Partida Rol por web

El festival de la cosecha de Vado de la Daga es uno de los eventos más importantes de esta población y además atrae a cientos de curiosos, entre los que se encuentran comerciantes, turistas y bribones que ven en la multitud una oportunidad de sacar partido. 

Vosotros también habéis asistido. Ya seáis nativos de la villa o de los alrededores, no queríais perderos este acontecimiento tan esperado. Pero el mal tiempo lleva un par de días sin dar tregua a los festejos. Los ánimos de ciudadanos y extranjeros están muy bajos. Con el festival de mitad de verano arruinado por la lluvia, los residentes de Vado de la Daga obtienen un mísero consuelo en contemplar la ejecución pública de Arvik Zaltos. Los echos recientes en torno al Mago Negro son bien conocidos en todo Vado de la Daga. Arvik fue condenado por el salvaje ataque perpetrado sobre la propiedad de Lord Floshin, el robo de tesoros de las criptas familiares de la familia Floshin y el secuestro de varios de los sirvientes del noble. Arvik rehusó divulgar los nombres de sus cómplices durante su interrogatorio, por lo que el Duque fue rápido en ordenar una sentencia de muerte.

El mal tiempo simplemente parece no querer irse. Pendones mojados flamean en la fresca mañana mientras una ominosa y empapada multitud se agolpa alrededor del cadalso de madera en la plaza del mercado. Los guardias de la ciudad, protegidos tras capotes de color oscuro, vigilan la villa.

Un verdugo enmascarado sube al cadalso y espera. Asiente a un delgado caballero, empapado y enfundado en una armadura, que se acerca cojeando a través de la gente, un mandoble enorme enfundado a la espalda. Se levanta como un pilar de luz en la oscuridad y se mantiene alerta, observando todos los preparativos. Unos pocos pasos detrás de él, le sigue un elfo serio de aspecto noble vestido con una capa gris de excelente calidad.

La animadversión de la multitud se transforma en odio cuando un prisionero es llevado hacia el cadalso por un par de guardias. El mago con el cráneo afeitado no lleva más que unos calzones, y la mayor parte de su delgado cuerpo aparece cubierto por tatuajes de aspecto serpentino. Sus muñecas y tobillos están atados con cuerdas y sus párpados y labios han sido cosidos, una visión que lleva una mueca de disgusto al caballero de la armadura...

Mi humor en esos momentos era un reflejo mismo del mal tiempo que nos azotaba en esos días. Tosco y gris. No era para menos, me había creado unas perspectivas con el festival y estaba siendo una gran decepción. De seguir así no iba a poder sacar moneda alguna con mis trucos y mi idea de amenizar la celebración con fuegos de artificio.

Tampoco había visto nadie que llamara mi atención en especial, los hombres mas interesantes resultaban ser unos zafios y las mujeres, aquellas pocas que no estaban desposadas y poseían cierta belleza, demasiado jóvenes e inmaduras que solo sabían hablar de sus cerdos y el punto de cruz. Así que las noches en mi alcoba estaban siendo mas frías de lo esperado y parecía que nada iba a cambiar a no ser que dejara de ser tan selectiva.

Sumida en mis pensamientos me encogí entre el gentío de la plaza envuelta como estaba en mi capa de viaje, cruzando mis brazos entre si y suspirando con cierta resignación. La capucha me confería cierto halo de misterio y me protegía de la lluvia con la idea de mantener mi cabello seco .

- ¿Quienes son el caballero y el elfo?.- Lancé la pregunta al aire, segura de ser escuchada entre quienes me rodeaban pero en cierto tono lo suficientemente bajo para no llamar demasiado la atención.

Asistir al festival de la cosecha del Vado de la Daga se había convertido en una pequeña tradición para Magd. Y es que, durante aquellas fechas, su bella ciudad natal se llenaba de gente que venía para comerciar, disfrutar de los festejos o robar cuantas bolsas de oro estuvieran a su alcance. Y por supuesto, mucha era la gente que pasaba por la forja de su padre, a admirar sus excelentes trabajos y a llevarse buena parte de las existencias. Entre otras cosas, la razón por la que la guerrera regresaba al Vado de la Daga cada festival era siempre para echar una mano en el negocio familiar, atendiendo a los clientes y alejando a los ladronzuelos.

