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Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche

El Fin de los Tiempos

Capítulo 3: La sombra sobre Albión

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08/01/2013, 12:08

El barco de vapor, el Martillo de Tormenta, atravesaba las olas dejando detrás nubes de humo y gaviotas. Sus palas batían el oceáno, impulsándolo contra el viento a una velocidad que habría sido inconcebible en el caso de un barco a vela que navegara por aquellos agitados mares. A lo lejos, amenazaban enormes nubes de tempestad.

El grupo al completo, excepto el matador y el maestro cervecero llamado Dorack, reclinados en la barandilla, contemplaban el mar que rompía contra la amura mientras el revoltoso mar hacía que el barco se alzara y bajara como un caballo encabritado, para diversión de Zeque que no podía reprimir de tanto en tanto dejar ir un gritito de alegría y emoción. Cabalgando en la onda de proa, un grupo de delfines seguía con facilidad al barco, saltando fuera del agua y volteándose en el aire para enseñar sus vientres, antes de caer nuevamente al agua entre salpicones. Tal era su velocidad que daban la impresión de volar bajo el agua, más que nadar. El simple hecho de mirarlos en aquel relajado momento de descanso hacía que os sintierais felices, aunque erais incapaces de determinar la razón precisa de ese contento. Tal vez se debía a la carencia de problemas, o a las caras de los esbeltos animales, que algo en la forma de sus bocas hacía que pareciesen sonreír, cosa que encajaba con la exuberancia de su movimiento y contrastaba con las expresiones de los enanos que os rodeaban.

Jamás habíais visto un grupo de aspecto más desdichado, a pesar de tener abundante experiencia con una raza que se especializaba en la lobreguez y pese a que todos los allí presentes eran marinos consumados. La mayoría de aquellos enanos presentaban un aspecto ligeramente verdoso, y varios acababan de regresar tras haber vomitado por encima de la borda. Desde donde estabais, podíais ver una hilera de ellos que, inclinados por encima de la barandilla, vaciaban en el mar el contenido de sus estómagos. Mientras hacías todo lo posible por no prestar atención a los sonidos de vómito, algunos os preguntasteis si sería aquella la razón por la cual las gaviotas seguían al barco, para conseguir comida.

Por vuestra parte comprendíais la desdicha de los enanos. Durante los primeros días transcurridos desde que zarpasteis del puerto de Barak-Varr, cuando el Martillo de Tormenta se encontró con las agitadas olas del golfo de Arabia, vosotros mismos habíais sentido algo de ese malestar, siendo los menos afectados los dos elfos que casi parecían saber cómo moverse según el compás marcado por la olas. Habías pasado algunos, en el peor de los casos, varias horas sentados en los camarotes, intentando retener firmemente el contenido de vuestros estómagos. El mareo había sido tan potente como la resaca que sigue a tres días de borrachera ininterrumpida. Luego, de modo tan repentino como había comenzado, cesó. No os sentíais exactamente bien, pero os habíais adaptado, cosa que a los enanos estaba costándoles más. Daba la impresión de que, como raza, eran particularmente propensos al mareo.

Calîm recordaba haber leído en alguna parte que los enanos, al estar unidos a la elemental afinidad de la tierra, no eran recibidos con cordialidad por los dioses del mar. Ésa era una teoría; otra decía que la misma sensibilidad del oído interno que a los enanos permitía determinar la profundidad y la distancia de modo tan infalible cuando estaban bajo tierra, los hacía vulnerables a los movimientos de balanceo de los barcos. Cualquiera que fuese la razón, vosotros mismos os encontrabáis en posición de confirmar que era una realidad.

Mirasteis entorno buscando al matador o al maestro cervecero sin ver a ninguno de los dos por ninguna parte, que si bien el segundo seguía siendo tan arisco como todo enano que se precie, si era cierto que había adquirido cierta afinidad con el grupo… aunque solo fuera por el hecho de dormir en el mismo camarote.

Sin duda estarán bajo cubierta inspeccionando los motores, o tal vez hayan espitado un barril de cerveza- comentó con desgana Darwell tras levantar ligeramente la cabeza y comprobar que no estaban a la vista -Según he escuchado decir a algunos de los enanos, la cerveza es el remedio de todos los males, en particular del maero- añadió antes de sumirse en su mutismo habitual

Ciertamente, la mayoría de los tripulantes que eran capaces de realizar sus tareas olían a cerveza. Sobre el puente, el capitán Ahabsson se llevaba una jarra a la boca con una mano y descansaba su garfio sobre el timón. Mientras lo observabais se inclinó hacia delante y dijo algo a través de los tubos portavoz. Pocos segundos después. Como a modo de respuesta, sonó una sirena de vapor cuyo largo alarido solitario voló sobre las aguas, sobresaltando a las gaviotas que se elevaron un poco más. Momentos más tarde, un barbacorta, un enano joven, subió por la escalerilla hasta el puente, con otra jarra de espumosa cerveza en la mano. El capitán la contempló con expresión apreciativa unos segundos antes de empezar a beber

Ahabsson empujó una palanca situada junto al timón, y la respuesta del barco fue aumentar la velocidad y romper la ola siguiente en medio de una nube de gotitas saladas mientras orientaba su catalejo hacia el horizonte y estudiaba las nubes de tormenta. Tras ello se llevo a la boca un enorme altavoz de forma cónica, y bramó órdenes

¡Oídme todos!¡Asegurad las escotillas!¡Preparad las bombas de achique!¡Parece que se nos viene encima una de las buenas!

Los mareados enanos se incorporaron trabajosamente, se enjugaron la boca y comenzaron a moverse con pesados pasos para cumplir su cometido, al tiempo que cogían jarras y las llenaban con la cerveza de los barriles abiertos. Continuaban teniendo aspecto de mareados y borrachos, pero se movían con la determinación propia de los enanos, aunque su apariencia era la más extraña que habíais visto jamás. Algunos llevaban pañuelos en la cabeza y su indumentaria era un abigarrado surtido de harapos y galas. Otros iban descalzos y llevaban lo que podría haber sido la desechada chaqueta de un almirante bretoniano, sobre calzones andrajosos. Algunos tenían el torso desnudo y mostraban brazos y hombros bronceados, así como enormes zonas de vientre blanco cuando el viento, cada vez más fuerte, les apartaba la barba a un lado. Muchos llevaban garfios, patas de palo o parches oculares, y todos presentaban un surtido de cicatrices de aspecto villanesco. La mayoría tenía la barba y el pelo trenzados, y las trenzas rematadas por nudos sellados con alquitrán.

Algunos volvisteis la cabeza hacia las oscuras aguas comprobando que los delfines se habían desvanecido como si no hubiesen existido jamás. La razón se hizo evidente. Una cabeza enorme había hendido la superfície: ¡Un leviatán de las profundidades! La cabeza fue seguida por un largo cuello sinuoso y un corpachón descomunal. La bestia era casi tan enorme como el barco, con una boca capaz de tragarse a un hombre. Miró a la nave con malévolos ojos redondos, como si quisiera desafiar a aquel intruso que había entrado en sus dominios. Escupió un grandioso surtidor de agua y se desvaneció bajo la superfície. Lo último que visteis de él fueron las aletas de su gran cola, antes de que también ésta se hundiera en las profundidades. Al parecer, incluso los monstruos marinos tenían el suficiente sentido común para evitar la tormenta que se avecinaba… de forma inconsciente os alegrasteis de que el ser hubiese desaparecido antes de que alguien llamara a Rakduim para que lo desafiara.

Notas de juego

Llevais casi dos semanas a bordo del navío. Dormís todos juntos en un camarote común junto a la sala de máquinas y las cocinas. Podéis narrar cuánto gusteis vuestras peripecias en el barco, sin pasaros, teniendo en cuenta que estáis allí como trabajadores, con lo que el fregar la cubierta y los pasillos, limpiar los platos, remendar la ropa y hacer la comida son trabajos más que rutinarios para vosotros.

Sobre el mareo. Durante los tres primeros dias todos excepto los elfos estais muy mareados (ellos dos solo sienten un ligero malestar). Pasados los tres primeros dias todos os acostumbrais al vaivén del barco salvo los dos enanos, que permanecen en un estado perenne de malestar

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09/01/2013, 11:53
Zeque Wilfur

ZEQUE

 

Escuché atentamente las palabras de Calîm sobre convertirse en pirata… Me pareció que tal vez me estaba tomando el pelo, pero aún así la idea excitante de corretear por las velas y los mástiles de los barcos era algo que me inquietaba y me hacia vagar la mente en busca de mares y monstruos perdidos…

De camino hacia el barco que nos tenía que llevar a no se donde… aproveché para comprarme un parche para el ojo así como una coleta postiza que me hizo mucha gracia sobre todo porque mi pelo era negro como el carbón y la coleta era rubia… pero aún así me hacía ilusión llevar una coleta recogida debajo de uno de los pañuelos que sin saber como apareció en uno de mis bolsillos…

Feliz como un niño con regalos nuevos y con un pincho de pollo y trocitos de cebolla adobada que alguien se había dejado en una escudilla olvidada, así como una manzana que el señor de las estacas quiso pero no le di, avanzamos entre el gentío, hasta llegar a un cascarón de acero y madera… Observé anonadado como Calîm andaba por la precaria pasarela hasta la cubierta ara saludar a un enano de aspecto feroz con un garfio en la mano…

- ¿Dónde están las velas? ¿Cómo se mueve esto? Calîm¡¡¡ CALÎM¡¡¡ Creo que hay algo que me he perdido y no se si me acaba de gustar…

Para cuando la voz del capitán del barco, que resultó ser el enano del garfio, sonó, mis peores temores se hicieron realidad… ¿Trabajar? ¿TRABAJAR? Y donde quedaban las aventuras de los corsarios y el viento moviéndote el pelo mientras avanzas hacia un horizonte plagado de tesoros y peligros… Observé una hermosa galera de manufactura humana con sus banderines ondeantes mientras varios marinos correteaban por las velas y las escalas de cuerda… Y luego miré las dos palas enormes a los lados del barco-caja y la enorme humareda que salía de la chimenea…

- ¿Eso es un barco?... ¿Y flota o está atrancado al suelo?

Por raro que pareciese no pude decir nada más mientras entre empellones y sonrisas avanzábamos hasta estar todos en cubierta. Allí mi amigo Calîm saludó con efusividad al capital del garfio mientras este nos evaluaba con su mirada… Su comentario fue de lo más hiriente¡¡¡

- Perdone¡¡¡ ¿Pucheros? ¿Ha dicho usted pucheros y cocinar? No es que no me vea capacitado para algo así, aunque soy más partícipe de comérmela que cocinarla… No obstante le advierto que está usted dejando todo mi potencial sin aprovechar… Sepa usted que soy Zeque¡¡¡ Llevo toda la mañana viendo como se trabajan en esos barcos y venía más que preparado para ser el mejor pirata… quiero decir grumete de toda la flota, pero su barco no tiene mástiles, ni velas, ni cuerdas, ni escalerillas de cuerda, ni.. ni… ni nada parecido a lo que tienen los otros barcos, pero de ahí a considerar que mi mejor sitio es la cocina…

Para colmo salió un enano malcarado con un delantal que me miró con cara de exasperación antes de marcharse ante la atenta mirada del capitán del garfio y su sonora carcajada…
Estaba tan absorto en todo lo que pasaba que no reparé en aquel enano que ahora estaba a nuestro lado junto al capitán…

- Perdóneme señor maese enano¡¡¡ No he reparado en el título que le han dado ya que mi cabeza estaba en otro lugar… por lo que veo muy cercano a la cocina junto a un enano que a toda guisa me cortará en trocitos y me meterá en el puchero… Pensaba que mi visita a la señora sacerdotisa resultaría más positiva, pero veo que desde que me marché de aquellas salas, las cosas han comenzado a empeorar… Mi nombre es Zeque¡¡¡ Zeque Wilfur¡¡¡ Avezado explorador, valiente guerrero de temple y coraje inigualable, arquero consumado con ciertas dotes escondidas de magia que estoy intentando controlar…y ya está. Aunque también soy temido por destruir demonios y dragones… aunque el segundo fue una pena… Pero vaya¡¡¡ No cal que use usted todos mis títulos… con Zeque basta y sobra. Pero perdóneme¡¡¡ Que modales son estos¡¡¡¡ Estoy acaparando toda la conversación y eso es algo inadmisible… ¿Su nombre es? Ah¡¡¡ Por cierto…¡¡¡¡ Esta jarra de cerveza ¿no será suya verdad? Me la acabo de encontrar no se como en mi mano…

Tras las presentaciones el capitán del garfio se empeñó en mandarnos a trabajar… Resignado, pues tras varios intentos de hablar con Calîm o los demás no surtieron efecto… caminé detrás del grupo… A la cocina¡¡¡¡ Menudo rollo¡¡¡ Así no era como yo me había imaginado las grandes expediciones marinas… Saqué mi armónica tocando un intento de canción melancólica que en su día me había intentado enseñar el señor de las canciones aunque más bien sonaba como una manada de gatos hambrientos… Iba a ser un viaje muy largo¡¡¡ Pero tal vez pudiese hacerles cambiar de opinión… Ummmm¡¡¡ Todo se vería¡¡¡ Lo divertido iba a ser cuando se enterasen de que no tenía ni idea de cocinar…

Una vez en alta mar, descubrí que lo que pensaba que era un amasijo de hierro anclado en el suelo, se movía gracias a las palas laterales que hacían moverse a la “tortuga de hierro”, como yo la había bautizado, a una velocidad pasmosa. Las olas acometían la proa del barco haciéndolo levantarse como un caballo encabritado para golpear luego levantando una cortina de agua salada espectacular, mientras infinidad de animales nos seguían… ¿Qué era aquello? ¿Un zoo marino o que? Peces, delfines… A saber la cantidad de pescados que viajarían cogido por debajo del barco… A pesar de todo los primeros días fueron duros y ese vaivén que en un principio había sido tan divertido había acabado por marearme, a mi, a mis amigos y a todos los enanos marineros… Cosa extraña, a Calîm no parecía afectarle y cuando le pregunté sobre el por que no supo darme una explicación razonable…

