Partida Rol por web

Ya casi todos se habían marchado y Zarus no quería quedarse a atrás, ahora que aparentemente la enfermedad no estaba relacionada con los lagartos, lo mas sensato era ver el tema de la posada donde había estado tanto Argot como Intissar y tal vez el seguir al grupillo de Lictea sería lo mejor hasta no encontrar algo mas concreto.

Disculpe... dice al embajador Que sería lo mejor que puedo hacer con este cadáver? Era una pregunta de descarte, si el lagarto le daba igual ya significaría algo para el joven Zarus, al fin y al cabo esta fallecida criatura compartía su "misma sangre".

Y esta seguro que él o los que lo asesinaron fueron de su tribu o de una tribu rival? Es que he escuchado que los hombres-lagarto son, por decirlo de alguna forma, perseguidos por los Licorambarino.

Argot aún no se marchó de allí. Todavía quería esperar a ver qué es lo que tenía que decir aquel hombre sobre el cadáver que había encontrado. Simple curiosidad.

¿Licorambarino, dices? Quién sabe. Dijo alzando la mirada hacia el techo por donde la luz del sol de la tarde se colaba. Quizá ellos puedan estar implicados. Tienen mucha manía a los de nuestra especie, y aún no comprendo sus razones. Pero creo que nuestra gente no es bien recibida por ellos. Dijo sin tener muy claro quién verdaderamente, podría haber matado a aquel lagarto.

En cualquier caso, lo mejor que puedes hacer con su cuerpo es dejarlo aquí. Nosotros nos encargaremos de incinerarlo y esparcir sus cenizas por algún lago.

Argot se quedó esperando a que aquel chico dijera algo. ¿Sería verdad lo que decía sobre los Licorambarinos? Y si lo que a él le sucedía era algún tipo de maldición que hubiese lanzado aquella familia. Perdona, dijo mirando a Zarus. Quizá ellos tengan algo que ver con lo que ha pasado. ¿Qué te parece si nos vamos a hacerle una visitilla?

Zarus miro seriamente al embajador mientras le hablaba, no esperaba que se tomara con tanta tranquilidad el tema, pues lo que había escuchado en el templo le había hecho pensar que el problema entre esa familia y los hombres-lagarto era severo. Bien entonces lo dejaremos acá dice mientras ayuda a Jorgen a dejar el cadáver en el suelo.

Luego, dirigiendo la mirada a su nuevo interlocutor Si, habrá que ver que pasa, luego podríamos ir a aquella taberna donde coincidiste con Intissar, con algo de suerte podríamos encontrar a alguien mas que haya sido afectado por esta extraña cosa estaba claro que había que agotar las alternativas, pero que había que ser precavidos.

Este gran edificio de ladrillo rojo parece bastante reciente. Dos estatuas gemelas de hombres lagarto de aspecto noble flanquean su entrada.

Hace varios años, la Villa de Tormentos Cristalinos estuvo a punto de ir a la guerra contra una gran tribu de hombres lagarto del sur. La guerra fue evitada por una banda de héroes, quienes descubrieron que los hombres lagarto estaban reuniendo fuerzas para combatir a una tribu de sajuaguines. Para evitar posibles malentendidos entre las tribus de hombres lagarto de las marismas Hool y Tormentos Cristalinos, el consistorio construyó este edificio como embajada para los hombres lagarto.

La mayoría del edificio está abierto al cielo, con grandes patios inundados llenos de vegetación y piscinas para los hombres lagarto. Alrededor de estos patios hay habitaciones y camaretas, así como una perrera para los diversos varanos que actúan como guardianes.

Lictea llegó a la embajada de los hombres lagarto arrastrando del pellejo del cuello a Lico. Como ya había estado allí caminó tranquila buscando a Silark en una de las charcas de las que gustaban los hombres lagarto.

