él, era un punto más en el largo viaje de su vida. No era el último, era lo único que sabía. La aventura le llamaba. El deber le dominaba. La justicia estaba clavada en su corazón y la bondad en sus palabras. Él no había cambiado.-¿Y que harás ahora?-La preguntó en uno de sus paseos. Ella era reservada. Lo respetaba. Él era hablador, tendría que respetarlo.-Seguro que tu gente te echa de menos y te necesita. Hemos viajado un buen trecho juntos y has visto una parte del mundo más cruel de lo debido. ¿Pero no has visto también un contrapunto heroico y bondadoso por cada hueco de maldad y crueldad? Hay mucha gente ahí fuera que necesita de tus habilidades. Por mucho que nos hieran.-Y se palpó el ojo perdido, ahora oculto por un pulcro parche, azul, veteado en blanco, a juego con su túnica.-Por mucho que nos engañen o nos lastimen, no podemos escondernos. ¿De que sirve un fuego en la chimenea del hogar si al mirar por la ventana ves el mundo arder?

Finalmente, llegó el día de la información. La información en general venía a decir que no había información, salvo en dos puntos muy concretos de aquel mundo tan torturado por la guerra. Karz-a-Karak y Hoeth. No sabía cual de los dos lugares le disgustaba más. El capitán habló con entereza. Ya no le debían nada. Rakduim y él habían cumplido su contrato. Estaba finiquitado. Su mente divagó durante unos momentos sobre los posibles derroteros de su vida tanto si seguía al capitán como sino. Había guerra. Allí a donde fuese su ayuda sería más que necesaria. No obstante, la espada, debía marcha por ella. Era importante, ya descubriría por que. Le motivaba, le espoleaba a seguir. Respondió a las palabras de la matriarca con otras de igual agradecimiento, ensalzando su labor al haberlos dado refugio, alimento, medicina y, porque no, también cariño y esperanza.
Meditando en su respuesta topó con el valiente Leo. Siempre era agradable hablar con él. A pesar de ser humano la música había abierto en él una sensibilidad que le hacía ser alguien razonable y bastante justo, alejado de convencialismos, dado más al romanticismo que a la crueldad de la vida. Les dejaba. Al menos partiría a buen lugar y con las ideas claras.
- Me apena vuestra decisión. ¿Qué puedo decir? No creeís ser fuerte ni hábil cuando en verdad sois de los pocos que han logrado salir vivos de esta alocada misión. No necesitas marchar a Bretonia para hacerte merecedor de nuestra compañía. ¡Ya lo eres! Recuerdo, en la batalla, que tras el entrechocar de las espadas se podía oir una tenua melodía, fuerte y clara. Una canción que nos llenó a todos de fuerza. Una canción que nunca olvidaré. -Suspiró, sonrió.-Ya que os veo decido os pediré dos favores. El primero, por favor, llevaros está espada con vos. Perteneció a un camarada vuestro y aunque he intentando darla buen uso que se escapa de mis limitados músculos. Tiene un emblema y una familia, pero podeís darla buen uso.-Así se desprendió de la espada de Sir Andrews.-El segundo favor que os pido. Por favor, tocad algo para mí. El silencio es agradable, pero esconde quimeras.-Quizás en ese momento, o quizás luego. Solo quería volver a oirle tocar. Terminó con él.-Cantareís nuestras hazañas. ¿Seguro que no deseaís venir con nosotros? Tendreís más historias que contar a vuestro regreso.-Le animó.
Quedó solo con sus pensamientos. ¿Marcharía con Torvuc? Esa decisión ya estaba tomada. Durmió bien esa noche. Al día siguiente todo estaba decidido.

