Partida Rol por web

-Uhm... ¿estamos? -comentó el joven y se cruzó de brazos. Tenía la cara destrozada y aún así, mantenía la cabeza alta sin perder la dignidad-. Trabajo solo. No he cometido ningún delito y estoy colaborando. Tomad.

Del interior del chaleco sacó un pergamino doblado que entregó al dragón. Se trataba de un mapa del distrito con cuatro localizaciones marcadas con un círculo. Tres de ellas tenían una cruz, una en la calle Vermillion, otra en Peacock Court y la tercera, al final de la avenida Blue Sapphire. La cuarta localización no tenía cruz, era una casa de la avenida Burgundy Wine, donde se encontraban en aquel momento.

-Esos son los lugares dónde he entregado las mercancias. Me he pateado todo el distrito para hacerlo porque tenían que estar todas para hoy y ése tenía que ser el orden. No sé quién me ha contratado, la persona que lo hizo me envió una carta con instrucciones pidiéndome que los entregara...

El muchacho quedó silenciado cuando un golpe, brutal, lo envió contra el suelo y le partió la cabeza. Y no se veía a nadie...

Ekarion tocó su cinturón y apoyó una mano en el pecho del chico mientras se tiraba sobre él, transmitiendo la energía positiva de una de las gemas y estabilizándolo. - Cubrid al chico, el elemental ha vuelto, quien quiera que lo haya convocado lo ha hecho sólo con el propósito de asesinar al mensajero. - tenía varias teorías al respecto y la menos descabellada era que el mismo mago que había creado los cuadros se estaba encargando de atar los cabos. - Minvant, yo lo curo, tu fíjate si puedes expulsarlo de este plano. - sólo esperaba que su cuerpo pudiera proteger al chico de los golpes hasta que la sacerdotisa pudiera hacer algo al respecto. - Su invisibilidad es natural, intentad cubrirlo de polvo.

- ¡Ayudadme a cargar al chico en el oso! - Les pidió Ruru a sus compañeros. 

Su intención no era otra que la de salir de allí con el joven a lomos de su fiel osa. Era en esos momentos el medio de transporte más rápido y seguro que tenían y si todavía podían sacarle algo más de información al joven, tenían que conseguir que aquel ser invisible no acabara con su vida. Además que como cazadores, una de sus principales misiones era la de proteger a la población.

- ¡Vámonos Pinckles! - Azuzo a la osa cuando tanto el chico como el mismo, montaron sobre su lomo. - ¡Hay que llegar al cuartel!

Minvant ayudó a Ekarion a poner al chico sobre el lomo de Pinckels, mientras Tassabra se preparaba para cubrir la retirada de la osa. El druida espoleó a su compañera y se alejaron de la casa. Varios guardias se aproximaron a ver qué estaba pasando. La sacerdotisa se agachó para coger un puñado de la tierra del jardín y la esparció en un arco, calculando de donde había venido el impacto. Apenas una pizca de tierra quedó sobre la criatura, marcando su posición.

—¿Pero qué?

El elemental volvió a reaparecer. Demasiado pronto, para el gusto de Tassabra.

Le tiró una lanzada pero dio al aire. No al aire al que había apuntado, lamentablemente.

La criatura se giró hacia el lugar por el que la osa había escapado con el joven, Tassabra reaccionó con rapidez y la inmovilizó para que no escapara.

Ekarion tomó su ballesta del cinto, llevaba la cuerda en el gatillo pero sin virote, para poder disparar rápidamente, Tassabra le había enseñado el truco. Comenzó a cargar el virote mientras apuntaba a la silueta polvorienta, pero tocó el gatillo antes de tiempo y el virote que no había sido debidamente colocado salió en arco y dando volteretas para caer a unos pocon metros de su posición. 

- ¡Vamos chico! - Le gritó al rubio repartidor. - ¡Resiste! - Le dio ánimos, aunque sin duda alguna que no le escuchaba.

Agarrado al pelaje de su oso con una mano y cogiendo con fuerza el cuerpo del joven para que no cayera al suelo en la rápida e implacable marcha del oso, Ruru y su osa, avanzaban hacia el cuartel con la clara intención de dejar atrás a aquel ser invisible que por poco no acabó con la vida del joven. Una vez bajo los muros del cuartel, podrían tratar de sanar al chico y por supuesto protegerle de quien deseaba su muerte. Lo que él sabía, sin duda alguna era primordial para la investigación.

Minvant volvió a canalizar su poder, unió las manos y trazó un gesto complicado con la mano que, probablemente, había realizado muchas veces.

-Rashiel, ocúpate de tus Hijos -rezó.

