Partida Rol por web

La mediana lleva ropas de viajero ajustadas, de colores vivos y llamativos, lleva alguna joya en sus manos (falsa a todas luces). Parece ser una inofensiva mujercita con muchas ganas de cháchara, aunque para el ojo experto y acostumbrado a ver más allá se revela alerta y atenta a lo que sucede a su alrededor. Hace un gesto de despreocupación ante las palabras del hombre.

-Bah! no digas tonterías, descortés, vaya ocurrencia. Me llamo Angélica, por supuesto que también tengo apellido, es Brillagema, tampoco es que importe, claro, con el nombre debería bastar, pero es un apellido tan bonito que nunca hay que perder la ocasión de decirlo, ¿no crees? Brillagema, apuesto a que muchas matarían por apellidarse así. Matar en el buen sentido, en sentido metafórico quiero decir, no creo que estén tan locas como para matar por un apellido. Aunque una nunca sabe, a lo mejor alguna vez alguien ha matado por un apellido. ¿Caballero? ¡Un caballero! Vaya, siempre había querido conocer a un caballero, ¿es divertido? apuesto a que sí, tiene que ser fantástico recorrer el mundo salvando a damiselas y asesinando dragones malvados. He venido a buscar a un hombre llamado Flanigan, me han dicho que estaba aquí y me he dicho ¿por qué no? seguro que el ayuntamiento es bonito, y así matamos dos pájaros de un tiro, matar en el buen sentido, quiero decir, nunca me ha gustado matar pájaros, son tan bonitos, y así, decía, pregunto que tengo que hacer para quedarme en la ciudad un tiempo largo. No soy de aquí, ¿no te lo había dicho? he llegado hoy, solo he dado una vuelta por la ciudad y bueno, aquí estoy. -Angélica (o Crystal, que es su auténtico nombre) para un momento para coger aire por fin después de todo el discurso antes de preguntar, con una sonrisa.- ¿Y tú? ¿Qué te trae por aquí?

Mi señora, ser caballero no es algo para divertirse. Es un juramento. Es un camino recto y elevado al que uno se entrega para servir a otros de mayor posición. Un camino por el que ganar prestigio y honor. El honor es lo más importante para un caballero. Allá donde vaya, el honor debe de acompañarle en cada tarea, por muy complicada que sea la situación.

Vengo a ofrecerme como caballero al servicio de la ciudad. Llevo tiempo esperando al señor alcalde, pero no pierdo la esperanza de que me reciba. Espero que mi tenacidad le cause buena impresión.

¿Cuál es su intención con el señor alcalde? ¿Por qué le busca?

-Bueno, bueno, pero tampoco está mal divertirse de paso, ¿no? ¿el alcalde? no sabía que era el alcalde, vaya, eso cambia las cosas, pero no, no sabía que lo era, solo me han hablado de él, y de todas las joyas que tiene, y me han dicho que ha perdido un anillo, y como a mi me encantan las joyas y tengo un ojo perfecto para las joyas, pues decidí hablar con él, al fin y al cabo tampoco es que tenga una mucho que hacer en la ciudad, y no me importaría hacerme pasar por comerciante y tratar de encontrar ese anillo, por un precio claro, tampoco es que vaya a hacerlo gratis. ¡Caballero de la ciudad! Guau, eso si que tiene que ser divertido. Seguro que comerías en casa de ricachones y nobles, te relacionarías con la élite. Vaya morro, aunque yo no valdría para "caballera", no porque no sea honorable, no te vayas a pensar, pero soy un tanto frágil, además no creo que me quedase bien una armadura. ¿Llevas mucho esperando? ¿Que hay que hacer para pedir audiencia con el alcalde? ¿Y no te aburres aquí? Seguro que aun tardan un rato en dejarte entrar, ¿no quieres invitar a una cerveza a una dama?

Mi señora, mi misión no es codearme con las élites, sino defenderlas si es mi cometido y acabar con las amenazas que intenten atentar contra la vida de mis protegidos.

En cualquiera caso, milady, no tengo intención de abandonar la espera. Confío en que sabrá perdonar mi falta de caballerosidad en ese aspecto, pero mi interés por hablar con el señor alcalde es importante. Al fin y al cabo, es precisamente el tipo de personas que da el dinero a los caballeros como yo para que hipotéticamente puedan pagar una bebida a una dama como usted. En ese momento, Sir Barristan se permite sonreir levemente, como si lo que hubiese dicho le pareciese realmente divertido.

