Partida Rol por web

Te asomas con cuidado y lentitud, intentando pasar desapercibida. La sala del trono es redonda y bastante grande. Por lo general, está vacía: lo más importante que hay allí es el ostentoso asiento. ¿Qué estará haciendo la gema desconocida si allí no hay nada? Cuanto más te acercas a la puerta, más logras ver. En un rápido vistazo puedes ver a la gema cuya sombra te ha llamado la atención hace un momento.

Se trata de una sombra elegante, de tonalidades moradas y rosadas y una cabellera blanquecina que cae grácilmente sobre su espalda. Lleva un vestido ajustado con una falda de campana que llega hasta sus tobillos. Te es imposible averiguar más, porque mientras la observas, ella se gira.

- ¿Turquesa? ¿Eres tú, querida?- pregunta con una voz imponente pero agradable.

Al oír su nombre, ella te mira frunciendo el ceño, como si no estuviera segura de haber oído bien y buscara la confirmación en tu mirada. Parece extrañada y llena de duda. Abre la boca varias veces pero no logra decir nada, abrumada por la incertidumbre.

- Turquesa, no tengas miedo. Sé que ya has despertado. Aquí, conmigo, estás a salvo.- dice la voz en la lejanía. Jurarías que se ha quedado quieta donde estaba, quizá temerosa de asustar a la gema a la que se dirige.

Jade observa de refilón y al ver su figura, su corazón salta por un momento... ¿Sería Rosa Cuarzo? Pero no, no lo era. Su cabello no era así, había muchas cosas diferentes.

Entonces recordó las pisadas. Debe ser una gema poderosa, las gemas guerreras eran las únicas así de grandes. Esas o las líderes, nadie más. Con temor, miró a Turquesa y al ver su ceño fruncido, alzó las cejas en señal de desconocimiento pero movió su cabeza para que le dijera de quién se trataba mientras movía sus labios para decir - ¿Quién es? - aunque sin alzar la voz.

Estaba por soltarla, que fuera a su encuentro para ver si le daba pistas de quién era, pero no quería arriesgar a una débil gema como Turquesa.

Se hace un silencio repentino cuando haces esa directa pregunta. Puedes imaginar cómo has dejado a esa gema en jaque: seguramente no se esperaba que hubiera otra que no fuera Turquesa. Sin embargo, sin verla ni oírla, no sabrías decir cómo ha reaccionado ante tu voz, de modo que su respuesta se te hace algo más difícil de interpretar.

- Tú no eres Turquesa.- afirma rotundamente con la misma voz agradable.- No reconozco tu voz. ¿Eres una protegida o una intrusa?- pregunta con aire enigmático. Sus palabras te llegan claramente a pesar de que estés escondida. Por la lejanía de su voz, crees que no se ha movido de su sitio.- ¿Por qué no sales para que te vea? Si no eres Turquesa, ¿quién puedes ser?- esa pregunta casi suena como un pensamiento en voz alta.- Hmm... ¿Topacio? No, no puede ser... ¿Una de las Perlas de...? No, no están listas. ¿Quizá Jade?- otro silencio.- Tal vez una de las Rubís...

Turquesa sigue mirándote y niega lentamente con la cabeza.

- No lo sé...- te responde susurrando.- No sé qué hago aquí ni qué es este lugar. Y no sé quién es ella. ¿Tú tampoco la conoces?- aún está confundida y empieza a asustarse de verdad.- ¿Por qué ella me conoce? Quizá debería ver quién es... Parece simpática, ¿no crees?- sin duda está diciendo eso para convencerse a sí misma.

Al contrario de lo que sus palabras muestran, Turquesa se arrima aún más a la pared para evitar ser vista desde el otro lado de la puerta. Su mirada salta de un lado a otro, mirándote a ti y observando lo poco que puede ver de la otra sala. Unas veces parece dispuesta a salir y otras está llena de inseguridad y temor.

- De acuerdo, sal - la suelta sin subir la voz y la deja ir.

Tal vez era egoísta, pero si conocía a Turquesa, eso le daba la posibilidad de espiarlas y saber si la conocía. A pesar de todos, estaba lista para defender a Turquesa dado el caso.

Turquesa te mira con asombro, luego con miedo y finalmente con desconcierto. Está claro que esas tres palabras la han pillado por sorpresa, pero después de sopesar la situación, da un par de cabezadas y mira hacia la puerta. Duda durante unos instantes pero parece que ya le da igual esconderse o salir al encuentro de esa gema desconocida. Por su mirada y su ceño fruncido, está claro que lo único que quiere son respuestas.

- Vale.- te responde con un hilo de voz.

Se aparta de la pared y se asoma por el marco de la puerta derrumbada. Ves cómo hace mil esfuerzos para no girarse y volver a mirarte porque ese gesto delataría tu posición. Intenta relajar su postura: ella misma te ha dicho que la otra gema suena simpática, así que ahora sería hipócrita echarse a correr. Lentamente, se desliza hasta que dejas de verla.

- Hola. Soy Turquesa.- oyes cómo habla. Aún está cerca de la puerta.- ¿Quién eres tú?

