Partida Rol por web

Debemos encontrar nuestro propio camino.

No. No puede ser...  

Compungida, me abrazo a mí misma. Me dejo caer de rodillas al suelo. Pero esta vez no es una actuación, no como cuando he intentar parecer débil y frágil frente a Ónice y las demás.

Ahora me siento frágil de verdad.

- P-pero... ¿Qué haré a partir de ahora...? - pregunto, apenada - Yo sólo soy útil en el Planeta Natal. Allí t-tengo un trabajo... una función... 

Me estremezco mientras mi mundo se desmorona definitivamente. Si las gemas ya no estaban en este planeta, ¿qué sería de mí?

- ¿No hay alguna manera de volver? ¿Estamos atrapadas en la Tierra?

Petalita se agacha frente a Citrino y apoya una mano en su hombro para consolarla. Le sonríe, pero no es una expresión del todo sincera. Ella también está apenada, sobre todo al haber presenciado vuestra reacción.

- Hay forma de volver.- afirma con seguridad.- Pero eso no significa que debamos volver.- se levanta y se alisa el vestido, que acaricia el suelo cada vez que ella se mueve.- La Tierra es un planeta polémico. Se podría decir que ahora mismo está bajo la protección de las Gemas de Cristal, si es que realmente siguen haciendo algo. En el Planeta Natal se ha dado este mundo por perdido, pero algunos teletransportadores aún funcionan. Están muy vigilados: cualquiera que vuelva de la Tierra, y aún más teniendo en cuenta el tiempo que ha pasado, es considerada una traidora. Y eso, si tiene suerte.

Hace otra pausa, aprovechando el momento para recomponerse y recuperar su expresión serena. Os mira a ambas y sonríe.

- Esmeralda, sabrás que yo no pertenezco a las Gemas de Cristal.- sugiere con un tono cálido, tanteando el terreno para observar su reacción.- Pero tampoco debo mi lealtad a ningún Diamante. Es curioso cómo uso sin pensar la palabra "renegadas" contra otras gemas cuando yo soy lo mismo. Esto es lo que nos ha hecho la Tierra: muchas somos... diferentes. Es una extraña libertad y cada una la usa a su manera. Ya habéis visto a ese grupo... Se creen heroínas y protectoras como las Gemas de Cristal, pero no son más que descastadas. Gemas abandonadas buscando un propósito. Como todas.- vuelve a mirar a Citrino y le extiende la mano para ayudarla a levantarse.

-Sí... La tierra también me cambió. -dije pensativa. Petalita tenía razón, la influencia de la Tierra cambió por completo la visión que tenía de las cosas. Años y años en el Planeta Natal me parecieron malgastados después de pisar la Tierra.- Deberías cambiar el uso de la palabra "renegada". En el Planeta Natal se utiliza mucho. -y miré a Citrino, con desconfianza.- ¿Tú estás dispuesta a no ser un dolor en el culo? Tendrás que espabilarte, te tendrás que valer por ti misma.

Ya no estaba en guardia. Esperaba que no me hubiesen tendido una trampa, pero no sé por qué, Petalita me parecía de fiar. Si en vez de un Citrino, hubiese sido un Jaspe o algún otro Cuarzo, lo cosa hubiese acabado muy diferente.

-Cuéntame lo que sabes de esa corrupción de la que hablas.

Tomo la mano de Petalita, dubitativa. Acepto su ayuda para levantarme.

- Una traidora... - murmuro -. Ahora soy una traidora...

Petalita expone la situación de la tierra. ¿Se supone que ahora somos gemas abandonadas? Escucho en silencio, y cuando Esmeralda ruda me mira nuestras miradas se cruzan. Ella me mira con desconfianza, pero yo... sólo tengo miedo.

- C-claro que pu-puedo... - desvío la mirada - valerme por mí misma.

Mientras Esmeralda ruda y Petalita hablan miro la gema en mi brazo. Siempre he estado orgullosa de lo que se parecía un Citrino al Diamante Amarillo. Antes me sentía importante, sentía que mi función era importante. Pero ahora no tengo Diamante, ni función. El color de mi gema ya no importa nada. Ni sus facetas, ni su corte. En mi mente, los números y letras que me distinguen de los otros Citrinos pierden significado.

- Yo... necesito un tiempo - les doy la espalda - para pensar.

Petalita mira a Citrino y le sonríe con ternura.

