Partida Rol por web

 El norteño asiente ante las palabras de Altíos.

 - Este es el único símbuulo u objeto que encontré. Pero había algo más.- Dice sacando la nota enrollada.- Un pergamino de estraños dibujos.

 Se refiere a dibujos por no saber la palabra bocaablos o escritura.

Tu libertad te ha durado muy poco, tus pasos te han llevado a Aguas Profundas una ciudad imponente como pocas donde uno puede encontrar de todo y al mismo tiempo nada si no sabe buscar. Estabas viviendo fácil con al cantidad de gente que circula el lugar, tomando "prestado" de otras personas hasta que te diste cuenta de que había otros como vos y organizados y que no les agradaba que alguien se metiera en su territorio y así te fuiste corriendo barrio a barrio hasta que no te quedó otra solución que intentar entrar al centro de la ciudad.

Este es un lugar amurallado donde las residencias de los más ricos, nobles y líderes políticos y religiosos pueden estar seguros, tanto ellos como tus pertenencias. Te las ingenias para meterte dentro quedándote debajo de una carreta y así entras, entre la multitud de sirvientes pasas medianamente desapercibido y así logras disimular tu presencia.

Pero tu ansiedad al ver tanto de donde poner tus manos te hacen decidir erróneamente y metes la mano donde no debes. Vez a un señor acompañado por un sirviente y un escolta. Vez que su bolsa se mueve tan sensualmente que no puedes resistirte y tras "tropezar" con un adoquín mal colocado, chocas con el señor. Mientras insultas un poco al que haya sido el que lo colocó, escurres tu mano hacia la bolsa y eso es lo último que haces. Tus extremidades se tensan ante un estallido eléctrico, te quedas paralizado. Has caído en una trampa para ladrones que la bolsa tiene, un conjuro que se ve porta la bolsa y te ha dejado paralizado.

La guardia al ver este raro suceso se acerca y pregunta por lo sucedido, el hombre en vez de decir la verdad. Indica que seguro ha sido un accidente, la guardia sabiendo que seguro no es así duda pero no puede negarlo. Te llevan en una rara posición alzado el sirviente y la escolta del noble hasta su propiedad y allí te dejan hasta que el efecto se te pasa. Te estudia un tiempo mientras tu te enfadas por el trato recibido, que tu solo te tropezaste y por un peligroso artefacto que el señor porta has quedado rígido. Que es un inconsciente al llevar algo así a la calle y demás acusaciones.

Pero el te toma el tiempo rápidamente, se da cuenta de como eres, ha conocido a muchos como tu y a varios los ha rectificado, otros no, pero sus formas cambiaron a unas más amables. Tu te das cuenta que sus ojos te escrutaron inténsamente y te sientes pequeño ante tal hombre, el respeto que infunde es grande. Sus años le han dado paciencia y la usó para esperar que te serenaras. Y así es como comienza una relación con un hombre demasiado importante que te prodiga una suerte de educación, el todos los días te enseña la palabra de Tyr y tu haces como que escuchas, él si bien sabe que haces oídos sordos, te sigue enseñando. No para que cambies de religión, sino para que escuches las enseñanzas de lo correcto. Lo respetas y ese cariño que te prodiga te intriga, porque alguien como él es así. Podría vivir su vida tranquilo y en familia, pero sin embargo está solo. El tiempo pasa y el aprecio crece, tu estado mejora y te acostumbras a la vida en el lugar, pero tu espíritu libre aboga por salir del lugar y poder ir por donde tu quieras.

Ahora te encuentras en una sala donde finges leer las palabras de Tyr hasta que el sirviente se te acerca y te indica que lo sigas hacia la sala de estar.

Aún recuerdo el instante en el que mi suerte volvió a cambiar. Ese instante en el que mi libertad que había obtenido se desvaneció, justo el instante en el que mi mano se deslizaba por su bolsillo y un latigazo eléctrico me dejó paralizado. 

En lugar de entregarme a las autoridades como haría cualquier ciudadano me trajo aquí, supongo que con intenciones de rehabilitarme. Los días pasan y su autoridad se hace notar, tiene una especie de ..  de aura que lo envuelve que hace que todos le respeten, con el tiempo yo también, su sola presencia intimida.

