Partida Rol por web

-¡Guardias! ¡guardias!- Angelica finge estar exultante de alegría mientras señala a un punto indeterminado detrás de los macarras.- ¡Ja!, estamos salvados.- La mediana confía en que el caballero sea lo bastante listo como para seguirle el juego y darle más tiempo.

Si consigue que los macarras miren un momento detrás de ellos, aprovecha el instante que desvían la mirada de ellos para esconderse detrás de una de las numerosas cajas que hay alrededor, aprovechando su pequeño tamaño.

Al grito de "¡Guardias, guardias!" de la mediana, todos vuestros enemigos salen disparados en todas direcciones. Corriendo por el astillero y desperdigándose a gran velocidad. El encuentro había sido solucionado con una gran facilidad.

De pronto escucháis unas palmadas que proceden de un hombre joven vestido con una túnica.

El hombre sale de unas cajas, parecía que os estaba observando, y se acerca hacia vosotros.

¡Bien hecho; eso les enseñará a no meterse con los recién llegados! Dice mientras se ríe por lo bobalicones que han sido tras semejante finta de Angélica. Pero, ¿dónde están mis modales? Permítanme presentarme. Soy el hermano Egil, y precisamente estaba buscando a un grupo de gente como ustedes dos, que sean capaces de resolver situaciones comprometidas como ésta. Si me permiten invitarles a una copa, me gustaría hablar con ustedes acerca de un trabajo. ¿Qué me dicen?

Ante la falta de escrúpulos de la gente de esta ciudad, Sir Barristan no se fía ya ni de su sombra.

Estoy seguro de que lo que tenga que decirnos lo puede hacer aquí. De todas las maneras, tampoco andamos escasos de trabajo, pero díganos lo que ofrece y lo pensaremos. Dice el caballero con el arma aún en la mano, si bien su postura ya no resulta tan amenazante.

-¿Una copa? ¡Sí!, necesito beber algo que no sea esa cerveza envenenada del enano. Oh, vamos, no seas cascarrabias, no ves que tiene cara de buena persona. Yo me llamo Angelica.- La mediana parece olvidar rápidamente los apuros que acaban de pasar, y ya vuelve a sonreír como siempre.

¡Haces bien en ser tan desconfiado! Pero me gustaría poder hablar en un lugar un poco más privado. Aquí puede escucharnos cualquiera. Angélica, convence a tu amigo. Tú sola no podrás desempeñar lo que os voy a pedir, y además necesitaré de un grupo más numeroso. Pero mientras tanto quería hablarlo con vosotros. Por favor, señor acompáñenos.

Sin duda, no debe de ser tan importante. Dice Sir Barristan tajante. En cualquier caso, y tal y como le hemos dicho, ya tenemos una misión que desempeñar. Así que nos disculpa, debemos continuar.

El hermano Egil se encogió de hombros, pensaba que estarían más dispuestos a ayudarle y se marchó de allí sin decir nada más. Bueno, si cambiais de planes, seguramente yo estaré por aquí...

-¡Espera! ¡espera!- Angelica grita al tipo cuando ya se aleja de ellos y hace un último intento de convencer a Barristan. -Venga, ¿qué daño puede hacer que nos invite a una cerveza y nos cuente de qué va el asunto?

La mediana está aburrida de dar vueltas por la ciudad buscando el dichoso anillo, por lo que está dispuesta a dejar a un lado la precaución con tal de encontrar otra ocupación.

Dar vueltas sin sentido resultaba aburrido. Eso lo sabía bien el caballero. Su entrenamiento había sido, en parte, a resistir el embite de las horas muertas sin poder hacer nada, pero aquello era demasiado. ¡Ya tenían suficientes preocupaciones! En cualquier caso, no podía dejar a la mediana, por lo que la siguió...

Mira que os gusta haceros de rogar, eh? Dice frotándose la frente a modo de gesto de cansancio. Está bien, seguidme.

Esta extensa construcción de madera, una de las más grandes de la villa, sobresale por encima de las casas cercanas. El astillero también es la casa gremial de los constructores de barcos; aquí, sus miembros construyen casi todas las barcas de pesca, barcos mercantes y demás buques que pueda necesitar la villa. El cuerpo central alberga las oficinas, salas de reuniones, almacenes, y cuarteles para los trabajadores locales. El ala este se dedica a la construcción de pesqueros, mientras que la occidental se reserva para otros tipos de barco.

