Partida Rol por web

El joven come tranquilamente su comida una vez ha llegado, ignorando todo lo que esta a su alrededor salvo que sea un peligro, pero no parecía haber nada, por lo que tras terminar, "La comida ha estado exquisita, ahora si me disculpas, voy a descansar" le dice al tabernero de manera respetuosa y luego sube a su habitación a quitarse todo el equipo y comprobar que no le han quitado nada de lo que dejo escondido, antes de irse a descansar.

Mientras ella le contaba su infancia había podido ver en su rostro tristeza y dolor, por suerte el tabernero se dirigía hacia ellos con una bandeja con la cena que habían pedido.

Kenshi no pasó por alto la mirada que el tabernero le lanzó mientras dejaba las cosas en la mesa, volviendo rápidamente a la barra. - Me parece que el tabernero me ha leido la mente y no le ha hecho gracia lo que pretendía. Así que nos toca pagar el precio indicado. -

La cara de Zila seguía entristecida así que cogio la jarra y la levantó para brindar con Zila. - Por que todas las noches podamos dormir con el estomago lleno. -

Al fin llegó la comida y la bebida, pero el recuerdo todavía se empeñaba en seguir en su mente. Quería borrar esa imagen, pero cuando le venía se aferraba con fuerza y no era sencillo devolverla al rincón oscuro que le tenía asignado Zila en su memoria. 

Fueron las palabras de Kenshi las que le hicieron alzar la vista de nuevo, y ante aquel brindis se sumó sin dudarlo, pues era un buen motivo y un buen momento.

- Y una jarra con la que celebrarlo - Brindó con energía, algo de la espuma de la cerveza se derramó tras dar un pequeño salto que la hizo sobrepasar el borde de la jarra. Tras ello dio un largo sorbo. El sabor era intenso, la espuma densa, aquella cerveza tenía el cuerpo y personalidad que ella había esperado. Dejó la jarra sobre la mesa y se limpió con la manga el ligero bigote blanco que se le había pintado en la cara.

- ¡Ah! - Suspiró aliviada por haber logrado salir del bucle que se había anunciado al recodar. El estómago rugió y su boca salivaba con ganas, no pudo contenerse y enseguida atacó el plato, sin miramientos, poco le importaba ahora si el elfo era de buenos modales o si también comería como un salvaje.

- Ejthá ric..- tragó - ..rico- y volvió a llenarse la boca con aquella deliciosa cena.

    Socar se aseguro de adentrarse en la taberna como el primero de los tres sin ocultar su hastío, tal vez resultara complicado ver rastro de expresividad alguna en aquella armadura, pero su lenguaje corporal lo dejaba claro, llegando incluso a pasar por alto que tal vez los hombres que se encontraban allí cenando fueran buenas incorporaciones para su fuerza siempre que estuvieran de a cuerdo en reconocer su mando.

    -De vuelta al principio, pedid lo que necesitéis, mañana partiremos a primera hora.- Sentenció sin mas dilación, ya tendría tiempo de pedir una habitación en la que pasar la noche.

Thorgüs entró tras Socar y se dirigió a la barra de la posada, pidió algo para cenar, una jarra bien fría y una habitación donde descansar con su compañero.
Tras eso busco una mesa libre donde sentarse e hizo un gesto a sus compañeros para que lo acompañarán.

- Saludos a todos, soy el karuth Morís, este es Thörguss Besapiedras y el paladín Socar -se presentó con una inclinación con ambas manos juntas, sus dedos tocándose a la altura de la frente-. Si hubiera alguien interesado en partir mañana a enfrentar el peligro el Azote de Héxtor liderará la marcha con las primeras luces del Sol. Encontrad el valor para presentaros ante él y estaréis un paso más cerca de demostrar vuestra valía.

Sin más agradeció cualquier gesto antes de acercarse a Socar y agradecer su ofrecimiento, el hambre comenzaba a hacer mella sobre el sanador. Con buen paso se acercó al enano Blahg.

- Un lecho donde dormir y algo que comer, por favor, y no sabríais nada del paradero de la dama Samira ¿Verdad?