-Bah, ¿esperar aquí? ¿Tú solo? Vaya aburrimiento. ¿Si espero contigo podré hablar también con el alcalde cuando te reciba? Crystal echa un vistazo disimulado a la casa, evaluando las posibilidades de entrar en ella sin ser vista. Bueeeno, cuéntame algo más sobre ti, ¿eres de por aquí cerca? Lo que no entiendo es como es que eres caballero pero vienes a ofrecerte para caballero de la ciudad. Yo pensaba que o lo eras o no lo eras. ¿Como va eso, hay una competición, o algo así? Si la hay quiero verla, podrías llevar mi pañuelo atado en la lanza, y entonces seguro que ganarías, porque yo doy mucha suerte. Hace la pregunta en un tono inocente, sólo por continuar la charla.¿Cuándo dices que te van a recibir?

La candidez de la pequeña mujer encantaba y sacaba de quicio a partes iguales a Sir Barristan. No estaba seguro de cómo reaccionar al aluvión de preguntas que salían de la boquita de su nueva "compañera". Parecía un torrente que nunca para de hablar. Respiró hondo e intentó responder a todas las preguntas de forma pausada. Al menos no le interrumpía.

Uno no gana el título de caballero sin más. Uno sólo puede ser hecho caballero por otro caballero. Así ha sido siempre y así será por los siglos de los siglos. Yo fui hecho caballero por mi maestro hace ya algunos años, en tierras algo lejanas de aquí. Sin embargo, ahora mi señor y mi maestro están muertos y yo busco a alguien a quien servir con honor.

En cuanto al tiempo de espera, llevo ya un tiempo, pero las largas esperas también son un buen entrenamiento. Son agotadoras e intentan hacerte bajar la guardia. Un buen caballero no se deja vencer por el cansancio. Sin embargo, siento deciros que deberéis esperar a que yo salga. De hecho, no estoy seguro de si podréis entrar hoy. He necesitado de concertar una cita y aún así estoy esperando.

Crystal escucha con atención las palabras de Sir Barristan. Frecuentemente hace ademán de querer interrumpir al caballero con más preguntas, aunque se contiene a duras penas para dejarle acabar.

-Pero ¿y no puedes servirte a ti mismo de forma honorable? a no ser que no seas honorable, claro, aunque entonces sería complicado lo de servir con honor. ¿Y si tu honorable señor te manda hacer algo poco honorable? Todo esto me parece demasiado complicado, la verdad... -se interrumpe a sí misma como si hubiese tenido una revelación - ¡Además! Si el alcalde fuese tan honorable no tendría aquí fuera esperando solo y aburrido a un caballero que viene a protegerle. Acaba la frase señalando con el dedo a Sir Barristan, con cara de estar convencida de que ese es un argumento incontestable.

Sin duda sois una joven inteligente, pero creo que hay cosas que se escapan de vuestro entendimiento.

En cualquier caso, ya he hablado bastante de mi. No me gusta ser el centro de atención y menos delante de una dama. Disculpe mi mala educación. Tal vez deseéis contarme vuestra historia de manera que ambos podamos entreternos y amenizar la espera.

La cara de la mediana se ilumina ante la perspectiva de seguir parloteando. Busca una rama baja de algún árbol cercano, o, si no hay ninguno, algún pilar de la valla, y se sienta en él de un ágil salto. Coge aire antes de comenzar su historia y enseguida comienza a hablar sin descanso. Nací al este de aquí, muy muy lejos, tanto que se hablan idiomas de los que nadie ha oído hablar en esta ciudad. Cuando crecí, mis padres, que habían hecho mucho dinero porque eran comerciantes y siempre habían tenido muy buen ojo para los negocios... si alguna vez quieres abrir una tienda lo se todo sobre como ganar dinero, porque mis padres se pasaron toda mi infancia tratando de que continuase el negocio familiar. ¿Por donde iba? ¡Ah, sí! mis padres tenían mucho dinero, y cuando crecí decidí que quería ver algo de mundo, así que me dieron dinero y me fui yo sola. He estado viviendo en otras ciudades, y viajando, aunque ahora me he quedado ya sin dinero. Crystal, sorprendentemente, se calla un instante al llegar a este punto de la historia, como si estuviese haciendo un esfuerzo para no contar más de la cuenta. No porque lo haya desperdiciado, claro, pero tampoco es que el dinero sea infinito, y hace como un par de años que me fui de casa de mis padres, supongo que algún día volveré a casa, aunque todos estos sitios son tan divertidos... Hace unos días, de camino aquí ¡vi un dragón en el cielo! estaba muy alto y no se distinguía bien, pero estoy segura de que era un dragón, brillaba mucho y volaba muy rápido. ¿Tú has visto algún dragón? ¿No serás de esos caballeros que montan en dragones, no? Eso sí que sería divertido. Continúa contando anécdotas de sus viajes, sin parar más que para coger saliva salvo que la detengas para decir algo.

