Partida Rol por web

Ya, contesto como si entendiera algo de como funcionaban estos enanos, esperando que no tenga que demostrar entender lo que está pasando por esta comunidad. Y estan pasando muchas cosas, pues han muerto un gran número de ellos. Y yo no he sido capaz de seguir a los asesinos. Quizás deba hacerlo mañana, o ir en busca del mestizo, tal como le prometí a Boggovir. A mí Boggovir, pues parece que ahora los Boggovir son multitud. Pero sea lo que sea será mañana, pues el día ha sido agotador. Me quedó mirando la pira y recito en voz baja una plegaria de mi pueblo. Rezo por que tenga un buen viaje, digo antes de empezar. Cuando acabo, me retiro lentamente. 

Si vuestro pueblo me lo permite, volveré a pasar la noche donde ayer. Y mañana por la mañana partiré, en busca de respuestas sobre lo que ha pasado aquí. Si no me ponen ninguna pega, cojo mis cosas y vuelvo al mismo lugar en que dormí ayer. Miro si hay linternas o antorchas por allí, para pedir prestada una si me hace falta para entrar a la cueva (al no ser que la cueva se vea eliminada)

El enano te hace un gesto, como si no le importase lo que hicieras. Queda ensimismado en sus ensoñaciones. Al rato, un compañero de este va hacia él. Estabas en los montículos, cerca de la boca de la cueva. Ese nuevo sujeto rodea con una manta al tipo con el que habías estando hablando, y lo encamina hacia la casa.

En el camino te encuentras, camuflados, a los mequetrefes. Estaban usando la nieve para ocultarse, pero a pesar de su pelaje, meneaban la cola ansiosos, al verte. Ese baile, manda su "escondite" a freír espárragos. Mientras te empiezas a asentar y acomodar, con los peques buscando un sitio que ya conocían, llega una aya. Una señora mayor, enana. Esta trae una marmita pequeña con unos cuencos. Humea y huele sabroso.

Casi había olvidado la cena, con los complicados líos familiares de los enanos, el pesar del funeral y el cansancio del día. Pero el olor de la comida despierta la memoria de mi estómago. Saludo a la anciana enana con una sonrisa agradecida ¿Es para nosotros? Muchas gracias, señora. Que bien huele. ¿Como está usted? ¿Quiere sentarse un rato? Aunque estoy un poco mareado de hablar con enanos, la educación de mi gente me recuerda que es mejor compartir la comida. Además, una anciana, con su particular sabiduría, me puede enseñar cosas de los enanos que ellos mismo desconocen.

- Tengo mucho que hacer Guardián. Se despide con un gesto nervioso de la mano, y se marcha.

Sirves a las fierecillas, que comen como desesperados. Los lametazos son tal salvajes que no tardas en tener que rellenarles, antes siquiera de haber empezado tú. Cuando te sientas, piensas en aquellas bestias, masacradas en la en el interior de la mina, siendo bebitos. Tal vez mancillados por el mal. Tal vez, corruptos por naturaleza, pero inocentes crías al fin y a la postre.

Como tranquilamente, observando a mis pequeñas fieras, y pensando en todo lo que ha pasado hoy. Y ha sido un día muy largo. Demasiado largo. Por la noche, la extraña criatura que salió de la cueva, causandome terror y recordando que al menos un extraño individuo se pasea por los cielos a lomo de una de esas aves. Al despertar, sus crías asesinadas por los enanos, inocentes criaturas aun pese a que no sé si realmente los enanos tenían razón en que estaban condenadas a la corrupción y la oscuridad. Y yo, a oscuras sin poder hacer nada. Después la cruenta batalla en la que ha muerto el Maestro Boggovir y otros de sus compañeros. ¿Quienes eran esos orcos y que querían de esta gente? Podría ser un simple grupo de pillaje, pero era extraño porque no eran solo orcos errantes. ¿Que era la sombra que los acompañaba? ¿Y ese extraño sacerdote? Durante la batalla no los he podido observar bien. Y también me pregunto porque se retiraron. Solo sé que huyeron en dirección a Angmar, ¿son representantes de aquellas tierras? ¿O simplemente habitan en las montañas? Por desgracia solo tengo preguntas y no tengo respuestas.

