Partida Rol por web

Vent esperaba que tarde o temprano el golpe final llegase, pero eso no llegó a ocurrir. Pasaron unos tensos segundos, ahí atado al suelo en la oscuridad sin que nada aconteciese, más que sonidos lejanos ininteligibles y amortiguados por su propia respiración acelerada, aun tratando de recuperarse del impacto. Pero entonces el suelo tembló, precedido por un ensordecedor rugido del dinosaurio, con lo que Iván asumió que por fin había sido derrotado. O como poco había caído el Tamesis. Luego oyó algo que le extrañó mucho: El mar. O algo que sonaba como una gran ola acercándose. No le preocupó mucho, porque tampoco sabía a qué atenerse y no tenía la cabeza precisamente clara, solo se dio cuenta del peligro en el que había estado cuando oyó la gran ola romper contra algo, y los restos de la misma salpicaron la superficie del puente. ¡Podría haber muerto ahogado ahí a 30 metros sobre la superficie del río! ¡O el propio puente podría haber caído!

Pero seguía sin ver nada ni oír nada interesante, y su conexión mental se había cortado por alguna razón, con lo que estaba totalmente aislado. Hasta que oyó un “pop” extraño sobre su cabeza. Como cuando se destapan los oídos, o al abrir una botella hermética. Curioso, retorció la cabeza tanto como le dejaban sus ataduras – spoiler alert: no mucho – intentando ver qué era eso. Lo que vio es que el humo negro se movía, como si hubiera una corriente de aire, y ahora había un continuo sonido de succión. ¡En pocos segundos el polvo negro desapareció totalmente!

En ese preciso instante captó algo de movimiento por el rabillo del ojo: el enemigo que le había derribado se escondía tras un coche. Se le ocurrió que, estando así atado, tenía dos opciones: No hacer nada y evitar llamar la atención del ninja, o al menos avisar a sus amigos de que estaba allí escondido.  Optó por lo segundo, sacando valor de no se sabe dónde. Iba a gritar cuando oyó otros gritos: ¡Aitor y Moussa cayendo de la torre! Y atisbó al ninja allí arriba. ¿Cómo había llegado tan rápido? ¿Y sin que le viera? ¿Eh…?

No estaba muy seguro de cómo, pero llegó a la conclusión de que había saltado de sombra a sombra. Estaba muy espeso como para preguntarse porque, ni como, ni porque estaba tan seguro de que así era. Pero lo asumió. E intentó hacer algo al respecto.

¿Le gustaban las sombras? ¡A ver cómo se siente cuando no hay nada más que luz!

Cerró los ojos, tratando de reducir las distracciones externas y se concentró tanto que prácticamente dejó de sentir las ataduras rozar su piel, dejó de importarle el frio asfalto bajo él, y los sonidos de la batalla, los civiles, y el rio se amortiguaron como si ocurrieran a kilómetros de distancia. Lo único que existía era su poder, su luz, y se concentró en ella.

Toda la zona, de lado a lado del río, desde el fondo de las aguas hasta las alturas del cielo, miles, millares de pequeñas luces de colores se hicieron paso hacia la existencia, iluminando todo desde todas partes con una caleidoscópica y suave luz, que eliminaba las sombras en todo el área.

Iván se dio cuenta del método de transporte que usaba el oponente B, por lo que se centró quitarle esa capacidad. Miles de diminutas luces de colores se esparcieron por el campo de batalla, llenando el puente, el agua y el cielo de destellos irisados.

Era un espectáculo tan bello como útil, pues el oponente de negro pareció sobresaltarse. Miró hacia todos lados, buscando rápidamente una sombra a al cual aferrarse, algo con lo que poder salir de allí. Pero no encontró nada. 

No disponía de su nube de humo, ni de su capacidad de transporte. Estaba completamente a la vista y era incapaz de escapar.

Cauteloso, adoptó una posición defensiva mientras evaluaba la situación.

Aquel ejercicio estaba a punto de terminar.

Y de repente se hizo la luz, y pocos segundos después esa luz se intensificó de tal manera que no se proyectaba sombra alguna. Diana sonrió de soslayo y suspiró fuertemente.

