Partida Rol por web

¿Quién sería esa Lictea?

Me pregunté sin bajar la guardia, especialmente por el animal, pero tampoco podía permitirme estar callado eternamente.

- Silark... - llamé al hombre lagarto con más intención de memorizar el nombre que de captar su atención - Busco cobijo de los habitantes de esta ciudad, de una especialmente.

Añado sin querer profundizar en más detalles delante de las hembras.

Pues ve a una posada. Le dijo secamente.

Preté los dientes ante la falta de colaboración.

- En una posada no la detendrían y ninguna iglesia tomará partido a mi favor por mi simple existencia. - replico al embajador tragándome las ganas de insultarle y maldecirle - O puede que ya sea demasiado tarde.

Pienso en voz alta, e incluso me rasco la cabeza dándole vueltas de nuevo a la naturaleza de la actriz.

- Sólo esperaremos que no se trate de un licántropo y media ciudad ya esté infectada.

Teorizo la opción que más veces se había repetido en mi cabeza, porque de ser así sería mejor desaparecer antes de la próxima luna llena.

Si el rostro del hombre lagarto se alteró, no fue perceptible a los ojos de Pushgolug. ¿Licántropo? ¿De quién estás hablando? Respondió una vez más secamente pero sorprendido ante semejante afirmación. Un licántropo en la ciudad podía ser un verdadero peligro para todos.

- ¿Por qué debería revelar nada? - pregunto encarándole - Nadie entre estos muros es capaz de cumplir sus promesas. Nadie es capaz de ayudarme, ¡aún cuando no he provocado ningún problema!

Protesto ante la exigencia de respuestas cuando hacía un instante lo único que recibía era desprecio.

Este gran edificio de ladrillo rojo parece bastante reciente. Dos estatuas gemelas de hombres lagarto de aspecto noble flanquean su entrada.

Hace varios años, la Villa de Tormentos Cristalinos estuvo a punto de ir a la guerra contra una gran tribu de hombres lagarto del sur. La guerra fue evitada por una banda de héroes, quienes descubrieron que los hombres lagarto estaban reuniendo fuerzas para combatir a una tribu de sajuaguines. Para evitar posibles malentendidos entre las tribus de hombres lagarto de las marismas Hool y Tormentos Cristalinos, el consistorio construyó este edificio como embajada para los hombres lagarto.

La mayoría del edificio está abierto al cielo, con grandes patios inundados llenos de vegetación y piscinas para los hombres lagarto. Alrededor de estos patios hay habitaciones y camaretas, así como una perrera para los diversos varanos que actúan como guardianes.

La cara de Silark parecía continuar sin mostrar ningún tipo de expresión, pero se quedó mirando fijamente a Pushgolug. Es complicado que se te ayude si no te dejas ayudar. Y efectivamente, la gente en esta ciudad es muy especial, pero dudo que hayas conocido a suficiente gente como para hacer tal afirmación, pues aquí puedes encontrar todo tipo y variedad de personas. Pero, si no quieres revelar nada, entonces tal y como dices, seguirá muriendo gente inocente a manos de ese licántropo del que hablas.

Las palabras del hombre lagarto entraban y salían por los oídos de Scrutch mientras se acercaba, hasta que llegó a la parte de "seguirá muriendo gente inocente", momento en que recordó a los malditos humanos que arruinaron su hogar.

"No creo que haya muchos inocentes tras estos muros", pensó, mientas terminaba el lagarto de hablar.

-¿Un licántropo decís? ¿dentro de la ciudad? Se debe estar llenando el estómago a placer- una leve sonrisa pareció dibujarse en los negros y agrietados labios de Scrutch.

-¿Habría hospedaje para un viajero aquí o debo buscar posada?- musitó pausadamente con una amabilidad claramente forzada, al mismo tiempo que escudriñaba a la pequeña criatura a la que quizás hubiera interrumpido con sus preguntas. Había una posibilidad de que supiese qué clase de bicho era, pero no estaba seguro del todo.

Oscilaba la cola despacio, intentando comprender las intenciones del embajador. Entretanto, un recién llegado a la ciudad intenta conseguir lo que a mi se me negaba.

- Entonces ¿me ofreceréis asilo a cambio de dónde encontrarla?

Dejo caer un interesante detalle, aunque aún así insuficiente para localizarla.

La voz de aquella criatura y su lastimoso aspecto habían despertado la curiosidad de Scrutch.

- Perdona... criatura, ¿cómo te llamas y qué estás haciendo en la ciudad? pareces bastante lejos de tu hábitat.

Mientras decía esto y aguardaba la respuesta del hombre lagarto, bajó de sus hombros su enorme mochila y la dejó descansar en el suelo. Lo que había dentro no cesaba de moverse y Scrutch le daba unas palmaditas cuidadosas.

Silark contestó a Scrutch, lo siento, encontrarás alojamiento cuando seas habitante de Tormentos Cristalinos, y para eso necesitas la tarjeta de residencia. Le dijo mientras negaba con la cabeza. Hasta entonces solo podrás venir de paso a la Embajada, aunque aquí trataremos de ayudarte en todo lo que puedas mientras estés en la ciudad y mientras tramitas tus papeleos. Le dijo mostrando una sonrisa de afilados colmillos.

Luego miró a la pequeña criatura y le mostró también una sonrisa. Tú puedes quedarte por ahí. Le dijo señalando una piedra. Tu diminuto tamaño no importará a ninguno de los habitantes de la embajada, e incluso los habrá que te tomen por una mascota. Dijo mientras emitía un extraño siseo que seguramente equivaldría a una carcajada.

Scrutch frunce el ceño, vuelve a levantar su mochila, cargándosela nuevamente a los hombros, y refunfuñando mientras empezaba a andar.

-Pues si que hay poca hospitalidad en esta ciudad. Durmiendo en la charca se está mejor...- va bajando el tono hasta que ya realmente sigue farfullando aunque sin decir realmente nada.

-Diablillo azul, pareces de fiar, vente conmigo y tendremos cuatro ojos con que vigilarnos en esta ciudad, que está llena de buscavidas y villanos. Voy a ver si me dan esos asquerosos papeluchos para poder dormir en la embajada. De paso me explicas eso del licántropo. Alguno que otro he visto ya en mi vida.

Y comenzó a salir de aquel lugar.

Volviendo un momento sobre sus pasos: 

- Esos papeles los dan en el Ayuntamiento, ¿verdad?

Algo era algo. Y "por ahí" era lo suficientemente vago para deambular por la embajada a mi antojo, por lo que sonreí antes de encarar al otro reptiloide.

- Buena suerte si decides vivir aquí.

Mascullo dejando claro que, según mi experiencia, era un mal lugar para residir.

- Pero supongo que sí, ese será el lugar adecuado.

Añado a la espera de quedar solo con el embajador para revelarle dónde localizar a la licántropo.

Silark asintió al hombre lagarto sin más que añadir. No iba a entrar en discusiones sobre si eran suficientemente hospitalarios con los recién llegados o si simplemente seguían trámites burocráticos.

La presencia del segundo lagarto estaba consiguiendo impacientarme. Daba la impresión de que quería enterarse de lo que sabía y no pensaba abrir la boca delante de él, por lo que únicamente podía esperar a que se largara.