Partida Rol por web

Anioz ve desde lejos a Gorg y grita: -¡El bosque está despejado, no hay nadie!, ¡¿Alguna nueva por aquí?!

Devuelve la mirada con un aspecto sombrío:

- Rastrear el problema hasta el origen no es una opción que me guste, pues seguro que nos enfrentaremos a caminos que no se dirigen a ninguna parte y otros silenciados mediante viles asesinatos; sin embargo, ¿tenemos otra opción? No podemos detener un avance tan amplio visitando cada uno de los pueblos. Tampoco creo que podamos desafiarles abiertamente, o al menos que ellos se den por aludidos. Si pudiéramos demostrar sus fullerías y engaños... pero no podemos.

Tras unos instantes de silencio, se permite exteriorizar un pensamiento:

- ¿Me permite preguntarle, Mariscal? ¿Es posible que todo este asunto supere las capacidades de bandidos incluso hábiles, y estemos ante una campaña financiada por uno de los reinos adyacentes a Talona? ¿Quizá tenga usted contactos cercanos que puedan hablarnos de un aumento en la actividad en alguna frontera?

Laern ni siquiera reacciona a los gritos del capitán humano. Se los esperaba, si bien algo más tarde y tras una búsqueda más concienzuda.

-Es una posibilidad que nunca he dejado de tener en cuenta. Sin embargo, ningún mando, ni siquiera el general Elroth en persona, me ha informado de un recrudecimiento en algún frente. Además, nadie tenía pistas ni ideas sobre este nuevo culto en la ciudad, lo que da que pensar. ¿Acaso Talona se ha debilitado tanto que sus gobernantes se han vuelto indolentes y nihilistas? De todas formas, saber a ciencia cierta qué vacuo reino fuera, si hay reino alguno tras esto, no podríamos hacer gran cosa sino cercenar el tentáculo que holla nuestra tierra. Pero no sabemos ni eso. Y me molesta, profundamente.

Y tras esta perorata, este arranque de sinceridad que no se permitiría con la tropa rasa (o incluso con un guardia humano), se levanta y abre una puerta de un mueble de aspecto resistente aunque algo tosco. Saca una tinaja y, quitando la cera con su cuchillo con toda impunidad, aspira por la nariz profundamente los efluvios que escapan de la boca del recipiente.

-¡Ah! Hidromiel. Una bebida simple, campesina, pero para pobre en ningún sentido.

Adelanta la tinaja hacia el elfo, ofreciéndole probarla por cortesía.

¡Hum! Vaya, pues nuevo no es y sin embargo no estaba cuando partisteis. Podría decirse que sí, nuevas hay. Ha llegado nuestro compañero elfo Elladan, está en la casa donde nos alojaron con Laern. Vamos allá.

Guío a Ireth, Anioz y Zarek aunque no es necesario. Aún estoy algo confuso, no sé como afrontar esta dificultad y me devano los sesos sin hallar más respuesta que el desafío abierto.

¿No encontrasteis pista alguna en vuestro paseo?

- ¡Ahh! No creo que le guste saber que entre mi pueblo el hidromiel es tan consumida como el agua... -sonríe mientras devuelve al Mariscal la tinaja tras un pequeño sorbo. Se siente orgulloso de haber establecido vínculos con sus compañeros de armas, y este tipo de detalles que tienen con él le alegran sobremanera.

- Como bien ha dicho Görg, ¿como es posible una nueva religión dónde no hay reuniones ni culto público? -reflexiona en voz alta.- ¿Habéis hablado con algún creyente? Debemos preguntarle las razones de sus creencias y con qué sacerdote habla; por muy misteriosa que quiera ser, para ser llamada religión tiene que ofrecer servicios al menos...

Laern se lleva el dedo en la barbilla, intentando recordar las conversaciones con aldeanos engatusados.

-Me temo que los únicos entusiastas con los que hemos tratado eran los de Montaña Jorobada, adonde nos dirigíamos. Y de nuestras conversaciones con ellos deduje que se trataba de un hechicero con un toque dramático (si es que hay hechicero alguno que sea discreto), o un embaucador con suficientes medios. Aparece, suelta un par de trucos, se va, y manda gente a cobrar. Si no les convence... -mira hacia la ventana en dirección a los cadáveres- Manda a cobrar de todas formas. Nuestro hechicero particular tuvo la idea de hacerse pasar por otro dios, pero cambiar su fetiche no cambia que sea una herejía a los verdaderos dioses, de probados poder y, por supuesto existencia.

-Lamentablemente no , quizás es que hay demasiada oscuridad para buscar rastros bien camuflados o que simplemente no hay nadie más , la cuestión es que ahora mismo no parece que podamos hacer mucho mas excepto ir a llenar el buche - mientras mira con complicidad a Ireth y Anioz.