- Buenos días.- Dijo con el tono más amable del que pudo hacer gala.- Tengo que hablar con Silark.- Cuando se encontró cara a cara con el lagarto de mal genio, Lictea le comunicó sus averiguaciones.- Vengo de parte de Daélric, el paja...ejem, el bardo. Sinceramente no sé donde coño se ha metido pero yo no soy de las que deja algo sin terminar. Hablemos en privado, pro favor, no quiero que oigan lo que tengo que decir.- Lictea podía ser basta y algo brusca, pero ponía una gran determinación en aquello que hacía, sobre todo si le interesaba, como era el caso.En cuanto estuvo a solas con el hombre lagarto continuó soltando información.- Por lo que he visto en los campos de los Licorambarino tenéis un problema. Es evidente que los campos se están echando a perder, pero no hay ningún rastro de hombres lagartos por los alrededores. Sin embargo sí que hay huellas de cuervos y varanos, un tipo de lagarto grande.- Seguramente Silark supiera de que hablaba Lictea pero por si acaso lo dijo.- Me parece, así a primera vista, un burdo intento de culpar a los hombres lagartos de los destrozos en los campos. Para ojos inexpertos, sus huellas podrían confundirse. ¿Me entiendes?- Hizo una pausa para ver la reacción del lagarto.-He visto también huellas de una sola persona allí donde los destrozos de los cuervos han sido mayores. Quizá esté usando a los cuervos de alguna manera para destrozar el cultivo y utilizando los varanos para echar las culpas a los hombres lagarto. La pregunta es, ¿quién y con qué intención? Me gustaría investigar más al respecto pero necesito...¿cómo lo llaman aquí en la ciudad?...financiación. Sólo entrar y salir de la ciudad hacia los campos cuesta una pasta y necesitaría algo de ayuda. ¿Qué me dices?

Silark atendió en privado a Lictea, tras la conversación de aquella extraña mujer, le mostró sus afilados dientes, pero esta vez no en forma de amenaza, sino de sonrisa. Gracias por la información. Dijo el embajador. La verdad que lo que estás averiguando me parece una información muy útil y totalmente desconocida hasta ahora. Entonces rebuscó algo entre sus bolsillos y sacó una pequeña bolsa de tela. ¿Esto es lo que quieres, verdad? En el interior había una docena de piezas de oro. Con esto tendrás para entrar y salir de la ciudad unas cuantas veces, e incluso para alojarte en la mejor posada de la ciudad. Creo que no tendrás muchos problemas, y me parece que estás resultando muy útil para la embajada. Así que te doy las gracias, y espero que continúes investigando, pero por favor, no lo hagas sola, si no sabes donde se ha metido ese bardo, busca a otros que puedan acompañarte, tu lobo y tú a lo mejor no sois suficientes. ¡Puede resultar una misión peligrosa!

¿Habéis hablado de esto con los Licorambarino? Quizá ellos quieran saber algo, porque no hacen más que culparnos cuando ya es evidente que nosotros no tenemos la culpa.

Lictea devolvió la terrible sonrisa de Silark con otra de dientes desastrados. Aceptó la bolsita con las monedas con satisfacción por un trabajo bien hecho.

- Gracias. Espero acabar de esclarecer el asunto lo antes posible y no se preocupe, hablaré con los Licorambarino.- La verdad es que podían ser ellos mismos los que hubieran preparado todo si es que tenían algún motivo para odiar a los hombres lagarto, que ella desconocía, así que iba a esperar para poder tener alguna prueba más contundente.- He venido sola con mi hermano lobo pero ya me las arreglaré para encontrar a gente que quiera ayudarme.- Al decir esto último hizo tintinear la bolsita de dinero que le había dado Silark. Estaba segura que en Tormentos Cristalinos por una moneda de oro habría gente dispuesta a ayudar al prójimo. Aprovechando el buen rollo y que la embajada de los lagartos era un lugar mucho más agradable que los que había conocido en la ciudad, Lictea se tomó la libertad de rezar a la Madre para que le otorgara sus bendiciones. Después se dirigió de nuevo a la Catedral de Pelor.