Hay un breve silencio. Luego, el resonar de unas pisadas que se acercan a Turquesa, manteniendo aún cierta distancia.

- Hola, Turquesa. Bienvenida a Santuario.- le responde la voz majestuosa.- Yo soy Petalita.- ese tipo de gema te resulta extraño y casi desconocido. No es una guerrera ni tampoco una gema rasa.- No te asustes, este lugar está hecho para protegerte.- explica con un tono afable.- ¿Cuándo has salido de la tierra, querida?

Jade escuchó su nombre y trató de distinguirlo, pero no le era familiar. Tal vez era una nueva gema o tal vez era una fusión. Aunque las fusiones entre gemas diferentes era una hazaña que solo las Gemas de Cristal habían hecho, así que no sería muy lógico, más si se trataba de una gema del planeta madre.

Por ello, Jade decidió permanecer un poco más en las sombras, escuchando y analizando la situación pero con la mano sobre su gema para sacar su arco de ser necesario.

- ¿Salir de la tierra...?- pregunta Turquesa aún extrañada y confundida.- No sé qué quieres decir... Yo estaba... He despertado aquí cerca y...- justo cuando presientes que va a mencionarte, se queda en silencio.- No recuerdo nada. Sólo sé que soy Turquesa.

La otra gema ríe como si la escena le pareciera tierna.

- Acabas de empezar a existir, querida Turquesa. Antes no eras nada pero ahora sí. Todas hemos pasado por eso. Bienvenida a este mundo.- hace una pausa y oyes más de sus pisadas ligeras acercándose a Turquesa. Aún sigue estando a cierta distancia; ¿a qué viene tanta precaución? Quizá tenga miedo de asustarla.- Me has sorprendido, Turquesa. Pensaba que aún tardarías unas semanas en acabar de formarte del todo. Probablemente esto sea lo que te causa desconcierto.

- ¿Qué tengo que hacer?- pregunta Turquesa alzando un poco más el tono de voz.

- De momento, aprender. Hay mucho que aún no sabes. Yo misma te enseñaré muchas cosas. El mundo y la experiencia te enseñarán todo lo demás.- vuelve a reír por lo bajo. No sabrías decir si la risa te transmite seguridad o si te pone en guardia.- Quédate aquí, en Santuario. Estarás a salvo mientras te acostumbras a tu forma y descubres lo que eres en realidad.

Jade se sentía realmente enojada. Si ella era la culpable, debía explicárselo todo. Por primera vez en mucho tiempo, decidió que lo mejor era salir de las sombras y luchar. Estaba perdida, sin saber por cuánto tiempo había dormido y no pensaba irse sin respuestas.

Decidió no sacar su arco para no asustar a Turquesa pero sí salió de su escondite y decidió hablar sin quitar la mano de su gema - ¿Así que eres tú la responsable de esto? Dime quién eres y por qué me mantuviste cautiva -.

Al salir puedes ver a la otra gema con claridad. Su larga melena blanquecina cae hasta su espalda, rodeando su rostro rosado que transmite una calma y una seguridad digna de una gema aristócrata. Su vestuario es también elegante, con un vestido morado que deja ver sus brazos y que cae hasta el suelo como una larga falda. Lleva un par de guantes violetas y tiene las manos delante de la cintura, adoptando una posición educada y cortés.

Está a tan solo unos metros de vosotras dos y su aparición la sorprende de verdad. Te mira con sus ojos púrpuras mientras analiza la situación. Está claro que no le ha gustado nada descubrir que estabas escuchando a escondidas, y mucho menos saber que ella no te ha descubierto antes.

- Jade...- dice tras esos segundos de silencio tenso.- Tú también has logrado recobrar tu forma, por lo que veo.- te mira de arriba abajo con una mirada crítica.- Eres mucho más imponente de lo que había imaginado al encontrar tu gema abandonada en ese campo de batalla.- te sonríe, aunque no sabes si es una expresión cálida o más bien maliciosa.- Soy Petalita, como ya habrás oído. Y desde luego no te he "mantenido cautiva". En algún momento perdiste tu forma física y yo te he estado cuidando desde entonces. Te puse en una burbuja mientras te curabas.

Turquesa se pone detrás de ti. Su momento de valentía ya ha pasado y por ahora confía más en ti que en Petalita. Sin embargo, parece dispuesta a escuchar lo que tiene que decir.

- ¿Curarse de qué?- pregunta con un hilo de voz mientras se apoya ligeramente en tu brazo izquierdo.

Petalita os mira a ambas y deja otro silencio intenso y lleno de intriga.

- La corrupción.- responde. En vez de continuar, te mira directamente esperando tu reacción.

Jade no daba su brazo a torcer y mostraba con decisión por qué era una de las guerreras más cercanas a Rosa Cuarzo. Cubrió a Turquesa y ahora comprendía su confusión, solo había nacido y no había habido nadie para orientarla. Eso debía ser muy confuso.