Sin embargo, aquel año los dioses parecían haberse puesto de acuerdo para aguarles el festival, de manera bastante literal. Las lluvias torrenciales no habían dejado de caer desde hacía días y la abundante clientela, tan típica de años anteriores, se había visto reducida a una fracción. Lo único interesante que parecía que estaba a punto de pasar era la inminente ejecución de aquel mago saqueador de tumbas y ladrón que tantos crímenes horribles había cometido.

Magd se encontraba entre el público que había asistido a la ejecución. Su padre se había negado a ir, alegando que prefería quedarse bajo techo mientras durase aquel tiempo infame. Con una capa con capucha para protegerse de toda el agua que caía, la guerrera contempló a un guerrero bien pertrechado y a un elfo subidos al cadalso donde ejecutarían al mago. Los pueblerinos se enardecieron al ver subir al condenado, al cual habían cosido párpados y labios. Magd puso una mueca de disgusto. Si tanto miedo le tenían, ¿por qué no ejecutarle rápidamente en lugar de hacerle eso? Torturar era lo que hacían los cobardes y débiles, no los guerreros con sentido del honor.

Una voz femenina la distrajo un momento, haciéndola mirar hacia su izquierda. Allí había otra mujer encapuchada, preguntando en voz alta quiénes serían aquel guerrero y aquel elfo. Magd volvió a mirarles. La verdad era que no le sonaban, pero si estaban allí, sería por algo.

 -Seguramente sean agentes del un noble influyente o quizás del mismo rey.

Había contestado más por inercia que por otra cosa. Una ejecución pública no era el mejor lugar para iniciar una conversación, pero era un buen recurso para evitar tener que pensar demasiado en las marcas de tortura que el mago mostraba en su cara.

El Druida se encontraba algo decepcionado, había viajado durante semanas y su camino lo trajo hacia el Vado de la Daga, que según los viajeros que había encontrado en el camino era famoso por su festival de la cosecha, el que por decisión de la madre tierra no se iba a realizar este año ya que el mal tiempo no daba tregua.

Pero el mal tiempo no iba a evitar que se realizara la ejecución del Mago, al que se acusaba del reciente ataque realizado. Aún no entendía por qué se encontraba en la plaza del mercado presenciando el morboso espectáculo que se iba a desarrollar, pero algo le decía que debía de estar allí.

El intercambio de palabras entre dos muchachas cercanas llamó su atención, se estaban preguntando quienes eran el caballero y el elfo con aires de importancia que se encontraban presentes, casi por inercia respondió, con un acento que delataba que no era de la región, con un tono profundo y cavernoso, se podría decir que salvaje - Si no estoy equivocado el caballero es Sir Isteval, en la posada se cuentan las hazañas que realizó en su juventud - le había reconocido por su evidente cojera, que había acabado con sus días de aventurero - el elfo no sé quién es - termina de responder abruptamente, mientras se rasca el escamoso mentón con una de sus garras, intentando hacer memoria de todo lo que había escuchado durante su estadía, por si algo le recordaba quién era el elfo.

Habia llegado hace unos pocos dia al el Vado de la Daga, tenia la intencion de ganarme un dinero con mi musica, encadilar a un par de doncellas hermosas y por que no, disfriutar un poco de los placeeres del festival ... sin mebargo parecia que los dioses no me querian echar una mano, solo pudiendo tocar en una posada, donde habia demasaiada gente para disfrutar ninguna de las actividades que tanto deseaba, sin embargo el ambiente se puso aun mas oscura cuando aprecia que iba a ver un ajusticiamiento ....

La gente se arremolinaba delante del cadalso, pero yo no tenia demasiado interes en ese tipo de cosas, rato que comence a afinar mi laud para poder embelesar a alguna hermosa chica que encontrase deseoso de conocer el tacto de un felino, sin mebago cuando salio el mago, con esos tatuajes, no pude evitar llamarme la atencion del suceso y comence a pensar que ocurria o que estaba pasando ...

