Partida Rol por web

Los días parecían transcurrir tranquilos, pero sin embargo aquella mañana se podía notar en el aire ese peculiar olor que precede a las tormentas. El viento comenzó a rolar de manera caprichosa en ocasiones hinchando las velas y llevándoles veloces sobre las olas, en otras dejaba estas agitándose reduciendo considerablemente su velocidad. Si normalmente no gustaba de aquellos días de tormenta, menos ahora que debía hacerse cargo del bauprés.

Anudó con fuerza una soga en torno a su cintura y se deslizó sobre el bauprés hasta llegar al pequeño paño que en este se agitaba con fuerza, demasiada fuerza y demasiado incontrolado el viento como para mantener desplegado aquella vela. Trabajosamente, a punto de perder pie en un par de ocasiones, Will recogió la empapada tela y la ató firmemente para que no se soltara, las olas batían contra el casco sin tregua salpicando al marino y cegándole a cada instante, sin embargo con hábiles manos logró hace su cometido y regresar a cubierta sin resbalar por el bauprés.

Ya con los pies firmes en el suelo observó el cielo quitándose el pañuelo y sacudiendo este de toda el agua del mar que le había salpicado. Parecía que la calma y el viaje tranquilo había finalizado, era el momento de ver que tal se portaba aquella recia nave y si sus bajos hacían aguas. Tras descansar unos segundos bajó a continuar su trabajo, revisar palmo a palmo la bodega y demás compartimentos de carga para asegurarse de que no tenían ninguna vía.

Jerry intentaba tirar de los cabos y ayudar lo máximo posible a la tripulación, se amarró trepando por las cuerdas a una verga del de mesana y con todas sus fuerzas tensó una de las jarcias que se movia con demasiada soltura.

Pasandose el brazo por la frente tras asegurar aquel cabo suelto y viendo que ya no corría peligro la frente trato de animar a sus muchachos.

¡¡Vamos, señores!! La capitana se sentira orgullosa de vosotros si continuais trabajando así. ¡Venga Sam, manten ese timón firme, no pierdas el rumbo muchacho!

Continuo andando a tumbos entre vayven del barco, ayudando a los hombres que podía y empapado del agua de las olas que caía del cielo como si lloviera.

Pese a que la tormenta fue fuerte y zarandeaba el barco de un lado a otro, haciendo que los tripulantes más inexpertos echaran algo de más por la borda agarrados a cualquier cabo que les pillará cerca, e incluso atados a estos. La mayoría de los marineros aguantaron el tipo y consiguieron vencer al mar, al menos en aquella eterna batalla, donde los segundos parecían horas, y les dio la sensación de que no iria a terminar jamás.

Cuando pasaron al fin la tormenta el cielo se abría azul y el mar tranquilo de nuevo. Atrás quedaban los oleajes y el cielo negro lleno de nubes amenazantes con extrañas y malignas formas.

¡¡Mi capitana!! gritó Rafael desde lo alto de la cofa del vigía. ¡Veo los restos de un barco allá enfrente!

Jane se acercó corriendo al baúpres para comprobar lo que Rafael decía.

Parece ser cierto, hay tablas de algún barco por doquier. Jane ve una bandera hondeando en el agua. Parece ser que era un barco español.

La capitana nota algo raro en las tablas pero no puede definir que es.

Venid aquí. Ayudadme a coger una de las tablas.

Tom, que andaba por ahí cerca haciendo sus labores con su media sonrisa de siempre, asintió y se acercó a la capitana a ayudarle.

¿Se podrá sacar algo en claro de las tablas? Bueno, yo a callar y ofrecer mi ayuda. Españoles.... según la capitana eran barcos temidos, qué les habrá pasado...

Por fin la tormenta había pasado , y aunque ellos tuvieron suerte parece que los españoles no tanta, quizás sufrieron la ira de la tormenta. No podía soltar el timón pero aún así trató de echar una ojeada entre el naufragio, atento a las averiguaciones de la tripulación.

Mientras terminaba de atar unos cabos me di cuenta de que aun me dolía la cadera considerablemente, pero no parecía grave. La violencia de las rafagas del viento me habían hecho caer de la mesana, por suerte apenas estaba a 2 metros del suelo.

Cita:

Miré a ver de que tablas se trataban... un barco... Estaba tan sumido en el trabajo que ni siquiera escuché el aviso de Rafael. Solté las cuerdas con las que trabajaba y raudo me acerqué a la capitana. ¿Piratas? Pregunté viendo el estado de los restos.

