Partida Rol por web

-Por eso os preguntaba, hermanos -dijo el astartes- por que parece que nadie sabe nada de forma oficial y eso siempre altera la moral -se encogió de hombros con un gesto algo cómico con la armadura puesta.

-La verdad es que podría ser todo más complicado de lo que es, o más sencillo, si no fuera por la fama que tiene la Inquisición creo que no habría tantos rumores, ¿qué creéis?

Faery asintió ligeramente y cogió aire antes de empezar a hablar.

-Estaba volviendo de realizar mis tareas cuando unos niños me pararon y uno de ellos me preguntó que si era escudera, le contesté que sí, que era la escudera de Lady Leah, y entonces mencionaron algo de "la bruja".

Puso un gesto algo triste, pero con un toque de enfado- Así que le exigí que lo repitiera y me dijo que eras una bruja, y yo le dije que no te llamara así, y le di una bofetada -la niña parecía alterarse- en ese momento, los niños salieron corriendo y yo creía estar a salvo, pero una piedra me golpeó en la cabeza. Eran esos niños, me estaban apedreando, pero las demás comenzaron a desviarse o a quedarse paradas en el suelo. Les grité que me dejaran en paz, pero entonces los niños se arrodillaron gritando y unos rayos comenzaron a recorrerlos, haciéndoles quemaduras y dandoles convulsiones. Entonces el señor Keristan apareció corriendo con un grupo de la escolta y me pidió que parara y que lo acompañara. Tenía algo que me impidió negarme, así que estoy aquí...

Se frotaba las manos alteradas, esperando la bronca, que la expulsara y la denegara como escudera y, sobre todo, que la mandaran a la hoguera o lo que hicieran con los brujos en ese mundo. Alguna lágrima recorría la mejilla de la niña y alguna convulsión silenciosa provocada por un sollozo ahogado movió su cuerpo.

Y entonces sobrevino el caos. Una sirena de alarma comenzó a sonar por toda la fortaleza, alertando a todos los habitantes y soldados y, sobre todo, preparándolos para defenderse. 

-Atención a todos, se requiere la presencia de los astartes en la sección VZ-43, planta baja. Repito. Se requiere la presencia de los astartes en la sección VZ-43, planta baja. Sin Excepción.

Fuera lo que fuera estaban movilizando a todas las tropas astartes disponibles en la fortaleza, lo que hacía que en realidad fueran cerca de las cuatro centenas.

Enarcó una ceja con aire impasible mientras escuchaba y le pasó una mano por el pelo.

-Tienes que ser aleccionada, Faery, pero eso no volverá a ocurrir.- claro que su pequeña sería castigada y ella se encargaría de ello.-Ambos actuasteis mal- aunque no era del todo cierto, Skadi lo único que había hecho era defenderse de una cruel acusación y de agresión física y lo había hecho maravillosamente a su ver-cuando seas un poco más mayor lo verás.

Dio la espalda a la niña y suspiró- ven, tienes que hacerme un favor.

No se paró a ver si la niña la seguía, sin más salió.

Leah salió con paso firme, la barbilla en alto y una determinación en los ojos que distaba mucho de ser compasiva.

-El señor Keristan ha tenido a bien omitir que no solo habían acusado a mi escudera de bruja sino a mí misma.- miró al aludido- no es necesario decir que otros, de rango inferior han hecho tal acusación y resultaron ser manzanas podridas en nuestro cesto de virtud y amor por el Emperador- no continuó, no era necesario. La niña sería castigada pero esos críos habrían de hacer frente a semejante atrocidad. Desde el punto de vista moral no era correcto, pero ella no se regía por la ética sino por la lealtad hacia el emperador. Permitir que alguien expusiera en voz alta que ella o incluso su escudera eran carnaza herética era imperdonable y lo iban a aprender a las malas.