El pequeño Zeque marcharía con él. Era valiente o temerario. No sabría decirlo. Él se limitó a dar un paso al frente, mirar al capitán y encojerse de hombros. Había preparado sus viandas y arreglado sus ropajes. Estaba listo para partir. El Pico Eterno. Ciudad de los enanos. Empezó a pensar con frialdad "¿En serio voy a meterme en el hogar de los enanos? Me ha costado ganarme el respeto de solo dos de ellos y eso que he combatido con ellos a diario. ¿Qué tendré que hacer para ganarme el respeto de todo un clan?" Allí no sería bien recibido. Pensó en Hoeth. Tarde o temprano tendría que volver. Su hogar, su tierra, su gente, su padre. Prefería a los enanos. Ellos le llenaban de orgullo y le hacían ponerse a la defensiva. Los suyos solo le ponían tristes. Si, con los enanos estaría bien.
Esperó las reacciones de los demás. No podría convencer al bardo, pero vería si podía arrastrar a los demás con ellos. Imaginaba que ambos enanos partirían con ellos. De los demás, no estaba seguro.*
Partieron. Dijeron adiós. Agradeció a las hermanas sus cuidados y sus atenciones. Alabó una vez más sus buen temple, a su dios y a su orden. Dio gracias por tener otro lugar al que regresar. Aquella tierra baldía tenía un nuevo faro, luminoso, que podrían conducir a esas gentes derrotadas hacia un mañana mejor.
-Así, dejamos atrás esta tierra. Vinimos cuando todo eran sombras y ahora solo quedan las Hermanas y su luz.-Cruzaron la muralla. Torvuc habló con el capitán. Al ver que ellos eran los héroes los soldados rápidamente partieron a socorrer a las hermanas. El poder d ela fama. Una gota de bondad que se extiende como una onda causa en medio de aguas plácidas. Un gesto, por pequeño que fuese, se multiplica. Así, una pequeña obra puede terminar convirtiéndose en un acto noble y heroico. Lo que ellos habían hecho debía inspirar a mucha gente. Algo bueno, algo grande. Había merecido la pena cada paso recorrido con sudor y sangre.
No sintió que les amenazaba ningún peligro en Mordheim. Era una ciudad conquistada. Así lo sentía. Empezó a temer por su vida cuando entraron de nuevo en aquella taberna. Y no era por los aventureros, hechiceros y viajeros que allí se apiñaban, sino por las viandas que allí servían. Sus mayores preocupaciones allí eran mantenerse alejado de las siniestras bebidas y, sobretodo, mantener lejos a Zeque de aquellos alimentos. El tabernero, que antes los veía como suicidas, los trataba como héroes. No se sentía como ninguno de los dos. Rechazó un par de trabajos como guardaespaldas y los encantos de una aventurera. Aquel era un mundo sórdido. Seguramente ninguna de esas personas sabrían del sacrificio y la grandeza de lo que acababan de hacer. Pocos lo sabrían. Para ellos solo eran otra leyenda. Pero ellos lo habían vivido. Lo habían sentido en sus carnes. Salió de la taberna para tomar un poco de aire.

Se alejaron de la ciudad. Torvuc se paró en medio del camino. Sabía lo que significaba. Algunos de ellos se marcharían. Era probable que no volvería a verlos. El bardo era una apuesta segura.
-¿Seguro que os lo habeís pensado bien? Habrá aventuras más acordes a vuestros cantares allá donde vayamos. No solemos luchar contra demonios todos los días.-Una sonrisa. Sabría que no vendría. Se despidió de él con un abrazo y un delicado apretón de manos.-Que la suete te sonría, noble Leo.-Él marcharía con Torvuc. Quizás fuese más un estorbo que una ayuda. Un elfo entre enanos. Podía ser un problema sin tener que abrir la boca. Aún les faltaba para llegar al pico. Ya se lo comentaría al capitán más adelante.
De momento, estaba lleno de optimismo. Zeque ya iba delante. Era el explorador. "Me pregunto si sabe a donde vamos". Sonrió.
-Adelante, Zeque. Te seguimos. Como siempre, dependemos de ti...

