Partida Rol por web

La cocina le pareció un lugar igual de bueno que cualquier otro para hablar sobre el tema que atormentaba a su esposa. Lo único que importaba es que estuvieran a solas. Una vez allí Alex le contó su historia, y Walter la escuchó con expresión seria prestando atención a todo lo que ella decía.

La historia por otro lado era extraña, y tenía cosas fuera de lo normal. Walter, pese a ser escritor de una revista de sucesos paranormales, era bastante escéptico para estas cosas. Pero sabía que Alex no era de las que se inventaba las cosas y que su mente era tan clara y calculadora como la suya. Además, aquello de la niña le resultó familiar, como si él también hubiera soñado algo así la noche anterior aunque a penas lo recuerde ahora. Y lo del cuadro le llamó bastante la atención.

-Así que el rostro de nuestro mensajero particular estaba en un cuadro. Eso parece interesante, me gustaría que luego fuéramos allí para verlo. Pero presiento que tu historia no termina aquí, ¿ocurrió algo más?

Como si aquello no fuera ya suficiente.

-Si Walt, después iremos a verlo... cuando no ande Jack en las inmediaciones, porque mucho no le gustó saber que anduve curioseando por ahí.

Sus manos picaban y cortaban los vegetales al tiempo que hablaba. -Por supuesto que la historia continúa. Seguí andando por aquel pasillo hasta llegar al final, donde había una gran puerta apenas abierta. Allí escuché ruidos de cacharros cayéndose, así que tras dudarlo unos momentos, entré. La habitación parecía un gran salón de baile de mediado de los años veinte, muy bonito y ornamentado, pero totalmente venido abajo.

Me introduje apenas y algo llamó mi atención. Creí ver un niño pequeño flotando en el aire... sí, tal como lo oyes, como si fuese un espíritu que atravesaba el salón a toda prisa y atravesaba uno de los gruesos cortinados de lugar, rumbo al exterior.

No sé bien por qué, pero a toda prisa me dirigí allí y desde la ventana pude ver una niña de no más de doce años de edad, vestida con uniforme de escuela solamente y un pequeño muñeco, que me miraba desde el jardín.

Desde ese momento no fui consciente de mis actos. Así como estaba, bajé a la recepción, tomé un abrigo y unas botas que encontré en la entrada y salí a la fría tarde en busca de la niña temiendo que fuera a congelarse.- Las manos de Alex se detuvieron unos momentos mientras su mirada se perdía más atrás de Walter. Ella estaba reviviendo el día anterior con mezcla de temor e incredulidad a partes iguales. ¿Qué era lo que había ocurrido en realidad?

-Llegué hasta el lugar que veía desde arriba pero la niña no estaba. Lo más increíble del asunto, es que su ropa y su muñeco descansaban en el lugar donde yo la había visto a ella. Para asegurarme de que no era una alucinación, tomé el muñeco y volví sobre mis pasos. El frío comenzaba a afectarme y si quería encontrarla necesitaba vestirme y abrigarme como correspondía. Al volver al hotel me encontré con Jack.

Nuevamente se detuvo en su relato, esta vez para ocuparse un poco más de la comida. -No crees que estoy loca, ¿verdad?

Alex se tomó unos segundos antes de continuar con el relato. Si bien intentaba resumirlo, habían sido unas cuantas cosas, una más extraña que la otra y no quería dejarse nada en el tintero.

-Le conté a Jack qué era lo que había ocurrido, y tras poner mala cara por haberme metido donde no me llamaba, se ofreció a ir en busca de la niña. Como yo no quería perderme nada, me vestí y me abrigué bien y salí a la noche junto a él. La verdad es que para ese entonces, la nevada se había intensificado, así que si antes habían habido huellas, en ese momento ya no quedaban rastros. Sin embargo, vimos una sombra entre unos arbustos cerca de la casa que se encuentra al fondo del enorme jardín, así que hacia allí nos dirigimos.