Creo que Thomas tiene razón. Si os fijais bien esas tablas tienen restos de polvora. La tormenta no hizo esto, alguien hizo que el barco volara en pedazos.

Afirmó el viejo marinero que había distinguido perfectamente los tablones a simple vista. Muchos naufragios y tormentas corrian por sus recuerdos y sin duda esas tablas estaban así antes que la tormenta.

Jack vuelve a la cubierta y se encuentra a todos mirando por la barandilla hacía proa.

Jack se acercó y miró por la barandilla mientras preguntó ¿Que pasa chicos? ¿Hemos perdido algo?

Will miró los restos y sonrió, para él los barcos españoles merecían estar todos en el fondo del océano por siempre, así que ver uno menos le alegró el día y el mal humor que solía gastarse durante las tormentas se apaciguó. - Un favor es lo que hemos encontrado, alguien les dio su merecido a los españoles y es probable que sea a quien buscamos, de manera que llevamos un buen rumbo.

El curtido marino sacó su pipa y comenzó el ritual de rascar su cazoleta para a continuación llenarla con algo de tabaco, tras mirar nuevamente hacia el cielo tormentoso que dejaba atrás sonrió. - Parece que la suerte nos sonrie, salimos bien parados de la tormenta y la mar nos da un regalito, será mejor prepararnos podríamos cruzarnos en no demasiado tiempo con quien hiciera esto.

Me da en la nariz que no anda muy alejado de la verdad el maese O´Linch. Jane dirigió una mirada a sus tripulantes que la miraban mientras hablaba. ¿¡Qué haceis parados!? ¡No habeis oido! Tenemos que pillar a ese barco. Volvió a rugir con su ronca voz femenina.

Ante el grito de Jane da un brinco y sale de su ensoñación para volver bruscamente al mundo real. Agarra con fuerza el timón y trata de concentrarse en su tarea, aunque aún le sigue dando vueltas al tema.

Pues ella dijo que los barcos españoles eran dificiles de abatir.., eso quiere decir que esos piratas son más peligrosos que ellos..

Pasaron varias semanas sin encontrar más pistas sobre los piratas, pero al final Rafael grito algo que alegro a todos y les dio algo de esperanza.

¡¡Tierrrrraaaa!! Veo una isla pequeña, y un barco encayado en sus arenas. Decía el vigia.

¡Atención grumetes! Vamos a dejar el barco aquí anclado y nos acercaremos a al costa en chalupa. Vamos a pillar a esos hideputas por sorpresa. Ordenaba la capitana riendo complacida.

No me cabe ninguna duda Dijo el pirata tras mirar con su catalejo el barco encayado en la playa. Qué ese barco se trata del de mi viejo amigo el señor Van Huurt. Se refrotó las manos satisfecho. El tulipán le llama... Sonrió con un peligroso brillo en la mirada. Pues vamos a podarlo.

Oh oh, esa idea de abandonar el barco y lanzarse a por ellos no le gustaba un pelo. Odiaba las luchas a espada, eran demasiado salvajes y dominaba más la brutalidad que la técnica. Bueno, eso y que no sabía manejar un arma.

Esto.. yo me quedaré aqui por si acaso, ¿no, capitán?

Will había sacado su catalejo y se dispuso a observar el barco encallado en aquella isla en busca de alguna señal de vida, parecía que la suerte les volvía a sonreír de nuevo, en especial a James, que pronto podría ver una de sus venganzas cumplida y ellos saber de que madera estaba hecho. - Sam, no dejarás de ser un grumete hasta que tengas tu primer abordaje.- Dijo revolviendo el pelo del joven. - No te preocupes de todas formas esto no es un abordaje como tal, así que si quieres quedarte para guardar el barco hasta nuestro regreso también es una tarea digna e importante.- El curtido marino volvió a mostrar su sonrisa, que pese a sus descolocados dientes, se mantenía bastante limpia y en buena forma pues apenas faltaban algunas piezas posteriores.

-¡Venga señores aprestad vuestras armas y afilad vuestros cuchillos pues hoy algunos cenaran en el infierno y nosotros nos beberemos su ron!- El irlandés estaba claramente entusiasmado con la idea de un buen combate y un mejor saqueo, pese a ello trató de calmar su ánimo, pues ser precavido en aquellos momentos era lo que le había mantenido con vida hasta entonces. - Mi capitán será mejor echar un buen vistazo para ver cuantos hombres quedan a bordo, si no son muchos podemos hacernos con el fácilmente, si por el contrario son muchos quizás debamos esperar a la noche.