Este gran edificio de ladrillo rojo parece bastante reciente. Dos estatuas gemelas de hombres lagarto de aspecto noble flanquean su entrada.

Hace varios años, la Villa de Tormentos Cristalinos estuvo a punto de ir a la guerra contra una gran tribu de hombres lagarto del sur. La guerra fue evitada por una banda de héroes, quienes descubrieron que los hombres lagarto estaban reuniendo fuerzas para combatir a una tribu de sajuaguines. Para evitar posibles malentendidos entre las tribus de hombres lagarto de las marismas Hool y Tormentos Cristalinos, el consistorio construyó este edificio como embajada para los hombres lagarto.

La mayoría del edificio está abierto al cielo, con grandes patios inundados llenos de vegetación y piscinas para los hombres lagarto. Alrededor de estos patios hay habitaciones y camaretas, así como una perrera para los diversos varanos que actúan como guardianes.

Dimdel entró en el edificio con cuidado, sin saber muy bien qué iba a hacer o qué iba a decir.

-Ho...hola. Buenos días- dijo tímidamente. Aunque también cayó en la cuenta, al ver las instalaciones, que si había una embajada así era por algo- No llevo mucho tiempo en la ciudad y mi ignorancia es muy amplia. Lo cierto es que desconocía que hubiera un trato con los hombres lagarto, además, mi primer encuentro con un grupo de los vuestros acabó mal, pues ellos exigían un pago y...-hizo una pausa al ver que tal vez no era el lugar para hablarlo así.

-Vereis, vengo a intentar arreglar algunas cosas que han pasado.

Se sintió muy pequeño en ese momento. No era un chiquillo ni mucho menos, pero se sentía poca cosa sin el apoyo de sus amigos. Había llegado solo a la ciudad y había hecho contactos y conocidos, pero cuando conoció a Mai-Cor y Mordrogath, en seguida se acostumbró a la situación que apenas duró unos días. Parecía que había llegado hacía un siglo a la ciudad.

-Sinceramente, quiero arreglar algunas cosas que han pasado en mi presencia.

¿Cuáles? Le dijo uno de los hombres lagartos que estaba cerca de la forma más seca e impertinente posible. No parecía que estuvieran muy contentos de verle.

Dimdel se encontraba cada vez más pequeño en ese lugar y la respuesta seca del lagarto provocó que tragara con fuerza.

-Pues verá- dijo intentando mostrarse seguro de lo que hacía- en estos días, he formado parte de un par de expediciones que han salido de la ciudad en distintas direcciones. En la primera, un grupo de hombres lagarto- hizo una pausa en ese momento- sinceramente no se si tenéis alguna forma distinta de denominaros a vosotros mismos y os pido disculpas.

El gnomo carraspeó un poco antes de continuar.

-En la primera, un grupo de hombres lagarto, no se si en dirección norte no recuerdo, nos cortó el paso con exigencias de pagar por pasar por allí. Recién llegados a este lugar, los que íbamos en el grupo lo tomamos como un ataque. Uno de los nuestros, un buen amigo mio, decidió solucionar aquello enfrentándose en un duelo a su líder. 

Sabía que aquello podía ponerse feo, pero creía que estaba haciendo lo correcto, lo creía sinceramente y sabía que incluso con Mordrogath, habrían llegado a aquella conclusión.

-Mordrogath, que así se llamaba mi amigo acabó con el líder de aquel grupo, con lo que se dispersó y continuamos el camino.

Casi con lagrimas en los ojos al recordar a sus amigos continuó con su historia.

