Partida Rol por web

Intento derramarr sangrre sin permiso en el templo de Korrd y Nestorr lo hizo desaparrecerr. Contesta amablemente el joven guerrero.

Todavía no había amanecido y ya se podía sentir la tormenta, olía a lluvia y se podía sentir la fiereza del aire.

Miss D entendió que en aquel lugar no podía hacer  mucho mas que saludar cortesmente a las personas que tenia cerca y emprender un nuevo rumbo en busca de refugio y sabiduría con la naturaleza.

-Buenos días señores. dijo al pasar y abandonar el cementerio.

Entonces por lo visto usted sabe más que yo. Dijo asintiendo sin añadir nada más. Aquel hombre parecía muy silencioso.

Viendo que aquí no iba a sacar nada en claro, decido ir a otro lugar a para seguir explorando la ciudad.

Una verja de hierro colado, con una parte superior adornada con un estilizado diseño de hojas, rodea una gran parte de la ciudad. En su interior, hileras de lápidas bordean sinuosos caminos y serpentean entre tres colinas bajas, en cuyas cimas se alzan sustuosas criptas de piedra. El cementerio de Tormentos Cristalinos está bien cuidado, pero sólo recibe visitas de vez en cuando (excepto en días de funerales). La mayoría de personas enterradas aquí pertenecen a la clase media; los ciudadanos de las clases más bajas no suelen poder permitirse entierros y pagan por la cremación de sus seres queridos, o dejan que los barrenderos se hagan cargo de ellos. Las sencillas cámaras de piedra pertenecen a las familias menores de Tormentos Cristalinos, mientras que las más importantes cuentan con criptas familiares en sus propias haciendas.

Un anciano patrulla y cuida el cementerio. En su cara y cuerpo tiene una inusual cantidad de vello.  A pesar de su edad se le ve un hombre fuerte y robusto capaz de mantener el cementerio seguro. No te dice nada ni parece acercarse a ti cuando te ve llegar.

...y depende de cómo sea el cliente se le sirve una endecha de estilo frandoriano, chiloguniense, rematando con llantos desesperados, discretos, en tono tenor o barítono. A veces hay que llorar en tono de bajo, y no crea que no es difícil: la tradición es compleja, muy compleja. Los enanos requieren mucha cerveza y un festín, pero solamente si el muerto se ha marchado con honor. En todo caso, saberse sonar artísticamente la nariz es siempre importante.

Vaya, he aquí el lugar. Y dígame, señor, ¿me contará más por lo menudo en qué nos estamos ocupando?

- Por fin...- Ramase elevó los ojos al cielo cuando Morunom dejó de parlotear para ir al grano.- Nos estamos ocupando en esclarecer unos extraños sucesos acaecidos en el cementerio.- Ramase usaba un tono pomposo dándose más importancia de la que tenía, pero sin ocultar su descaro.- Al menos de eso me he enterado por los chismorreos de la ciudad. Ya estuve aquí una vez y el guardián del cementerio es un hombre...ehm, cómo decirlo... bastante celoso de sus dominios.- Dijo lanzando una mirada suspicaz al trovador.- No he podido conseguir, aún, el permiso para trabajar aquí, pero quiero adentrarme para echar un vistazo. He ahí donde entras tú y esa audaz lengua de la que haces gala. ¿Crees que podrás hacerlo? ¿Tienes remilgos en  falsear la verdad?Por mi parte siempre he considerado que el fin justifica los medios.- Decía mientras mostraba a Morunom el arco que le había ofrecido de recompensa.

Un puñetero arco, pensaba, ocultando su pensamiento lo mejor posible. Dónde hay que llegar para ganar media moneda de plata. Dónde.

Si usted, señor, me cuenta el cuento que hay que decir al vigilante, si es que tiene alguno, lo intentaré. Si es necesario que fuerce mi materia gris para inventar alguno, deme toda la información que pueda y dígame exactamente qué desea hacer. ¿Vamos a pasar aquí la noche o algo?