Blagh se encogió de hombros ante la pregunta de Moris pues no parecía saber o al menos recordar de quien hablaba y después se preparó para servir la comida y bebida para los recién llegados.

A los pocos minutos el enano traía consigo dos jarras de una cerveza espesa y oscura y un guiso de verduras y jabalí. La pernocta con el desayuno de mañana y la cena de hoy suponen un gasto de 6 piezas de plata. Esperó a que le abonaran el pago para después regresar a la barra para continuar con su trabajo.

    -En mi caso solo será necesaria la habitación, de hecho, no tendría problema en compartirla con el clérigo.- Interrumpió Socar, no necesitaba más que la habitación para su descanso y ni tan siquiera haría uso del lecho de la misma, así que a sabiendas de que el clérigo tenía problemas para realizar los pagos pertinentes, formuló su propuesta y aguardó para saber el coste de una simple habitación antes de hacer cualquier pago. Una vez respondiera el enano, dejaría las monedas sobre la mesa y se retiraría a su habitación para entrar en comunión con su deidad.

Apretando las manos juntas y agachando la cabeza Moris mostró su agradecimiento hacia el paladín de Hextor, feliz de ver que se preocupaba por darle cobijo. Con las provisiones que le quedaban podría comer aquella noche, no necesitaba de cena caliente.

En silencio aguardó a que Socar avanzase para seguirle y dormir, que mañana traería sus propios horrores.

Sin dejar de comer observó levemente al grupo que había entrado. ¿Acaso buscaban gente para alguna extraña misión? ¿Demostrar nuestra valía?¿Encontrar el valor para presentarse ante él? ¿Ante aquel montón de metal? Aquella cancióncilla le parecía haberla oído antes y todo aquel asunto empezaba a parecerle un poco sectáreo.

Volvió a sus asuntos con el elfo.
-¿Y bien?¿Alguna idea? Esto no es como en tu bosque-

Kenshi empezó a comer sin prisas después de que Zila se lanzase veloz a comerse el suyo. Entre cucharada y cucharada, con la boca todavía llena le dijo lo mucho que le gustaba aquella comida. Él desconocía si esa forma de comer sería propio de Zila o tan solo era porque estaba hambrienta, no le importó, pero le hizo gracia el parecido que tenía en ese momento a un animal muerto de hambre delante de un trozo de pan.

Varios clientes entraron a última hora. Un curioso trio encabezado por un guerrero entró en la taberna, y no pasó mucho cuando el último de ellos lanzó una propuesta en alto. A Kenshi le surgió una pregunta en su cabeza. - ¿Habrá recompensa por enfrentarse al Azote? - Pero no estuvo mucho rato pensandolo ya que Zila lo sacó enseguida de su ensimismamiento.

- Perdona, los tres últimos habían captado mi atención. - Pegó un trago a la oscura cerveza, pero casi se atragantó. No estaba acostumbrado a ese sabor fuerte, así que pegó otro trago más pequeño para poder acostumbrar a su paladar ya que no tenía otra cosa que beber. - Creeme, en los bosques no teníamos tal variedad de razas. - Pegando de nuevo un vistazo al resto de la taberna. - Cuando acabemos de cenar podemos intentar preguntar a los clientes o bien irnos a descansar y seguir mañana con lo nuestro. -

Siguió comiendo antes de que se enfriase la cena y esperó la respuesta de Zila.

Thorgüs devoró la cena en un par de minutos, había sido un día largo y estaba hambriento.
Tras dar el último sorbo se levantó y se dirigió hacia la entrada, abrió la puerta e hizo un gesto. Darko entró y se puso a andar a su lado mientras se dirigía a la barra a pagar lo acordado. Alzó la mano en señal de buenas noches y sin ninguna prisa se encaminó a su habitación.

Sonrió con cierta malicia cuando el elfo se puso a toser a causa de la cerveza. Después vio como Kenshi optaba por dar pequeños sorbitos y le dijo con ánimo de provocarle:

-Bebes como una niña-

Y le sonrió mostrando sus blancos dientes que pronto volvió a hundir en a carne de jabalí.

