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El Liceo: Escuela de Superhéroes

Prólogo de Daniel: La mujer de blanco

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18/07/2017, 16:34
Narrador

El vuelo de Londres a Barcelona apenas duraba dos horas y cuarto, pero lo malo de ir en avión es que el viaje acababa siempre durando bastante más.

Con tal de que no perdiese el vuelo, Jacob y Hala llevaron a su hijo al aeropuerto de Heathrow una hora y media antes del embarque.

Jacob era normalmente un hombre ocupado, pero la situación le pareció lo suficientemente especial como para decidirse a hacer un hueco en su apretada agenta para acompañar a su hijo.

Tras facturar el equipaje del joven, incluidos sus estafilínidos y a la pobre Bast, la familia se vio con bastante tiempo para tomar un té.

Mientras disfrutaban de una charla más o menos informal, en una de las cafeterías del aeropuerto, una pregunta cruzó la mente de Daniel. ¿Por qué no viajaba en el jet privado de su padre?

“Sería demasiado llamativo” argumentó Jacob. “Vas a una escuela secreta, es mejor no llamar demasiado la atención”.

Con un margen de veinte minutos para el embarque, Hala instó a su hijo a pasar por el control de seguridad y dirigirse hacia su puerta de embarque. La mujer se despidió de su hijo dándole un fuerte abrazo, seguido de un par de besos en la mejilla y en la frente.

- Te echaré de menos, cariño - le dijo con dulzura mientras le acariciaba el rostro.

Jacob también abrazó a su hijo. Bastante fuertemente, de hecho. Daniel juraría que, si no fuese por su herencia Ennead, Anubis lo habría espachurrado allí mismo.

- Haz honor a tu legado, Daniel - dijo solemnemente.

Jacob puso finalmente una mano sobre el hombro de Daniel.

- Estaremos en contacto.

Unos treinta minutos más tarde, Daniel ya se encontraba en el avión, a punto de despegar. Y, unas dos horas y media más tarde, el joven ya desembarcaba en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona.

Aguardó pacientemente a que la cinta transportadora le trajese su equipaje. Nada se había perdido, por suerte, aunque Bast estaba inquieta dentro de su jaula. Seguramente aquella situación debía de parecerle humillante.

Mientras se dirigía a la salida, Daniel recordó las palabras de su padre.

“Alguien del Liceo te recogerá en el aeropuerto. Te buscará por tu apellido.”

Una vez salió de la zona de desembarque vio a un montón de gente al otro lado. Familias que se reencontraban, amigos que se veían por primera vez, turistas a los que no esperaba nadie… Todos se mezclaron en una amalgama de saludos, gritos de alegría y algún que otro llanto.

Daniel buscó entre el gentío, aunque no sabía exactamente qué buscar. ¡Si ni siquiera le habían dicho quién venía a recogerle!

Notas de juego

Me he tomado la libertad de interpretar un poco a tu familia. ¡Espero que esté todo correcto!

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18/07/2017, 16:35
Hécate

Pasaron unos segundos y, entonces, como si un gran foco se hubiese encendido sobre una persona de la multitud, Daniel dirigió la mirada a una mujer.

Era de estatura media, aunque algo más alta que él. Vestía un elegante conjunto de blusa y pantalones blancos. La blusa, que parecía ondear al son de un viento inexistente quedaba enmarcada en la cintura por un grueso cinturón de tono dorado. Su cabello castaño, recogido en un elegante moño alto, tenía un aspecto increíblemente sedoso, como en los anuncios de champú.

La mujer, además de ser especialmente atractiva, sostenía en las manos un folio con algo escrito.

“D’aeth”

Cuando las miradas de Daniel y la mujer de blanco se cruzaron, ésta sonrió.

Una vez se hubieron reunido, ella fue la primera en hablar.

- Eres inconfundible - dijo con una voz melodiosa y cargada de misterio -. He hablado con tu padre por teléfono. Soy una de las profesoras de la escuela, puedes llamarme Hécate.

Hizo una suave reverencia tras presentarse. 

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18/07/2017, 17:04
Daniel D´aeth

No hubo discusiones ni debates al respecto. Si su padre había decidido que lo mejor era viajar a España, es porque había barajado todas las opciones posibles y esa era la más adecuada. Y sin embargo, le dolía. Le dolía porque sería el período de tiempo más largo fuera de su casa, de sus padres y sus amigos de Harrow School. Por supuesto, no echaría de menos los sombreros. Detestaba los malditos sombreros de su escuela y seguía sin entender por qué obligaban a los más jóvenes a llevarlos en pleno siglo XXI.

Contuvo las lágrimas ante su madre. No porque no quisiera abrazarla con fuerza y decirla lo mucho que la quería. Sino porque debía ser fuerte. Debía mantenerse como una piedra para que ella no se sintiera culpable, para que supiera que él estaba bien. Al fin y al cabo era humana. Había llegado el momento de su vida en que él debía tomar el relevo y protegerla. Su padre fue más efusivo de lo habitual y eso le llamó la atención, pero prefirió disfrutar del abrazo en vez de pedir explicaciones. Jacob era a veces tan imperturbable como las efigies que erigían los antiguos en su honor, y ver algo de humanidad en él le resultó entrañable.

