Partida Rol por web

Lo primero que hacer Orlen es preguntar por la posada más cercana de allí al primer transeúnte que encuentre.

Despues de ver este lugar y busca entre los carteles alguno con la imagen del señor Noshi a la par de comer otra manzana, Milkahá se dirige a otro sitio cercano...

Me aproximo a la zona en la que se encuentra el dueño del local lo máximo posible. Desde el límite del vallado trato de llamar la atención del hombre -Esto... disculpe ¿el señor Anmeh? Quisiera preguntarle algo si me puede dar un minuto de su tiempo, estoy buscando a alguien.

Mientras le llamo observo el edificio. La verdad es que no me extraña demasiado que sufriese cualquier tipo de accidente teniendo en cuenta lo que anunciaba, y lo que no. Un escalofrío me recorre las espalda, no era precisamente el tipo de lugar en el que me quedaría a dormir. Pero por algún sitio tenía que empezar.

Anmeh estaba supervisando las obras de su local cuando escuchó que una mujer le llamaba. Se giró sobre sí mismo para acercarse a ella; la analizó de arriba a abajo, para tratar de averiguar sus intenciones y luego mostró una sonrisa ligeramente forzada. Digame, en qué puedo ayudarla?

Saludo al propietario con un gesto de la cabeza y procedo a explicarme -Buenos días, como he dicho estoy buscando a alguien y me preguntaba si usted podría saber algo sobre él. Se llama Mires Tithane, es un gnomo y seguramente esté en la ciudad ganándose la vida como inventor o algo similar.

Después de soltar aquello echo un vistazo detrás del hombre, en dirección a las obras que estaban teniendo lugar -Lamento mucho lo de su negocio por cierto ¿fue grave el accidente?

¿Mires? La verdad que ni idea, dijo encogiéndose de hombros, quizá en alguno de los gremios de la ciudad puedan ayudarle. Allí es donde trabaja la mayor parte de la población, quizá pueda buscarle allí.

Luego asiente ante su última pregunta. Si, fue terrible a la par que extraño. Supongo que coqueteé demasiado con criaturas excesivamente peligrosas, y al final una columna de fuego, una gran rareza quemó parte de las jaulas y del local. Luego miró hacia el final de la calle. Aunque también le pasó casi lo mismo a la Cabra de Mimbre, pero fue aún peor.

Sigo la mirada de hombre calle abajo ¿¿algo capaz de crear columnas de fuego y reducir a cenizas un edificio andaba suelto por ahi?? Un escalofrío recorre mi espalda, y eso que acababa de llegar a la ciudad.

Vuelve a centrar mi atención en Anmeh -Gracias por su tiempo, creo que seguiré su consejo. Probaré suerte en alguno de los gremios de la ciudad. Espero que pueda volver a abrir pronto.

La fachada de este edificio está cubierta con docenas de carteles, muchos de ellos hechos jirones o pasados de fecha, que muestran extraños portentos de la naturaleza, monstruosa o reliquias extravagantes, con frases llamativas como "¡ Ved al asombros hombre-anguila!", "¡Contemplad el truco más cruel de la naturaleza: el perro con cara de rana!" o "¡Probad vuestra resistencia en el Pozo del cieno vil!"

Un gran cartel sobre la entrada proclama con orgullo que el lugar es el Salón de rarezas de Anmeh; dicho cartel titila con un fuego féerico permanente.

Este lugar es justo lo que parece: un circo de monstruos y museo que alberga lo exótico e inusual.
La entrada cuesta 1 pp, o 1 po para la "visita de invitados honorables", un periplo guiado por el museo a cargo del propio Anmeh que incluye el acceso a sus "piezas secretas". Éstas suelen ser algunas de sus futuras atracciones, que los ricos pagan por ver antes que los demás.

Aunque eso realmente era antes, ahora el edificio está cerrado, acordonado y en obras. Parece que allí hubo algún tipo de accidente y no se permite la entrada a nadie ajeno. El propio Anmeh supervisa las obras desde el exterior.

El mediano se presentó allí aun sin saber como. No había preguntado donde estaba el lugar, ni mapas, ni indicaciones. Pero allí acabó, después de quien sabe cuanto tiempo dando vueltas por la ciudad. Así que cuando se paró, entrecerró los ojos y leyó el cartel, dio un salto de alegría e incluso aplaudió de cierta forma infantil.

Según su cabeza, aquella mañana le había prendido fuego a una taberna, así que era motivo más que suficiente como para estar contento.

- Eh........ ¿El señor Amneh? - Le preguntó a alguno que estaba por allí. El lugar se llamaba "Salón de las rarezas de Amneh" así que lo más normal es que lo llevara el Señor Amneh. ¿Quien si no?

Anmeh estaba supervisando las obras de su local cuando escuchó que un mediano le llamaba. Se giró sobre sí mismo para acercarse a é; lo analizó de arriba a abajo, para tratar de averiguar sus intenciones y luego mostró una sonrisa ligeramente forzada. Digame, en qué puedo ayudarle?

- Hola. - Dijo en un principio el mediano, que se quedó mirando al hombre durante unos segundos. ¡Que suerte había tenido, justo a quien estaba buscando! El mediano no pudo evitar sonreir, mostrando la totalidad de sus dientes en una vaga imiatación del gesto del hombre.

- Quería buscar una cosa aquí. Una moneda como esta. - Le mostró la moneda que encontró en la casa de mimbre. - Estoy investigando que podría tener relacion con unas columnas rojas de fuego que salian hacia el cielo. ¿Puedo-puedo? -

¡Por todos los dioses de este mundo! Dijo Anmeh mientras reculaba para atrás al ver la moneda. ¡Cielo santo! ¡No había vuelto a ver una como esa desde... desde... El hombre se quedó pensativo en las palabras del mediano. Efectivamente, desde el día en que aquella columna de fuego ardió mi local. ¿Crees que tiene que ver esas monedas con esas columnas de fuego? Ten cuidado, porque de ser así, es muy peligroso. Dijo Anmeh sin terminar de acercarse a él.

- Uy, por supuesto. Esta otra me la dieron y esta la encontré en las ruinas de la casa esa quemada. ¿Conserva la moneda? ¿Puedo entrar a mirar que paso? Queremos evitar que ardan mas cosas... ¿no? - Acabó por encogerse de hombros, como quien no quiere la cosa.

La verdad que la moneda la perdí. Y no la he vuelto a ver desde el incendio. Tampoco la he visto por aquí, he removido bien los escombros, pero no ha habido suerte. Si quieres pasa, quizá tu compañero tenga más suerte para encontrarla.

- Oh, ¿la perdiste? Que mal, es de oro, el oro vale mucho. Y lo que vale mucho esta bien. ¿sabes? Cosas de la sociedad. - Sonrió cual crio infantil, y asintió con la cabeza cuando le dejó pasar y comenzó a buscar sin más dilación, como si estuviera por su casa. - A ver a ver.... que hay por aquí... Rufus, busca por allí. -

Puede ser que en otras circustancias, a Agakor le hubiera llamado mínimamente la atención algo de lo presente. Pero no fue el momento, ni el lugar, ya que después de visualizar el hombrepez -del cual estaba seguro que había tenido algún problema con el cambio de forma y se había quedado a medias- vio aquella jaula quemada, y no pudo evitar acercarse, estudiandola más de cerca. - ¿Que había aquí? -