El contable carraspeó y, tras lanzarle una mirada de advertencia a Cristina, se encaminó hasta la habitación del detective.
Sin ninguna objeción de parte de Eduard, Cristina volvió abajo a enfrentarse a un buen puñado de miradas inquisitivas.
Cerrando tras de sí la puerta, fue al grano:
-Temo por mi seguridad, detective. Vine aquí desde Chicago, me negué a seguir llevando la cartera de un individuo. Y quiero que se haga cargo de unos documentos, si me pasara algo, los entregará a las autoridades, ¿está claro? Espero que lleve el asunto con discreción y que me los devuelva en cuanto se los pida, si viera que pasa el peligro. Será mejor que haga lo que le pido, porque de lo contrario le contaré al sheriff que ha intentado entrar en la habitación del desaparecido Lane y que creo que lo ha hecho en connivencia con la señorita Barceló. Imagino que ese turbio asunto del callejón tomaría otros visos…
Encendí un cigarrillo mientras atendía las palabras de Zachary..
-No me gusta su tono señor Edwards,...- comienzo tras escuchar sus palabras -...prefiero la gente que pide las cosas por favor.- continuo soltando una gran bocanada de humo en el rostro del pequeño hombre.
Ese hombre me tenía el terreno ganado, pero jamás mostraría tal temor hacía ello, con gesto serio y duro, tratando de intimidar a Zachary le respondí a su petición.
-Las cosas no son tan fáciles, me gusta saber donde me meto, ya sabe, no me gustan las sorpresas, así que dígame, ¿de que clase de documentos y de individuo me esta usted hablando? ¿y porque yo?-
Tirada oculta
Motivo: ??
Tirada: 1d100
Resultado: 2
Te hago una tirada por si la necesitas por la intimidación.
Hago un post con algo que haga una vez que bajo o me describes cómo continúa todo?
El pequeño hombre traga saliva ostensiblemente, considerando que tal vez ha realizado una apuesta demasiado elevada. Aunque en adelante mida sus palabras, le resultará inevitable traslucir algún grado de petulancia:
-¿Por qué usted? Tengo mis contactos e investigo a todo el que se deja caer por este agujero. Sé lo del enfrentamiento en Chicago con ese atracador, Charles Snipes. Podría... -se muerde la lengua. -Mire, sólo quiero que me dejen en paz. Será mejor que no sepa quién fue mi cliente, y bástele con saber que se trata de un libro de contabilidad. Si me ocurriese algo, sólo tendría que enviárselo a un amigo mío periodista, él sabrá que hacer con el material.
Sí, compón un post, te toca dar alguna "explicación".
-¡Vaya!- dije sorprendido ante el comentario sobre Snipes. El recuerdo de ese día apareció en mi mente, instintivamente lleve mi mano hacia el hombro herido mientras la imagen de mi hermano azotaba mis pensamientos -Sin ninguna duda tiene usted dotes de detective señor Edwards- continué tratando de borrar las imágenes de mi cabeza.
Observe al hombre durante un instante, era un tipo inteligente, o por lo menos más de lo que a primera vista pensé de él. -¿Porque cree que le puede pasar algo? ¿Acaso esta usted en peligro?-
Si tenía que prestarle mis servicios quería saber más sobre todo este asunto que el pequeño hombre llevaba entre manos, pero no parecía que Zachary estaba dispuesto a colaborar en ello.
-Bueno, sea como sea, cuente usted con ello si esto va a servir para que guarde silencio.-
El supuesto libro es lo suficiente pequeño como para llevarlo encima o tendría que buscar algún lugar donde guardarlo.
-Tenemos un trato -atajó. -Le entregaré el libro después de la cena, ahora tenemos que bajar, ya me hemos llamado suficiente… su atención. ¿No se ha fijado en la pinta que tienen esos dos nuevos inquilinos? ¿Cree que vacilarían si alguien les encargarse liquidar a un hombre?
Abandonó la habitación dejando la cuestión en el aire.
Supongo que, cuando te lo entregué, podrías llevarlo en un bolsillo del abrigo.