- ¿Has conocido al alcalde de la ciudad, Erolin Timertikos?- Era una pregunta de la que no esperaba respuesta así que continuó.- Yo sí he tenido ese placer. A cambio de poder ejercer mi profesión me encomendó una misión que ya está ejecutada.- La misión había sido un éxito, o eso creía Ramase, aún reticente a comprobarlo del todo después de lo que había escuchado por ahí.- Pero la burocracia en esta ciudad tan enorme es un engranaje oxidado y que se mueve muuuy lento. Quiero acelerar un poco las cosas sin hacer daño a nadie, por supuesto. De esta manera podré pasearme por el cementerio sin tener que esperar eternamente a que llegue el permiso. No es nada complicado, símplemente debes seguirme la corriente y hacerte pasar por escolta mía. Utilizaré la magia para tener el aspecto del alcalde y ordenarle al guardia del cementerio que nos deje echar un vistazo. No pasaremos la noche aquí en el cementerio, por eso puedes estar tranquilo. Pero ya que estás aquí, y seguro que sabes hacer más cosas que de comparsa, me gustaría que me acompañases a ver si descubrimos algo interesante que pueda reportarnos una recompensa, que cobraríamos a medias claro está.- Ramase no había tenido mucho tiempo para estudiar detenidamente al alcalde pero esperaba que el encargado del cementerio no pusiera demasiadas pegas si conseguía un buen disfraz. ¿Quién osaría poner en tela de juicio las palabras del máximo representante de Tormentos Cristalinos? La única pega que veía era su compañero. No había conseguido nada más intimidante de lo que estaba a su lado. Con el lado romo de la lanza Ramase golpeaba suavemente el pecho del trovador para corregir su postura.- Hincha el pecho, no sé, yérguete para parecer más amenazante...

De acuerdo. Así que soy vuestro guardaespaldas, ¿no? Entonces lo único que desentona aquí es mi laúd. Debe llevarlo usted, señor. Déjeme ese arco. ¿No hay carcaj con flechas? Entiendo que las armas las debo llevar yo, que se supone que soy el profesional. Tenga, cuidado no lo golpee contra esa lápida, se lo ruego. Se puso un pañuelo anudado bajo el sombrero a la manera de los mercenarios, para que el pelo no fuera un problema en las peleas (para que no les agarraran). Trenzó y peinó sus bigotes, ya que solía ser cosa de mofa para esa gente el desaliño. Se remetió la camisa y ocultó las zonas descosidas bajo los sobacos. Lustró las botas, el latón del broche de la capa y el cinto. Puso la espada, las botas, la capa y los calzones tal y como era costumbre que la llevaran esas compañías. Creo que podré pasar por un espadachín sin enseña. Sin trabajo, señor. Infantería ligera, suelen servir de mensajeros y cosas por el estilo. Hacen estragos en las tabernas. He tratado con ellos a menudo.

Pero para ser tomado por uno de ellos lo importante era la actitud. Su rostro y su cuerpo ensayaron varias posturas ligeramente diferentes la una de la otra, hasta que (al menos para él), su mirada se perdió en la lejanía presa de un desinterés total por todo lo civil y pareció que le habían metido por el culo el palo de una escoba.

Si no es usted un experto, quizá sería mejor quedarse en segundo plano y que yo mismo le de el mensaje de viva voz al tipo. Con que le vea la facha bastará. Entiendo que todo un alcalde no se rebaja a hablar con guardianes de tres al cuarto, pero usted mismo.

Ramase observaba divertido, con una media sonrisa, como Morunom tomaba el aspecto y la actitud de un soldado de infantería ligera. Descolgó el arco de su espalda, junto con el carcaj y unas flechas, y se las tendió al hábil embaucador. Con cierto desdén tomó su laúd y lo colocó donde no le estorbara. Gracias a la magia de su conjuro el instrumento musical pasaría totalmente desapercibido. Por otro lado, el cuerpo del humano era un saco de huesos y siempre caminaba encorvado cual viejo decrépito ayudado de su lanza. Sin embargo, él también corrigió esos pequeños aspectos que podían marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso y se irguió haciendo crujir su escoliada columna alcanzando una altura mayor de la esperada. Así, su aspecto y presencia era mucho más intimidante que antes.

- Antes de hacer uso de la magia, localicemos al guardia, no estoy como  para cometer excesos.- La salud de Ramase dejaba mucho que desear y canalizar la magia divina no era un asunto baladí.

Noshi se acercó hasta el "alcalde" y su "escolta". Los miró de arriba a abajo, pero su rostro parecía sumamente inexpresivo. Les saludó cordialmente, sin decir palabra, y se quedó junto a ellos a la espera de que dijeran la razón por la que habían venido.

El caso era que no teníais muy claro si sospechaba algo, si le daba igual, o si os estaba tratando de poner a prueba.

En cuanto divisaron al guarda del cementerio Ramase se lanzó el hechizo. Sintió como se canalizada el poder de su dios a través de su cuerpo y sonrió de placer. Al acabar le comentó a Morunom su intención de decirle al guarda que dejara pasar a Ramase en caso de que apareciera pro allí. De esta manera, en caso de que se le agotara el efecto del conjuro antes de salir del cementerio, podrían inventarse algo. Había llegado el momento.

