Partida Rol por web

Las vestimentas de Moussa para aquella ocasión no se diferenciaban demasiado de las que usaba normalmente. De hecho era un conjunto que ya había portado en otras ocasiones. Una camiseta de los Lakers, unos pantalones de camuflaje multibolsillos y unas cómodas deportivas de tonalidades oscuras era el conjunto elegido. Lo único que había diferente, era el pañuelo con los colores de los Lakers que llevaba atado a la muñeca izquierda y un colgante de eslabones grandes y gruesos, que portaba el símbolo del dolar con un tamaño casi similar al de un puño. Sí, es cierto, el sentido de la moda de Moussa era inexistente, pero eso no parecía importarle lo más mínimo.

-Joe como tarda. Fijo que se está maquillando o quizás se está volviendo loca eligiendo un vestido o algún rollo así. Igual viene Hernesto...digo Hermes y se ha vuelto loca.  ¡Mujeres! Con lo fácil que es coger lo primero que esté medianamente limpio del armario y fuera. ¿Sabéis qué? Voy a por una silla, paso de esperar de pies, estoy reventado de la jodida clase de Bosch. 

Dicho y hecho, Moussa se desvaneció en el aire para instantes después, reaparecer sentado en una silla con una amplia sonrisa de superioridad en los labios.

-¿Alguien más quiere una silla?

Mientras lanzaba su ofrecimiento, observó a los presentes y se fijó en que Sara revisaba a todos con la mirada. Cuando le tocó su torno, decidió provocar un poco a la rubita.

-Estoy bueno ¿Eh? Sí, soy todo un bombón de chocolate, nena.

Finalizadas aquellas palabras, trató de imitar el movimiento de cejas que anteriormente, Rudy le había lanzado a Sara. Aunque con un gesto mucho más exagerado y cómico. Después se cruzó de brazos y se quedó ahí sentado esperando y aguardando por si el conserje tenía algo que decirles respecto a Salara.

Cuando Aitor llegó a su cita para la actividad grupal, puntual como un reloj, portaba bajo el brazo su fiel tablet, un ingenio no estándar que había comenzado como una tablet de última generación. Ahora resultaba difícil saber sus capacidades exactas a menos que supieras bastante de informática, algo de telecomunicaciones y tuvieras la paciencia como para escuchar la retahíla de datos que el vasco podía suministrar al respecto. Allí, en aquel artefacto informático, ahora estaban contenidos algunos teras de música o vídeos, con sus correspondientes subtítulos, a un solo click o dos de convertirse en aquello que se precisase a cada instante en el karaoke. Marina imaginaba que se limitaría a bailar y a cantar mentalmente, pero si decidía lo contrario podía ser de lo más interesante...

Lo extraño era constatar la ausencia de la, probablemente, más responsable responsable, valga la redundancia, del Liceo. Recordaba a la perfección que en su primer encuentro también pareció no estar ahí cuando sí lo estaba, así que la buscó un instante con la mirada. Tan solo un instante, claro, porque su elevada inteligencia le llevó rápidamente a, tras insultarse a sí misma, a buscarla por otros medios mucho más eficaces:

[color=#8300A8]-Salara, ¿estás ahí?[/color] -dijo mentalmente, manipulando su artefacto-diadema.

Salara tenía unos poderes mentales más que considerables e iban a trasladarse a una zona donde habría humanos normales y corrientes, por lo que cabía la posibilidad de que simplemente se hubiera hecho invisible.

Al ver llegar a Moussa se confirmó su temor de que iba a vestir de una manera completamente diferente al resto. Sara sonrió ante la pregunta del muchacho mientras buscaba cómo inducirle a optar por un atuendo distinto.

- Ese estilo de ropa no se lleva en esta ciudad. Podríamos ir a comprar alguna otra, más parecida a las que suelen usar Rudy o Iván.

