Partida Rol por web

El Excalibur; un hotel temático de Las Vegas que trataba de parecerse a un palacio medieval, pero que más bien parecía Disneylandia. El sitio era un rato hortera, viéndolo desde lejos, y por dentro tampoco es que las cosas cambiasen mucho. Había actores disfrazados de soldados y guardias medievales haciéndose fotos con los turistas, y algún que otro teatrillo montado para animar a los clientes, pero la verdadera actividad transcurría en las mesas de juego y en los bares.
Sin embargo, tu padre no se encontraba en ninguno de los dos lados. Apartado del bullicio del juego y el alcohol, Odín había acudido a Las Vegas como su alter ego, Njörd Sturluson, un magnate de los medios de telecomunicación, y la mayor parte del tiempo se encontraba en la sala de reuniones que había reservado como parte de la convención de medios de comunicación que el hotel acogía. Ahora mismo no había ninguna reunión, y tu padre te esperaba en la sala vacía, haciendo cuentas y revisando datos.

Despues de un buen, y merecido, descanso, Erick se dirigió de nuevo al Excalibur a ver a su padre. En su último encuentro había hablado de pasar unas pruebas. Lo cual le molestaba bastante.

Lo habían pasado mal en el encargo anterior, una simple protección que por supuesto se había complicado con la aparición de los siervos de los titanes. Y aun no tenía claro cómo habían llegado hasta el desierto y encontrado con aquel sapo gigante. Excepto por los designios del destino por supuesto. Al menos el resto no sabía que no tendrían que haber ido allí, que fue una visión lo que le urgió la busqueda. Seguramente una visión para encontrar la capa. Quería haber pintado algunos lienzos sobre lo ocurrido, pero no había tenido tiempo.

Y después de todo aquello, encima les ponían a prueba. Como antaño, cuando tenía que demostrar que era digno vastago de Odín. Erick lo odiaba. Pero no desobedecería a su padre. No era bueno.

Así pues, entró en la sala de reuniones vacia, con su elaborado bastón como siempre.

Muy buenas.
¿Cómo estás?

Njörd cierra el portátil, junta ambas manos sobre la mesa y te observa unos segundos sin decir nada, con su único ojo clavándose en ti

- Buenas tardes, Erick. Me alegra que hayas sido puntual; esto es importante

Erick carraspea un poco antes de asentir y dar las gracias. Nunca lo comentaria, ni lo dejaría entreer delante de otros dioses o vastagos como él. Pero estar delante de su padre, a solas, lo intimidaba un poco. Habían tenido sus diferencias en un principio. Pero con los años habían acabado por llevarse bien, o por lo menos eso pensaba Erick. Pero claro, no dejaba de ser un dios.

Sí. Bueno, ya sabes que no me gusta llegar tarde.

Pareces serio. Más de lo habitual quiero decir. ¿Sucede algo malo? Más de lo normal quiero decir.

- Sucede lo de siempre. El Ragnarök se nos viene encima y a pesar de todo lo que sacrifiqué para poder discernir el Destino, no veo forma de detenerlo...

Njörd se levantó del asiento, cogió un maletín que tenía en el suelo y lo puso sobre la mesa

- Pero no te he llamado para que escuches mis divagaciones y lamentaciones. Lo primero es darte la enhorabuena por lo que hiciste en el desierto; no solo desarticulaste una secta, sino que además acabaste con la criatura a la que adoraban. Tengo algo para ti; te lo has ganado.

Abre el maletín y de su interior saca lo que parece una armadura pectoral hecha de escamas metálicas. Hay varias runas doradas grabadas en su superficie, y a pesar de su aspecto robusto, Njörd la maneja como si fuera muy ligera.

- Es una armadura de mithrill enano; unos artesanos me debían un favor, así que les pedi que me la hicieran. Es muy ligera, y se adapta como un guante a tu cuerpo, por lo que la puedes llevar debajo de la ropa como si fuera una camisa. Las runas son un añadido mío; pondrán el Destino de tu parte, pero ten cuidado y no abuses de ese poder, o podrían suceder cosas malas.

Erick se acercó a su padre y cogió la armadura. La verdad es que era muy ligera, no pesaba nada. Pero no dudaba de la palabra de su padre. DEbía ser muy resistente, y encima con las runas. Trató de descifrarlas, pero eran demasiado complejas para sus pobres conocimientos.