- En este planeta tienes mucho tiempo.- responde. Se queda en silencio, analizando esa actitud, pero al final decide responder a Esmeralda.- La corrupción... Es algo difícil de entender. Cuando el equipo de colonización empezó a modificar la estructura del planeta, también cambiaron varios aspectos de su naturaleza. Ése era el plan. Las Gemas de Cristal y esa "Rosa" no estuvieron de acuerdo con el proceso porque la Tierra está compuesta por ecosistemas muy ricos y variados. Nunca habíamos visto algo así.

Hace una pausa y sonríe mirando hacia la nada. Parece que le guste hablar sobre esto.

- Con la Rebelión, el proceso tuvo que detenerse. No se llegó a cumplir casi ninguno de los objetivos de la terraformación, excepto los más básicos, como la construcción de centros especializados y guarderías. Cuando las gemas del Planeta Natal se retiraron, dejaron un desastre en el planeta que nadie supo arreglar.

Suspira y vuelve a arreglarse el vestido. Sus movimientos son lentos pero decididos.

- La Tierra está a salvo, sí... pero los efectos secundarios de la invasión siguen causando estragos aquí. La vida autóctona no parece afectada. Es irónico que las que nos llevemos la peor parte seamos precisamente nosotras, las gemas.- su sonrisa se vuelve algo más agria.- Muchas gemas, especialmente las que perdieron su forma física durante las batallas, estuvieron directamente expuestas a esta corrupción. La Tierra consiguió, de alguna forma, devolvernos todo el daño que le habíamos hecho. No sabría deciros cómo ni por qué; yo no soy una gema científica. He estado estudiando durante muchos años esta enfermedad y lo único que he descubierto es cómo combatirla. Y sólo a veces...- se abraza a sí misma y mira al suelo.- No puedo salvaros a todas. Pero lo intento.

Se queda callada de nuevo y se gira, ocultando su expresión.

- La corrupción hace que perdamos la razón. Si una gema se regenera estando corrupta, pierde el control y toma la forma de un monstruo que sólo busca la destrucción. Hay gemas corruptas realmente temibles y otras son más fáciles de capturar. En cualquiera de los casos... Son un grave problema.

Lo que nos cuenta Petalita sobre las gemas corruptas me aterra. Yo podría haberme convertido en una de ellas, pero la gema púrpura me ha salvado. Nos ha salvado a todas. Miro a Esmeralda ruda. Ella es una rebelde, una malvada gema traidora. Pero está aquí atrapada, como yo, buscando respuestas.

Parece que ahora estamos todas en el mismo bando.

Pero si de algo estoy convencida es que Petalita es una filántropa. De verdad se preocupa por todas las otras gemas. Su causa es noble.

- E-esto... - me cruzo de brazos - Dado que es tan difícil volver al Planeta Natal... 

Mejor esto que quedarme obsoleta.

- Quizá podría... ayudarte... - desvío la mirada, avergonzada por mi traición a mi Diamante - a recuperar gemas y... y sanarlas.

Una gema como yo debería hacer todo lo posible por volver al Planeta Natal, por servir a la autoridad de su Diamante. Pero estoy aquí sola, nadie se preocupó por llevarme de vuelta a casa tras la guerra. Seguramente sólo fui una baja más. Quizá este era mi nuevo destino. Servir a otra gema, como siempre he hecho.

Todo eso de la corrupción tenía sentido. O al menos me lo parecía. Nunca fui la gema más inteligente, para eso ya estaba Aguamarina. Me podría estar engañando... ¿Pero por qué lo haría? No me fiaba del todo de esa Petalita, tendría que seguir un poco más con ella. Estaría en guardia.

Quizá podría... ayudarte... a recuperar gemas y... y sanarlas.

Miré a Citrino levantando una ceja. ¿Iba a ayudar? ¿A una "renegada"? Seguramente tenía un Comunicador con el Canal Diamante. Tendría que vigilarla bien. Después de pensar en la actitud que acababa de presentar la gema amarilla dije:

-Yo también te ayudaré, quiero ver con mis propios ojos que es cierto lo que nos cuentas. Si de verdad se convierten en monstruos... -dije cruzándome de brazos. No podía dejar que "monstruos que sólo buscan la destrucción" causaran estragos, como Gema de Cristal era mi deber detenerlos. También tenía que encontrar a las gemas que vagaran por el mundo. Necesitaba información. Necesitaba saber que pasó con las demás, que pasó con mis amigas.- Cornalina ha perdido el control, aunque ya era difícil razonar con ella. Si vuelve te ayudaré a detenerla. Pero a cambio, me tendréis que ayudar a encontrar a las Gemas de Cristal que queden.

