Partida Rol por web

Miro el plato que me ha ofrecido y directamente miro al tabernero, con la seriedad marcada en mi rostro. Saco un par de monedas de plata y se las doy.
-Buenos días.
Empiezo a comer con tranquilidad mientras le miro directamente a los ojos. Me limpio los labios antes de empezar a hablar.
-También necesitaré una habitación y, si no es molestia, alguna indicación. Necesito trabajo, si no encuentro nada me veré obligado a entrar en la guardia de la ciudad, y créeme, a mi no se me ha perdido nada con ellos. Pero la paga es la paga y supongo que me dará tiempo de conocer otras compañías. ¿Dónde me recomendarías que buscase?

Lo que resulta ser un típico establecimiento de taberna venida a menos, resulta ser un extraño lugar. Ya que todos esos clientes que parecían estar borrachos más bien parece que están fingiendo estarlo. La mayoría parecen estar alerta y atentos a todo lo que sucede en el lugar.

Parece que algo extraño se oculta en el lugar. Quizá algo muy peligroso.

Antes de que Ned pudiera contestar a alguna de las preguntas planteadas, un hombre entró corriendo por la puerta. Era un hombre de aspecto maduro y estaba ligeramente agotado, estaba sudando pues estaba claro que había llegado corriendo. ¡Por favor, ayuda! ¡Ayuda! Gritó el hombre. ¡Necesito alguien que esté dispuesto a defender mi casa! ¡Hay una pareja de arcanistas que han entrado en mi casa! ¡Han roto la ventana de mi casa y me han atacado! ¡Conseguí huir en el último momento, pero ahora están allí saqueándome la casa! ¡Por favor, que alguien me ayuda antes de que se haga tarde! Gritó nervioso el hombre.

Mal empezamos, aunque tengo ganas de encontrar algo de trabajo, no tengo ganas de enfrentarme bajo ningún concepto a dos arcanistas yo sólo. Miro en derredor a ver cuántos valientes hay en la sala, esperando para ir o no ir. Doy un trago Mié tras observo al personal. De repente, entrar en la guardia no me parece tan mala idea.

Al final Dan no pudo resistirse y no solo puso la oreja para intentar enterarse de algo, sino que iba echando unas rápidas miradas de vez en cuando. Pese a ello no consiguió nada, al menos nada que le fuera interesante, pues de la extraña actitud de los hombres que observaba ya se había dado cuenta al entrar al lugar, y algo de curiosidad tenía por averiguar el porqué de su comportamiento, pero si no podía sacar nada a cambio tampoco iba a mover un dedo, además, había algo que no le trasmitía buenas sensaciones en ese lugar, otro motivo por el que no hacer nada.

La llegada del hombre que entró pidiendo auxilio a Dan hizo que este dejara de mirar impacientemente a Markas y Rudolphus, hasta agradeció su aparición, comenzaba a aburrirse, cosa fácil en él. Sin esperar la aprobación de los que ya consideraba compañeros suyos se levantó y se dirigió al hombre sonriendo. –Nosotros podremos ocuparnos de ellos– dijo confiado, no podía dejar pasar esa oportunidad.

¡Muchísimas gracias! Dijo mirando a Dan que a pesar de haber hablado en plural parecía ser el único voluntario en ofrecerse. ¡Acompáñame! ¿Crees que tú sólo podrás con ellos?

Al ver el aspecto de aquella comida, replico a la pregunta del encargado del lugar.

Pensandolo bien, creo que comeré mas tarde, gracias, solo dame la cerveza o una copa de grog en su defecto que te pedí al entrar, si no fuera por al amigo que me brindo una copa de grog aun tendría la garganta seca,  toma la pieza de plata - concluyo echando la moneda de plata sobre la barra.-

Otro personaje entro a la taberna bastante exaltado, pidiendo ayuda, había sido atacado por un par de arcanistas en su propia casa. Dan apresuradamente acepto ayudar a aquel hombre, nadie mas hablo por unos minutos, aquel hombre agradecido, le pregunto si podría el solo con aquella tarea. Buena pregunta, -pensó el pícaro- un par de arcanistas no serian presa fácil a menos que con sigilo pudiéramos tomarlos de sorpresa, quizás si el hombre que comía en la barra se uniera a la aventura y Rudolphus saliera de su letargo para opinar del asunto, tendríamos alguna esperanza de salir victoriosos.

¡Hey Hey Hey!, espera un momento Dan, no tan rápido, -entonces dirigiéndose al extraño le pregunto- ¿Que ganamos nosotros en todo esto?

Dan miró disimuladamente hacia atrás al escuchar al hombre, solo no iba a ninguna parte, y menos a por dos arcanistas. Comprobó que no le estaban dejando tirado como ya comenzaba a pensar, al menos Markas que se le acercó. –Un momento, reunión de equipo– sin esperar la reacción del hombre se acercó hasta su compañero lo suficiente como para que nadie más le escuchara, aunque a Dan con que el hombre no le escuchara le bastaba.

