Partida Rol por web

La joven miró al rededor. La entrada de la ciudad estaba abarrotada de gente, y seguían entrando mas y mas. Entre la multitud, se fijó en un par de jóvenes, uno con un instrumento y otro que se tapaba media cara con un pañuelo rojo muy llamativo. No tenían mala pinta, así que se acercó a ellos, haciendo un gesto a su hermana para que le siguiesen. 

Hola ¿Nuevos en la ciudad también?- sacó a relucir su mejor sonrisa mientras se colocaba entre los dos jóvenes. - Soy Leah, y ella es Érika, mi hermana. Decidme, ¿tenéis donde alojaros?

La chica siguió a su hermana sin pensarlo un solo segundo, aunque en su rostro seguía la misma expresión serena y amable que tenía al cruzar las puertas.

Al ver que entablaba conversación con dos de los viajeros, se puso a su lado y dedicó una sencilla sonrisa a los desconocidos.

- La verdad es que nos vendría bien algo de compañía.- Comentó encogiéndose de hombros.- Es la primera vez que venimos, y no tenemos ni idea de por donde empezar.

Dejo de contar a las personas que van entrando, van espaciadas, algunas corren para colarse, otras salen y vuelven a entrar con un pase familiar y más gente con él, ¿será suyo?, ¿será prestado?. Doy por fallido mi intento de hacerme rico vendiendo entradas más baratas, cuando dos chicas que iban detrás en el camino se dirigen a nosotros. Guardo mi libretita en el abrigo, acomodo mi funda de violín colgando bajo el hombro.

El bullicio generado por la puerta y la ciudad desconocida, me ha impresionado un poco, aunque no lo admitiría, y por eso me he apoyado un poco tranquilamente en la pared. Con una sonrisa les doy la mano a ambas al presentarse, seguramente están igual que yo. Conocer a alguien de fuera, me tranquiliza más que los residentes.

-Hola Leah, hola Erika, es un placer conoceros y para mí siempre recordado, mi nombre es Liko- son las primeras personas que conozco, y creo que es importante- temo no poder ser de gran ayuda en vuestra primera visita, más que mi pobre compañía para adentrarnos en la ciudad y ver que nos ofrece.

En mi despiste ya no me había acordado  de la otra silenciosa persona, que se encuentra muy cerca mía, y no me presento a ella. Mis ojos han sido retenidos por estas dos bellas mujeres.

Fijando la mirada a cada persona que va adentrando sé a la ciudad, ese anda atento no sería muy buena idea..... Pero aquel parece estar en las nubes podría.. , un saludo interrumpe los pensamientos de Chaos, las dos mujeres que han pagado la entrada poco después de él se han acercado y han dado un "hola" al joven cerca suyo, el cuál responde amablemente antes que Chaos se diera cuenta que la presentación le incluía a él, unas visitantes como yo es mínimo que responda al saludo...

- Chaos - extendiendo la mano en principio a las damas, pero no olvidando al joven en segunda estancia- y bueno tampoco traigo planeado mucho tras llegar, es inclusive más decir se podría decir que llegue de improviso - mientras se rasca la cabeza - Me parece buena idea acompañarles, pues así tendría alguien que entienda que es no conocer el lugar.

 Detiene la mirada en las hermanas para poder captar de buena forma los detalles de estas al terminar de decir esto, en ningún momento un desconocido le ha inspirado total confianza pero debido a que no tiene a nadie que en él cual pueda tomar palabra dentro de la ciudad, es mejor que nada como se dice.....

- Ya que nos hemos presentado es mejor que busquemos donde poder hospedarnos, mejor será que empecemos a caminar un poco antes que se haga más tarde - Mientras da los primeros pasos adentradose en el lugar, tras algunos pasos se detiene para corroborar que han empezado a seguirle.

Mientras estiraba el cuello para escuchar las conversaciones cercanas, el elfo empezó a contar las monedas que tenía que pagar, pocas cosas le molestaban más que pagar peajes.

El dinero que el clérigo tenía no era mucho después de que aquellos dos chiquillos le vaciaran sus bolsillo. Miró a Daelric en un toque de desánimo Y bien, serás nuestro benefactor? dice con igual desánimo. Al igual que él, Lictea le había informado de lo propio al bardo, así que Kranjstar esperaba que también le pudiera ayudar.

Lictea esperaba paciente en la cola para volver a entrar en la ciudad. Se mesaba los cabellos, se mordía las ennegrecidas uñas de una mano mientras con la otra arrastraba a Lico del pescuezo sin miramientos.

- ¡Lico eres tonto!- El lobo se negaba a entrar en la ciudad otra vez ahora que había conseguido salir. Lictea tampoco estaba de buen humor, como se podía apreciar. Más le valía a Daélric pagar su entrada uy la de su lobo.

La muchacha miró al violinista con amabilidad, y le dedicó una cálida sonrisa ante sus palabras.

- La compañía de un músico siempre es agradable.- Respondió mientras se colocaba un mechón de pelo tras la oreja.- Más aún si resulta tan encantador.

Érika se situó a su lado con un movimiento grácil y le ofreció el brazo derecho al bardo, señalando a su hermana y al otro chico con la cabeza.

