Partida Rol por web

Para ir hacia Gruta Carmesí deberíais tomar el camino del este, está a unas pocas horas y no tiene pérdida alguna. No tenéis de lo que preocuparos, en cuanto a lo que os ofrecerán por el encargo, eso ya no lo sé, tendréis que preguntárselo al tal Bruno.

Sanya asintió con la cabeza. Por fin parecía que la cosa andaba.

-Camino del este. Unas pocas horas. Anotado. Bien, no sé vosotros, compañeros, pero yo estoy lista. Todo lo que tengo en esta vida lo llevo encima. ¿Nos ponemos en marcha?

- Sabes de que temas hablaban en esas reuniones, algo? Sabes si Cimbreros tiene la llave de la trampilla?- dice excitado Tinkle. Tenía que saber más de aquello.

- Ya tenemos la información. Entonces pongámonos en marcha. Me vendrá bien ejercitar un poco los músculos - apuro la cerveza y le pago al señor Cimbreros antes de partir con el resto de acompañantes.

- Antes de salir, debemos comprar si se puede un poco de provisiones, pues no sabemos cuanto tiempo vamos a tardar. Al menos para uno o dos días. Que les parece? Heian sabía lo que era viajar sin un poco de pan y agua, por lo que esta vez quería estar preparado.

-No lo veo necesario, en mi opinión. Son solo unas horas de viaje, podemos comer allí. Incluso es posible que nos inviten si aceptamos la misión. No sé vosotros pero yo voy justa de plata.

Sanya enrojeció un poco pero era la verdad. Por eso se mostraba tan anisosa por conseguir un trabajo.

- Entonces en marcha. No hay tiempo que perder. Dice Heian a sus nuevos compañeros.
Era lindo poder disfrutar de la compañía mientra uno viaja. Hace mucho que no le ocurría.

Era una lástima emprender un viaje sin perspectivas de pago o comida, pero en todas nuestras opciones debíamos alcanzar a ese Bruno o darnos con un canto en los dientes. No veía más opciones que ponernos en marcha.

¿de qué temas hablaban? La rata se quedó quieta, sin decir nada. No entiendo. Estabas hablando con un roedor, quizá algo inteligente, pero no capaz de entender las conversaciones humanas, y mucho menos saber quién es Cimbreros.

Justo cuando ibais a salir del establecimiento, os encontrasteis con Tinkle en la puerta que estaba hablando con... no visteis con quién. Porque fuera lo que fuera, se marchó en cuanto abristeis la puerta del Lenguado Macerado. Y antes de que pudierais salir de allí, Ned salió corriendo y les gritó.

¡Un momento! ¡Que cada uno pague lo que ha consumido! ¡Ya me han robado una vez y no pienso ver como me lo hacen otra! Aquello iba especialmente dirigido hacia Duncan. Es una pieza de cobre por cerveza. Dijo haciendo un gesto con la mano para que apoquinasen.

Y luego se fijó en que el gnomo estaba allí, le lanzó una mirada molesta y luego miró a Sanya. ¡Os dije que él no era apto para esta misión! Dijo molesto.

-Me da igual lo que digas, Cimberos. Ahora ya sabemos los datos de la misión. No pienso volver por esta mierda de tugurio en mi puñetera vida. Y hay que tener valor para probar tu cerveza! Admiro tu temeridad, Duncan!

Sanya ni siquiera tenía pensado dejar que el gnomo se uniera a ellos pero aquel tipo era un cretino y ya le había tocado demasiado las narices.

- Maldita sea- dice gateando un poco, hasta que perdió de vista a su compañera. Después se levantó quitándose el polvo de encima de la ropa de viajero, mirando al grupo que se disponía a salir de allí, con un poco de envidia, dado que iban a correr aventuras, y él se quedaría sin ellas por el maldito Cimbreros.

- Incorrecto señor- dice levantando el dedo y señalándolo directamente. - Soy una persona muy válida, de hecho les daría a este grupo de señores alternativas que no fueran sólo el poder de las armas, sin querer faltarles.- dice levantando la mano antes de que ninguno protestara.

- Pero bueno, si se ha emperrado en que no vaya, no voy. Tened suerte con lo que os encontréis por allí. Venga, señor, póngame una cerveza, tengo que hablar con usted de negocios.- sonriendo a Ned Cimbreros y sentándose en un taburete.