Vestido con un traje de chaqueta negro sin corbata y una inmaculada camisa blanca, Daniel parecía aún más adulto. Por eso al personal de cabina le sorprendió que llevara la autorización que le permitía volar sin compañía. No le dio mayor importancia. Siempre le habían tachado de alguien mucho mayor, y vistiendo de esa forma no parecía alguien que hubiera alcanzado la mayoría de edad. Simplemente se sentó en su asiento, se puso los auriculares y cerró los ojos. Dos horas y media para él y su música.

La mujer que le recibía era todo educación y buenas formas, y Daniel se sintió algo culpable por esperar menos profesionalidad por parte del personal de El Liceo. Por alguna razón, tenía una imagen subdesarrollada de los españoles - una de las razones por las que tuvo que preguntar dos veces a su padre si su nuevo hogar sería Barcelona - y quizás esperaba encontrarse mariachis y hombres vestidos de verde con ridículos sombreros en cada esquina.

- Es un honor conocerla, señorita Hécate - dijo, correspondiendo al gesto con el que le había saludado - Le agradezco que haya acudido a recibirme al aeropuerto, espero que no haya resultado una molestia y no rompiera su agenda habitual.

Dentro del transportín, Bast se revolvió inquieta y le devolvió una mirada de reproche. No era el momento más idóneo para estar celosa.

Notas de juego

Me ha parecido perfecto ^^

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19/07/2017, 20:53
Hécate

Las educadas palabras de Daniel arrancaron una suave carcajada de la profesora.

- Tranquilo, Daniel - dijo mientras doblaba el folio por la mitad -. El protocolo habitual es que los profesores recibamos personalmente a los estudiantes. Además - añadió mientras agitaba una mano, como quitándole importancia - tengo otro recado.

Hécate inspeccionó el equipaje del joven.

- Veo que vas cargado, ¿te ayudo?

Con o sin la ayuda de su nueva profesora - pues eso dependía del propio Daniel - los dos se dirigieron al exterior de la terminal.

Daniel había subido en uno de los primeros vuelos del día, por lo que en Barcelona aún era media mañana. Hacía un día la mar de agradable, con el cielo completamente despejado y el sol radiante en lo alto. Un evidente contraste con el clima habitual de Londres.

Profesora y alumno anduvieron por el gran aparcamiento. No tardaron en llegar hasta un coche bastante mundano de color azul claro. Estaba impoluto, y parecía un modelo relativamente nuevo, pero no era de ninguna marca especialmente cara. A pesar de todo desprendía cierta elegancia que casaba extremadamente bien con su dueña.

Hécate abrió el coche con un pequeño mando a distancia. Ahora que se daba cuenta, Daniel no tenía ni idea de dónde había sacado la mujer la llave del coche. De hecho, tampoco sabía qué había hecho con el folio que llevaba su apellido escrito. No parecía llevar bolso de ningún tipo, y su pantalón tampoco tenía bolsillos.

Una vez hubieron cargado el equipaje en el maletero - excepto a Bast, que podía ir sobre el regazo de Daniel si lo deseaba - Hécate invitó al joven a sentarse en el asiento del copiloto.

- ¿Has comido algo en el avión? - preguntó mientras se ponía el cinturón y miraba a Daniel con una sonrisa -. Podemos parar un momento en la ciudad. Y también tengo que recoger una cosa, así que no sería molestia.

Hécate arrancó el silencioso motor de su coche y se puso en camino. El aeropuerto se encontraba a unos veinticinco minutos del centro de Barcelona. Una pieza de música clásica les hacía compañía a muy bajo volumen.

- ¿Habías estado alguna vez en España? - preguntó sin desviar la mirada de la carretera.

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20/07/2017, 10:41
Daniel D´aeth

- Oh, muchas gracias, pero no es necesario - dijo, sonriendo afablemente. Llevaba dos grandes maletas de viaje - el equipaje de alguien con mucha ropa y utensilios personales, y sobre ellas, el transportín de Bast y el acuario convenientemente envuelto. Antes de salir del aeropuerto comprobó que no se había roto durante el vuelo porque eran criaturas muy especiales y no quería perderlas.

Ya fuera de las instalaciones y de camino al vehículo, Daniel se permitió disfrutar de la brisa de Barcelona: el aire estaba cargado con el olor a sal del mar y se sentía la asfixiante humedad propia de la costa mediterránea. Era distinto, pero no tan desagradable como esperaba. Dejó todas las cosas en el maletero - incluido el transportín, porque el coche estaba inmaculado y no quería que Bast lo llenara todo de pelo - y se sentó junto a la profesora Hécate.

- He tomado un zumo de naranja, con eso es suficiente, gracias. Tengo la costumbre de desayunar abundantemente y hoy no ha sido una excepción. Además... hoy hemos desayunado todos juntos, ha sido bonito - dijo con nostalgia - Yo voy donde usted vaya, señorita Hécate. Eso me permitirá echar un vistazo a la ciudad de primera mano. Lo único que he podido ver son fotos y algún reportaje por Internet.