–Piensa, si le ayudamos ese hombre nos deberá un favor– comenzó a hablar en un tono de voz bastante bajo. –O puede que hasta varios, y personalmente a mí me gusta que la gente me deba favores, sobretodo si tiene casa, ¿o es que a ti te sobra el dinero para estar durmiendo siempre en posadas? Yo ya te digo que no es mi caso, además, no perdemos nada por intentarlo, si las cosas se ponen mal pues corremos, tampoco vamos a arriesgar nuestras vidas por un desconocido– sonrío, estaba convencido de que si idea era buena. –¿Que te parece, vamos?– esperó la respuesta definitiva de Markus con cierta impaciencia, si esperaban mucho al final su objetivo acabaría escapándose.

Para cuando terminaron de hablar y de decidir qué hacer. Desthen ya se había marchado.

Enarqué una ceja al escuchar lo de la reunión de equipo, mesé mi incipiente barba y volví a dedicarme a mi plato de comida, no creía que pudiera sólo contra dos arcanistas y mucho menos que los dos postulantes a héroes fueran una buena compañía con la que sentirse cómodo trabajando. Me terminé el plato y la bebida. Mirándo al tabernero terminé diciendo.
-De verdad que puedo asegurar que no he probado nada igual en mi vida. -Terminé añadiendo con un tono neutro a la conversación. Acto seguido me giré a comprobar el tipo de personajes que se hallaba en el interior. Pero si no veía nada prometedor... Me marcharía de allí.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Aguardo a que Riku y Tyvis entren primero y espero un par de minutos antes de entrar yo mismo. Una vez dentro de la taberna, me sitúo en una esquina, alejado de ellos pero desde una posición donde pueda verlos en todo momento. 

Antes de que ingresen Riku y Tyvis, el explorador ingreso a la posada colocandose en una posición estratégica para poder divisar a todos los comenzales que allí se encuentren y a la vez poder vigilar bien a sus compañeros para que nada le ocurra. Unos minutos después observa como ingresan Riku y Tyvis, y el lugar donde se colocan para luego verlo ingresar a Duncan tomando su posición.

Bien, ya había llegado a la taberna, ahora ya sólo faltaba quedarme cerca de Tyvis todo el rato, no fuera a complicarse todo en mitad de la taberna. - Estaré contigo todo el rato. Le indiqué al hombre animándole a entrar en la posada.

Esperando una respuesta que no llegaba Dan se giró para comprobar que el hombre siguiese en su sitio, y como se temía ya no lo estaba, había desaparecido. –Oh genial, adiós a mi plan– se quejó bajando un poco la cabeza. –Que prisa tendrá, si ya le estaban robando, por un par de cosas más que le quiten no le va a pasar nada– continúo con sus quejas en voz alta, realmente le había molestado aquello, no le gustaba perder una oportunidad tan buena como la que se le había presentado, ahora ya no podía hacer nada.

Dándose por vencido se encogió de hombros, quejarse más no iba a servir, por lo que se acercó hasta el "amable" tabernero obviando a los nuevos que entraban al lugar. –Necesito una última cosa antes de marcharme, ¿dónde vive el señor Cantohelado? Tengo que verle?– preguntó volviendo a sonreír como siempre.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

¿Señor Cantohelado? Preguntó Ned. La verdad que me suena su nombre, pero no le conozco. Dijo encogiéndose de hombros. A continuación miró a los recién llegados, ¿desean tomar algo para beber? Preguntó el posadero.

No lejos de allí, Tyvis vio a un grupo de cuatro aventureros sentados en una mesa. Tenían una apariencia ruda y parecían peligrosos. Tyvis miró a sus escoltas, para que estuvieran atentos de cualquier cosa que pudiera pasar. Y les miró con cierto disimulo y preocupación.

Tyvis habló con ellos en voz baja de forma que nadie pudo escucharles, pero pronto se escuchó a uno de aquellos matones, ¡cumple tu parte del trato! y fue entonces cuando desenvainaron sus armas.

Tinkle venía hablando con Sanya animadamente sobre como habían sanado su herida, le parecía magnífico el trabajo altruista de los paladines y clérigos de aquella ciudad, cuando, entrando con Sanya al Lenguado, iba a saludar a sus compañeros y contarles lo ocurrido, se encontraron con el percal:

- ¿Qué demonios pasa aquí? Tyvis, ven aquí detrás, corre! - dice Tinkle cogiendo la vara con dos manos, colocándose detrás de Sanya.

Sanya habia llegado de buen humor. La herida le dolia mucho menos y la suerte parecia sonreirle de nuevo. Lamentablemente, al entrar en la taberna todo su buen humor se evaporo al ver la escena que se acababa de montar. La enana saco el escudo, por si acaso, y trato de calmar las cosas.

-Un momento, un momento. Mantengamos todos la calma. A que se refiere usted con eso de un "trato", caballero?