No sabía cómo plantearlo para conseguir cambiar su vestuario. El problema era que no tenía ningún parecido con lo que llevaban los demás y eso producía una sensación de extrañeza. Sara sabía que la primera impresión contaba mucho así que lo ideal fuera que al menos no desentonaran mucho sus vestimentas cosa imposible dado lo llamativas que eran las del joven senegalés.

Al salir de la ducha, Diana fue directa a la habitación, y aquella vez tardó más de lo normal en arreglarse... tal vez para aquella ocasión si iría "vestida". Cuando salió la chica llevaba un vestido de fiesta verde Jade, un vestido precioso de corte imperio y escote bañera, con falda asimétrica, más larga por detrás que por delante. Llevaba también unos zapatos de tacón rojos, no muy altos pero que le hacían sus piernas aún más largas y una torera negra de manga larga. No iba excesivamente arreglada, no como si fuera a una alfombra roja... más bien como si fuera a una cita. 

Llevaba su melena pelirroja suelta y ondulada, incluso parecía que tuviera el pelo más largo de lo normal, aunque tampoco era de extrañar dado su poder. Llevaba un poco de maquillaje, aunque era más bien imperceptible, solo un poco de sombra de ojos para realzar su mirada y un poco de gloss incoloro en los labios. La verdad que dentro de la sencillez estaba realmente arrebatadora.

- Espero no haberme pasado .- Sonrió al encontrarse con Sara -. Me parecía importante ir arreglada... es una cita única.

Caminaron hasta llegar al punto de reunión y allí se quedó esperando a los demás... a decir verdad se la veía como inquieta, quizá la poca costumbre de arreglarse como cualquier otra persona, pero las ocasiones especiales merecían arreglos especiales.

-LE DIJE ESTA VES NO SE PUSIERA CAMISA DE BOTONES, RODOLFO. -gritó una voz estridente.- ¡Luego rompe los botones y no sabe coserlos!

Provenía de mi móvil, que estaba en el escritorio. Dentro estaba mi madre en una videollamada.

-¡Eh, que cosí mi capa al uniforme del Liceo! -repliqué.

Estaba de enfrente del móvil, con el uniforme del Liceo puesto solo hasta la cintura, enseñándole a mamá los modelitos que podía llevar para estar bien guapo en el karaoke.

En cuanto mamá se enteró de lo que le pasó a la otra camisa se enfadó mucho. Obviamente, como buen superhéroe, tenía que llevar el traje debajo de la ropa. Me subí la parte superior del uniforme.

-¿Has visto como me queda? El que yo me diseñe sera mucho más guay. -dije dándo una vueltecita

-AY, no sé, mijo. Es un poco apagado, colores tristes...-dijo dejando caer las últimas palabras.

-Mamá. Mami. ¡Mamita! -dije en voz alta.

-¿En serio te estás mirando a ti? ¿Estás...? ¡¿Estás posando?! -pregunté indignado

-NO, MIJO. Pero tengo que estar guapa por si aparese su compañero por detrás. -dijo retocándose el pelo.

Me llevé una mano a la cara mientras suspiraba. Cogí una camisa marrón y se la enseñé.

-Esta es de botones de quita y pon. Estos no se romperían. -me la puse por encima del uniforme (con capa incluida).- ¿Me queda bien? ¿Se nota algo raro? ¿La capa abulta!

-¡Noto ese culaso que sacó a su mamita! -gritó mamá.

-Eeehh, mmmmh. -dije mientras me ponía colorado. No podía dejar que eso lo pudiese escuchar Iván. Se reiría de eso toda la vida.- Te dejo, mami. ¡Un besazo! ¡Y otro para Eugenita!

Y colgué rápidamente.

Ahora tenía que acabar de vestirme. Con la camisa abrochada y unos tejanos enfundados, cogí una chaqueta de cuero y me dispuse a salir. Lo llevaba todo. Móvil, cartera, gafas. ¡Listo!

Llegué a donde estaban los demás. Las chicas se habían puesto bien guapas. Luego iba Moussa con... ¿Chándal? Pero mis ojos se dirigieron a Diana.