Los primeros minutos del transporte fueron más que suficientes para que Daniel se relajara. El coche era cómodo, olía a limpio y la música clásica le recordaba al estudio privado de su padre. Además, Hécate tenía un je ne sais quoi que le hacía sentirse a salvo. Como si fuese una amiga de toda la vida que volvía a encontrar.

- No, la verdad. La hemos sobrevolado cuando he acompañado a mi madre a Luxor, pero nunca he venido al país como tal - decidió omitir su errónea impresión del país como subdesarrollado. No era correcto - Y es raro, porque tengo entendido que es uno de los destinos preferidos de los ingleses.

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22/07/2017, 20:31
Hécate

Cuando Daniel mencionó que había desayunado con su familia una sonrisa se asomó en el rostro de Hécate.

- Muy bien, pues. Pasaremos un momento por el centro - dijo, confirmando su primer destino.

El paisaje que vieron al principio no tenía nada de especial. Antes de llegar a la ciudad pasaron por un gran polígono industrial.

- La ciudad te gustará, ya verás.

Hécate empleó un tono entre avergonzado y divertido, como excusando el pobre paisaje que veían en aquel momento.

- Es cierto que es un destino turístico muy popular. Hay playa, y se come bien - comentó mientras se incorporaba a una amplia avenida -. También tiene edificios y museos muy interesantes - se apresuró a añadir, preocupada - visiblemente - por no parecer frívola ante Daniel.

En un instante dejaron atrás el suburbio y se adentraron en la ciudad. Las fábricas y los almacenes fueron sustituidos por amplios parques y edificios de oficinas. Poco a poco, a medida que avanzaban, la zona residencial comenzó a perfilarse ante ellos. Ya se veía gente paseando por la calle, yendo a hacer sus recados o disfrutando del buen tiempo. Incluso pasaron junto a un grupo de turistas en bicicleta.

Finalmente llegaron a Plaza España.

Cuando pasaron por el centro de la rotonda vieron uno de los grandes edificios que rodeaban la plaza medio derruido. La zona estaba delimitada por unas vallas, y un montón de obreros almorzaban algo sentados en el exterior.

- Hace dos semanas un villano atacó este lugar - comentó Hécate, con un tono mucho más serio del que había mostrado a Daniel hasta ese momento -. Un grupo de nuestros estudiantes estaba allí. Pudieron vencerle, pero fue una batalla dura…

Hécate calló repentinamente, como si se le hubiese hecho un nudo en la garganta. Aparcó el coche en una de las calles colindantes.

- Tengo que ir a recoger un paquete aquí cerca - dijo mientras se quitaba el cinturón -. Serán solo unos minutos.

Se quedó unos segundos mirando a Daniel, ponderando.

- ¿Quieres acompañarme? - propuso finalmente -. ¿O te esperas aquí?

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24/07/2017, 20:21
Daniel D´aeth

Dejándose acunar por el ronroneo del coche y la suave música clásica, Daniel disfrutó del paseo y empezó a mirar por la ventana cuando entraron en la amplia avenida. Era buena noticia que Barcelona dispusiera de actividades culturales a los que pudiera dedicarles algo de tiempo. Su madre le había inculcado la costumbre de visitar pinacotecas y museos desde muy pequeño, y no le perdonaría que dejara de visitarlos en cuanto saliera de la casa familiar.

- No soy muy de playa - dijo, sonriendo levemente mientras hacía un ademán con la mano para mostrar su pálida piel - Allí tenemos Bournemouth y Brighton Beach, pero no me gustan porque siempre están abarrotadas en cuanto hay algo de sol. 

Su afabilidad se esfumó cuando observó la zona de ataque del villano, llegando incluso a bajar la ventanilla para mirar el lugar de primera mano. Con el ceño fruncido, miró a Hécate.

- Disculpe mi indiscreción pero, ¿por qué fueron los estudiantes quienes tuvieron que detenerlo? Quiero decir, ¿no dispone la ciudad de efectivos especializados para detener Metahumanos? Creo que fueron puestos en peligro de forma innecesaria - quizás estaba siendo demasiado duro, pero desde su punto de vista, los estudiantes sólo eran niños que tenían poderes. Niños enfrentándose a un adulto, posiblemente armado - Quizás estoy siendo demasiado grosero, lo siento.

Salió del coche tras Hécate para no dejar la conversación a medias, no sin antes comprobar que la temperatura no era demasiado elevada para Bast. Aunque fuera una raza egipcia y un regalo hecho por la mismísima diosa Pantera, no quería tenerla mucho tiempo encerrada nada más llegar a Barcelona.

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25/07/2017, 23:16
Hécate

Las palabras de Daniel hicieron que Hécate se detuviese en seco.

- No te disculpes, tus inquietudes son bien fundadas - dijo pausadamente mientras rodeaba el coche para dirigirse al maletero -. Todo sucedió en cuestión de minutos… - comenzó a narrar.

Junto a Daniel comprobó que Bast se encontraba bien. Dejaron el aire acondicionado del coche encendido.

- El equipo de superhéroes de la escuela se encontraba en una emergencia en Madrid - explicó tranquilamente mientras indicaba a Daniel que la acompañase por la calle -. Para cuando los profesores detectamos la amenaza y llegamos al lugar el villano ya había sido reducido por los propios estudiantes.