 

Notas de juego

*Como no sé lo que deciden los demás, no digo nada. Pero vamos, que aunque sea a bastonazos los intentará convencer...xd

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03/02/2011, 12:00
Alantha Lariada

Zeque quería un arco. Por nada del mundo haría tal cosa, estaba segura que la primera flecha iría a parar a la pierna de alguno de los neustros o a otro sitio peor. Pero tampoco le daba largas, no era mi forma de ser:

- No. No. No y no. No hay arcos paras ti. Ni flechas. Nada, ¿lo entiendes? Trae esa manzana, eso sí me apetece. ¿Quieres una misión importante? Cuida de Câlim.

Había que tomar una decisión. Câlim, con su buen humor de siempre, hizo como si olvidara lo sucedido. Yo lo guardé en mi interior. Esperaba que no saliese en los momentos difíciles y controvertidos, en esos instantes irracionales en los que la lengua es más rápida que el raciocinio. Él iría con Torvuc, eso ya lo sabía yo. Me hizo la pregunta. En la misma, se leía que deseaba que les acompañase. ¿Por él? ¿Por el grupo? ¿Por toda esa gente que mencionaba? ¿qué me importaban a mí todas esas personas cuando mi propia gente podía estar en peligro? Tal vez era sencillamente por él, sin embargo el veterano mago no lo diría. Ni yo le pediría tal cosa. Lo miré con intensidad a los ojos, luego esbocé una sonrisa. No había tomado todavía una decisión, me debatía entre regresar a mi hogar, amenazado por las hordas del Caos o continuar con los demás. Las palabras casi salieron solas de mi boca:

- No puedo dejarte solo en la fortaleza de los enanos. Te perderías.

Me alejé hacia mi habitación. Ya estaba. Iría con ellos. Me preguntaba, sumamente inquieta, qué sucedería en esos picos, rodeada de enanos por doquier. Me recorrió un escalofrío. Por la tarde, supe que Leo se marchaba, me encontró y se despidió de mí. Sus palabras me molestaron, me irritó, aunque sabía que no era esa su intención. ¿Cómo se atrevía a hablarme así?

- Tú procura mejorar tu arte. Cuídate.

Fui seca. En justicia, tampoco exacta. Leo había demostrado sus cualidades y su gran creatividad, colaborando igual que todos en esta hazaña.

A la mañana siguiente bastó un cabeceo a Torvuc para contestar a su demanda. Iba cargada con mi mochila, el gran arco y tres alhajas de excelentes flechas. Me despedí con un ligero abrazo del maestro de armas y otro más efusivo a cada una de las hermanas de batalla, en particular a Bertha. Esperaba poder verla de nuevo algún día. Incluso que viniese a mi país.

Bebí y mordisqueé una fruta en la taberna. Me propusieron un vergonzante trabajo y la respuesta que le di al tipo de la barba rala fue enseñarle un puñal que reflejaba la ira que manaba de mis ojos. Torvuc me puso una mano en el hombro y el tipejo hizo mutis. Salí afuera y me reuní con Câlim.

- Debiste aprovechar el momento con esa mujer, mago. El reposo del guerrero, dicen, jaja!

Me rei con ganas. No ya de la broma, sino por todo. Necesitaba reirme, soltar lastre, dejar que tanta amargura y dolor se desvaneciese en el aire límpido de aquel día.

- Disculpa.

Torvuc apareció sonriente, se reunió con nosotros dos. Entonces les dije a ambos:

-Tuve otra visión. La amenaza de los skavens persiste y hay algo que acecha en el Corazón Rugiente de la Montaña. No será un viaje fácil y los peligros no han terminado. No preveo un viaje de placer.

