Partida Rol por web

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Phaia, una salvaje de las estepas del norte que había optado por el exilio ahora deambulaba por las abarrotadas calles de la ciudad de tormentos cristalinos. No era nada como se lo imaginaba. Los infinitos aromas que se percibían en el aire combinado con las estrechas casas y la cantidad de gente yendo de un lado para otro, la hacían sentir asfixiada y realmente incómoda.

Lo único que sabía acerca de esa ciudad era sobre una taberna humilde llamada el lenguado macerado, que al parecer no era tan humilde como se creía. 

A Phaia poco y nada le importaba constatar la veracidad de dicho rumor, ni investigar casos misteriosos de esa taberna o cualquier otro lugar o persona. Solo deseaba empezar con su vida desde cero y era consciente que para ello necesitaba una cosa: Monedas. Y la mejor forma de sacar monedas, era trabajando en lo que ella era buena: En combate.

A regañadientes preguntó a extraños y guardias sobre el único lugar del que había hablado y logró llegar al lugar. El olor parecía más agradable que lo que percibió en el exterior y es que el olor a pescado crudo y entrañas podridas eran el común allá donde vivió.

Se sentó en una butaca y plantó su pesada bota sobre la mesa. -Qué debo hacer para conseguir un plato de comida caliente que me llene la barriga y una bebida para juagarla?

Ned Cimbreros se acercó a la recién llegada para mirar con mala cara los pocos modales de la misma. Era cierto que los parroquianos de aquella taberna no es que fuesen de lo mejor de la ciudad, pero al menos no iban poniendo los pies encima de los lugares donde comía la gente.

Pues lo primero que has de hacer es sentarte en una mesa, dijo en el mismo tono que Phaia, y lo segundo es pedir por esa boquita qué quieres comer, podemos servirte el menú de hoy, que consta de lenguado macerado con una jarra de grog. Todo por un módico precio de 1 pieza de plata. ¡No encontrarás nada más barato en toda la ciudad! ¡Te lo aseguro!

A pesar de su aspecto huraño y brusco, Phaia era inteligente, muy inteligente y sabía cuando y como actuar y adaptarse a las nuevas circunstancias.

Chasqueó la lengua y asintió ante la oferta de aquel sujeto que parecía ser el dueño del lugar, a la vez que entendía el mensaje y bajaba los pies de la mesa. -Deme uno de esos, señor.

Luego intentó acercarse un poco más al hombre mientras le mostraba su empobrecida bolsa de monedas.

- ¿Dónde puedo además encontrar algo de trabajo que me de el sustento? -Clavó su mirada en su larga bisarma y su alabarda, dando a entender su habilidad con ellas.

Ned se fue a por la comida de Phaia sin contestar a su pregunta. No tardó en llegar con dos tazas rancias de grog y una plasta apestosa de espinas y pescado que sirvió bruscamente sobre el plato.

¿Trabajo? No tienes mucha pinta de ser carpintera y de poder ayudarme a reformar este local de mierda, así que no sé dónde podrás encontrar algo adaptado para ti. Pero en Recados de Tormentos Cristalinos es posible que encuentres lo que busques. Dijo mientras tomaba la moneda de plata de la bolsa que le había abierto.

No reparó en principio las palabras del hombre, se limitó a abalanzarse sobre el plato de comida atragantándose y llenando la boca hasta más no poder, lo más rápido posible. Como si alguien fuera a robarle su comida; Sus "rústicos" modales en su máximo esplendor.

Con el plato vacío y untada de grasa hasta la nariz, volvió a dirigir la palabra a su interlocutor.

-¿Aquí ofrecen servicio de hospedaje? Quizá quiera volver en la noche.

Tras la respuesta, se levantó, recogió sus cosas y viró sus pasos al lugar mencionado: Recados de tormentos cristalinos.

Ned se alteró al ver que la semiorca se ponía en pie y preguntaba por si el lugar era también una posada, pero lo que más le alertó es que daba la sensación de que la mujer pretendía marcharse sin pagar. No, lo siento, esto es solo una taberna y ya tenemos bastante. Después carraspeó para no ser demasiado ofensivo, Me debes una pieza de plata, así que haz el favor de pagar antes de irte. Las palabras de Ned eran muy serias y amenazadoras, parecía que tenía costumbre en tratar con gente que se escaqueaba de pagarle.

La bárbara se sorprendió al ver alterado al tabernero y solo tragó saliva...

- Una pieza de plata? pero qué..... -Le parecía un robo, un engaño. Un pescado no valía nada allá en su tribu y normalmente intercambiaba algunos peces por madera de leña. Estuvo a punto de preguntar si aceptaba trueques, pero se abstuvo e imaginó que la vida en la ciudad no era como en su tierra natal, además, no tenía nada para dar a cambio.