No consigo entender sus propósitos, después de lo que intenté hacer, de todo lo que le dije, de mi actitud, él sigue estando ahí firme como el primer día intentando que comprenda las enseñanzas de Tyr, aunque nunca cambiaré mi religión.  Sigo sin comprender que ha visto en mí, un vulgar ladrón de la calle para que se tome tantas molestias. 

Esta vida no esta tan mal comparada con mi infancia, pero no,no estoy hecho para estar aquí, mi lugar esta fuera, no aquí encerrado. Pero todavía no ha llegado el momento ... tranquilo, paciencia, el momento llegará.

Cuando llega el sirviente, salgo de mis pensamientos, recojo los enseres, me arreglo un poco la ropa y me dispongo a seguir al sirviente tal y como me ha señalado.

El sirviente vuelve a la sala pero esta vez acompañado por otra persona. Un semielfo varón, aparenta unos veinte años, de mediana a baja altura, parece una pluma de lo liviano que. Tiene un aspecto desaliñado, a pesar de ello deja ver los rasgos característicos de su ascendencia elfa. Deja entrever que es bastante ágil. Su piel es de un tono claro, que sigue en armonía con sus cabellos rubios. También muestra unas feas cicatrices en los antebrazos probablemente de latigazos.

Nigel lo saluda cortésmente desde su lugar al verlo entrar y ve que Bronas le extiende un pergamino. Lo toma dándo las gracias y lo contempla un momento. - Llamen a Agnus, el sabrá entender esto o sabrá quien puede. - Y el sirviente sale presuroso en su búsqueda. Altíos, el comerciante que está junto a Bronas, mira para todos lados un poco sobrecogido por la dimensión que todo esto está tomando y el noble se da cuenta de esto. - Puedes retirate, muchas gracias por todo lo que has hecho. - Y le extiende una bolsita con una suma de dinero dentro. Altíos lo mira un poco asombrado y amaga con retirarse, pero se frena para saludar al guerrero. - Hasta acá he llegado, pasa por mi casa cuando quieras, te esperaré con una jarra de cerveza bien fría. - Te da la mano y se aleja lentamente. - Ah perdona, mi casa está en el distrito comercial, todos me conocen allí y no tendrás problema en encontrarme. - Se va saludando a todos con una sonrisa en el rostro.

Sigo al sirviente, y llegamos hasta una sala donde se encuentra él, acompañado por vairas personas más. Respondo a su saludo de la mejor forma que soy capaz de hacer. Uno de los acompañantes, por su aspecto parece un rudo guerrero, le acerca un pergamino y acto seguido hace llamar a un tal Agnus, -debe de ser alguien versado en artes mágicas-pienso. 

Miro al otro individuo, su ropa, su forma de actuar tiene pinta de ser un comerciante, -¿cuantos de su clase habran hecho donaciones a mi causa?, ya he perdido la cuenta. Acto seguido se dispone a salir de la sala, no sin antes recibir un botin en forma de monedas dentro de una bolsa. Mientras se va, escucho como le dice al guerrero donde está su casa - quizá pueda hacerle una visita y pueda hacer una generosa donación ... cuando pueda ir libremente -

Me quedo quieto, en silencio esperando a que él decida hablarme y decirme cual es el propósito para el que me han traido hasta esta sala.

 Bronás mira al recién llegado, una escuchimizado semielfo, su mirada se queda con las cicatrices que recorren los antebrazos de este, pero no le presta una mayor atención a su persona.

 Cuando Altíos le anuncia donde podrá encontrarle el rudo norteño asiente y contesta.

 - Si puedo allí te iré a ver Altíos, allí te iré a ver. Has sido un buen compañero de viaje.- Dice solemnemente con su grave voz.

 Tras la partida de este el hombretón se cruza de brazo a la espera de que llegue ese tal Agnus, quien pueda dar luz acerca del contenido del pergamino.

Tu tutor es un erudito, un sabio conocedor de muchas cosas, una persona donde todos recurren cuando necesitan saber algo. Tu vida transcurre lenta y tranquilamente, bajos sus enseñanzas aprendes a seguir la palabra de Tyr a cuesta de tu vida de ser necesario. Pero siempre tratando de solucionar los conflictos y nunca buscarlos.

