Partida Rol por web

-¿El maestro de filos mi ama?

Inquiero con rapidez, imaginando que su petición tendría relación con mi dilatría. Aunque quizás fuera precipitado el querer matarle, si teníamos presente sus preguntas pasadas, pero esta forma no invitaba a ello.

- ¿Desea que le vigile?

Continúo preguntando ansioso al tiempo que muevo oscilante la cola.

Aydi alza la ceja seriamente extrañada. ¿Te he llegado a hablar yo de él? ¿O simplemente eres un duendecillo al que le gusta urgar entre los trapos de la gente?

Efectivamente, ese tipejo no me deja en paz desde que en una obra de teatro me vio actuar en una lucha marcial, desde entonces no hace más que empeñarse en invitarme a salir y ya me estoy hartando de decirle que no. Mis intenciones no son precisamente las de vigilarle, simplemente son las de que me deje en paz.

Al parecer la ama Zarastian no se amilanaba en cuanto tenía la oportunidad a su alcance, detalle que disfruté dejando de lado toda euforia inicial.

- La gente no se preocupa por lo que ignoran, por eso en ocasiones escucho lo que no desean revelar.

Le indico con toda la seriedad que podría reflejar mi aspecto.

- Pero a cambio de esta tarea me revelaréis vuestra auténtica naturaleza. Se bien que no sois una simple actiz y llegará el momento en que me necesitaréis para poder seguir actuando. Aunque quizás consiga convencerlos de que la asumáis completamente...

Dejo la posibilidad abierta, pues era un hecho que los de nuestra especie podíamos cambiar nuestro entorno, o mejor dicho, mostrarlo como era realmente.

¿Mi auténtica naturaleza? Dijo Aydi con cara de sorpresa. No entiendo a qué te refieres. Pero si te refieres a ser una actriz, tienes razón, no soy una simple actriz, soy la mejor actriz de este teatro, y soy la maestre de los artistas de Tormentos Cristalinos, así como una hermosa y fantástica bardo, capaz de encamelar a la gente mucho más de lo que imaginas. Una de las razones por las que nuestro teatro siempre está tan lleno, y siempre viene gente a vernos. Así que, no entiendo bien a lo que os referís.

- Seguro que os lo oléis... miau.

Señalo, antes de dejar el lugar. En verdad era un acierto usar esa palabra.

Este gradioso teatro tiene casi tres pisos de alto. Su fachada muestra intrincadas tallas de famosos personajes de casi una docena de obras y óperas bien conocidas (la mayoría de los cuales serían difíciles de reconocer para el obrero medio de Tormentos Cristalinos), así como arios personajes de producciones facilonas más populares (sobre las cuales los ciudadanos de clase alta de la villa fingirán un total de desconocimiento).

Un gran auditorio de tres plantas llena la mayor parte del teatro. La planta baja cuenta con bancos bajos de piedra, abiertos a cualquiera que pague 1 pieza de plata de entrada. Por desgracia, no todo el elevado escenario es visible desde este nivel. El piso intermedio tiene asientos más cómodos y permite una buena vista del escenario, aunque cada localidad cuesta 5 piezas de plata. Los mejores asientos del lugar solo los palcos privados que bordean el piso alto. Cada uno puede acomodar a seis personas y cuesta 10 piezas de oro por cabeza.

Una vez más volvía a encontrarme con los peligros de salir al exterior para penetrar en el teatro. Debería sugerirles la necesidad de alguna trampilla que me franqueara el paso en las horas nocturnas, así todo sería mucho más fácil aunque en primer lugar debía asegurarme de que Lady Zarastian mantendría su parte del trato y no intentaría nada raro nada más verme llegar.

De hecho, esa posibilidad me hacía estar mucho más alerta, como si la mismísima Ustyhrin-ja fuera a aparecer tras la siguiente puerta. Desconfiaba de ella, sin ninguna duda.

Tras esquivar lo que parece alguna que otra mirada, y salir airoso de todo aquello, logras alcanzar una de las ventanas del teatro y escurrite en su interior. Dar con Aydi no parece ser un problema, aunque lo que sí lo parece es encontrar un momento en el que poder hablar con ellas a solas.

Tras un largo rato de espera, ella te ve, y se ausenta a una zona del teatro en donde nadie os puede ver.
 

Conseguir entrar al teatro resultaba cada vez más complicado, viéndome obligado a correr entre toda esa gente con el miedo a poder ser descubierto y, en consecuencia, delatado. Pero una vez lo había logrado y aparentemente sin que nadie llegara a verme, o al menos lo suficiente para caer en la cuenta de lo que había visto.