Cuando llegamos a la casona, un lugar hermoso también, pero igual de abandonado que el salón de baile, Jack probó la puerta y esta cedió ante la leve presión que él ejerció, así que entramos. Nada más cruzar el umbral, otra vez me pareció ver a la niña de reojo; así se lo dije a Jack, así que él encabezó la marcha...- su narración se detuvo al igual que la tarea que tenía entre manos. Una visión horrorosa volvió a su mente, algo que seguramente le tomaría muchas noches de pesadillas olvidar. -Cuando entramos llegamos hasta una especie de altar o algo así... mientras lo examinábamos, Jack... Jack encontró a un hombre muerto de una manera muy cruel... su cuerpo... había sido atravesado por una columna del pasamanos que terminaba en punta... a la altura del abdomen... Walt, fue horrible ver eso... la sangre que había corrido por la baranda, las entrañas enredadas en esa especie de obelisco... no vomité porque tenía el estómago vacío...- en un intento de borrar esa imagen, la chica sacudió su cabeza y cerró con fuerza los ojos antes de proseguir.

-En fin, ya nos íbamos a ir de allí para buscar a la policía, cuando la niña que vi desde el hotel me estaba esperando en la otra punta de la estancia, como queriendo que fuera con ella. Sin pararme a pensar me lancé a la carrera hasta ella, a pesar de que el conserje me decía que volviera. Al llegar al final del pasillo donde había visto a la niña, me encontré con una habitación abandonada también, pero con las sábanas revueltas y calientes aun... y un dibujo extraño, de una especie de templo y símbolos arcanos o algo así me pareció... ahora que lo pienso tal vez tenga que ver con el colgante que encontramos.

Después de eso, Jack me sacó de allí y luego te encontramos a ti y el resto ya lo conoces.

La historia de Alex se parecía a algunas de las historias que los "testigos", normalmente adolescentes borrachos, le contaron para documentar sus artículos de sucesos paranormales. Él no llegó a creer casi nada de lo que le decían, solo mantenía el trabajo por la paga, no porque los creyera.

Pero conforme ella le contaba lo sucedido Walter ya no sabía que pensar. Tenía tantos detalles, y su mujer parecía tan alterada que no era algo que tomarse a la ligera. Uniendo ésto a los acontecimientos que él mismo ha vivido en estos últimos días se diría que él empezaba a creer también. Así que cuando su mujer hizo una pausa para preguntarle si creía que estaba loca, se le fue el alma al suelo y negó instantáneamente.

-Por supuesto que no, te creo. No voy a decir que no es extraño, pero tendrá una explicación.

Ella siguió contando su historia y el final volvía a ser espeluznante. Walter se preocupó cuando contó lo de la víctima masacrada y se sobresaltó cuando la niña pareció haberse esfumado. 

-Lo de los rituales encaja con todo lo que he averiguado desde que llegué aquí, nuestros enemigos parecen pertenecer a una secta. Y la niña, ahora que la mencionas, me pareció oír a una niña llamando a su madre, pero creí que fue un sueño espeluznante nada más.

Hasta el día siguiente, que irían a Groenlandia, no tenían nada importante qué hacer, y a Walter se le ocurrió una idea. No creía que funcionara, pues no había sido la primera vez que se paseó  por cabañas abandonadas con un aparato extraño como un estúpidoen la mano sin percibir nada. Pero los últimos acontecimientos le han arañado la barrera del escepticismo, y quería probarlo todo.

-Quizá te parezca una estupidez, pero en mi trabajo me dieron un artefacto que según ellos unos expertos habían creado para detectar lo que ellos llamaban hectoplasma. Yo me reí internamente y me pregunté qué clase de idiotas creerían en estas cosas. Sin embargo, no me pude resistir en usarlo cada vez que me decían que algo raro pasaba. Por supuesto, hasta ahora nunca he oído nada que no sea un pitido tenue que no indica ningún suceso paranormal, pero ya que me lo he traído podríamos probarlo en los sitios en los que viste a la niña y el cuadro.

