Partida Rol por web

El Liceo: Escuela de Superhéroes

Diarios: Entre viñetas

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06/11/2018, 22:09
Daniel D´aeth

Crónicas de Daniel D´aeth

 

Ad Libitum. Capítulo 3

La conversación con Fareeha había sido bastante improductiva. Juanjo y Malina — Averno y Tesla — insistían en que alguien como ella sería ideal para tocar la batería en el grupo, pero el inglés no estaba convencido. Tenía a alguien en mente hacía días pero no encontraba el momento para hablar con él. Así que cuando Placa Madre se negó educadamente con esa flema robótica suya, si bien le sugirió algunos nombres para su futura banda, decidió aprovechar que tenía una hora libre para localizar a su objetivo.

¿Sabes que hace mucho que no toco la batería, Daniel? —al ser los dos jóvenes de países angloparlantes, se permitieron hablar en su idioma natal, lo que era un respiro para el inglés. Sin embargo, cuando el profesor Bosch, o al menos uno de sus clones, pasó a su lado, ambos se detuvieron en seco. Esperaban una reprimenda por hablar en otro idioma fuera de las clases, pero el serio Bunshin simplemente les dedicó un breve cabeceo y les permitió seguir con lo suyo— ¿O simplemente creías que se me daría bien por mi poder?

No era del todo así, pero casi. En cierta ocasión, cuando estaban todos reunidos, le había visto mover involuntariamente las manos, como si siquiera un ritmo que sólo escuchaba en su cabeza. Era durante una presentación de un trabajo, y a Daniel le llamó la atención porque parecía que la canción que él estaba escuchando era la misma que tocaba Henry, aunque evidentemente era imposible. Ese recuerdo se quedó ahí en su cabeza, y resurgió cuando empezaron a organizar la banda en serio.

Así que, por eso —finalizó, tras explicárselo— Menuda memoria, ¿eh?

—¡Vaya que sí! Y sí, la tocaba de más joven, pero luego me vine al Liceo y eso... y lo echo de menos, no te voy a mentir. ¿Quiénes sois? —Misil parecía cada vez más y más interesado en el proyecto.

Contigo seríamos Juanjo, Malina y yo. Fíjate qué grupazo —Daniel estaba sacando su lado más comercial y carismático para venderle la idea— ¡Además, que sepas que tú has sido mi primer candidato desde el principio!

—Hm... me estás convenciendo. ¿Y cómo nos llamaríamos? —el inglés dio la pregunta por una confirmación, pero sí que era verdad que no habían elegido nombre. Por ahora sólo era el grupo. Pero toda banda necesitaba un nombre.

¿Cuál sería el suyo?

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07/11/2018, 11:51
Ignatius Brightnight

 

Desastre de sastre

La noticia de que Ignatius creaba ropa para el baile gratuitamente se extendió por el Liceo como una mancha de aceite y el indio americano se vio "forzado" a hacer de sastre improvisado para algunas personas que ni conocía. Si se lo pedían bien y era en el beneficio de la fiesta, ¿por qué no? Otra cosa eran los malos modos y alguna que quería aprovechar para conseguir ropa de marca por la cara. Con las que se portaban así no tuvo contemplaciones, pero en general la gente se portaba bastante bien. 

Tras una larga tarde-noche en la que su discreto compañero de cuarto había decidido ahuecar el ala ante tanta visita, Ignatius se disponía por fin a descansar y a comer algo de lo que le habían ido trayendo en compensación por la ropa creada cuando se escucharon unos tímidos golpecitos en la puerta. Abrió para encontrarse con Lux, Laura Moll, la más introvertida integrante del Grupo 1(1). 

El Grupo 4 se había enfrentado a 2 de los compañeros de Lux, Sagitario (Joel, un chico gordito con una puntería sobrenatural) y el Doctor Ahora (Nicolau, un super-cerebrito con poderes sobre el tiempo), poniendo en apuros a Salamandra y Atajo en una prueba con un robot gigante de por medio. Pero con ella no habían tratado, tal vez porque era demasiado tímida para participar por voluntad propia en actividades públicas. 

Pues allí estaba plantada, titubeando, insegura, sosteniendo un tupper para transportar tartas ante ella y poniéndose colorada por momentos mientras comprobaba que nadie se fijaba en que estuviera esperando ante la puerta de Ignatius en el pasillo. 

─Mmm, pasa, pasa ─dijo por fin Ignatius en consideración al mal rato que estaba pasando la chica. 

Laura no tardó un segundo en pasar dentro. Allí le ofreció el tupper en cuanto Ignatius cerró la puerta tras ella. Eso hizo obvias dos cosas. O tres. Laura estaba allí por la ropa y era muy pechugona, tanto como para ser lo primero en lo que se fijaría uno en circunstancias normales. 

─Es tarta de chocolate, la he hecho yo. Natalia ─Eureka─ me ha dicho que serviría de pago. 