Heian le toca el hombro al señor Winterworth al encontrarselo en la puerta de la taberna y le hace una seña que se retire un par de cuadras mas adelante en señal que el quería hablar con él.
Luego observo al señor Cimbreros y le dijo.
- No se porque el alboroto, pues el señor Winterworth se encontraba acá afuera haciendo vaya a saber uno que, observando al gnomo como se retira del lugar en la dirección que le indicaba, cuando nosotros estábamos adentro con usted hablando. Si el señor Duncan ya pago su bebida nos disponemos a partir lo antes posible para no perder el tiempo. Hasta luego señor Cimbreros.
Luego hace una seña a sus compañeros para arrancar la marcha, mientras observa como el gnomo se les adelanta un par de cuadras.

- Eso digo yo, cuanta tensión.- dice dando media vuelta ante los toques de Heian, yéndose hacia la dirección que el humano le señalaba hacia donde se iban a dirigir.

- Revise bien su palma, señor Cimbreros. Verá que ya he pagado mi consumición. No hace falta ponerse tan agresivo.

Luego me giro hacia la enana que parece estar asombrada por mi temeridad - Mi estomago está echo a prueba de bombas, jeje - digo golpeándome el vientre con el puño. Había sido de los peores tragos que había tomado en mi vida, pero eso no me mataría.

Pues lamentablemente moriremos.

Pensé cuando el tabernero volvió a indicar que el gnomo no servía para la misión. Quizás si se hubiera explicado mejor podría habernos convencido, pero ante la falta de argumentos no ayudaba a que lo dejáramos atrás.

- Perdonad, pero tenemos prisa.

Comento al grupo haciendo ademán de irme.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Un lugar nada agradable, esa fue la rápida definición que se le vino a la mente a Dan nada más ver la taberna que tenía frente a él, un lugar bien distinto a la posada regentada por el mediano, ya le había quedado claro que la anciana no mentía y esta no era una buena taberna, pero era dónde quería estar, así que tampoco podía quejarse, al fin y al cabo había llegado allí porqué él quería.

Su primer objetivo en el nuevo lugar era pasar desapercibido, por lo que al entrar se apartó hacia un lado, no quería caminar más, ahora quería cumplir su segundo objetivo, buscar a alguien que se dedicara a lo mismo que su maestro, sabía que eso le podía costar a no ser que encontrara al típico ladrón que le gusta alardear de lo que hace, eso le ahorraría mucha faena.

Al contrario que hacía casi siempre no se apoyó en la pared antes de comenzar su búsqueda, estaba seguro de que si hacía aquello podría derribar la pared o algo parecido, así que decidió no arriesgarse. Sin perder más tiempos en tonterías comenzó a observar a la gente que se encontraba dentro del Lenguado Macerado, buscaba signos que le ayudaran a encontrar a un compañero de profesión, exactamente en lo que se fijaba era en dos cosas, si llevaban algún arma y una buena bolsa repleta de monedas, para Dan estas dos cosas juntas era sinónimo de ladrón.

Lo que resulta ser un típico establecimiento de taberna venida a menos, resulta ser un extraño lugar. Ya que todos esos clientes que parecían estar borrachos más bien parece que están fingiendo estarlo. La mayoría parecen estar alerta y atentos a todo lo que sucede en el lugar.

Parece que algo extraño se oculta en el lugar. Quizá algo muy peligroso.

Y a pesar de tus intentos de pasar desapercibido, has logrado justo lo contrario. Todo el mundo tiene la vista puesta en ti, y el tabernero te mira desde detrás de la barra. Esperando a ver cuál es tu próximo movimiento.

Mierda, adiós a mi intento por pasar desapercibido. Evidentemente, Dan se había dado cuenta de que su plan inicial ya no servía, ahora le tocaba improvisar era el centro de atención de aquel siniestro lugar, así que más le valía no meter la pata, pues aún no le apetecía comenzar a correr delante de nadie, era demasiado pronto, ya habría tiempo para eso en otra ocasión, hoy no iba a ser ese día.

–Buenos días alegre gente– saludó con energía mirando únicamente al tabernero en esta ocasión, entre todos los que poblaban el lugar era el que más confianza le transmitía simplemente por ser el dueño del lugar. –Sirve lo más barato que tengas por favor, no estoy para seguir gastando el dinero, a este ritmo tendré que comenzar a trabajar de cualquier cosa mañana mismo, que aquí las cosas las tenéis muy caras– conversó en voz alta con la intención de que todos le escucharan y alguno se acerca a él, aunque estaba seguro de que poco iba a conseguir y le tocaría a él acercarse al resto.