- Por fin...- Dijo mientras de su pétrea espalda surgían aquellas alas blancas que la caracterizaban... la verdad vista así era bastante extraña, tendría que mejorar el aspecto con el tiempo, pero aquel no era el momento.

Saltó lo más alto que pudo para coger impulso y aleteó hasta llegar a donde se encontraba aquel individuo, para a la vez que sus brazos se convertían en mazos de piedra caerle encima al único enemigo que les quedaba. Quiera que no Diana se sentía fatal, no pudo hacer nada en todo el combate, así que necesitaba aquello como una especie de redención.

Diana se impulsó por el aire con sus alas emplumadas. Era extraño ver volando a aquella pétrea figura. 

Se plantó pesadamente en el tejado de la torre, que crujió bajo sus pesados pies. Sin perder un segundo, descargó toda su fuerza contra el oponente.

Sin embargo aquel enemigo era mucho más ágil que el enorme y pesado dinosaurio. Se hizo a un lado y dejó que el ataque de Diana diese de lleno contra el suelo, agrietándolo. 

Iba a hacer falta algo más que un ataque frontal para alcanzar a aquel escurridizo enemigo.

Finalmente, tras todo lo que había pasado, las tornas se giraron. El "ninja", que había estado emboscando a los miembros del Grupo 4 todo el combate, por fin era el que se sentía vulnerable. El movimiento de Vent había sido sublime, adivinando la naturaleza de la capacidad de movimiento del sujeto B y anulándolo. Ni Aitor podría haberlo hecho tan bien.

El vasco clavó la mirada en su oponente, que se puso a la defensiva. Mientras el joven genio manipulaba su diadema telepática, ajustándola para obtener un efecto exacto, Diana acudió al ataque, aunque su golpe resultó demasiado obvio para que el sujeto no pudiera esquivarlo. Una lástima. Pero no sería la única en unirse al combate en lo alto de la torre. Sin hacer más ruido que el de cortar el viento, Gina se posicionó ante Aitor, encarada hacia el sujeto, también en posición defensiva.

Zenitram acabó la manipulación de su artefacto y comenzó su ataque: invisible e imparable, un asedio mental en toda regla...

Moussa alzó el puño a modo de triunfo cuando la esfera-portal absorbió y devoró por completo aquella nube de oscuridad. Nunca estuvo muy seguro de que fuese a funcionar, de hecho temía que algo pudiese salir mal y que la esfera comenzase a absorberlo todo. Por suerte, su instinto no le había fallado en aquella ocasión y logró darle la forma necesaria a su poder. Pero el deformar de aquella forma sus portales, lo habían dejado agotado y eso le obligó a tomarse unos instantes para recuperar el aliento. Por desgracia, no logró a tener ese preciado tiempo.

Surgido a través de las sombras, el ninja lo atacó por la espalda y pese a que había logrado girar el cuerpo lo suficiente como para evitar un daño mayor, eso no evitó que acabase arrojado desde lo alto de la torre. Durante un instante, su mirada se cruzó con la del ninja y vio reflejado en sus ojos lo que bien podría ser considerado como un momento de duda ¿Sería realmente Bosch quién estaba tras la máscara? No estaba seguro, pero aquel gesto demasiado humano, le hizo darse cuenta que el ninja no era ningún holograma, sino alguien real.

El viento golpeó con frío cortante las mejillas de Moussa cuando la gravedad lo reclamó y comenzó a caer. Aquella sensación en el estomago no le resultaba desconocida, él mismo se había arrojado desde grandes alturas para instantes antes de impactar contra el suelo, desvanecerse por uno de sus portales. Aquello era lo más cercano a volar que el senegalés se podía permitir. Por lo que aquella situación no debería de suponer ningún peligro para él, por desgracia, el deformar su portal para crear la esfera absorbente, lo habían debilitado demasiado y ahora era incapaz de usar su poder con precisión.

"¡Oh, mierda! Esto va a doler..."
 

