Partida Rol por web

Los personajes son requeridos por el Barón Stockmer para una misteriosa misión.

Tras un tiempo de andanzas juntos, llegasteis a la villa de Edgecom, en el Bosque Harken, cuyos caminos estaban siendo asediados por bandidos y en donde la gente temía a la siniestra amenaza que robaba niños por la noche. Dispuestos a ayudar a esa gente y llevaros la recompensa que podían ofrecer os ofrecisteis a terminar con los secuestros. Resultó ser que bajo el pozo del poblado se encontraban los restos de una fortaleza olvidada donde se habían instalado una tribu de hombres rata. Tras muchos esfuerzos y la pérdida de algún voluntario del poblado que se unió en la lucha, pusisteis fin a esos inmundos seres y restablecisteis la paz.

Una semana después habéis sido requeridos por el Barón Stockmer en la ciudad, Bosque de Harken, para una misión gracias a los rumores de lo ocurrido en Edgecom. La ciudad no es gran cosa pero controla todas las poblaciones del bosque cercano. Estáis en la antesala de la sala de audiencias esperando a ser recibidos.

Lanfear pasea por la antesala, solo parandose ocasionalmente para cruzar los brazos y dar golpecitos con el pie inconscientemente. Vuelve a mirar a la puerta, los criados esquivan su mirada pero si solo les he preguntado cuanto va a tardar. inclina la cabeza hacia un lado pensativa, igual ha sido el tono. La verdad es que esto de esperar entre cuatro paredes me está irritando un poco. Vuelve a desgastar el suelo con sus pasos.

Se para de nuevo y mira a sus compañeros - ¿Vosotros sabéis que quiere ahora el Barón? - pregunta sin mucha convicción. Parecen ignorarlo igual que ella y además hasta ahora no han hablado mucho.

Eh... No. Pero seguro que es algo importante. Si no, no nos habría llamado. ¡Para que iban a necesitar nuestra presencia si no es así!. No obstante, no deberíanos de preocuparnos. Seguro que es una tarea sencilla para unos tipos como nosotros... Seguro que sí... -digo esto último casi para mí.

En realidad, no sabía lo compententes que eran mis compañeros con las armas, aunque, no obstante, si teníamos suerte, lo descubriría en esta misión. Lo cierto es que desde que los había conocido, no había tenido ni necesidad ni oportunidad de matar nada. ¿Sería que los osos olían al gigantón y por eso no se cruzaban en nuestro camino?. ¿O quizás sería porque había escuchado la historia del bravo gnomo capaz de matar a pellizcos a un centenar de osos?.

Fuese como fuese, esperaba matar algo... Y, a ser posible pronto. Era un bárbaro con mala leche, necesitaba matar algo... Y a ser posible, pronto.

Eglath se encoge de hombros ante la pregunta de Lanfear, aunque su gesto se ve entorpecido por el cercano techo de la sala. Ya se ha pegado un buen coscorrón con el quicio de la puerta al entrar y no quiere repetir.

Al escuchar las palabras de su pequeño acompañante no puede hacer otra cosa que asentir para sí mismo, el también está deseoso de probar su valía y enfrentarse a cualquier prueba que le propongan, pero dado que irrumpir en la sala de audiencias antes de que les hagan pasar ha sido descartado tajantemente por su compañera elfa, no tiene más remedio que esperar.

Aburrido, se deja caer en el suelo con gran estruendo y sacando unas piedras de su zurrón empieza a afilar la hoja de su enorme hacha. Ya había descartado la idea de sentarse en las sillas de los humanos hacía tiempo, su fea costumbre de fabricarlas de madera en vez de piedra las hacía demasiado débiles para su peso, y no quería pasar horas sacándose astillas del trasero como la última vez.

Al cabo de bastante rato se abre la puerta de la sala de audiencias y salen unos individuos con ropas caras y cadenas de oro al cuello, paso engreído y cara de ofendidos. Desde dentro se escucha: Siguiente.

Miráis alrededor pero sois los únicos esperando así que os dirigís a la habitación. La sala presenta un pequeño estrado en el que descansa un sillón labrado y sentado en él un individuo de unos treinta y pocos, ataviado de armadura y en una pose poco apropiada para su cargo: las piernas estiradas, la cara apoyada en una mano y el otro brazo descansando sobre el respaldo del sillón.

Detrás del estrado la pared está cubierta por un tapiz rojo con un escudo de armas, en el resto de las paredes trofeos de caza y armas se presentan de manera orgullosa.

- Bien, qué es lo que queréis vosotros...dice un poco astiado... no tenéis cara de mercaderes protestones.

- Esto... - empieza un poco sorprendida, pero se recompone - Barón Stocker, fuimos reclamados por usted. Según nos comentaron nuestra actuación resolviendo los secuestros en los caminos de la villa de Edgecom le dió la idea de contratar nuestros servicios... creo recordar que habíamos quedado para discutir los detalles hoy. - increiblemente es capaz de quitar la irritación en la voz. Nos tiene horas esperando y ni siquiera se acuerda porqué

El barón recompone su postura y se sienta correctamente. Parece que no os esperaba a vosotros.

- Perdonad mis modales, estoy cansado de escuchar los lloriqueos de los mercaderes, soy consciente de los secuestros que dan mala fama a la zona y vosotros sois la prueba de que me lo tomo en serio.