-Guaaaau. ¡Estás muy sexy! -dije con una sonrisa.- ¿Estás desnuda?

Me quedé blanco. Se me heló la sangre.

-QUI-QUI-QUI-QUIERO DECIR. -tosí.- Ya sabes, tus poderes. Bueno, nada. Muy guapa, sí. Tu también Sara. Astonishing.

Iván reprimió una risa con dificultad cuando Rudy medio leyó, medio se inventó lo que le había pasado en el papel. La verdad es que le supo algo mal haberle tomado el pelo a su amigo, pero no hubo repercusiones así que la culpa se disipó rápidamente., en cuanto la profesora siguió con la clase. Ya le pediría disculpas después. Si se acordaba.

Vent apareció de los últimos, flotando a toda velocidad, preocupado por estar haciendo esperar a sus amigos. Vestía no muy distinto de su yo habitual, pero bastante más elegante dada la ocasión. Una camisa de seda entallada de color índigo con las mangas recogidas por encima de los codos y un par de botones de arriba abiertos, suficiente como para que se viera la cadena de plata que llevaba en el cuello, pero no lo que colgaba de la misma; pantalones tejanos de azul muy oscuro, pero bastante más ajustados y elásticos que unos normales; y botas de cuero negras. Le cubría un olor fuerte pero agradable de colonia masculina. En la muñeca derecha llevaba atado el pañuelo de siempre, y había optado por su “peinado habitual” que consistía en pasarse los dedos por el pelo y poco más.

- ¡Hola! Gracias por los consejos Marina – sonrió a la chica, mostrándole su atuendo – Tenías razón, Hermes me dejó la camisa y la colonia, ¡Y las botas son de fantasma! ¿Voy bien así?

Al parecer Salara no estaba todavía y todos estaban esperándola.

- ¿Habéis buscado bien? El primer día tampoco parecía que estuviera y se estaba escondiendo de nosotros.

Y como para poner en prueba su teoría, fue a buscar tras las máquinas de refrescos, por si se había escondido allí. No. No estaba.

Moussa ofreció un asiento a los demás, a lo que Iván respondió sentándose con las piernas cruzadas a la misma altura que él estaba… en el aire. Sara volvió a intentar domesticar a Moussa, y esta vez Iván no pudo reprimirse:

- Déjale que vaya como quiera. Al que no le guste que no le mire.

A todo esto, Rudy empezó a “agasajar” a las damas, como Rudy siempre hace, pero esta vez Iván tenía ganas de tocar un poco la moral.

- Chicas, no os va a dejar en paz hasta que alguien más le mencione como le marcan esos pantalones el “culaso” que sacó a su mamita. – Le guiñó el ojo a Rudy, confirmando que SÍ había oído esa conversación.

- Aitor, ¿te descuelga el teléfono Salara? – se señaló a la sien, indicando a que “teléfono” se refería.

Marina llegó al vestíbulo junto a Sara y Diana, pues las chicas habían quedado para venir juntas.

Vestía informal pero algo arreglada. Unos tejanos claros y una camiseta azul celeste, envuelta en una rebeca de rosa pastel. Su cabello, dorado intenso, caía hacia un lado recogido en una elaborada trenza.

La muchacha exhibía su típica actitud alegre pero silenciosa.

Sonrió ampliamente y levantó un pulgar cuando Iván le agradeció la ayuda. 

César había sido el último miembro del Grupo 4 – sin contar a Salara – que había llegado al vestíbulo. Parecía haberse arreglado un poco, pues olía especialmente bien. De forma similar a Iván, vestía un conjunto de tejanos oscuros y camisa negra.

Caminaba con calma, como si no llegase tarde, con las manos metidas en los bolsillos de una chaqueta de cuero. Unos grandes cascos de rojo chillón coronaban su atuendo, los llevaba puestos cuando llegó hasta sus compañeros.

Miró con curiosidad a lado y lado, seguramente buscando a Gata Lunar.

Al no verla se quitó uno de los auriculares y miró a sus compañeros con extrañez.

- ¿Y Gata? – preguntó.