De forma "fortuita" me acerque a una grupo de dos hermosas mujeres (Kareen Stronghorm y Magd Bruhne), - Disculparme señoritas .... que ocurre aqui?, creo que he llegado tarde, estaba en la `posada y ha sido cuando todos han salido cuandjo me he dado cuenta de esta situacion ... acaso es un asesino o un taidor??

El bolsillo vacío de Saru Logrim escenificaba lo que se había convertido el Festival de la Cosecha para el mediano. La incesante borrasca no había dado tregua desde su llegada y el plan trazado por el comerciante se había torcido por completo. Había alquilado un pequeño puesto entre las diferentes tiendas que colapsaban los márgenes del la plaza del mercado, dispuesto a hacer una pequeña fortuna entre los muchos visitantes que iban a llegar a Vado de la Daga durante los días de celebración.

Había gastado gran parte de su dinero en comprar una mercancía que se mantenía almacenada, a expensas de que la lluvia se disipara, en un trastero mohoso y roñoso que se encontraba cercano a la posada donde se hospedaba. Le quedaban unas pocas monedas con las que cubrir sus necesidades, pese a la idea de despilfarro que se había generado en su mente con lo que pretendía ganar durante esos días. 

Todo parecía un completo desastre en el futuro más cercano de Saru cuando anunciaron, a bombo y platillo para los oídos del mercader, una ejecución en la propia plaza del mercado. Estaba desayunando en la posada cuando entró lo que parecía un heraldo enunciando el ajusticiamiento para esa misma mañana. Con la boca hasta arriba de pan, dio un largo trago a la cerveza que tenía al lado (y que no era suya), para intentar tragar la masa que se le había formado. Salió corriendo por la puerta lateral en dirección al cobertizo en el que se encontraban sus cosas. Cogió a pulso dos cajas repletas y se dirigió a tientas, con la vista tapada por la carga, hacia su sitio en la plaza.

Como bien había imaginado, el mercado poco a poco fue llenándose de fisgones y entrometidos que querían ver la condena. Astuto como siempre había sido, alargó hacia el exterior la lona todo lo que pudo, creando una zona resguardada delante de su mercancía. Algunos transeúntes se arremolinaban intentando protegerse de la lluvia, momento en el que Saru lograba encandilarlos para vender cualquier cosa que pudiera.

–¡Oferta especial por día de ajusticiamiento!, ¡Se me acaban las existencias! –El mediano metió la mano entre los objetos y sacó una pequeña plancha de madera. Frunció el ceño, caviló durante unos segundo, y continuó con la diatriba alzando elmadero. ¡Compren una réplica del cadalso para enseñar a vuestros hijos que les pasará si no se portan bien!, ¡Hoy solo cinco monedas, cinco monedas! –Una mujer se había acercado, pero no parecía muy convencida. Para usted, tres monedas. Con esos ojos que tiene compensa lo demás.–Saru sonrió ampliamente. La señora se sonrojó y asintió. Rebuscó en una bolsa y tendió las tres monedas. El comerciante, una vez recogido el dinero, se olvidó de ella y ya estaba buscando otra cosa que vender. –¡No se queden sin su recuerdo de la ejecución del malvado malhechor!.– Continuó vociferando entre el gentío que se amontonaba esperando a que el verdugo bajara el mandoble.

El caballero era Sir Isteval. Mientras que el elfo se trataba de Sir Darflin Floshin, el agraviado por los actos del condenado.

En cuanto a los tatuajes que portaba Arvik por todo su cuerpo era algo de lo más misterioso para todos los allí presentes. Incluso Lideon y Kvothe, que algo de conocimiento tenían sobre la materia, desconocían de qué se podía tratar más allá que simples tatuajes.

Saru, por su parte, trataba de sacar tajada de la situación y vender alguna que otra baratija entre los congregados, aunque no parecía tener mucho éxito. La gente estaba centrada en la ejecución que estaba por llegar, algo nerviosa por la presencia del mago, y desde luego bastante irritada por la lluvia, así que no se encontraba ante una audiencia receptiva para realizar sus ventas.

El sonido de la tormenta no puede ensordecer los gritos de la multitud. La gente empieza a revolverse y gritos de ¡Matad al mago! suenan por toda la plaza. Una anciana a vuestro lado grita también ¡la basura para los gusanos! al tiempo que lanza un tomate maduro hacia el cadalso.

