Partida Rol por web

Ya me había acomodado cuando al final me quedé sólo con el embajador.

- La encontraréis en el gran teatro del León. - le confieso al final - Su fino olfato la delata.

Respondo guardándome el nombre para mí al no quedar dentro del trato.

¿En el gran teatro? ¿Y de quién se trata? ¿Es algún espectador o alguno de sus miembros? Dijo Silark algo molesto porque la pequeña criatura se seguía andando con rodeos.

Sonrío divertido por su ansiedad mientras muevo la cola emocionado.

- Aydi Zarastian.

Murmuro para que únicamente el embajador llegara a escuchar su nombre.

¡Por todos los dioses! Es cierto que a Aydi nunca se la ha visto de noche, y que procura no asistir a ningún tipo de evento o acontecimiento nocturno. Pero de ahí a pensar que se trata de un licántropo. ¡Es desmesurado! Además, hay muchos tipos de licántropos, y ¿cómo sabes eso? ¿Cómo sabes que es verdad y no solo un simple rumor?

- Ha sido la única criatura que ha sido capaz de detectarme en esta ciudad. - lo cual no significaba nada por si sólo - Fue capaz de olerme como si de un perro se tratara, pero ningún humano dispone de un olfato tan desarrollado. Comprobadlo si os place embajador.

Le reté a ello, consciente que podía no creerme al considerar un posible engaño.

Así lo haremos. Gracias por la información. Aunque poseer un buen olfato no significa nada. Dijo mirando con detenimiento a la criatura.

- Cuándo ha sido la única humana en lograrlo de entre toda la ciudad, yo lo considero excesivamente extraño ¿no os parece? - pregunto acomodandome sobre la piedra - Imagino que no perderéis mucho tiempo si me equivoco, pero de estar en lo cierto...

Dejo la frase en el aire. Obviamente era mejor que estuviera equivocado, o de lo contrario mucha gente acabaría muerta. Toda una pérdida al ser menos gente que corromper.

Silark asintió ante las palabras de la criatura. Quizá tengas razón. En caso de que haya algún tipo de accidente similar a lo que habéis insinuado, hablaré con la guardia de la ciudad para que la principal sospechosa sea ella.

Excelente.

Valoro para mis adentros mientras de repente caigo en la cuenta de un detalle importante, tanto que consigue ponerme en tensión y dejar de oscilar la cola.

- ¿No me delataréis a la guardia verdad? - le pregunto - Basta que os topéis con un hombre cegado por su fe para que mi advertencia caiga en saco roto y yo me vea obligado a escapar.

Y ambas opciones no me resultaban nada agradables, pues supondrían que tendría problemas y Zarastian no sería castigada por menospreciarme.

Descuidad... dijo sin añadir más. Y ahora, si nos disculpais, ya va siendo hora de acostarse...

- Por supuesto.

Respondo al embajador con más ganas de quedarme sólo que el de marcharse. Al menos así podría descansar y recuperarme de mis heridas.

La tormenta golpeaba con fuerza la ciudad, no obstante resultaba interesante al compararla con las de Diss. El contacto de la lluvia con el suelo no provocaba que se levantara una niebla mortal para todo aquel ajeno al reino infernal, mientras que los fuertes vientos de este mundo apenas podían compararse a una simple brisa en la ciudad de mi amo.

No obstante, debilido como estaba desde que había llegado a este mundo, agradecía el poder contar con un lugar en el que guarecerme de su descarga.

La embajada estaba alterada desde el punto de la mañana y no tardé en averiguar los motivos. Al parecer había tribus reptilianas en pié de guerra. Y seguramente la guardia se presentaría aquí a lo largo de la mañana para exigir al embajador que cumpliera con su deber, lo cual significaba que debía dejar el lugar.

Sin embargo, del mismo modo que se me cerraba una puerta, se me habría otra... una que además me permitiria comprobar si las noticias sobre la hospitalidad de Tormentos era verídica o no.

Este gran edificio de ladrillo rojo parece bastante reciente. Dos estatuas gemelas de hombres lagarto de aspecto noble flanquean su entrada.

Hace varios años, la Villa de Tormentos Cristalinos estuvo a punto de ir a la guerra contra una gran tribu de hombres lagarto del sur. La guerra fue evitada por una banda de héroes, quienes descubrieron que los hombres lagarto estaban reuniendo fuerzas para combatir a una tribu de sajuaguines. Para evitar posibles malentendidos entre las tribus de hombres lagarto de las marismas Hool y Tormentos Cristalinos, el consistorio construyó este edificio como embajada para los hombres lagarto.

La mayoría del edificio está abierto al cielo, con grandes patios inundados llenos de vegetación y piscinas para los hombres lagarto. Alrededor de estos patios hay habitaciones y camaretas, así como una perrera para los diversos varanos que actúan como guardianes.

Tras caminar durante casi una hora el olor de la hiedra y del agua estancada guiaron a Yaotl hasta un edificio de aspecto recio. Una factura extraña para un aroma familiar. El guerrero se adentró en lo que parecía ser a todas luces un lugar dedicado a los de su especie, sin apenas dedicar una mirada a las figuras que custodiaban la puerta. Aquel edificio abierto contaba con todas las comodidades que un sauriano podría necesitar: pozas profundas, vegetación densa, luz del sol. Yaotl se detuvo un momento y cerró los ojos. Casi podía sentirse como en casa.

