Partida Rol por web

Tomo la radio al percatarme que ni caso hacen de portar esta, busco como apagarla para evitar cualquier percance. El ambiente no baja y mi mente da vueltas sin parar, aquel escenario resulta meramente repulsivo.

-No me creo que este lugar pudiera ser peor- susurra una vez salen al pasillo. No le presto mayor atención a los comentarios que realizan, básicamente solo le queda su tio en la ciudad, pero tiene presente que este no cometería el error de quedarse sin mas en la ciudad.

La habitación con la cámara resulta enigmática, la verdad es que cada una de estas resulta una intriga, al ver la que tiene una cerradura magnética expresa -Si conseguimos esa llave tendremos un refugio inexpugnable para dormir- Sin mucho tiempo para moverse clarie abre la puerta de la morgue, sin arma para defenderme me ubico a salvo en la parte trasera del grupo.

-Sí, quedarnos a dormir aquí tal vez sea la mejor idea -reconocí, pensativo. Íbamos a quedarnos a descansar en un tétrico hospital abandonado en el que podrían aparecer zombies en cualquier momento, pero de todas las opciones posibles era la mejor para nosotros en esos momentos.

La situación no mejoró cuando vimos aquellas sillas eléctricas, cámaras de gas e instrumentos de tortura. Experimentaban con los pacientes, pero, ¿desde cuándo? ¿Habían comenzado cuando se inició la epidemia o ya lo hacían desde antes? El hospital se volvía más inquietante a cada minuto que pasábamos en él.

-Créeme, Nikola, yo aún puedo imaginármelo peor -respondí al comentario de Nikola, que de todo el grupo seguía siendo el más misterioso. ¿Quién era ese tipo? Me estaba rompiendo la cabeza para ponerle un apodo y no se me ocurría ninguno que le encajara. Era un chico extraño-. Da gracias que no nos hayamos encontrado aún ningún doctor loco que quiera experimentar con nuestros tiernos cuerpecitos.

Viendo que Claire y Donnie se encaminan hacia la morgue, tomo el rifle, preparado para disparar si saliera un posible peligro del interior de la sala.

Entran en la sala, la cual expulsa un hedor que os provoca arcadas. El cuarto está oscuro, pero después de que Hera tantee la pared de la derecha se enciende la luz. Lo que allí hay os deja congelados. Una persona, o al menos lo era, enloquecida, atada a una silla y con los ojos inyectados en sangre. Tiene la llave colgando del cuello.

Hay una escopeta y un cartucho con cinco balas apoyada en una esquina. Alguien ha querido mantener a ese ser con vida, pero ¿Por qué?

- Huele fatal...- Murmura Hera arrugando la nariz, pero su aliento se corta cuando se escuchan arañazos desde dentro de los diferentes cubículos.

- So..co...rro...- Una voz débil sale de uno de ellos, pero ¿De cual? El sonido parece provenir de la parte derecha: A-1, A-2, B-3, B-4. Se escuchan arañazos y gemidos dentro de los cuatro.

Entro a la Morgue siguiendo a todos los demás. Este sitio no me gusta, me da mal rollo. Siento la profunda tentación de pedirle un poco de droga a Zach, quizás drogada esto sea más llevadero. El putrefacto olor que desprende el lugar remueve la poca comida que tengo en el estómago. Mis ojos verdes se clavan en el hombre atado, su aspecto es tan enfermizo.

¿Todos estarán iguales? ¿Mi madre estará en el mismo estado? Pero entonces pasó. Una voz se escucha desde el interior de una de esas frías cajas de metal, ¡Hay alguien vivo!

- ¡Aguanta!- Grito pero me arrepiento en el mismo momento en que todos esos seres metidos dentro comienzan a arañar con ansias las puertas. Me acerco a la zona donde ha sonado.- ¿Dónde estás?

La impotencia se acumula sobre mis hombros. No debe quedarle mucho aire.

- Aquí-Murmura una voz de un chico. Pero debido a los arañazos es imposible ubicar en cuál de todos está.

- No, Tess.- Ares agarra el brazo de su amiga con suavidad.- No podemos arriesgarnos así.

Aquello era poco más o menos como el laboratorio secreto de Herbert West. El lugar apestaba a muerte, pero también a una locura insana que había conseguido que aquella persona que estaba atada, fuese torturada hasta extremos inesperados.

A mi lado, Hera pareció estar a punto de vomitar. No me extrañaba. ERa para eso y más, pero ya había pisado suficientes baños llenos de vómitos como para sobrellevarlo con relativa facilidad.

Había una escopeta colocada casi con cuidado, lo cual me llevó a pensar que no estábamos solos. Quién iba a dejarse allí un arma con balas, si alguien no había acabado con él.