Nos fuimos. Vigilaba a Zeque, dejándole hacer. Ahora solo quedaba una exploradora, yo

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03/02/2011, 12:00
Calîm Nuruhuinë

Alantha vendría. Era un alivio. Entre tanto enano sería bueno contar con un apoyo. Ella bromeó. ¿Perderse él? Bueno, era posible. "Al menos nos repartiremos los insultos". Pensaba en aquella respuesta cuando su dueña apareció. Se encontraban fuera de aquella mugrosa taberna que tan poco le gustaba. Alantha debía compartir su gusto. Salió y bromeó. Una risa alegre, aunque un poco arrojada a la desesperada, llenó el ambiente. Él rio con ella. Al final, pidió disculpas. Él sonrió.
-No hay motivos para que te disculpes.-Se había sonrojado un poco.-Yo...bueno, nunca le haría eso a una dama o doncella. Estoy casado con mi deber....-Apareció Torvuc. Su presencia en aquel momento fue similar a un jarro de agua fría lanzado contra el rostro. "Este hombre posee el don de ser inoportuno".
Alantha le advirtió. Skavens, algo que mora en la fortaleza. Hubiera bostezado de no ser por respeto. Había escuchado esa historia, aunque con diferentes palabras, mil y un veces.
-Bueno, si este fuese un viaje seguro afirmaría que muchos de los que hoy viajan con nosotros marcharían a tierras más peligrosos. Si, pretende ser otra empresa peligrosa. Pero ¿Podría ser de otro modo?-Sonrió, como siempre. Un gesto básico, clásico. Siempre había motivos para ello.

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03/02/2011, 12:01
Samuel Colt

Una gran algarabía se habia formado en la Roca y desde nuestra llegada, todo eran risas y abrazos, habíamos derrotado a un gran mal… mas por las palabras de Bertha y de Torvuc aun había trabajo para hacer. Mientras todo esto pasaba, yo me distancie del grupo y me encerre en la biblioteca, repasando mis armas y creando alguna bomba por las que había usado durante el ultimo tramo hacia el infierno… Durante mi repaso de Absolucion, y con las nuevas balas prepardas recordé varios combates en los que las balas de Marcus habían provocado un verdadero dolor entre los demonios, asi pues suponiendo algún tipo de bendición fui a ver a Marcus.

Habia repasado sus armas, eran un tanto viejas, pero de una potencia nada despreciable, después de varias acometidas y de desmontar la parte referente al percutor… me di cuenta de algunos cambios que podría darles, cambio del muelle de percusión, quitar el rodamiento, inferior para asi provocar una mayor velocidad del proyectil, cambios nada despreciables y siempre teniendo en cuenta aumentar su potencia de disparo.

- Buenas Marcus, tus armas ya están repasadas, he conseguido alguna variante aumentando ligeramente la potencia, mayor precisión y tal vez menos retroceso… - me sonrojaba un poco. – No suelo usar armas que no sean mias y menos de alguien como vos, la pistola no estallara pero si después de algunos disparos no os convence decídmelo… veréis… me gustaría preguntaros una cosa… Vuestras balas durante los combates refulgían y hacían verdadero daño a los demonios… podríais decirme ¿como conseguir lo mismo? – Mis ojos estaban radiantes ante la posibilidad de conseguir semejante información… si aun asi el cazador de brujas se negaba se lo preguntaría a Bertha.

Los días pasan, desde mi puesto en la biblioteca veo aparece de vez en cuando al enano Krugnor, siempre afable en sus palabras hacia mi y de la misma guisa yo hacia el, parece buscar algo pero recuerdo las formas, si el no pregunta tu no te acerques… recuerdo algún que otro motivo de discusión en otra biblioteca por ese mismo motivo. Tambien veo al bueno de Calim y al capitán, este ultimo acompañado de Bertha, en alguna ocasión me miran con suspicacia, sea lo que sea que estén buscando no quieren que sea publico ni conocido hasta el ultimo momento, mas yo paso de ellos y me dedico a Absolucion y a mis nuevas creaciones.

En un determinado momentos, nos llaman a todos a la sala principal, ahora que estaba a punto de acabar, bueno… a ver que quieren… allí en el centro esta plantado el capitán, sin lugar a dudas recuperado de sus heridas al igual que yo y elr esto y a su lado, la dura y amable Bertha, nos hablan de la espada con la que derrotamos a Bel’Akor… parece ser que es mas que una simple arma… que fue creada en la antigüedad para ser azote de caos… eso me suena genial, donde este ese arma habrá enmigos del caos que matar… y eso ayudara a mi venganza y a mi nacimiento como otra cosa que no sea simplemente el “loco ingeniero” Samuel Colt…

Me adelanto con mas decisión que en otros momentos de mi vida.