Gracias.  Siempre viene bien algo de protección extra. Las luchas cada vez son más duras. Gotterdamerung es una buena arma, y cumple bien su cometido, pero no importa lo buen guerrero que uno sea, siempre hay alguien mejor. Y no puedes evitar llevarte algún que otro golpe.

Gracias.

Puedes ver una ligera sonrisa en el rostro de Njörd, pero se va tan rápido como vino

- Te lo has ganado, Erick. No es necesario que agradezcas nada. No obstante, no estamos aquí solamente por eso. Hay un asunto que requiere de tu atención.

Erick asintió ante el comentario de su padre.

Por supuesto. Lo último que habíasi comentado cuando estabamos todos era algo sobre unas pruebas. ¿Se sigue tratando de eso o es algo nuevo?
No es que me importe mucho, pero creía que ya habíamos pasado la etapa de probar que era un buen descendiente.

¿O es que he cabreado a alguien?

Erick sabía que tampoco tenía mucho sentido preguntar, pues su padre le diría lo que necesitara saber. Pero nunca estaba de más. Le había hecho un regalo, estaba contento. Lo mismo le daba más charla que de costumbre.

- No, no. A estas alturas creo que podemos dejarnos de pruebas y tonterías. Eres un AEsir y ya lo has demostrado en más de una ocasión. Pero eso no quita que debas ocuparte de ciertos asuntos urgentes, que yo no puedo resolver directamente. Ya sabes que los de mi categoria, y los AEsir más que nadie, no podemos intervenir directamente en el mundo mortal; podría ser catastrófico.

Njörd volvió a sentarse y cruzó las manos

- He recurrido a ti porque eres el que más cerca se encuentra; supongo que una vez más no es casualidad. El caso es que Hugin y Munin han detectado una serie de actividades extrañas en el desierto de Nevada; al principio parecía tratarse de una simple prospección minera, pero no hay minerales ni metales de interés en esta zona, ni petróleo, ni ruinas. Y observando más detenidamente, he descubierto que el que está al cargo de la excavación no es un humano; es un svartalf llamado Krönen.

Erick se alegró de que no fuese una totnería de prueba. Pero lo que no le gustó tanto es que un elfo oscuro estuviera en la tierra. Nunca era para nada bueno. Esperaba que no se tratara de Maliekith, había escuchado sus fabulas, y en estas siempre hay algo de verdad.

Ya sabes que el destino tiene su propia agenda. Menos mal que los cuervos están siempre ojo avizor.

Erick se permitió sonreir.

No te precupes padre. Me encargaré de ello. Si es sólo un elfo no debería darme problemas. Si no, ya me buscaré la vida. Puedes contar conmigo.

- No creo que se trate solo de un elfo oscuro. Si fuese una simple cuestión de músculo, le habría pedido a Vidar que enviase a uno de sus Vástagos. Te he elegido a ti porque necesito saber a que se dedica ese tal Krönen, antes de decidir si hay que quitarlo de enmedio o no. La relación entre AEsir y svartalfs, aunque tensa, nunca ha sido de hostilidad abierta; no quiero arriesgarme a dar un paso en falso.

Erick asintió. Ahora entendia por qué su padre le quería enviar a él. Aunque era un buen guerrero, la violencia no era su respuesta para todo.

Entendido. ¿Alguna cosa más?

La misión ya estaba encomendada, por lo que se tendría que marchar. Pero disfrutaba de pocos momentos tranquilos con Odin. Y quería aprovecharlos.

- Nada más. Puedes retirarte, a menos que quieras hablar de algo más

Erick se lo pensó un poco, pero seguramente la misión era importante por lo que no quiso añadir nada nuevo y se despidió de su padre.

Muy bien. Como siempre un placer verte.
Te mantendré informado. Vas a estar por aquí todavía ¿no?

- Si. Todavía me quedan muchas reuniones que atender aquí

Bueno. Entonces te informaré cuando tenga alguna cosa.

No trabajes demasiado y ten cuidado.
Nos vemos.

Y con eso, Erick se despidió de su padre y salió de la sala. La misión no parecia nada del otro mundo. Pero sabía que hasta las cosas más simples tendían a complicarse.