-Tened cuidado. Quien quiera que tuviese ese arma, aún debe andar por ahí, y a juzgar por lo que está haciendo, no tengo ningunas ganas de verlo con vida -avisé en voz alta, mientras me acercaba al cuerpo y tiraba de la llave, pero estaba demasiado atada para que pudiera quitarla.

Cuando entonces del interior de los congeladores, una voz pidió ayuda, solté la llave sin volver a intentarlo.

-¡Joder!

A mi lado, Tess se puso en marcha enseguida.

- ¡Aguanta! ¿Dónde estás?

-Aquí.

Maldita sea. Y cómo demonios vamos a saber si el que está dentro está infectado.

-¡Tess, no abras! ¡Espera a qué nos preparemos todos! -le dije, preparando la escopeta y apuntando hacia el primero de los cajones.

Ares no perdió tiempo y la separó un poco.

-Cuando te avisemos, abres un poco el primero y te apartas, ¿de acuerdo? ¡Te-a-par-tas!

Mi primer reacción al ver a aquel zombie atado fue de temor y sorpresa. No obstante, una vez superada la impresión inicial, no pude evitar reírme, sintiéndome envuelto por la sensación de riesgo y adrenalina que tanto me agradaba.

-¡Uauh! Puede que al final sí que haya un mad doctor rondando por el hospital -comenté, en tono divertido, si bien el hecho de que pudiera haber un loco cerca no me agradaba especialmente.

Aparentemente había una persona viva en el interior de uno de los cubículos. ¿Sería un pobre diablo que se había visto obligado a esconderse allí, un rehén de la persona que había depositado la escopeta, o el propio tipo que había atado al zombie? Fuera quien fuera, no terminaba de fiarme.

-No malgastéis balas con esta cosa, está atado -dije, señalando al zombie, con un gesto de cabeza-. Usad cuchillos o lo que cogiérais de la cocina, y clavádselos. Hay que reservar la munición -añadí, con absoluta frialdad.

Adelantándome hasta el zombie de la silla, tomo mi rifle de caza por la culata y, situándome en un lateral de la criatura, comienzo a golpear en la cabeza del monstruo, una vez tras otra para intentar destrozarle el cráneo. Pensé que sería divertido y fácil, como en las películas, pero después de un par de golpes comencé a sentir cómo se me revolvía el estómago. No obstante, no iba a dejar de golpear hasta asegurarme de que el zombie terminase totalmente muerto.

-Whoa...-murmura apenas Donnie mientras ve que Crazy L se abalanza sobre el zombie y lo hace alfiletero. Aquello era muy extraño. ¿Quién ataría a un infectado para dejarlo allí? Y con una llave que seguramente necesitarían. La situación cada vez le recordaba más a un videojuego de terror. (Ada, wait!) 

Entonces escuchan una voz que surge de alguna de las cajas pidiendo ayuda. -Con cuidado, Tess- dice Donnie después de las palabras de Claire. Con su brazo menos herido, ase fuerte el cuchillo, preparado para reaccionar. -Te apartas rápido, como dijo Claire, ¿Sí?

 La escena parecía sacada de una película de miedo. De las buenas, de las que tenían un contenido acojonante detrás de cada nota o mancha de sangre. Ese lugar había visto cosas, sucesos horribles. Era casi imposible pensar que algo tan macabro podría pasar con solo un par de días dentro de la epidemia; pero el ser humano nunca perdió su capacidad de sorprender.

 Staci no era muy fanática de las películas de miedo. O del miedo en general. Por lo que se encontraba detrás de Donnie observando la escena con las piernas temblando cual papel al viento. A todo eso se sumaba que Tess quería liberar a la persona allí atrapada. La niña prodigio se encontraba con el corazón en la garganta.

- T-t-t... t-ten cuidado, Tess...

Entro de los últimos tomando la escopeta que había en ese lugar. El espectáculo de Larry destrozando el John no fue placentera, el olor en el ambiente tampoco ayudaba. Vuelvo al pasillo tan rápido como entre.

–Yo vigilo la puerta – Suelto a medida que investigo el arma para entender cómo funciona, imitando los movimientos de Claire. –Tomen la llave, si alguien dispara el dueño de esta cosa puede que aparezca. – Dejando ver con total obviedad mi referencia a la escopeta.

Espero en guardia mientras miro a los demás intentar matar al enfermo de la silla.

"¡Calmaos! Mientras esté atado no es peligroso. Asfixiémosle con la cuerda que trajimos y cojamos la maldita llave"

"y ni se te ocurra abrir esa puerta" digo con voz grave a Tess.