Pero el encierro no es para ti, tu necesitas salir y conocer el mundo. Hasta Agnus lo hizo en su juventud y por ello consiguió gran parte de su actual conocimiento. Tu quieres salir y predicar la palabra de tu dios, ya sea por la palabra o por la acción en última instancia.

Un día solicitan la presencia de Agnus en una residencia de un noble muy conocidos por todos los fieles de Tyr. Un guerrero noble, un fiel defensor de la palabra de Tyr aun cuando no es paladín o clérigo. Su presencia es respetada aun por las máximas autoridades y su voz es tomada como si tuviera un rango muy importante en la iglesia. Este hombre es el que solicita la presencia de tu tutor y allí van ambos, a responder el llamado para conocer el porque lo requieren.

Arkantos termina de vestirse adecuadamente para aquel evento tan importante. ¿Por qué requerirá entrevistarse con Agnus? Se pregunta mientras enfunda su espada en el cinto y se observa en el pequeño espejo para asegurar su adecuada presencia. No seas bobo… se reprocha a sí mismo …lo normal es que un fiel de la palabra de Tyr busque iluminación en aquel que sabe que su conocimiento es amplio y su consejo sabio. Tú eres el primero en acudir a él cuando la sombra no te deja ver más allá.

Arkantos se coloca la capa sobre los hombros y tras un último vistazo al espejo sale de sus aposentos y se dirige a los de Agnus. Al llegar a los mismos, golpea suavemente un par de veces sobre la puerta y comenta: Es la hora, padre, debemos salir ahora si queremos ser puntuales.

Aunque toda su vida ha estado al lado de Agnus, el respeto por lo que es y su dedicación le impiden llamarlo por su nombre de pila. Los clérigos de Tyr a ojos de Arkantos simbolizan todo lo que la deidad proclama y los fieles no pueden sino darles el reconocimiento y tratarlos con el respeto que merecen.

Cuando Agnus sale dispuesto a encaminarse hacia la casa de aquel noble, Arkantos inclina levemente la cabeza en señal de reconocimiento: padre… susurra pero de forma audible. Poniéndose a su altura, juntos abandonan el templo. Ya…pero…si algún fiel necesita de la iluminación de Agnus, suele acudir a él, no es normal que Agnus sea el que acuda...a no ser… que por alguna razón, no pueda ir él.

Toda aquella duda rondaba la cabeza de Arkantos, sin embargo no comentó nada, si Agnus había decidido que aquello era lo correcto en el actuar, no sería Arkantos quién cuestionase la situación. Sabía además que Agnus al menos era consciente que algo preocupaba al paladín y no quería dar pie a que el clérigo indagase en sus dudas, pues parecía ser un libro abierto para el clérigo. A veces irritaba esto un poco a Arkantos, pues parecía imposible ocultar nada al clérigo, incluso un simple presentimiento que no tuviese ninguna importancia.

Intentó apartar aquellos pensamientos de su mente y comenzó a avanzar tras el paso que Agnus marcaba. Vigilante ante lo que la ciudad les tenía preparado y asegurando el paso del clérigo.

El lugar por donde circulas es un barrio por así decirlo, seguro, es donde está la parte noble, política y religiosa de muy alta relevancia. Un muro interior separa este barrio del resto de la ciudad. Y por ello este sabio hombre sale solo escoltado por ti. Van hacia una residencia de proporciones grandes, con una ornamentación que la hace parecer más una iglesia que una casa.

Apenas llegan unos guardias los reciben, cuando reconocen a Agnus que no les toma mucho tiempo. Lo saludan con gran respeto y formalidad. Incluso a ti que eres un guerrero sagrado de su dios. Uno de ellos va hacia la puerta y la golpea, esperando que le contesten del otro lado. La respuesta no se hace esperar y un sirviente los recibe, con respeto también los saluda y les invita a entrar.

Mientras esperan Nigel les relata una historia entretenida de sus años de aventura, donde él con su grupo se aventuraban sin saber si volverían una y otra vez. De que cada vez que salían hacia un determinado lugar, siempre algo les desviaba de su rumbo y les llevaba a otra aventura quizás más importante, para luego retomar la primera. Les comenta que la aventura es para los que la buscan y con ello uno puede ganarse el respeto de todos los que conoce y los que no conoce también. Hasta llegar al punto que la fama les precede y hacia donde van ya los conocen antes de que lleguen.

