Partida Rol por web

 - Cierto. - Respondí sonriente. - ¿Y que te apetece hacer mientras esperamos a encontrarnos con tu hermano?.

- Pues podemos hacer el amor - Mara clavó una mirada maliciosa en Darvin para ver la reacción de Darvin.

Sonrió y golpeó el hombro del iniciado.

- Anda, vayamos a comer algo, campeón - rió divertida mientras continuaba el paseo.

 Por un momento me quedé petrificado por su respuesta, muy poco propio de ella, pero luego quedó claro que bromeaba:

 - Muy graciosa, vale, conozco un buen sitio cerca, sirven la mejor carne de la ciudad...

 Y también tiene las mejores y más hermosas bailarinas, todas ellas de todas las razas, pero no dije nada, es iba a ser mi pequeña venganza.

- Me parece bien - replicó con un movimiento coqueto.

 Llegamos al establecimiento, que estaba lleno a rebosar, con el rico aroma de la carne asada flotando en el ambiente. Por suerte yo era un asiduo del lugar y el dueño nos consiguió un buen sitio, justo enfrente del escenario, donde Daiva, una hermosa y atractiva elfa, encandilaba a los presentes con su hermosa y sensual danza, en la que solo cubría su cuerpo con unos velos.

 - Espero que te guste el ambiente, de lo contrario nos podemos ir... - Dije, sonriente, sabiendo que ella lo rechazaría, ya que su orgullo le impediría demostrarme que me había anotado un tanto en nuestra pequeña guerra de pullas.

A vistas de la información obtenida parece que mi suposición de que el templo se encontraba en el bosque alto era erronea. Era otro bosque. Bueno, no suponía mucho trastorno. Por ahora Darvin parecía tragárselo todo así que no creo que me cueste mucho convencerle de mi "error de calculo"

Por ahora solo me restaba volver a la posada donde me había citado con Darvin y mi hermana. Por el camino voy ensayando mi cara de satisfacción para guardar las apariencias - un polvo es un polvo, aunque sea con una ramera - aunque en parte la satisfacción es real ya que tengo una localización más concreta del templo

Mara lanzó una mirada fulminante a su compañero. Luego esbozó una sonrisa y le dio un codazo, lo suficientemente fuerte como para que hiciera daño a Darvin. Luego añadió con un tono sarcástico:

- Por mi bien, pero temo que de un ataque por el subidón - replica con cinismo - y no acudas a mí para bajarte los calores.

 - Je, je, je, ni se me ocurriría. - Le respondí sonriente, mientras me frotaba la zona dolorida. - Ya, verás, la carne te gustará tanto que volverás...

 En ese momento, el tabernero se acercó nosotros, con su habitual sonrisa y acento norteño:

  - Saludos, señor Dracopardo, ¿lo de siempre?. Ya sabe que si quiere que la comida le sale gratis solo tiene que...

 - De momento trae carne para dos, luego te diré si mi amiga le interesa tu promoción, gracias. - Le interrumpí de manera agradaba y de buen humor, dedicándole una sonrisa maliciosa a mi compañera.

 El hombre se despidió con una reverencia, sin perder su sonrisa, y marchó a traer lo pedido.

Conseguiste al menos un mapa de su emplazamiento exacto. Con una sonrisa en la boca te diriges en busca de tu hermana y Darvin. Ahora la cuestión era localizar el establecimiento dónde se encontraban tus compañeros, pero conociendo al mago como lo conocías no te costó trabajo encontrarlos. Allí estaban en el establecimiento que comistéis más de una ocasión sonriendo en una mesa frente al escenario donde Deiva, la hermosa y atractiva elfa, encandilaba a los presentes con su hermosa y sensual danza, en la que solo cubría su cuerpo con unos velos. Se sonreían con complicidad. No te cabía la menor duda de que tu hermana Mara estaba coqueteando con él.

Me acerco donde estaban Darvin y Mara, eso si, sin quitarle un ojo de encima a la bella Deiva y su sensual baile de los velos. Esa elfa si que sabía como levantar pasiones entre los parroquianos.

- Hola, qué tal? Interrumpo algo? - digo metiéndome entre medias de los dos, con una sonrisa de oreja a oreja - No se vosotros pero yo tengo un hambre atroz. Pedimos algo de comer?

 - Nosotros ya lo hemos hecho, ¿donde has estado?.

-En... una casa de citas, por llamarlo finamente. Es increíble la de cosas que nos estamos perdiendo mientras estamos encerrados en la torre de nuestro maestro. ¡Deberíamos pedirle más tiempo libre! ¿Qué habéis estado haciendo vosotros?

-Camarero, ponme una jarra de cerveza y un filete bien asado.

 - Paseando, hasta que hemos parado aquí a comer algo. ¿Y cual de las "casas de citas" has estado visitando?.

- Una de los barrios marginales. Me gusta el riesgo, ya sabes.

- Es una tontería, ¿al menos has usado un conjuro para evitar enfermedades venerea?.

Un conjuro? Se pueden usar conjuros para esas cosas también? Y yo usando tripas de salchichón hasta ahora... tengo mucho que aprender. Amigo mío me tienes que enseñar ese tipo de conjuros - le digo riéndome y dándole unas palmadas en la espalda.

 - Supongo que no eres tan listo como te crees. - Le respondí con una sonrisa victoriosa. - ¿Sabes que en este local nos darían toda la carne gratis que podríamos comer si tu hermana aceptara que una de las bailarinas bailase sobre sus rodillas?... Aunque imagino que no andará por la labor...

 Era la famosa oferta de la carne...

Mmm... me parece un precio ridículo por un premio tan suculento. De todas formas aunque eso fuese verdad, y conociendo a Mara, no creo que llegásemos a comer carne gratis en este local, Darvin.

 Ignorando las miradas asesinas de la chica, respondí a mi compañero, fingiendo resignación, aunque por dentro me partía de risa:

 - Si, probablemente tengas razón...

- No seas estúpido, Darvin - replicó Mara atestando un duro golpe de codo sobre el brazo del mago -  por tan poca cosa no me rebajaría a alimentarte con fantasías sexuales sobre tan patética escena. 

El semblante de Mara parecía serio, apagado. Había estado algo ausente durante la conversación de los dos magos y se mostraba distante y diferente.