Al ver una escopeta sin dueño, temeroso me doy la vuelta y miro hacia atrás por donde hemos entrado, despreocupándome de lo que hay en la habitación, pensando que si no estamos solos en el edificio, tal vez estemos armando más jaleo de la cuenta.

-Estamos calmados, pero hay que mirar que coño hay ahí dentro, si está vivo, sea quien sea... o sería mejor que no lo estuviera -dije, mirando con reproche Zach. Después, volví a centrarme en Tess.

-¿Tess? Abre y apártate para que podamos acabar con lo que quiera que allá dentro, si es necesario.

Demasiadas opiniones no estaban mal, pero tener que discutir por cada acción que se realizara, era un tostón, sobre todo cuando estaba tan claro que al final, íbamos a tener que descubrir, sí o sí, quiénes estaban allí.

Aquel lugar, el hospital, era más bien una morgue en su conjunto. Lo único que quería era no convertirme en una residente permanente del lugar y llegar a la ciudad.

Como si se tratase de una película de Tarantino, de repente todos estabais gritando, unos diciendo de no abrir y otros que sí, todos preocupados porque Tess se quitara de en medio rápidamente si abría aquella puerta de donde provenían los sonidos, los gritos ahogados de auxilio, que podían significar tanto la vida para quien quisiera que estaba dentro... como la muerte para los que dudabais fuera.

Hera se pegó a Ares como si tuviese adhesivo en sus ropas, y retrocedió ligeramente. Ares, en cambio, preparó su arma. No le gustaba dar órdenes, pero allí había demasiadas voces y solo una importaba. La que gritaba desde el interior del cubículo.

Por su parte, Nikolai observaba la escena desde la puerta y Larry contemplaba incluso la posibilidad de salir de allí y dejar que el resto se jugase el pellejo. Parecía, a su entender, una forma estúpida de arriesgarse.

-¡Mierda, decidiros de una vez! -les grito, agobiada por los golpes que escucho desde el interior. Larry me dice que no abra, Claire, que lo haga y me quite. Donnie y Staci que tenga cuidado... y mientras, yo estoy esperando, agobiada sin saber qué hacer.

Entonces, inspiro profundamente y miro a mi alrededor. Somos muchos y tanto Claire, como Ares... incluso Donnie, están armados. ¿Qué podría ocurrirme? Si habíamos llegado hasta allí era gracias a ellos, así que por qué dudar ahora.

Después de llevar medio día caminando, encontrar un lugar en el que descansar era imperativo. Si había una norma a tener en cuenta siempre, en el campo de batalla, era disponer siempre de un refugio. El descanso no era prioritario, pero siendo cuatro, se lo podían permitir.

Por otro lado, todo estaba demasiado tranquilo. Aún no se habían encontrado absolutamente con nadie, y eso no sabían si era una buena señal... o pésima, o simplemente cuestión de suerte.

Con el revolver en la mano, miro a mi alrededor y solo veo caras temerosas y duda. Sin duda, hay que abrir y ver quién o qué hay dentro. No podemos esperar a que simplemente se asfixie o deje de hacer ruido. Hay que arriesgarse.

-No sé por qué estamos dudando. Si nadie se atreve a hacerlo, lo haré yo -les digo a todos, acercándome hacia el cubículo con grandes zancadas -. Tess, échate a un lado. 

-¡Seas quien seas, voy a sacarte ahora! ¡Será mejor que no te muevas porque hay un montón de armas apuntándote! -le grito. Entonces me vuelvo hacia el resto.

-¿Estáis todos listos? -pregunto, levantando mi arma y amartillándola.

El más joven de los cuatro era también alguien especial. Roan tenía un aspecto físico bueno, trabajado de gimnasio y se le marcaban casi todos los músculos: podría ser usado en una clase de anatomía, pero esto no le era útil para andar durante días. Estaba destrozado, físicamente y mentalmente.

Al principio pedía descansar a menudo, ahora simplemente ralentizaba al grupo pero no se quejaba ... era obvio que no se había movido mucho en estos meses, que había estado a cubierto o en vehículo casi siempre y ahora acusaba la falta de resistencia.

Lo más grave es que lo habían conocido lo bastante bien en este tiempo como para saber que si no se quejaba era porque ir en esta dirección -o  tal vez alejarse de los horrores que había vivido- le convenía. Así que no decía nada pero simplemente necesitaba descansar...así que cuando llegaron a un claro amplio se tiró al suelo tumbado tras arrojar con cuidado sus mochilas, que era un equipo diferente y más ligero al de los demás*:

-Paremos, no puedo más- desde el suelo miró alrededor mientras se crujía la espalda y suspiraba aliviado. Al menos había elegido buen lugar, un claro, desde el que podrían ver si algún infectado venía desde lejos.