Ignatius salió de su ensimismamiento con las palabras de la chica, cogió el tupper y le sonrió, tratando de cubrir con ésta la mirada fija donde no debería haber mirado previamente. Laura se removió incómoda, con esa conciencia plena de las miradas lascivas varoniles que posee casi toda mujer. 

─Tal vez no debería haber venido... ─comenzó ella mientras buscaba con la mirada la salida. 

─No digas tonterías. ¿Qué necesitas? ─replicó él dejando el tupper sobre su escritorio, entre las otras provisiones. 

─Bueno, verás, no pensaba ir al baile, no me gustan las multitudes, pero Joel, Sagitario, del grupo 1, me ha pedido que le acompañe y me ha sabido mal decirle que no... 

─Y no tienes ropa de fiesta. 

─La tenía, pero se ha quedado pequeña... 

Un estirón, claro, habiéndose quedado los alumnos encerrados en el Liceo durante tantos días si había coincidido con una etapa de crecimiento... Lo curioso es que no se había fijado en que la ropa le quedara pequeña, las mangas estaban a la altura que tocaba. Definitivamente no era una cuestión de altura, si uno se fijaba bien lo único que había era unas líneas de tensión en la camiseta... las miradas de ambos adolescentes convergieron en los voluminosos pechos de Laura, que rápidamente cruzó sus brazos, un gesto instintivo de protección que en este caso tenía el defecto de dejarla "acunando" los senos, destacándolos más que ocultándolos. Ignatius sintió como se acaloraba por momentos y como su entrepierna se revolvía causándole incomodidad. 

─Lo siento, ¿vale? No quería mirar, pero es que llaman la atención y me gustan mucho ─se disculpó el indio. 

─¡¿En serio?! Siempre me he sentido un monstruo, tan diferente del resto de chicas... ─confesó Laura, la sorpresa y la curiosidad superando su natural timidez. 

─¿Eres consciente de que estás en un instituto donde la mitad de la gente es verde, azul, tiene cuernos o se transforma en cosas raras? Y tú preocupada por tener los pechos más espectaculares del Liceo, hay que joderse. 

A estas alturas la chica estaba roja como un tomate, mirando a Ignatius con los ojos muy abiertos. Por un momento posó su mirada donde no era correcto mirarle a un chico, desviando la mirada avergonzada al instante, sorprendida de sí misma, del bulto y de los calores que le estaban entrando. 

─¿De verdad te parecen bonitos? ─preguntó, aún insegura, pero acercándose al piel roja para mirarle directamente a los ojos. 

En respuesta Ignatius dio un súbito paso adelante y le plantó un tórrido beso de tornillo a Laura mientras le acariciaba un pecho por encima de la apretada ropa y le guiaba una mano a la chica a su entrepierna. 

─¿Contesta esto tu pregunta? ─dijo Ignatius, socarrón, separándose unos centímetros para poder disfrutar de la visión de una Laura con los ojos como platos, visión coronada por un escote de vértigo contemplado desde ángulo superior. 

─¡A tomar por culo Joel! ¡Te vienes al baile conmigo! ─exclamó la voluptuosa chica abrazándose a su conquista. 

─Jajaja ─comenzó Ignatius, dejándose abrazar y disfrutando de las sensaciones del abrazo─ Necesitarás algo de ropa para el baile... 

─Después ¡Ahora eres mio! ─sentenció ella, tirando al indio a la cama y comenzando a desvestirse aceleradamente. 

FUNDIDO EN NEGRO

Notas de juego

(1) Me he tomado la libertad de crear este nuevo PNJ, aprovechando que no creo que tenga sólo los 3 componentes que aparecen en el anuario.

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04/12/2018, 18:54
Daniel D´aeth

Crónicas de Daniel D´aeth

 

Día de Lluvia y Truenos

Desde la barandilla de uno de las plantas superiores del Liceo, Daniel observaba a sus compañeros ir y venir. Más exactamente, observaba a Elena, la hidroquinética del grupo 2, intentando discernir si realmente se sentía atraído por ella, por su poder, o por ninguna de las dos cosas. Su madre le había insistido en que ir con alguien al baile de Primavera no implicaba que tuviera que gustarte esa persona. De hecho, sugirió de pasada que tampoco tenía que ser una chica. El inglés descartó rápidamente esa posibilidad. Al contrario que Rudy ─ y una asombrosa cantidad de alumnos del Liceo ─ tenía claro que le gustaban las personas del sexo opuesto. No le parecía mal que su compañero de cuarto fuera homosexual, de hecho, se sentía más unido a él desde que se atrevió a confesarlo abiertamente y había encontrado a alguien que correspondiera a sus sentimientos.

¿Estaría bien ir con Lluvia al baile? Sí, la idea no le disgustaba. Seguramente estaría preciosa con un vestido que resaltara su piel azulada. Entonces, ¿por qué no se atrevía a preguntárselo? Él, que era un poderoso guerrero, que se había enfrentado a incontables peligros, ¿dudaba en plantar cara a una adolescente? Sin saberlo, el iris de sus ojos se había tornado rosáceo.