Un pesado carruaje tirado por caballos ricamente enjaezados y rodeados de guardias se detiene al lado de la multitud. A través de las ventanas cubiertas de gotas de lluvia podéis ver el pálido rostro del Duque Maldwyn, que permanece atento a todo el proceso.

Cuando la cuerda se aprieta alrededor del cuello del mago, los tatuajes en su piel empiezan a culebrear. La gente grita de terror, y Sir Isteval empuña su mandoble. Momentos después, el caballero le hace una seña al verdugo para que este abra la trampilla. Una corta caída y el sonido seco de su cuello partiéndose traen el final del mago. Un relámpago brilla en el cielo y por un momento medio esperáis que el cuerpo del mago desaparezca en un estallido de humo, pero no es así y su cuerpo permanece balanceándose al final de la cuerda, con los tatuajes inmóviles por fin.
¡A los nueve infiernos con él! Grita la aldeana a vuestro lado que le había tirado el tomate maduro.

El caballero parece más relajado mientras la multitud comienza a dispersarse...

Ahora el draconiano lo había recordado, el elfo noble es Sir Darfin, quién se había visto afectado por el ataque, supuestamente dirigido por el mago tatuado al que iban a ejecutar, antes de que pudiera comentarles a las jóvenes quién era el elfo, un felino se les acerca haciendo todas las preguntas existentes...

La aparición del carromato del Duque llama su atención, al parecer no queda nada para ponerle fin a la vida del malhechor, y la gente lo hace sentir, los gritos y lanzamientos de vegetales al condenado están en su peak. Los gritos de enojo se transforman en terror cuando la cuerda toca el cuello del condenando, los tatuajes cobran vida! - ¿Qué clase de magia oscura es ésta? -se pregunta para sus adentros el druida, mientras intenta identificar el antinatural fenómeno.

Todo acaba muy rápido, la apertura de la trampilla, ese sonido que marcaba el fin del hechicero, y un relámpago en el cielo oscuro para marcar el fin del morboso espectáculo. Se queda un momento intentando percibir los detalles de lo que ha pasado, si algo llama su atención o le parece fuera de lugar, pero no puede notar nada extraño

Se queda en la plaza esperando el momento para acercarse al elfo y consultarle acerca del mago, pues todo nuevo conocimiento ayuda al druida

La verdad es que esperaba que esas dos hermosas damas me explicaran un poco todo, pues salvo mis canciones a veces era muy despistado con los señores y demas hombres de la ciudad ya que no hacia mucho que habia llegado al pueblo ..., sin embargo el fatidico final llego en espera de respuesta y lo peor era los extraños acontecimientos, los tatuajes en movimiento, los sucesos extraños en medio de todo aquellos, algo que si bien no era de mi interes, si que incitaba mi zona mas curiosa de bardo ...

- Espero que todas las ejecuciones en la ciudad sean asi, sino creo que no me quedare demasiado en este pueblecito .... - para despues dar una leve sonrisa

 -¿Eh? -la guerrera miró al dracónido con los ojos abiertos- ¿Ese es Sir Isteval? ¿En serio?

Magd entrecerró los ojos para mirar más atentamente al caballero enfundado en su armadura, reconociendo finalmente quiénes eran tanto él como el elfo.

 -¡Es cierto! Con este chaparrón me estaba costando verle bien la cara. El elfo es… ¿Sir Darflin? Eso creo, esta lluvia tan densa hace que no pueda ver con claridad.

Porque otra persona podría ver mejor con cualquier clima, pero cuando llevabas gafas que se llenaban de gotas de agua, pues era difícil ver las caras lejanas con claridad. Menos mal que para combatir usaba todos sus sentidos para localizar al enemigo y no sólo la vista o hace tiempo que sus huesos estarían descansando en una fría tumba.

Mientras Magd hablaba con el dracónido y la otra muchacha, un felino se les acercó para charlar también. Sin embargo, la guerrera no tuvo tiempo de contestarle, ya que los gritos de terror de la multitud hicieron que inconscientemente echara mano al mango de su mandoble. Se retiró el agua de las gafas para poder ver qué estaba pasando y se quedó paralizada al ver el antinatural movimiento de los tatuajes del condenado.