-Nos veremos más tarde , Keristan, esperaré la identificación de esos niños. Cuando se termine con ellos, ella- Skadi-será castigada por lo que hizo.

Miró hacia atrás, esta vez sí que comprobaba donde estaba la niña y sonrió.

-Ayuda al señor Keristan a encontrarles y asegúrate de no acusar falsamente a ninguno. Sabré si lo hicieron.

Después inclinó la cabeza a modo de despedida.

-Belerofonte- él ya había escuchado el aviso con la misma claridad que ella así que bien podían ir ambos a la sección VZ-43.

- Mi Lady, sus ordenes seran cumplidas...  - se limito a decir Beler mientras seguia los pasos de su señora, ese es su lugar, ese es su cometido y no habia lugar a dudas o cuestiones, haria todo lo que ella le pidiera y lo haria sin dudar un apice...

Nadie dañara su mision sin antes acabar con su vida y eso cuesta caro...

Camino junto a Lady Leath en direccion a la planta baja, el lugar era la seccion VZ-43...

Septimus iba a responder, pero la alarma de repente interrumpió toda posible observación sobre aquel hallazgo. Como todo buen astartes, Septimus siempre iba acompañado de su equipo de combate, a pesar de su labor de apotecario. Y más estando ubicados en un mundo que no era del todo suyo, aunque la base fuera "segura". Por ello, a él no le iba a costar mucho acudir a la llamada. Tras despedirse educadamente del jefe de los apotecarios, salió corriendo de allí en dirección a la zona indicada. Quizás en otras circunstancias habría esperado a Zael, pero aquello era una emergencia, y se esperaba de todos ellos que reaccionaran con rapidez. 

Phalanax, a la vez que recogía el material necesario para una defensa inmediata, animaba al resto de astartes a seguirle hacia la zona indicada:

- Nathaniel, prepárate y sígueme. ¡Vamos hermanos!¡Acudamos a la llamada de las armas! -

A su vez, inició la comunicación con el resto de astartes de su unidad mediante los sistemas de su armadura.

- Reunión en el punto establecido hermanos, ¿Alguien sabe qué está ocurriendo? - Preguntaba para prepararse para la situación mientras avanzaba rápidamente por los pasillos para llegar al lugar acordado.

Nathaniel se preparo tomando de nuevo su arma y cargadores de los allí presentes, recogió su bolter con los enganches magnéticos fijándolo a su servoarmadura, mientras seguía a su Sargento hacia el punto señalado.

Parecía que la fiesta estaba a punto de comenzar y el Astartes no pudo dejar de sonreír al pensar en los estragos de su nuevo equipo con quien intentara atacarles en aquellos momentos. Dejando los canales abiertos trato de enterarse de las respuestas que recibiera Phalanax sobre su pregunta de situación.

Aquellos que llevaban las comunicaciones abiertas no tardaron en cerrarlas o bloquear ciertos canales, pues la mayoría eran de gente entrando en el pánico más abosluto.

Las calles eran un fluír de fente corriendo en todas direcciones, gritando y huyendo de algo. Algunos soldados del elército parecían intentar formar algo parecido a una dirección de huída, pero no tenían mucho éxito y se vio que alguno era arrollado por la gente que huía.

A lo lejos podría verse una gran columna de humo y el cielo de la mañana había adquirido un color anaranjado, lo que implicaba que algo estaba en llamas y no estaba nada controlado.

De la fortaleza se vio salir a muchos astartes, ya fueran con armaduras o sin ellas. Los que tenían armaduras se empezaban a preparar y algunos grupos, aunque no hubiera un oficial o suboficial comenzaban a acercarse e intentaban analizar lo que estaba ocurriendo en ese debido momento. Mientras tanto, lo que no tenían armaduras, comenzaban a encauzar a la gente, imponiendo un orden por medio de la presencia y de la intimidación, pues se podía escuchar a los marines decir algo como "No vayáis por ahí si no queréis estar en la línea de fuego" lo que era más que suficiente para que huyeran hacia el otro lado.

