No puedes ocultar tu alegría ante las expresiones de admiración del señor August Derleth, propietario de Derleth Book, un hombre calvo de unos cincuenta años:
-“¿Qué hay en los pozos?” está funcionando maravillosamente bien, señorita Barceló. Le ruego que acepté mi consejo, como su humilde editor, de continuar por esa vía de creación.
Te acaba de entregar un cheque por trescientos dólares. Te gustaría quedarte un poco más, para que te regalase el oído, pero temes perder el último autobús hasta tu barrio, y parece que se está levantando viento.
El hombre te abre la puerta. En efecto, el viento ha estado a punto de hacerte volar el sombrero. Echas a andar calle abajo, y de repente, al cruzar frente a un callejón anexo, un joven furtivo, de complexión pálida, ojos intensamente verdes y pelo negro, ha saltado desde las sombras y te ha agarrado por el brazo. Tira de ti hacia el callejón, mascullando:
-Ah, yo sé lo que hay en los pozos, lo he visto, pero usted, señorita, no debería, en serio no debería. No vaya allí, Él la está esperando.
Andaba tranquilamente por la calle cuando alguien la agarró del brazo y estiró de ella hasta un callejón. ¡No lograba ver quien era!-¡Suélteme loco, me hace daño! ¡Déjeme en paz!- Forcejeó todo lo que pudo y mas para desprenderse de aquel que le había agarrado y la retenía en un callejón para hablarle de... ¿Pozos? ¿Acaso era un fanático que se había creído la historia? No lo sabía pero estaba desesperada por escapar.
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La facilidad con que te has escurrido lo anonada. Y lo aterroriza. Balbucea:
-Tú… Tú, sin duda, ¡eres su novia! ¡Pero yo lo impediré, ah, por supuesto que sí!
Extrae un monstruoso puñal del interior de su gastada chaqueta y lo blande sobre su cabeza, presto a asestarte un golpe mortal.
Monstruoso, porque en algún momento te parece ver que se agita en su mano como una víbora o un crustáceo o una mezcla venenosa de ambos.
Un hombre ataviado con sombrero y gabardina acaba de irrumpir en el callejón. Es bastante atractivo, lo cual sería magnífico si viniera a socorrerte, pero ¿será así?
La vista se le empezaba a turbar a causa de las lágrimas que le empezaban a brotar. ¿Saldría viva de esta? Algo le decía que no, pues el hombre blandía ahora una navaja.
-Le daré lo que desee señor pero por favor déjeme ir...¡Se lo suplico!- Hablaba entre lágrimas, sollozos y nerviosismo. Tan nerviosa y agitada estaba que no vio venir al bello señor que ya se encontraba a su lado. Cerró los ojos fuertemente esperando su fin.
-Será mejor que sueltes ese cuchillo si no quieres que te vuele la tapa de los sesos -amenaza el desconocido, en el acto de empuñar un revólver.
El pasmo del demente demora su ataque tan sólo unos segundos.
-¡No, nadie me impedirá que acabe con lo que ese demonio desea! –exclama.
El puñal comienza a descender hacia la joven en la figura de un rayo acuoso.
Como acto reflejo se agachó tapándose la cabeza con las manos y soltando un grito desgarrador esperó su final. ¿Así terminaría todo? Como una autora famosa por haber sido asesinada por un fanático? No quería ser recordada por eso.. ¡quería ser recordada por sus obras!.... " Povor dios si esthí, sé qunca te he rezado pero salvame p..favor." Pensaba en el rezo tan rápido que las palabras se entrelazaban y se cortaban en su mente. Simplemente, esperó la muerte acurrucada como se había puesto mientras sentía el aire silbar a causa de la navaja que iba con fuerza en dirección a ella.
Seguimos en la escena: Amor.