-En otra de nuestras salidas, caminamos por terrenos pantanosos y nos enfrentamos a extrañas criaturas, pero a la vuelta, descubrimos que un compañero, otro amigo mio de nombre Mai-Cor, había desaparecido. No digo que sea un explorador infalible, pero creíamos que podría haber sido capturado por algún grupo de hombres lagarto. Cuando volvimos para buscarlo, sufrimos varias emboscadas de los vuestros. Al final algunos supervivientes llegamos a la ciudad dejando atrás tanto hombres lagarto como compañeros y amigos caídos.

Hizo una pausa escrutando los rostros de los que le rodeaban. 

-Sinceramente, no soy un guerrero, in un explorador ni un buen aventurero. Llevo un estoque a la cintura, pero son mis canciones y mis palabras las que entreno más comúnmente. He perdido dos personas muy queridas en poco tiempo y no se si esto ayudará a compensar lo que hemos hecho y si ayudará a que nos perdonéis y perdonéis a Mai-Cor, que creo que está capturado por algunos hombres lagartos, pero es lo único que este gnomo perdido puede hacer ahora mismo.

Dicho esto, sacó la corona de oro que tenía Mordrogath y se la ofreció a los allí presentes con su gesto más humilde. 

Era increíble, apenas había llegado hace unos días a la ciudad y sus perdidas parecían vitales y sus vivencias sentía que habían sido mayores que todas las vividas hasta ahora y en ese instante se encontraba haciendo algo que nunca habría imaginado que haría en mil vidas.

Sin saber cómo reaccionarían ante su gesto, Dimdel aguardó y esperó que todo saliera bien.

El hombre lagarto no parecía tener ningún interés en lo que Dimdel le estaba contando. Hablaba demasiado para lo poco que le interesaba, y de vez en cuando hasta se le escapó algún resoplido de aburrimiento. No fue hasta que sacó la corona cuando al reptiliano se le abieron de par en par sus ojos sin párpados. ¿Habéis matado a nuestro rey? Preguntó sorprendido pero no enfadado ni molesto. Y entonces se hizo el silencio en la embajada, y todo el mundo allí presente miró a Dimdel. ¿Cómo lo habéis hecho? ¿Y qué pasó después? ¿Habéis sabido quién ha sido el siguiente es ostentar el trono? ¡Tened cuidado con esa corona, si cayera en malas manos podría ser un peligro para ti, para cualquiera, para la embajada e incluso para toda la ciudad.

-¿qué...co...q...cómo?- dijo dimdel ante el súbito despertar de los allí presentes. Si, era una corona, pero no esperaba que fuera tan importante.

-Yo no maté a nadie, de hecho fue mi amigo Mordrogath de un espadazo, le cortó la cabeza, que no se si eso importa o no y después el resto del grupo se dispersó en el bosque.

Si realmente aquella corona podía ser tan peligrosa ¿qué podía hacer?-

-Necesito vuestra ayuda entonces, si como decís, podemos correr todos un gran peligro si cae en malas manos, seguro que podéis hacer que no sea así ¿es alguno de los vuestros el que os preocupa?-dijo intentado comprender la gravedad del asunto- ¿o es alguien de esta ciudad?¿realmente la corona importa tanto?. Si es así, tal vez podría ser bueno que la guardarais aquí, o hablarlo con el alcalde para tomar la mejor decisión.

Era curioso, Dimdel solo quería entregar aquel objeto para intentar apaciguar a los lagartos y encontrar a Mai Cor a la par de hacer las paces de parte de su persona y amigos y ahora se encontraba en un lío mucho mayor en el que tal vez todos corrieran peligro. Si sobrevivía a todo eso sin duda alguna tendría material para mil historias, pero ¿sobreviviría?

Tráela. Dijo el hombre lagarto acercándose a Dimdel ligeramente nervioso. Yo se la daré a nuestro líder y le diré que se haga cargo de ella. No te preocupes, es mejor que la dejes en la embajada y ya nos encargaremos nosotros de protegerla. No temas, gracias por acabar con ese malvado rey, ahora muchos de los salvajes podrán ser libres.

