Partida Rol por web

De camino a la cabra de mimbre te encuentras con una espada larga tirada en el suelo. El arma se encuentra en perfecto estado y no entiendes bien la razón por la que su portador la abandonó allí.

Después de las dudas que te causa si llevártela o dejarla allí continúas hasta llegar a lo que era la Cabra de Mimbre. Ahora solo puedes ver un montón de parroquianos saliendo del interior sangrantes. Algunos de los allí presentes te suenan de habértelos cruzado por la ciudad y otros no te suenan de nada, pero el caso es que muchos están heridos aunque otros parecen haber salido ilesos.

Lo que seguramente te sorprende más es que hay un extraño gigante tratando de sujetar los cimientos de lo que ahora es unas ruinas de una posada envuelta en polvo, humo, piedras y una gran columna de fuego.

Entre los escombros puedes ver que el derrumbamiento ha causado ya las dos primeras víctimas.

Intissar nunca ha gustado de usar las armas de otros. Las armas, como otras muchas cosas importantes en la vida, llevan parte del espíritu de uno dentro. Esa espada larga no es mía, y así seguirá siendo. Si bien soy consciente de que su valor podría ser interesante de revenderla, decido que tengo cosas más apremiantes antes.

Cuando llego a la posada veo el caos que se ha formado por el incendio. Aunque mi comportamiento es habitualmente egoista, y suelo pensar en mi únicamente, cuando veo a gente entre los escombros no puedo evitar correr hacia ellos, tratando de ayudarles si es posible.

Mientras intento socorrer a las personas que pueda, no logro dejar de mirar de vez en cuando, con curiosidad, al gigantón que sujeta los cimientos.

Con su nuevo tamaño, Graak era más fuerte y resistente, y se veía con fuerza suficiente para intentar rescatar a los supervivientes, si su voz era normalmente grave, en aquél momento parecía que escupiera truenos por su garganta. ¡Rápido, salid todos y apagad el fuego!

La estructura era pesada, sin embargo se volvía más ligera cada vez que caía una parte del techo o una pared, el fuego estaba comenzando a crear un ambiente realmente caluroso, sin embargo los de su raza eran resistentes a los climas extremos, por lo que el guerrero decidió aguantar todo lo que pudo hasta que el fuego se acercara demasiado o no aguantara más el humo.

Aire daba tumbos por la calle, sin hacer mucho caso a su alrededor.

¿Dónde están los sanadores cuando les necesito? Necesito ir a una tienda a cambiarme de ropa, mi querido Aristóteles...

iba pensando Aire, ya que no le quedaban muchas fuerzas para hablar

Zarus agarra con fuerza la mano de su compañera mientras sus ojos se perdían en los de ella -Sostente con fuerza- le dice mientras busca con la mirada algo a su alrededor que le pudiese ayudar en su tarea, pero por el contrario todo parecía estar cada vez peor, el calor, el humo… -¡Maldición! no puedo dejarla morir en este lugar- El corazón del joven latía con fuerza, para él Layla se había convertido en una persona importante no daba paso a resignarse y dejarla ir, a pesar del poco tiempo que tenía de conocerla, estaba dispuesto a arriesgar su vida para ponerla a salvo. Sus sentimientos le nublaban la razón, pero esta última seguía en ejercicio tratando de encontrar la forma en que pudieran escapar de una trágica muerte.

El polvo a penas me deja ver, suspiro de alivio y el simple hecho de expulsar el límpido aire por mis maltrechos y delicados pulmones ya me supone un dolor que ni los mismísimos dioses en sus peores y más truculentos deseos de venganza me habrían procurado. Toso. Toso de nuevo. Y entonces escucho la voz del tipo enorme. La verdad, enorme es decir poco, y más viéndolo allí en pie sujetando la mitad del edificio y con riesgo de quemarse vivo.
-¡Aguan...cof!- trago saliva, que más que líquida es un viscoso amasijo de polvo húmedo. Ni en mis peores momentos he tenido la lengua tan seca ¡jamás! Más que lengua parece una lámina de papiro. Espera ¿eso ha sido un recuerdo? Mejor lo dejamos para otro momento. Miro al semigigante y sonrío- ¡Aguanta, grandullón! ¡Voy a buscar ayuda!

E intento abrirme paso entre el polvo y los escombros.

Aire sale de allí dando tumbos, malherida y con la ropa llena de sangre y polvo, cuando de pronto se choca con una persona que parecía que estaba allí tratando de ayudar a los caídos. Intissar cuando ve a Aire malherida se acerca a ella para ayudarla.

Russel grita al gigante que va a ir en busca de ayuda, pero por el momento solo puede ver a Intissar que está ayudando a Aire, la cuál se encuentra muy mal herida. También puede ver a Amber que ha salido ilesa de los acontecimientos ocurridos.

Por otra parte Zarus agarra a Layla, este la agarra con dos manos pero notas como poco a poco se te va escurriendo de las manos, no puedes con ella y ella tampoco logra escalar para poder incorporarse en el poco suelo que queda bajo los pies de Zarus. 

Entonces la muchacha cae al suelo golpeandose contra los escombros, cae a los pies del gigante el cuál hace un leve gesto para ayudarla y toda la estructura tiembla de nuevo. Encima de él solo queda Zarus, en cuanto baje Graak Hal podrá dejar de sujetar el edificio, pues ya solo quedan escombros.

Por otra parte podéis ver a Lankus, que sale también entre los escombros ensangrentado y lleno de polvo...