-Si buscamos las raíces de ese arma… ¿nos encontraremos mas demonios y cosas del caos? – Escucho la respuesta, no es una afirmacion clara pero las probabilidades son grandes… sin necesidad de pensar me doy media vuelta mientras unas palabras salen de mi. – Entonces yo me apunto… aun hay muchos demonios que no han visto a Absolucion… - Sin mediar mas palabra me dirigo de nuevo a la biblioteca.

Nos ponemos de nuevo en marcha, atravesando las ruinas d eantes grandiosa Mordheim, al menos ahora su corrupto corazón esta muerto y lentamente mataremos el resto de la infección, a fuego y acero… una sonrisa asoma a mi rostro, es lo que se merece el caos… Al llegar a las puertas dirigo mi mirada mas feroz a un par de guardias, los mismos que antaño digeran que no duraría ni cinco minutos, lentamente atravesamos un grupo de individuos allí congregados y cuando las palabras que narran lo que hemos hecho surgen dela boca de nuestro capitán… todo es locura y felicidad aunque necesitna de unos minutos para darse cuenta de lo que hemos hecho y lo que significa. A mi me da igual, quiero poneme en camino mas el capitán quiere parar en una posada, asi pues no digo nada y me pongo con ellos.

El tabernero desea darnos de comer y beber y aunque algo cogemos no es demasiado, incluso las hermanas encerradas en mitad de ese sitio tenían mejores viandas que este hombre, aun asi la taberna eta llena con gente haciendo preguntas e intentando sonsacarnos cosas, al principio me abruman pero al ver a Krugnor como consigue evitar que se le tiren encima opto por la misma solución, cara de pocos amigos… cosa que dudo ser capaz de hacer y mano cerca de mis pistolas.

Cuando por fin nos ponemos en marcha llegamos hasta las puertas de la ciudad, aun recuerdo a la comitiva de enanos allí mirando como voy a mi destino con los ojos ligeramente enturbiados… si pudieran veme ahora seguro que no se lo creerían… una fugaz sonrisa de felicidad asoma a mi rostro, cuando escucho unas palabras me giro para ver quien las ha pronunciado per no soy capaz de averiguarlo… han sonado como una premonición…o algo asi…

Mas pronto el capitán se gira, sacandome de mis cavilaciones, para dirigirnos unas palabras, tiene toda la pinta de un general de un ejercito… Hoeth o Karak-a Kazak… mejor el segundo, los enanos son mas fáciles de entender, al menos para mi y durante el camino pieles verdes… o como los llamamos los humanos… orcos, se poco sobre esas criaturas parte de los visto en Mordheim… veremos que tal se porta Absolucion…

Veo acercarse al bardo, no he tenido mucha relacion con él, pero me parece un buen hombre, escucho sus palabras de despedida… - Muchas gracias buen amigo… pero si yo he de hacerme famoso por vuestras palabras y actos, haced vos lo mismo pues habeis sido un valeroso aliado ahí abajo… tanto o mas que yo mismo -una sonrisa asoma a mi rostro – Y sobretodo que la dama os acompañe en vuestros viajes y en vuestra vida. – le cogería por el hombro para darle un pequeño apretón

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03/02/2011, 12:01
Marcus Wolfram

Los días de espera se le hacen eternos, aunque procura aprovecharlos para descansar, necesitarán reponer bien las fuerzas para seguir luchando. Llevaba años sin pasar tanto tiempo en el mismo sitio, quizás desde la infancia. Otra sensación extraña más, últimamente tiene muchas. Decide refugiarse en la biblioteca hasta el día de partir.