 -¿Qué demonios es eso?

Entonces el verdugo accionó la palanca que puso fin a la existencia de aquel hechicero, dejando su cuerpo sin vida colgando del cadalso. Magd respiró hondo, soltando la empuñadura de su espadón. Los tatuajes volvían a estar inmóviles ahora que el mago había muerto y la muchedumbre comenzaba a dispersarse. Fue entonces cuando vio el carruaje del duque. ¿Quién diantres sería ese brujo y qué debía de haber hecho como para que el propio Duque quisiera asistir a la ejecución? En los próximos días seguro que circularían infinidad de rumores de bocas a oídos de comadres chismosas.

 -Creo que necesito un trago… -la mercenaria miró a los otros tres con los que había estado conversando durante la ejecución- Y seguro que a vosotros tampoco os viene mal. Conozco una taberna estupenda para refrescarse el gaznate a cubierto de la lluvia.

El felino hizo un comentario acerca de las ejecuciones en el Vado de la Daga al que Magd contestó riendo.

 -Créeme que ésta es la primera vez que se ve algo así por aquí. Las ejecuciones públicas no es que sean muy frecuentes en este pueblo, menos aún la de un mago con tatuajes serpenteantes.

Escuche con atencion a la voluptuosa guerrera, me alegraba escuchar que aquello no era normal, ni el cadalso, ni tampoco siniestros y horripilantes hechiceros con tatuajes vivos ..., sin embargo la penuria de mi corazon desaparecieron cuando la guerrera propuso ir a beber algo ...

- Sin ninguna duda es una guerrera muy habil, tras esta situacion, tomar algo en la posada es la mejor ... IDEA ... -

Al principio no reparé demasiado en ellos, no más de lo que la lluvia permitia escrutar de un primer vistazo a unos desconocidos con los que intercambiar unas palabras. Todo ello mientras se preparaban a ajusticiar a un prisionero de lo mas peculiar, ¿Tatuajes de serpientes?. Curioso, muy curioso.

- He oído hablar bastante de ellos aunque no los imaginaba así.- Respondí escueta, pensativa y sobretodo expectante, en medio de gritos e insultos que se sucedían hacia el prisionero.

Inesperado era quien se unía a contemplar el espectáculo. ¿Tan importante era ese mago para que contáramos con una presencia tan ilustre?. Eso picó mi curiosidad sin duda.

Mentiría si dijera que no me tensé, preparando mentalmente un hechizo de combate ante la visión serpenteante que infundía peligro. Y aunque la cuerda puso fin al momento de tensión con la muerte por bandera, me quedó un mal regusto en el cuerpo. Así que hice memóría, tratando de encontrar relación entre el suceso y el mundo mágico que conocía de tantos escritos.

La propuesta de la mujer se me antojo por un lado inesperada, pero por otro lo mejor de esa velada tan funesta. - Un trago no viene nunca mal, te hace entrar en calor.- Sonreí  ya volviendo mi atención hacia tan variopinto grupo que habíamos formado ahora que la turba hambrienta de sangre había quedado complacía y de seguro se dispersaba.

Esperando la respuesta del resto repasé mentalmente un par de ideas en mi cabeza, así como el deseo de visitar al conocido mago que vivía en la torre tras los muros de la ciudad.* Pero, en todo caso no sería hoy bajo esta lluvía.

Kareen, que estaba más familiarizada con la magia arcana pudo concluir que el movimiento de los tatuajes no era más que pura ilusión. No se produjo el lanzamiento de ningún hechizo por parte del mago, puesto que estaba con los ojos y la boca cosidos (una práctica muy común para evitar que los condenados embauquen a sus verdugos con algún conjuro), sin embargo el movimiento serpentino de los tatuajes era automático, una práctica básica que utilizaban algunos hechiceros que consistía en desencadenar un efecto visual al más mínimo contacto para asustar a los pueblerinos e incultos que no entendían de ese tipo de artes.

La muchedumbre comenzaba a disiparse y Magd propuso ir a tomar algo caliente a una taberna. En ese momento, un jinete montado en un caballo negro entró a todo galope en la plaza, sorprendiendo a todo el mundo. Parecía dirigirse directamente hacia Sir Isteval.
“¡Mi señor!, ¡Mi señor! ¡Terribles noticias!, ¡la baronía de Cromm ha sido atacada por un dragón negro!”