Los días se volvieron rutinarios y un tanto aburridos, solo rotos por los accidentes típicos y por el andar bamboleante de los enanos, los cuales no parecían adaptarse al movimiento de la nave… El primer día en la cocina fue por decirlo de alguna forma, peculiar… El cocinero jefe resultó ser un tipo rudo y bastante grosero que no paraba de beber cerveza mientras paseaba por la cocina como si fuese un dios en su tierra…

- Buenos días, señor cocinero¡¡¡ Mi nombre es Zeque¡¡¡ Al parecer han decidido que el mejor sitio en el que puedo estar es este… Pues bien¡¡ Aquí estoy¡¡¡ Espero que sea usted paciente pues nunca en la vida me dediqué a realizar este tipo de labores, aunque soy una persona bastante capaz y creo que podríamos llevarnos bien… Solo una pregunta. ¿Para ser considerado parte de la tripulación hay que caminar siempre con una cerveza en la mano? Por que si es así estoy dispuesto a asumir el reto¡¡¡  Que me dices¡¡¡

El viaje continuó sin mayores contratiempos hasta que el capitán garfio comenzó a vociferar todo tipo de órdenes sobre asegurar cosas, sujetar otras y guardar bajo cubierta otras tantas, por no hablar de unas bombas de no se que, tras lo cual le pregunté al señor de la escopeta si el tenía algo que ver con esas bombas de achique y que tipo de explosión generaban…

Ya para ese entonces caminaba por el barco como si fuese mío, aunque siempre fuera de la vista del capitán garfio, el cual me miraba con su mirada amenazante cada vez que me veía holgazanear… Aún así no pudo evitar que mirase asombrado a la infinidad de animales que nos seguían… Aunque ahora no habían delfines¡¡¡ Que raro¡¡¡

- UAAALLLAAAAAA¡¡¡ - Exclamé al ver aparecer a la colosal figura al lado de la tortuga de hierro - ¿Habéis visto eso? ¿Qué era? Por que si era un delfín es el más grande que he visto en mi vida? Voy a ver si puedo lanzarle algún hechizo para dormirlo y que suba a cubierta… Cáspita¡¡¡ Ya se ha ido¡¡¡ Calîm¡¡¡ ¿Sabes algo para hacer flotar a bichos grandes? Tal vez si le lanzamos una bomba de achique salga asustado…¡¡¡ Ah¡¡¡ Que no¡¡¡ Que esas no explotan¡¡¡ Pues vaya rollo de bomba¡¡¡

Un trueno sonó en la lejanía. Realmente el cielo estaba poniéndose negro como el carbón, allí en el horizonte. Las nubes, enormes y esponjosas, se movían furiosas tornándose cada vez más amenazantes, mientras destellos de rayos iluminaban a rato sus entrañas…

- Capitán garfio¡¡¡ Esto… No quiero ser agorero… Pero seguro que aguantaremos esa tormenta ¿no? ¿No podríamos rodearla? Yo me sentiría mejor… Pero como siga moviéndose el barco de esta forma, la cena de esta noche va a salir ya mareada¡¡¡
 

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09/01/2013, 15:37
Rakduim Piel de Dragon

Aquel odioso barco habia aparecido bajo mis pies como embrujo o fantasia, y vomitando como si echara hasta la primera papilla, senti en mi boca un agrio sabor a bilis, muy reconocido en mis ultimos años de vida por desgracia el sabor al fracaso y a la vida injusta que llevaba, acaso no habia nadie dispuesto a matarme en un singular combate ¡COBARDES! pense mientras nuevas arcadas me sacaban de mis pensamientos.

Cuando crei que todo aquello no acabaría, mi barriga se asento comodamente al cinturón que llevaba y la vida volvio a su sin sentido habitual, no estaba comodo sobre aquel tablón de madera ancho, pero los días de vomito sin sentido parecian haber acabado. Tuve una nota de nostalgia, por aquel taburete en el último puerto y las numerosas jarras de cerveza que me ofrecian por apenas unas monedas, que buena vida.

Pasarón los días, y el ejercicio de los brazos y el no pensar mientras se hacian los quehaceres de la vida de marino relajaban y acentuaban la información nueva, nuevo camino y nuevo lugar al que ir. Tuve algún rifi-rafe con los marinos, que por respeto o miedo no se atrevieron sino a burlarse por lo bajo lejos de mis oidos.

Sobre la quincena de días, descubri en el augurio de una tormenta que un Leviatan habia asomado el morro cerca de la vista de los ojeadores del barco, ninguno de los allí presente se ofrecio a avisarme para medirme en duelo singular contra el terrible monstruo capaz de partir el barco por la mitad con uno de sus tentaculos, algo fascinante en si mismo, así que con la cabeza apunto de estallar por el descubrimiento fui relativamente pausado para lo que era mi caracter a buscar mi hacha que descansaba por allí cerca y me dirigi a la proa, agarre el hacha con una mano y con la otra un cabo que allí habia busque en el horizonte a la criatura y estalle como un grano de maíz en la marmita:

¡VEN A MI CRIATURA DEL INFIERNO! ¡ATREVETE CON UNO DE TÚ TAMAÑO! - gritaba como si se me fuera la vida, el cabreo "in crescendo" y una vena en el cuello hinchada y peligrosa -¡AQUÍ TE ESPERO MAÑANA TARDE Y NOCHE! ¡COBARDE! -acaso no me llamarian cobarde, una tormenta era muy poco con lo que pensaba hacerle a la criatura si era tan grande como esperaba y si tenia el valor o la estupidez de aparecer -¡TE MALDIGO CRIATURA A TI Y A TODA TÚ ESTIRPE!- entre insultos lanzados al viento y mi torso escamoso, allí me mantuve firme al viento la marea y a ese malestar que allí seguia con la esperanza de encontrar al que me neutralizara para siempre.

Notas de juego

*Ojo con la ortografia, que había algunas faltas gordotas, un corrector o una leida antes de postear no estaría de más ;)

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09/01/2013, 17:35
Samuel Colt

Y por fin nos encontrabamos con el capitan de nuestro barco... al enano le faltaba una mano y muy inteligentemente la habia cambiado por algo un tanto... mas afilado. Aunque no era el obejto mas sofisticado, me gire para mirar la manod e Darwell estaba claro que el enano sabia lo que se hacia. Por sus comentarios deduje que la perdida de extremidades era algo bastante comun... en este barco.... mis ojos miran mas alla de donde señala el capitan... tiene que ser una broma.... un barco de metal, accionado a vapor.

Sin nisiquiera pensarlo atravieso el lugar por delante del capitan sin hacerle ni caso... me acerco al amarre y alargo la mano para tocar el casco cuando un enano con un delantal y cara de pocos amigos se cruza en mi camino. Solo los segundos que tarda en pasar se me hacen eternos. ... incluso antes de que el capitan diga de subir a bordo me planto delante de el. -Arrimaremos el hombro sin duda... pero, esto, ¿podria apartarse?¿Puedo ir a la zona de calderas verdad?¿y ver las helices?¿El rotor debe ser impresionante? Le importa si de paso hecho una mirada al casco... las tuberias, la disposicion de las calderas es esencial. -No dejo de preguntar y parlotear mirando al capitan hasta que me doy cuenta de que ya se ha apartado. -Anda... gracias, muchas....- Ni siquiera se me oye terminar la frase, simplemente cruzo a toda pirsa en direccion a la zona de maquinas.

El tiempo pas volando mientras estamos en este navio, los primeros dias han sido un infierno... tanto bamboleo y demas deberia acabar con cualquiera, pero ¡¡¡¡estoy en un barco propulsado a vapor!!!! Lo habia leido, sabia que podia hacerse... la idea era brillante incluso con el casco de meta, pero una cosa es la teoria y otra la practica.... En cuanto el mareo me lo permite, me dedico a revisar las valvulas, calderas y todo el entramado de tuberias que recorreran el armatoste si hay algo que pueda mejorarse o que pueda suponer un problema, se lo dire rapidamente al capitan o al oficial de maquinas.

Las tareas las hacia lo mas rapido posible... simplemente para asi poder pasar mas rapido mirando la maquinaria que componia esta bella obra de ingenieria. Y en cuanto mi mente dejase de estar tan embargada por semejante obra, revisaria mi armamento para dejar a punto por si surge algo. Asi como si es posible crear la municion que gastamos en las cavernas.

Ya habian pasado dos semanas, no dejaba de mirar las valvulas... y de revisar todos los aparatos que podia cuando decidi que era un buen momento para tomar algo de aire. Al salir la escena la de siempre, los enanos soltando todo lo que habian engullido en el desayuno por la barandilla... debia ser lo de que estar sobre el agua no era demasiado sano para esta raza. Me fije en que el capitan parecia combatir ese mareo a base de cerveza enana... como el resto de la tripulacion he de decir. Cuando de pronto el capitan nos indica que se acerca una tormenta... y una de las gordas porque cuando me giro para ver a que se refiere, me quedo simplemente pasmado en el sitio. Una criatura reptiliana que hace que nuestro buque parezca un cascaron esta en medio de nuestro camino, pero en lugar de atacar nos mira con sus malignos ojos antes de sumergirse para desaparecer.

-Estamos seguros de que se ha ido... que no va a atacar desde las profundidades.- Pero al ver la tormenta que se aceca... creo que entiendo perfectamente la velocidad de la criatura al salir corriendo... o nadando.

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09/01/2013, 23:58
Calîm Nuruhuinë

Le había parecido ver un fantasma. Cuando Sargul importunado por las palabras del capitán, lo alzó, rayos y truenos del más afilado de los metales podían haber estallado entre los dos. El capitán pudo hacer gala de la siniestra beligerancia a la que recurría con tanta asiduidad. No lo hizo. En lugar de ello fue como si lo hubiese visto, saliendo del bosque de Darkwad, áspero y orgulloso, rudo pero sensato. Torvuc había incentivado la motivación del bárbaro picándole allí donde más le dolía. Sargul, que era un buenazo, no veía el entramado de marionetista que el capitán había tejido alrededor de sus pies. Bastaba con recoger las cuerdas, y Sargul subiría al barco. Poco le importaba al capitán enemistarse con el norteño si conseguía que participase en la expedición. Le necesitaban. Sargul era su fuerza, el carácter. No se plegaba a ninguna norma civil y judicial, su única ley era la espada. Era el empuje que necesitaban.
La velada amenaza de Torvuc, al final, no empañó el momento. Sargul había hablado bien, con el corazón.
-Me alegro de que sigas con nosotros, compañero –dijo, sonriente, palmeándole las anchas espaldas.

El barco no le preocupaba. Pese a su total falta de estética era evidente que era regio. Agradecería tener una cubierta de metal bajo los pies cuando les atacasen los piratas o la marea enfurecida. Con ojos experto paseó su interés por la bruta tripulación del Martillo de Tormenta. Le costó encontrar marineros que no tuviera un apéndice cercenado o un órgano escondido tras un vendaje o un parche. Él ya había perdido un ojo por lo que su aspecto no difería mucho de sus futuros compañeros de fatiga. Aún sabedor de que sus siguientes palabras serían una necedad no pudo evitar contagiarse un poco de la superstición marinera, y hablarle a Marcus.
-Si algo me pasase a bordo, Marcus. Quiero que me atiendas tú. Nada de Sierracertera, ¿Entendido? - habló, medio en broma, medio en serio.
Saludó al capitán y mientras le estrecha la mano, o más bien mientras su mano era aplastada sin compasión por un cepo para osos velludo, se le ocurrió pensar en lo lejos que estaban el matador o el cervecero, mismamente, de uno de sus congéneres. El género de sus compañeros era bueno, agradó al capitán.
-No le hubiera mentido, capitán. Lo mejor de cada tierra endurecidos en los peores campos de batalla – y al menos, pensó, una cantina enana.
Rápidamente el capitán encasquetó a Zeque un puesto en la cocina. Era igual que meter una termina voraz en una carpintería. Raudo, se acercó al halfing, descendió hasta su altura y lo tiró levemente de la oreja para que escuchase perfectamente sus palabras.
-Ayudante de cocina, Zeque, no significa comerse toda la comida. ¿Entendido? Son enanos. No los provoques o te tirarán por la borda.
Sabía que su amigo no obraba como siempre obraba por malicia. Sus…instintos, por llamarlos de alguna manera, eran más fuertes que su sensatez o juicio, nada más. A veces se veía en la necesidad de recordarle que podía o no podía hacer, poniéndose en el papel de un mentor cascarrabias y aburrido. Era necesario. Por mucho que le agradasen las situaciones en las que Zeque se veía involucrado sabía que los enanos eran tan amigos de las bromas como las mulas de que les pinchasen el trasero.
Compartirían camarote con el maestro cervecero. No tenia nada en su contra pero dadas las palabras que habían cruzado el cervecero había dejado claro que no quería tener nada que ver con él y que cualquier vestigio de amistad que pudiese surgir entre los dos sería rápidamente mutilado por la agria personalidad del enano. Así fuese, no sería él quien lo molestase.
-Viajo mucho, capitán Ahabsson. No es fácil hacerme caer en una contienda verbal y jamás las provoco. Me alejaré de aquellos que nada quieren conmigo.-Se giró hacia sus compañeros.- Y no me dejéis en vergüenza. Este pasaje es nuestra única oportunidad de viajar hasta Bretonnia. Si hay que trabajar duro, lo haréis, ya sabéis lo que nos jugamos si no llegamos al reino de las brumas.
No subió al barco hasta que no lo hizo Darwell.
-Pronto estaremos en alta mar, rodeados de enanos. No me malinterpretes, no es que no confíe en ellos es que…-bueno, no es que desconfiase de la raza enana pero eran demasiados enanos en un espacio tan pequeño.-Bueno, ya sabes como son los enanos. Yo velaré tus sueños y tú velarás los míos. No me gustaría que nos hicieran alguna “trastada” solo por tener las orejas largas. Ahora que lo pienso, tú manco, yo tuerto ¡Eh, Ahabsson, casi parece que hayamos trabajado para ti en alguna ocasión! ¿Eh?
A la hora de elegir el lugar donde dormir no sería muy quisquilloso. Únicamente seguiría una norma; mantenerse alejado del cervecero. Lejos de sus pensamientos estaban los deseos de molestarle o agrandar el desagrado que había nacido en el enano nada más verle.
-Será un viaje interesante, desde luego. Si logro sobrevivir a un viaje marino entre enanos tendré una buena historia que contar a mis nietos.

