Partida Rol por web

 Una vez ya teniendo a los malditos bastardos verdes delante suyo, con una sádica sonrisa se apresta a presentarle "su bastarda".

 Con el impulso de su cuerpo lanza un brutal ataque en horizontal, que cae con fuerza sobre el trasgo que queda a su derecha. Su sonrisa se acentúa en un rictus más temible si cabe.

-Lo dice el hijo de.... Hip, Hip -Balbucea mientras le da un palmadazo al elfo, mas fuerte de lo que pretendía -... hijo de.... de quien es que eres hijo, elfo?, bueno ...Hip, Hip.... poco importa porque el es hijo de su padre -Rie a carcajadas y esta vez, logra apuntar bien su trasero a la silla y terminar sentado.

-En cambio yo Hip, Hip.... soy apenas el hijo de..... ya no recuerdo quien es... Hip, hip.... mi padre -Un eructo de magnanimas proporciones sale de su boca -Perdón señorita de grandes pe.... Hip, Hip.... el caso es que decía que..... -Toma la bebida recién traida y se la bebe de un solo trago, no alcanza a pronunciar otra palabra, cuando su cabeza cae en la mesa, inconciente? o dormido?... daba igual, el estado del elfo era deplorable!!

El elfo rié con el estado de su hermano de raza, hasta que éste le da una palmada en su espalda digna de un ogro. Arqueándose, Tharas mira a Seledon con el ceño fruncido y con cara de sorpresa. Pero lo que viene a continuación le sorprende aun más. El guerrero tras beberse su jarra de un trago, cae sin sentido sobre la mesa.

Tharas se rasca la cabeza y dice a Zenobia mirando a Seledon.- Creo que deberíamos comer algo para que no nos pase lo mismo-comentó a la mujer.- Y también deberíamos llevar a nuestro amigo a una habitación para que duerma la mona- propuso el guadabosques a la mujer.

Luego se volvió a levantar y pidió al tabernero una cazuela de guiso, pan y cubiertos para él y Zenobia. Sin volver a la mesa, se fijó en quién estaba en la sala que le pudiera ayudar a llevar a Seledon a una de las habitaciones.

Si, le vendría bien dormir. No debe pesar mucho, quizás entre los dos podamos llevarle. Dije al elfo mientras me fijaba en el durmiente borrachín. Y de repente ya no se me antojaba el vino. Como bebedora inexperta, no sabía cuales eran mis límites. Después de todo hasta el dia anterior jamás habia probado el alcohol.

Tharas, vengo de Phaedra. No es un sitio demasiado amigable con los extranjeros, pero tampoco con los oriundos de ese lugar. Allí está prohibido beber alcohol hasta alcanzar la mayoría de edad. Las penas para una adolescente por beber pueden ser un mes de encierro con pan duro y agua salada como único alimento; pero al que me sirviera el alcohol le pueden llegar a cortar una mano. En mi tierra las normas son muy rígidas, estrictas y a veces fruto de la tradición mas que del sentido común.

Miré la copa de vino con algo de desgana a la que se le había sumado una copa gemela llena de vino. Me conformé con observar el reflejo de las luces de la taberna en el oscuro licor. Movi la copa ligeramente y me deleite con el aroma para seguidamente volver a mirar al elfo.

Es la primera vez que salgo de Phaedra. Y estoy muy confusa. No entendia que el elfo podía estar mofándose o bromeando. Mi mirada se tornó algo triste. Me sentía desubicada en este lugar.

Pero lo cierto es que tenia hambre. La noche anterior ni siquiera me habia apetecido cenar demasiado en casa del cocinero.

Y sonreí agradecida cuando Tharas consiguió que nos sirvieran un estofado especiado y humeante.

Tiene un aspecto estupendo...

Tharas estaba escrutando el lugar, cuando escuchó que Zenobia le hablaba. Sonriendo primero ante lo del alcohol de su pueblo natal. Pero su rostro cambió a uno más ceniciento y cándido cuando la muchacha se sincerçó con el elfo. Al ver que miraba la comida y ver en su cara y sus ojos un hambre canina, Tharas volvió a sonreir y le dijo.- Empieza a comer tú, que se enfría- le instigó.- Yo cuando suba a Seledon comeré contigo.

El elfo se dió la vuelta y miró nuevamente la sala para ver quién podía ayudarle. Al momento se volvió y le dijo Zenobia.- Mira, es posible que la gente no sea buena ni cortes y probablemente mucha de los hombres de cualquier parte del mundo se aprobecharían de una chica como tú- y al decir esto el elfo señaló con sus manos la totalidad de la muchacha.- No te conozco bien pues solo hemos compartido un par de días y un par de charlas- dijo guiñandole un ojo,- pero me caes bien y me fio de ti, a pesar de.... bueno... de... lo que eres- dijo finalmente algo azorado. Luego, se acercó a la mujer y le dijo mirándole fíjamente a los ojos.- Si algo te molestara o no entendieras de lo que te digo, por favor, hazmelo saber... como decía una gran persona muy cercana a mí: es mejor ser tonto una vez que ser tonto una vida. O sea, no te quedes con la duda aunque te de vergüenza preguntar, que quedartela y tenerla de porvida-

Dicho esto el elfo sonrió y se separó de ella.- Y, por cierto, si alguna vez ves que me rio siempre será contigo a modo de broma... nunca contra ti. Recuerdalo... y ¡come ya de una vez, que se enfría!.- Tharas le volvió a guiñar un ojo y volvió a sonreir.