A sabiendas de lo que le esperaba, simplemente cerró los ojos para no ver lo rápido que se acercaba a la superficie del río. De pronto, el toque gélido de dos manos lo alzaron por el aire alejándolo de las cristalinas aguas del río. Al principio, el frío tacto de aquellas manos le hicieron pensar que había muerto y que la dama de la guadaña había descendido para reclamar su alma. Claro que al volver la vista y ver a Sara, se sintió tremendamente estúpido y a la vez, aliviado.

[Color=#CC00CC]-¡La leche! Buena atrapada, rubita. Te debo una y de las gordas. [/color]

El senegalés se permitió soltar un suspiro de alivio y en aquellos momentos, daba gracias de no ser alguien demasiado alto y pesado, en caso contrario no estaba muy seguro de que Sara hubiese podido con él. Aunque claro, había podido con Rudy, así que seguro que la dama de hielo era más fuerte de lo que parecía.

[Color=#CC00CC]-¿Ummm? Oye, mola tu perfume. [/color]

Indicó al alzar la nariz y olisquear el aroma que desprendía Sara. No estaba seguro de si sería por su perfume o su champú, pero era un olor agradable. Aunque rápidamente dejó todo eso a un lado al ver cómo se estaba desarrollando la situación en el puente. Vent había roto la ventaja del ninja y lo mantenía ahora atrapado en medio del puente. Eso significaba que había llegado la hora de la venganza, claro que no de forma directa.

[Color=#CC00CC]-Aguanta unos segundos más ¿Vale? Voy a liberar a la artillería...[/color]

Alzando la mano a la vez que sus labios se torcían en una retorcida sonrisa, Moussa proyectó su poder sobre César a la vez que trataba de alcanzar a Vent. No estaba seguro de si podría liberar a ambos, así que su prioridad por el momento, sería César. Haciendo gala de su domino sobre los portales de teletransporte, Moussa pretendía teleportar a César a una distancia prudencial del Ninja y liberarlo de las ataduras que lo mantenían inmóvil. De esa forma, esperaba que César pudiese freír al ninja y liberar la frustración que seguro había acumulado a lo largo del ejercicio.

[Color=#CC00CC]-¡Ey, atención SG4! Creo que ese ninja puede ser Bosch o algún otro profe, así que tener cuidado.[/color]

Ahora que el Grupo 4 se había recuperado y el oponente había perdido su ventaja, las tornas del enfrentamiento comenzaron a cambiar.

Aitor actuó con rapidez. Llamó a Gina por el vínculo que los unía, mientras manipulaba con precisión los filtros psíquicos de su diadema para conseguir una potencia de ataque máxima.

El cuerpo reluciente de la ginoide desprendió destellos multicolor a medida que se movía por el campo de luces de Iván. Como si la gravedad fuese más laxa con ella, Gina se posó con suavidad entre el enemigo y su creador. El silencio de su maniobra quedó enmascarado por el sonido el combate, pero la gracilidad de aquel robot pareció distraer por un instante al oponente.

Aitor descargó entonces todo su poder. Sintió como la onda telepática viajaba en una concentrada trayectoria rectilínea hasta llegar a su objetivo. Dio un el blanco, y el enemigo dio un paso atrás mientras se llevaba una mano al rostro.

El ataque había tenido efecto, pero aquello tan solo era el principio.

Desde las alturas, volando junto a Sara, Moussa blandió su poder de teletransporte con maestría. Un portal apareció junto a César y lo engulló, dejando atrás las ataduras negras.

Cuando el piroquinético apareció varios metros más allá, encima de un camión, todo el Grupo 4 – excepto Iván – pudo oír sus pensamientos de nuevo.

[color=#9A2EFE]~ ¡TE VOY A FREÍR, JODER! ~[/color] pensó tan intensamente que todos sintieron un leve dolor en el lóbulo frontal.

Desde su nueva posición César adoptó una posición de ataque. Extrajo del cinturón de su uniforme un pequeño mechero y lo encendió con rabia. Una gigantesca llamarada brotó del mechero.