-¡Es fantástico! - exclamó Calîm lleno de júbilo.-El cielo despejado y el mar barboteante bajo nuestros pies. Cabalgando sobre las olas, sintiendo el viento sacudiendo mi rostro, arrojando mis cabellos al aire…me siento, libre.-Tomó aire, llenándose los pulmones de pureza y salitre.-El aroma de la aventura y el misterio; el mar siempre ha despertado mi vena más romántica. Y el barco ¡Fantástico nuevamente! Un dios de coraza de metal, un animal vivo que se estremece, que sube y baja, baja y sube, rampante, feroz con las olas, raudo. ¿No opináis lo mismo maese Rakduim? ¿No sentís una marejada de sentimientos que sacan lo mejor de ti? ¡Por que yo lo siento! Ah, cuidado Zeque, el mar está muy revuelto. No me gustaría que te mareases.-Sonrió. No se apartó del lado de Rakduim. Parecía encontrarse mal y alguien debía velar porque no se cayese por la borda.-Subimos, bajamos, el mundo oscila bajo nuestros pies. El agua no es sólida, ¿Eh maese Rakduim? Pero he de reconocer que su vaivén es magnético, casi hipnotizante. Oh, podría pasarme horas y horas girando, ascendiendo, bajando, cayendo en tirabuzón, dando vueltas, rotando….
Sonreía, pero esta vez para sus adentros.
El mareo le había afectado menos, igual que a Darwell. Hubiera disfrutado más del momento si toda la tripulación no hubiese estado vomitando por todos lados. Aquel barco, que debía ser una regia prueba de orgullo y fortaleza, más parecía un barco de enfermos que hubiesen arrojado al mar. La tripulación enana estaba mareada, enferma. Y no solucionaron sus problemas hasta avanzar unos cuantos días en el mar. Otra prueba de la cabezonería enana. Quedaba demostrado que los dioses no habían forjado a los enanos en sus fraguas para hacerse a la mar. Era el punto débil de la raza. ¡Y helos ahí! ¡Tarumbas, rodando por los suelos, vomitando su la cena del día anterior! Pero en el mar.
-Bendita raza de cabezones…
Había intentado mitigar el mareo de unos cuantos con un puñado de hierbas medicinales que llevaba entre sus posesiones. Al recibir miradas hoscas, y la rotunda respuesta de que solo la cerveza podía curar las afecciones enanas, se dio por vencido y disfrutó del espectáculo. Y del mar, y de los delfines.
Probablemente, con ya unos días en alta mar a sus espaldas, serían los enanos quienes disfrutarían más de su compañía, viendo como el elfo ponía gesto de preocupación cada vez que el capitán del barco pedía una jarra de cerveza como solución para cualquier contratiempo. ¡Y cuanto mayor era la ola que debían aserrar, mayor era la jarra! ¿Cómo se había metido ahí? Se encontraba en un cascarón de metal que por pura lógica no podía pesar. El metal se hundía, era así de sencillo. Los barcos de VERDAD eran de madera y funcionaban con viento, no con vapor. Seguramente Samuel aprobase aquella extravagancia. Él la encontraba tan molesta y desatinada como el hecho de que la tripulación usase el brebaje de los borrachos para motivarse en la travesía.
Pasó los días trabajando…en tareas menores. Fregar la cubierta, remendar ropa, hacer nudos, lavar los platos…tareas livianas y sencillas que hubieran hecho rechinar los dientes de sus maestros de la magia. Él las hacia con gusto. Había que aprender humildad. Y solo trabajando desde abajo, con las propias manos, en una tarea sencilla, podía alcanzarse la tranquilidad de espíritu. Aparte, pasaba horas meditando ya que estudiar cualquiera de sus libros de viaje hubiera levantado sospechas. Aparte de quitarle la jarra de cerveza a Zeque, cada vez que se cruzaba con él, no hizo nada especialmente destacable. La bastedad del mar, la melancólica soledad de las aguas fueran los compañeros de sus pensamientos.
Y un día, sin venir a cuento, cuando iban a enfrentar una feroz tormenta, una fantástica criatura emergió de las aguas, plantándose en medio del rumbo. Por fortuna no hubo que enfrentar al monstruo marino. De forma discreta apagó el brillo de su mano, la cual ya tenía prendida de un fulgor mágico. Que el barco fuese de metal le daba la tranquilidad de que podía usar su magia cuando fuera necesaria. Magia, todo sea dicho, que estaba ocultado perfectamente a…
-¡Zeque! ¿¡Qué dices!?-Se acercó al halfing por detrás y le tapó la boca, sonriendo aún cuando su amigo le mordió un par de veces.-Perdonad, perdonad. Estos halfing, ya sabéis como son. Hablan y hablan, y a veces no dicen más que tonterías. Ja, ja. ¿No son divertidos?
Se llevó a Zeque a un aparte. La aparición del leviatán no le había turbado. Ahora, cuando había escuchado hablar a Zeque de magia, pidiéndole que conjurase un hechizo para hacer emerger al monstruo, había empalidecido igual que un fantasma.
-Zeque, amigo, los marineros son hombres supersticiosos. No hablemos de magia mientras estemos a bordo. ¿Vale? Debemos ocultar que soy un mago- alegó, muy serio.-Y tú también, claro. No les digas que dominas los vientos de la magia. Lo sé, lo sé. Es un sitio muy aburrido, no se puede hablar de magia, no tiene mástiles por los que correr y no, no vamos a cazar a esa “cosa” para ponerla en el menú. Descuida, como compensación, un día te llevaré a mi hogar. A la tierra de los elfos. Y entonces podrás decidir que te resultó más aburrido -terminó el chascarrillo como siempre, con una sonrisa.
Cuando regresaron a la proa, vieron al matador gritando al aire. Otra vez borracho.
-Por eso no quiero que bebas tanta cerveza, Zeque. Terminarás así, gritando a cosas que no están palabras que, de estar, tampoco entenderían.

Se acercaba una tormenta. No se preocupó. ¿Qué sabía él de tormentas? ¿Era el barco seguro? No era marinero. Ah, cuanta razón tenía el sabio al afirmar que el ignorante vive feliz. Tras hacer un par de pesquisas con Samuel sobre la flotabilidad del barco se plantó sobre cubierta, al lado del capitán, y su sonrisa se ensanchó.
-Por fin un poco de acción. ¿Es así como matan el tiempo en un cascarón tan aburrido capitán?

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10/01/2013, 09:52
Capitan Ahabsson

El capitán miró a Calîm con ojo crítico, intento buscar alguna clase de burla en la frase pero, al no encontrarla, respondió al elfo con un total naturalidad que casi parecía llevar haciendo aquello toda la vida.

Es simple cuestión de números, Calîm. Tenemos combustible para el viaje y un cuarto extra de reserva por si surgieran imprevistos. He cruzado tormentas peores como esa en barcos mucho menores que este, aunque si que es cierto que algunos de ellos quedaron tan destartalados que casi se hunden... pero el Martillo de Tormenta resistirá. Si rodeáramos la tormenta perderíamos dos o tres días y nos acercaríamos demasiado a la ilsa pirata de Sartorsa. No es que tema a esos piratas ni que mis chicos no sean capaces de darles su merecido si se nos acercan, pero eso nos retrasaría aun más y habría bajas- prosiguió enumerando una serie de datos que sin duda daban a entender que, en teoría, atravesar la tormenta era la mejor opción - No te preocupes, antes de darte cuenta estaremos al otro lado y apenas te habrás despeinado esa larga melena

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11/01/2013, 16:33
Sargul Einstoffen

Sargul había continuado viaje junto a sus compañeros. Calim era el único que había dado muestras de sentimientos y cordialidad y por ello estaba agradecido al Elfo. Las ultimas palabras del Capitán había echo que dudara, pero al final esas dudas habían desaparecido con la misma velocidad que lo habían echo las ansias de rebanar la cabeza del Capitán. Tal vez la espada de nuevo trataba de controlar sus actos.

Aunque así fuera el era el que debía dominarla. Durante los primero días de navegación noto el malestar del movimiento y los olores del propio navío enano. Estos no ayudaban a que la comida se asentara en su cuerpo y acababa fuera durante los primeros días. Pero luego tal vez gracias a los ejercicios en el navío, la manera de estar entretenido realizando esas tareas, ayudaba a que ese malestar desapareciera.

Durante el trayecto se mantenía apartado de casi todos, mientras observaba y analizaba los sucesos que les había contado antes de embarcar. Las noticias de Sylvania eran las que mas le perturbaban y era en ellas donde tenían sus dudas fundadas. Que pasaría si ese Lord Vampiro le reclamaba la espada. Sabia que se alejaba de el, pero no le hacia sentirse seguro.

Fue durante una de esas tardes cuando vio como el resto al Leviatán y cuando este se sumergió observo el horizonte. Tras dudar, se acerco cerca del Capitán Ahabsson.

- Capitán ¿Dónde me necesita para sortear esa tormenta? – sabia que su fuerza podría llegar a ser necesaria y no dudaba en ofrecerla.

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11/01/2013, 17:16
Capitan Ahabsson

Una larga mirada del capitan al norteño, como si evaluara cada uno de su músculos, acabó por hacer asentir al capitán con cierto entusiasmo.

Dirigite a la sala de máquinas. Si las palas dejan de funcionar por algún motivo o la caldera se apaga estamos vendidos; esos brazos como troncos encontrarán allí un buen uso- contesto Ahabsson dedicando una última mirada al bárbaro antes de devolver toda su atención al encrespado mar

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13/01/2013, 15:57
Marcus Wolfram

-Marcus Wolfram

Las cosas con el rey de los enanos no salieron bien, eso era casi previsible. Parece que vayan donde vayan siempre va a haber alguien que provoque un buen conflicto. Es normal, son un grupo variopinto. En lugar de sumar todas las ventajas de llevar enanos, elfos, y humanos, en el grupo, suman todos los prejuicios que cada uno de ellos provoca. Para él está bien, siempre se ha servido más del miedo que de los buenos modales. Por supuesto no es miedo lo que provocan, solo ira, pero también le vale.
Tal vez por eso le cuesta un poco entender ahora, encerrado en aquel barco, cómo han conseguido hacerse con uno.

Sus recuerdos están un poco confusos en este momento. Recuerda vagamente a Calîm conversando con un enano en la calle. Recuerda vagamente las discusiones de Sargul y el capitán. No lo dijo entonces, pero comparte gran parte de las inquietudes del norteño. El capitán ha ido cambiando a peor. Es claramente visible. Por desgracia poco puede hacerse al respecto, aunque cree que deben estar alerta. Ignora si su teoría es correcta o hay algo más, pero ciertos rasgos no deben pasarse por alto. En cualquier caso es peligroso. Tal vez deberían haberle prestado más atención en su momento, antes de seguir avanzando.
También tiene recuerdos poco claros de los días a bordo. Sabe que Zeque habrá ido causando su pequeña ración de caos a bordo, sobretodo en la cocina. Que Calîm habrá "hecho más amigos". Sí, tiene todo eso medianamente claro, pero no le presta ninguna atención.

Está sentado en una esquina, la de apariencia más solida posible. Donde pueda notarse menos el balanceo del barco, donde no vea barriles volcando y rodando de un lado a otro. Donde el mundo entero no de la sensación de estar tambaleándose.
No es esta la primera vez en la que sube a un barco. Es la segunda. En la primera ya averiguó que no está hecho para la mar. ¿Cómo puede el resto del mundo mostrarse tan tranquilo cuando el suelo no se para quieto? Es como vivir en un constante terremoto. Sabe que, según algunos, el suave mecer de las olas resulta relajante. No sabe quien inventaría semejante patraña. Para él solo significa una serie de cosas. Mareos, vómitos, no saborear la comida, y preguntarse qué demonios habrá bajo tanta agua. Algo siniestro, sin duda. Y todo sin contar las aguas heladas. Cada vez que una pequeña ola salpica hay que tener cuidado para no acabar hecho una sopa. Todo eso, claro está, únicamente durante los primeros días. Le gustaría decir que se va acostumbrando. Es un tipo duro, lo sabe, y esto debería ser mera rutina para él. Nada más lejos de la realidad. Es que cuando el mar comienza a agitarse, su estómago parece dispuesto a salir despedido en cualquier dirección. Expulsa la última comida tantas veces que al final solo es capaz de distinguir el olor de sus propios vómitos mezclado con la sal del mar. Tiene el sabor de su propia bilis clavado en el paladar. Ha combatido contra muchas cosas. Se ha sobrepuesto a muchas otras más. Navegar no es una de esas últimas.

Aunque no sea muy digno de su persona, pasa los días donde no vayan a buscarle. Es un cazador de brujas, no puede permitir que los demás le vean en tan baja forma por algo que parece no afectarles. Incluso, cosa impropia de él, se escaquea cuando le buscan para asignarle cualquier tarea. ¿Cómo iban a seguir respetándole si le ven en estas condiciones?
Durante algunos momentos llega incluso a plantearse si no tendrá miedo a navegar. Por supuesto cambia de opinión rápidamente. -Marcus Wolfram no tiene miedo a nada- se repite una y otra vez. Claro que no. Esto no es miedo. Es solo el rechazo natural ante algo para lo que los humanos no fueron pensados. Porque si el barco fallase, si se llena de agua y se hunde, ¿qué podrían hacer ellos? Esa no es forma de morir. Él debe morir rodeado de cadáveres de enemigos, no de algas y pececillos de colores. Eso no es digno.