- ¿Por qué hay personas, pues, que simplemente le rinden culto? Esa forma de actuar es propia de una simple banda de bandidos con ínfulas de grandeza, incluso de posesión de terrenos y pago de diezmos... Pero hay pueblos en el sur que lo han adaptado como religión, y eso dista mucho de un hechicero haciendo trucos de circo. ¿Que habitantes tiene la Montaña Jorobada para rendir pleitesía a semejante bufón como si de un dios se tratara? -pregunta sin dirigirse concretamente a Laern: empieza a entender y compartir su desespero respecto a este extraño asunto.

En el pasado habían luchado juntos contra otro mago escondido en las sombras; sin duda entiende porque los humanos se muestran recelosos de los usuarios de la magia.

-Así es amigo Görg. Como dijo Zarek, lo único que hemos pescado han sido algunos grillos y un par de roedores del bosque. Nada de que alarmarse- Ireth tenía hambre así que aceleró un poco el paso, tratando de apurar al resto. -Que bueno que Elladan esté aquí. ¿Ha traído alguna nueva?- miró fijamente al enano. Se lo veía inquieto. Tal vez fuera a causa de algo que el elfo había comunicado con su llegada.

Laern pega por fin un trago largo y ruidoso. Luego se pasa la lengua por la boca, deleitándose en el sabor de la bebida.

-Puede su numerito ser muy elaborado, o ser un hechicero de grandes cualidades... Los poderes arcanos escapan a mi entendimiento, así como sus límites y naturalezas. Contra ellos sólo entiendo el puño de mi espada, eso es todo. Y, en cuanto al plan mayor que usted sugiere, si tan poderoso fuera el hechicero, o tan astuto el tejedor de mentiras, no le resultaría difícil ganar la fe de campesinos necios y embotados por la dura rutina diaria. Se sorprendería si viera realmente cómo es el vulgo, siempre rápido en soñar y en agarrarse a clavos ardiendo. Aunque tenga que pagar.

Mira por la boca de la tinaja y se sonríe enigmáticamente.

-Pero claro, todos tenemos nuestros clavos ardiendo a los que volvemos por mucho que nos sorprenda a nosotros mismos.

Se fija en el último movimiento de Laern, y se pregunta cuantas historias lleva a sus espaldas. Aunque su trato era recíprocamente de amigos (aunque conscientes de nuestros diferentes cargos dentro del ejército), no conoce nada del Laern anterior a la formación del grupo; algún día, tal vez en el camino de vuelta tras finalizar esta misión, debería pedirle que le contara alguna de sus anécdotas.
Pero ahora era prioritario pensar en su misión:

- Es una actitud incomprensible para mi... -dice pensando en aquellos que han escogido como fe al falso dios, sin intención de menospreciar a los humanos, aunque así pueda parecerlo. El tono jovial con el que a menudo se pronuncia respecto a ciertos aspectos culturales podría ser interpretado por extraños como una falta de respecto, pero era inherente a él sorprenderse ante estas diferencias.

- Me temo que no puede contar entonces con mi apoyo en la resolución de este dilema, Mariscal. Parece que este asunto implica conocimientos de psicología y comportamiento de los hombres que no poseo, y mis sugerencias serán simples observaciones desde fuera. Es mejor entonces que sea solo usted quién decida el camino a seguir, o hable primero con los demás miembros del grupo -mostrándose serio y algo apesadumbrado. Pero para finalizar, prefiere ver la parte positiva:

- Ya sabe que el acero se me da mejor y que cuando disponga, podrá contar con él.

No amiga elfa. Entregó su mensaje y regresó aquí sin respuesta ni encomienda alguna. Ahora es cosa nuestra continuar esta misión y encontrar a los huidizos hijos de mala madre que juegan con las vidas ajenas mediante el dinero.

No es bastante una guerra sino que además hay malnacidos dispuestos a aprovecharse de los débiles y los ignorantes.

Regreso de nuevo a la casa, espero que entre todos seamos capaces de trazar un plan.

-Contaba con ello.

No dice nada más, sólo alza la tinaja y se la termina hasta la última gota. Luego resopla de esfuerzo y la deja suavemente sobre la mesa.

-Para qué mentirnos... Ni usted ni yo tenemos idea de qué hacer luego, salvo buscar más aldeas y más problemas. Esperemos que el resto vengan a la casa sin que haya que cogerlos de la manita...

Y, en el proceso de mirar a la puerta, se encuentra mirando al halfling.

-¡Vos! Señor hobbit, ¿tenéis alguna idea?

Vamos, debemos descansar, a sido un largo dia... digo siguiendo a Gorg, esperando encontrar un poco de reposo y tranquilidad, y... porque no? algo de comida tambien

Antes de que Morz pudiera abrir la boca para responder al mariscal la puerta de la casa se abrió, y por ella entraron Görg, Ireth, Zarek y Anioz. Ninguno parecía herido ni sucio.

Se gira hacia los recién llegados y exclama:

- ¡Saludos, camaradas! Espero que no hayáis tenido dificultades en mi ausencia...

Se ha quedado con ganas de saber la opinión de Morz; al fin y al cabo, ¿quién mejor para animarnos que el gracioso hobbit?

Parece que estáis bien, me alegro. Durante la cena me podéis contar todo lo que ha pasado.