Cristina se acercó a la escaleras con calor y toda la frente sudada. Cuando vio que los dos hombres se perdían en la habitación del detective, sus piernas empezaron a temblar casi tanto como cuando iba subiendo a encontrarse con el buen detective, pero ahora temblaban de una forma que casi no le permitían realizar exitosamente el descenso ya que al liberar repentinamente las tensiones de momento un profundo mareo se le avecinaba sin previo aviso y, de manera tambaleante, logra llegar a suelo firme. Una vez abajo, tomó asiento en un costado y trató de limpiarse el sudor con las mangas de su camisa; se dio cuenta que su ropa y cabellos estaban un poco desaliñados y decidió acomodarlos lo mejor que pudo para no levantar sospechas de ningún tipo pues se daba cuenta que se habían demorado demasiado y la ausencia adicional del contador levantaría muchas más dudas que certezas en el instante que la viesen llegar sin ninguno de los dos.
Lentamente se colocó de pie y su semblante fue recuperando su fortaleza previa al peculiar incidente. Los zapatos ya no le ceñían los pies y el sudor había dejado de correr por su cuerpo por lo que agradecía haber llevado puesta una camisa de seda, la cual le había permitido un secado más rápido, pero no podía encontrar la manera de pensar rápidamente en una excusa pertinente para justificar la ausencia de los dos caballeros, asi que asumió que algo se estrellaría en su mente como solía hacerlo alguna que otra idea fantástica en sus momentos de duda y falta de fe.
Ya se sentía lista. A paso firme y con prisa, retornó a la mesa y se dio con que todos habían pasado del plato principal y, algunos, del postre y se encontraban charlando hasta que la avistaron, en cuyo momento el silencio reinó sobre la mesa y las miradas acusadoras se posaron sobre ella. Al ver que se había presentado sin nadie, era inevitable levantar sospechas y ella simplemente diría algo cercano a la verdad pues no le quedaban demasiadas opciones y no tenía suficiente idea sobre lo que sucedía en un plano general por lo que sabía que tenía que seguir siendo igualmente de cuidadosa aunque en ningún instante dudaría de usar de chivo expiatorio a ese metiche y maleducado contador, que en sí se presentaba como una potencial amenaza allí y ahora -Disculpen la demora- dijo bajando la cabeza, como si estuviese disculpándose con unos padres molestos -No tengo excusa para presentarle, señora Douglas y lamento faltarles el respeto, señores comensales - quizás el lenguaje formal en la disculpa mas su tono dulce natural pudieran sacarla de este apuro en el que el detective la había metido -El detective venía conmigo cuando el señor Edwards se nos acercó con un tono impertinente y exigió irrespetuosamente una audiencia privada con el señor Hadwyn- con todo el esfuerzo que pudo poner, resaltó la parte de tono impertinente y la falta de respeto de este hombrecito -Me sentí agraviada por ese hombre y no quería aparecer aquí en ese estado, asi que esperé unos momentos a que esta aflicción pasase. Sepan disculparme- y se mantuvo de pie allí, esperando a que alguien dijese algo, deseando que lo que dijo y la forma en la que lo hizo surtiese efecto, ya que ciertamente era la verdad aunque omitiese el detalle de haber gritado y golpeado fuertemente la puerta...
Bien, no hay problema.
"Seguro que no" pienso sobre los dos tipos de abajo, mientras veo abandonar la estancia al señor Edwards.
Tras ello, acabo de colocarme bien la camisa y la corbata y me dispongo a abandonar la habitación, ya era hora de volver al comedor y reunirse con el resto de comensales.
-¡Disculpe la tardanza señora Douglas!- digo al llegar al comedor, mientras me fijo en el rostro de los presentes, tratando de encontrar alguna mirada de sospecha entre ellos.
-¡Espero que la cena no se haya quedado del todo fría!- digo mientras me siento y envío una mirada de complicidad sobre la señorita Barceló.