Abrió su bolsa de cinto, bastante mermada y liviana y con reticencia pagó el pescado que, aunque buena porción, no había llenado por completo su estómago.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Quería ahorrar mi dinero para asuntos más importantea, así que aquel lugar era perfecto. En la zona de los muelles y alejado del ruido de la ciudad donde podría descansar. El olor era lo de menos y me acabaría acostumbrando. No sabía cuanto tiempo estaría en aquel antro, pero como mínimo un mes o así.

Posadero. Quisiera una habitación para un mes. Y algo de información si pudiera ser. Busco el Gremio de Curtidores

Esperaba no tener que soltar ninguna moneda para conseguir la información. Aquel era el típico sitio que hasta para decirte el día en el que vivías te cobraban así que no tenía demasiadas esperanzas en conseguir la información gratis. Intentaría quedar bien.

Y ponme un plato de pescado con un trozo de pan

El posadero se dirigió al hombre con cara de muy pocos amigos y un poco asqueado por haber llamado tanto la atención en el lugar. Le da dos tazas rancias de grog y una plasta apestosa de espinas y pescado. Y sin ser excesivamnete maleducado, le saluda y le dice:
Buenos días, toma, el grog y el lenguado macerado. Son una pieza de plata cada uno. Dudo que puedas encontrar nada más barato en toda la ciudad. Dice dirigiéndose con cara de desprecio al joven.

Estoy cansado de la bromita que se gastan los guardias de mandar a todos los recién llegados a mi taberna. Les tengo dicho que esto no es una posada y que es tan solo una taberna. Le dijo mientras escupía al suelo molesto por aquella situación.

El gremio de curtidores es fácil de encontrar, tan solo tienes que buscar el punto 34 en los mapas que hay repartidos en cada cruce de la ciudad.

Levanto las manos a modo de defensa.

Vale, vale. Tranquilo amigo. No quiero bronca.

Cogi el plato y me lo lleve a una mesa después de pagarlo.

Gracias por la información. Y entonces, ¿para hospedarme?

Me senté en una mesa cercana para poder escuchar al tabernero mientras comía aquel "manjar". La verdad, era lo más parecido a una comida que probaba en días. Al menos estaba cocinado.

Es sencillo, dijo el propietario, tan solo tienes que buscar en los mapas que hay por la ciudad los sitios que se llamen posada "nosequé". Hay unos cuantos por la ciudad, seguro que no te resulta muy complicado encontrarlos. Dijo en cierto tono de reproche. Después se quedó ahí mirándole mientras esperaba a que le pagara.

Le tiendo dos monedas de plata y doy cuenta de la comida. No tenía demasiado buen sabor, en realidad estaba bastante malo, pero llenaba el estómago que era lo importante.

Salí de la taberna y busqué el famoso cartel del que había hablado el tabernero. Busqué el número 34 y memoricé la ubicación del Gremio de Curtidores. Entonces busqué donde podía estar la posada más cercana a ese punto. Anoté mentalmente la ubicación del lugar, en referencia a donde me encontraba actualmente, y me dirigí hacia allí.

Caminé lentamente por las calles, observando los edificios, la construcción. Buscaba inconscientemente lugares de huida, posibles escondites, callejones estrechos y cualquier cosa que me fuera de utilidad para el futuro.

Llegué a la posada que había localizado en el mapa.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Eeeeuuuuuh... Vaya asquito de taberna. Y mira que había conocido tabernas malas, pero esta se llevaba la palma. Pero independientemente de su aspecto, a un lugar así siempre tenía que dársele el beneficio de la duda. Quizás tuvieran rumores interesantes. Así que, reuniendo todo el ánimo del que era capaz, Enzo se acercó al primer parroquiano con aspecto mínimamente no agresivo que había por allí.

 -Perdona amigo, estoy buscando un buen lugar donde enterarme de rumores interesantes u ofertas de trabajo. ¿Ha llegado algo a tus oídos que pueda ser de interés a un honrado bufón?

Aquel tipo miró de reojo a Ned Cimbreros, el propietario de la taberna y entre susurros le contestó: Te recomendaría que fueras a preguntar a Recados en Tormentos Cristalinos, ahí es donde la gente suele dejar los avisos de trabajos que requieren aventureros. Si Ned te ve hablando y no consumiendo puede que se moleste. Dijo casi en un tono imperceptible. Vete allí o consume algo y pregunta a Ned.

¡Al fin, una persona mínimamente educada en aquella cuidad infernal! Lástima que el bufón andara tan justo de dinero, porque gustosamente le invitaría a tomar algo.

 -Gracias amigo, iré a Recados a ver qué se cuece. Y si gano algo, ten por seguro que te agradeceré el consejo con una buena copa. ¡Gracias de nuevo!

Y tal y como había llegado, Enzo se marchó a la carrera. A ver si podía encontrar algo de trabajo que fuera interesante, porque si no encontraba nada, se iba a morir de hambre, lenta y dolorosamente.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.