Partida Rol por web

Estoy ya descolgándome de la ventana cuando veo llegar a Laern por una esquina. Intento señalarle la otra para que siga mientras me pongo en pie. Solamente puedo indicar y decir ¡por allá! mientras extiendo una mano o pie hacia la otra esquina.

Puede que después de esto, si no me rompo nada, les de la risa tonta cuando se acuerden de cómo salí por la ventana si todo esto resulta ser una chiquillada de algún niño del pueblo. Espero que lo atrapemos si es un espía y que nunca sepamos quién fue si es un niño.

Laern hace caso del desafortunado enano y sigue corriendo hacia la esquina contraria sin apenas mirarle. En otras circunstancias se habría parado y ayudado a su amigo, pero las circunstancias exigían premura.

Görg, Laern, Jilban y Zarek, este último algo más atrasado, corrían hacia la esquina de la casa, mientras que Ireth y Anioz buscaban la salida trasera de la casa.

Todo pasó muy rápido, los primeros llegaron a la esquina y los otros salieron por la puerta trasera. Todos quedaron inmóviles, unos frente a otros, y en medio de ellos...

...

¡Un gato!

Miau - maulló el gato negro justo antes de salir disparado hacia el campo -

Laern se para en seco jadeando, arqueado hacia delante y con las manos sobre las rodillas. Puede que no haya sido una gran carrera, pero los años pesan y ha corrido todo lo rápido que ha podido.

- ¡Demonios! ¡Arf! ¡Un... un maldito gato! ¡Por todos los dioses!

Quizá sea una situación algo cómica, pero el mariscal no muestra signos de estar de buen humor.

-"aunque sea un gato, deveríamos de cercionarnos..."comenta Anioz

Grmbf. Un gato. Un maldito gato.

Voy quitándome el polvo de la ropa y girando la cabeza en torno, mirando en todas direcciones incluido el tejado y el cielo. No siento ninguna confianza en esta situación, sabiendo que alguien ha amenazado a los aldeanos y que puede regresar en cualquier momento.

Será mejor que terminemos la cena y podamos empezar nuestras guardias o quizá deberíamos empezar la guardia y ya cenará más tarde quien empiece ahora.

Ireth se paró en seco, su cara muda de asombro, al ver cual había sido la gran amenaza. Estamos cada vez más paranoicos... Observó a sus compañeros y pudo ver que a ninguno le hacía gracia haber quedado en ridículo delante de los aldeanos, ni que decir, delante de ellos mismos.

Consciente de que un comentario mordaz no sería bien recibido en ese momento, dio media vuelta para volver a entrar a la casa.

-El enano tiene razón. Comencemos las guardias cuanto antes, así nos quitamos de encima el peso de la inquietud. Por lo pronto, yo comeré algo frugalmente para reemplazar luego a alguno de vosotros para que no tengáis que cenar tan tarde.

Tímidamente sale Morz por la puerta trasera, asomando poco a poco su cabeza.

¿Ha...ha pasado algo? ¿De qué se trataba?

Parecía algo asustado.

Mientras la elfa volvía a entrar, al cruzarse con Morz le agitó el cabello con una mano, como si de un niño se tratara.

-Tranquilo Morz, sólo ha sido una falsa alarma. Entremos que la cena aguarda.

Laern asiente al comentario del enano y al de Ireth, y desanda su carrera abatido. Cuando ve a Morz, es obvio que no le apetece hablar del asunto. Además de las palabras de la elfa, el mariscal trata de acallar su curiosidad con un argumento consistente.

- ¡Un niño curioso! ¡Vuelve adentro!

Tras el encuentro con el gato todos entrasteis de nuevo en la casa, y bastante callados hay que destacar, ni si quiera Morz hizo una de sus bromas, sabía que no sentaría nada bien.

Jilban estaba algo alterado, no se esperaba que el grupo se comportara así por un simple gato, la verdad es que las expectativas habían bajado bastante, presumiblemente.

Antes de que nadie dijera nada sonó la puerta principal de la casa, Jilban se levantó y se dirigió a ella.

Laern seguía activado y alerta. La carrera, la penosa derrota, la vergüenza... Además, por el cristal roto entraba una brisa que le recordaba a las casas saqueadas y a las aspilleras de los castillos en noches de vigilia.

- ¡Ocult...!

Pero se frena en seco. Si alguno de esos desgraciados visitaba la aldea esta noche, era difícil que se pasaran a llamar a la puerta de cada vecino. Laern parece llegar a esta conclusión y se relaja mientras mira hacia la puerta.

- Olvidadlo...

La reacción de Laern no pasa desapercibida, todos estamos tensos, cansados y frustrados.

Me prepararé para hacer la primera guardia si no te improta Anioz, he perdido el apetito.

Recojo mis armas, mi escudo, mi yelmo y una bota por si tengo sed durante la noche mientras Laern atiende la puerta.

Anioz escucha al enano y no le importa hacer la guardia después

-"Está bien Gorg, yo descansaré y comeré un poco hasta que me toque ami. Si me quedo dormido no dudes en zarandearme para activarme o directamente me puedes tirar un cubo de agua jajaja"

Jilban abre la puerta al mismo tiempo que se escuchan las risas del capitán Anioz. Laern y Zarek miraban atentamente a la puerta, mientras que Ireth “vigilaba” a Morz, el cual actuaba un tanto extraño, o demasiado normal si fuera una persona normal.

Buenas, ¿qué quieres? – preguntó Jilban -

La pregunta iba dirigida a Giler, que era el que había llamado a la puerta.

He oído ruidos y voces, ¿ha pasado algo? – Giler parecía tener mucho miedo, no paraba de temblar, y además estaba bastante sucio, tenía las manos y botas llenas de barro -

No tranquilo, solo era un gato. ¿Verdad? - Jilban se gira y pregunta abiertamente a todo el grupo -

Sí, un gato muy grande. Me quedo mirando con intensidad a Giler, empezando por las botas embarradas, siguiendo por sus manos sucias y terminando en sus ojos que parecen asustados. Me planto ante la puerta con todo el equipo preparado esperando que se aparte.

¿Qué te ha ocurrido? Digo señalándole.

Giler empieza a temblar más aún, parece que al miedo se le ha añadido nerviosismo.

Sin dar un paso ni moverse un pelo, salvo sus notorios temblores, Giler responde con voz titubeante al grupo.

Me he caído viniendo hacia aquí, no tiene importancia. Bue...bueno, me voy a casa, que tengan buena noche.

Rápidamente se da la vuelta y se va andando muy deprisa.

No se preocupen, Giler es así me temo. - dice Jilban con voz tranquilizadora mientras empieza a cerrar la puerta -