Hécate suspiró, visiblemente preocupada por lo sucedido.

- Ellos tan solo se encontraban en el lugar y momento equivocados. No era su responsabilidad detener al villano.

Sino nuestra” entendió Daniel.

La profesora se detuvo y dirigió una mirada cargada de orgullo al joven.

- Pero cuando vieron que estaban presenciando el ataque de un villano y podían hacer algo para salvar a los inocentes… actuaron. Fue temerario, ¡incluso estúpido! - dijo elevando la voz, dejándose llevar por las emociones que le inspiraba aquel suceso -. Pero actuaron como héroes, eso no lo puedo negar.

Hécate respiró profundamente.

- De hecho, hoy los vas a conocer - reveló con emoción contenida mientras giraba una esquina.

Profesora y alumno se encontraron de frente con una figura desconocida. 

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25/07/2017, 23:16
Agente Coulson

- ¡Buenos días! - saludó animadamente un hombre a la pareja.

Era un hombre de unos cuarenta-y-tantos, elegantemente trajeado y con una calvicie incipiente. Llevaba unas vistosas gafas de sol, presentaba una afable sonrisa y cargaba con un paquete envuelto en papel y cuerda.

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25/07/2017, 23:17
Hécate

La profesora desvió un momento la mirada hacia Daniel. Parecía divertida por la situación.

- Hoy está especialmente atractivo, señor Coulson - alabó Hécate con su melodiosa voz al desconocido -. ¿Ha tenido un buen viaje?

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25/07/2017, 23:17
Agente Coulson

- Ya conoces el protocolo, querida - respondió el hombre mientras ponía en manos de la profesora el misterioso paquete -. Nos cruzamos y te doy el paquete.

A pesar del tono de reproche una radiante sonrisa surcaba el rostro de Coulson. No lo decía con mala fe.

- ¡Cuídalo bien! - se despidió sin dejar de andar.

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25/07/2017, 23:18
Hécate

Tras aquella situación, un tanto surrealista, Hécate abrazó el paquete contra su pecho y sonrió a Daniel. Se la veía algo más relajada.

- Volvamos al coche - ordenó sin dar muchas explicaciones respecto al objeto que acababa de recibir.

Una vez estuvieron de vuelta en el coche, Hécate dejó el paquete en el asiento de atrás y arrancó de nuevo.

Esta vez sí, se dirigían al Liceo.

Hécate comenzó a circular por las calles de Barcelona, a cada cual más abarrotada de vehículos. La música clásica seguía sonando a bajo volumen, aunque se entremezclaba con la contaminación acústica de la ciudad.

La profesora parecía distraída.

Notas de juego

Esta vez Hécate no te da conversación, pero eres libre de cuestionar lo que desees o seguir la conversación de antes.

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26/07/2017, 16:53
Daniel D´aeth

Meditó en silencio la explicación de Hécate mientras hablaba. En un primer momento había censurado completamente que los estudiantes hubieran sido enviados a enfrentarse al villano. Pero estaba equivocado. Ellos solamente se encontraban en el mismo lugar e hicieron todo lo posible para detenerlo. ¿Qué habría hecho él en su lugar? No tuvo dudas en la respuesta: exactamente lo mismo. Gracias a la forma en que sus padres le habían educado, albergaba en su interior un espíritu protector que le hacía sentirse inclinado a defender a los más débiles. Porque él tenía sangre que podría considerarse divina, y los seres humanos eran como hijos a sus ojos. Al menos así se lo explicó Jacob.

- Comprendo por qué actuaron así - dijo, finalmente. Se sentía algo incómodo por cómo había prejuzgado a Hécate, y al Liceo por extensión - Siento haber sacado una conclusión precipitada.

Sin conocer a los demás alumnos ya sabía que le caerían bien por su altruismo y entrega, así que cuando la profesora anunció que no tardaría en conocerlos se alegró. Sin embargo, su expresión cambió cuando se produjo el intercambio con el hombre desconocido al que ella había llamado Coulson. A todas luces parecía algún empleado del gobierno o alguien que había visto demasiadas series de espías. Prefirió mantenerse a un lado mientras charlaban y luego siguió a Hécate como el chico responsable que era.

- Querría saber si en el Liceo - dijo finalmente en el coche. Su anfitriona se había mantenido en silencio desde que había recogido el misterioso paquete y no quería hablar del tema ya que no era de su incumbencia, así que sacó otro tema de conversación - ¿Cómo decirlo...? ¿Son todos... tanto alumnos y profesores... terrestres?

Él era hijo de Anubis, habitante de Heliópolis, un plano dimensional paralelo a la Tierra. Por lo tanto, aunque él había nacido en Londres, sabía que era posible que hubiera chicos y chicas de otros sitios.

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28/07/2017, 01:10
Hécate

Hécate estaba concentrada en la conducción, al menos hasta que Daniel le planteó su inquietud. El joven notó como la profesora se relajaba un poco, como si de pronto hubiese advertido su presencia de nuevo.

- Oh - musitó primero al darse cuenta de la pregunta.

La profesora pareció meditar unos segundos su respuesta.

