Partida Rol por web

"... Tras el naufragio de su barco los pjs se encuentran debatiendose entre la vida y la muerte por las heridas y enfrentamientos sufridos aunque quiza, ahora mas que nunca, su destino esta a su alcance."

La noche fue muy larga. Tras el trasporte de los heridos y del cuerpo de Santos (a lo que nadie hizo pregunta alguna) os llevaror a una gran casa en el pueblo que sin duda era un hospital, alli dejaron a Dish moribundo y a Julian ya inconsciente. Tras atenderlos un hombre que alli era el unico medico (matasanos mas bien por su aspecto) te acompañaron muy amablemente a otra de las casas, mucho mas baja y pequeña donde te dejaron descansar con una mujer de unos cuarenta años educada y simpatica que te ayudo a tratar tus heridas antes de acostarte en el reconfortante sueño reparador.

Amanece. El sol se filtra por la ventana de tu cuarto y el sonido del mar te acuna gratamente.

Apenas lograste mantenerte consciente unos metros por lo que no tienes idea de como o donde te encuentras, eso si, te has despertado en una sala de paredes blancas pequeña con un solo camastro donde descansas y una gran ventana a tu derecha por donde entra la luz del sol y se escucha el ruido de la gente y el mar.

El dolor te embarga, te subsume, te lleva a un estado de semiconsciencia del que comprendes tan solo tienes alucinaciones. Tendido sobre un camastro en una pequeña sala blanca no puedes moverte y casi nisiqueira respirar. Parece que el doctor del pueblo pesquero ha hecho lo que ha podido pero no lo suficiente para salvarte de esta agonia continua. Tan solo te queda la fe de esperar a una mejoria o morir en paz contigo mismo.

Aun dolorido y débil, pero fuera de peligro, Julián se levanta de la cama y busca algo con lo que vestirse. No tenía fe en que Marie llegase a tiempo, pero ahí estaba ella con la ayuda que prometió. Su bello rostro fue lo último que vio antes de perder la consciencia.

He sido sincero con ella. Me he mostrado tal y como soy. Y pese a ello, no se limitó a largarse con el mapa. Está claro lo que debo de hacer...

La brillante luz y el blanco de las paredes le inundan de una extraña y anhelada paz. Parece que todo ha terminado. Incluso en Villalobos pensarán que ha muerto y es pasto de los peces. El, desde luego, no tiene motivos para escribir a su familia desmintiéndolo. Puede que en un futuro les haga llegar noticias suyas, pero eso será cuando tenga algo que restregarles por las narices: una hacienda, una posición...

Pensando en su familia más de lo que desearía, se dirige a la puerta para buscar a Marie o, en su defecto, a alguien que le diga que lugar es éste.

Tras vestirte llegas a la entrada de la estancia pero antes de que puedas abrir la puerta esta lo hace casi dandote en las narices. Un hombre vestido con un delantal ensangrentado se te queda mirando perplejo.

- Pero, que hace levantado? Necesita mucho reposo!! esas heridas podrian abrirse denuevo...

Y te echa hacia atras, hacia el camastro.

Aunque lo diga por su bien, los bruscos modales del desconocido no gustan a Julián.

-Puede que necesite reposo, pero también respuestas. - replica tras aclararse la garganta. - ¿Dónde está la mujer que les avisó? ¿Qué isla es ésta?

Dándose cuenta de que posiblemente le deba la vida a ese hombre, rebaja el tono de sus palabras y pronuncia lo más parecido a una disculpa que su orgullo le permite:

-Gracias por sacarme la bala.

- Estese tranquilo... - te sienta en la cama con ademanes de que te tumbes - esta descansando en una casa cercana, como usted deberia hacer tambien. Se encuentra en la isla del Hierro, en Valverde, en el Puerto de la Estaca. Como llegaron hasta aqui?

Te mira sin comprender demasiado como llegasteis a la playa o de donde venis dado que esta claro que no sois isleños.

-¿No sabe nada del naufragio? - pregunta extrañado - Viajábamos en una navío llamado "Nueva Esperanza". La tripulación no organizó la evacuación como hubiera debido y cundió el pánico. Algunos, incluso intentaron ganarse por la fuerza una plaza en las lanchas y se abrieron paso a disparos. Creo que con todo aquel caos ninguna llegó a tiempo al agua. Unos pocos nos agarramos a una mesa y la usamos a modo de balsa. Creo que tuvimos mucha suerte.

Se queda mirandote pensativo.

