Partida Rol por web

Aire tocó la moneda que tenía su compañero en la mano. 

Poniendo los ojos en blanco, recitó:

Que tu magia fluya por tí y me revele tu poder

Las monedas comenzaron a brillar fuertemente indicandoos que ahí había algún tipo de magia oculta. No supisteis reconocer lo que podía ser. Era un tipo de magia que se escapaba al control de Aire, pero eso no quitaba que pudieseis encontrar a alguien en toda esa ciudad que os pudiese ayudar. Aunque tendríais que ir con cuidado, es posible que el tabernero no quiera que se sepa la existencia de esas extrañas monedas.

¡Yuhu! exclamé mientras levantaba los dos brazos en señal de victoria.

¿Te has dado cuenta? ¡Ha reaccionado a mi divinidad! Eso significa que esta moneda está llena de magia

Tenemos que pensar quién puede ayudarnos...

Devuelvo la moneda a la mujer y acercandome a ella susurro

Mi señora quizas otro mago podria decirnos mas, he oido que en esta ciudad ahi un museo de rarezas en ese lugar quiza tambien puedan decirnos algo. Usted que opina?

Opino que no hay maga mejor que yo, pero estaría bien ver cómo trabajan los mortales. Y estoy muy interesada en ese museo de rarezas. ¿Tendrán más ballenas rellenas de palomas como la de la entrada? Preguntó tocándose la nariz.

Vamos, mi querido... Grant, llévame a esa sala de los horrores

MIentras las ganas de atravesar a la molesta mujer aumentaban, respire y apurando la comida.

Si mi señora yo la llevare hasta el museo mi señora!!

Qué tipo de local será este?

Sin saber muy bien donde se metía, abrió la puerta y entró lentamente en el local, sin saber que se iba a encontrar.

Tal vez algún mesón, me iría bien quitarme el hambre de encima.

Pocos son los que ahora mismo se encuentran en la Cabra de Mimbre, aunque todos los que se encuentran allí parecen resultar forasteros como tú
La taberna está dirigida por un hombre robusto como un oso, mide casi los dos metros y se acerca:

- Buenas tardes señor, bienvenido a mi humilde posada. Podemos ofrecerle algo de comer o un buen vino. Parece usted que acaba de llegar a la ciudad. Forastero verdad? Por lo que veo como todos aquí. No sois los primeros en acercaros a mi taberna, parece que estos días están llegado nuevos aventureros a la ciudad.

Disculpe que me enrolle, en que puedo ayudarle?

Traeme algo de comer. Ligero.

Phenios entró en el local buscando un sitio donde sentarse. descolgó la espada del cinturón y la dejó sobre la mesa. Lo mismo hizo con el carcaj, y aprovechó para contar las flechas que le quedaban.

Al menos, no tendré que comprar más flechas.

Después paso una mirada al resto de parroquianos, tratando de averiguar sus procedencias, e imaginándome sus historias.

-Así que han llegado muchos extrangeros? Y eso?

El hombre te lleva una sopa de pescado y un poco de queso y pan y te sirve una copa de vino. 

Bueno, Tormentos Cristalinos siempre fue una ciudad de aventureros, de hecho esta ciudad la fundaron cuatro. Ahora han pasado años y llevábamos mucho tiempo sin que tan solo uno se acercara a nuestra ciudad, pero por lo que he oido ha habido muchos rumores sobre cosas que están ocurriendo aquí y eso debe estar llamando la atención a la gente. Yo la verdad, no sé más, tan solo he visto a un hombre y una mujer que vinieron por aquí no hace mucho.

El hombre parecía ser el sirviente de ella o algo así. Quizá una poderosa bruja ha llegado a la ciudad y ha traido a sus sirvientes consigo, quizá vuelvan esta noche por aquí a descansar. Si te quedas por aquí lo mismo la conoces.

Bueno, y cuáles son los motivos que te han traído a ti hasta aquí?

Tras dar una cucharada a la sopa mientras escucha al posadero intenta disimular el gusto a rancio que siente con una sonrisa.

-Si me sirves otro plato como este, puede que venga a cenar y a conocer esa bruja que dices.

Yo vengo del Oeste, de las montañas grises. Mientras hablaba iba intercambiando cucharadas del guiso y tragos de vino con educación. Me marché de allí por que no congeniaba muy bien con la gente de allí, y traté de venir en busca de fortuna. Aunque no lo parezca, soy un buen arquero, y siempre me gusta aprender algo nuevo. 

He pasado por el templo de Pélor, pero lo he visto ruinoso y abandonado. La verdad es que no he sido muy religioso nunca, y para una vez que tengo un favor que pedirle a los dioses el templo está en ruinas. ¿Qué les ha pasado?

Una oronda cabra de mimbre cuelga sobre la entrada de este edificio de madera; su panza ha quedado deteriorada hace tiempo, lo que ha permitido a una familia de palomas anidar en su interior.