-¿Salvajes, libres?-preguntó el gnomo dando un pequeño paso atras- Mi amigo Mai-Cor puede estar en manos de alguna banda de esas y necesito que le ayudéis.

No sabía que podía esperar de aquellos seres, no los comprendía del todo, pero aun así parecía algo nervioso su interlocutor, aunque si como decía les habían librado de un gran mal, lo normal es que ese fuera un momento memorable.

-También, no se, no quiero recompensa alguna, pero me gustaría saber sin con este acto me he granjeado el perdón y la gratitud de vuestro pueblo. Como veis, no soy ningún guerrero y si se que puedo contar con los vuestros ahí fuera, aunque sea para cobijarme a cambio de unas monedas, sería algo importante para mi.

Se decía que cuando salvara a Mai Cor y hablara con él, sería bueno tener a los lagartos como aliados o simplemente simpatizantes ya que seguro se podrían ayudar mutuamente.

Nosotros llevamos mucho tiempo viviendo aquí. Muchos pasamos el tiempo en la embajada porque está habilitada a nuestras necesidades, pero muchos vivimos en la ciudad y hacemos una vida normal en ella. No tenemos nada que ver con los salvajes de ahí fuera, por lo que la muerte del rey, solo puede ser una gran noticia para los hombres lagarto del exterior. Aunque ahora mismo es probable que se empiecen a pelear entre ellos para ver quién asume el mando de la tribu. Sin un rey claro, las guerras pueden empezar, y si pillan a tu amigo de por medio... No fue capaz de terminar la frase, sería mejor que Dimdel se imaginase el final. Pero lo que estaba claro es que ellos no debían de tener mucha intención en intervenir.

En un instante, todo parecía haber cambiado para Dimdel y su situación. Si bien quería entregar aquel objeto y conseguir la paz y así recuperar a su amigo, algo le decía que debía salir corriendo de aquel sitio.

-Vaya, no me imaginaba que algo así pudiera ser tan importante, debería comentarlo con Kailee para que sepa de la buena nueva. Iré a la posada del Bote del lagarto y luego regresaré aquí con noticias y si todo va bien, con la corona claro está.

Mientras decía esto comenzó a guardar la corona y a caminar hacia la puerta como si nada. Necesitaba algo más de información y saldría de allí corriendo si era necesario.

Este gran edificio de ladrillo rojo parece bastante reciente. Dos estatuas gemelas de hombres lagarto de aspecto noble flanquean su entrada.

Hace varios años, la Villa de Tormentos Cristalinos estuvo a punto de ir a la guerra contra una gran tribu de hombres lagarto del sur. La guerra fue evitada por una banda de héroes, quienes descubrieron que los hombres lagarto estaban reuniendo fuerzas para combatir a una tribu de sajuaguines. Para evitar posibles malentendidos entre las tribus de hombres lagarto de las marismas Hool y Tormentos Cristalinos, el consistorio construyó este edificio como embajada para los hombres lagarto.

La mayoría del edificio está abierto al cielo, con grandes patios inundados llenos de vegetación y piscinas para los hombres lagarto. Alrededor de estos patios hay habitaciones y camaretas, así como una perrera para los diversos varanos que actúan como guardianes.

Lomenar y Lilypurr llegaron a las inmediaciones de la embajada de los hombres lagartos. La humedad del recinto creaba un ambiente un tanto desagradable, pero a Lomenar no parecía afectarle mucho.

Observó la entrada de la embajada. Según Kailee habían disturbios por los alrededores causados por un grupo de aventureros racistas.

Se acercó a uno de los guardias.

- Buenas tardes. Kailee, la dueña de la taberna "El bote del lagarto" nos ha remitido aquí indicándonos que había algunos problemas con aventureros racistas. Hemos venido a ayudar. ¿Con quién podemos halar o qué podemos hacer?