Y eso sin entrar en las últimas palabras del enano, encomendándome la búsqueda de su sobrino, el mestizo al que algunos acusan de traición. Quizás debería haber compartido con los enanos la carta que Boggovir me dio y que no sé descifrar. Pero si quería que la vieran sus compañeros, por qué me la dio a mí y no a ellos. Otro tema que solo abre preguntas y no respuestas.

Pero mi mente, encerrada en un cuerpo destrozado tras un día largo y fatigoso, no se puede permitir pensar en eso. Ha llegado el momento de dormir, pero los recuerdos de la noche anterior pesan en mi corazón. Así que antes de acostarme me aseguro de tener una lámpara y mi hacha a mano. Buenas noches amigos, dormid bien. Les digo a mis cachorros.

La luz nocturna era acrecentada con el resplandor de las 11 piras funerarias. Le daba calidez a la mina, y con esa sensación de arropo, y el calorcito que daban los mininos al colarse en tu saco, te dormiste. No estabas feliz, pero si agustito.

7 Febrero 1700 T.E. 05:00. Totalmente encapotado. -2ºC. Viento leve en el exterior. Montañas Grises. Mina de los Boggovir.

10 enanos se plantan frente a ti. Han dado un tirón a la cortina. Al frente de ellos se planta el nuevo líder de la familia. El que ... hablaste ayer con él. - Guardián. La voz sonaba a muy enfadados. Además, para apoyar su presencia portaban armas, y herramientas empuñadas como tales, ordenando: - Marchate. Cambió de tono, como el que está conteniéndose, y mostrando una paciencia fingida, para darte tiempo a alejarte de allí: - Desde que has llegado, hemos tenido varias desgracias y lo mejor es que te alejes y no regreses. Ahora hablaba con resentimiento: - Además, ese desgraciado del Gringel ha robado el pecunio del clan. No merece portar el apellido que ostenta, y si regresa lo decapitaré con esta. En las manos tenía un haca de combate, parecida a la tuya, con pinta de muy pesada, pero mucho más corta, reluciente con un brillo especial. Un plateado sospechosamente nítido. Empezabas a pensar que la bolsita que te dio el fallecido minero era el germen de esto. La fama de codiciosos de los enanos estaba patente ante tus ojos. Un par de lámparas de esas que a ti no te gustó su "tecnología" iluminaban levemente la escena, sostenidas por los enanos de las últimas filas.

Los mininos se esperezaban, ajenos a aquello, y uno se puso a lametear el cuenco de la cena.

Los enanos parecen enfadados y no seré yo quien los haga enfadar más. Tenía pensado irme de aquí dejando amigos, no sé si los dejo, pero mejor me voy. Buenos días, amigos. Siento mucho vuestras desgracias y no quiero trastornar vuestra paz más. Tan pronto como haya recogido mis cosas me iré. Muchas gracias por vuestra hospitalidad. Intento contestar con mi tono más cordial, pero sin entablar más conversación.

Recojo todas mis cosas rápidamente (pero tampoco corriendo, sin perder tiempo sí, pero no a tontas y a locas) y salgo de allí con mis amigos los leones, en la dirección en la que fui ayer, cuando seguía a los atacantes. Que la tierra os sea propicia, me despido al partir.

Recoges, y marchas. Los enanos te abren un pasillo, y poco después de salir de allí, escuchas golpes que no puedes identificar dentro de la mina. Incluso el armario de donde sacaste las antorchas, piensas que ha caído.

Mirando atrás ocasionalmente, desconfiado, te alegra descubrir que no eres perseguido. La nieve caída por la noche, ha hecho, que tanto tus huellas como las demás, desaparezcan bajo el manto blanco.

Una vez fuera del poblado de los enanos, miro hacía detrás con desconfianza. Su actitud tras la caída de su lider me atemoriza. ¿Estaban buscando el dinero que me dio? Si es así, necesito encontrar alguién que me traduzca la carta. Ojalá en ella pueda encontrar una mejor idea de cual era la voluntad del maestro caído. Y donde iría el maldito mestizo, nadie me ha dado una pista. Y ahora parece ser que no será bienvenido en absoluto de nuevo con su gente. 