Quien sabe si los "expertos" tenían algo de verdaderos.

Contar con el apoyo de su marido le devolvió la seguridad en sí misma. No es que creyera que Walter fuera a desconfiar de su relato. Simplemente ella no terminaba de entender y mucho menos creer los sucesos de la tarde anterior así que hubiese entendido que él, con su vasta experiencia en esos temas y los fraudes que generaban, hubiese intentado tirar por los suelos toda su explicación.

Con una sonrisa ancha en su rostro, Alex volvió a entusiasmarse. -¡Me encantaría!- respondió a su propuesta -podemos investigar la planta alta mientras la carne se cocina. Y luego, si no te parece una locura, podemos ir a la mansión abandonada. Yo... creo poder soportar el ver otra vez ese horrible cuerpo, suponiendo que Jack no haya llamado a la policía, si vamos juntos. Necesito encontrar una explicación a lo ocurrido porque realmente parecía algo sacado de una película de terror. Déjame terminar de poner esto en marcha y podemos irnos un buen rato sin temor a quedarnos sin comer.

Sabía que Alex aceptaría su idea, aunque reconocía que no se esperaba que lo recibiera con entusiasmo. Así mejor, si ella estaba ocupada olvidaría los sucesos que parecen haberla turbado. Así que le devolvió la sonrisa, a pesar de que se encontraban en una extraña situación.

-Lo haremos como tú dices, a ver si encontramos algo en esos lugares.

No confiaba demasiado en que tendrían éxito encontrando algo, o en que el aparato funcionara. Pero tenía ganas de ver los lugares que Alex había nombrado. En especial la casa abandonada.

-Bien, puedes preparar lo que quieras antes mientras cojo el artefacto. No tardaré mucho.

Fue hacia la habitación para coger lo necesario. Cuando metió esa cosa en su maleta no creyó que la utilizaría, pero ahora ha surgido la ocasión.

Mientras Alex daba los últimos retoques a su exquisita comida, Walter hizo una incursión en la habitación para coger todo lo que él pensó que seria necesario.

Nada más salísteis de la cocina con el estómago lleno, a pocos pasos quedaba el hall de recepción, separado por aquellas dos largas escaleras que daban acceso al pasillo. Aquel se extendía hacia el sur pero no tenía más iluminación que la que brindaban aquellas viejas luces. La oscuridad era casi total unos metros más adelante. La tenue luz sólo alcanzaba para distinguir las puertas cerradas, situadas a cada uno de los lados y seperadas por apenas un par de metros de distancia. Un efímero escalofrío recorrió la espalda de la esposa del investigador al recordar las palabras que tuvo con Jack sobre aquel salón de baile.Más adelante, aún en línea recta, se encontraba una zona un poco más iluminada y muy bien reconocida por la propia Alex. Telarañas se extendían a placer en las paredes y le sucedía una ligera cubierta de líquenes que finalizaban a la altura del techo, era evidente que aquella zona necesitaba mano de obra. Más allá no parecía que hubiera nada, aunque una puerta más grande que el resto de habitaciones quedaba empotrada al final del pasillo, cerrada.

Por las paredes habían varios cuadros colgados, la mayoría de ellos, se encontraban desgastados y destintados por culpa de la húmedad. No obstante, había uno; una especie de conde de piel oscura y de traje beis, con las manos apoyadas en un bastón lleno de riquezas decorativas. Su similitud era casi calcada a la de aquel cartero de piel oscura que os entregó la carta en vuestro domicilio. Alex tenía razón.

Había creído a su esposa cuando se lo contó, pero verlo con sus propios ojos era aún más espeluznante. Sin duda el cuadro, dado el estado abandonado y lleno de telarañas de la habitación en la que estaban, parecía tener ya un tiempo. Pero ahí estaba, delante de sus narices. El parecido del tipo de la pintura con la persona que les entregó el encargo de que llamaran para conseguir este trabajo era asombroso. Y lo más inquietante es que parecía tener el mismo aspecto.