El conserje, respondiendo al mismo tiempo a Sara y a César, alzó la voz desde su sitio tras un mostrador.

- No he visto a Salara hoy – se levantó de su asiento y apoyó los codos en el mostrador, inclinándose hacia los estudiantes -. Si ha quedado con vosotros seguro que vendrá, es buena chica. Seguramente se habrá entretenido por el camino – aventuró el conserje con una sonrisa.

Por su parte, el mensaje telepático de Aitor pareció caer en saco roto. Aunque sintonizó su diadema mental para captar los pensamientos que fluían a su alrededor no logró captar la indistinguible voz de Salara.

Quizá se encontraba demasiado lejos para que las recién adquiridas capacidades de Aitor fuesen suficientes para localizarla.

Marina tecleó entonces algo en su teléfono móvil. Aquel era su principal método para comunicarse sin tener que alzar la voz.

Mostró el mensaje a Sara, aunque no se lo ocultó a nadie que quisiese verlo.

“¿Deberíamos ir a buscarla?”

- Pero, ¿dónde podría estar? – preguntó al aire César. 

Aitor, que como casi siempre que iba sin el uniforme de la escuela iba con una camiseta pantalones vaqueros negros, competados con un cinto sencillo de hebilla plateada, calcetines sin costura y zapatillas deportivas negras sin marca ni diseños estridentes (como siempre, vamos, aunque con lo escrupuloso que era con su higiene personal y la limpieza de su ropa, como era de suponer, olía a recién duchado y perfumado), siguió con su tono neutro y su cara inexpresiva.

-No le localizo. Plan B, hablaré con el sistema de seguridad -dijo el vasco. Curiosamente, en sus labios, decir algo como aquello sonaba hasta natural.

Acto seguido sacó la tablet de debajo del brazo y comenzó a teclear a velocidad vertiginosa, pulsando iconos, arrastrándolos, ampliando...

Era muy difícil hacer entender a los chicos la necesidad de parecer un grupo. Sara no quiso hacer caso al comentario de Iván pero ya imaginaba que iba a ser difícil convencerlos, así que tendría que ir plantando la semilla despacio. Mientras tanto lo mismo daban la nota un poco.

- Sería divertido ir a comprar ropa. Yo vine con muy poca.

Ya tenía planeado usar la tarjeta de crédito para adquirir nueva que no estuviera bajo el escrutinio permanente de su abuela. En ese momento envidiaba el poder de Diana.

- A los X-Men siempre les ocurren cosas pero esto ya es abusar. Si lo único que íbamos a hacer era ir a cantar.

Lo más seguro es que Salara estuviera a punto de aparecer así que se dispuso a esperar un poco más.

- Cesar vas muy guapo. Te has arreglado muy bien.

Dijo con tono de voz casual continuando con su plan.

Pasado un buen rato, todavía seguían esperando y para mas inri le conserje les indicó que no había visto a Gata Lunar en todo el día. Hasta el poder de Aitor había fallado en producir resultados.

- Si, casi mejor ir a buscarla - respondió a la pregunta de Marina - pero no todos, a ver si va a llegar y no estamos. Cuando Aitor diga si la encuentra o no, si queréis puedo ir volando a su habitación o a otros sitios donde pudiera estar y si llega me llamáis por teléfono, ahora que el Liceo me ha dado otro.

Pareció que se le encendía una bombilla, y se dirigió a Aitor, a sabiendas de que al chico no le molestaría tener que hablar mientras hacia lo de "hablar con la seguridad", capaz de concentrarse en demasiadas cosas a la vez.

- Por cierto, cuando tengas tiempo, las clases que te pedí el primer día vuelven a ser necesarias, si no es molestia. - se dirigió de nuevo al grupo en general - ¿Alguien más está dispuesto a ir a buscar si hace falta?

Aitor tecleó rápidamente en su Tablet, tratando de acceder a los sistemas de seguridad de la escuela. Rápidamente descubrió que la escuela guardaba un registro de todos los estudiantes que entraban y salían del recinto.

