Partida Rol por web

Cuando veo salir a los individuos doy un pequeño grito casi inaudible. ¡Maldita sea! Marmullo mientras casi como acto reflejo me agacho aún más y saco mi honda, aunque sé completamente que me encuentro a una enorme distancia de los asaltadores.
Observo a mis compañeros de alrededor y les pregunto ¿Qué hacemos? ¿Esperamos o atacamos?

Artamir intimidó visiblemente al bandido que hacía de cadáver, pues empezó a retroceder unos pasos hacia atrás hasta llegar a una de las carretas, en donde miraba suplicante al hombre pálido.

Una flecha venía silbando y perdiendo fuerza progresivamente hasta rebotar en una de la carretas. El hombre pálida adivinó que la flecha iba dirigida a él, sin embargo, ni se inmutó. Levantó la voz en dirección de donde venía la flecha.

—¡Revélate cobarde!
 

Preparo a Sigelthortu; aprieto las espuelas, agarro con una mano firme las riendas y con la otra la coloco sobre la lanza, aún sin sacarla, solo preparado para lo que pueda suceder.

Eradan un tanto irónico, pero nunca dejando de lado su papel dice en voz alta y dando tumbos:

-Mucha mierda para la actuación

Desenfunda sus espadas y le intenta a atacar al que tiene a su derecha

Eradan ya se había hartado de tanta actuación y desenvainó sus espadas para poner termino a la vida del bandido que lo apuntaba con la ballesta, al que tomó de sorpresa, ya que este jamás esperaba que un borracho pudiera empuñar tales armas.

La primera tajada pasó sin fuerza y ni siquiera rozó a Digrin, que lo esquivó dando un simple paso hacia atrás, sin embargo, ese mismo paso no fue suficiente para mantenerse seguro de la segunda espada, que llegaba furiosa y que terminó impactando en su abdomen, atravesándolo sin dificultad alguna, saliendo luego cubierta de sangre, dejando en la zona en la que se clavó un orificio en donde manaba sangre de manera incontenible.

El rostro del bribón Digrin ahora era ahora una mueca de dolor. Daba manotazos al suelo mientras sollozaba en un intento vano de aplacar el dolor, pero todo era en vano, su vida se le estaba yendo.

Los demas bandidos, atónitos y furiosos empezaron a abalanzarce sobre Eradan, a excepción obvia del hombre pálido.

*Salgo de mi escondite y empiezo a correr lo mas rapido posible en direccion al bandido mas cercano, y cuando estoy llegando desenvaino mi espada y corte ascendente desde cintura a cabeza es con lo que intento acabar con mi enemigo...

Al ver como Eradan termina su pequeña simulación, Artimir decide entrar en acción y empieza a correr en dirección a Eradan, ya que todos los bandidos estaban yendo a atacarlo. Soltando el arco mientras corría empieza a sacar sus Kukris para poder ir a la lucha cuerpo a cuerpo y ayudar a su compañero.

¡Ay va! Grito sorprendido tras el espadazo y sin intentar que no se me escuche, al tiempo que salgo corriendo ladera abajo, donde se va a originar el tumulto, hasta mantenerme a una distancia desde donde mi honda sea efectiva. ¡No hay porqué pelearse! Grito mientras continúo bajando

Agonar se puso en pie mientras cargaba su arco con otra flecha y tensaba de nuevo la cuerda, salió del escondite en el que se ocultaba y asintió para si mismo al ver que los demás también hacían lo propio.

-¡Arrojad las armas al suelo!- Ordenó gritando hacía los bandidos. -¡Estáis en inferioridad y si no os rendís seréis derrotados!.

Su disparo anterior había sido de advertencia, pues su intención no era herirles y mucho menos matarles, a menos que tuvieran que defenderse. Afortunadamente la flecha pasó de largo y no alcanzó a nadie llegando a estrellarse contra una de las carretas. Aunque eso sí, sirvió como advertencia. Vio como Eradan clavaba su espada en el abdomen a uno de los asaltantes y aunque prefirió que no hubiera llegado la sangre al río, tampoco sintió lástima por el bandido acuchillado.

Bergess comenzó a avanzar lentamente, mientras tensaba el arco, mirando la escena.

Beledur empezó a ir hasta Eradan a la par de su compañero Berguess, con el paso ligero característico de los elfos y con las manos puestas en el arco élfico.

—Será mejor que nos apresuremos Berguess, no sabemos si Eradan podrá resistir solo, son cuatro contra uno por el momento.

Rie un poco y hablando un tanto irónico Eradan les dice a los matones:

-¿Los temidos y feroces "matones"- la palabra matones la acompaña con un gesto de las manos haciendo comillas- se rendirán? Mira que las niñas pequeñas no pueden usar armas que no son juguetes.