En aquel momento hay dos barcos en construcción en cada ala. Una vez que la nave sea navegable, se lanza por una de las  varias rampas que sobresalen directamente del edificio.

Bien, busquemos al capitán. Sin duda puede sernos de utilidad hablar con él. Dice Sir Barristan cuando llegan al puerto. No era hombre de muchas palabras y lo demostraba a menudo.

Angelica se acerca al cuerpo central de los astilleros, buscando alguna oficina o sala en la que haya alguien solo a quien preguntar por el nombre del capitán. Presupone que el personal de los astilleros conocerá a bastantes de los capitanes que atracan habitualmente en la ciudad.

Con sus anchas espadas, enfundadas en acero, el caballero sigue a la mediana como una torre, mirando hacia los lados, esperando que el incidente de los maleantes que les había acontecido con anterioridad no se repitiese.

No es muy difícil averiguar que el barco pirara Venganza Sangrienta se encuentra actualmente atracado en el puerto. Su capitán, un tal Scarbelly, es un famoso pirata orco que normalmente opera fuera de Tormentos Cristalinos. El barco lleva allí al menos once días ya, pero la tripulación no ha bajado del barco desde que atracaron. Parecen muy nerviosos, y se comportan de forma hostil con cualquiera que se les acerca.

Cuando os acercais hacia el barco "Venganza Sangrienta" os dais cuenta de que está toscamente construido, de un solo palo y de unos 90 pies de eslora. Tiene un gran número de cicatrices de guerra a lo largo de su casco, pero parece marinero. Tiene las velas recogidas, y en la cofa hay un orco armado con un arco corto. Otros dos orcos, que llevan cimitarras melladas al cinto, vigilan la pasarela, alentando a los viandantes con sus ceños fruncidos a que pasen de largo ante el barco. Lo cierto es que al mirar alrededor, os percatáis de que no hay amarrada ninguna embarcación cerca suyo.

-Bueno, tocará hablar con esos orcos con malas pulgas.

Angelica se acerca a los orcos de la pasarela y se dirige a ellos con toda naturalidad, ignorando sus gruñidos. Está segura de que su dicharrachería logrará descolocar suficiente a los guardias como para que al menos pueda echar un buen vistazo a la embarcación y a lo que se vea desde la pasarela, aunque tengan que acabar escapando.

-¡Hola! Qué barco más bonito tenéis, aunque está un poco echo polvo. No es que me esté metiendo con vosotros, claro que no, solo digo que tiene un montón de golpes. Eso sí, tenéis que estar cansadísimos de estar ahí al sol gruñendo todo el día, ¿no tenéis la boca seca? si queréis os puedo traer una deliciosa jarrita de cerveza de aquella taberna. ¿Sí? ¿no? ¿agua, mejor? No creo que unos tipos duros como vosotros prefieran agua a cerveza, pero bueno, a lo mejor no podéis beber estando de vigilancia.

Angelica, en su inocencia, comienza con mal pie hablando a los orcos. Sir Barristan ya comenzaba a acostumbrarse a las meteduras de pata de la muchacha, pero, después de todo, lo hacía con la mejor de las intenciones. Ella sólo quería ayudar y el caballero valoraba ese esfuerzo, pese a que sus realizaciones no fuesen las mejores.

Caballeros, nos gustaría hablar con el capitan Scarbelly. Si son tan amables... Las palabras de Sir Barristan son educadas y sonaban tibias, pero un cierto tono imperioso se puede leer en sus palabras. No está pidiendo permiso. Deja claro que no espera recibir una respuesta negativa.

¡Largaos de aquí! Dice un orco entre gruñidos.

¡¡Fuera!! - Dice otro de forma más enfadada.

¡¡¡No queremos nada de vosotros!!!  - Dice un tercero alzando la voz por encima de los demás.

¡¡¡¡Dejad de molestarnos!!!! - Dice el último mientras desde la cubierta escupe cerca de donde estáis vosotros. Demasiado cerca.

El mensaje estaba claro.

Señores, este asunto es de vital importancia. Necesitamos hablar con su capitán. Pongan ustedes condiciones que les haga sentirse más cómodos. No pretendemos hacerles daño. Dice el Caballero con seguridad.