Partida Rol por web

Aprovechando  que  el  cíclope  está cegado, Yelena  logra acercarse  a  Artemias  sin  problemas  mientras  que  Opa  continúa  golpeando  sin  descanso  al  monstruo  el  cual  produce  un  quejido  de  dolor. 

El  cíclope  ruge, sangra  y  se  mueve  de  un  lado  para  otro  sin  poder  contener  su  rabia  y  su  ira. Gracias  a  que  Yelena  lo  había  podido  cegar, no  logra  acertar  a  ninguno  de  sus  antagonistas. 

Sentí que alguien se acercaba a mi y me intentaba sacar del lugar.

No podía hacer otra cosa, solo esperaba que no fuera Yelena quien me sacara porque lo que más se merecía en ese momento era un codazo en la boca del estómago.

Intenté buscar mi espada pero no pude hacerlo...

Artemias, a  tientas, busca  su  espada  entre  los  restos  de  edificios  y  rocas, sin  embargo  sin  éxito. 

Parece que están haciendo efecto los golpes… Fuerza bruta contra fuerza bruta. ¡Tengo que hacer arder mi cosmos lo suficiente!

-Los ataques de Mïra empiezan a ser más contundentes una vez parece haberse decidido en su postura.-

Tengo que provocar el máximo daño posible...

La  tela de  Mïra  gira, se  retuerza  y  golpea  al cíclope en  uno  de  sus  brazos, aunque  parece  que  da  en  algún  sitio  duro  porque  no  parece  que  le  haga  daño. 

El ciclope sangra, esta herido y le cuesta más reaccionar es el momento de acabar con él, doy un paso hacia atras para coger aire y dar un paso adelante inmediatamente golpeando primero con el codo y luego una patada con todas mis fuerzas esperando poder tumbarlo de una vez.

Casi  convirtiéndose  en  un  borrón  en  el  aire, Opa  ataca  a  una  velocidad  increíble. 

El  codo  golpea  en  uno  de  los  costados  del  cíclope  produciendo  el  mismo  ruído  que  puede  producir  una  pistola  al  disparar. Sin  perder  el  tiempo, gira  y  golpea  con  la  pierna  de  nuevo. 

Ambos  ataques  consiguen  que  el  monstruo  vuelva  a  quejarse  de  dolor...

Agotado, cae  de  rodillas, aunque  parece  que  todavía  no  quiere  rendirse... 

Agotado, sin  fuerzas, cegado  y sangrando, el  cíclope  intenta  propinar  un  golpe  contra  el  agresor  que  le  ha  hecho  tanto  daño. 

Sin  embargo, Opa  clava  los  talones  en  el suelo  y  detiene  el  puñetazo  del  monstruo  como  si  se  tratara  en realidad  de  un  balón  de  fútbol.

Es  evidente que  no  le  queda  mucho.

Me pongo delante de Artemias. Todavía le durará un poco más el efecto del destello. Qué mal me siento de haberle hecho eso...

Viendo que el cíclope está ya muy tocado, cambio de estrategia. Una esfera buscadora será suficiente. 

- Artemias, no te preocupes. Yo te cubro - le digo mientras empiezo a cargar el conjuro. 

Muevo los brazos, junto las manos, entono el hechizo. 

La esfera recién creada sale disparada siguiendo mis órdenes. 

Justamente, al ojo del cíclope. 

Así no necesitaré lanzarle más destellos. 

Hora de rematar la faena… Preferiría que las cosas no se hubieran desarrollado así. Pero está claro que esta criatura no es algo bueno.

-Mïra desaparece por un segundo reapareciendo unos metros por encima del cíclope dando vueltas en el aire con sus telas girando alrededor. Mientras cae despliega del todo las telas como si de un par de alas se trataran. Al momento repliega las telas y se lanza a toda velocidad.-

-¡Aiaiaiaiaiaia! ¡Cae ante el impacto del Pájaro Osado!-

Mientras  Yelena  saca  a  Artemias  de  las  proximidades  del  cíclope, crea  una  pequeña  esfera  de  la  nada  que  va  directa  contra  el  cíclope, produciendole  una  herida  bastante  profunda  en uno  de  sus  hombros. 

Por  su parte, Mïra  usa sus  extraños  poderes  teletransportándose  por  encima  del  cíclope  y  así poder  tener  más  ventaja. El  golpe  da  directamente  en  la  cabeza  del  cíclope  abriéndole  un  corte  de  un  lado  a  otro, haciendo  que  el  monstruos  caiga  de  bruces  contra  el  suelo, inerte... Muerto  sobre  su  propio  charco  de  sangre.