El fuego ascendió con fiereza, trazando una espiral ardiente y se abalanzó sobre el tejado de la torre.

¡Pero Aitor, Diana y Gina todavía se encontraban allí!

Parecía que el ataque ígneo de César iba a engullirlos a todos, ¡fuego amigo en su máxima expresión! Sin embargo, en el último momento, las llamas se concentraron en una espiral más colimada, más refinada.

Las llamas de Salamandra se lanzaron finalmente contra el oponente de negro, pero éste saltó con gran fuerza. Trazó un arco en el aire mientras giraba, y se posó con suavidad en una parte más elevada del tejado.

Sin duda las habilidades de César habían mejorado notablemente desde la primera vez que vieron su fuego en el ataque al Liceo. Pero el oponente de negro también era extremadamente habilidoso.

Hasta el momento tan solo Aitor había logrado impactarle, y seguramente porque su ataque era invisible e ineludible.

Desde su nueva posición superior el enemigo ponderó. Le quedaban pocas opciones, debía actuar rápido para no perder la poca ventaja que su agilidad le otorgaba.

Alzó el brazo derecho, donde tenía una especie de brazalete cubriendo todo su antebrazo. Diana lo reconoció al instante, era el arma que había usado contra Gina y ella al principio del combate.

El enemigo trazó un amplio arco con el arma, mientras decenas de diminutas agujas salían despedidas hacia Aitor, Gina y Diana.

La lluvia de ataques no los pilló del todo desprevenidos. Aitor logró rodar a tiempo por el suelo, evitando el ataque por los pelos. Pero Gina y Diana, como ya había pasado antes, no pudieron evadirlo.

Las diminutas agujas atravesaron con fiereza el blindaje de Gina, destrozando sus mecanismos y circuitos internos con precisión quirúrgica. La ginoide no iba a aguantar mucho más.

Diana sufrió un destino similar. A pesar de sus fuertes defensas, los ataques del enemigo penetraban su armadura de roca como si no estuviese ahí. Sintió un dolor punzante en todas sus extremidades.

Entonces, la figura de negro saltó. Fue un salto impresionante, inhumano. Pareció volar por el aire mientras se posaba en lo más alto del puente de Londres, sobre la punta del tejado de la torre. Sosteniéndose con tan solo una pierna, el enemigo exhibió un equilibrio encomiable. Parecía que trataba de alejarse de los ataques del Grupo 4, sin embargo la altura no era un problema para aquellos adolescentes.

[color=#9A2EFE]~ Parece que lo tenéis acorralado ~[/color] los elogió Richmond.

Estaba lejos de la acción, tenía que llegar rápido o esa cosa acabaría derrotándonos. 

Me daba un poco de vergüenza que ocho de nosotros no pudiese contra uno de ellos. Tal vez estaba programado en modo ultra poderoso, pero aun así...

-Maldito ninja del demonio. -gruñí.

Guardé un segundo la respiración al oír el pensamiento de Salamandra.

Tengo que ir. Ya. Pensé en mis posibilidades, en la forma más rápida de llegar.

[color=#9A2EFE]~¡Chicos no estamos acertando nada![/color] -pensé.

Y di un gran salto que me dejó a la mitad del puente hasta la cima.

[color=#9A2EFE]~Solo Aitor ha acertado eso porque no tiene que apuntarlo.[/color] –pensé, me callé y luego seguí- [color=#9A2EFE]¿No visteis ese capítulo de Mahou Shoujo Monaki Madoki Popu en que Rinata no podía atacar a su enemigo porque era muy rápido…? ¡Pues tenemos que hacer lo mismo que hizo ella! [/color]

Ya había dejado claro lo que teníamos que hacer. Ahora tocaba un salto más, ¡Y podría ser útil al fin!

Rudy se propulsó hacia arriba, escalando la torre de dos poderosos saltos. Clavó las manos en la piedra, agarrándose con fuerza al tejado.

[color=#9A2EFE]~ ¿De qué estás hablando, tío? ~[/color] le inquirió César a través del vínculo telepático.

Otra voz se escuchó.