El caballero no puede evitar reirse ante la candided de la joven, aunque le resulta delicioso.

No, mi lady, no he visto ningún dragón aún, así que mucho menos he montado ninguno. Pero quién sabe, quizás algún día tenga la oprtunidad de ver alguno.

Sir Barristan aprovecha mientras habla a mirar a la puerta de la casa. Ya ha pasado tiempo y desea hablar con el alcalde.

Habían pasado ya varias horas desde que estabais allí y entonces el hombre gordo y el alcalde salieron por la puerta y se dirigieron a la entrada, allí se despidieron con un fuerte abrazo con varias sonoras palmadas en la espalda y entonces el hombre gordo se quedó mirando a la muchacha. El alcalde se dirigió al hombre.

¡Oh vaya! ¿Sigues aquí? Pensaba que te habrías marchado, mi ayudante me avisó, siento haberte hecho esperar, pero los asuntos de Flanigan ya saben que son de las cosas más importantes de la ciudad. Dime, en qué puedo ayudarte?

¡Vaya, Ery, no sabía que estas preciosas jovencitas te esperaban en la puerta! Ten cuidado no se vaya a enterar nadie, ¿eh, viejo amigo? - Entonces una carcajada empieza a sonar entre escupitajos y balbuceos. - Dime preciosa, puedo ayudarte yo, o tiene que ayudarte obligatoriamente el viejo de Ery? - dice guiñando un ojo por un momento a Erolin.

El gran momento había llegado, pero Sir Barristan se mantiene calmado y consigue articular palabra sin que se note su nerviosismo.

Mi señor, la espera no ha sido más que un entrenamiento, no tiene porqué disculparse. La razón por la que he venido hasta aquí es sencilla: es de todos conocido el honor con el que dirige esta ciudad y es por ello que me gustaría entrar a su servicio como caballero. Daré mi vida por usted si es necesario y llevaré la paz a donde usted la requiera. Sólo le pido la oportunidad de servirle.

-En realidad busco a Flanigan. Contesta Crystal bajándose de un salto de donde estaba sentada. Así que sí, puedes ayudarme tú. He oido que eres un hombre rico, y apasionado de las joyas, y dado que yo soy pobre, apasionada de las joyas y con ganas de ser rica, puede que haya algo que pueda hacer por ti. Según se dice has perdido un valioso anillo; y yo soy una gran buscadora. ¿Hay algún precio por encontrarlo?

Se queda donde está, a la espera de que el alcalde y Barrigan se alejen y poder hablar con Flanigan con más detalle. Que hombre tan repugnante...esperemos que me sirva para conseguir dinero al menos piensa.

¿Servirme? ¿Un caballero? ¿Y cómo podría ayudarme un hombre como tú? Si lo que quieres es llevar la paz a este lugar, tendrás que demostrarme tu valían con tus actos, tendrás que proteger al pueblo de las discordias que se formen y de los problemas que sucedan, quizá cuando vea que tus actos son similares a tus palabras entonces puede que te nombre caballero de La Casa Timertikos.

- Si, ayer perdí un valioso anillo junto al río, alguien debió de robármelo, y si eres capaz de encontrarlo y capaz de ayudarme en lo que te pida serás altamente recompensada con joyas y todo lo que sea. Dime, ¿hasta qué punto estarías dispuesta a ayudarme?

Crystal sonríe mientras aplaude nerviosamente. Eso depende. ¿hasta que punto son valiosas las joyas? contesta dejando claro que está abierta a muchas posibilidades ¿cómo puedo reconocer el anillo? y ¿por dónde debería buscar? ¿quién puede haberlo cogido? supongo que no pasearás alegremente tu solo por la ribera del río, así que desaparecería en alguna zona concreta. ¿Estabas solo cuando pasó?

Las palabras del noble sonaban duras y, sin lugar a dudas, desconfiadas, pero el deje de dolor en el tono del hombre le hicieron recapacitar a Sir Barristan durante unos segundos. Él era un caballero de verdad, su honor le ayudaría a demostrar sin lugar a dudas su valía.

Así sea. Dadme la misión que consideréis oportuna y os demostraré mi valía.