Un movimiento rápido en la distancia le hizo girarse hacia su izquierda. En una de las salas continuas un par de lagartos gigantes jugaban entre sí enseñándose los dientes el uno al otro. El guerrero destensó los músculos. No podía olvidar que se hallaba a cientos de millas de su hogar. Debía estar alerta en todo momento.

Del otro lado del patio dos figuras, dos hombres lagarto como él, hablan entre ellos. Yaotl se aproxima a paso lento y espera en silencio. Aunque su casta se encuentra por encima de muchas otras, sabe que no todas las tribus comparten las mismas tradiciones y no sería sensato hacer valer su posición.

- Mi nombre es Yaotl, miembro de la sangre de Atl-Antica - dice el sauriano a uno de los contertulios una vez éstos hubieron terminado su conversación - Vengo desde tierras lejanas para hablar con vuestro tlakauak, vuestro líder. Llevadme ante él.

 Mi nombre es Silark, soy el líder de la embajada. Bienvenido, ¿en qué puedo ayudarte?

El sauriano se inclinó en señal de respeto ante el embajador. Si bien es cierto que sus culturas estaban separadas cientos de millas por las aguas del mar ambos compartían la misma sangre fría.

- Saludos, Silark. Me trae ante ti una deuda de sangre. He recorrido un largo camino para poder enmendar mi falta y vengo a solicitarte que me concedas la oportunidad de saldarla - Yaotl no levanta la mirada en ningún momento - Más de dos docenas de almas pesan sobre mis hombros. Treinta y dos hermanos cuyas vidas se perdieron por mi culpa. Mi único deseo es conseguir el perdón y para ello me ha sido encomendada la misión de salvar a otros treinta y dos.

En ese momento el hombre lagarto se yergue, golpeando su lanza y su escudo frente a sí.

- Nací entre guerreros y crecí entre soldados. Mis brazos, mi lanza y mi escudo están a tu disposición. Haced con ellos lo que consideréis oportuno si con eso reduzco en aunque sea en uno la lista de las almas que me atormentan.

Silark miró con la cara desencajada, no entendía nada de lo que estaba hablando aquel hombre lagarto que había llegado. Disssculpad, dijo sin saber muy bien por dónde empezar, no entiendo de lo que habláiss. ¿Qué tal si os explicaiss mejor y trato de ver ssi oss puedo ressolver esos problemass de los que habláiss? No sé muy bien qué decirle. Dijo seseando excesivamente. Me habéis sorprendido sumamente con vuesstross comentarioss... dijo encogiéndose de hombros.

Yaotl parpadeó un par de veces, perplejo. Creía haberse explicado con claridad, o al menos así le había parecido. Sin embargo la diferencia cultural entre él y el sauriano que tenía delante era mayor de lo que podía imaginar y le impedía expresarse con naturalidad.

- Como ya os he dicho... - el hombre lagarto titubeó - Mis disculpas, hermano Silark, intentaré explicarme con más claridad.

Desviando la mirada Yaotl buscaba una a una las palabras. Como guerrero en pocas ocasiones había tenido que entablar un diálogo con miembros de otras castas, menos aún si consideramos el hecho de que ni siquiera se trataba de un miembro de su tribu.

- Fui exiliado de mis tierras, Atl-Antica, a causa de un error que les costó la vida a mis compañeros de armas. Este castigo sólo será levantado el día que salve un total de treinta y dos vidas. Es por esto que mis pasos me han traído hasta aquí y es por esto que os ofrezco mis servicios como guerrero. Mi único deseo es saldar esta cuenta, por lo que si queréis encomendarme cualquier tarea, o sabéis de alguien que pueda encomendármela, la aceptaré gustosamente si con ello consigo volver a casa.

El sauriano esperó con expectación la respuesta del embajador. Nunca había unido tantas palabras una detrás de otra. Un dolor de cabeza incipiente empezó a golpear su frente. Si con esto no había sido capaz de explicarse no sabría cómo hacerlo. 

AAAAaah - Siseó Silark. Le había costado entender de lo que hablaba el recién llegado. El embajador se puso a mirar por todas partes sin saber muy por donde empezar. Veamos. En la ciudad los hombres lagarto están bien vistos, como otras criaturas. Aquí se aceptan todo tipo de razas y especies, pero hay gente que digamos que es menos tolerante que los demás. Le comentó. Entre esa gente están los Licorambarino. Son una familia que desprecian a todos aquellos que no sean como ellos, y últimamente se dedican a lanzar falsas acusaciones sobre nosotros. Un grupo formado por varios druidas se habían dedicado a ayudarnos, como característica más representativa es que todos ellos tenían como acompañantes a lobos, pero hace tiempo que no tengo noticias de ellos. Así que, quizá, sean ellos los que estén en un grave aprieto y sería un buen sitio por donde empezar. Por buscarles y comprobar si se encuentran o no con vida. 

También vino hace poco un diminuto diablillo azul pidiendo ayuda sobre la presencia de hombres lobo en la ciudad. Quiso advertirnos de que era posible que varios habitantes ya estén infectados, Aydi Zarastian es el nombre de la primera, trabaja en el teatro, pero dudo si será verdad de lo que hablaba o simplemente era un rumor para hacer daño a la mujer.

Creo que por ahí, ya tienes unas cuantas almas que salvar. Dijo confiando en que así le serviría para realizarse.