[color=#9A2EFE]~ ¿Hola, me oís? ~[/color] era Marina [color=#9A2EFE]~ ¡Voy para allá![/color]

Le hizo un poco de gracia que Rudy dijera que no estaban acertando nada. Le parecía que tenía algo de razón pero habían logrado tumbar al monstruo y dejar sin escapatoria al ninja. No iban las cosas mal.

[color=#9A2EFE]- ¿Ese capítulo en el que convierten el suelo en hielo?[/color]

Bromeó porque no tenía tanta idea de Anime como él. La joven prefirió aletear sus pesadas alas en dirección al puente, donde el enemigo aún estaba desorientado. Iba a intentar parar el ejercicio enjaulando en hielo al tipo. Al entrar en el área de las lucecitas se quedó encantada. Le entusiasmaba ese espectáculo de luz. Le pareció un poder maravilloso y pudo disfrutar durante un par de segundos de esa sensación.

Cayendo en picado hacia el ninja, se frenó para posarse en el suelo. Le sonrió y comenzó a formar sus hilos, que rápidamente trataron de rodear su oscuro cuerpo. En otro par de segundos las hebras se enredearían y crecerían formando un sólido bloque de hielo.

- ¿Eres el señor Bosch?

Preguntó con curiosidad aunque la intención era más bien distraerlo mientras la trampa actuaba.

La mayoría de los componentes del Grupo 4 se encontraban en el tejado de la torre, rodeando al oponente B.

Allá en lo más alto de la torre, el enemigo no tenía a donde huir.

Aprovechando las circunstancias, Sara descendió en picado desde el cielo en dirección a su objetivo. Sus alas cristalinas desprendían destellos multicolor, reflejos de la luz de Iván que inundaba todo el escenario de simulación.

El oponente de negro la miró fijamente cuando esta aterrizó. La pregunta de la alicantina pareció desconcentrarle.

- ¿Bosch? – preguntó con una voz distorsionada e irreconocible.

La estrategia de Sara tuvo éxito, pues el ninja no vio las hebras de hielo hasta que fue demasiado tarde. Los zarcillos helados treparon por el tejado hasta llegar al pie del oponente. Cuando este se dio cuenta y trató de saltar – la única manera que tenía de huir de aquella posición – el hielo de Sara ya se había formado a su alrededor.

Una esfera perfecta se formó alrededor del enemigo. El hielo de la superficie, pulido y translúcido, reflejaba multitud de arcoíris. En el interior del hielo, una mancha negra se precipitó hacia arriba y se chocó estrepitosamente.

Abajo, junto a los coches, Iván vio como las ataduras negras que lo retenían desaparecían, desintegrándose.

Un extraño silencio llenó la Sala del Peligro. Era como si, de pronto, todo el sonido se hubiese apagado. Los miembros del Grupo 4 dejaron de oír el fluir del agua del Támesis, los gritos de los civiles, los motores de los coches. Era como si alguien le hubiese dado al botón de “silenciar”.

[color=#9A2EFE]~ El oponente A se encuentra fuera de combate. El oponente B ha sido atrapado por los héroes ~[/color] dijo con cierta monotonía la voz del Director Richmond [color=#9A2EFE]~. Se podría decir que el ejercicio ha terminado.[/color]

El escenario comenzó a cambiar. Lo que hasta ese momento había sido un nublado cielo de invierno se tornó de un blanco impoluto. Toda la estructura del puente comenzó a descender, aplanándose contra el río como si no fuera más que attrezzo desplegable.

En pocos segundos el espacio había mutado lo suficiente para que todos los miembros del Grupo 4 se encontrasen reunidos junto a la esfera de hielo.

Ahora estaban de nuevo en la sala de paneles blancos.

Mientras Richmond y Salara se acercaban para hablar con los estudiantes éstos se percataron de que el enorme lagarto había desaparecido por completo, no había sido más que una ilusión, un constructo. Sin embargo, dentro de la cárcel de hielo de Sara seguía advirtiéndose un manchurrón oscuro.

¿El oponente B era real?