-Y yo que creía que estábamos metidos en algo raro. Cada vez es más desconcertante.

Además, la oscuridad y el gran tamaño de lo que debió ser un salón de baile ayudaba a que la atmósfera fuera más terrorífica. Tanto, que durante unos instantes Walter se limitó a pasear por el lugar, olvidando el aparato que había traído consigo. Una vez centrado, lo encendió, y sonó en la sala un leve pitido, señal de que había sido puesto en marcha. Era un artefacto de forma cuadrada con una serie de bombillas y pitidos. Si detectaba algo raro, se encenderían todas las luces y emitiría un sonido bastante fuerte. Como hasta ahora nunca le había funcionado, no sabía bien a qué atenerse, así que rodeó la sala dirigiendo el artefacto a los objetos presentes para terminar acercándolo al retrato del "mensajero nocturno".

-Esta sala es inmensa, ¿sabes por qué la mantienen cerrada en vez de seguir utilizándola? Sé que no tienen muchos clientes, pero una sala de baile tan majestuosa podría atraer a la gente.

Al ver el asombro pintado en el rostro de su esposo, Alex no pudo menos que sentirse aliviada. Si bien no dudaba que él había creído toda su historia, el hecho de estar constatando por si mismo el parecido del misterioso cartero con el retrato de ese desconocido conde hacía que por fin su historia cobrara veracidad.

Una vez en el salón un escalofrío recorrió su columna vertebral. Los recuerdos de la tarde anterior volvieron pasmosamente vívidos; la chica no quería pensar en lo que sentiría cuando fuera a la mansión abandonada. Sin embargo, el estar allí acompañada por el hombre que amaba y en el que confiaba ciegamente hizo que los resquemores pasaran pronto y dieran lugar a la curiosidad.

-La verdad es que no sé por qué esta bonita habitación está abandonada. Es como si los dueños no hubieran querido alterar nada, como una especie de santuario... pero a su vez, sin preocuparse por mantener el esplendor que debe haber conocido en otras épocas.

Mientras Walter inspeccionaba con su aparato aquel lugar, Alex se aproximó nuevamente a la ventana por la que había visto a la niña, sin saber qué esperar. Lo más probable es que sólo viera nieve, pero las ganas de volver a experimentar la visión del día anterior la impulsaron hacia allí casi sin dudarlo.

Era extraño y prácticamente imposible que en aquellas habitaciones maltratadas y azotadas por los años y la febril putrefacción de las paredes hubiese algo que denotara felicidad o un mínimo destello opaco y apagado de alegría. El resto de la ancestral edificación también era antigua y muy llamativa pero, al parecer, totalmente normal y corriente, y lujosa. Sin embargo la inquietante y fastuosa sala de baile despertaba muchos misterios e inquietudes en la mente y los ojos del que desafortunadamente allí se encontrara.

Walter no iba a ser una excepción, y aunque nunca creyó en aquel estúpido aparato decidió ponerlo en marcha mientras su esposa repasaba con la mirada una sala para ella ya conocida. Alex se acercó a la ventana, casi decidida a que volvería a ver a aquella niña.

Pasó el tiempo y Walter ya comenzaba a dudar entre aporrear el aparato y desconectarlo. Finalmente se decidió por lo segundo y el aparato lo agradeció. Lo extraño es que, aunque de forma timida, las luces comenzaron a responder y murmullar con extraños pitidos. A simple vista parecía que aquel cacharro se había vuelto loco.

El baho, incesante os avisaba cada vez más del frío que se colaba por aquella ventana en la que se encontraba Alex. Walter una vez terminó de recoger su aparato pensaba que lo mejor era volver sobre los pasos.

Justo en el instante en el que os prepárabais para cruzar el umbral, sentísteis como aquel desvalijado ventanal daba señales de vida con un violento golpe a vuestras espalda. En cuanto volvísteis la mirada, de la nada apareció el contorno de una niña. Como petrificada ante la situación os fusilaba con una mirada vacía y oscura.