- No, no todos son de la Tierra - afirmó pausadamente -. Hay estudiantes de otros planetas, de otras dimensiones… Y profesores también - añadió con una sonrisa -. Yo doy clase de Viaje Dimensional - reveló con cierto tinte de orgullo en la voz -. Abrimos ventanas a otros mundos para estudiar sobre ellos. Es una asignatura maravillosa.

El paisaje urbano había desaparecido ya. La densidad de edificios había disminuido enormemente, y ahora ascendían por una carretera que circulaba en la montaña. Los bloques de pisos dieron paso a las casas rurales, y poco a poco todo atisbo de civilización fue quedando atrás. Las vistas de Barcelona y el mar quedaban a sus espaldas.

- No sé si es algo que te inquieta, pero creo que encajarás muy bien aquí - afirmó Hécate con sincera simpatía.

Daniel notó como el coche se detenía. Hécate había pisado el freno con suavidad. ¿Ya habían llegado? Había algo raro en el rostro de la profesora, de pronto su expresión había cambiado. Hécate miraba fijamente al frente, pero Daniel no lograba ver nada raro en la carretera por mucho que se esforzase.

- Quédate en el coche - dijo la profesora mientras se quitaba el cinturón y abría la puerta.

Su tono no admitía réplica.

Hécate salió del coche, cerrando la puerta tras de sí, y dio un par de pasos hacia el frente. Daniel no veía más que a una atractiva mujer de blanco en medio de una carretera de montaña, en un excelente día soleado.

Y entonces la mujer salió disparada hacia un lado, empujada por una fuerza titánica. La profesora se estampó contra la pared montañosa, levantando una nube de polvo.

Daniel oyó a Bast maullar con fuerza. Algo golpeó la puerta del copiloto. Cuando Daniel giró la cabeza vio a un tosco ser humanoide de unos dos metros a través de la ventanilla. Parecía metálico, ¿un robot? Una capa de moho crecía sobre su blindaje metálico deslucido. Estaba tratando de abrir la puerta del vehículo.

Otro golpe resonó por el coche. Había un segundo robot al otro lado, tratando de abrir la puerta de detrás del conductor. Los ojos de Daniel se dirigieron rápidamente a lo que había sobre aquel asiento en concreto, el paquete de Hécate.

- Tiradas (4)

Notas de juego

Sí, comienza el combate. Ya he tirado la iniciativa por ti, eres el primero en actuar :)

Puedes consultar Estado para ir viendo como están los diversos combatientes.

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28/07/2017, 19:37
Daniel D´aeth

La idea de ver otros mundos le maravilló.

Una de las asignaturas pendientes que tenía con su padre era visitar Heliópolis. Rasgar el tejido de la realidad que separaba ambos mundos y enseñarle su mundo de origen era algo a lo que siempre se había negado, y nunca había dicho la verdad. Una vez su madre había insinuado que no tenía permitido regresar hasta que su Osiris recuperase su lugar a la cabeza del Panteón, pero eso no encajaba con la historia que le había contado. Según él había entendido, la marcha de Anubis de Heliópolis fue totalmente voluntaria, y podría volver cuando quisiera.

Ahora podía, aunque fuera de forma momentánea, vislumbrar Heliópolis si Hécate lo consideraba adecuado. Sentirse tan cerca de ver el lugar que vio nacer a su padre y a todo su pueblo le hizo estremecer.

Entonces todo el magnífico y placentero viaje tomó un giro peligroso. Demasiado peligroso, pues había dejado fuera de combate a una de las profesoras de un centro tan exclusivo como se suponía el Liceo. 

Con los ojos abiertos como platos, Daniel D´aeth observó a la construcción humanoide que se asomaba a su derecha. A lo largo de sus dieciséis años de vida, nunca había estado en peligro: Por supuesto, Jacob le había puesto al límite y había medido sus fuerzas categóricamente, pero siempre supo que no había riesgo. Sus padres nunca dejarían que su único hijo saliera lastimado. Pero en ese momento supo que esas dos máquinas que rodeaban el coche harían todo lo posible para recuperar el paquete que les había sido confiado.

Uno... dos... El corazón de Daniel empezó a latir con fuerza.

Tres... cuatro... Quédate en el coche le habían dicho.

Cinco... seis... Pero Daniel había visto cómo Hécate sujetaba el paquete. Era algo importante para ella. Quizás para el Liceo.

Siete... ocho... Tenía que desobedecerla. Proteger el paquete. Defender a su profesora.

Nueve... Ser el hombre que se suponía debía ser...

Diez... Con un rápido movimiento, se apoyó en el asiento mientras lanzaba las piernas con todas sus fuerzas a través de la ventana abierta para quitar de en medio al androide junto a su puerta.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Uso All-Out attack - (Si hay algo mal en las tiradas, lo siento :P) - Total: 17 + 5 (Desarmado) + 2 (Maniobra) = 24

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30/07/2017, 00:21
Narrador

En apenas unos segundos la situación había cambiado radicalmente. Ahora Daniel y Hécate se veían envueltos en una repentina batalla por la posesión del misterioso paquete.

Hécate seguía oculta tras la nube de polvo, quizá demasiado aturdida para actuar. Pero Daniel no dudó ni un instante. Cuando vio que los robots trataban de acceder al coche reaccionó como lo haría un héroe. 