Llega la tormenta. Muchos gritan. Escucha instrucciones sobre algo llamado bombas de achique. La gente parece nerviosa. No lo entiende demasiado bien. No percibe ninguna diferencia con cualquier otro día. Tal vez el suelo se tambalea más, y el agua viene de todas direcciones. Imagina que la situación debe ser peor porque la tripulación se lo toma más en serio.
Escucha algún que otro grito. Al parecer hay un monstruo marino. Se levanta llevando la mano a la empuñadura del colmillo rúnico. No desenvaina. No sabe si puede mantenerse erguido. De hecho camina con piernas temblorosas, no por miedo, sino por falta de equilibrio. Por fortuna o por desgracia, el monstruo se marcha. Casi lo lamenta. Si pudiese concentrarse en pelear, cree que se sentiría mejor. Ahora solo queda la tormenta.
No la había mirado antes. Contempla las nubes negras en el horizonte. Sí, bien pensado sí que parece peor que días atrás. Calîm bromea mientras el matador maldice por otra oportunidad perdida. Samuel se pregunta si el monstruo no volverá, y Zeque si no es mejor rodear la tormenta.
-Esa es buena pregunta- se apresura a añadir -¿No podemos rodearla?-. Imagina que no van a hacerle más caso que al mediano. Mientras tanto Sargul pregunta donde es más necesario frente a la tormenta. Decide imitarle… con poca convicción. Es más grande y ágil que los enanos, tal vez pueda servirles de ayuda, aunque espera que le digan algo cómo, "si nos abordan ya te llamaremos, hasta entonces no te acerques a la borda". Sí, eso sería fantástico.

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14/01/2013, 10:12
Capitan Ahabsson

El capitán miró tanto a Zeque como a Marcus cuando preguntaron por la borrasca; con ojo crítico, intento buscar alguna clase de burla en la frase pero, al no encontrarla, respondió a ambos con una total naturalidad que casi parecía llevar haciendo aquello toda la vida.

Es simple cuestión de números, grumetes. Tenemos combustible para el viaje y un cuarto extra de reserva por si surgieran imprevistos. He cruzado tormentas peores como esa en barcos mucho menores que este, aunque si que es cierto que algunos de ellos quedaron tan destartalados que casi se hunden... pero el Martillo de Tormenta resistirá. Si rodeáramos la tormenta perderíamos dos o tres días y nos acercaríamos demasiado a la ilsa pirata de Sartorsa. No es que tema a esos piratas ni que mis chicos no sean capaces de darles su merecido si se nos acercan, pero eso nos retrasaría aun más y habría bajas- prosiguió enumerando una serie de datos que sin duda daban a entender que, en teoría, atravesar la tormenta era la mejor opción - No os preocupeis, antes de daros cuenta estaremos al otro lado y apenas os habreis despeinado

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14/01/2013, 11:03
Sargul Einstoffen
Sólo para el director

Sargul asiente a las palabras del Capitán Ahabsson. Tras saludar con una inclinación de cabeza se dirige al interior del navío, en búsqueda de la sala de maquinas y ponerse a disposición de los mas experimentado enanos que sabrán donde puede ser mas útiles sus brazos.

- Me envía el Capitán, cree que puedo ser de ayuda. – comenta con su vozarrón nada mas llegar. - ¿Qué hago y donde me pongo? – termina por decir, a sabiendas de que eso le mantendrá ocupado y dejara de preocuparse por otras cosas que le rondan la cabeza.

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15/01/2013, 18:02

Todos los enanos teían algo que hacer, y vosotros no erais menos. Corrían por el barco haciendo girar cabestrantes y cerrando espitas de presión, bebiendo cerveza y asegurando escotillas. Algunos sellaban los barriles de cerveza y los hacían rodar para llevarlos bajo cubierta. Otros clavaban remaches a golpes de martillo. Manó agua a través de los tubos situados en los lados del barco cuando comprobaron el correcto funcionamiento de las bombas de achique

Entre tanto, sin saber exactamente cómo, el capitán había puesto a los tres grumetes que lo importunaban con preguntas fuera de lugar, Calîm, Zeque y Marcus, haciéndoles recoger de cubierta todo cuanto no estaba asegurado y bajándolo a la bodega con lo que el peculiar trío pronto se vió zarandeado de lado a lado a medida que el mar se encrespaba más y más.

Aun rugiendo desafios a la tormenta Rakduim acabó tosiendo y escupiendo agua cuando una ola especialmente grande casi lo saca por la borda, enfureciendo aun más al matador pero haciéndole ver que aquel no era su lugar, obligándolo a desgana a retornar a la relativa seguridad del interior del barco donde Samuel ya estaba repasando con ahinco el recorrido de las bombas de achique y tomando rápidas notas para después transimitirselas al capitán sobre como modificar el trayecto de estas para aprovechar los desniveles propios del barco para achicar agua.

Sobre Sargul, por el momento, se había contentado en observar el duro quehacer de los miembros de la sala de máquinas pero en cuánto se despojó de su enorme arma lo pusieron a echar carbón y a ajustar los engranajes cuando alguno amenazaba con aflojarse debido a la brutla fuerza que ahora tenían que hacer las palas para seguir impulsando el Martillo de Tormenta mar adentro.

En cuanto a Darwell y el capitán, solo al primero se le había visto fugazmente junto a un grupo que parecía estar bajo el mando del matasanos del barco mientras al segundo, solo de oidas, sabías que se encontraba en el almacén asegurando la carga junto al maestro cervecero, quien no se separaba de su cerveza prácticamente en ningún momento.

Un tremendo trueno, más parecido al disparo de un enorme cañón, retumbo por todo el barco cuando os metisteis de lleno en la tormenta, viendo como el agua entraba por la escalerilla de acceso al puente a raudales antes de que la cerrara un enano empapado. Toda la tripulación, salvo la imprescindible para manejar el barco, se encontraba bajo cubierta dejando al capitan Ahabsson y a su segundo encargarse de que el navío sorteara con éxito las fuerzas de la naturaleza.

Allí abajo, con todo cerrado, el aire era viciado y fétido. Hedía a cerveza rancia, vómito y el acre olor del metal. Había un hedor sulfuroso procedente de la sala de la caldera, acompañado del estruendo de los pistones que subían y bajaban así como de la senormes palas que giraban. Era como estar atrapado dentro de un descomunal tambor sobre el cual marcaba el ritmo un gigante. Cuando mirabais a través de un portillo sólo la oscuridad y burbujas ascendentes era cuanto podías llegar a vislumbrar

Ya con todo asegurado os dirigisteis al comedor donde el capitán y Darwell, ambos separados por varios enanos de distancia, estaban sentados en bancos remachados al suelo, junto a la mesa de metal que no era más que una plancha montada sobre una columna de acero que se alzaba directamente de la cubierta. Los enanos que los rodeaban bebian cerveza con aire severo pese a presentar un aspecto mareado.

-Fue una noche como ésta cuando se hundió el Karak Varn- gritó Feo Urli. El sargento de marina tenía una expresión de amargo placer en su cara picada de metralla - Sí, fue una tormenta terrible aquella

Fue lanzado a la playa de Kregaerak con un enorme agujero en el casco. Algunos dicen que chocó contra una roca, otros dicen que fue obra de unos de los terrores de las profundidades: el gigantesco tiburón dragón- añadió Mobi. Era bajo incluso para ser un enano, y muy, muy ancho

No- intervino Tobi, uno de los barbacorta - Fue un kraken

En ese momento apareció Rakduim, mostrando cierto interés por la conversación a pesar de que parecía mareado. Las charlos sobre monstruos descomunales empezaron a circular entonces por la sala añadiendo un tono aun más agorero a la tremenda tormenta que en aquellos momentos zarandeaba el barco como si no pesara más que un cojín de plumas.

De pronto el barco se estremeció y le se ladeó con un tremendo balanceo. Una ola de náuseas os acometió a los más propensos al mareo, dando la impresión de que algo inmenso había impactado contra el barco. En la mente de los más pesimistas apareció la imagen del Martillo de Tormenta precipitándose hacia el fondo como un gigantesco ataúd de metal lleno de agua.

El barco volvió a sacudirse y todos los enanos se aferraron a la mesa, los bancos o los picaportes de las puertas, haciendo vosotros otro tanto, cualquier cosa que tuvieseis a mano. Marcus se vio lanzado directamente al otro lado de la sala. Se sintió brevemente ingrávido y se preguntó qué estaba sucediendo; un metro más allá Zeque también hacia una cabriola en el aire para asombro del ingeniero antes de caer panza arriba sobre el regazo de Darwell, que con poco entusiasmo ayudó al halfling a colocarse en pie solo para, un segundo después, recuperar del bolsillo de este una de sus dagas. ¿Acaso el barco había sido alzado del mar por algún monstruo gigantesco, o simplemente lanzado por una de las descomunales olas?

Los enanos volvieron a beber sus cerveza como si nada hubiese pasado

Y un barco tripulado por hombres muertos reflotó de entre las algas - dijo Narli, un arrugado anciano con cara de ciruela apestada y una larga barba hirsuta que le llegaba a los pies

Bajo vuestros pies podíais sentir como el casco crujía y se flexionaba, haciendo que los más perspicaces empezarais a preguntaros cuanta tensión podía llegar a soportar el barco antes de partirse en dos. Deseasteis ser ingenieros y saber ese tipo de cosas pero una sola mirada a la cara de Samuel os convenció de que tal vez era mejor no saber.

Con un gesto de hastío el capitán se puso en pie y atravesó la sala, camino de la escalerilla

¿A dónde va, capitán?- preguntó Darwell con los ojos convertidos en dos rendijas que escrutaban a Torvuk

A respirar un poco de aire fresco- replicó el templario. Torvuk llegó a la escalerilla del fondo de la sal, y fue recibido por una cascada de agua salada al abrir la puerta. Fue casi como si alguien hubiera arrojado un cubo de agua a la cara del capitán. Impertérrito, Torvuk salió a la empapada cubierta. Justo antes de que los enanos cerraran la puerta, pudisteis ver al capitán alzar ambos brazos por encima de la cabeza y bramar un reto hacia el cielo listado de rayos. Parecía desafiar a los dioses del mar a que se lo llevaran.

La puerta se cerró. Lo último que visteis fue al mercenario dando traspiés pro la cubierta y bramando como un demente hacia el indiferente cielo. Luego, el barco se lanzó hacia delante contra otra enorme ola. Volvisteis a mirar a los enanos borrachos. Ellos evitaron vuestros miradas, con expresiones cargadas de temor supersticioso, y murmuraron entre sí sobre el desatino de llevar a bordo no enanos y locos desquiciados.

Ascendisteis cansadamente a la cubierta. El cielo estaba despejado y azul; las gaviotas habían regresado y volaban en lo alto. Un gran albatros planeó en el aire sobre la popa, haciendo caso omiso de los tiros que los enanos le disparaban con el cañón de popa montado sobre un cardán. El mar estaba tan sereno y liso como un espejo.

Torvuk se hallaba de pie en la proa y miraba ante sí, hacia el horizonte, inmóvil e impasible como una estatua. El capitán Ahabsson estaba dormido en una silla metálica situada en el puesto de mando, mientras que uno de los otros enanos se había hecho cargo del timón. El barco tenía un aspecto que concordaba con cómo os sentíais. Muchas planchas de la cubierta estaban combadas. Por el ruido del timón y los motores, así como por el aspecto agotado de Sargul que parecía haber estado trabajando en una forja durante una semana, os dabais cuenta de que habían sufrido algún desperfecto. La cantidad de agua que las bombas de achique arrojaban a través de la amura, indicaba que el casco tenía brechas. El sonido de martillazos procedentes de debajo de la cubierta demostraba que los mecánicos enanos estaban atareados con las reparaciones, junto a quienes Samuel se afanaba en aportar su granito de arena

Os palpasteis las magulladuras. Aún estaban sensibles. Habíais sido zarandeados de un lado a otro durante toda la noche por los movimientos del barco al atravesar la tormenta. Habíais dormido inquietos, quiens habían podido, atormentados por pesadillas, y habías despertado a menudo a causa del rechinar y el sonido de los torturados motores al impulsar el Martillo de Tormenta a través del montañoso mar. En ocasiones os habíais vuelto a marear. En otros momentos os habíais sentido tan seguros de que ibais a morir tragados por las olas que habíais considerado arrojaros por la borda para acabar con aquella agonía de una vez

En la brillante luz serena de la tranquila mañana, esos pensamientos parecían fantasías dementes, pero sabiais que habían pasado por vuestra mente la noche anterior

¿Dónde estamos?- se aventuró a preguntar Darwell, que de los presentes en el grupo era, tal vez, el que más afinidad había demostrado con las travesías marítimas dada su sangre Druchii

Maldito si lo se, elfo- masculló la voz de Dorack a su lado ¿Eso son islas?

Os hicisteis sombra sobre los ojos con una mano. Desde luego, parecía que había picos en el horizonte, y tal vez algo más, algo que se movía

Parece que hay otro barco- añadió Darwell

Te creo. Tus ojos son mejores que los míos- espetó Torvuk a unos tres metros de vosotros, mirando en la misma dirección con el mismo gesto

Zeque, totalmente habituado ya a la vida en el barco y que trataba como si fuera su propio hogar, sacó de su mochila un largo objeto el cual, tras sacarlo de la funda protectora, resultó ser un catalejo. Dirigiéndolo hacia el lejano punto del horizonte, haciendo girar el ocular y las ruedecillas de seguimiento para enfocar, tal como le había visto hacer al enano que tenía el objeto junto a él la noche anterior. El catalejo era potente, pues tuvo la sensación de que su vista había sido lanzada a gran velocidad hacia el horizonte. Al llegar a su objetivo, deseó no haberlo hecho.

Allí había otro barco, en efecto, y no se parecía a ninguna embarcación que el halfling hubiese visto antes. Parecía un cruce entre balsa y galeón bretoniano, impulsado por una combinación de remos, ruedas de palas y velas. Tenía un aspecto de cosa improvisada y brutalmente funcional que a Zeque le indicó quiénes eran sus constructores, incluso antes de avistar al primer piel verde. Sin bajar el catalejo empezó a bramar a pleno pulmón

¡Alerta!¡Orcos!
 