Un vistazo rápido le permitió ver que Salara no figuraba en la lista de estudiantes en el exterior, por lo que debía de ser dentro del Liceo.

Según los horarios Salara estaba libre desde hacía dos horas, por lo que no llegaba tarde por asistir a ningún tipo de clase.

Mientras comenzaba a acceder remotamente a las palomas una voz robótica y familiar se proyectó a través de tu Tablet.

[color=#5858FA]► ¿De nuevo jugando con mis Palomas, Zenitram? –[/color] preguntó E.S.T.H.E.R [color=#5858FA]►. Una cosa es piratear y modificar una unidad para salvar la escuela, pero no deberías usarlas para fines personales.[/color]

El tono neutro de la profesora suavizó la leve regañina, pero la humanidad en sus palabras y expresiones seguía poniendo la piel de gallina. Acto seguido Aitor perdió la comunicación con las Palomas. E.S.T.H.E.R. lo estaba bloqueando. Sin embargo, antes de perder todo contacto, Aitor pudo descartar la presencia de Salara en la mayoría de los espacios comunes de la escuela. 

[color=#5858FA]► Buenas tardes –[/color] fue su escueta despedida antes de cortar la comunicación.

Salara tenía teléfono móvil, y había compartido su número con el Grupo 4. El siguiente paso en el proceso lógico de Aitor fue llamar a Gata Lunar.

Sin embargo, nadie respondió a la llamada. También tenían el número de Hermes, él quizá sabía algo. Iván también lo había visto antes en los dormitorios, donde le había prestado ropa y colonia.

Podían llamarle por teléfono, ir a verlo directamente o… llamar de nuevo a E.S.T.H.E.R.

De mientras, Sara elogiaba la vestimenta de César. Éste se puso colorado y desvió la mirada.

- Gracias… - dijo con apenas un hilo de voz.

Marina soltó una leve carcajada al ver aquello, y luego se acercó a Iván. Tecleó algo en su móvil.

“Yo también puedo ir a buscar.”

Aitor acababa de recibir un regañina de la probablemente más peligrosa entidad del Instituto, su profesora favorita y aquella que debía autorizarle en sus importantes experimentos. Sin embargo, no se inmutó, parecía algo contrario a su forma de ser. Al fin y al cabo sólo había demostrado de lo que era capaz y la profesora había hecho otro tanto de lo mismo, así que era una especie de tablas un tanto hiper-desarrollado.

- Según el registro del instituto Salara, es decir, Gata Lunar, no ha abandonado las instalaciones. No he podido revisar todas las cámaras, pero no la he podido localizar en las salas comunes. Tampoco contesta al móvil. Voy a llamar a Hermes. Mientras tanto, sugiero que comencéis un patrón de búsqueda en espiral... - el genio vasco se lo repensó y rectificó - Que comencéis a buscar donde os parezca. Sólo avisadme de dónde habéis revisado por el móvil (mejor un mensaje o un whatsapp) y yo centralizaré los esfuerzos. Gina os dará cobertura aérea - añadió con un atisbo de sonrisa en el rostro. Se ve que era una capacidad de la ginoide de la que Aitor estaba especialmente orgulloso.

Instrucciones suministradas, el vasco utilizó su propio móvil (todavía sin "dopar", probablemente por falta de tiempo, aunque ya era lo último de lo último, un modelo chino del que los chicos no habían ni oído hablar) para llamar a su archi-enem... al novio de Salara, vaya, de Gata Lunar.

El gesto de Moussa ante la sugerencia de Sara de vestir de una forma más similar a Rudy o Iván, recordó al de un gato al que amenazaban con meter en una bañera llena de agua. Para él, ya era todo un reto usar el uniforme del Líceo, pero la idea de vestir con camisa y eso, no le molaba nada de nada.