De momento, sigo caminando alejandome de aquella gente. Busco a mi alrededor si a pesar de la nieve puedo encontrar el rastro de los orcos en retirada. Con un día perdido no creo que los alcance, pero quizás pueda descubrir si tienen algún campamento aquí cerca o algún lugar del que venían. 

7 Febrero 1700 T.E. 19:00. Totalmente encapotado. -2ºC. Viento calmo. Estribaciones sudoeste de las Montañas Grises.

Intentas seguir el camino que seguiste hacia el lugar del que vienes. No es que busques la Carroca, pero si por lo menos, regresar hacia la casa del fallecido Comar Grumal. Pero eso serán varios días de camino, con la pesada mochila.

Empiezas a no poder ver, ya que la luz ha caído hace bastante, y sin iluminación, cuesta hacer un refugio para la noche.

La oscuridad se acerca y toca buscar un refugio, para mí y para los leoncitos. Dejo de avanzar y busco algún lugar para refugiarnos del frío, quizás una cueva, o un lugar abrigado donde poder montar una hoguera. Se está haciendo oscuro y tanteo en mi mente el uso de la magía para ver bien en la oscuridad, pero prefiero guardar energías para un segundo intento, primero intento buscar con la luz actual. 

Pronto estaremos en tierras más benignas, y no será tan difícil encontrar refugio, amigos. Les digo a los leones, mientras recuerdo con añoranza las noches durmiendo al raso sin temor a la nieve.

Empiezas, tras haber encontrado un espacio, coronado por una roca, que protegía del viento, a montar un campamento con ramas. No temías, porque aún ni había lluvias copiosas ni deshielos, a una subida del caudal del rio, pero el agua quedaba a pocos palmos de los "cimientos" de tu "fortaleza. El agua corría poco más de un paso de tus pies.

Dormís como benditos.

8 Febrero 1700 T.E. 05:43. Totalmente encapotado. -3ºC. Viento calmo. Nevando. Estribaciones sudoeste de las Montañas Grises. A poco más de un día de camino del norte del "Bosque Negro". aAn no ha amanecido, pero algo de luz hay.

Allá en la distancia una patrulla de elfos, bajo sus grandes capas verdes, trotan hacia vosotros. El rio está entre medias, pero si no tienen miedo a mojarse las botas, no será frontera. además, el que lidera esos "trotadores" se te hace conocido. No piensas que los elfos sepan exactamente donde estás, ya que las ramas ocultan tu posición y no has hecho fuego aún, para el desayuno, que los mininos "atacan" vorazmente, sin esperar a ser calentado. Un par de tacos que de queso les has repartido, y no habías decidido aún que tomar para amenizar el comienzo del día.

Uff salgo del fuego para caer en las brasas, de los enanos a los elfos. Miro a los elfos que trotan en mi dirección dudando si saludar de manera amigable o intentar pasar desapercibido. La última vez que estuve con los elfos, habían salido en persecución de los atacantes de uno de los míos y yo, para purificar su cuerpo, había creado un incendio que se me había ido de las manos. No creo que esten contentos con ello. Pero quisiera saber si encontraron a los criminales. Finalmente, me decido a saludar, desde mi refugio, a los elfos que se acercan.

Buenos días, viajeros.

Cuando saludas en la distancia, el jefe del grupo levanta el arco, en señal de que te han visto y trotan hacia ti.

Cuando se están acercando, el líder del grupo, aunque vestido como los que recuerdas de la otra vez, y muy parecido a aquel, ... es un tanto diferente. Este parece más musculoso y ancho de hombros. Tal vez, también más ancho de piernas y parece que porta un equipo algo más pesado. El resto de la patrulla, te parecen todos iguales. Meras calcas. LLega a pasarte por la cabeza si es que son gemelos o algo así.

LLegan hasta ti. Los soldados se relajan y el jefe se quita la capucha, se lleva la mano derecha a corazón, y tras golpear te acerca la mano para estrecharla. - Buenas lunas nos de el cielo y Orome guie nuestros pasos Guardián. Esta vez, la voz del elfo no fue como la anterior. Este si parecía alegrase de verte y te saludaba.