Calîm también está allí, ignora si busca la misma información, otra distinta, o simplemente la paz de la biblioteca. Si se para a pensarlo, a él también le gusta el silencio reinante, o tal vez la soledad, no está seguro.
Silencio, calma, paz… meras ilusiones cuando aparece Zeque. El renacuajo necesita la actividad tanto como el comer, y necesita comer mucho. Sigue preguntándose cómo pudo acabar en un grupo de mercenarios en busca de acabar con los demonios de una ciudad maldita. Por más que lo piense no consigue entenderlo. Ya preguntó antes de partir hacia la misión anterior. La respuesta fue poco satisfactoria. Quizás solo buscase aventuras. Marcus consigue abstraerse un poco del revuelo, hay tanta información allí…
-¿Alguna vez habías visto una biblioteca más grande?- Ni siquiera presta mucha atención a la respuesta, ha preguntado sin pensar.
En la siguiente visita de Zeque decide probar un método distinto. No le salió demasiado bien con la estaca, aunque al menos consiguió darle un arma, quizás ahora obtenga mejores resultados. –Sirven todos los libros, Zeque, también ese que tienes. ¿Quieres echarnos una mano?, busca dentro cualquier relato sobre la espada de Torvuc-. Así lo mantendrá entretenido o lo aburrirá… sospecha que lo aburrirá.

En algún momento el bardo se acerca hasta él. Marcus nunca ha dominado las conversaciones casuales. “Llueve ¿qué te parece?, yo prefiero los días soleados”. Jamás ha entendido el placer que encuentra la gente en ellas. Ahora tampoco. Por lo general no respondería, asentiría sin más, pero el bardo parece tener algo que decir, aunque no llega a hacerlo. Tampoco ha entendido jamás los rodeos de la gente. De forma excepcional, decide tomar él la palabra. –Piensas componer canciones sobre lo ocurrido, ¿verdad?- Le gustan ese tipo de canciones, aunque nunca lo haya dicho. Siempre es agradable llegar a una taberna donde alguien narra las aventuras de héroes capaces de internarse en la mismísima boca del infierno. Le resultan inspiradoras. –Procura hablar bien de los caídos, que la gente sepa los motivos por los que vivieron y murieron- Dicho por otra persona sería algo como “creo que tienes talento, seguro que tus historias se escucharán de boca en boca durante mucho tiempo”. Dicho por él… suena bastante peor.

Samuel también le busca. Es curioso, por lo general la gente trata de alejarse. Suelen tener curiosas ideas sobre los cazadores de brujas. Los tienen por asesinos sanguinarios, torturadores, fanáticos… no sabe de donde han sacado todo eso… -bueno… tal vez sea cierto… en parte-. La voz del ingeniero le saca de su breve momento de introspección.
Ha mejorado las pistolas, o eso dice. Marcus las agarra sin muchos miramientos. Hace un par de disparos sin pólvora ni munición. No entiende demasiado bien la jerga técnica de Samuel, pero está hablando de una mejora en la potencia y la precisión. Marcus sonríe como suele hacerlo, de forma poco tranquilizadora. –Excelente- El peso ha cambiado, pero nada importante. –Las hermanas son más indicadas que yo para eso- no siente ningún reparo al decirlo – Lo único que hago es pedirle poder a Sigmar. Si él me considera digno, y considera digna mi causa, me concede una pequeñísima parte de su fuerza. Las hermanas son capaces de hacerlo bastante mejor- Espera que le baste. Marcus querría poder ayudar por si mismo, pero sabe que Bertha y sus seguidoras son más capaces.

Reemprenden el viaje. Torvuc les da a elegir si seguir con esta misión o escoger cada uno su propio camino. –Voy con vosotros- Nunca ha sido muy dado a los discursos, eso tendrá que bastar. Tan solo necesita asegurarse de entrar en la primera armería y comprar un par de armas para reponer las viejas. Una espada, una daga, un par de cuchillos… de las estacas ya se ocupara él

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03/02/2011, 12:02

Nuevas decisiones

El antes numeroso grupo empezaba a consolidarse como un fuerte y unico bloque que, aunque mermado, proseguiria junto alli donde el destino quisiera llevarlos pese a las penurias que el camino deparara y a la siempre presente amenaza de la guerra del norte, ahora tan distante pero a la vez tan cercana.