- Debo felicitaros – los elogió Richmond, hablando con su propia voz -. No todos los grupos consiguen completar este escenario en tan poco tiempo.

[color=#9A2EFE]~ Ni detener la carga del Alquisaurio ~[/color] puntualizó Salara con alegría.

- Sí, suelen haber muchas bajas civiles las primeras veces… - admitió el director -. Pero en vuestro caso habéis logrado evitar la destrucción del puente.

Gata Lunar comenzó a dar saltitos de alegría. No había duda de que habían logrado un resultado, cuanto menos, bastante bueno a ojos de sus evaluadores.

[color=#9A2EFE]~ También habéis trabajado muy bien en equipo.[/color]

- Al principio a los estudiantes les cuesta más dejar lo que sea que estén haciendo para rescatar a sus propios compañeros.

[color=#9A2EFE]~ Eso demuestra que hay cohesión entre vosotros. ¡Os cuidáis los unos a los otros![/color]

La mentora dio palmaditas con sus pequeñas manos mientras sonreía. Parecía mentira que tras aquella apariencia diminuta, risueña e inofensiva se escondiese una de las mentes más poderosas del Liceo.

- Como habéis podido ver hoy – Richmond gesticuló con un dedo, dándose énfasis – sois capaces de grandes proezas si combináis vuestros poderes – miró a Rudy y Sara -. Vuestra maniobra ha sido digna de ver, felicidades.

[color=#9A2EFE]~ Creo que ha sido una oportunidad fantástica para comprobar de lo que erais capaces. César, has mejorado mucho desde que llegaste al Liceo ~[/color] felicitó al piroquinético, que en su último ataque había demostrado una gran precisión.

- Psé… - respondió el aludido, encogiéndose de hombros.

[color=#9A2EFE]~ Todos habéis hecho un gran trabajo.[/color]

- Así es – convino el director -. Por cierto, Estigia. Ya puedes liberar a nuestra ayudante – indicó Richmond, señalando hacia la esfera de hielo con un ligero gesto.

El aluvión de elogios encantó a Sara. Richmond sabía felicitar y por lo visto era verdad que habían conseguido el escenario en poco tiempo. A la joven tampoco le pareció una gran proeza, es decir, eran dos contra un montón.

Guiñó un ojo a Rudy cuando les felicitaron por la maniobra conjunta. Había salido muy bien gracias sobre todo al superpuñetazo del joven.

- Ya lo libero, director.

¿Quién sería ese ayudante? Allí dentro parecía una mancha negra borrosa pero debía de ser una persona. Era muy curioso. Sara anuló la esfera de hielo con la que había conseguido detener el ejercicio, gracias también a la hermosa nube de luces de Iván que le impedía huir a través de las sombras.

- Ha sido muy excitante.

Anunció finalmente, pues la chica a pesar de su apariencia fría era muy dada a dejarse llevar por los sentimientos. Era todo lo contrario de lo que se podía esperar de ella, aunque no siempre fue así. Le había costado mucho vencer sus temores. En la academia se estaba encontrando muy bien y eso se podía ver en sus expresiones, muy positivas por lo general.

-El escenario está muy logrado y la sala de entrenamiento es muy sofisticada, nosotros podríamos felicitarles a ustedes. El equipo también ha actuado muy bien, *todos* hemos colaborado, aunque a todos nos queda mucho camino para depurar nuestros poderes. Como suelen decir "la práctica hace la perfección". Para lo cual este ejercicio ha sido magnífico -declaró solemnemente el vasco.

Aquella era toda una afirmación para alguien que había sido golpeado a traición, que había rebotado contra una barandilla y se había despeñado del puente, impactando contra el agua, con el riesgo de haber muerto ahogado. Aunque, claro, todo aquello era simulado y las instalaciones médicas del instituto eran impresionantes. Siendo él como era, probablemente no consideraba nada de todo aquel "sufrimiento" como algo que tener en cuenta más allá de como un ejercicio práctico destinado a mejorar sus aptitudes y la coordinación de grupo. Sí, definitivamente eso cuadraría con su forma de ser.