Petalita comenzó a hablar y Jade no quitó la mano de su gema, esperando actuar en caso de ser necesario, además que sabía que una gema aristócrata no era solamente elegante. Debía ser fuerte para ser respetada.

- ¿Corrupción? ¿De qué hablas? Fui herida en el campo de batalla, sí, pero no estaba corrupta. ¿A qué te refieres con eso? -.

Petalita te mira en silencio. Observa tu postura y sonríe al ver que sigues manteniendo la mano cerca de tu gema para sacar el arma en cuanto sea necesario. Se pasa una mano por la larga melena blanca y carraspea.

- Fuiste abandonada.- te dice simple y llanamente.- Y una gema desprotegida corre peligro. Quizá no lo sepas, pero en la Tierra ha surgido una extraña corrupción que nos afecta a nosotras, las gemas. Si una gema llega a sucumbir a esta enfermedad, se convierte en un monstruo incapaz de controlarse a sí mismo.

Desvía la mirada y junta las manos a la altura de su pecho, mostrando una expresión más compungida.

- Yo me dedico a ayudaros. Durante muchos años he buscado a las gemas olvidadas después de la guerra que nos dividió y causó esta corrupción. Te traje aquí como a tantas otras gemas, esperando que mis habilidades, por poco eficaces que sean, lograran salvaros. Éste es vuestro Santuario, el lugar de salvación.- se gira y se aleja un poco de vosotras dos. Turquesa te mira, aún confundida, mientras Petalita sigue hablando.- Tú has tenido suerte: mi tratamiento ha funcionado contigo. Otras siguen esperando el momento de regenerarse en su forma original... Pero sigo investigando cómo curar la corrupción. No soy una gema especializada en algo así.

Vuelve a girarse, os mira y sonríe con ternura.

- 250 años de investigación han servido para algo.

Jade miró a Petalita con curiosidad y luego a Turquesa. Aunque sus palabras tenían sentido, Jade desconfiaba. Ella estaba lista hace mucho tiempo pero esa burbuja le había impedido salir. Entonces se dirigió a Petalita aun cubriendo a Turquesa.

- Quiero pruebas de lo que dices y también quiero saber para quién trabajas. ¿Por qué estás en la tierra? -.

Si se había asociado con una de los diamantes, Jade saldría de allí y se llevaría a Turquesa consigo, aunque era posible que ella conociera su lealtad hacia Rosa Cuarzo.

Petalita se ríe por lo bajo, intentando disimular un poco su reacción. Está claro que le ha hecho gracia tu pregunta. Se pasa una mano por el pelo y carraspea mientras medita la respuesta.

- No trabajo para nadie. Hace mucho que en este planeta nadie trabaja para nadie.- te responde desviando la mirada. ¿Eso que ves en sus ojos es pesar?- Se podría decir que trabajo para vosotras. Para vuestra seguridad.- te mira a los ojos y te sonríe.- Antes era una sirviente de las poderosas Diamantes, como todas nosotras. Ahora ya no.- te explica con pocos ánimos.- Ahora las gemas que nos hemos quedado en la Tierra estamos a nuestra suerte. Debemos buscar nuestro propio camino.

Da un par de pasos hacia atrás y se gira, haciendo que su vestido se contonee con el movimiento. Turquesa se asoma por detrás de su espalda y la observa con curiosidad.

- Las "pruebas" que me pides... No sé exactamente qué buscas. Si quieres, puedo indicarte dónde hay gemas corruptas para que las veas con tus propios ojos.- continúa Petalita. Su ofrecimiento no parece ser del todo retórico.- Actualmente tengo a unas cuantas gemas en tratamiento. Tú has sido afortunada: estás libre de toda corrupción.

- Eso está bien. Quiero ver a las otras gemas que estás tratando - dijo con un tono severo. No creía del todo que una gema que servía a los diamantes tuviera una visión así. Tal vez es porque ella pasó en su gema tanto tiempo que eso le imposibilitó vivir nuevas experiencias pero no terminaba de confiar en ella.

- ¿Es de dónde venimos? -.

Petalita deja de sonreír y entrecierra los ojos, suspicaz ante tus preguntas. Se alisa su vestido mientras medita una respuesta.

- Puedo enseñarte el lugar donde están las otras gemas.- te dice aún haciendo un gesto delicado con sus manos para arreglarse la ropa.- Pero no te lo recomiendo. Probablemente nunca habrás visto tantas gemas desamparadas en una misma sala. Todas dentro de burbujas, apresadas por su propio bien. Es una visión trágica.- te explica intentando hacerte cambiar de idea. Sientes cómo Turquesa se estremece detrás de ti.- En cuanto a vosotras dos, no venís de allí. A ti te había separado del resto al advertir que ya no tenías ningún riesgo.

Junta las manos a la altura de su cintura, adoptando de nuevo una postura elegante y educada.

- De acuerdo, quiero verlas - le dijo comprendiendo la advertencia pero sin intención de dar su brazo a torcer.

Puso una mano en el rostro de Turquesa para tranquilizarle y le dijo - Estaré contigo - y se giró hacia Petalita.

- Espero que no haya más motivos por los cuales quieras persuadirme -.