-Bueno...en ese caso tú vestirás como el resto de las pibas ¿No?   -Indicó a Sara.   -Así que ya te estás poniendo unas botas altas, una minifalda de esas que casi te se ve el culo y un top hiperajustado. ¡Ah claro! También necesitarás medio kilo de maquillaje, eso que no falte. Por último unos zapatos de tacón de esos de aguja y que os hacen parecer mucho más altas. Total, es lo que las pibas de nuestra edad se ponen...   -Desde luego Moussa no se imaginaba a la recatada de Sara vistiendo de una forma tan provocativa, no era su estilo.    -Deberías de dejar de preocuparte por ser como el resto de robots que hay ahí fuera y deberías de centrarte más en ser como eres. A mí me mola ir así y si a la gente no le gusta, que no me mire. Si empiezas a preocuparte por lo que opina la gente que ni siquiera te conoce, acabarás volviéndote loca. Además, vamos a un karaoke privado donde vamos a estar solos ¿No? Esa era la idea si mal no recuerdo, aunque mi memoria no es demasiado buena. Diana y Aitor, que son los de la buena memoria lo sabrán mejor, pero creo que era algo así.

Mientras Moussa aguardaba que Aitor hiciese su magia, hacía equilibrios con dos patas de la silla. Era algo bastante habitual en él, pues se pasaba gran parte de las clases haciéndolo. Eso cuando no se cambiaba de sitio sin previo aviso. La respuesta de E.S.T.H.E.R demostró que la robot era una rancia y se empezó a preguntar cuanto tiempo duraría la escuela en pie si las cosas seguían así.

-Joooooeeeee, pasa de todo en esta escuela. ¿Creéis que la han secuestrado? Alguien atacó a los telepatatas para anularles durante el ataque de Megamind, quizás ahora ha pasado algo parecido. Oye...necesitamos comunicadores como parte importante de nuestro equipo, que si nos separamos, luego es un jaleo encontrarnos. Bueno, quizás lo mejor sea dividirse para ir a buscarla. Lo ideal sería que la jodida robot nos dejase ver las cámaras de seguridad para ver los últimos pasos de Salara, pero es un poco borde y no creo que lo haga. Así que podemos ir a buscarla a su habitación e ir a buscar a Hermes. Yo iré a buscar a Bosch, está en todas partes y quizás se haya enterado de algo. ¿Alguien viene conmigo?

Escuchó las palabras de Moussa pero parecía que el joven no entendía que había que preocuparse por el aspecto. Sara no iba a ponerse a discutir así que se encogió de hombros. Ya le iría metiendo la idea poco a poco para que germinara y acabara descubriendo cuán importante era lo que ella decía.

Tampoco pensaba vestirse de esa forma tan descarada como le relataba. La haría sentir incómoda y lo que es más, en ese grupo no vestían así, ¿o sí? Diana sí que se había arreglado de una forma bastante sugerente.

Dejó de pensar en ropa y se dedicó a buscar una manera de hallar a Salara, pero ella no contaba con ningún poder que le diera una respuesta inmediata.

- Yo voy a ir a su cuarto con Iván. Lo mismo está allí dormida o no se ha dado cuenta de la hora.

Alzó un poco las cejas pensando cómo haría para entrar si lo encontraban cerrado y si era pertinente hacerlo.

- Moussa, después de hablar con Bosch podrías ir también a la habitación de Salara, no sea que necesitemos entrar.

Sonrió cordialmente esperando que estuviera de acuerdo.

- Si no está en ese sitio tan evidente pues seguimos ese patrón en espiral, preguntando a todo el que encontremos.

-¡Eeeh!-dije sonrojándome cuando Iván comentó lo de mi "culaso". Para mi vergüenza había escuchado la conversación con mamá.

Después, Aitor nos dio instrucciones sobre lo que hacer, pero mi concentración se disipó al oir al vasco decir lo de "cobertura aérea". ¿Gina ahora volaba? Y si eso era así... ¿También dispararía? Tal vez sus pechos eran misiles. ¡O mejor aun...!

-Metratetas.-dije mirando a una pared.