-No sé que pensaba encontrar aquí amor... siento haberte traído por nada, pero ayer... ayer fue distinto... el ambiente era distinto... quien sabe, tal vez sí aluciné todo, pero estoy segura de que este lugar encierra algo oscuro o triste.

Desanimada por no haber podido reproducir lo que había vivido la noche anterior, Alex se justificó con su esposo esperando que aún creyera en su historia. Sabía que estaba muy traída de los pelos y que no tenía manera de demostrar lo que le había pasado en ese lugar. Seguramente en la mansión tuviera más suerte, y si no, Jack podría corroborar parte de los hechos. Sin embargo, ella quería que Walter viera con sus propios ojos lo mismo que la había inquietado tanto mientras él estaba fuera.

-Vamos hacia la mansión si te parece- Pensativa, dio media vuelta y junto a su pareja empezó a desandar su camino. Sin embargo al llegar a la puerta, un golpe violento los sorprendió y los hizo detenerse en el lugar. Al girarse, la niña de la noche anterior se encontraba parada frente a la ventana junto a la cual había estado ella minutos antes.

-Es ella- susurró. Luego comenzó a caminar hacia la niña con pasos pausados y tranquilos pues no quería asustarla. La mirada de la niña era oscura y acusadora. ¿Qué había hecho mal para merecer esa amonestación? Alex no dejaba de preguntárselo mientras avanzaba. -Tranquila... solo quiero ayudarte... ayer no llegué a tiempo pero hoy estoy aquí.

A pesar de que no era noche cerrada. La nieve y la niebla llevaba horas cubriéndolo todo con serenidad allá afuera, dándo un aspecto más atroz si cabía. Alex, mientras se acercaba lentamente, paso a paso, hasta colocarse frente a la desconocida niña, sintió como reclamaba con la mirada su juguete perdido. No obstante... allí estaba, sin moverse, ocupando con su mano derecha uno de sus nuevos juguetes.

Su cabello era oscuro, su piel era algo pálida y sus ojos azules. Traía un babero de color blanco. El flequillo le tapaba un poco la cara. Una cara que era hermosa, pero que por alguna razón alguien le había hecho varias marcas, algunas de ellas ya cicatrizadas, otras parecían recientes.

Al principio parecía asustada. Se fijó en Walter y después en los ojos de la persona que tenía enfrente. La niña estiró el brazo y sus pequeñas manos acariciaron el rostro de Alex. En aquel mismo instante estrujó su inseparable muñeco contra su pecho de forma cariñosa.

-Tú eres buena como mami. No como Ellos. Ellos no me dejan jugar a 1... 2... 3... apaga la luz.-

Paseó futilmente el aparato sin ningún resultado, al menos al principio, momento en el que pensó que estaba haciendo el idiota con el artefacto en la mano. Pero algo cambió, el aparato se volvió loco y una extraña apareció sin avisar, de la nada.

Estuvo a punto de caérsele el artefacto de las manos, e incluso se le fue el habla por un momento. Aunque nunca había dudado de su esposa, verla con sus propios ojos fue algo que no se esperaba. Todo en la niña era siniestro, la vestimenta, su aspecto, el habla... casi parecía la visión de un fantasma. De hecho, Walter ya no sabía que pensar, así que cuando ella tocó la mano de su esposa, estuvo a punto de abalanzarse para protegerla.

Pero reprimió su instinto, la pequeña parecía tranquila con Alex. Y sin duda él no quería disgustarla, ni provocarle ninguna reacción violenta. Por ello se limitó a observar en silencio, aunque se acercaba paso a paso y con tranquilidad hacia su mujer.

Era noche cerrada. La nieve y la niebla llevaba horas cubriéndolo todo con serenidad allá afuera. La vieja madera del piso crujió bajo el peso de Deanna, mientras se acercaba lentamente, paso a paso, hasta colocarse frente a la desconocida niña. Y... allí estaba, ocupando con su mano derecha uno de sus juguetes preferidos.