La gema comienza a preocuparse pero no desespera. En un giro hacia la izquierda corta un par de brazos y, para evitar más de esas esferas da un salto. Pero como las esferas le caen del techo debe defenderse de las mismas por lo que usa el canto de su espada para defenderse de las mismas, desviándolas sin golpearlas.

En mociones rápidas, con deslizamientos y saltos sigue su camino hacia la donde se dirigía. Su carrera pausada intermitentemente y en zig-zag.

Mientras intentas descifrar las decoraciones que tanto te recuerdan a los Diamantes, oyes un ruido. Al principio suena como si la puerta de madera hubiera crujido sin razón aparente, quizá por su antigüedad. Sin embargo, vuelves a oír ese ruido. Alguien está dando golpes a la puerta, como si llamara para entrar. Son golpes débiles, dubitativos, pero constantes. Oyes el eco cada tres o cuatro segundos. Por el distanciamiento entre golpe y golpe, dirías que quienquiera que los esté dando está perdiendo las fuerzas o desistiendo en su intento, sea cual sea.

Por lo demás, no consigues entender qué son estas inscripciones. Al ser una simple exploradora y, además, una traidora a ojos del Planeta Natal, no sabes muy bien qué pretender decir esos mensajes, si es que son algo más que dibujos y representaciones de adorno.

Aunque logras zafarte de algunos de esos extraños aparatos que parecen hechos para atraparte, no dejan de llegar más. Los brazos te agarran y las esferas pegajosas se enganchan a tu cuerpo, dificultando tus movimientos y ralentizando tu paso. Si dejas que sigan apresándote, pronto serás incapaz de moverte. Quizá con un último esfuerzo y algo de fuerza bruta...

Petalita os mira a ambas abriendo mucho los ojos, sorprendida por vuestros ofrecimientos. Sonríe y entrelaza los dedos sobre su pecho, mostrándose algo más cándida e incluso más afable.

- Me honra muchísimo que estéis dispuestas a ayudarme.- refuerza su agradecimiento con una leve reverencia.- La verdad es que, aquí sola, no puedo ocuparme de todo. He recibido noticias de algunas gemas corruptas que ya se han liberado y que están deambulando por el mundo, destrozando lo que encuentran a su paso. Yo misma he combatido algunos de esos monstruos, pero debo atender también a las gemas que ya están aquí, en el Santuario. Si no, todo ese trabajo sería en vano. Quizá podríais...- hace una pausa y reflexiona.- Citrino, Esmeralda está acostumbrada a la batalla pero, ¿serías tú capaz de ir en busca de esas gemas corruptas? Si pudierais detenerlas y traérmelas para que intente sanarlas, me haríais un gran favor.

Os mira y deja un momento para que asimiléis lo que ha dicho. Por su expresión, está claro que no está acostumbrada a tener que pedir ayuda.

- Respecto a las Gemas de Cristal...- vuelve a meditar durante unos instantes, algo contrariada.- Me parece justo que quieras encontrarla, pero ten en mente que, primero, no dispongo de demasiados recursos para buscarlas teniendo en cuenta que estarán escondidas y quizá en la otra punta del mundo y, segundo, no quiero que haya malentendidos con ellas. Ya has visto cómo han reaccionada esas... ¿cómo llamarlas? "Independientes": creen que yo soy malvada y que secuestro a las gemas para vete a saber qué fines retorcidos. Si las Gemas de Cristal son como ellas y se hacen la idea equivocada sobre este lugar, será una catástrofe.

Suspira y se frota una mejilla mientras piensa.

- En cualquier caso, supongo que no puedo negarte la petición. Te ayudaré a encontrarlas.- decide finalmente.

En lugar de usar la fuerza bruta Heliótropo desvanece su espada y se sienta en el suelo cruzando las piernas, respira profundo y se concentra. En su mente solo una idea iba y venía -no opongas fuerza a la fuerza, relájate, concéntrate, fluye- repitió una y otra vez como un mantra mientras las esferas azules de peso extraordinario caían sobre ella.

-Se como el agua, fluye- pensó juntando los puños sobre su regazo. No se opondría.