-¡¿Estáis bien?!- grito al ver a dos figuras entre los escombros.
No veo nada entre el polvo y mi voz se ve continuamente cortada por la tos. Me acerco a ellos por si necesitan ayuda.
-¡Vamos, hay que salir de aquí, este sitio se viene abajo!- les insisto mientras me acerco aún sin distinguir la situación.

Cuando entre la polvareda y el humo veo aparecer una figura tambaleante, me acerco con premura a ella. Parece herida y débil. La agarro con mis brazos, intentando que si cae al menos no se golpeé más.

-¿Estás bien? ¿Cuál es tu nombre? ¿Hay alguien que más que necesite ayuda? -Mis preguntas salen atropelladas de mi boca. Apenas hay tiempo para las respuestas.

Aire levantó la mirada hacia el muchacho que la agarraba para evitar que se cayera.

¡Oh, mi querido Aristoteles, menudo joven! Mi nombre es Aire, dulce caballero, y estoy gravemente herida. ¡Quizá tenga que darme un beso para despertarme de este dulce sopor que la muerte empieza a verter sobre mí!

¡Oh, pobre de mí! 

Las palabras de la hermosa mujer descolocan por completo a Intissar que se hunde durante unos segundos en la profundidad de los ojos de la dama.

Intissar sacude la cabeza, como intentando escapar del embrujo de sus ojos e intenta centrarse en lo importante.

-Mi señora, creo que me confunde con otro. No soy un caballero, ni creo que lo sea nunca. No obstante, dígame, ¿cómo puedo ayudarla? ¿Hay alguien más ahí dentro que necesite de mi ayuda?

Los ojos de la mujer son como pozos sin fondo y le cuesta aguantar la mirada. Quizás sea lo mejor, podría hundirme en ellos y no salir jamás...

Intissar se gira y ve como una muchacha ha caído a los pies del gigante. Su aspecto le resulta familiar, pero con el humo y el polvo no logra recordar si la conoce. Por otro lado, la dama Aire aún no le ha contestado y tampoco quiere dejarla para ir a ayudar a la otra chica sin saber de su estado.

No será un caballero, pero sí que es MI caballero... 

Los ojos de Aire parecen enfocarse brevemente, a lo que dice

La habitación explotó, yo estaba dentro...

De forma imprevista, Intissar abraza a la mujer, que parece desválida y aterrada. Sus fuertes brazos se ciñen alrededor del contorno de la mujer, notando sus curvas.

El calor del incendio se incrementa. El edificio está cercano al colapso y el gigante no aguantará mucho más.

Intissar ve a otras personas que necesitan ayuda y se dispone a ayudarlas.

Con respeto, Intissar mira a los ojos de Aire y le dice:

-Mi señora, debo ayudar al resto de víctimas. No se aleje mucho, volveré a su lado.

Sin mediar más palabra se acerca a ayudar a la mujer que había visto caer. Tampoco pierde de vista al hombre que aún se encuentra dentro del edificio.

Aquella pesadilla no parecía tener fin, el hecho de ver a Layla escurrirse entre sus manos fue bastante duro para Zarus, en su rostro se marco la desesperación y la tristeza. -¡La…y…la!- grita enervado ante la idea de no volver a ver el brillo de aquellos ojos.

Contemplo desolada cómo el edificio se cae sepultando mis pertenencias. sólo me quedan mi escudo y mi espada, pero al menos sigo viva para luchar un día más. Cuando los heridos empiezan a salir del edificio, me acerco a cada uno de ellos intentando hacer lo posible por ayudarles. De poco sirven mis habilidades sin el material adecuado, así que intento rescatar algo de entre los escombros para improvisar unas vendas.

Graak sujetaba la estructura a duras penas, si bien podía aguantar un poco más allí, la situación se estaba volviendo insostenible, vio como la chica cayó cerca de él y como el chico que la acompañaba se quedó en el sitio totalmente estupefacto. ¡Maldito chico, baja ahora mismo de ahí y sal, yo me ocupo de que no le pase nada!

Mientras el gigante sigue sujetando la estructura y el otro hombre se decide a salir, Intissar corre hacia la chica que ha caído a sus pies y, ante la mirada atenta del gigante, recoge a la dama, levantándola desde atrás, metiendo los brazos por debajo de los suyos y alejándola del peligro.

Mientras la arrastro, me fijo en sus facciones. Su cara me resulta ciertamente familiar. ¿Layla? Los pensamientos acerca de haber encontrado a mi hermana perdida corren como torrentes por mi mente. Intissar sacude la cabeza, deshechando la idea. ¿Tan fácilmente? ¿De verdad? ¡No puede ser! Mi mente me está jugando una mala pasada. Seguro...

Arrastro a la chica junto a Aire, que aún permanece en el lugar donde la dejé. Con una sonrisa en la cara le digo:

-Mi dama, aquí estoy de nuevo, tal y como prometí. -Tras una ligera pausa, y cambiando de tema, pregunto: -¿Conoce a esta joven? Me resulta familiar, aunque creo que mi mente está confundida.

Abro mis ojos y veo como el gigante se aleja de mí.... mi cabeza aún esta aturdida por el golpe... soy yo la que se aleja de él.... alguien me arrastra...

Vuelvo a cerrar los ojos... en lo oscuridad de mis ojos agradezco a mi salvador....

Abro los ojos... la chica del sapo está a mi lado... le sonrio... escucho vagamente como habla con alguien... parece ser quien me ha sacado de entre los escombros ... Su cara me parece muy familiar.... Son pocas las fuerzas que me quedan pero entre alientos digo: ¿In... Intissar?.

Mi cara llena de tierra muestra desacuerdo con lo que veo... debe de ser el golpe... o debe de ser que el fin de mi vida está cerca... sea lo que sea... agradezco la imagen...