- Nueva Esperanza? Este es un pequeño puerto y no recibimos barcos de la embergadura que me supongo que tendria ese barco... la verdad es que tampoco tenemos mucho contacto con las demas islas pero supongo que ese pasaje tendria destino en Gran Canaria por lo que si naufragaron han tenido mucha suerte de llegar hasta aqui sanos y salvos... al menos dos de ustedes...

Se aleja de la cama y se dirige nuevamente a la puerta.

- Ahora debe descansar. Sus heridas son graves y no se preocupe porque mandaremos a alguien para informar de ustedes y su pervivencia.

El sol que entra por la ventana despierta a Marie. El cansacio había permitido que durmiera durante toda la noche dejando por un momento su mente tranquila, sin pensar en nada. Ahora despierta, volvía a recordar a Julián y a Dish.

Se vistió rápidamente, arregló como pudo el enmarañado pelo y salió de la habitación. El estómago le advertía del hambre que tenía, pero la inquietud por sus amigos era mayor y quería ir a ver cómo se encontraban.

Marie busca a la mujer que le ha acogido tan gratamente para darle las gracias y poder después dirigirse al hospital.

Por mi, se puede ahorrar las molestias...

Resignado, se tumba otra vez. La verdad, es que un poco más de descanso no le vendrá mal, y no cree que la propia Marie tarde demasiado en venir a verle a él. Mientras intenta relajarse, sus ojos pasean ociosos por las irregularidades del techo y las paredes.

Tras salir de la casa y despedirte de la amable señora llegas al edificio de improvisado hospital que parece mas bien una cuadra reformada para encontrarte con el medico que atendio a Julian. Este amablemente te comenta que se encuentra despierto, es mas, queria irse!

Parece ser que esta fuera de peligro pero que debe reposar mucho mas aun.

Con paso firme mientras hablais el doctor Olmos te acompaña hasta su habitacion y te deja a solas para que podais hablar con tranquilidad.

La puerta de la habitacion se abre tras un rato y Julian se vuelve, semi desipierto, con la vaga intuicion de que se trata del buen doctor, sin embargo, no es asi y Marie entra en la estancia con gesto preocupado.

El herido se gira cuando oye la puerta. Al ver a Marie, una enorme y franca sonrisa se dibuja bajo el cuidado bigote.

-Lo lograste. Te debo la vida. - aunque su voz ya suena firme, su rostro todavía está algo pálido.

Marie entra en la habitación y ve cómo Julián se gira para contemplarla. Sin vacilar se acerca a él mientras su boca esgrime una amplia sonrisa y seguido le abraza. Sus brazos rodean al caballero con cuidado de no hacerle daño. -Estamos en paz -le contesta sin que la sonrisa se borre de sus labios.

La mujer se aparta ligeramente de él y ahora le mira a los ojos. -¿Te encuentras bien? Hemos tenido mucha suerte... -hace una pausa en la que se intuye cierto temor por lo que va a decir a continuación. Su sonrisa se desdibuja ligeramente y al final, con poca seguridad, continúa- ¿Y Dish?

Julián responde con calidez al abrazo. Luego, recuerda las palabras del doctor y se siente algo confuso:

si naufragaron han tenido mucha suerte de llegar hasta aqui sanos y salvos... al menos dos de ustedes...

-¿Dish? Si preguntas por él es que seguía vivo cuando volviste a la playa, ¿no? ¿No le atendió también el médico?

De todos modos, no parece preocuparle en exceso la suerte del pistolero y cambia de tema.

-¿Qué vamos a hacer ahora? Con mi reloj podríamos pagar durante un tiempo el alojamiento, la comida y las atenciones. Pero después, ¿qué? Lo mejor sería buscar a un pescador que nos lleve hasta Gran Canaria y subirnos allí a otro transatlántico. Ya tendré tiempo para recuperarme a bordo.

Mientras hablais sobre el presente y el futuro escuchais como alguien se acerca hasta la puerta y llama a ella para, segundos despues, abrirla sin esperar respuesta alguna por vuestra parte.

Al abrirse la puerta aparece ante vosotros una figura que reconoceis...

- Buenos dias, hermanos; que tal han descansado?

-No sé, Dish... no sé -responde confusa Marie-. Ahora debes recuperarte del todo y después... después ya veremos.
La idea de subirse a un nuevo barco hace que se le revuelvan las tripas.

La puerta se abre y un fraile entra en la habitación.
-Buenos días -dice amablemente-. Muy bien, muchas gracias por vuestra hospitalidad, les estaremos eternamente agradecidos.