Partida Rol por web

Te alejas tan sólo un paso de la criatura, el espacio suficiente para volver a dispararle dos flechas sin correr el riesgo de que la criatura te golpee mientras tanto. Dos flechas salen de él, impactando de pleno en el barro burbujeante que lo forma y esta vez parece que la criatura baja la cabeza unos instantes para mirar hacia los proyectiles clavados en su cuerpo. A pesar de que no ha emitido ningún sonido, estás seguro de que le ha debido de doler, o al menos, eso esperas.

Tu compañera, que continua a una distancia prudencial, deja escapar una flecha en dirección al monstruo, pero esta parece pasarle rozando sin demasiado éxito.

El ser, que no parece haberse amedrentado, se vuelve a acercar a t, pero sus ataques son demasiado poco precisos para hacerte algo y de nuevo, le esquivas casi sin enterarte. 

La presencia del monstruo tan cerca hay que reconocer que pone francamente nervioso a Glinthalas, tanto que se concentra más en alejarse que en el siguiente disparo, francamente malo, absolutamente inefectivo. Una maldición se pasea por los labios del arquero, pero reprime el sentimiento, tratando de centrarse en lo que hace. Fruto de ello, un nuevo impacto más.

Impactas de nuevo en la criatura quien por un momento se para y parece mirarte desde sus ojos que también burbujean. Saradhas aprobecha este momento para volver a coger una flecha, pero ésta, resbala de sus manos y cae al suelo, mientras la elfa suelta un taco en élfico, muy poco fino para una noble como ella.
El monstruo parece reaccionar y vuelve a tratar de golpearte, como si ya fuera por orgullo propio al ver que no ha sido capaz aún de tocarte. Esta vez su ataque consigue darte y tu piel, que ya estaba roja por el calor, recibe una pequeña quemadura que te provoca bastante escozor.

Demasiado lento, Glinthalas, demasiado lento. No dejes que te alcance. Esta vez ha sido un rasguño, la próxima vez puede ser mucho peor.

El elfo vuelve a ponerse en movimiento. De momento las cosas le están yendo meridianamente bien y no es cuestión de que empeoren. Una nueva flecha es colocada en el arco, la cuerda se tensa y el monstruo recibe un nuevo impacto. No hay tanta suerte con el segundo disparo, pero aún así parece que la criatura se resiente de las heridas que le están haciendo entre los dos elfos. Tal vez puedan salir con bien de este nuevo enfrentamiento. Lo que estaba claro es que no se lo dejarían fácil a la criatura para vencerles. 

Saradhas, que ve cómo la criatura aún permanece de pie, a pesar de los repetidos impactos recibidos, decide seguir intentándolo, después de todo, es más diestra con el arco que con la espada. La flecha que lanza se clava hondo en la criatura, que parece quedarse más rato quieto de lo habitual, como si fuera una forma de gritar, sólo que en silencio. Aún así se vuelve a acercar a ti, pero sus ataques son demasiado imprecisos como para hacerte demasiado y no consigue ni rozarte.

Bien, bien, el plan funciona. ¡Sigamos así!

La cara de concentración del arquero es una máscara sin sentimientos, sus ojos clavados en su enemigo mientras se desliza de un lado a otro y sus diestras manos siguen con el trabajo automatizado de ir clavando una flecha tras otra en su enemigo. El movimiento que realiza para apartarse de la trayectoria de los gruesos brazos de "barro" de la criatura hace que sus disparos sean más bien imprecisos, pero aún así sigue acertando lo suficiente. Poco a poco la criatura parece debilitarse.

Ahora sí, tras tu último impacto la criatura se deshacer y comienza a esparcirse por el suelo, dejando de burbujear. Con el calor, la madera de la que estaban hechas las flechas a llegado hasta a prender algo de fuego.
Saradhas, despacio por si aparece otra de esas cosas del " riachuelo " que aún sigue ahí, se acerca a ti:

- Te encuentras bien? - Pregunta la qualinesti preocupada por tu estado.

El elfo parece determinado a ocuparse primero de los posibles peligros y luego dedicarse a cerciorarse de su salud: echa un vistazo, receloso, al charco en el que se ha convertido la criatura que hace escasos segundos les estaba atacando y acto seguido al "riachuelo".

-Ha sido superficial. Este lugar no es seguro, sigamos sin luz -sentencia simplemente, en un susurro y con gran seriedad.

Volvéis a salir al pasillo, tenéis el acceso a algún lugar más delante vuestro. A la izquierda, el pasillo se acaba y no hay forma de continuar por allí y a la derecha queda el camino por el que habéis venido.
Ambos vais sin luz, pero no tenéis problemas al ver en vuestra escala de grises y el pequeño Hó que llevaba un rato asustado en una esquina al ver a esa criatura, parece no tener tampoco ningún problema para moverse en la oscuridad.

