Partida Rol por web

De nuevo la forguneta fué un buen refugio para la tormenta, que a pesar de que había decidido detenerse un poco, seguía azotando un frío impropio. El motor parecía entrar en calor rápidamente y el aire de la calefacción desempañó los cristales. Tras las ventanillas se apreciaba una ciudad mojada, y solitaria. La mayoría de establecimientos permanecían cerrados y muy poca gente había decidido aventurarse con aquel tiempo.

El Motel Island, que era vuestro siguiente destino, quedaba un poco alejado del centro de la ciudad. Era un mugriento antro en el que apenas si querrían residir las propias ratas. Suciedad y dejadez eran la nota visible en cualquier rincón del edificio y un constante hedor a refrito se alzaba desde la cocina inundando las dos plantas de las que constaba el hotel.

Tras un mostrador se encontraba el propietario del lugar; un viejo flaco y desgreñado con orejas de soplillo y cara de roedor. Parecía sumergido mirando una vieja tele en blanco y negro con los pies apoyados sobre la misma mesa que sostenía la televisión. Aunque podíais hablar con él, no teníais por que llamarle la atención, puesto que Walter era dueño de las llaves de la habitación.

Alex se hizo una carrera hasta la camioneta. El frío, aunque había dejado de ser tan intenso, aún calaba hasta los huesos y la chica no quería volver a sufrir una hipotermia como la del día anterior.

Se metió del lado del acompañante. Ya no estaban en Boston donde ella solía hacer de chofer. Ahora las llaves del vehículo las tenía Walter y eso a ella la satisfacía. Por fin podría ver un poco del paisaje del lugar, en vez de estar pendiente de la ruta y de los demás conductores.

-Brrrr, este clima es muy hostil Walt... espero que la próxima vez que surja una investigación, toque en Cuba o algún sitio más cálido.

A pesar de sus palabras, la chica se sentía bien allí. En ese momento, los horrores de la noche anterior quedaban atrás y el paisaje y el paseo por un lugar que no conocía la hacían sentir bien.

Durante el viaje apenas intercambió palabras con su esposo. Aunque había mucho por hablar, la chica necesitaba el tiempo para ella, disfrutar en soledad a pesar de tener la compañía del hombre que amaba. Necesitaba un poco ser ella misma y nadie más.

Al llegar al motel descendió rápidamente y esperó a que Walter la alcanzara en la puerta del lugar. Debían entrar a una habitación que no era suya, así que la mejor fachada que podían utilizar, era aprovechar su condición de pareja joven y enamorada, indiferente a todo lo demás que no fueran ellos dos.

Tomó del brazo a su esposo y entró con él en el lugar. Al pasar frente al encargado, no bajó el paso; en su lugar, besó con pasión a su esposo y sutilmente lo instó a seguir de largo. Si él quería interrogar al encargado, debería hacerlo luego.

Walter sonrió cuando su mujer le habló de un posible destino más cálido en un futuro.

-Pues me parece que el clima de Groenlandia es aún más crudo, así que vete preparando.

Después tomaron el camino hacia el motel, el cual al entrar se dio cuenta de que tenía apariencia de tugurio. Un lugar lógico para que un matón pasara desapercibido. Cuando Alex se agarró a él cariñosamente para que el propietario no les dijera nada, Walter se preguntó si dada la reputación de aquel lugar se pensaría que no era precisamente su mujer si no una amante o algo peor. No era el tipo de lugar para un matrimonio.

Pero poco importaba si con eso conseguían entrar con discreción, así que le siguió el juego, devolviéndole las caricias y caminando hacia las habitaciones directamente, como si estuviera demasiado ocupado con Alex como para perder el tiempo con el encargado. De todas formas, se preparó por si el hombre con orejas de soplillo suponía algún impedimento.

Cómo un par de aunténticos huéspedes de aquel hotel subísteis por las escaleras que daban a la segunda planta, bajo la atenta mirada del dueño del garito que se limitó simplemente a alzar los pies de nuevo sobre la mesa.

Las habitaciones se encontraban en un pasillo largo, que inevitablemente os recordo al Royal Weird. Se encontraban enumeradas. Las pares a la derecha, y las impares a la izquierda. Sólo había que seguir el orden hasta encontrar la habitación nº 17.

En la puerta de la misma sólo podía leerse un escueto 7, al haberse caído hacía ya algún tiempo el 1 de delante. La estancia era bastante pequeña y se encontraba completamente desordenada. Las camas se encontraban por hacer. Sobre la mesa y una de las camas aún restaban los embalajes de algo de comida para llevar.

Un concienzuda investigación podría revelar cualquier detalle importante.

Subieron y encontraron el piso sin que el propietario les pusiera ninguna pega. Lo bueno de estos sitios es la vagueza de los encargados y que es mejor no hacer preguntas por la clase de gente que habita estos lugares.