Me llevo una mano a la nuca, ahora estoy algo nerviosa. Petalita tiene razón. Yo no soy una gema hecha para la batalla.

- B-bueno... yo...

Miro a Esmeralda con desánimo. Ella es grande, fuerte. Útil en esta situación, fuera del Planeta Natal. Luego me miro a mí misma.

Mi vestido, mi coleta, mis manos frágiles...

Mi sitio está en las oficinas. 

- C-creo que debería intentarlo - aprieto los puños mientras alzo la mirada hacia Petalita -. Aquí no creo que sea de utilidad - añado, encogiéndome de hombros -. Y así la tra... - trago saliva - Esmeralda no iría sola. 

Quizá esta sea mi oportunidad de reciclarme. Esmeralda parece bastante fuerte para encargarse ella sola de las gemas corruptas. Yo puedo quedarme lejos, mirar un poco, quizá tirar un Rayo de Luz.

Y salir al fin de este sitio.

Detesto estar atrapada en ese lugar, aunque sea un santuario. Pese a todo, sigue sin ser mi hogar.

Jade escuchó el golpeteo y aunque en un principio se puso nerviosa, luego trató de controlarse y abrirla. Lo primero que buscó fue su arma. Debía estar en alguna parte, ¿Verdad? No se la quitarían.

Mientras tanto, decidió abrir la puerta rápidamente. Si era una de las Gemas de Cristal y estaba herida, debía ayudarla como fuera para que no muriera, para que no le pasara lo que le pasó a ella. Ese sentimiento de total impotencia por no poder salir y año tras año reviviendo la escena de su propia muerte. Esta era una situación que no deseaba ni para Diamante Azul.

Diamante Azul fue a la primera que las Gemas de Cristal se le revelaron y a partir de allí, Jade había decidido abandonar el ejército de los diamantes para proteger la tierra. ¿Qué diría Rosa Cuarzo si la viera dejando a una gema débil volver sola a su gema? Por esto, abrió la puerta para ver de quién o de qué se trataba.

Petalita mira a Citrino y ríe con dulzura, orgullosa de lo que oye.

- Citrino, eres muy valiente. No te pediría este favor si no fuera porque de verdad creo en tus capacidades. Eres más fuerte de lo que crees, querida. Todas las gemas podemos superar nuestros límites si nos lo proponemos. Que no estés hecha para la batalla no significa que no puedas intentar luchar.- sigue sonriendo y se acerca un poco a ella para darle ánimos.- Además, tus conocimientos y tu inteligencia pueden sernos muy útiles incluso aquí. Quizá veas algo que a mí se me escape y puedas ayudarme a ayudar.- le dice asintiendo, intentando transmitirle confianza.

No iba a ser fácil. No iba a ser agradable. Tendría que estar siempre alerta, tendría que descansar con un ojo abierto. Era el precio a pagar si quería llegar al fondo del asunto. La clave era la paciencia. "Seguiré con ellas hasta que algo me huela mal" pensé.

-Parece que tendré que adiestrarte un poco en el arte de la guerra, Demonio Amarillo.- le dije a Citrino con una carcajada, riéndome de mi propio chiste.- Ya has dejado bien claro, que no sabes pelear.

Citrino me resultaba inquietante. Aunque sabía que era la misma gema, parecía completamente diferente a la supervisora que conocí. Aquí se le veía frágil, fuera de lugar. Hasta me daba pena.

-Si quieres tú me puedes enseñar a... - y me callé. ¿Qué se supone que hacían esas gemas?.- ¿Poner quejas...? ¿Qué demonios hacías en el Planeta Natal?

Sonrío agradecida a Petalita. Estrujo el vestido con las manos, aún algo nerviosa. Mi mirada va de un lado a otro intermitentemente, de Petalita a Esmeralda y a Petalita otra vez. 

- Pues yo... Soy... - suspiro - Era supervisora - admito finalmente con orgullo -. Me encargaba de que las gemas hiciesen su trabajo. De que todo funcionase como debía. Redactaba informes, y asignaba a las gemas a sus misiones según sus porcentajes de eficiencia y fiabilidad... 

Me encojo de hombros.

- Simplemente me encargaba de que todo siguiese funcionando como debía.

Era poderosa entonces. Y ahora...

Mi rostro se ensombrece por unos instantes. 

- ¿Cuando comenzamos? - pregunto finalmente a Petalita.