El lugar más cercano para explorar en el que aún no habéis estado es la apertura en la pared que tenéis en frente, así que os dirigís hacia allí sin pararos demasiado, ya que por el momento, el líquido que habeis dejado a vuestras espaldas continua siendo un líquido sin forma del que no preocuparse.
Lo que podeis ver en la siguiente sala, es un pequeño altar de piedra. La piedra es negra como la noche y sobre ella, un haz de luz se filtra desde el techo. No hay absolutamente nada más en esta sala a parte de las piedras que forman el suelo, paredes y techo.

Algo le dice al elfo que no es eso lo que buscan. Lo que buscan debe ser algo que pueda ser portado y no podemos llevarnos un altar... Si no hay ninguna otra cosa hay que seguir buscando. Una ligera negativa con la cabeza bastaría para que Saradhas y él descartaran el lugar y siguieran buscando.

Volveis a salir al pasillo, ahora la pared cerrada queda a vuestra derecha, así que os dirigís hacia la izquierda en la que hay otra apertura en la pared. Desde antes de entrar a la sala, desde fuera, puedes observar como el resto de puertas que habéis pasado parecen dar a esta enorme sala. Hay rocas desprendidas de las paredes y manchas más oscuras en el suelo, pero desde tu situación, eres incapaz de distinguir de qué pueden ser.

Los pensamientos de Glinthalas son sombríos. Ya han sido atacados, así que no puede esperar menos. Con mucho cuidado el elfo trata de asomar la cabeza lo justo para ver sin ser visto, para juzgar si pueden acceder a la sala sin peligro.

Sin acceder a la sala no aprecias nada más que las manchas en el suelo y las piedras derruídas. Tampoco se escucha ningún sonido a parte del que haces tú cuando tratas de caminar en silencio.

Lleno de resolución, aunque también de recelo, Glinthalas se introduce lentamente en la sala, con gran cuidado y alerta a cualquier ruido (¿acaso eso que he oído es un burbujeo?) y, cuidando de poner los pies sólo donde esté seguro de que no van a poder atacarle. Luego mirará con más atención los detalles al abasto.

Accedes a la nueva sala, en la que te parece que hay más calma de la que debiera, no se escuchan ni esos pequeños sonidos que siempre hay en todas partes y nunca sabes de dónde provienen.

Una extraña luz comienza a brotar del cenro de la sala, del lugar donde estaban las manchas y las puertas, por las que hasta ahora se podía entrar tranquilamente han desaparecido, aunque por suerte, o por desgracia, la elfa y el pequeño tigre habían entrado aquí detrás tuyo. La luz comienza a tomar forma, la forma de algo similar a un cuerpo femenino, mientras lo que parecen gotas de sangre, comienzan a brotar del cuerpo al suelo. Una vez formado, puedes ver esto:

Y nuevamente estamos en peligro. ¿No acabará esto?

La resolución del elfo no se rebaja un ápice, hace falta más para amilanarle. Él lo tiene claro, si alguien tiene que atacar, él tiene la mano más rápida. Sin dejar de moverse, aunque fuera sólo ligeramente hacia un lado para permitir un buen ángulo a su acompañante, sus manos entrenadas fueron nuevamente hacia el cárcaj y de éste al arco. Raudas y veloces las flechas atraviesan el escaso espacio (al menos para el gusto de Glinthalas) que separa al nuevo monstruo de ellos.

Te coloques en el lugar en el que te coloques de la criatura, como muy lejos vas a estar a 30', pero crees, ya que aún no sse ha movido y no lo sabes, que su zona área de amenaza es de al menos 10'.

Antes de que la criatura no pueda ni reaccionar, dos flechas salen de tu arco, aunque tan sólo una de ellas impacta en la criatura. No tienes demasiado claro el daño que le has hecho, ya que su piel estaba chorreando sangre antes de comenzar a combatir, así que que lo siga haciendo no te da demasiadas pistas.

El elemental se desplaza hacia ti, dejando 10`entre tu y ella y trata de golpearte con su cola, pero su ataque no resulta demasiado certero y falla por bastante. 

Saradhas lanza una flecha que tampoco se acerca demasiado a su objetivos y rebota contra una de las paredes.

Imposible saber qué tan herida está la criatura, así que habrá que fijarse en sus movimientos. Cuando deje de moverse se acabó el problema.

Con esta idea y su cara de palo, Glinthalas prosigue con su andanada de flechas, una con más suerte que la otra. Parece que la cosa es dura. Y falta por ver qué tan bien golpea... Y mientras tanto, Glinthalas sigue recorriendo la sala alrededor de la criatura, tratando de alejarla de Saradhas y del pequeño Ho. No, no es un heroe. Si él falla ella debe continuar. Incrementar las posibilidades. Tal vez encontrar cobertura, buscar con qué protegerse cuando todo lo demás falle.