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: avistamiento

Tirada: 8d8

Resultado: 1, 1, 7, 6, 3, 2, 6, 7

Notas de juego

De momento no hay imagen porque solo Zeque ve el barco (bueno, para él si que esta puesta la imagen) En cuanto se acerquen más os mostraré como es el nuevo "navío". Aprovecho para colgar también la imagen del Martillo de Tormenta, que algunos aun no la habeis visto

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17/01/2013, 17:54
Rakduim Piel de Dragon

Aquel trabajo en la mar era magnifico, la única pega era que los animales marinos en especial gargantees o mostros de considerable tamaño podía escapar de uno sumergiéndose a la mas mínima oportunidad.
Aquel altercado con el kraken me había dado que pensar, quizás no encontraría mi fin jamás y estaban los dioses riéndose de mí, y era este destino incierto lo que empezaba a devorarme por dentro, como un camino que no tiene fin y la vida tiene que tener un principio y un fin estaba la vida impregnada de esta regla.
La tormenta había sido realmente odiosa, había visto a enanos echar sus dedos congelados a un caldo para darle sabor en una fría noche, pero aquel vapuleo al barco le había puesto los pelos de punta, la peor forma de morir de un matador asustado dentro de una embarcación porque los elementos no le permitían nada mas, ¡que deshonra!
A la mañana siguiente el barco se mantenía entero, aunque se veían por todos lados las innumerables brechas que había causado el temporal, quizás solo faltaba un empujón para vernos todos flotando en medio de la nada, pero en vez de ir todo mucho peor la cosa fue a mejor cuando a lo lejos cantaron lo que para mis oídos fue como si me invitaran a la mejor cerveza, brebaje de dioses, al canto de ¡orcos! Una manera como otra cualquiera de estirar los músculos y buscar una nueva oportunidad de redención iba a ser magnifico eso estaba claro

Notas de juego

Perdón por las faltas, cierto que ni lo re-lei

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19/01/2013, 19:19
Calîm Nuruhuinë

Los enanos eran una raza singular. Cuanto más tiempo pasaba en su compañía más extraños le parecían. Arriba, el capitán, su segundo, y los marineros imprescindibles para capear el temporal luchaban a brazo partido contra fuertes vientos, olas gigantescas y un vaivén feroz que amenazaba con hundir la lata de aceitunas que les servía de embarcación. A pesar de la robustez del barco no había nada comparable a la ira de la madre naturaleza. El barco zozobraba, crujía y se mecía de forma espasmódica. ¿Y en que se entretenían los marinos que habían quedado ociosos? ¡En hablar de embarcaciones hundidas! Y eran ellos los supersticiosos. ¿No estarían atrayendo con tan funesta conversación la mala suerte que tanto temían?
- ¿Es el mejor momento para hablar del Karak Varn?- inquirió, recibiendo por sus palabras ceños fruncidos e indiferencia.
Los enanos cambiaron el tercio de la conversación...pasaron a hablar de monstruos marinos. Seguro que era la mejor manera de mantener entretenida la mente mientras la tormenta se descargaba con ellos.
A veces tenía la sensación de que el barco era un juguete en manos de un coloso de manos acuosas que lo alzaba el aire, arrojándolo contra muros de líquido elemento. Necesitaba una distracción. Al ser inexperto en las lides del mar cualquier crujido, el más mínimo roce del agua sobre la carrocería, levantaba en él las más funestas sospechas.
-Y decidme, marineros. ¿Son esos monstruos de las profundidades comparables a los que esconden los viejos túneles enanos? Allí de donde hemos partido también moran seres de tamaño más que notable.-Tras sus palabras decidió unirse a la conversación añadiendo algunas líneas más al bestiario de los enanos; señalando la enormidad el Aracnarock, el tamaño más que considerable del troll del caos que habían encontrado en las montañas, y el desproporcionado tamaño de un ogro con el que tuvieron que parlamentar.
Lo que fuese con tal de apartar su mente del caos desatado en cubierta.
-Afortunadamente el gen del gigantismo no se desarrolla en toda criatura, ni siquiera en todas las razas, y solo se debe a una serie de factores evolutivos favorables y aleatorios, por lo que seres tan enormes son más una rareza que una certidumbre. Sería más fácil que nos acertase un rayo en pleno desierto que toparnos con uno de esos seres-terminó, llevando su atención a otro punto de la sala.
El capitán se marchaba. Había decidido salir fuera. ¿Estaba loco? Seguramente los enanos pronto asegurarían que si. Su comportamiento señalaba el camino del delirio. Calîm lo conocía lo suficiente como para saber que dentro del capitán se libraba una lucha entre su viejo amigo y un don maldito que había aceptado a desgana, o con el que le había marcado el destino. ¿Qué sabía él? Los pensamientos más profundos del capitán eran zarzas espinosas que no dejaban ver más allá.
El capitán abrió la puerta y una tromba de agua salada le abofeteó el rostro. Torvuc no dio muestra de haber sufrido percance alguno. Él si, tomándose la molestia de sonreír.
-Fuera de un contexto con tan problemático como este, eso habría tenido gracia-dijo en voz alta. Si, y con una tarta también.
El capitán salió afuera comportándose como Maese Rakduim se había comportado horas antes. En ese nuevo acceso de locura el capitán parecía gritar a alguien en concreto. "Sabe lo que le está ocurriendo. No quiere compartirlo. Un día su carga será demasiado para sus cansadas espaldas. Los dioses me concedan encontrarme a su lado en dichos instantes para ayudarle a soportar su peso."
Los enanos empezaron a cuchichear y a maldecir. No humanos y locos no traían suerte. Empezó a preguntarse si había algo que trajese suerte a los enanos aparte de la cerveza. Dispuesto a soliviantar las asperezas crecientes se giró hacia los marineros, algo burlón.
-Venga amigos, venga. ¿No humanos? ¿Locos? No es tan terrible. ¡Ni que hubiéramos embarcado con un mago!

La tormenta pasó. Contemplando el cielo azul, límpido, sin mácula, costaba creer que fuese el mismo que se había mostrado tan furioso con ellos. ¿Realmente había pasado? El miedo, los mareos, la sensación de que la negra de la guadaña se paseaba entre ellos contándolos, enumerándolos para hacer un trabajo más rápido y efectivo. Todo se le antojaba ahora una ensoñación.
El barco había sufrido el castigo...pero había aguantado. Mirase a donde mirase veía paneles levantados o el correr del agua por las tuberías de achique. Solo Sargul presentaba un aspecto más demacrado y molido que el Martillo de Tormenta.
-Parece que hayas estado cargando con el barco sobre tus hombros, compañero...
Él, que había pasado la tormenta a salvo bajo cubierta, no se sentía mejor. El malestar generado por el vendaval le había impedido descansar, estudiar y meditar. Su mente aún daba vueltas dentro de su cráneo.
-Sé sincero, Samuel. ¿Aguantará?
Claro que lo mismo daba. No sabían donde se encontraban. ¿No tenían los marineros mapas marinos o una forma de orientarse? Mirase a donde mirase solo veía agua. Sabía que podían guiarse por las estrellas, el sol o las mismas corrientes marines. Al no estar él mismo versado en ninguna de aquellas aptitudes se sentía un poco impotente e inútil. Incluso temeroso.
No tardaron en divisar un barco. Mientras su mente pensaba en lo sencillo que sería acercarse hasta ellos para preguntarse si sabían la localización Zeque había sacado un catalejo y estaba oteando por él. “Espero que no se lo haya robado al capitán”. Pronto quedó clara la naturaleza del navío divisado. Orcos. Su sola mención calentaba los nudillos del matador y encendía la sangre del norteño. En tierra, le hubieran preocupado, pues eran feroces, máquinas de matar que corrían incansables hasta alcanzar sus objetivos. En alta mar…mmm, quizás pudiesen sacar provecho del medio en el que se encontraban.
- ¿Ves sus cañones, Zeque? ¿Y sus barriles de pólvora?-Ciertamente desconocía si los orcos dominaban la artillería. Dado que era un arte enfocado a destruir creía que si.-¿De que material es el barco, Zeque?
Rápidamente se deslizó hasta el capitán, bajando el tono de voz, alejándole de miradas indiscretas.
[b]-De entrar en combate. ¿Hasta que punto sería bueno mostrar mis habilidades? Sabed que puedo llevar el fuego allí donde yo quiera por lo que podría provocar un incendio sobre la cubierta enemiga, sus velas o su polvorín. Pero después no me agradaría que me tirasen por la borda.

Esperaría la respuesta del capitán así como sus intenciones. Quizás desease huir. Aunque sería la primera vez que vería a un grupo de enanos huir de unos orcos. Sabiendo que las próximas horas la pasarían en combate o en persecución decidió buscar un punto elevado en el Martillo de Tormeta, a ser posible que tuviese un parapeto tras el cual pudiese ocultarse. Necesitaba un refugio y a la vez un punto elevado de observación.
También le susurraía unas palabras a Samuel, alejados ya del resto.
-A los enanos no les gusta la magia. A los marineros menos. Si no tengo más remedio usaré mi magia, pero sus efectos no deben ser jamás atribuidos a mí o a mi arte. Así que prepárate para mentir, pues mis llamaradas y explosiones serán adjudicadas directamente a tus bombas y explosivos. ¿Entendido?

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21/01/2013, 11:01
Capitan Ahabsson

El capitán, levantado por sobresalto ante los gritos de alarma, miraba con ojo anhelante la embarcación de los orcos cuando Calîm se le acercó. Su mirada tardó aun unos segundos en mirar al elfo, notando este el color del odio ancestral por los pielesverdes brillando con furia en la mirada de Ahabsson; librándose de aquel sentimiento por unos segundos el barbudo capitán serascó el mentón con el garfio con total indiferencia por lo peligroso de hacer tal cosa

A los chicos no les gustará saber que hay un mago a bordo... pero nadie te tirará por la borda si no yo no doy la orden. Habrá malestar y alguna que otra palabra airada, eso seguro, pero llegarás a puerto a bordo de mi barco. Hummm... reserva tu magia, pero si es necesario úsala sin temor, elfo. El barco es lo primero, ya capearemos lo que venga después- acabó por contestar el enano, dándote nuevamente la espalda y clavando la mirada en el barco, intentando descifrar quienes eran aquello marinos orcos... si Zeque no se había equivocado

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06/02/2013, 14:02
Zeque Wilfur

ZEQUE


Al parecer al capitán no le gustaban los preguntones, y desde luego menos todavía la gente ociosa. Por alguna extraña razón, ante la inminente llegada de la tormenta nos puso a recoger todos los cachivaches que encontrásemos sueltos por la cubierta de la nave… Menudo desagravio¡¡¡ Primero me convertía en pinche de cocina, cosa que no me había ido del todo mal, y ahora me usaba de grumete… A lo mejor era su forma de ver el carácter de todos los presentes. De esa forma sabía quien valía para marino y quien no… pero era un sistema que no me satisfacía para nada y mucho menos convencerme. Mi ingenio y mis conocimientos estaban llamados para ser y hacer algo mucho más importante que pelar patatas o atar barriles al mamparo…

Mi relación con el cocinero al cual había bautizado como Bulgo Patata, no era de las mejores. Su nombre me lo dijo solo una vez y sonó a Murgo o Bulfor o Gulnor o algo similar… Y a todo le echaba patatas… Patatas hervidas, cocidas, asadas, fritas… Todo tenía un límite¡¡¡ Y encima ni siquiera me escuchaba cuando le proponía dietas alternativas. He incluso me había amenazado con cortarme varios dedos si seguía visitando la despensa… ¿Cómo si estuviese robando algo? Solo vigilaba que las viandas no se pusieran malas… Aunque había poco donde elegir¡¡¡ Para colmo estaba su rara costumbre de aderezar todas las comidas con un chorro de cerveza¡¡¡ Menos a las nuestras¡¡¡ Y cuando le pedí mi jarra para llevarla como el resto de integrantes de la tripulación no paró de reírse como un poseso con esa risa maniaca suya tan profunda y fuerte que siempre acababa en tos… Y encima Calîm me quitaba la jarra cada vez que me veía… A ese paso nunca conseguiría involucrarme en el barco y sentirme como uno más… También estaba la extraña cosa que se le había metido a Calîm de que no mostrase mi magia… Puf¡¡¡ Cómo si yo pudiera controlarla¡¡¡ Pero no quise entrar en una disputa que no nos beneficiaba para nada…

Y ahora ahí estaba¡¡¡ Intentando atar un barril de cerveza a un saliente mientras la cuerda fría y rugosa me rascaba los dedos ateridos de frío… Y eso que Nori “tresdedos” me había enseñado a hacer algunos nudos marineros, pero con aquel vaivén y aquella lluvia torrencial era bastante más complicado… Con la llegada de una enorme ola y un fuerte relámpago seguido de un trueno, nos vimos obligados a guarnecernos en el interior de aquel trasto de hierro que más parecía una tortuga que un esbelto bajel de los que había visto en el puerto…

El ambiente allí abajo era opresivo y el miedo se notaba en el ambiente. Los enanos permanecían sentados juntos, bebiendo enormes cantidades de cerveza de la cual Calîm me prohibió ni oler. Pues menudo rollo¡¡¡ Aunque dicho de paso, tampoco es que estuviesen muy animados allí abajo. Nada que ver con el jovial ambiente que reinaba en la taberna de la ciudad del rey enano… Allí el hedor rancio de la cerveza y el moho, se mezclaba con el de salitre, y a la luz bamboleante de algunas lámparas, todo cobraba un aspecto bastante tétrico y fantasmagórico…

No tardaron en ponerse a contar historias sobre barcos hundidos y problemas en las travesías… Desde luego aquellos enanos no sabían nada sobre como animar una velada. Más bien parecía que estábamos en un velatorio o algo así… Sus rostros severos y macilentos no dejaban entrever ni una de sus características carcajadas… Además Calîm tampoco pareció convencerles con algunos de los enormes bichos con los cuales nos las teníamos que haber visto… Pero aquello tenía una solución:

- Pues cuando estuve viajando más al sur, íbamos caminando por un bosque que daba miedo… Eso fue antes de conocer a mis amigos¡¡¡ Pues allí llovió tanto que los caminos se convirtieron en ríos y los ríos en enormes extensiones de agua… Y al final tuve que subirme en un tronco y remar para salvar la vida cuando llegó como una tromba de las montañas que lo arrastraba todo a su paso… Y no¡¡¡ No habían grandes monstruos como en vuestras historias pero pasó un carnero enorme que se estaba ahogando… Y cuando intenté ayudarlo, aparte de intentar cornearme, sabéis que me dijo…. MEEEEEE¡¡¡ Como si estuviese enojado¡¡¡¡ Pues anda y vete al cuerno le dije yo también enfadado por su falta de gratitud… Jajaja Lo entendéis… Vete al cuerno¡¡¡ Y el ya los tenía… y yo me reí d mi ocurrencia mientras el tronco se bamboleaba y golpeaba por doquier mientras el carnero se alejaba con otro MEEEE lastimero… Pero ya era tarde¡¡¡ A día de hoy me pregunto que le pasaría¡¡¡ ¿Seguirá buscando el cuerno? Igual ni sabía que los llevaba en la cabeza… La verdad es que nunca ha sido de mis animales favoritos… Es un poco tonto y muy irascible¡¡¡ En fin… Pero ya veo que no sois un público muy receptivo… Si queréis podemos intercambiar historias. A mi me gustan mucho¡¡¡ Soy un gran cronista¡¡¡ Vosotros me explicais una y yo os cuento alguna de nuestras hazañas… Y sino siempre nos queda la opción de cantar… No os lo he dicho pero tengo una armónica… chulísima¡¡¡ Me la regaló el señor de las canciones… ¡¡¡ Un tipo extravagante que hacia las cosas cantando, pero de él aprendí algunas tonadillas realmente curiosas… Mirad¡¡¡ Sin ir más lejos, me enseñó la canción de Sinolé y el mar… Habla del dios del mar, que se enamoró de una mujer, pero ella amaba a su marido el pescador Josué… Y el mar la quería tanto que se moría de celos cada vez que el pescador la abrazaba en el puerto antes de salir a faenar… y entonces… Bueno¡¡¡ Mejor os la canto¡¡¡

Fue en mitad de la tercera estrofa y ante la mirada entre atenta y airada de los enanos que el barco zozobró de una forma espantosa crujiendo como si estuviese a punto de partirse en dos… No pude evitar callarme como esperando lo peor aunque por lo bajo seguí tarareando la cancioncilla para no perder el ritmo… Otro quiebro y sin saber como salí despedido por los aires…

- Por los dioses de los mares y los capullos de petuniaaaaaa…… - grité mientras volaba impávido por el aire hasta caer con un golpe fuerte sobre algo blandito… Con ayuda del elfo silencioso, pues ese había sido mi cojín, me coloqué nuevamente en pie. – Gracias¡¡¡ No se que ha pasado pero no quisiera repetirlo y que conste que tampoco lo hice adrede. Allí en el aire intenté maniobrar como los pájaros, pero parece ser que solo ellos son capaces de girar en el aire….

Tras aquello me senté nuevamente en mi sitio, pegando un rápido sorbo de una cerveza que no se de donde salió… Ya iba a retomar mi magistral actuación, cuando el capitán gruñón se levantó como enojado y salió del comedor hacia la tormenta, gritándole algunas imprecaciones…, como si esperase que su mera presencia la hiciera desaparecer. Mientras el agua entraba a raudales por la escotilla de salida, no cesaban de sonar los huesos de aquel barco… ¿Aguantaría el barco-tortuga? ¿O se hundiría sin remisión al fondo de los mares? Los enanos parecían no estar nada nerviosos a pesar de que sus ojillos no paraban de moverse inquietos… y ahora murmuraban sobre la locura del capitán gruñón. No es que lo apreciase porque era un hombre de pocas palabras y bastante enfadado… pero no creía que fuese a hacernos ningún mal…

Tentado estuve de hablar con Calîm sobre la posibilidad de salir y lanzarle algún hechizo de los míos a las nubes a ver si las dispersaba, pero después de lo que me había dicho no me atrevía a comentar nada de magia, cosa que por otro lado me enojaba, ya que no estaba aprendiendo nada de esas artes y eran necesarias si quería controlar mis poderes.

Al final, y ya un poco achispado por los tragos de cerveza, opté por marcharme a mi camastro, donde me dormí profundamente mordisqueando un trozo de patata asada que había sobrado…

……………………….

Para cuando desperté el barco parecía no moverse tanto… De hecho parecía que ahora navegaba de forma apacible lo cual podía significar dos cosas. O que nos habíamos hundido y estaba muerto o que la tormenta había cesado. Un cañonazo sonó seguido de unas risotadas de enanos… Nos atacaban¡¡¡

- Todos arriba¡¡¡ Nos atacan¡¡¡ Vamos, vamos¡¡¡¡ - Y de esa guisa y a medio vestir salí a la cubierta donde un aire cálido y una mar serena me esperaba…

Otro cañonazo en la popa me hizo volverme hacia allí desenfundando como podía mi arco… que por una extraña razón se había enredado con mi capa y con la camisola a medio poner. Pero aquellos enanos vocingleros solo se divertían disparando a un pájaro blanco enorme que planeaba sobre el mar calmo sin ningún esfuerzo.

- Pero será posible malditos mamarrachos de barbas mojadas¡¡¡ Me habéis dado un susto de muerte… y que sepáis que no me podéis despertar así de esa forma… Podrían haber pasado cosas horribles¡¡¡¡ - Dije mirando a Calîm mientras le guiñaba un ojo en gesto de complicidad… - No obstante, y visto que estáis jugando después de lo movidita que ha sido la noche… me podéis dejar disparar a mi porfa? Anda¡¡ Venga¡¡¡ Pues si no me dejáis cantaré otra vez… Que no? Ahora veréis¡¡¡ “Quien vive en la piña debajo del mar, Bob Esponja….Su cuerpo amarillo absorbe sin más, Bob Esponja....”

La verdad es que se agradecía la calma y el calor que lentamente desentumecía mis doloridos huesos. No obstante, un vistazo al barco me dio que pensar ya que muchas de las planchas presentaban graves desperfectos por no hablar de que algunas incluso faltaban… Aún así, el barco-totuga aún se mantenía a flote… aunque por la cantidad de agua que salía de las bombas nadie diría que fuese a aguantar mucho. Estaba claro que estábamos tocados a pesar de que el capitán dormitaba en una butaca cercana al timón… Aún así había esperanza pues el señor de la escopeta, estaba abajo ayudando a los ingenieros enanos arreglando los posibles desperfectos…

El elfo silencioso preguntó por nuestra posición, pero los enanos no parecían demasiado habladores. Uno de ellos dijo algo de unas islas, pero no podía ver nada tras mirar al lugar que señalaban. Luego hablaron de otro barco. Otro barco? Que raro¡¡¡ Yo no veía nada más que la lejana línea del horizonte infinito… Cáspita¡¡¡ Zeque tonto¡¡¡ No recuerdas aquel cacharro que encontraste? Rápidamente me descolgué mi mochila y comencé a rebuscar entre mis pertenencias hasta sacar una especie de tubo metálico que se alargaba y que permitía ver las cosas que estaban lejos como si estuviesen más cerca…

Me costó un poco conseguir localizarlo, por no hablar de enfocarlo ya que por alguna extraña razón, las ruedecillas se movían hacia el lado que no quería… pero al final lo vi. Aquel barco no era nada bonito, no… Y desde luego dejaba mucho que desear estéticamente hablando. Su forma me recordaba mucho a otras construcciones que había visto anteriormente con el mismo aspecto amenazador y grotesco… Y de pronto me vino a la cabeza….

- ¡Alerta!¡Orcos! – Grité a pleno pulmón mientras terminaba de cerciorarme de que realmente no me equivocaba. Aquello no pintaba nada bien si contábamos con la aversión que sentían mis compañeros por los pieles verdes, los cuales, además no parecían nunca dispuestos a dialogar….

Calîm comenzó a preguntarme cosas sobre el barco que se avecinaba… Lo miré unos instantes intentando encontrar las palabras adecuadas…

- Pues verás¡¡¡ Déjame echarle un último vistazo… Pues parece que tenga dos enormes dientes en la proa del barco capaces de atravesar cualquier cosa… Y cañones son veo pero podrían estar escondidos debajo de una enorme cabeza conformada por un montón de escudos y lonas que hay justo entre los dos dientes… Y hay como una especie de torre en la parte de atrás. Y los remos no paran de subir y bajar a una velocidad pasmosa… Y pólvora no veo, pero madera hay para hacer varias casas… Por lo que no creo que sea demasiado difícil hacer arder esa cosa que se acerca repleta de señores verdes con cara de pocos amigos… La verdad es que el barco se mueve rápido para la manufactura desastrada que tiene…

Tras cerrar el catalejo, miré a mi alrededor buscando algo que hacer en el caos reinante que había ahora mismo. Tras parar a uno de los enanos que pasaba por allí lo detuve un instante antes de que siguiese corriendo…

- Perdona Nori… O eras Talin? Ah¡¡¡ Skruggy… Jolines¡¡¡ No acierto ni una¡¡¡ Dime donde tenéis algo de brea… Mi arco es sumamente conocido en muchas tierras del norte y con un poco de brea y un brasero con llamas podríamos intentar prender fuego a ese barco antes de que se acerque demasiado… O eso, o me pongo con vosotros en el cañón de proa¡¡¡ Mi arte para la parábola y mi puntería son archiconocidas¡¡¡ Calîm¡¡¡ CALÎM¡¡¡ Supongo que de lo mío no puedo utilizarlo ahora tampoco verdad? – le dije lo último en un susurro antes de que sin hacerme caso siguiese caminando hasta donde estaba el capitán.

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24/02/2013, 23:58
Marcus Wolfram

Si los días anteriores habían supuesto un fastidio, la tormenta no mejora las cosas. No es capaz de hacer nada a bordo de un barco en un día normal. En un mal día es poco más que un estorbo del que hace falta deshacerse. En parte envidia a los marineros del barco. Son gente que, llegado el momento, saben cómo deben reaccionar. Saben moverse, saben preparar un barco, saben manejarse en una tormenta. Es la misma sensación que siente al ver a un granjero preparando el campo, labrando, o recogiendo la cosecha. Vidas sencillas. No han tenido que convertirse a sí mismos en máquinas de matar, cómo él. Sí, les envidia. Claro que en días como hoy, les envidia un poco menos. Hacer frente a una tormenta no es de sus mayores ambiciones.
Si por lo general es un total inútil a bordo, en estas condiciones simplemente no encuentra una palabra para definirse. Mejor no pensar en ello. Claro que tampoco sabe en lo que debería estar pensando. Tal vez pelear contra ese monstruo marino no fuese tan mala idea después de todo.

Pasa más tiempo. Días. Semanas. De acuerdo, alguno podría decir que ha sido un poco menos. Algunos incluso podrían corregirle y decirle que ni siquiera han pasado horas, pero se le hace eterno. ¿Cómo puede nadie aguantar muchas noches cómo esta? Tan distraido está que no se fija en las idas y venidas del capitán, en las miradas que algunos le lanzan, o en lo que se dicen entre todos. Tan solo presta atención en las labores, miserables y simples, que le han encomendado. Confía en hacer pasar el tiempo más rápido. ¿Por qué no?, si puede llegar a sentir unos instantes cómo si fuesen siglos, tal vez funcione también al contrario.

Cuando quiere darse cuenta, tras pasar la noche organizando barriles que han sido derribados y arreglar otros pequeños desperfectos, o más bien de mirar cómo otros lo hacen, ya no hay tormenta. Si hubiesen llegado a tierra cree que se decantaría por esa vieja costumbre de besar el suelo. Al parecer no tendrá esa oportunidad. Muchos están mirando por la borda. Han visto algo. No cree que se trate de una visión agradable porque parecen preocupados. Entonces alguien grita “orcos”. Orcos en el mar, eso sí que no lo esperaba. Sabe que los goblin tienen ciertas habilidades para la construcción, o para imitar lo poco que ven de los enanos, pero orcos navegando, eso parece el principio de un mal chiste. No lo es. Están allí y, al parecer, están armados.
Zeque es el único que consigue ver el barco enemigo. Calîm pregunta por cañones, lo cual es razonable. Puede tenerlos o no tenerlos, pero el renacuajo describe algo inquietante. Un barco con dos colmillos en la parte frontal. Podrían ser adornos, los orcos no son conocidos por su buen gusto, pero entonces ¿para qué afilarlos? No, tienen algún uso.

-¿No parece que están listos para arremeternos y abordarnos?- Es podría ser la finalidad de los colmillos. En ese caso, incendiarlos podría no ser la mejor de las ideas. De hecho podría llegar a ser un problema bastante importante. Si el barco prende... no tienen donde ir.
-No sé si es buena idea intentar incendiarlos, Zeque. Si pretenden venir a por nosotros, para saquearnos, tenemos todo ese espacio para prepararnos. Concentrémonos en darles una buena zona para el impacto. Que entren donde vayan a dañar menos nuestro barco. Les golpearemos mientras intentan pasar de uno a otro..

La perspectiva de una pequeña batalla le hace sentir mejor. No es que desee pelear en cualquier momento, pero al menos eso sabe hacerlo. Y bueno... bien pensado, es cierto que desea pelear en casi cualquier momento.

-Podemos centrar nuestros tiradores, los que tengamos, en inutilizar sus medios de entrada en lugar de golpear a quienes salten. Si conseguimos limitar su área de entrada, ellos mismos se adentrarán en un avispero. La ventaja será nuestra. Solo necesitaremos despacharlos antes de que consigan extenderse por la cubierta. Si lo conseguimos, necesitarán un barco al que volver. Si incendiamos el suyo antes, les dejamos sin más opción que hacerse con el nuestro. Entonces tendremos que luchar hasta el final.-
Por supuesto, él no sabe demasiado bien de lo que está hablando. Puede partir de una suposición incorrecta. Aún así, le parece más acertado. Después de todo, si empiezan a dispararles, siempre están a tiempo para lanzar todo tipo de proyectiles. No cree que sea malo estar preparado para una aproximación más directa.

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06/03/2013, 17:11

Salvajes piratas orcos

Si Zeque hubiese afirmado que el barco estaba hundiéndose, no habría podido obtener una reacción más inmediata. De repente, la cubierta quedó abarrotada de enanos, todos esforzándose por ver el barco que se acercaba. Ahabsson se había levantado de la silla y dirigía su propio catalejo hacia el horizonte con una soltura digna de mención. Zeque, ilusionado por haber logrado causar aquel revuelo y excitado por la afluencia de gente que había congregado, volvió a mirar por el suyo mientras comentaba con aquellos que estaban cerca lo que veía

El pequeño halfling calculó que el barco orco era el doble de grande que el Martillo de Tormenta, y que llevaba una tripulación tal vez cuatro o cinco veces más numerosa. Los enormes castillos de proa y popa de la embarcación estaban atestados de corpulentos orcos. Marineros goblins pululaban por las velas y aparejos. En las velas había pintadas extrañas y toscas runas. En el palo mayor habían clavado el cráneo de una bestia de gran tamaño, con las tibias cruzadas por debajo. En la proa había una gran catapulta montada sobre una especie de plataforma giratoria. Una más pequeña dominaba la popa.