Moussa no compartía el entusiasmo del resto, el juego no había estado mal, pero no veía el sentido a aquel escenario. Lo único que se le ocurría, era que todo había sido diseñado para llevar al límite las capacidades del grupo y forzarlos a trabajar en equipo. Después de todo, si el ninja realmente hubiese deseado acabar con ellos, nada habrían podido hacer. Al menos él, en caso de ser el malo, no habría dudado en acabar con sus enemigos. Además habría usado juego sucio utilizando a los civiles para desmoralizar al equipo. Aunque bueno, suponía que siendo aquella la primera simulación a la que hacían frente, desearían darles la sensación de haber obtenido una gran victoria protegiendo a los civiles y no iba a ser él quién rompiese la magia del momento. No le apetecía ni una pizca volver al despacho de Bosch y que le echase otra bronca.

-Oye...¿Podemos diseñar escenarios nosotros también? Creo que molaría que cada uno de nosotros diseñase un escenario para el resto. De esa forma, seguro que todo sería más complicado y estaríamos más preparados para hacer frente lo que nos echen encima ahí fuera. ¿Puedes hacer aparecer a Beyonce?

Con las manos en los bolsillos de su sudadera, aguardaba con cierto interés el ver quién emergía de la esfera de hielo. Estaba seguro de que se trataba de Bosch o al menos, de una de sus copias, pero quería comprobar si sus sospechas eran ciertas o no.

-Por cierto, se me ocurre otra idea para el proyecto de ciencias. Supongo que en la escuela habrá un registro de los mutantes y demás superseres ¿No? Podríamos desarrollar algún dispositivo que nos proporcione información sobre nuestros enemigos. Bueno, de los que tengamos fichados, claro. Así tendríamos alguna ventaja sobre ellos. Vale que no funcionará siempre, pero seguro que en ocasiones nos encontraremos con super-peña que ya esté fichada y no nos vendría mal saber de lo que son capaces, así no iríamos siempre a ciegas. Se me ocurre que podría ser una pequeña esfera del tamaño de una pelota de tenis que vuele y tenga cámaras o algún rollo así. Ya sabéis, que lance un vistazo a los malos y realice una búsqueda en su base de datos y si da con algo, que nos de información. Joe, soy un maldito genio, lástima que no tenga ni idea de electrónica ni mecánica sino...sería el amo de este lugar.

Desilusionada, desilusionada era exactamente la palabra que definiría el estado de ánimo de diana en el momento que se terminó el ejercicio, no había hecho prácticamente nada, salvo sacar a un par de holociviles de la zona, y recibir una ostia del lagarto. Desilusionada y en cierto modo cabreada, quería demostrar al director que era digna de confianza, que volvía a ser la joven aplicada y cumplidora que era cuando entró a la academia y de la que le habían hablado antes de admitirla... no todos los días S.H.I.E.L.D mandaba a la academia catalana a una de los suyos. Pero no había hecho nada, no había demostrado nada, salvo unos nuevos poderes que habían pasado completamente desapercibidos y sin los que la joven habría caído en el primer segundo del combate. No sabía qué decir, no sabía qué manifestar, por primera vez en mucho tiempo no sabía nada.

- Bien hecho chicos .- Dijo la chica con la mirada perdida y casi sin pensarlo -. Lo habéis hecho genial.

-¡Pues ha estado super guay, tíos! -dije muy entusiasmado.

Miré mi capa, a ver si seguía sobre mis hombros. Esta vez la había cosido bien. ¡Seguro que había quedado espectacular!

-Por cierto Esther. -dije mirando al techo mientras Londres desaparecía.- Cuando puedas mándame el vídeo en DVD del superpuñetazo al lagarto. Ya sabes, a la misma que la otra: darkinuyasha97@gmail.com

Me quedé mirando a mis compañeros, escuchando lo que decían. Acompañando sus comentarios con sonrisas asentimientos.

-¡Ja, Beyonce! Yo me crearía un par de buenas lolis. -dije dando una palmada a Moussa en el hombro. 