Los diferentes miembros de la compañía Drachonian se cruzaron un par de manzanas antes de llegar al punto de origen de todo ese caos, preguntándose si todos sabían lo mismo o no.

Leah iba con Belerofonte, ese astartes lleno de heridas y cicatrices que se había vuelto muy hosco después de la misión en Mons-Zilos. 

Septimus apareció corriendo seguido de Zael, el apotecario Jefe del capítulo, y parecían que ambos estaban tan sorprendidos como todos los demás.

Phalanax y Nathaniel aparecieron unos segundos después, pero el segundo portaba en sus manos lo que parecía un lanzamisiles, pero ligeramente más ornamentado de lo normal.

En ese momento Zael se giró y justo cuando iba a empezar a dar órdenes a los que estaban allí cerca, un rugido atronador llegó desde el lugar del incendio. Sonó como cien truenos impactando a la vez y luego una gran explosión. El polvo cubrió a los astartes y el aire seco y cálido los golpeó como si fuera una ola de mar...

¿Qué estaba ocurriendo? Aquello no tenía ningún sentido, y el apotecario agradecía profundamente haber estado con todo el equipo dispuesto cuando las sirenas empezaron a sonar. Aquello era un caos, parecía que algo o alguien estaba atacando el lugar, aunque al menos él no se esperaba un contraataque tiránido. Al menos, no tan pronto. 

-¿Qué demonios ocurre?-dijo, al encontrarse con el resto, intentando que su voz se oyera por encima del caos, y olvidando los formalismos que eran habituales en él, quizás debido a lo apresurado del momento. Mientras formulaba esa pregunta, intentaba localizar algo que le dijera que estaba pasando. En las comunicaciones había quedado claro que no podían contar, así que tendría que valer con sus ojos. 

Caos, se apodera de las masas asustadizas... nos atacan eso es incuestionable y de nada sirve lamentarse, negar o huir... solo los corderos actuan asi...

Beler prepara sus armas, activa los sistemas de su armadura y espera ordenes mientras camina junto a Lady Beryl... la espada sujeta con fuerza en la derecha, el Bolter en la mano reversa, la mirada atenta...

Deducir el origen de ls ataques no es su prioridad, eliminara a toda amenaza que intente acercarse a ella...

Las sorpresas seguían encadenándose, tras las experiencias con los inquisidores, y ahora aquel eventual ataque, el ambiente seguiría cargado de desconfianza.

A pesar de todo ello, Nathaniel seguía a su sargento mientras apretaba su nuevo juguete y esperaba tener la oportunidad de usarlo en breve, lo cual no haría mas que darle mas ganas de demostrar de lo que estaba echo. Agradecía el no haber usado los cargadores de prueba de forma tan alegre como había visto a otros hermanos hacer. Aun disponía de algunas sorpresas, y si eso no fuera suficiente, contaba con su Bolter acoplado magneticamente a la espalda. 

Como habían insistido sus instructores al comienzo de su vida como Astartes, nunca estés muy lejos de tus herramientas hermano. Consejo que había seguido muy a rajatabla. ¿Pero si les atacaban, que estaría pasando con sus jóvenes pupilos?

Apretó el paso. No tenía suficiente con la afrenta sufrida por unos mocosos semilla de herejía no solo hacia ella sino también con un ataque físico hacia su escudera.

¿En serio? ¿Todo junto?

Gruñó de evidente mal humor y no detuvo su avance sin importar con quién se cruzara. si sufrían un ataque ya tenía con qué desquitarse... y después se encargaría del resto.

Phalanax llegó con el hermano Nathaniel esperando que alguien le informara de la situación, pero el caos reinante no solo hacía imposible esto, sino que además permitió que todo el cuartel estuviera descontrolado.