Portador de malas noticias, el jinete consiguió atraer la atención tanto de Sir Isteval como de Sir Darflin Floshin, el Duque Maldwyn y un puñado de aldeanos que todavía no se habían ido de la plaza y habían quedado horrorizados ante las palabras "dragón negro".

Todos parecían de acuerdo en ir a tomarse unas buenas pintas de cerveza, por lo que Magd empezó a caminar en dirección a la Dama Fortuna, la que para su gusto era la mejor taberna para pasar un rato agradable.

Sin embargo, no había dado ni dos pasos cuando un caballo negro apareció galopando en la plaza. Instintivamente, la guerrera se apartó de su camino sobresaltada por su repentina aparición. Estaba claro que hoy no era un día para dejar la guardia baja…

El hombre que llegó montado en aquella bestia, la guió hacia Sir Isteval para darle una noticia que dejó helado a todo el que estaba lo suficientemente cerca como para escuchar.

 -¿Un dragón?

Magd miró incrédula primero al mensajero, luego al noble Sir Isteval y después a sus recién conocidos camaradas.

 -¿Lo he oído mal o ese hombre ha dicho que hay un dragón negro en Cromm?

Aquello era malo. Muy malo. ¡Más que malo! La aparición de una criatura como aquella implicaba muerte y destrucción en la zona que tuviera la desgracia de verle aterrizar. La guerrera miró al resto del grupo e hizo un gesto de disculpa.

 -Me temo que habrá que dejar ese trago para otro día. Ahora tengo cosas que hacer.

Y tras decir aquello, Magd Bruhne se encaminó hacia Sir Isteval, para ofrecer su ayuda frente a tan peligrosa amenaza. Porque quedarse de brazos cruzados mientras gente inocente estaba en peligro no iba para nada con ella.

Saru palpó la pequeña bolsa que colgaba de su cinturón. Aunque tenía algo más de peso que al comienzo del día, no era lo suficiente como para saciar los placeres mundanos del mediano: apuestas, beber. El espectáculo ofrecido por el mago ejecutado, con un poco de ayuda de la climatología, habían espantado a los posibles clientes. Por si fuera poco, el carruaje del Duque había aparecido, quien no vería con buenos ojos los productos ofrecidos por Saru si se llegara a percatar. 

Chasqueó la lengua y empezó a recoger los trastos que se esparcían sobre el tablero que hacía de mesa improvisada. La jornada era propicia para las calamidades y poco tardo en suceder una nueva. Un caballo negro entró al galope, su jinete gritó lo suficiente para que toda la plaza del mercado se enterase. Y entre los que lo habían escuchado estaba el mediano comerciante. Hmmm… tal vez pueda sacar algo de provecho del desafortunado ataque. No en vano la Baronesa Wynne ha hecho renacer esa aldea. Saru se rascó la barbilla y asintió para si mismo. Arrastró todo lo que quedaba encima de la mesa sin demasiada atención y de una patada puso la caja atestada de trastos a resguardo de la lluvia. 

Miró a quienes seguían en la plaza y cuando se cercioró de que nadie le prestaba atención se acercó con disimulo al foco de la información. Ninguno de los reunidos parecía percibir al mediano, hasta el punto de que si hubiera querido podría haberle sacado un moco a Sir Isteval y no se hubieran dado cuenta.

Cuando la guerrera se disculopo en cierto modo sabia cual era su objetivo ... 

- te acompañare, un bardo que no va donde esta la aventiura no puede crear baladas y canciones de gesta que se escuchen a lo largo del mundo 

LA suelto, para acompañarla a su lado, y acercarnos al alto elfo que tenia cara preocupada tras las nefastas noticias del Dragon ..., ya estaba incluso pensando ya el nombre de la cántica ..., "El Dragon Negro de Cromm" , solo sustituible si fuera testigo de alguna heroicidad que me llevara a camtar sobre un aventurero y no sobre la gargantuesca amenaza

Un truco para niños, eso es. Me dije al comprobar que todo había sido una mera ilusión, inofensiva desde luego, ideada para asustar a la mayoría de observadores.