-Pues ha sido fácil llegar aquí- dijo mientras abría la puerte y miraba alrededor de la habitación.

Ahora tocaba buscar minuciosamente. Sus atacantes se alojaban aquí. Con suerte habían dejado alguna pista, o al menos una razón de por qué iban tras ellos.

-Buscaremos rápido. Si por una casualidad ellos vuelven aquí, no quiero estar presente cuando lo hagan.

Ya habían demostrado que no les importaba asesinar. Y a él no le gustaría engrosar su lista de víctimas.

Como bien había puntualizado su marido, llegar hasta la habitación había resultado fácil. Esto no me da buena espina... demasiado sencillo... Bah, creo que he visto demasiadas películas, no debo ser supersticiosa.

Aunque intentó tranquilizarse, colarse en aquella habitación la pus nerviosa. Nadie había notado su presencia pero a saber cuanto tardaban en venir los compañeros del tío muerto a registrar sus cosas.

-Ok, dividámonos la tarea... dime que debo buscar o dónde me focalizo. Traje mi cámara de fotos también. ¿Quieres que haga algunas tomas de lo que veamos ahora mismo?

Fuistéis recibidos por una habitación amplia a la par que discreta, hacía su función sin demasiado ahínco, dando una bienvenida opaca.

A uno y otro lado, un par de mesas daban forma a la estancia. Sobre ellas había algún líquido pegajoso y varios restos de comida china para llevar aún en estado comestible. Majestuosas alfombras cubrían un suelo polvoriento, donde las huellas quedaban marcadas a cada paso. De las paredes colgaban torcidos cuadros de pintores desconocidos. Y en los rincones, sobre pequeñas mesitas, lámparas inservibles, alumbradas por la claridad que se colaba por pequeños orificios de las persianas, cubiertas por largas cortinas que colgaban de techos decorados con esmero.

Cuando Walter realizó una concienzuda investigación pudo revelar un par de cosas interesantes. La primera, ingentes cantidades de ceniza en un par de ceniceros sobre una mesita de noche. Pudo identificar que no se trataba de ceniza de tabaco si no de restos de incienso ritual.

Por otro lado, lo más revelador de la investigación fué hallar un periódico de principio de los 40 tirado entre las mantas de la cama y que parecía haber sido leído el día anterior. Se trataba de la edición New York Times al que parecía haber sido arrancada una hoja de la sección de política.

Aunque sabías que la investigación era tarea de tu marido, no podías quedarte con las manos quietas. Un poco más alejada de Walter, diste con un armario con la puerta entra abierta.

Entre los restos de un montón de ropa vieja, diste con una gran pila de periódicos viejos. Sobre ellos había un collar de color bronze, aparentemente olvidado por alguien.

Colgante

Mientras su esposo tomaba notas y revisaba en busca de más pistas, Alex no podía quedarse quieta sin más, así que ella también se puso a curiosear, tratando de alterar lo menos posible la escena, para no ocultar nada a la vista de Walt.

Mientras estaba enfrascada en su escrutinio personal divisó un armario mal cerrado. Su curiosidad pudo más y en vez de dejar la tarea para su esposo, se aventuró ella misma a mirar en el interior de él.

Al principio, lo único que divisó fue una pila grande de periódicos viejos. Cuando sus ojos se adaptaron a la penumbra del interior del armario, encontró algo más. Allí, sobre la pila descansaba un extraño colgante. Sin dudarlo lo tomó.

Era un colgante extraño, con símbolos que parecían arcanos y una figura humana como de celebrante. Totalmente intrigada  se asomó al exterior para comunicárselo a Walter.

-Hey, cariño, creo que esto puede ser una pista- le dijo y le mostró el colgante desde donde estaba. Sin ver la reacción de su pareja, volvió a mirar en el interior para tomar un periódico. Tal vez la fecha de alguno de ellos o los titulares les aportaran algo más.

Arruga la nariz cuando descubre la ceniza destinada a hacer rituales. ¿A quienes se enfrentaban? Sus enemigos podrían ser una secta peligrosa, que ya ha demostrado que es capaz de morir antes que rendirse. Pero lo que cabía preguntarse era, ¿qué buscaban aquellos hombres que era tan importante para ellos?

Pero no era lo único raro de la habitación, un periódico sobre la cama captó su atención. Y al parecer también captó la de su esposa, que fue a mirarlo también.

-¿Qué dice el artículo? Es de la sección de política del New York Times, no sé qué relevancia tendrá con todo ésto.

Se acercó a Alex para leer él también la hoja de periódico. Podía ser importante.

En cuanto Walter se acercó a su esposa, pudo delatar que el rostro que se le había quedado al leer los artículos era bastante polémico. Pero lo mejor era que lo viera él mismo con sus propios ojos para que saliera de dudas.