Mientras os acercabais Calîm trazaba un plan de acción que Zeque, por iniciativa propia parecía compartir a pesar de los pros que Marcus manifestaba sobre semejantes acciones. Por su parte Samuel no hacía más que garabatear en una hoja en blanco calculando por donde sería más factible perforar aquella mole de madera siguiendo las indicacione del cazador de brujas mientras asentía ante el plan de Calîm... tampoco le resultaría muy dificíl combinar sus artefactos explosivos con la magia del elfo si se coordinaban mínimamente.

Por su parte, los enanos no reaccionaron precisamente como esperábais... o tal vez sí dada la predisposición de aquella raza hacia el combate con los pielesverdes, claramente plasmada en la actitud que ahora mostraba Rakduim, con medio cuerpo fuera de la barandilla amenazando con el puño a los lejanos orcos mientras les lanzaba una miríada de maldiciones

Ahabsson, desde su puesto, se reclinó hacia adelante y tiró de una palanca antes de volver al timón. La velocidad del Martillo de Tormenta aumentó y el barco se lanzó hacia la embarcación de los orcos sin demora; ante aquello Samuel se giró, algo alarmado, hacia el capitán conteniendo una exclamación ¿qué pensaba hacer aquel manco maníaco? Había esperado que huyeran ante un barco tan claramente superior, a fin de cuentas solo ellos eran guerreros de verdad y aunque contaban con la baza de Calîm y sus propios ingenios dudaba que fuera suficiente para inclinar la balanza a su favor... además llevaban un preciado cargamento de especias y cerveza valorado en miles de coronas de oro ¿por qué arriesgarse así?

Capitán ¡nos dirigimos hacia los orcos!

Incluso distorsionada oir el tubo portavoz, la risa de Ahabsson fue reconocible mientras Sargul aparecía en cubierta como una exalación pertrechado para la batalla y con un brillo en los ojos demasiado parecido al del matador como para pasarlo por alto

No te apures muchacho. Acabaremos con el barco antes de los que piensas. Mantén los ojos abiertos y hazme saber cualquier novedad- fue la despreocupada contestación del capitán enano

¿Tenéis intención de hundirlo?- preguntó Samuel incredulo

¡No!¡Lo abordaremos y nos haremos con su tesoro! Es el barco de Thon, un filibustero orco. Tiene que llevar botín en sus bodegas

El vapor siseó allá abajo, cuando la torreta revestida de hierro del Martillo de Tormenta empezó a girar para apuntar a la embarcación enemiga. Se oyó un extraño sonido rechinante que os puso los pelos de punta, y uno de los barbacortas acudió a lubricar la base con aceite... en vuestro interior os preguntasteis cuantos daños había sufrido realmente el barco durante la tempestad.

A aquellas alturas la mayoría de enanos había regresado bajo cubierta para ocupar sus puestos de combate. Los marinos preparaban sus ballestas o permanecían junto a los cañones de mano montados sobre cardán. El matador observaba desde la proa. Incluso desde la distancia todos podiais ver lo tenso que estaba... por contrapartida Darwell había desenfudando sus dos armas con una parsimonía casi ridícula segundos despues de deshacerse de todo complemento superfluo. Apenas unos pestañeos más tarde su figura se había esfumado, sin duda para atacar desde las sombras a los primeros atacantes que pusieran un pie en el barco

Vuestra atención retornó al barco pirata. A medida que se acercaba se podía distinguir más detalles y, cuanto más veíais, menos os gustaba la situación. Aunque el Martillo de Tormenta estaba hecho de metal y la embarcación orca de madera, a vosotros os parecía que el primero era ampliamente superado por la segunda. El barco de los orcos era mucho más grandey poseía una tripulación mucho más numerosa que la vuestra. Y, peor aún, parecía haber alguna clase de chamán en el castillo de proa de la nave, danzando entorno a la catapulta y gritando encantamientos, con lo que la baza de la magia ya no era de vuestra exclusividad.

Grupos de goblins ataviados solo con taparrabos y lustrosos de sudor hacían girar los tornos que tensaban el brazo de la catapulta hasta la posición de disparo y ejercían la fuerza necesaria para hacer rotar la plataforma sobre la que estaba montada. Los jefes orcos permanecían a la espera y bramaban instrucciones a los suyos. Obviamente, los guerreros consideraban algo excesivo ensuciarse las manos con trabajos inferiores.

Los orcos eran enormes criaturas, dos veces más altas y muchas veces más pesadas que los flacos goblins. La mayoría llevaban calzones y pañuelos atados en torno a las calvas molleras; muchos iban armados con chafarotes, y unos pocos llevaban arco, pero todos ellos estaban adornados con profusíón de joyas.

Samuel se acercó al halfling y se apropió del catalejo tras intercambiarlo por uno de sus pequeños inventos con Zeque, deslizando su punto de vista al castillo de popa, donde el capitán orco se encontraba rodeado por sus compinches. Era una criatura enorme que se tocaba con un tricornio de almirante bretoniano. Sus colmillos brillaban dorados a la luz del sol, y llevaba un chafarote en cada mano

Samuel gritó la descripción del descomunal pielverde, haciendo que Ahabsson sonriera de oreja a oreja

¡Mejor que mejor! Uragh Colmillo de Oro es el pirata más temido del golfo de Arabia. Los sultanes ofrecen su peso en gemas como recompensa por su cabeza

El nombre hizo estremecerse a los más duchos en historia. En los bazares y lash hosterías de medio mundo, los marineros más intrépidos murmuraban con miedo el nombre de Colmillo de Oro ¡Los relatos de su ferocidad y crueldad eran leyendas negras en sí mismas! Cuando el capitán orco se desplazó, los ojos de Zeque, se posaron sobre una figura que su cuerpo había ocultado hasta entonces

Se trataba de una mujer humana, alta, esbelta y bien formada, y muy hermosa a pesar de ir vestida con lo que parecía el atuendo de un marinero bretoniano. El cabello, que le caía hasta los hombros, era negro como ala de cuervo y rizado. Tenía las manos atadas con cadenas, pero mantenía la cabeza en alto y no manifestaba meido alguno. Samuel estaba demasiado pasmado por el descubriento para informar acerca de lo que ahora veía

El mar entorno al Martillo de Tormenta se agitó hasta quedar blanco cuando el barco aceleró. De las chimeneas manaban nubes de chispas y humo negro. Las gaviotas chillaban. El barco se escoró y viró para seguir un rumbo más directo hacia el enemigo.

Todos visteis con temor como el lejano brazo de la catapulta salia disparado hacia adelante. Una ardiente bola defuego voló describiendo un arco hacia el Martillo de Tormenta. La enorme esfera dejaba tras de sí una ardiente cola de cometa que relumbraba con luz antinatural y tenía un levísimo tono verdoso. Voló hasta una distancia mayor de lo que prodría hacerlo una piedra normal según calculó Samuel, y a una velocidad superior, cayendo al agua justo delante de la proa del Martillo de Tormenta, lanzando al aire una enorme columna de vapor y agua hirviendo antes de hundirse hacia el fondo del mar.

Las islas estaban ahora más cerca, como picos pintados en el horizonte, una mucho más grande y prominente que las demás. Todos sabiais que estaban demasiado lejos como para llegar a nado hasta ellas, eso suponiendo que los tiburones no os devoraran primero. Ahabsson os había puesto en un rumbo que fácilmente os podría conducir a la muerte.

Lo mejor que podrían esperar en caso de derrota era ser capturados, en cuyo caso serían esclavizados o devorados... vuestra mirada se paseó por cubierta hasta toparos con el matador, Sargul y el capitán. Había tres al menos que no sufrirían ninguna de esas cosas. Ante ellos solo podía haber muerte o victoria.

Los goblins volvieron a girar los tornos, y el brazo de la catapulta volvió a inclinarse hacia atrás hasta la posición de disparo. El chamán continuaba con su incesante danza, y observasteis como un débil nimbo de luz verdosa oscilaba entorno a su cabeza teniendo la seguridad que el brujo piel verde obraría más maldades antes de que acabara el día

El Martillo de Tormenta continuaba hendiendo las olas, aproximándose inexorablemente al barco de los orcos. El cañón de la torreta acababa de levantar el morro. Se oyó un potente trueno, y por la boca del arma salió una nube de chispas y humo que por un momento ocultó a la vista el barco enemigo. El silbido de la bala se escuchó claramente y segundos después la visteis impactar contra el casco de su objetivo y atravesar la madera, en la que abrió un agujero.

Ahabsson bramó más instrucciones a los artilleros en idioma enano y la torreta continuó girando mientras el Martillo de Tormenta mantenía el rumbo pudiendo percibir un cierto método en la locura del capitán. El barco de los orcos volteaba hacia vosotros pero, en su presente rumbo, el Martillo de Tormenta se situaría a barlovento y por detrás del filibustero. Con un poco de suerte, le destrozarían las palas, destruirían su catapulta y matarían a la tripulación a su antojo

El rechinar de los engranajes en torno a la rueda izquierda os hizo temer que los daños sufridos durante la tormenta podían echar por la borda, nunca mejor dicho, con los planes del capitán pero en ese momento la catapulta enemiga volvió a disparar y obviasteis aquel percance para seguir la trayectoria del letal proyectil.

El chamán danzaba y cabriolaba, y, como respuesta, la enorme bola de fuego cambió su rumbo en pleno vuelo para virar hacia el Martillo de Tormenta mientras la mirábais boquiabiertos. Si Ahabsson se sorprendió, no dio muesta de ello. Se limitó a girar la cabeza para seguir la trayectoria de la bola de fuego que volaba hacia ellos. La boca se os secó mientras la ardiente esfera parecía casi arrastrarse en dirección al barco. Cuando la bola de fuego llegó casi al final de su arco ascendente, Ahabsson hizo girar el timón y tiró violentamente de una de las palancas situadas junto a él. Se produjo un rechinar de engranajes cuando de las grandes ruedas invirtió su movimiento. El Martillo de Tormenta se sacudió bruscamente y tomó un nuevo rumbo que permitió que la bola de fuego solo golpeara a la embarcación de refilón, pero bastó con eso. Se produjo un destello cegador, y una abrasadora ola de calor barrió la cubierta del barco de vapor, que se estremeció con el impacto.

Una andanada de metralla tamborileó sobre el casco metálico provocando que algunos de los enanos de la tripulación gritran de dolor. Un momento después un par de detonaciones secundarias retumbaron por el casco sacudiendo la embarcación...

 

Notas de juego

Primera parte del turno, que me ha quedado mucho más largo de lo esperado. Podeis empezar a postear como de costumbre y retomamos el ritmo habitual. Turno cada 10 dias

Un saludo!

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10/03/2013, 16:56
Marcus Wolfram

-Marcus Wolfram

Había oído hablar de enfermedades contagiosas, muchas. Incluso ha oído hablar de pueblos enteros quemados para contenerlas. Jamás pensó que la locura también pudiese transmitirse de unas personas a otras. El capitán del Martillo de la Tormenta parece querer demostrar cuan equivocado estaba. Quiere dirigirse directo a una embarcación el doble de grande. De acuerdo, nadie duda de la resistencia superior del metal en comparación con la madera, pero sigue pareciendo una imprudencia. Aún así debe confesar que le parece una reacción lógica en cierta medida. Si los orcos van a entablar combate, ¿por qué no entablarlo ellos antes? Pasar al ataque parece una reacción bastante lógica dadas las circunstancias. Por desgracia eso anulará las posibles ventajas tácticas de plantear una defensa controlada frente a un abordaje. Si en Akendorf consiguieron salvarse fue precisamente concentrando al enemigo en las puertas. Cuando se descontrolan es mucho más difícil acabar con ellos.
Además de otras cosas, le sorprende el motivo para pasar al ataque. Si esos orcos son piratas deben llevar botín a bordo, y los enanos quieren el motín. Imagina que está ligeramente asaltar a un pirata que a otras embarcaciones. El resto son mercenarios, luchan por dinero. En cuanto a él… sabe que matar orcos está bien. Tan solo le ha resultado una situación llamativa.

Samuel sigue escrutando el barco enemigo mientras corrige sus cálculos. No ve como esos "cálculos" pueden tener cabida en un campo de batalla. Le cuesta hacerse a la idea de luchar esgrimiendo números en lugar de armas. Aún así debe ser útil tener mejores conocimientos del barco, sobretodo si de verdad van a abordarlo.
El joven ingeniero pone una expresión extraña al otear el horizonte.
-¿Qué pasa?, pareces haber visto un fantasma-
Espera la respuesta. No quiere saltar allí dentro para encontrarse con una manada de trolls. O con un gigante. Seguro que un gigante cabe allí dentro. Si ha visto algo alarmante, es mejor saberlo con tiempo.
Zeque mientras tanto se afana junto a Calîm. Ahora ya no sabe si es tan buena idea evitar quemar el barco enemigo. Por un lado van a luchar en su superficie. Por otro sería una forma rápida de matar enemigos.
EL matador, Sargul, y el capitán, ya están ansiosos por entrar en combate. De acuerdo, no les culpa, él también. Es solo que no cree que deban hacer esto sin pensar. Los orcos pueden no ser unos seres brillantes, pero poseen suficiente fuerza bruta como para resultar más conveniente un enfoque ingenioso en lugar del directo. Eso sin contar al chamán.

El primer proyectil de la catapulta hace agua. Ha llegado mucho más lejos de lo que cabría esperar. El segundo sin embargo cambia de dirección en el aire hasta estar apunto de caerles encima. Tan solo una rápida reacción de Ahabsson* consigue evitar una auténtica tragedia. Ahora ya están demasiado cerca para contar con un tercer tiro errado. Sí, la decisión está tomada. Van a tener que pasar al ataque. Busca a Samuel rápidamente.