Pero ya no más secuestros, ¡nosotros aplastar ratas! Dice Eglath con una sonrisa algo bobálicona en la cara. La verdad es que había disfrutado acabando con los hombres rata, caían como moscas bajo su hacha, y fue un poco decepcionante para él descubrir que ya no quedaba ninguno que matar en su guarida, esperaba que el barón pudiese indicarles donde había más: ¿Acaso haber más ratas? Pregunta entre curioso y emocionado.

- Lo que resolvisteis parece ser que era solo un poblado pero hay secuestros por todas las aldeas y poblaciones de Bosque Harken. En uno de los asaltos un joven rastreador del pueblo siguió a los Asaltantes sangrientos, que así se llaman a sí mismos, y a sus prisioneros hasta que llegaron a la ruta Comercial al sur de la montaña de la espira del Trueno. Luego regresó al pueblo de Cima del salto en busca de ayuda y Señor Guardián, Faren Markelhay me ha informado.

Cita:

- Vaya, esto tiene pinta de ser algo más complicado que lo que nos pareció en un principio. - se detiene un segundo a pensar que decir a continuación, pero se apresura antes de que el gnomo pueda abrir la boca - y ¿qué recursos habéis pensado enviar a resolver el problema? ¿habéis movilizado a la milicia? Nosotros estaríamos dispuestos a ayudar. Y si nos habéis hecho venir, sin duda, tenéis algo pensado para nosotros.

- Me temo que vosotros sois la ayuda y los recursos destinados. Con todo lo que está pasando tengo a la milicia en desbandada recorriendo caminos y pueblos intentando evitar que sigan los secuestros. Vuestra misión es encontrar y traer de vuelta a los secuestrados por el generoso pago de 500 piezas de oro.

Eglath va algo más lento que sus compañeros y aún está pensando en la primera respuesta del Barón: ¿Asaltantes sangrientos ser ratas? Grrr... entonces Eglath aplastar Asaltantes sangrientos. Parece que por él estaba todo decidido, solo necesitaba que le indicasen el lugar de la guarida de las ratas y las aplastaría como lo que son, pues había aprendido a odiarlas en sus anteriores encuentros.

Como el dinero no le importa demasiado al saber sobrevivir sin su ayuda, ignora un poco lo de la recompensa e insiste en lo importante para él: ¿Donde su guarida? Al fin y al cabo las mataría con gusto aunque no le ofreciesen nada a cambio. Eso sí, esta vez tendría que poner más cuidado en diferenciar a las ratas de los prisioneros y no cortarlos en pedacitos por igual...

El barón parece indeciso con la forma de hablar del goliat, parece que se pregunta si tendrá la inteligencia suficiente para distinguir prisioneros de secuestradores.

- Como he dicho parece que se encuentran en la espira del Trueno y por lo que yo sé no son ratas.

No es por nada, pero... ¿Ratas? ¿Estamos hablando de ratas?. Se que una mordedura de uno de esas bestias no es nada bueno, pero... ¿Ratas secuestrando gente? ¿Cómo es eso posible?. -Pregunto, extrañado. Lo cierto es que no tengo mucha idea realmente de lo que sucede, pero las ratas, a priori, no me parecen algo peligroso... Tampoco es que esté muy puesto en el tema monetario, pues los enanos no usaban el dinero, y no se cuanto puede ser. No obstante, por las caras de mis compañeros, parece que es una cantidad cosiderable. Yo solo tengo unas pocas monedas que encontré en los estómagos que de las bestias que maté en mis viajes.

Espero a qué, ya sea el Barón o alguno de mis compañeros, me diga lo peligrosas que son esas ratas. Estoy convencido de que matar ratas no es tan difícil...

Ser ratas más grandes que Blirk... Dice colocando la mano más o menos a la altura de la cabeza de Lanfear. Y tener brazos y armas, pero Eglath aplastar fácilmente. Al decir esto con orgullo, se emociona y simula un hachazo hacia el suelo que casi parte en dos el estrado del Barón al pasar a tan solo unos centímetros de él, aunque el goliat no parece percatarse, ni siquiera cuando el Barón se pone pálido, no se sabe si de miedo o de furia.

Eglath impaciente por matar ratas, ¿salir ya? Pregunta a la elfa, por la que se había acostumbrado a dejarse guiar al haberla cogido cariño, pues curaba sus heridas, no se burlaba de él y compartía su devoción por la naturaleza. Además solía conseguir buenos retos de la gente, cuando a él tendían a ignorarle después de cruzar un par de palabras.

Cita:

Lanfear suspira ruidosamente. - Si somos la única esperanza de esos secuestrados no podemos en conciencia decir que no. La recompensa parece justa, para este trabajo, salvo por el dolor de cabeza que me veo venir - se gira para mirar a sus dos compañeros que hacen gestos con las armas como si ya se imaginaran matando a sus enemigos y luego vuelve a mirar al Barón.

- Bien, por lo que nos tuvo esperando deduzco que está muy ocupado, así que si no hay ninguna otra información de interés ¿quien los lidera? ¿qué tipo de criaturas habitan esas montañas? creo que hariamos bien en prepararnos para el viaje y partir - luego como recordando a última hora - ¿quizas nos podría dar un mapa con una ubicación aproximada de la guarida según el explorador? ¿o quizás podríamos hablar con él?

El Barón tira de un cordón a su derecha y suena una campanita. Al momento entra un sirviente con un estuche para pergaminos.

- Parece ser que la entrada está en la espira del Trueno y que hay una puerta con unos minotauros gigantes tallados, no creo que os cueste encontrarla. Respecto al jefe .....

El sirviente carraspea y dice: Krand, mi señor.

- Eso, Krand...podéis partir.