Escondido en un armario empotrado, una pila de periódicos viejos con titulares similares anunciaban varios crímenes en el hotel en el que os alojábais.

• - " El Conserje del Royal Weird asesina a su famila en su propio hotel "
• - " ¿Jack el destripador ha vuelto? Se rumorea ciertas desapariciones y canibalismo de huéspedes en el Royal Weird "
• - " Un Hotel maldito deja " pálidos " a un pareja que disfrutaban de sus vacaciones en Reikabik "

Misteriosamente en ningún titular se dejaba ver al asesino o culpable de aquellos delitos, como si alguien los hubiera recortado a propósito.

El colgante*, por su parte, parecía más antiguo incluso que los periódicos, los cuales no hacia falta trastar mucho entre ellos para darse cuenta de que eran de los años 50. No obstante parecía tener un gran valor, y salvo despiste no sería muy normal dejar una joya como aquella a simple vista.

-Oh, rayos...- el susurro escapó involuntariamente. Todos aquellos periódicos señalaban el hotel en el que ellos dos se habían alojado como el escenario de crímenes sin resolver. ¿Acaso esa era la causa de que ellos fueran los únicos huéspedes? ¿Qué tenía que ver todo aquello con la investigación que estaba llevando a cabo su marido? -Walt, esto se vuelve cada vez más extraño... ¿por qué ese tipo tenía todos estos periódicos? ¿Que tiene que ver todo esto con tu investigación?- la chica estaba totalmente desconcertada. Habían llegado allí tras la desaparición de un carguero y ahora se veían investigando la habitación de alguien que quería matarlos, al parecer, por algo relativo al lugar donde se alojaban. Todo aquello parecía irreal

-Mi investigación trata sobre la desaparición de un barco, y una víctima que encontraron en los muelles asesinada en circunstancias extrañas, como si un animal lo hubiera masacrado.

Pero no tenía que supiera relación sobre nada menos que Jack el Destripador, el famoso asesino.

-Por si fuera poco estos dos extraños casos inconexos en principio están los que nos atacaron, que podrían ser miembros de una secta por los rituales que parecían estar haciendo aquí. 

Y quizá hasta hubiera otro suceso misterioso que añadir a la ya larga lista y relacionado con lo que pudo pasarle a Alex ayer.

-Debemos volver al hotel, antes de que vuelvan, coge lo que creas interesante de aquí y vámonos. Allí hablaremos, creo que tienes algo que contarme. Sé que es duro, pero te noto extraña desde que te dejé sola ayer.

A pesar de que el tema no había salido a flote aún, su esposo podía leerla mejor que nadie. Walter se daba cuenta de que Alex no estaba del todo allí, que algo la molestaba. Por fin, había pronunciado las palabras que tanto temía y ansiaba a la vez, ya que no estaba segura de poder revivir todo de nuevo, pero quería confiárselo, contarle lo que había visto y oído en su ausencia cuanto antes.

Tomó el collar y lo guardó en el bolsillo delantero de su jean. Sacó algunas fotos más pero no se llevó ningún periódico. Ya había visto suficiente del tema como para querer guardar esos recortes viejos.

-Si Walt, salgamos de aquí cuanto antes, no quiero permanecer un minuto más de lo necesario en este lugar. Ayer fue un día muy extraño para mi, pero éste no es sitio para hablar de ello. En el hotel te contaré todo y podrás ayudarme a distinguir qué fue real y qué producto del cansancio. ¿Vamos?

Tomó a su marido del brazo y juntos se dirigieron a la salida. La chica sintió un gran alivio cuando dejaron atrás ese cuarto mugriento y lleno de la presencia de un tipo desconocido que casi había acabado con sus vidas.

El dueño del edificio os vió salir, pero simplemente se limitó a subir los pies a la mesa de nuevo. Cuando la Srta. Meredith dijo que esperaba que os gustara las sensaciones fuertes parecía no equivocarse, aunque su tono de voz nunca sonó tan literal. En cualquier caso seguro que era una investigación en la que cualquier detective o fotógrafa moríria de invidia por vivir la experencia. Pero sin duda, todo tenía un límite.

Con temor y precaución encarrílaste las ruedas de la camioneta hacia el hotel de nuevo. El tiempo había mejorado, y las calles, aunque húmedas por el frío y la nieve parecían algo más animadas que el día anterior.

Tras tres cuartos de hora, llegásteis de nuevo al hotel. El camión cisterna aún seguía descargando combustible en la caldera a un lado del edificio. Eran buenas noticias.

El conserje os vió llegar. No os esperaba tan pronto.

Iba vestido con su inseparable mono de trabajo y encima llevaba puesto un gran chaquetón viejo y algo sucio. Solía emplearlo para hacer tareas de mantenimiento por el exterior. Al veros llegar se quitó los guantes de trabajo y os recibió con una gran sonrisa.