- ¿Un dragón?.- Miré de soslayo a la fornida mujer al preguntar al unísono, pues ambas habíamos reaccionado de la misma manera ante tan funestas noticias.

- Eso es lo que parece que ha dicho.- No tenía ningunas ganas de meter mi nariz en el camino de un Dragón, pero algo me decía que se habría una oportunidad si me quedaba como el resto y me acercaba a saber mas.

- Si la idea es afrontar a la bestia puede que no veamos otro dia para tomar nada.- Lo que me decía, estaba siendo un dia malo, como el resto desde que comenzara la maldita lluvia y ahora que parecía que iba a mejorar volvía a torcerse y de que manera.

Antes de que Kvothe pudiera acercarse al elfo para consultarle acerca del mago, y de los acontecimientos que lo habían llevado a tan dramático final, una de las jóvenes propone la idea de ir a la taberna a resguardarse de la lluvia, y refrescar la garganta, lo cuál suena tentador, pero el jinete que irrumpe en la plaza cancela las intenciones del grupo por ir a beber unas cervezas

El Druida no puede creer que uno de esos seres malignos esté atacando un poblado cerca - no dejaré que uno de éstos malvados seres se salgan con la suya, si lo puedo evitar - pensó, pues aborrecía a éstas criaturas que disfrutaban generando destrucción en dónde se asentaban, muchas veces por placer, alterando todo el ecosistema de forma antinatural, lo que chocaba directamente con las creencias del dracónico, por lo que no duda en acercarse a Sir Isteval y ofrecer su ayuda

Las malas noticias no solo atraen vuestra atención, sino también la del mismísimo Duque que baja presto de su carruaje y se acerca, al igual que vosotros, a Sir Isteval y el jinete (acompañado por cuatro guardas que sostienen una lona para impedir que el duque se moje).

Las noticias del ataque desatan el pánico entre la muchedumbre de la plaza del mercado. Mientras la gente se desperdiga inmediatamente en busca de refugio, el Duque Maldwyn trata de calmar a la multitud con palabras tranquilizadoras. Mientras tanto, Isteval ordena a los miembros de la milicia de la villa que recluten a clérigos y a soldados para marchar hacia la Baronía de Cromm.

Hay otro destello de un relámpago cuando Sir Isteval se percata de vuestra presencia. 
- “Veo que no sois ciudadanos de a pie ya no huis aterrorizados ante tan funestas noticias. - Os observa con detenimiento y se fija en concreto Magd a la que reconoce al instante - ¡Magd! ¡Alabados sean los dioses! Lamento que tengas que verte envuelta en una situación así en un día de permiso como hoy, pero nos vendría muy bien contar con tus capacidades. La Baronía de Cromm está bien defendida, pero un dragón puede ser una amenaza demasiado grande incluso para la baronesa Wynne. Si no tenéis ningún otro asunto que solucionar, nos vendría bien que tú y tus acompañantes nos echarais una mano. Soy Sir Isteval - dice el caballero ya dirigiéndose al resto de vosotros - ¿A quienes tengo el placer de conocer?” - pregunta con educación y tratando de mantener la calma en un momento en el que todo a vuestro alrededor es un tanto caótico.

Pese a su edad, pues ya no era un niño, Sir Isteval no defraudaba en las distancias cortas. Aquellas lenguas que alababan su porte varonil no mentían. Seguía teniendo un "algo" de lo mas sexy.

Me llamó la atención el trato cercano y de reconocimiento del Caballero hacia la mujer con la que habíamos estado conversando durante la ejecución. Eso quería decir algo que ya había intuido y es que no era una aficionada ni una campesina.

- A pesar de estas circunstancias tan aciagas es un placer conocerle Sr. Isteval. Mi nombre es Kareen Stronghorm. Tan solo soy una viajera de paso, una que esta dispuesta a ofrecer su humilde ayuda ahora que ha escuchado y visto los problemas que acechan estas tierras.-

No se me escapaba la cercanía del Duque, quien junto a su escolta perdía su tiempo con palabras de ánimo para la asustada población de la villa que aún se resistía a abandonar la plaza.