Mientras esperaba a sus hermanos de escuadra, un gran estruendo y la explosión gobernaron el lugar, y con soberana tiranía el polvo se levantó para impedirles ver correctamente.

Phalanax activó sus sistemas de combate para interponer entre sus ojos y el exterior el visor que mejor se ajustaba a la situación, intentando esquivar con los sensores las nubes de polvo ardiente.

De forma automática, comenzó a gritar órdenes rápidas y sencillas por lo que pudiera ocurrir:

- ¡Nathaniel, cúbrenos desde atrás con el apotecario! - Acto seguido se puso a la altura del hermano de asalto, al que apenas había visto. Intentó cubrirse o parapetarse con cualquier cobertura que hubiera y mantuvo a punto su bólter:

- ¿¡Listo hermano!? - Preguntó intentando elevarse al sonido del caos al marine de asalto que tenía a su lado, confirmando la preparación para lo que fuera que pudiera aparecer de entre los escombros. El ataque podría llegar en cualquier momento si había enemigos infiltrados en la zona.

El humo era constante y el griterío y gente que había alrededor no ayudaba en nada. Muchos hermanos se estaban poniendo en posición, como si quiesieran emboscar o contener algo que no sabían lo que era. Podría ser cualquier cosa, pero en la mente de todos solo había una cosa.

Un bombardeo de esporas micéticas y los malditos tiránidos devolviéndoles el favor de los asaltos a las diferentes bases. 

En el cielo se podía ver, como era normal, lo que parecía un tentáculo marrón dorado sobre el planeta, rastro de las naves de la flota que habían llegado hasta ese planeta y se veía más claro desde la batalla espacial que ocurrió, pero la flota había dicho que había conseguido hacer retroceder a la flota xenos.

¿Genestealers y Líctores, tal vez? Algunos se habían encontrado con ambas cepas en las bases y diferentes lugares del planeta, pero ahora no se sabía que podría ser.

Estruendos y disparos comenzaron a sonar, y algunos de los que huían estaban siendo abatidos como si fueran trigo maduro.

Los sentidos captaron algo entre el humo y las llamas. En estas surgían unas pequeñas siluetas que se movían lentas y pesadas, pero había dos cosas que eliminaban a los tiránidos por completo.

La primera era que eran humanóides, tanto en forma como en tamaño.

La segunda es que estaban disparando armas láser y bolter contra muchos de los que huían.

Nathaniel tenia las cosas bien claras, había llegado el momento, tras escuchar las instrucciones del Sargento Phalanax retrocedió hasta una posición cercana al apotecario mientras acariciaba las armas que tan intensamente había usado en la sala de tiro.

Tras ver, esperaba saber del análisis de la situación y observar los enemigos que abrían fuego sobre ellos esperando tenerlos a su alcance mientras se calzaba el casco para analizar la distancia de tiro.

Septimus se sintió sinceramente sorprendido por lo que vio. Nadie les había informado de que eso pudiera ocurrir, lo que hacía todo ello bastante sorprendente.

-Hermanos... Veo a los atacantes. Humanoides, de movimiento lento y pesado, disparando con armas bólter y láser. Sólo pueden ser traidores. ¡Son traidores, maldita sea!

Phalanax tardó en reaccionar unos segundos cuando comprendió lo que ocurría, al ver que los civiles empezaban a ser abatidos por disparos que no provenían de armas alienígenas. Entre la niebla, Septimus consiguió identificar al enemigo, y lo comunicó a todo el grupo.

Lo que el ángel de la muerte creía que sería un combate cuerpo a cuerpo se iba a convertir en un tiroteo. Desde la cobertura que ya había adquirido anteriormente, se giró a sus hermanos y siguió hablando:

- ¡Hay que montar una línea defensiva! ¡Proteged a los civiles! No podemos dejar que los traidores superen el perímetro.

Acto seguido analizó el terreno para intentar montar una línea de seguridad en el lugar más favorable para resistir.