El respeto que uno se gana en el camino puede servir para muchas cosas o no, depende lo que uno tenga como guía. Hasta se puede evitar grandes derramamientos de sangre con solo la presencia. O ganarse un lugar en lo más alto de todo, mirando en esto último a Bronas de manera significativa.

En ello el relato se corta porque un par de sujetos entran escoltados por el sirviente que se alejó de ustedes sin que se enteraran, cuando se fue a la puerta, no lo saben. Pero él ya está de vuelta con un señor entrado en años como Nigel y un joven guerrero con el emblema de Tyr bien visible.

- Bienvenidos. - Les dice Nigel Terry a los recién llegados que ya lo conocen por la orden de Tyr. - Gracias por venir con tanta prontitud, siéntense por favor en estos lugares. - Y con celeridad el sirviente les brinda copas donde tomar una cerveza ligera y otra donde tomar aguamiel, dejándolas a libre elección de los invitados.

El sabio hombre que entra saluda con muy educados modales a los presentes. - Mi nombre es Agnus, algunos me conocen como "El Sabio" o "El Erudito" y me escolta mi joven aprendiz Arkantos Von Berhen. Y es un placer conocerlos. - Toma asiento y le invita a Arkantos a que tome un lugar a su lado.

 El norteño siendo bastante ajeno a las costumbres sureñas, se cruza de brazos y permanece atento a lo que está por acontecer.

 Ante la presentación del erudito y su aprendiz, simplemente hace un leve gesto de asentimiento para continuar en la misma posicíón, a la axpectativa.

Él, mientras esperamos al tal Agnus, empieza a contar historias que va entremezclando con otras historias - historias dentro de historias -, en ellas siempre intenta decir lo mismo que me estaba diciendo una y otra vez durante mi estancia, el respeto, el respeto que se puede obtener de los demás. Sin darme cuenta me encuentro fantaseando con sus historias de aventuras, hasta que llegan otros dos desconocidos, un hombre ya maduro y otro más joven, que parece un guerrero.

Callado para no meter la pata, sigo sentado en mi silla intentando de la mejor forma que se,  tomar la comida y la bebida de la mesa intentado aparentar lo que no soy.  Respondo de la mejor forma que puedo al saludo del hombre mayor, que es el erudito Agnus tal y como se ha anunciado, y también saludo al joven guerrero que lo acompaña llamado Arkantos.

Quedo expectante esperando con curiosidad que dirá del pergamino que ha traído el guerrero llamado Bronas, mientras me llevo la copa con cerveza hasta los labios tomando solo un pequeño sorbo.

Arkantos entra en el lugar tras los pasos de Agnus. Buenos días, Nigel. Es todo lo que sus labios se abren para saludar al fiel noble una vez entran en la estancia principal. Seguidamente ofrece una leve inclinación de cabeza en señal de saludo cuando Agnus les presenta ante las otras dos personas que se encuentran reunidas con Nigel.

Arkantos se mantiene en pie y escruta a aquellas dos personas que no había visto antes de forma educada, hasta que Agnus decide acomodarse y le da indicaciones de que se siente a su lado. Les observa directamente pero sin ser descarado ni ofensivo, pudiendo parecer curioso o informativo, y valorándolos mentalmente, sin embargo su rostro no muestra detalles de si la información que recaba de aquellos hombres le gusta o no. Ante las indicaciones de Agnus y cogiendo con la mano zurda una de las copas que le brindan se acomoda al lado de Agnus y deposita la copa sobre la mesa sin haber mojado los labios siquiera.

Las preguntas resurgen en su cabeza al ver que dos hombres más se encuentran implicados en lo que Nigel debe contarles. Espera que en breves momentos las respuestas comiencen a llegar.

Nigel espera que todos se acomoden y se estudien lo suficiente para luego lanzar el motivo de la reunión. - Agnus, tengo un par de cosas que enseñarte y necesito tu sabio concejo y conocimiento. - Le extiende una carta que al parecer está escrita en común (esto se dan cuenta los que saben leer y escribir) Agnus toma la nota y la lee detenidamente un par de veces, su mirada se torna perdida en la distancia cuando aparta sus ojos del papel y queda mirando uno de los tantos lienzos que ostenta la habitación. Bronas se da cuenta de que cada vez que alguien que lee esa nota, se pierde en recuerdos, algo grande debió pasar para que tanto dolor le llegue a personas tan distintas.