-Vaya, no esperaba veros tan pronto por aquí. Ni si quiera he tenido tiempo de preparar algo de comida... ¿Va todo bien?

Como ven, esta noche podrán dormir con el ambiente algo más caldeado.-

El viaje de vuelta fue tranquilo. Conversaron de todo un poco, incluida la investigación en curso pero apenas. Necesitaban distenderse un poco y volver sobre lo que los tenía preocupados era contraproducente.

Al llegar al hotel, pudieron ver que había llegado el suministro de combustible para la caldera. Esa noche no pasarían frío, lo cual alegró a la muchacha.

-Bueno, al menos hoy podremos dormir sin necesidad de taparnos hasta la nariz amor- le dijo a Walter con una sonrisa.

Cuando su esposo detuvo el vehículo, la chica se apeó y saludó a Jack. -Es una excelente noticia esa! llegamos pronto sí, hemos terminado pronto las tareas del día. No se preocupe por la comida, hoy creo que tendré tiempo y ánimo de darle una mano con ello. Estoy extrañando mis utensilios y el relax que me provoca el cocinar.- Caminando a paso ligero llegó a la entrada y se volvió antes de meterse. -En un rato lo veo Jack... ¿Vamos Walter?-

Estaba algo abatido por lo extraño de los últimos dos días y no tenía demasiadas ganas de hablar con Jack. Además, quería saber qué le había pasado ayer a Alex así que tenía cierta prisa.

-Gracias Jack, me alegro de saber que ya hay calefacción- se limitó a decir, mientras la seguía a ella y le contestaba a su pregunta- sí vamos.

Sabía que algo raro le asó, y quería saber qué era.

Jack soltó una risa de esas de hombre buenachón mientras volvía a enfundarse los guantes. Os dijo que no os molestárais por él, que ya se preparía algo más tarde. Aunque viendo todo el trabajo que tenía por delante, seguro que aquel hombre agradecería la cortesía de Alex.

Sin más, se despidió y alcanzásteis la puerta del hotel. Allí, una ola de calor os recibió. Fué de agradecer. En frente, quedaban aquellas imponenentes escaleras que daban a las habitaciones. Y a los lados diferentes puertas, todas cerradas excepto la de la cocina.

Aquella cocina se encontraba muy bien ordenada y limpia. Quedaba decorada con diferentes baldosas y baldosines que daban un aspecto más bien primaveral. Los muebles eran de madera vieja y tanto las paredes como el techo eran de color blanco. La nevera quedaba empotrada junto al fregadero y estaba decorada con una pizarra con la lista de la compra apuntada del día anterior. En definitiva era un cocina soñada para cualquier ama de casa, y amantes de la cocina como el conserje.

Un olor a jazmín daba la bienvenida.

Alex entró a la cocina seguida por su esposo. El lugar era magnífico, estaba muy bien amoblado y los utensilios se veían relucientes. Estaba a la altura de cualquier cocina de restaurante elegante.

Dio un vistazo general y comenzó a revisar estantes y refrigeradores para darse una idea de qué podía cocinar. Mientras se encargaba de seleccionar vegetales para una panache que serviría con una carne al horno, nada complicado, pero sí sabroso, comenzó a relatarle sus vivencias del día anterior a Walter.

-Antes que nada Walt, te pido apertura mental. Todavía no entiendo bien qué fue lo que ocurrió, pero estoy segura de que fue real. De todas maneras, quiero que me des tu punto de vista objetivo, el que te da tu ojo de periodista para ver si le podemos echar un poco de luz al asunto.

Ayer, después de que te fueras, tomé un baño. Estaba cansada, quería relajarme, así que habré estado una media hora reposando en la bañera. Cuando el agua se enfrió, salí para secarme y ver si venía a ayudar a Jack con la cena cuando escuché una voz que me llamaba. Parecía una niña y sólo repetía mi nombre. Intenté hablarle, pero no me respondió. Siguiendo el sonido de esa voz, me asomé al pasillo.- Alex dejó la cacerola que tenía en las manos para mirar directamente a su esposo a los ojos, expectante de sus reacciones.

-No había nadie allí, pero creí oir unos ruidos al final del pasillo, así que, envuelta en una toalla me dirigí hasta la última puerta. El pasillo estaba desastrado, le faltaba mantenimiento, algo que me llamó mucho la atención, ya que el resto de este lugar se encuentra todo refaccionado y aggiornado a los tiempos que corren. Mientras me acercaba hasta el fondo, me puse a mirar el decorado de las paredes... allí había cuadros viejos, retratos en su mayoría. Pero lo más curioso era el de un noble de tez oscura, uno que estaba casi al final del corredor. Aunque parezca increíble, el tipo que estaba allí retratado era nada menos que el cartero que nos llevó la misiva de tu nueva jefa.