Luego se volvió y dijo en alto.- Necesitaría ayuda para llevara ami amigo- señaló el elfo a Seledon,- a una cama, ¿podría alguien ayudarme?- pidió el guardabosques a la concurrencia.

El enfrentamiento no parece a la altura de los que están frente al bárbaro, este con un rápido movimiento de su arma decapita a uno limpiamente y con un giro continuo corta más que profundamente al otro, pero an así el castigado se mantiene en pie y opta por correr por su vida sin dudar en pensar en sus compañeros que serán las próximas víctimas de este salvaje.

Jan y Taigus al ver la situación de su compañero, se apiadan de cierta forma d él y ayudan a Tharas a recostarlo en un cuarto del lugar. Terminado esto vuelven a su lugar en la mesa y se sientan con cierto pesar. Jan medita y varias veces trata de hablar, pero se calla. No termina diciendo algo a pesar de que se esfuerza. Pero Taigus no, el una vez que su mente pensó en una sola palabra, las demás fluyen fácilmente. - Hermosa dama, se que es nueva en este lugar, pero si usted quisiera comenzar un nuevo camino aquí se la podría recibir. Se que las cosas no parecen nada prometedoras, pero de seguro que encontrará un oficio y aprenderá a ganarse el día a día. O quizás incluso volver a sus tierras, por más que aquí ese lugar no sea del agrado de la gente. pero está en usted. - Toma una jarra, bebe un trago y prosigue. - Yo por mi parte me pienso quedar a seguir ganándome la vida como mejor lo se hacer, con mi voz y no con mis aventuras, no estoy hecho para eso, pero sepa que cuando pueda, la ayudaré a pesar de todo. - Sonríe cuando termina de hablar y sigue bebiendo tranquilo ahora.

 El guerrero mira con aire despreciativo al cobarde trasgo que pone pies en polvorosa. Sería fácil derle caza ahora, pero perdería tiempo que podría usar en atacar a los otros trasgos que estan atacando el campamento.

 Dando un fuerte golpe descendente con la espada, para descargarla de sangre dirige sus pasos hacia otros trasgos más enteros para despacharlos, o en su defecto ponerlos a la fuga.

¿Buscar un oficio? no sabría ni por donde empezar. Lo que he aprendido en casa no parece ser demasiado bien visto en estos lugares. Además tampoco querría volver a Phaedra, no tan pronto... Creo que debo viajar un poco primero y saber que es lo que me gustaría hacer...

No vez nada, pero a pesar de ello sabes que el combate se sigue desarrollando porque vez a dos de los del campamento seguir disparando flechas y de golpe como uno se contorciona de dolor al recibir un piedrazo. Adelante vez una sombra que se movió tras festejar el acierto y eso es todo lo que tu necesitas.

 Allí estaba otro de esos bribones, con ímpetu, cargó hacia la menuda criatura, escudo por delante, para finalmente descargar un mandoblazo ascendente, de abajo arriba cruzándole el pecho.

 El golpe fue seguido de un sordo gruñido por la fuerza del impacto.

La pequeña peste cae ante tu golpe, no porque fuera demoledor, sino porque ya tenia una flecha enterrada y tu certero ataque le puso fin a su existencia. El otro te mira atónito porque no pensó en su vida tenerte encima y está paralizado del miedo. La piedra se le resbala de la mano y te mira con los ojos abiertos a más no poder.

 Antes de que la mierdecilla verde se largara por patas, el norteño descargó un par de golpes sobre ella. El primero de ellos se enterró profundamente en el torso de la criaturilla, entrando por la juntura entre el cuello y el torso... y se abrió camino hasta la tripa. No había forma trasga de que pudiera sobrevivir.

 Posando su pié en el pecho de la criatura, recuperó de un golpe su bastarda, liberándola de tanta inmundicie.

Mirarte fue lo último que hizo, sus ojos abiertos de par en par y el reflejo de la fogata en tu hoja en sus pupilas fue lo último que brilló en sus ojos. Su cuerpo se partió en dos ante tan terrible golpe y ambas partes se cayeron inértes obviamente. Los dos arqueros se acercaron para ver contra que estaban peleando y ahí puedes notar que hay otro par a los cuales nunca combatiste y que también murieron pero por las flechas de estos sujetos.

Uno de ellos te palmea el hombro felicitándote pero al ver que tu rostro está contraído por el enojo se queda callado, él no sabe si tu enojo es por las pestes que tuviste que enfrentar o por el palmeo o por el fervor de la batalla, pero es precavido y se vuelve al campamento. Mientras el segundo arquero busca indicios de los demás, porque está seguro que le faltan dos de estos.