La criatura volvió a estremecerse, sabía lo que tocaba ahora. Pero estaba paralizado por Tassabra, de modo que se echó a temblar, poder huir.

Tassabra ya sabía cómo iba a acabar todo aquello.

Tassabra lanzó un par de lanzadas más contra la criatura. La primera falló y a punto estuvo de perder su arma. La segunda sí, y a punto estuvo de provocar una grave herida en la criatura pero, por supuesto, no lo logró.

La criatura intentó escapar y, tal y como había sucedido con su compañero, fue lanceado por Tassabra cuando trataba de huir de Minvant. Su cuerpo algodonoso se deshizo en pedazos y fue enviado de vuelta a su plano de existencia.

-Buen trabajo -dijo la sacerdotisa.

Parecía que la situación estaba, por fin, bajo control. Los guardias custodiaron la casa y el grupo regresó al cuartel para ver qué había pasado con el muchacho. Ruru lo había puesto a salvo, los soldados atendieron al desconocido, pero hasta que la sacertodisa no llegó con los demás, seguía inconsciente. Minvant sanó sus heridas con la única intención de despertarle y así, poder hablar. Vendado, magullado y en la cama, el chico abrió los ojos y los contempló aterrorizado.

-¿Qué más queréis de mí? -gimió.

—Buenos días, princesa —lo saludó Tassabra cuando regresó de la inconsciencia, revisando un fajo de informes en la mano—. ¿O debería llamarte William Finch? Vaya, veo que no eres un honrado repartidor como asegurabas ser, sino que eres un ratero con antecedentes por estafa y hurto. 

Señaló algo con el dedo.

—¡Oh, has estado en prisión antes! Bien, bien, lo que te espera será familiar, aunque lo que he visto son delitos de poca monta, comparados con lo que tenemos ahora entre manos. Así que me vas a decir dónde y cómo iban a pagarte después del trabajito, y a la primera estupidez que digas te mando a una celda y tiro la llave. ¿Me he explicado con claridad?

No sabía como Tassabra había identificado al joven. Podía ser que todo fuera un estratagema para que confesara, no lo sabía. Pero fuera como fuera, estaba convencido de que obtendría el resultado que quería. La capitana era una mujer muy inteligente. Arisca y malhumorada también, pero sabía lo que se hacía.

- Será mejor que hables chico... - Intervino el enano. - La conozco y se que habla en serio... - Le dijo con gran convencimiento el druida.

Mientras sus compañeros se dedicaban a interrogar al muchacho Ekarion pidió una lona y con cuidado recuperó su capa al tiempo que aseguraba el cuadro. Mandó aviso a la Torre de que tenía otro de los cuadros para que enviaran a un mago para llevarla custodiada y luego sacó el mapa del mensajero.

Buscó a uno de los guardias y le preguntó quien estaba a cargo de avisar en el distrito, y a esa persona si habían visitado la dirección en el final de la avenida Blue Saphire, y de ser así a que hora lo habían hecho y a quien pertenecía la mansión. Luego se acercó al chico y le preguntó a que hora había entregado el cuadro en esa dirección. Dependiendo de la información quizá tendrían que visitar ellos el lugar con la esperanza de no encontrar una escabechina.

El joven se estremeció al mirar hacia Tassabra, había quedado demostrado quién madaba allí. Con torpeza se incorporó un poco sobre la cama, mostrando una mueca de dolor, hasta que se dio cuenta de que eso no iba a funcionar.

-Os he dado el mapa, es todo lo que tengo -reconoció, hosco-. Solo he repartido los paquetes, nada más, no tengo nada que ver con eso de lo que estáis hablando... No he matado a nadie, no he robado a nadie (hoy, al menos) y no he hecho daño a nadie. ¡Por la Triada! He defendido mi vida y defenderé mi honor si hace falta -rezongó-. No sé quién me contrató, era dinero fácil y trabajo fácil. Una carta con instrucciones, un mapa con las casas marcadas y el orden de cada puta entrega... Cuatro paquetes en cuatro casas, ¡eso no es ningún delito! ¡Y no sé quién me contrató! -respondió antes de que nadie preguntara, hablaba bastante deprisa-. Estuve investigando por mi cuenta, a ver si os pensáis que yo trabajo para cualquiera, y era todo perfectamente legal... -dijo Finch levantando la barbilla. Se tocó las costillas, se lo veía bastante magullado, pero a ninguno le importaba eso-. Antes de venir hacia aquí entregué el paquete en esa torre de la avenida Blue Sapphire*, hará como unas tres horas. Esta era mi última entrega, pensaba dirigirme a Sandalwood Lane para cobrar el trabajo. Y ya está. No podéis acusarme de nada más.