-Escucha, en cuanto pongamos un pie en cubierta se nos va a echar encima toda la embarcación. Tienes que cubrirnos con absolución. Haz un primer barrido antes del abordaje, para darnos una zona limpia. Da igual si les das a todos o no, solo hace falta que nos dejen espacio. Después sigue haciendo barridos cortos por delante de nosotros.-

No sabe cómo van el resto de planes, pero espera que todos tengan algo en mente. Él entrará con la primera oleada. Debe ir directo al chamán. No pueden permitirse estar igualados respecto a magia. Ya tienen demasiados factores en contra. Deben tener alguno a su favor. En cuanto ponga un pie en el otro barco, y prefiere no pensar en el trayecto previo, invocará el poder de Sigmar. Hasta ahora el "Castigo Divino" se ha mostrado más que eficaz contra grandes oleadas de enemigos, no ve por qué no repetir.
Cómo siempre dará golpes rápidos, sin dejar de moverse, e intentando avanzar rápidamente. Usará todos los obstáculos del barco para cubrirse mientras se mueve. Tal vez consiga convertirse en una punta de lanza para que los demás también avancen.

Eso será entonces. Ahora tiene que hacer algunas cosas más. Clava una rodilla en el suelo. Pone el antebrazo frente a la cara y apoya el cañón de la pistola encima. Apunta buscando al chamán. Sí, intentará matarlo una vez aborden, pero solo si sigue vivo entonces. Tal vez pueda derribarlo con un disparo certero. Cerrará el ojo malo mientras apunta cuidadosamente. Cuando tenga al chamán más o menos frente al cañón, aguantará la respiración para no moverse en el último momento. Entonces apretará el gatillo. Si falla el primer tiro lo intentará con la otra pistola**. Cuanto antes se libren de ese incordio mejor. Después ya estará listo para subir.

-Si abordamos, creo que es mejor intentar tomar el centro, como un ariete, y empujarles hacia ambas bordas. Aunque nos tengan flanqueados les será mucho más difícil posicionarse en tan poco espacio. Con suerte tiraremos a alguno-

Los enanos son famosos por su resistencia. Si consiguen aguantar plantados en el centro, muchos de los orcos se destrozarán entre sí al intentar avanzar, cuando les empujen, o cuando los fuercen a retroceder.

Notas de juego

*Imagino que al menos podemos alegrarnos de que no esté persiguiendo ballenas blancas xD
**Imagino que con armas de ese tipo, es mucho más rápido que pararse a recargar.

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12/03/2013, 17:03
Zeque Wilfur

ZEQUE

 

Mis palabras parecían haber incendiado los ánimos de todos los presentes, como una chispa que cae en una balsa de aceite… Y la verdad es que no era para menos¡¡¡ Un barco enorme y repleto de señores verdes se dirigía hacia nosotros para atacarnos. Casi, casi era como en los cuentos de piratas, si no fuese porque la tripulación del barco de los señores con barba estaba en clara desventaja con el de los señores verdes. No obstante nosotros teníamos la baza de que las cosas hechas por enanos eran claramente más resistentes que las de los señores verdes, pero aún así intimidaba bastante el aspecto del bajel orco, acercándose a gran velocidad… Miré con el catalejo nuevamente para dar nuevos detalles:

- Guau¡¡¡ Es casi el doble de grande que el nuestro. Y a juzgar por el movimiento reinante en su cubierta deben de haber lo menos…. Muchos¡¡¡ Pero que muchos, muchos¡¡¡ Hay infinidad de ellos corriendo por todos lados, incluso por las velas y los palos…Y en las velas hay dibujados unos extraños símbolos que no se qué significan. En el palo mayo se puede ver el cráneo clavado de algún bicho grande, con un par de tibias cruzadas…. Y si¡¡¡ Confirmado¡¡¡ No llevan cañones como los nuestros pero delante hay una catapulta enorme… y otra más chiquita detrás¡¡

Mi amigo Calîm comenzó a organizar la defensa, mientras los enanos correteaban de aquí para allí preparando sus armas, pero como a desgana, como si aquello no fuese con ellos. El mago parecía más que dispuesto a usar su magia de fuego para hacer daño a los señores verdes, cosa que era lo más obvio dada la construcción del barco de los señores verdes. En cambio, el nuestro era en su mayor parte de acero, lo cual nos quitaba una parte del problema… aunque si caía una de las piedras que lanzaba la catapulta delantera de los orcos no creía que rebotase como en un escudo.

El enano de la cresta por el contrario, estaba en la proa del barco vociferando todo tipo de tacos y palabras malsonantes propia de las prostitutas más rudas de cualquier ciudad portuaria y costera… Como era posible que algo así sintiese tanto odio por los señores verdes? Por lo que yo había visto aún no nos habían hecho nada, pero como siempre ya dábamos por supuesto que esos orcos nos atacarían y simplemente se adelantaban a los acontecimientos… En fin¡¡¡ Yo tenía cosas que hacer. Ntre otras preparar mi arco

Por su parte, el capitán “Aljason”, giró el barco de hierro y lo encaró directamente para el barco de madera… ¿Acaso se había vuelto loco y quería hundirnos? ¿O es que buscaba la forma de abordarlo? Realmente era algo que hacia que me cosquilleasen la planta de los pies… Un abordaje¡¡¡ Los garfios volando de una borda a otra… Los gritos de dolor¡¡¡ Oh¡¡¡ Madre mía¡¡¡ Por todos los dioses¡¡¡ Que sea cierto¡¡¡

El señor de la escopeta, que se había puesto a garabatear cosas como un poseso, miró el nuevo rumbo y se puso si cabe más blanco que hasta ahora. Pero a su pregunta, las palabras repletas de confianza del capitán enano no dejaban dudas de cuales eran sus intenciones aunque ahora ya no estaba seguro de que aquello acabase en abordaje… Pero como un rayo de sol, su voz se coló entre el tumulto de pensamiento que corría por mi mente y me hicieron sonreír claramente ante la mención de su plan… No obstante intenté disimularlo al ver la cara sobrecogida del señor de la escopeta y de mi amigo Calîm.

- Pero… ¿Son muchos no? De acuerdo que estamos más que preparados, pero no habría que hacer algo antes de encontrarnos…? No creo que sea la mejor opción lanzarse a lo loco hasta esos señores verdes…? Un filibustero? Thon? Me suena…¡¡¡ Creo que en la ciudad enana escuché algunas historias y no hablaban de él demasiado bien… Dicen que es un buen capitán para ser orco… Pero, ¿en serio que vamos a abordarlos?

A modo de respuesta el barco de hierro dio un brinco y acabó de encararse contra el barco de los colmillos de madera… Todo gruñía y crujía por lo brusca de la maniobra pero aún así inició su avance inexorable lanzando vapor a destajo por la tuberías. El motor iba a toda máquina sonando por encima del barullo creciente. Los enanos poco a poco se fueron metiendo bajo cubierta para tomar posiciones en los distintos cañones… Yo por mi parte buscaría un sitio desde el que disparar mis flechas, aunque desde luego pediría a los enanos que me dejasen disparar los cañones, aunque solo fuese uno…

Tras aquella desbandada, y en vistas de que nadie parecía reparar en mi presencia, me quedé por unos instantes parado en medio del barco observando la amenazadora presencia del barco de los señores verdes, el cual parecía acercare cada vez más rápido. Para colmo me pareció observar un chisporroteo en la proa donde estaba la catapulta cosa que me alertó… Ya iba a decírselo a Calîm cuando este me mandó callar mientras asentía con la cabeza… Hay que ver que listo que era¡¡¡ Él ya lo sabía¡¡¡

Montones de señores verdes, pero de los pequeños se afanaban alrededor de la catapulta preparando un disparo. Mientras que los grandes esperaban su momento, ataviados con unas enormes espadas y repletos de joyas y cosas brillantes. Estaba extasiado mirándolo todo cuando alguien me quitó el acerca-cosas que había encontrado. Me giré indignado…

- Ladrón¡¡¡ Al ladrón¡¡¡ Ah¡¡ Eras tú… - dije al señor de la escopeta que ya estaba abstraído mirando por mi cacharro, dejándome sin ninguna diversión… - Podrías haberlo pedido¡¡¡ Oye¡¡ Que te estoy hablando a ti¡¡¡ Luego te quejas si hurgo en tu mochila….

Pero ya se alejaba mirando nuevamente y anotando cuatro números en un papel, para instantes después volver a mirar y soltar alguna exclamación de sorpresa o asombro… Menudo era¡¡¡ Y luego me miraba la gente cuando faltaba algo… ¿Acaso no se habían planteado que podía ser otro?

Salí de mis pensamientos al escuchar al señor de la escopeta definir al capitán de los señores verdes, cosa que por otro lado, me correspondía a mi. Sus palabras parecieron alegrar al capitán “Ajabson”

- Uragh Colmillo de Oro¡¡¡ De ese también escuché hablar… y tengo que decir que las cosas que decían eran mucho peores que las del otro, aunque también hablaron de un tal Barbarroja que parece ser que es todavía peor, pero no es verde.

Pero al capitán no parecía molestarle que su contrincante fuese aquel temible pirata ni mis comentarios parecieron sorprenderle. Se movió hacia uno de los lados para ver mejor a la bestia de madera que se acercaba por momentos y justo en ese momento me percaté de la presencia de una mujer justo detrás del capitán y a la cual no había visto hasta ahora…

Para ser tan grande era bastante guapa, o al menos eso me pareció aunque para mi gusto estaba demasiado delgada¡¡¡ Por su forma de vestir, con ropas de marino, y su porte parecía nativa de Bretonia, con una espesa mata de pelo negro y rizado. Pero lo que más me llamó la atención fue que llevase las manos con grilletes, aunque a pesar de todo mantenía un porte orgulloso y temerario… La verdad es que era la imagen viva de una mujer guerrera. Si no recordaba mal, el señor de las canciones hablaba de Eloisa, la bucanera negra. Narraba las hazañas de una mujer cortesana, que por su mala cabeza y las malas compañías había acabado convirtiéndose en una temida pirata… Pero no podía ser ella, pues en la canción ella acababa muriendo a manos de un capitán de fragata que había sido su amante… Vaya¡¡¡ Que historia más triste¡¡¡ Pero todavía más inquietante era el ver a esa mujer atada de esa forma… Y hasta ahora no la había visto¡¡¡ Que eso si que era malo¡¡¡

Como todos parecían muy ocupados y estaban demasiado atentos a lo que acontecía, aproveché un acelerón del barco para acercarme hasta la mujer, mirándola con curiosidad de abajo arriba… Me quedé parado en sus ojos, llenos de fuerza y pasión…

- Hola señora¡¡¡ O debería llamarla señorita? O si prefiere la llamo por su nombre pero me temo que no he tenido el placer de conocerla? Yo soy Zeque, Zeque Wilfur, temido guerrero y explorador de renombre… y también mago de batalla – dije bajando el tono de voz… - Se puede saber por que está usted en esas condiciones? Debe de haber hecho enfadar mucho al capitán “Ajarson” para que le ponga esas cadenas… ¿Tal vez me podría explicar que le pasó? Se que no es el momento adecuado, pero no puedo evitar verla en esas condiciones… Por descontado, si necesita ayuda, agua, comida o un poco de conversación no dude en pedírmela, para eso estoy aquí, faltaría más¡¡¡ Lo que haga falta por una dama¡¡¡

Un chasquido captó mi atención, solo para ver como una enorme bola de fuego sobrevolaba el cielo en dirección a la “Tortuga de hierro”. Por unos instantes todo pareció ralentizarse, como si el tiempo se hubiese detenido y solo existiese la estela de aquella enorme bola de fuego y su estela. Afortunadamente esta quedó corta, levantando una enorme ola de espuma que salpicó parte del barco enano… Justo ahí, solté el aire que sin darme cuenta había retenido. Volviendo a poner mi atención sobre la mujer le dije:

- Tal vez sería el momento de hablar con el capitán y proponerle que la suelte… No creo que la situación sea apacible de aquí a unos instantes, y creo que si yo la protejo no debería de tener demasiados problemas…

Como respuesta, el cañón de proa escupió una llamarada seguida de humo que ocultó de la vista a los señores verdes… Aún así el silbido que le precedía sonaba en el aire. Justo cuando la nube se dispersaba, vimos como la bala del cañón impactaba en el casco, atravesándola con facilidad y haciendo un agujero, aunque nada mejor pasó… Vaya¡¡¡ Y encima no me habían dejado disparar a mi¡¡¡¡ Pero al parecer, la maniobra del capitán enano no era atravesar la nave orca, sino aprovechar su tamaño y su maniobrabilidad para colocarse a su espalda y atacar a discreción… Vaya¡¡¡ Quien lo hubiese dicho¡¡¡ Pero claro estaba… Aquellos enanos barbudos no llevaban cresta ni la llevaban teñida de rojo…

Justo mientras maniobraba, una segunda bola surcó el aire nuevamente… Daba la sensación de que esta vez habían fallado por bastante. Sonreí al imaginarme la cara de aquellos brutotes que no habían tenido en cuenta la velocidad de la “Tortuga de hierro”, pero justo cuando ya empezaba a respirar observé como la bola cambiaba su trayectoria en el aire… Madre mía¡¡¡ Sería posible que mi magia me estuviese jugando una mala pasada… Sería divertido que la magia que hasta ahora me había ayudado resultase ahora peligrosa¡¡¡

Afortunadamente, gracias a una maniobra del capitán conseguimos eludir por poco el impacto, aunque golpeó de refilón en un costado, lanzando decenas de fragmentos de metralla. A duras penas conseguí esconderme tras un enorme barril antes de que sonasen los golpes como un pequeño martillo de los trozos de metal… Aquello no estaba bien¡¡¡ Y las detonaciones secundarias que sonaron después en el interior del barco tampoco indicaban nada bueno…

- Pero bueno¡¡¡ ¿Es que esos cañones nuestros no van a hablar nunca? Capitán hay que devolvérselas todas juntas…¡¡ Déjeme al cargo de uno de los cañones y les demostraré el por que soy un avezado ingeniero de la parábola y la pólvora

Notas de juego

Dejo abierta la posibilidad de seguir hablando con la mujer, según lo que me diga o pase....jejejeje