Uno de los cachorros guarreaba el queso, antes de saborearlo, mientras el otro, lo lame con dulzura, como si fuera un caramelo. Te das cuenta que el elfo los mira y sonríe. Tras eso comenta: - Soy Lindal. Vigilante de las Lindes del Reino del Bosque. Y luego te explica: - Nos llegaron noticias de que orcos patrullaban y acosaban estas tierras, pero no hemos sido capaces de encontrar orcos vivos o muertos en nuestro camino. Curioso e interesado te pregunta: - ¿Viste u oiste algo sobre esas bestias inmundas?

Por fin un elfo que me recibe con alegría y sin altanería. Que gozo. Me levanto y le doy la mano. Bendiciones. Hola Tindal! Yo soy Borgvir, un Guardián de los Beijabar como has adivinado. Y estos son Dormilona y Rebelde mis compañeros y familia.  Acompaño mi saludo con una ligera reverencia.

Lamento decir que algo puedo saber de esos orcos. No sé si son los mismos, pero hace un par de días sufrimos un ataque de orcos cuando estaba en las montañas, en las tierras de los enanos del clan Boggovir (que pese a la similitud del nombre no son mi familia, como se puede ver). Los dirigía un troll, y una especie de sacerdote o hechizero al que no pude ver con detalle. Huyeron a mitad del combate y no pude darles caza, pero mataron a un número importante de enanos. Intenté seguir su rastro y se dirigía hacia las tierras de Angmar, pero no les di alcance ni encontré su campamento.

He de advertir que también una extraña criatura alada ha sido visto por las montañas. Alguien o algo monta a esa criatura oscura, algo que irradia temor y sentimientos oscuros.

- Lindal, Lindal. Te corrige. No le ha hecho mucha gracia tu error, ya que los demás elfos que le acompañan, rien por lo bajo. Este los mira con severidad, y pronto se desvanecen las bromitas.

Cuando comentas que los enemigos escapaban hacia Angmar, su cara se torna rígida y preocupada. Parecía que lo habían apuñalado por la espalda con un punzón de hielo. Temías por su vida, pero cuando le dijiste lo de la bestia alada y montado por alguien, se le escapó: - Nâzgul. Un gran mal nos acecha. Los demás se pusieron a vigilar de inmediato en todas las direcciones. Sabías que el mismo frío que habías sentido en el corazón, lo sentían eso arqueros ahora. Sacude la cabeza y pregunta: - ¿Y donde dices que fue eso?

Oh, lo siento Lindal. No escuché bien el nombre. Me disculpo por mi error. ¿Donde fue qué? El ataque de los orcos o cuando vi a ese Nazgul. Ambas cosas fueron al norte, en las montañas, no conozco muy bien la zona y no creo que te pueda explicar con mucho detalle. ¿Sabes donde viven los enanos? Los orcos atacaron allí. Lo de la criatura fue más al este, a un día de distancia, aunque se movía hacia el oeste, así que ahora debe estar al norte de aquí, o incluso en el oeste. La misma dirección de los orcos, quizás.

Sacude la cabeza en un gesto de disculpa, para que no te preocupes por el nombre. Le habían molestado las burlas de los compañeros que le seguían. - Igual en su lengua, cambiar la L por la T podía tener algún significado.

- ¿Y nos podías acompañar hasta allí?

Volver a las montañas no me apetece especialmente, no ha sido un lugar agradable, pero quizás estos elfos me puedan ayudar a descubrir que está pasando y a perseguir a los orcos. Miro a los leones, aunque ellos van a la suya y su mirada no me da grandes pistas.

No sé, déjame recordar. Me paro a pensar si sería realmente capaz de encontrar los lugares y de reconocerlos, o si me había perdido lo suficiente en las montañas como para no tener ni idea.* Sin embargo, creo que no debemos entrometernos en los asuntos de los enanos otra vez, y menos llevar hasta su morada a un grupo de elfos. Estas dos razas se odían y quizás los enanos no quieren que sepan donde está su mina. No os llevaré al hogar de los enanos, pues no soy quien para guiar a desconocidos a su hogar. Peró quizás pueda volver a encontrar el rastro de los orcos. Respecto a la criatura voladora, la vi a lo lejos y ya hace días, no creo que os pueda guiar a ella.