Si te soy sincero yo tampoco soy muy devoto, la verdad, y mucho menos del dios Pélor. Yo soy más de rezar al dios del justo castigo. El dios del sol y de la luz no sigue mis ideales. Es extraño que precisamente un lugar de luz se esté quedando a oscuras, no crees? La verdad, yo desconozco que está pasando. 

Bueno, decías que quieres otra sopa, verdad. Bien como dijiste algo ligero tan solo te traje esto.

Pasado un momento te trae una nueva sopa con algo más en su interior que resulta un poco más consistente.

Y bueno, si tan buen arquero eres, como es posible que solo lleves un carcaj, dónde has dejado tu arma?

llego hasta la puerta y me detengo a observar la raída cabra que yase a merced del viento, colgando sobre una pequeña soga unida al techo del alero...

-vaya decoracion- pienso al mirar al animal.

abro la puerta de madera y traspaso el umbral, con paso desidido,en direccion al mostrador...

Antes de que llegue a irse a buscar mas sopa, me corrijo:

-No, no.. Para cenar... me expliqué mal. Era solo un cumplido. Costumbres de las montañas, supongo.

-Mi arco? hecho pedazos... Se hacer algún truquillo de magia, nada muy espectacular. Se me ocurrió ir al gremio de magos, a ver si conseguía alguno nuevo, pero la cosa no fue muy bien... Y aquí me tienes. Sin arco, sin trabajo y sin nada que hacer aquí...

Dio el último trago a la copa de vino, para ayudarle a acabar de decir lo que pensaba.

-Malditos magos, Son igual de obstinados y obsesos en todas partes.

Ahora tengo que encontrar trabajo, o algo de dinero para comprar otro. O un trabajo en el que me lo den. No sabrás como está la guarnición de la ciudad? No es que me apetezca mucho pasarme el día haciendo guardias, pero por algún sitio habrá que empezar.

-O si consiguiese algún encargo...

Phenios deja caer las últimas palabras con la esperanza de que le entiendan.

Pocos son los que ahora mismo se encuentran en la Cabra de Mimbre, aunque todos los que se encuentran allí parecen resultar forasteros como vosotros.
La taberna está dirigida por un hombre robusto como un oso, mide casi dos metros y se encuentra hablando con un elfo gris.

Es duro, pero yo no puedo ayudarte en nada, hace poco vinieron unos viajeros y les hice un encargo. Ahora no puedo hacerte el mismo encargo a ti, pues no estaría bien quitarles la recompensa que les ofrecí. 

Llevas razón los magos de esta ciudad están todos locos y es casi mejor no relacionarse mucho con ellos, muchos se sienten los dueños de la ciudad, sobre todo lo más poderosos. Así que ten mucho cuidado con ellos. A pesar de ello no son ninguno malvado.

En cuanto a la guardia de la ciudad tengo entendido que cada día son menos, el jefe de ellos Iborian es un tipo muy exigente y termina cabreando a todos los que son contratados por él. Ha habido quien que hasta ha intentado acabar con su vida. Quizá allí puedas encontrar algo de trabajo, pero es algo que no te recomiendo, nadie de los que trabajan con él se les ve muy felices...

llego al lugar del tabrenero... y lo escucho hablar con un elfo gris... al parecer escasean los trabajos...

-Ya esta anocheciendo.. asique seguire mi busqueda por la mañana....- pienso

miro a mi alrededor... las varias mesas dispuestas a lo largo y lo ancho del lugar estaban ocupadas por algunos viajeros -a mi entender-

-Tabernero... cual es el especial del dia?? Acabo de llegar a la ciudad y estoy muerto de hambre... - le pregunto cuando termina de hablar.

Aquel edificio parecía algo descuidado. No era propio de Zarus hacer observaciones desagradables que criticaran una fallada, no hasta comprovar que era lo mismo por dentro que por fuera, también era necesario no decir nada que desanimara a su compañera, aunque los ojos del muchacho solían decir mas que cualquiera de sus palabras. Lo importante era que por fin habían encontrado un lugar donde descansar y suplir la necesidad de un buen plato de comida.

Se dispuso a abrir la puerta para dar una mirada al interior del recinto.

Layla alzó una ceja, en un claro gesto de disgusto, al ver el aspecto deteriorado de aquella posada. Pero en peores sitios había tenido que pernoctar otras veces, mientras tuvieran una cama limpia y un plato caliente, ella no pedía más. 

Miró de soslayo a su compañero. Casi no le conocía, pero el joven parecía muy interesado en ayudarla y protegerla. Layla todavía no entendía del todo por qué lo hacía, pero en el fondo se sentía agradecida. No estaba acostumbrada a que la gente fuera amable con ella, es más, siempre que lo habían sido había sido con oscuros propósitos. Pero, Zarus se veía diferente. Parecía realmente preocupado por ella, y en el fondo del corazón, eso le agradaba. 

No hizo comentario alguno, tan sólo hizo un suave gesto de asentimiento con la cabeza, cuando el muchacho se dispuso a abrir aquella puerta. Esperaba que en aquella ciudad que tanto había cambiado, pudieran encontrar finalmente un sitio donde descansar...