Dos largas semanas, al menos, de dura caminata era lo que aguardaba a aquellos que habian optado por desvelar la verdad sobre la espada junto al ceñudo capitan mercenario y pese a la nueva vision de la elfa, en la cual advertia a sus compañeros de los peligros que acechaban, nadie se echo hacia atrás e incluso animo a mas de uno a tomar el camino con mayor resolucion. Si habia alguien que no los considerara heroes realmente era porque no los conocia.

Siguiendo el ligero trote del pollino que hacia las veces de montura al alocado Zeque iniciasteis la marcha dejando atrás la ominiosa ciudad, ya no tan descorazonadora como fuera antes, bajo el dosel azul claro de un cielo despejado sin un atisbo de nubes en varias millas a la redonda, siendo la unica macula en el firmamento la interminable cadena montañosa que debia acompañaros ya durante todo el trayecto.

Torvuc Si la memoria no me falla, desde Zhufbar podremos tomar rumbo a Karaz-a-Karak por la antigua carretera enana, aunque para ello deberemos ganarnos el favor de la Antigua Raza, pues el camino no es otro que la ruta subterranea… si logramos que nos permitan el paso eso nos ahorrara varios dias de viaje por la superficie.- dijo mirando a ambos enanos, como queriendo ratificar sus palabras

Kurgnor- Asi es humano; todas nuestras ciudades estan unidas bajo tierra por la antigua carretera enana para poder abastecernos en caso de asedio, como es el caso. Pero si los rumores son ciertos y los pielesverdes atacab nuestro reino ancestral sera dificil que nos permitan pasar… mas con ellos- añadio señalando con el menton a los dos elfos del grupo

RadkuimSiempre podemos atravesar Sylvania. Seguro que al cazador de brujas le hara ilusion jajaja- añadio el matador con su tono belicoso de siempre - O viajar hasta Karak-Kadrin, la torre de los matadores; desde alli podriamos tomar la ruta subterranea.

TorvucKarak-Kadrin ya esta en guerra con las tropas goblinoides y preferiria evitar la tierra maldita de Sylvania, en especial despues de nuestro encuentro con Vingaard. Si los enanos no nos permiten el paso deberemos decidir entre Sylvania o dar un rodeo por las tierras oscuras, aunque eso implicaria perder mucho tiempo… pero tal vez debieramos plantearnoslo antes de llegar; es posible que entrar en Zhufbar sea imposible si la guerra ha llegado a sus muros- acabo la conversacion el capitan con un semblante que no presagiaba nada bueno

Dejando al grupo que discutiera sus preferencias y tomaran alguna resolucion el capitan prosiguio la marcha seguido de cerca por el resto, interesandose de tanto en tanto en la conversacion aportando datos tales como que las tierras oscuras eran la morada de los enanos del caos y bestias peores, que pese a eso eran muy posible pasar desapercibido o que en caso de tomar esa ruta os acercariais, y mucho, a dos de las guaridas de pielesverdes mas grandes que se conocen, el Monte Gunbad, una antigua fortaleza enana, y el Monte Grimfang, una enorme roca fortificada plagada de orcos, lo que provoco no pocas maldiciones entre ambos enanos

De esta guisa, con las posibles alternativas del futuro del viaje danzando de boca en boca, llegasteis al termino del primer dia de viaje con las ultimas luces del alba rasgando el lejano oeste mientras que las cada vez mas proximas montañas empezaban a copar vuestro campo de vision. Las historias sobre aquella enorme cadena montañosa no eran pocas y sobre ellas se rumoreaba eran el hogar de las antiguas criaturas del mundo conocido, tales como serpientes aladas, trolls de piedra e incluso dragones

Haciendo un alto en medio de la pradera que ahora regia el paisaje preparasteis una pequeña fogata a resguardo de un pequeño grupo de piedras y os dispusisteis a tomar algo de las provisiones facilitadas por las hermanas asi como la compradas en la taberna de la propia Mordheim, ultimo recuerdo de aquel oscuro lugar, con la premisa de que el fuego no creciera en exceso para no atraer atenciones indeseadas