─Tierra llamando a Daniel ─sonó a su espalda. Era Malina, que se había aproximado al inglés sin que éste se hubiera dado cuenta. Ese día no llevaba sus guantes, y Daniel comprobó que tenía unas manos pálidas y delicadas, que contrastaban con la fiereza de su poder y lo brusco de su actitud para con otros compañeros. Por no hablar de la forma en que tocaba el bajo. Además, llevaba unos pantalones negros ceñidos y una sudadera que le quedaba un par de tallas grandes. No tenía formas femeninas en absoluto. Entonces, ¿por qué se estaba fijando tanto en cómo le quedaba? ─¿Qué haces?

Se unió a Saga en su improvisada plataforma de observación y empezó a juguetear con un rubio mechón que caía rebelde sobre su oreja. Era un gesto que Daniel había visto incontables veces desde que habían empezado a tocar juntos. No tardó en seguir la mirada del inglés hasta donde estaba mirando: Elena ─ Ah... Lluvia. ¿Te gusta o qué?

El vello de la nuca del joven se erizó por la carga electrostática que recorrió a Tesla en apenas unas décimas de segundo. Ella arrugó la naricita y chasqueó la lengua. Daniel reconoció que esas palabras habían sido las más cortantes que la mutante le había dirigido desde que se conocían. Una bombilla se encendió en su cabeza y abrió mucho los ojos. Wait, wait, wait─ Malina, yo...

No tuvo tiempo de continuar, le había cogido del brazo y tiró de él hasta una sala de estudio cercana. Echó un vistazo a su interior y prácticamente lanzó al inglés dentro. Estaba acorralado. Y cuando se giró hacia ella para intentar explicar lo confuso que se sentía respecto al Baile, Tesla estaba allí, con los puños cerrados pegados al cuerpo y la cabeza gacha. El ambiente estaba cargado.

─Daniel... ─empezó a decir, en voz baja. Lentamente, pareció armarse de valor ─Que... bueno... ¡que me gustas! ¡Ya está! ¿Contento?

Si le hubiera lanzado una descarga allí mismo se habría sentido menos sorprendido. ¿Le acababa de decir que le gustaba? ¿Malina? ¡Pero si sólo eran amigos! ¡Y tocaban en el grupo! Entonces recordó alguna de las charlas que había tenido con Rudy. Y la sonrisita de Juanjo cuando le instó a pedirle que se uniera a la banda. Y un comentario fugaz de Richard durante un ensayo. Y aquella vez que Didac le comentó que lo tenía muy fácil para elegir acompañante.. ─Oh, god... ¿Soy el único qué...?

Tesla temblaba, una mezcla de rabia y vergüenza. Sus cabellos se habían encrespado ligeramente por la electricidad estática que estaba generando. Era como ver una batería a punto de explotar.

─¡Ya está! ¡Puedes reírte! ¡Maldita sea, parece que eres el único que no te habías dado cuenta! ¡Soy una tonta! ─se limpió una huidiza lágrima con el dorso de la mano. Empezó a deambular por la sala mientras liberaba todo lo que llevaba acumulando desde hacía semanas, quizás meses ─¡Tenía que habértelo dicho antes! Juanjo me lo ha dicho mil veces: "Se te va a escapar, chispitas". ¡Pero se supone que las chicas no...! ¡Leche, que sois vosotros quienes nos lo pedís! Y ahora me entero que te gusta Elena. ¿Es por mi poder? ¿Te doy miedo? ¿Tengo que ponerme a mojar a todo el mundo para...?

Lluvia había recibido su apodo durante la ceremonia de nombres, cuando empapó a todos los veteranos con la humedad del aire. El origen de sus poderes era incierto, al menos en general. El don de Malina era distinto. Por lo que el inglés sabía, era heredado. Y extremadamente poderoso y peligroso a partes iguales.

─No me das miedo ─sin que ella se diera cuenta, Daniel se había acercado a Tesla y había sujetado sus manos con las suyas. Las mejillas de la joven se pusieron coloradas, y ahogó una exclamación. Afortunadamente, Saga era suficientemente resistente, porque la descarga que recorrió a ambos podría haber dejado en coma a cualquiera ─I´m sorry, soy muy nuevo en esto. Estaba tan centrado en los estudios, la banda... 

Ahora que estaba tan cerca, apreció sus ojos de color aguamarina, ahora brillantes por las lágrimas. Su rostro no era suave, tenía alguna ligera imperfección que la hacían aún más única, y su pelo rubio ceniza ahora estaba alborotado por el uso de su poder. No era la criatura más hermosa del universo pero tenía algo que hacía que el inglés ahora no pudiera dejar de mirarla. ¿Era eso amor? ¿Era deseo? ¿O era sólo que se fijaba en ella porque conocía sus sentimientos? Sólo había una manera de comprobarlo.

─Malina, ¿querrías ir conmigo al baile?