Apoyándose en el asiento, golpeó fuertemente con las piernas al robot que estaba a su lado. Al impactar el blindaje delantero del robot, Daniel sintió como sus pies se hundían en el metal, abollando su superficie y destrozando parte de sus mecanismos internos. La hercúlea fuerza del joven ennead fue suficiente para mandar al robot volando hacia atrás, haciéndolo chocar contra la pared de roca que había a un metro escaso del coche. 

Al verlo en perspectiva, Daniel pudo apreciar mejor el aspecto general de sus enemigos.

Tenían un aspecto tosco, lento pero resistente. El grueso blindaje corporal parecía capaz de protegerlos eficientemente del daño pues, a pesar del poderoso ataque de Daniel, el enemigo seguía operativo.

Su aspecto general los hacía parecer algo desatendidos, incluso abandonados. Gruesas capas de moho cubrían gran parte del exterior de los robots. Una extraña luz azulada surgía de sus interiores, escapando al exterior a través de pequeñas rendijas y grietas repartidas por sus cuerpos. 

Enemigos curiosos, sin duda. Y bastante agresivos.

El repentino ataque de Daniel hizo que la pareja de seres se fijase en el joven. Emitieron chirridos y las luces azuladas centellearon, como si se estuviesen comunicando. Acto seguido, el robot herido corrió hacia el frente, yendo a reencontrarse con Daniel. Arqueó un brazo hacia atrás, en una posición completamente innatural, y luego lo proyectó con fuerza hacia él. 

Un poderoso puñetazo atravesó el hueco de la ventanilla y fue estrellarse contra Daniel. Él, instintivamente, alzó un brazo para tratar de bloquear el ataque. El puño chocó contra su antebrazo, haciendo que todo su cuerpo vibrase por el impacto. El hueso de una persona normal se habría quebrado al instante, estallando en cientos de astillas. Pero Daniel no era un humano normal, así que tan solo le dolió bastante.

De mientras, detrás del coche, el otro robot aprovechaba para hacerse con el paquete. Clavó una mano en la puerta y la arrancó de un tirón, lanzándola por la ladera de la montaña. Ahora el paquete envuelto estaba expuesto, al alcance de su mano.

Por si fuera poco, un temblor recorrió el suelo de la carretera. Daniel oyó a algo grande y pesado acercándose, pero sus ojos no alcanzaban a percibir nada frente a ellos. ¿Un tercer enemigo? Quizá era el que había noqueado a Hécate.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Te explico un poco. En este sistema los objetivos de los ataques deben hacer siempre una tirada de resistencia pertinente para ver cuánto les afectan los ataques (Dureza, Fortaleza o Voluntad normalmente). Para ahorrarnos turnos siempre que un enemigos os acierte yo haré la tirada por vosotros (de forma pública). Si en algún momento saco un número muy bajo en una tirada puedes decidir invertir un Punto de Héroe para poder repetir la tirada. Si el segundo resultado te permitiese salvarte del ataque haríamos un cambio retroactivo de lo sucedido en los últimos segundos. Esto es habitual que los jugadores lo hagáis si el ataque os fuese a dejar inconscientes.

De este modo los turnos se agilizan bastante. 

Paso a resumir los acontecimientos del turno a nivel de "sistema":

- Daniel ataca con All-out-attack a Droide 1, que recibe 1 Herida y queda Dazed por un turno.

- Droide 1 contraataca, atacando a Daniel con Precise Attack. Daniel recibe también 1 Herida y queda Dazed (tan solo podrás realizar una acción estándar o una de movimiento) por 1 turno.

- Droide 2 arranca la puerta del coche y la lanza por la ladera de la montaña. El paquete está expuesto.

- Algo que Daniel no es capaz de percibir avanza hacia el coche.

Fin del turno. Le toca de nuevo a Daniel.

A partir de este momento y dado que estamos en un combate voy a intentar responderte una vez al día. En general voy algo liadillo, pero espero tener más tiempo estos días para dedicar a la partida. Si no te respondo una vez al día, una vez cada dos segurísimo que lo haré.

¡Ánimo y suerte! :P

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01/08/2017, 00:18
Daniel D´aeth

Cuando aquel constructo se levantó después de que él reventara su placa del pecho, Daniel se quedó descolocado. Toda su vida había sabido que era único y especial, y durante los entrenamientos que había realizado con su padre descubrió que era condenadamente fuerte. Y como tampoco había llegado a combatir con seres con dones sobrenaturales - que no fueran su padre, por supuesto, y él era un rival imposible de batir - no sabía que no era tan poderoso como esperaba. La respuesta del androide había sido rápida y contundente, enseñándole que su lugar en el mundo no era tan arriba en la escala de poder.

Tenía que reorganizar su estrategia de combate, pero parecía que sus oponentes estaban llevando la delantera en cuanto a objetivos se trataba. Ya tenían acceso al paquete - ¿qué demonios era? - y si él no salía del coche, sus posibilidades eran muy escasas. Lo primero era lo primero.