Nigel ve que Agnus vuelve a concentrarse y que repara que ya no está en el pasado, entonces le da la otra nota, la que no pudo leer. - Esta es la que me interesa. - Y le pasa una nota que está con unos escritos rarísimos, sin sentido, aun para los que saben leer.

Agnus toma la nota despacio, ya la anterior le hizo estremecer demasiado a pesar de los años que tiene encima y las vivencias que va con ello. Acerca esas extrañas letras a su rostro y las comienza a leer. Su rostro comienza a tensarse y las manos a temblar, al principio pensaron de que era por la edad, pero luego se dan cuenta de que le tiembla por lo que leé. - Nigel... amigo, Él ha vuelto ha vuelto y quiere terminar la profecía, la que se interrumpió hace 18 años y que lo intentó su mentor hace ya tanto tiempo. Está buscando algo y parece no encontrarlo, algo o alguien. Debo estudiar esto porque no estoy muy seguro de esto último, pero solo necesita una cosa más para que la profecía se cumpla. - Sus manos siguen temblando, su voz algo forzada. Nigel aprieta fuerte su mano, no saben si es para demostrar firmeza y decisión u ocultar temor.

Todos se dan cuenta de que gente como ellos tienen una basta experiencia, los tapetes y cuadros en la habitación reflejan las batallas que Nigel luchó y en algunas figura Agnus. Esta profecía debe ser algo realmente grande y de verdad preocupante como para tenerlos en este estado.

Después de leer los pergaminos que él le había pedido al "El erudito", el hombre que se hace llamar Agnus reacciona ante el contenido de la nota, aunque al principio esos temlores parecían causados por otra cosa. Las palabras de Agnus hacen que el caballero que me tiene en custodia haga un gesto que no sabría exactamente definir. Estos hombres casi se podrían calificar de héroes, ¿qué es eso que tanto temen?

Cómo un acto reflejo, sin pensar  le pregunto al caballero Nigel Terry, quizá por la curiosidad, quizá por saber en qué dirección no ir,

¿Qué es lo que ocurre ,señor?, ¿quién es ese que se anuncia en el pergamino?, ¿qué profecía es ésa? - las preguntas se agolpan en mi boca antes de darme cuenta que debería quedarme callado sólo soy un vulgar ladronzuelo.- ...perdón - termino diciendo.

Arkantos se mantiene en silencio mientras su mentor escrutina la primera de las cartas. Cuando se pierde en el vacío al término de la misma, Arkantos espera tranquilo. Agnus no es una persona irreflexiva y quizá considere las opciones. Sin embargo su cara si muestra extrañeza cuando Agnus comienza a temblar y a preocuparse al término de la segunda nota, la que preocupaba en exceso a Nigel, y al parecer a Agnus también. Lleva toda su vida al lado del clérigo y en pocas ocasiones le ha visto en aquella situación, (quizá sea esta la primera), con lo cual la preocupación de Agnus se refleja en Arkantos.

El discípulo posa su mano zurda sobre el hombro del clérigo para transmitirle calma y su mano diestra intenta coger la primera carta que leyó Agnus. ¿Qué ocurre, padre?...¿Qué o quién es aquello de lo que habláis? Arkantos intenta mantener la serenidad, sin embargo, ver que Agnus se encuentra en situación extrema le hace preocuparse y mucho, sus ojos se mueven del noble al clérigo y viceversa, esperando que uno de los dos pueda explicarles lo sucedido. ¿Padre?...Explicaos, por favor. Dice antes de comenzar a leer la primera carta, la única que parece ser capaz de desentrañar, a ver si puede darle alguna idea de lo que acontece, pues parece ser que el clérigo y el noble no se hallan en condiciones de arrojar luz sobre la preocupación, al menos por el momento.

Arkantos comparte la preocupación del semielfo e intenta averiguar qué ocurre.

 El norteño se mantiene en su postura, esperando que los sureños sean más claros. Mientras intenta recordar algo que le dijeran e nsu infancia acerca de ese gran mal que ya le comentara Altíos.