Sin  embargo, debido  al  movimiento  del  ataque, Mïra  no  es  capaz  de  controlar  la  caída  y  se  da  un  fuerte  golpe  contra el  suelo  que  por  poco  no  le  ha  roto  ninguna  extremidad.

El  cíclope  cae  contra  el  suelo  sobre  su  propio  charco  de  sangre... Lo  habéis  vencido... Por  fin...

Algunos  en  mejor  estado  que otros, pero  todos  habéis  logrado  sobrevivir  al  enfrentamiento, y no  uno  cualquiera  sino  que  con  un  Cíclope, una  criatura  mitológica. La  felicidad  y  la  euforia  os  invade  ante  vuestra  hazaña, aunque  con  cierto  sabor  agridulce  para  aquellos  que  están  más  heridos. Todos  habéis  logrado  sobrevivir  al  combate. Con  mayor  o  menor  complicidad, habéis  vencido. Sin  embargo...

Justo  cuando  este  sentimiento  de  júbilo  empieza  a invadir  vuestro  pecho, escucháis  otro  rugido.

- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

Procede  del  bosque... Pero... Jurarías  que... De  diferentes  sitios...

Los  árboles  se  empiezan  a  mover  de  un  lado  para  otro  y, de  la  espesura, aparecen TRES  cíclopes  más.

Son  similares  al  anterior  en  tamaño, sin  embargo  tienen  algo  diferente: la  sangre. Los  tres  tienen  la  boca  cubierta  de  sangre  y  parte  del  torso. Los  tres  portan  grandes  garrotes  y  uno  de  ellos, en  su  otra  garra, lleva  algo  más... Algo  pequeño... Parece  blando... Aunque  es  dificil  de  saber  puesto  que  está  chorreando  sangre... Justo  cuando  vuestros  ojos  se  enfocan  en  el  objeto, al  siguiente  segundo  desearían  no  haberlo  hecho...

Lo  que  lleva  uno  de  los  cíclopes  se  trata  de  la  mitad  inferior  de  un  ser  humano... 

El Cíclope había muerto, pero yo no había hecho demasiado, más que nada fueron los otros seguramente Opa y Mira por la posición, pues cegado no había podido ver nada.

Frotándome los ojos me levante sin mirar siquiera a Yelena que era quien me había cubierto, seguramente culpable por haberme cegado antes.

Me dirigí hacía la espada y la levanté para enfundarla, luego me acerque a Mira para ayudarla a levantar, cuándo escuché los rugidos.

Mis ojos se abrieron con sorpresa al ver a las tres criaturas pero no sentí asco al ver el pedazo de cadáver, era algo que pasaba y por eso nos habían enviado, ahora si todos fuimos necesarios para vencer a uno y estando heridos...aunque las heridas no hayan sido hechas por los cíclopes, la situación evidentemente se estaba complicando más...

Con el tono más sereno que puedo conseguir, para que los cíclopes no me fijen como objetivo, me dirijo a Mïra mientras llevo la mano a la bolsa donde descansa la piedra que me dio la enfermera. 

- Mïra, ¿eso de antes ha sido teletransporte? ¿A cuántos puedes llevar a la vez? - pregunto -. Creo que lo más sensato que podemos hacer es retirarnos, sanar nuestras heridas y volver cuando podamos trazar un mejor plan. 

Miro de reojo al chico de pelo blanco. 

- Seguro que él nos puede ilustrar acerca de qué está pasando. 

Y por qué hay tantos cadáveres cuando el pueblo tenía pinta de llevar abandonado bastante tiempo...

De todas formas, si Mïra no puede con todos, puedo hacerlo yo. Pero será lo último que pueda hacer hasta que mi magia se restaure... Que serán un par de días. 

Cuando  te  giras  para  mirar  al  niño, te quedas con la  boca  abierta.

Se  encuentra a  unos  diez  metros  por detras  de  vosotros. El  cosmos  que  hay  a  su  alrededor  es  tal  que  eres  capaz  de  verlo  sin  problemas. Se  encuentra con las  piernas  separadas, las  manos  juntas  y  la  cabeza  agachada... Parece  que  está  diciendo  algo... Sus  ropas  se  encuentran  medio  levitando a  su  alrededor  mientras  que  un  aura  roja  empieza  a  rodearle. 

- ¿Qué demonios? - murmuro sorprendida, haciendo un gesto a los demás. 

Señalo al muchacho albino, que está a unos diez metros por detrás nuestro, con su cosmos tan elevado que es imposible pasarlo por alto. De hecho, sus ropas se agitan, ingrávidas a su alrededor, y su aura comienza a tornarse de un claro tono rojo que me indica que lo mejor que puedo hacer es apartarme.