Se desplazó al asiento del conductor y abrió la puerta por la que Hécate había salido. Con un rápido movimiento, se asomó y clavó una mirada furiosa en el constructo que estaba junto al paquete. Cualquiera que viese sus ojos podría ver que se habían vuelto de un tono amarillento y revuelto. Surgida de la nada, de los pliegues de sus pantalones y la manga de su camiseta, surgió una oleada de arena ardiente que se retorció y enroscó alrededor del androide. Parecía una criatura viva, una serpiente maliciosa que se dividía y desplegaba para mantener inmovilizado a su oponente.

- No vas a ir a ningún lado - pensó Daniel, satisfecho con el despliegue de poder.

Debía de darse prisa: si aquel sonido era un tercer oponente, quizás no podría con los tres a la vez y debería poner a Hécate y al paquete a salvo.

- Tiradas (1)
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01/08/2017, 20:29
Narrador

El torrente de arena envolvió al droide, deslizándose sobre su superficie y aprisionándolo con fuerza. El constructo agitó sus extremidades violentamente, tratando de liberarse. Sin embargo, no consiguió más que parecer una mosca atrapada en una telaraña, incapaz de escapar.

Con una desesperación casi humana, el robot trató de alargar el brazo hacia el paquete que reposaba sobre el asiento trasero del coche.

Pero no lo alcanzaba.

Aquella pequeña victoria comenzó a dar la vuelta al enfrentamiento. Sin embargo, como Daniel sospechaba, estaba lejos de acabar. El robot al otro lado del coche comenzó a rodearlo, yendo a buscar a Daniel.

Pero esa no era su preocupación más inmediata, pues una amenaza mucho más peligrosa se cernía sobre el joven ennead.

Los graves pasos que hacían temblar el suelo indicaron a Daniel que “algo muy grande y pesado” se había plantado frente a él. ¡Pero no podía ver nada!

Entonces, una fuerza invisible lo aprisionó. Daniel tuvo la sensación de que unos grandes dedos se cerraban entorno a su cuerpo. Al ser incapaz de percibir a su enemigo con la vista, el joven no pudo evitar que lo pillase por sorpresa. Sin embargo, al sentir el tacto de su oponente, Daniel supo cómo reaccionar.

Antes de quedar completamente atrapado por aquella “mano invisible”, el joven flexionó las piernas y dio un fuerte tirón, tratando de liberarse.

La mayor parte de su cuerpo quedó a salvo, pero tras la maniobra su brazo izquierdo quedó atrapado.

Estaba luchando solo contra tres enemigos y debía salvar un importante paquete y a su propia profesora. Aquello pintaba mal.

Hasta ese momento.

Daniel escuchó un sonido, un crujido que recordaba al hielo quebrándose. Una capa de escarcha comenzó a formarse frente a él. El hielo parecía flotar en el aire, creciendo y formando una gran figura, como una estatua.

Entonces se dio cuenta, el hielo estaba recubriendo al enemigo invisible que lo tenía aprisionado. Inmovilizándolo y haciéndolo visible al mismo tiempo. Por su silueta, aquel oponente parecía una versión más grande y corpulenta de los otros robots.

Varios metros más allá, junto a la pared de roca, vio a una figura imponente, radiante y familiar. Una mujer de estatura media, vestida de blanco, increíblemente bella y - por la expresión de su rostro - increíblemente furiosa.

Hécate había extendido un brazo hacia el enemigo invisible. De su mano surgían diminutas gotas de agua que flotaban en el aire y se enfriaban cuando alcanzaban al enemigo invisible.

Polvo de diamante.

Una misteriosa brisa envolvía a la profesora, haciendo que su ropa y cabello ondeasen ligeramente.

Daniel sintió como el agarre de su enemigo disminuía, seguramente debilitado por el frío.

El robot que antes había atacado a Daniel emitió sonidos tintineantes al ver a la profesora tan rápidamente recuperada. Se giró repentinamente hacia Hécate y cargó contra ella.

Hécate aún parecía aturdida por el último ataque que había recibido. Y al estar concentrada en detener al enemigo más grande no pudo apartarse a tiempo del ataque. El droide la embistió con fuerza, haciéndola caer al suelo pesadamente.

Sin embargo, esta vez no había quedado aturdida. La profesora seguía consciente.

- ¡Salva el paquete! - gritó Hécate mientras trataba de reincorporarse.

Aquel aviso hizo que Daniel mirase hacia el droide al que había atrapado momentos antes. El robot se debatía furiosamente con las ardientes arenas que lo aprisionaban. Forcejeaba, llevando al límite sus motores, mientras trataba de alcanzar el ansiado objetivo.

Sin embargo, la arena de Daniel no cedió. Su enemigo seguía atrapado, por el momento.

- Tiradas (6)

Notas de juego

- Daniel atrapa al Droide 2 con su poder de Snare. Éste queda Immobile y Defenseless.

- Un enemigo invisible trata de apresar a Daniel, logrando agarrarle el brazo y dejándolo Hindered y Vulnerable. En tu próximo turno puedes tratar de liberarte con una acción estándar y una tirada de Athletics o Acrobatics.

- Hécate se reincorpora al combate. Crea hielo alrededor del enemigo invisible, dejándolo Hindered y Vulnerable y haciéndolo Visible. Además afloja el agarre del enemigo, haciendo que Daniel se pueda liberar más fácilmente. 