TorvucEstamos en territorio goblin; aquí los jinetes de lobo abundan y los pocos humanos que restan son bandidos que cogen las migajas que dejan atrás los pielesverdes. A partir de mañana deberiamos evitar los fuegos… hoy aun no me preocupa- añadio entre bocado y bocado el capitan - De todas formas habra que montar guardias; yo hare la ultima

Tras organizar las guardias nocturnas, cada cual a su manera, fuiste acomodandoos entorno a la pequeña hoguera resguardandoos del frio de la noche mientras dejabais que las horas pasaran de manera tranquila entre ronquidos, resoplidos y algun que otro gruñido al notar algun guijarro molesto, pero salvo aquellas minucias nada mas ocurrio en las horas de sueño del grupo

Ya por la mañana, con las luces del alba rayando la linea oscura que dibujaban las Montañas del Fin del Mundo, la voz del capitan y algun que otro puntapie a los mas holgazanes os indico que nuevamente habia llegado la hora de partir, esta vez ya adentrandoos en territorio de nadie casi esperando ser presa de algun tipo de ataque en cualquier momento.

A medida que avanzabais el terreno, antes llano por completo, fue adoptando poco a poco las irregularidades tipicas de la zona premontañosa mientras el ambiente calido daba paso a un fresco que provenia claramente de las altas cumbres nevadas que ya se divisaban en las montañas menos elevadas, aderezando el viaje alguna que otra historia por parte de la incansable lengua de Zeque de las cuales dudabais que siquiera la mitad fueran ciertas.

Una de ellas en particular hizo que Torvuc riera de buena gana, cosa que ninguno de los presentes recordaba haber visto antes, lo que denotaba que el capitan habia pasado de consideraros simples soldados; ahora ya todos erais compañeros de pleno derecho y ninguno valia mas que otro a sus ojos, con lo que no dudo en explicar alguna que otra anécdota de aquellas tierras contagiado por el buen humor del pequeño bribon

Con aquel aire distendido y jovial transcurrieron dos nuevas jornadas completas sin qu eun solo enemigo os saliera al paso pese a que, en no pocas ocasiones, los restos de alguna carniceria relativamente reciente o algun saqueo desmedido daba clara muestra de la crueldad de aquellas tierras. Aquí y alla, en ocasiones, los restos de una cruenta lucha, a veces incluso entre los propios goblinoides, os ponian en tension y mirar enderredor en busca de unos enemigos que jamas llegaban a aparecer pero que era evidente que rondaban la zona

Anocheciendo ya el tercer dia las guardias volvieron a repartirse, sin mas luz que la proyectada por las estrellas y la creciente luna menor, de las dos que regian el firmamento, lanzando sus leves destellos sobre la reducida compañía de heroes. Mientras comiais algunas viandas de las cada vez mas mermadas provisiones la voz de Torvuc rompio el silencio una vez mas

A partir de mañana deberemos tomar un rumbo a otro, con lo que seria bueno que al amanecer ya estubiera decidido nuestro camino… según lo veo, podemos optar por atravesar la tierra de Sylvania en direccion a Zhufbar o bordear las montañas por el Paso del Perro Loco, internarnos en las Tierras Oscuras y llegar al Pico Eterno desde el Este.

Ante aquellas palabras los murmullos entre unos y otros se alzaron sin reparos mientras discutiais que solucion tomar, pero entre todos fue el norteño quien apunto algo que el capian parecia querer obviar

SargulPero podria se rque Zhufbar ya sufriera asedio… ¿entonces que?¿retrocedemos?

TorvucSi esta bajo asedio no quedara mas remedio que dirigirnos hacia el sur, abjo la sombra de las montañas, y atravesar el Paso del Fuego Negro dejando atrás Karak-Varn y rezar por que las criaturas que la invadieron no reparen en nuestra presencia- añadio agorero el capitan mientras los enanos alzaban nuevas maldiciones