No estaba escuchando la conversación, pero oí como Moussa daba la lata a Sara. Me giré a Diana y le dije por lo bajo:

-Menudos discursos se marca el pequeñajo. Jeje.

Miré a los demás y di una palmada. Puse una mano en la barbilla, intentando parecer más interesante y pensativo.

-Pero chicos. No habéis pensado... Ejem. -carraspeé para tener su atención.- ¿Y si Salara nunca existió y es todo nuestra imaginación? Por eso ha desaparecido sin dejar rastro... O bueno. Mejor llamamos a Hermes-senpai. Tal vez él sepa donde esta su churri alienígena. Jamás pensé que diría eso.

Diana soltó una carcajada, una como nunca le habían visto, a pesar de la incomodidad, se la veía contenta.

- No Rudy, esto es ropa de verdad .- Sonrió -. No traje muchos, pero este es mi conjunto de ropa favorito, y la ocasión lo merecía.

Atendió a sus compañeros y compartió la preocupación por la ausencia de Salara.

- Yo la verdad no sé donde podría estar, pero si puedo ayudar en algo para encontrarla, aquí me tenéis.

Seguía moviendo las piernas, inquieta, debería acostumbrarse a ser y vestir como el resto de personas, por mucho que ella fuera completamente diferente.

- ¿Y si quizá hubo algún problema con la autorización de la salida y Salara se encuentra en el despacho del director Richmond? .- Pensó de repente la joven metamorfa -. Quizá debería ir a comprobar que todo esté bien allí. ¿Crees que podrías extender tu red de comunicación entre nosotros dentro del complejo Aitor?, sería mucho más fácil entrar en contacto con solo pensarlo, antes que llamando o mensajeando.- Preguntó -. Igualmente será mejor que nos apresuremos a encontrarla o se nos chafará la salida.

Mientras los adolescentes discutían sobre cómo dividirse para ir a buscar a su mentora, Aitor llamó a alguien que posiblemente conocería su paradero.

Su teléfono móvil sonó una vez, dos veces, tres veces… Al cuarto toque alguien descolgó.

- ¿Hola? – sonó la voz de Hermes -. ¿Qué pasa?

El tono de voz del telequinético denotaba cierta urgencia.

Una risa sonó de fondo.

- ¡Eh, eso es trampa! – gritó Hermes, aunque no parecía dirigirse a ellos.

- ¡Aah, te jodes! – dijo una segunda voz a través del móvil, menos intensa que la de Hermes.

La voz sonaba familiar, aunque tan solo Aitor y Diana pudieron recordar exactamente a quien pertenecía. Era Midas, el chico con los llamativos guantes que había sugerido algún nombre durante la ceremonia de la primera noche.

Hermes chasqueó la lengua y volvió a hablar.

- Perdona. ¿Qué necesitas? – esta vez volvía a dirigirse a Aitor -. ¿No ibais a salir?

-Llamadme y os pondré en conferencia a todos, yo me encargo de coordinar -dijo simplemente el joven genio. No iba a ponerse a rebatir por qué era ineficiente el uso de otro método de comunicación cuando el usar los móviles era más que suficiente- menos a Marina, claro, ella me puede whatsappear y la mantendré informada -no cabía duda de que Aitor bien podría teclear un resumen de lo acontecido a Marina en tiempo real.

Tras contestar a Diana, Aitor procedió a llamar a Hermes, que tal vez tuviera alguna pista. O no.

-Hola, Hermes. ¿Sabes dónde está Gata Lunar? Había quedado con nosotros y no aparece. Coincidirás que es MUY extraño -el vasco enfatizó el "MUY", por si no le había quedado claro al otro adolescente.

Salara e impuntualidad no ligaban bien. Tenía que haberle pasado algo. Y ni había avisado ni nada. Raro, raro.

Mientras Aitor hablaba con el manos libres localizó fácilmente la llamada con su tablet a través del GPS del móvil de Hermes y comenzó a caminar en pos del mismo.

-¿Cuándo la vísteis por última vez y dónde? Estamos viniendo hacia vosotros -sentenció.