Ekarion escuchó al muchacho y meneó la cabeza cuando el guardia trajo el informe de los lugares visitados. por tratarse de un lugar entre distritos a nadie se le ocurrió ir a controlarlo. - Tassabra, creo que lo más urgente ahora es ir a controlar que nadie haya abierto el cuadro de Blue Sapphire, aunque habiendo pasado tres horas mucho me temo que iremos a juntar los pedazos. Como sea, seria bueno saber quien vive allí. 

Observó sus notas e hizo una anotación con respecto a las ubicaciones del mapa y la cronología de las entregas - Luego deberíamos volver a Burgundy Wine y hablar con Lady Springwater, ella puede hablarnos del magistrado. También deberíamos ir a la dirección donde iban a pagarle a Finch, aunque creo más posible que el pago que iba a recibir se lo iban a dar los dos acechadores invisibles. - miró significativamente al muchacho - El mago que invocó a esos elementales es poderoso, ha usado una variante de un conjuro sencillo de una forma que no había visto hasta ahora. Si, como sospecho, es el mismo que ha creado los cuadros no podemos enfrentarnos a él a ciegas. 

Cerró su cuaderno de notas - Hay que preguntar en la Torre que se sabe del magistrado, pero eso lo dejaría para el final, creo que lo que más urge es ir a Blue Sapphire.

 Ruru pensó en la posibilidad de dividirse para abarcar más terreno,  pero enseguida la descartó. No estaban tratando con un aficionado, sino con alguien peligroso de verdad. Si querían enfrentarse a él debían hacelo juntos, pues aún así iban a encontrarse con muchas dificultades para vencerle.

- Si, lo primero es comprobar que no haya nadie herido, muerto o que los seres que hayan podido ser convocados por el cuadro no estén campando a sus anchas. - Afirmó Ruru. - Aunque... - Lanzó un gruñido. - Recordad que prácticamente he agotado todos mis recursos mágicos, oír no poder, ya ni puedo transformarme en animal. - Su semblante se tornó serio. - Siento que no podré ser de gran ayuda... - Dijo apesadumbrado. - Si al menos pudiera comprar algunos pergaminos...

Tassabra escuchó al muchacho primero, conteniendo sus ganas de volver a partirle la mandíbula. Y luego, con más calma, a sus compañeros.

—Muchacho, hoy vas a pasar la noche en la mazmorra. Ve haciéndote a la idea. ¡Guardias! ¡Llevaoslo antes de que haga algo de lo que me arrepienta!

Tassabra retó con la mirada al joven imberbe a que dijera alguna impertinencia en el tiempo que tardaron los guardias en obedecerla y llevárselo de allí.

—Demos un paseo por Blue Sapphire a comprobar cómo está la situación —decidió—. Creo que el resto de la investigación puede esperar a mañana.

Suspiró y se masajeó las sienes.

—Ha sido un día muy largo para todos, Señor Sauceviejo; a todos los vendría bien un descanso, no sólo para recuperar conjuros. Si lo que dice Ekarion sobre el mago es cierto, debemos asegurarnos de tener la cabeza fría y todos nuestros recursos a nuestra disposición antes de acercarnos siquiera a él. ¿Estáis de acuerdo conmigo?

No había nada que Tassabra quisiera más que ir a comprobar como estaban Martha y Samuel.

- Si, de acuerdo... - Respondió el enano, quien fue el primero en extrañarse de sus palabras. Pocas veces estaba de acuerdo con la malcarada cazadora, pero esa era una de ellas. - No perdamos más tiempo.  - Añadió mientras se ponía en marcha hacia aquel lugar de nombre tan peculiar, Blue Sapphire. Le sonaba a zona comercial por alguna razón. Se encogió de hombros. Le daba igual que fuera una zona comercial o una residencial. Lo importante era que pudieran hacerse con el paquete y que nadie hubiera resultado herido.

EL dragón asintió ante las palabras de Tassabra, cerró su cuaderno dejando el mapa entre sus notas y lo mandó al morral. - Aun me quedan un par de conjuros útiles, esperemos que no tenga que utilizarlos y que sea porque nadie abrió el cuadro y no porque llegamos tarde. - calculó la hora y pensó si llegaría a tiempo de visitar a Alea cuando todo acabara, aunque lo más probable es que estaría durmiendo para cuando llegasen.

Esperó a que Tassabra saliera y caminó tras ella, con la mitad de su cabeza en el problema y la otra pensando enque más le valía a Samuel no haberse vuelto al bosque antes de que pudiera hablar con él.