-Bien, yo creo que si no aprovechamos esta noche mañana la mitad de estos habrán partido cuando bajemos a desayunar, y la otra mitad seguirán durmiendo hasta la hora de comer para dormir la mona- paseó la mirada por toda la sala mientras masticaba con dedicación.-Creo que deberíamos aprovechar la oportunidad antes de acostarnos-

Compartáis o no la habitación, los precios son por persona. Aclaró Blagh a Socar antes de recibir el pago y acompañarles a su habitación. Habían decidido descansar allí y el enano les dejó sus habitaciones para que pudieran tener intimidad, pudieran asearse y descansaran lo que quedaba de noche.

Este edificio de nueva contrucción se las arregla para tener una apariencia destartalada y decrépita. Un cartel que cuelga sobre su entrada muestra un burdo sátiro, con una de las pezuñas de sus pies introducida en su boca y una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro.

Se trata de la taberna más reciente de Tormentos Cristalinos y en apenas cinco meses se ha convertido en un lugar popular entre los marineros y pescaderos locales.

Un excéntrico enano llamado Blahg dirige la taberna.

Mientras terminaba la cena, Kenshi estuvo escuchando al resto de clientes de la posada. Intentaba localizar los grupos que llevasen unas copas de más y que diesen la impresión de darle a la lengua.

- Quizas podríamos sacarles algo de información al grupo de hombres que están sentados a dos mesas de distancia. - mientras le indicaba a Zila con un pequeño movimiento de cabeza la mesa a la que se refería.

Esperó a que su compañera terminase de cenar para levantarse de la mesa. - Deberías limpiarte la boca antes de que empecemos - Dijo a modo de venganza por el comentario de Zila. Todavía le quedaba cerveza, así que cogió la jarra y se dirigieron a la mesa que le había dicho anteriormente a Zila.

- Buenas noches tengan caballeros, ¿por casualidad nos podrían dejar un hueco a mi compañera y a mi para compartir lo que queda de velada?. - Dijo mientras le dejaba hueco a Zila para que todos la viesen. Todos sabían que una mujer en una mesa de hombres medio ebrios era bien recibida, y el compañero tan solo sería un mal menor. Por suerte sabía que Zila se podía defender sola y que no necesitaría ayuda para quitarse a los sobones - Llevamos toda la tarde pateando la ciudad en busca de alguna taberna pero lamentablemente la única abierta, o mejor dicho entera, ha sido esta. - Esperaba que eso ayudase a que empezasen a hablar del tema.

Hacía frío, estaba cansado y con más hambre que el perro de un ciego. Y lo peor era que la solución a todos sus problemas, estaba realmente cerca pero a la vez tremendamente lejos. Porque una buena posada como lo era La Pezuña en la Boca tenía cena caliente y camas igual de calientes, pero costaba dinero. Un dinero que él ya no tenía. Claro que no tener dinero no significaba no tener recursos.

Antes de entrar en la posada, Enzo se desvió hasta refugiarse en un callejón cercano para lanzar un sencillo conjuro de prestidigitación. Tras asegurarse de que nadie le estaba observando, el bufón sacó las cinco monedas de cobre y usando su magia hizo que adquirieran el aspecto de cinco monedas de plata. El efecto no duraría más que una hora, pero el buen Vincenzo confiaba en que valdría para engañar al posadero al menos una noche. Y si le pillaban, que fuera al menos con el estómago lleno, ¡qué caramba!

Con las monedas hechizadas, Enzo entró en la posada, sonriendo y saludando a todo el mundo como si los conociera de toda la vida.

 -¡Buenas noches! ¡Muy buenas noches de hecho! ¿Queda algo de cenar aún, posadero? Porque aquí llega un viajero cansado y hambriento.

Kenshi se sentó junto al último grupo que quedaba en la mesa, pero en cuanto la pareja llegó, se levantaron y les dejaron solos como si fueran unos apestados sin responderles a ninguna de sus preguntas. En la taberna ya solo quedaban aquellos tres aventureros, empezaba a ser tarde y la mayoría ya se habían refugiado en las posadas o en sus casas para descansar. 

El enano miró al bufón y asintió. Aún nos queda algo de estofado. Te lo caliento en un momento y te lo sirvo. Dijo mientras le preparaba un plato caliente para que pudiera tomarse algo antes de acostarse.