Tirada oculta
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 65-
Resultado: 64 (Exito)
Con el esfuerzo que hice para armar semejante justificación por el detective, él llega así como si nada haciendo el tonto y esperando le contestase su miradita. Ahora mismo me sentía una completa tonta dado que había explicado una estresante situación que la actitud del detective no había reflejado para nada y no había forma de sentirme bien; había sufrido una gran tensión cuando fui a buscarlo, toleré las amenazas del contador y tuve que seguir excusándolo al tener que enfrentarme sola ante las miradas inquisitivas de toda la mesa. Para colmo, luego de expresar estas justificaciones y tomar asiento, nadie me había vuelto a dirigir la palabra hasta que el detective hizo su aparición con una actitud que seguramente va a contradecir todo lo que dije e hice y claramente levantará sospechas tanto sobre él como sobre mí. Me sentía extrañadamente insultada, ultrajada y una necesidad imperiosa por retirarme del lugar empezaba a gestarse en mis aún temblorosas piernas; la incomodidad de la situación me estaba superando y ya casi no podía disimular el disgusto que estaba pasando.
Por momentos el aire tardaba en llegar a mis pulmones y la vista empezaba a nublarse por momentos. Pareciese como si estuviera a punto de llegar a algún tipo de colapso por toda la tensión y el nerviosismo de esta cena y envidiaba por momentos la notable calma que podía proyectar el hombre de la ley. Bueno, él está acostumbrado. Yo sólo soy una muchacha comparada con sus años de dureza mental, era lo único que cruzaba por mi mente en ese momento; por otro lado, no podía evitar voltarme a contemplar la zona de las habitaciones ya que el contador no había aparecido todavía, por lo que comenzaba a considerar que quizás había tenido algún altercado físico con el detective y eso aumentaba más mi necesidad de retirarme de allí -Disculpe, señora Douglas, podría indicarme usted la locación del sanitario?- pregunto con amabilidad y toda la cortesía que podía expresar en ese momento. Una vez que la señora me indica el sanitario, me excuso de los presentes -Sabrán disculparme unos momentos- y, antes de retirarme de la mesa, le lanzo una mirada fija y amenazante al detective.
Perdón por esta tardanza, pero como ya he avisado previamente, me costaría mantener un poco el ritmo debido a los exámenes. Esta semana ha sido más que pesada y recién ahora he podido conectarme a la Comunidad, y pido disculpas por esto pero trataré de compensarlo con los posteos, además de mejorar el ritmo hasta que estos exámenes concluyan y pueda retomar el ritmo diario que exige la partida.
Mis intenciones son ir al baño a mirarme al espejo, mojarme la cara, chequear al contador y retirarme del lugar disimuladamente. La muchacha está molesta por lo que el detective la hace pasar y él vuelve a la mesa como si nada y me parece que va acorde con su personalidad frágil de muchacha. Ya me dirás si puedo hacerlo o no ^_^
Tira por Discreción, please.
(Es tirar 1d100, y para tener éxito, sacar igual o menos de lo que tengas en esa habilidad.)
La señora Douglas mantenía enarcada una ceja, ante las sucesivas apariciones y exposiciones de Cristina, Hadwyn y el contable a poca distancia. No se pronunció, lo que fuera que se imaginase la conturbaba, sino que inhaló ruidosamente e indicó a la joven escritora la ubicación del servicio. A continuación, sirvió al detective unas viandas menos que tibias.
A los nuevos comensales les divertía el envaramiento y ahora el súbito azoramiento de Cristina.
Edwards se sentó a la mesa y se concentró en un grueso libro.
Satcher carraspeó, se limpió con la servilleta y comentó alguna banalidad para romper el hielo.
"¿Que ocurre?" me pregunto para mí mientras veo a la señorita Barceló alejarse de la mesa, "¡parecía algo disgustada, después de todo, con total seguridad habrá tenido un gran momento de tensión y nerviosismo, quizá deba relajarse unos instantes!"
Mientras tanto, espero en silencio mientras degusto el plato que tengo frente a mí, "más frío de lo que debería, lo que indica lo mucho que he tardado" pienso mientras intercambio miradas fugases con el resto de comensales.