Después se puso a hablar de un invento que se podría... inventar. Pero desconecté. Mi atención se fue directa a la bola de hielo en la que había encerrado Sara al enemigo. ¿Sería un alumno de la Nueva Generación?

La esfera de hielo crujió cuando Sara dejó de proporcionar el frío que la mantenía en pie. Se resquebrajó de arriba abajo, y se desmoronó en forma de centenares de diminutos fragmentos que desaparecieron en una nube de vapor.

Del interior de la gélida prisión surgió la oscura figura que ya habían visto durante el ejercicio de entrenamiento. Sus ropajes oscuros le daban – para qué engañarnos – cierta apariencia de ninja. El rostro del misterioso ayudante estaba oculto tras una máscara negra que no dejaba nada a la vista.

El ninja dio un paso al frente, alejándose de los restos de la prisión de hielo. Se sacudió la nieve de la ropa con movimientos firmes y mesurados, como si se estuviese concentrando para llevar a cabo aquella pequeña tarea.

- Buen trabajo, Sanjō-sensei – dijo Richmond, acompañado de un respetuoso asentimiento.

Revelada su identidad, el ayudante se quitó la máscara. Lo primero que advirtieron los estudiantes fueron sus marcados rasgos orientales. Su cabello, negro como el carbón, estaba recogido en un discreto moño alto. Sus ojos, oscuros como dos pozos, transferían una severidad muy familiar.

Tenía la misma mirada que Bosch.

Además era una mujer.

- Sus alumnos son muy capaces – respondió con un marcado acento japonés -. Descubrieron mis trucos – miró fugazmente a Iván – y redujeron mis posibilidades – esta vez miró a Moussa – hasta arrinconarme.

A pesar de sus palabras no parecía estar felicitándolos. Simplemente describía lo sucedido.

- Sanjō-sensei es una amiga del Señor Bosch – informó el director -. Llegó recientemente a la escuela, y nos está ayudando con algunos ejercicios de entrenamiento.

Si lo pensaban, no era raro que llegase de vez en cuando personal nuevo al Liceo. Sobre todo después de la partida del león.

- Ha sido un placer – dijo la ninja tras hacer una leve reverencia.

Acto seguido se acercó a Diana y le susurró unas palabras al oído. ¿Quizá trataba de reconfortarla?

De mientras, Richmond tomó de nuevo la palabra.

- Este es solo uno de los diversos escenarios en los que participaréis. Normalmente tratamos de poneros al límite. Si queréis aportar ideas – se encaró a Moussa – estaremos encantados de valorarlas. Es muy importante que las simulaciones pongan a prueba todas vuestras capacidades, y ¿quiénes mejores para conocer vuestros puntos fuertes y débiles que vosotros mismos?

El discurso del director tenía sentido. Si no exploraban en un entorno controlado todo de lo que eran capaces – y de lo que no – tendrían que encontrárselo de sopetón. Y en la Sala del Peligro sabías que estabas aprendiendo, pero allá fuera en el mundo real no había reglas ni la ayuda de los profesores.  

- Ya podéis ir a las duchas – indicó finalmente Richmond –. Salara os esperará a la salida, hoy no tenéis clase de Vuelo, pero vuestra mentora quiere reunirse con vosotros.

Aquella era otra de las consecuencias de la partida del león. La buena relación que tenían Sextus y K’Sha no le había pasado inadvertida a nadie. Cuando el profesor leonino se tuvo que ir, ella estuvo a punto de abandonar también la escuela. Finalmente se quedó, pero algunas de sus clases se cancelaban de vez en cuando. Nadie conocía el motivo, o al menos eso pensaban los del Grupo 4. Parecía evidente que la escuela andaba corta de personal.

Richmond y Sanjo abandonaron juntos la Sala del Peligro. Salara les sonrió y aguardó pacientemente.

Diana ni siquiera oyó a la ninja acercarse. Tenerla tan cerca le impuso respeto, y algo de miedo.

- Tienes talento pero te falta práctica. Veo potencial en ti – le susurró con cierto tono misterioso -. Si quieres ser más fuerte ven a verme.