- Droide 1 embiste a Hécate, causándole 1 Herida y dejándola Dazed por 1 turno.

- Droide 2 trata de liberarse del Snare de Daniel, pero no lo logra.

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02/08/2017, 01:03
Daniel D´aeth

Cuando aquella fuerza titánica e invisible le aprisionó, Daniel realmente temió por su vida. No alcanzaba a comprender cómo afectaba a su cuerpo la sangre Ennead que corría por sus venas y si sería tan inmortal como su padre, así que imaginando lo peor, bien podría morir allí mismo. Por su mente pasaron algunas soluciones rápidas para zafarse de su oponente, pero si no podía verlo resultaría un enemigo muy difícil de batir.

Y tan rápido como le habían apresado, acudió la ayuda en camino: la profesora Hécate, visiblemente furiosa al haber sido golpeada por sorpresa, liberaba un impresionante poder helado que no sólo ayudó a que el muchacho quedara prácticamente libre de la presa, sino que ahora era más fácil visualizar su contorno.

Salva el paquete, le había dicho. A todas luces era algo de un valor incalculable para que tres enemigos fueran desplegados para interceptarlos, y sin embargo, algo en ellos le resultaba sospechoso. Su estado envejecido, el moho cubriendo su estructura que evidenciaba una falta notable de mantenimiento... algo rondaba su mente, pero hasta que no salieran de allí no podría compartir sus pensamientos con Hécate.

El hielo había ralentizado los movimientos del androide, y ahora la extremidad que sujetaba su brazo izquierdo estaba tan cubierta de escarcha que sería fácil golpearla para reventarla. Pero la posición no era la adecuada, así que decidió poner a prueba su integridad estructural: usando el coche como punto de apoyo, saltaría y giraría sobre sí mismo para forzar que la robótica mano se quebrase y le liberara.

- Tiradas (1)
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02/08/2017, 10:29
Narrador

Daniel apoyó un pie sobre el coche. Haciendo gala de su gran fuerza, se impulsó para saltar y girar sobre sí mismo.

Mientras volaba en el aire sintió cómo la férrea mano que le aprisionaba el brazo hacía lo posible por no ceder. La torsión del movimiento le causó dolor al joven ennead, pero tras dar un último tirón en el aire consiguió zafarse de la presa.

Oyó un ruido de metal deformándose mientras liberaba el brazo y aterrizaba a un par de metros del coche. El vehículo había quedado abollado por la fuerza de Daniel, pero era un pequeño precio a pagar por escapar del enemigo.

Estaba libre, y podía ver al gran enemigo. Las cosas ya no pintaban tan mal.

Unos cinco metros más allá, donde se encontraban Hécate y el robot, Daniel advirtió a la profesora poniéndose de pie con cierta dificultad. No todo el mundo era tan resistente como el hijo de Anubis, pero si la profesora podía levantarse después de tamaño golpe… seguramente no era precisamente débil.

Daniel vio como Hécate hacía gestos extraños con las manos, al mismo tiempo que pronunciaba algo en voz baja. Una lanza de fuego surgió de su palma, y fue a impactar contra el robot que la acababa de atacar. Una enorme llamarada engulló al enemigo, arremolinándose en torno a éste y lamiéndole el blindaje metálico con avidez. Daniel sintió el calor abrasador a escasos metros de él.

Por la actitud de Hécate, que ahora se concentraba en el enemigo más grande, parecía que creía haber acabado con el enemigo. Sin embargo, cuando se dispersaron las llamas, el robot enemigo seguía en pie. Daniel pudo advertir entonces la confusión en el rostro de su profesora.

El gran enemigo invisible, aún recubierto de hielo, alzó el brazo con el que no había atrapado a Daniel y descargó un poderoso puñetazo contra el joven. Viendo venir el ataque, saltó hacia un lado para apartarse de su trayectoria. Cuando el enorme puño impactó contra el suelo toda la carretera tembló.

Cuando Daniel dirigió la mirada al lugar del impacto vio un pequeño cráter ahí donde se había hundido el puño del enemigo. Un ataque directo de eso seguramente sería difícil de encajar, incluso para el joven héroe.

El resto de enemigos no se quedaron quietos. El robot que acababa de ser calcinado por Hécate volvió a atacar, tratando esta vez de agarrar a la profesora. Hécate se agachó ágilmente y rodó hacia un lado, alejándose del enemigo.

De mientras, el robot que estaba atrapado en la arena seguía forcejeando. Desatendidas por el Daniel, las arenas no lograron retener mucho más al enemigo. Ahora liberado, éste comenzó a moverse. Pero no se dirigió hacia al paquete, sino que trató de rodear a Daniel para que no pudiese escapar del enorme enemigo invisible.

- Tiradas (4)

Notas de juego

- Daniel se libera de la presa del enemigo invisible.

- Hécate ataca a Droide 1 con una llamarada, causándole 1 Herida y dejándolo Dazed por 1 turno.

- El enemigo invisible ataca a Daniel con Power Attack, pero falla.

- Droide 1 ataca a Hécate, pero ésta logra esquivarlo.

- Droide 2 se libera de las arenas que lo aprisionaban. Se acerca por detrás a Daniel para cortar su retirada.