Ójala en el interior todo trascurriera con la misma "sencillez", pero dudaba que la actriz mantuviera nuestro trato, e incluso intuía que bien podría intentar atacarme al verse acorralada por las preguntas.

¿O quizás en verdad no sepa nada?

Me pregunté mientras la veía practicar con el resto del elenco. Era una posibilidad remota, pero caía dentro del saco, y seguramente el tiempo fuera quién acaba por sacar responder a mis inquietudes cuando termina por manifestarse y ella misma viese caer el telón de sus ojos.

De todo modos, seguía estudiándola mientras ensayaba. Intentaba estar prevenido para cuando al final hablara con ella, más que nada por si ocultaba algún tipo de arma que pudiera enarbolar contra mí. Estaría todo lo preparado que pudiera ante este nuevo encuentro.

- Buenos días mi señora.

Le salude con excesiva formalidad, realizando la reverencia sin llegar a perderla de vista por lo que pudiera pasar.

- Cumplí mi parte. El maestro de filos no volverá a acercarse a usted si no lo desea. - le anuncio, aunque por mi respuesta era evidente que seguía vivo - Debéis cumplir la vuestra.

Exijo oscilando la cola, prepardo para una posible arremetida por su parte.

La mujer no pudo evitar poner un gesto de desagrado en cuanto te vio. Pero en cuanto tuvo la posibilidad se acercó a ti, pero no con intenciones hostiles. ¿Has cumplido tu parte? Me parece bien, pero para que yo cumpla la mía tendré que confiar en ti, y saber que, efectivamente la has cumplido. Si veo que no me vuelve a molestar, entonces cumpliré. Dijo zafándose del asunto.

Puediera ser que no supiera que era en realidad Aydi Zarastian pero con aquellas palabras mis teorías eran correctas y no era humana. Con eso tenía más que suficiente por el momento, a pesar de que no cumpliera completamente con lo acordado hasta comprobar que en verdad el maestro de espadas no la volvía, un ardiz técnicista que podía mantener eternamente si así lo quisiera.

Maravilloso.

Disfruté con ello pese a ser el perjudicado, excitado por la inteligencia mostrado por la actriz y ansioso por ganar esa confianza de la que hablaba.

- Como deséis mi señora ¿tenéis alguna otra tarea para mí? ¿Si verdad?

Contesté zalamero y emocionado mientras dejaba de lado toda precaución y daba pequeños brincos en paralelo.

- Pues la verdad que ahora mismo no. Estoy preparándome para la actuación, así que no necesito nada más por el momento. ¿Por qué tienes tanto empeño en servirme? Dijo dándose cuenta de aquello. ¿Qué pretendes?

Recibí la negativa como un mazazo que me trajo de vuelta a la tierra de la serenidad. Esperaba encontrar cosas que hacer y mantener mi cabeza, y cuerpo, ocupados para no ver enemigos en cada esquina, o al menos eludirlos con algún fín. Sabía que así podría ir recuperando mis fuerzas, poco a poco, pero si Lady Zarastian no tenía más trabajos debía buscar otros quehaceres. Pero entonces preguntó por mi interés en ella, logrando que volviera a hacer oscilar la cola de una lado a otro como un perro emocionado.

- Sois un monstruo - susurré consciente de todos sus significados - Uno capaz de hacer que toda esta ciudad baile a sus pies y que las masas coreen vuestro nombre con devoción a pesar de estar sumidos en la más absoluta desolación.

Avanzaba a cuatro patas hacia ella conforme hablaba, preparado para esquivar una patada si acaso no gustaba lo que oía.

- Además os asemejáis a mi... padre- opto por usar el término más semejante a lo que ella estaba acostumbrado - Si exceptuamos ciertos detalles obvios y la fuerza de vuestros instintos, obviamente. ¿No os parece suficiente?

Las palabras "monstruo" y "te pareces a mi padre" no cayeron muy bien a la mujer. Y en cuanto te acercarste a ella, la patada que te esperabas, efectivamente sucedió, aunque realmente no fue nada grave, tan solo un ligero empujoncito.

¿Un monstruo de las masas? Dijo al comprender. ¡Quizá! Pero bueno, lo mío solo es trabajo, igual que las mujeres que trabajan en la Dríada. Ellas también son monstruos entonces.

Dijo encogiéndose de hombros sin saber qué más decirle a aquel monstruoso perro.