- Buenos días.- Dijo un enérgico Ramase con la apariencia del alcalde. Aunque no había tenido mucho trato con el verdadero alcalde, conocía bien como se comportaban aquellos que atesoraban el poder en su persona. Mantuvo la cabeza alta y tampoco dio demasiadas explicaciones pues no consideraba que debiera hacerlo, como bien decía Morunom.- Vamos a echar un vistazo. Asegúrese de que nadie nos moleste excepto...- Hizo como que dudaba al recordar el nombre.- ¿Cómo se llamaba su compañero? Ramase, ¿verdad? Ambos van a ayudarnos con la investigación de lo ocurrido aquí últimamente.- A partir de ahí dejó que el bardo llevara la voz cantante, por si quería hacer alguna pregunta al guarda.

Cuando Ramasé le comunicó su intención, ya a la vista del guardián, Morunom se cuadró intentando que pareciera que lo había hecho así toda la vida de los dioses. En presencia del maromo pensó: seguro que este tipo no tiene pelos en la lengua. Rechinó ligeramente los dientes. Mal chiste Morunom. A todo esto, permanecía ahí a pie firme, como una farola. La vista en lontananza y toda esa mierda. Eso. Procuró pensar en mierda, violaciones, trincheras, cerveza. Cosas de soldados. En su papel.

Si señor, Ramasé, dijo con voz átona cuando su "jefe" se dirigió a él.

Noshi se quedó sorprendido ante las palabras del alcalde. ¿Ramase, quién es ése? Preguntó mientras escrutaba con curiosidad al supuesto alcalde. Algo le empezaba a mosquear en aquella situación, todo parecía muy sospechoso.

¿Y a que se debe vuestra presencia aquí? ¿Y qué se supone que ha ocurrido aquí últimamente?, porque por lo que se ve yo no me he enterado de nada...

Algo parecía estar saliendo mal en el plan, porque Noshi empezaba a sospechar de ambos.

- Por eso mismo hemos tenido que contratar a alguien para investigarlo...- Contestó fríamente el supuesto alcalde. Estaba claro que el encargado del cementerio no se enteraba de nada. Los rumores acerca de los extraños sucesos acaecidos en el cementerio eran ya "vox populi" en Tormentos Cristalinos.- Ramase llegará en unos minutos, hemos concertado una cita con él aquí, lo reconocerá fácilmente por llevar una guadaña a la espalda. Será el encargado de investigar los extraños acontecimientos sucedidos en el cementerio últimamente. La gente está asustada y debemos, al menos, aparentar que hacemos algo.- Miró a su guardaespaldas y asintió.- Nosotros nos vamos adelantando.

Si, señor, repitió Morunom, muy en su papel.

Mierda, violaciones, trincheras, cerveza. Cosas de soldados. Qué dura es la vida del soldado: estar plantado como un poste toda la puta vida te hace juntar una enorme cantidad de mala leche. Alégrame el día, cabrón. Dime que no puedo pasar. Reconcentrado en su rostro todo ese pensamiento, solamente revelado por un milimétrico movimiento de la ceja, Morunom avanzó como algo inevitable, fatal, como si, una vez dada la orden el alcalde, el tipo ese peludo fuera humo.

Un momento. Dijo el guarda. Habladme en qué consiste eso de lo que habláis, no sé cuáles son esos extraños acontecimientos. Yo os podría acompañar y ayudar a investigarlos, no hace falta que os manchéis las manos vosotros.

Ramase, el alcalde, se giró hacia Noshi con cara de pocos amigos y altanería.

- He dicho que esperes aquí hasta que llegue Ramase.- Dijo perdiendo la paciencia.- Si no sabes ni lo que pasa aquí, que es "vox populi" en la ciudad, no esperes que te encargue la tarea. Ramase es un hombre competente. Cuando él llegue que te cuente lo que considere oportuno y podrás ayudarle si te lo permite. Tiene mi total confianza en el asunto, ¿queda claro?- Esperó a que Noshi agachara la cabeza, o diera muestra de sumisión a su mandato, para continuar.

Morunom se limitó a subrayar las palabras del "alcalde" con una mirada de pescado muerto, las rodillas ligeramente flexionadas como si tal cosa y la guarda del arma desembarazada para la ocasión que se pudiera dar.

Si el alcalde deseara hacerte partícipe de lo que sabe, ¿no lo haría, mequetrefe? parecía trasmitir su actitud.