- ¿Serías tan amable? Chaos tiene razón con el alojamiento, y no estoy segura de saber moverme sola por estos parajes sin acabar perdida por las calles.

Leah miró al joven del pañuelo rojo mientras se cojía de su brazo, imitando a su hermana.- ¿Tu tienes idea de donde puede haber una posada, Chaos?- Le preguntó mientras echaba a andar con el.

Que digo, si eres nuevo en la ciudad, como nosotras.- Rió ante su despiste dando una suave palmadita en el brazo de su acompañante. -Preguntemos a algún lugareño. 

Paseó su mirada por la multitud, buscando alguien a quien preguntar. Cuando lo encontró, se acercó.

Oiga, perdone. ¿Donde podríamos encontrar una posada donde alojarnos?

¡No os preocupéis! Yo me encargo de pagaros la tasa. Dijo mientras sacaba dinero suficiente para poder pagar la entrada de Lictea y Kranjstar. ¿Hacia dónde vamos ahora?

- Hijo mío, hijo mío ¿dónde estás? -preguntó confundido el abate al desaparecer el último rayo de luz para sumir aquel lugar en las tinieblas- ¿hemos llegado ya a casa?
 

Al oír hablar al guardia Melor se giró para poder verle mejor, desafortunadamente los años viajando con su hijo habían sido muchos, él se había hecho viejo, Vladimir mayor y aquel guardia le resultaba por completo desconocido.

- Buen guardia, dejadnos entrar a mi hijo y a mí, hace años que abandonamos nuestra casa pero siempre hemos llevado Tormentos Cristalinos en el corazón. -Tras tanta aventura y desventura, penurias y alegrías, él y su hijo habían perdido todo lo que una vez se habían llevado de casa, las llaves del hogar, los documentos, todo.- Miradme a los ojos y decidme que reconocéis a Melor el Abate, que Turin guíe vuestra memoria y reconozcáis a este vecino.

Me aproximo lentamente a las puertas de la ciudad, nerviosa y mirando a mi alrededor... observo a todas las personas que se agolpan a la entrada y espero mi turno. Sujeto fuerte a mi lobo Arvak a mi lado.

Que puertas tan grandes, me siento pequeña... tanta gente...

Busco un poco de espacio entre la multitud y por fin llego hasta el guardia de la entrada... rebusco entre mis cosas y saco una de las monedas de plata de mi madre.

- No soy de por aquí, tomad, cobraos la tasa de entrada.

Guardo las monedas del cambio y entro en la ciudad.

Mi padre se crío en un sitio como este...que raro..

Acostumbrada a dormir al aire libre, un poco de frío y llovizna no supone una amenaza seria, pero siendo la primera vez que voy a pasar la noche en la ciudad no me siento segura.

Hay que buscar un sitio donde pasar la noche, mañana será otro día.

Observo con discreción a la gente para ver donde va, sobre todo a los que parecen fuera de lugar como yo misma.

- A la casa de los Licorambarino, supongo. Y después a la Catedral de Pelor a dormirla. Hoy me he ganado la cama allí.- La mujer había conseguido una buena caza por la mañana temprano para que se beneficiara el templo. NO lo había hecho pro hacer un favor al dios masculino sino para tener un techo donde dormir.

- Mi padre no miente honorable soldado, ambos somos hijos de esta ciudad- Dice Vladimir mientras toma del hombro a Melor- Puede ser que varios años hayan pasado desde que partimos de Tormentos Cristalisnos, pero uno no deja de ser hijo de su padre aún cuando el tiempo se cuente por siglos. No importa el tiempo que pase, ni lo lejos que estemos de sus casas o de su gente siempre consideraremos esta ciudad como nuestro hogar. 

Tras un largo viaje Aagard se presentó frente al guardia con la intención de entrar a la ciudad. Al saludarlo suavemente con la cabeza, el soldado le pidió un dinero que no tenía dado su juramento, así que pensó unos instantes y tras una leve sonrisa, empezó a hablar con la intención de convencer al guardia de sus buenas intenciones.

-Disculpe, buen hombre, pero tengo un problema en cuanto al peaje. No es que no pretenda pagarlo, pero no tengo dinero para hacerlo. Verá, soy un sencillo y humilde monje que va de aquí para allá intentando ayudar al necesitado. Así pues, me gustaría saber si habría alguna manera de llegar a un acuerdo, o solucionar de alguna manera este problema si fuese posible, pues he escuchado que hay alguna clase de problema en la ciudad, y me gustaría ser de utilidad. ¿Qué me dice, buen amigo?

Al llegar frente a la muralla observo el gran portón y las torres, voy caminando junto con mi lobo "ColmilloNegro" que no deja de olisquear todo a su alrededor. -Jaja es tan curioso o más que yo... al final será cierto que el animal se acaba pareciendo al dueño. ¿O seré yo quien me parezco a él?- Pienso mientras llego a los pies de la muralla frente a la guardia de la puerta que nos dirige unas amables palabras de bienvenida.

Observo como una muchacha druida entra con un lobo, ardo en deseos de hablar con ella, preguntarla de dónde viene, cómo se llama su lobo y un sinfín de preguntas, pero lo que más me interesa es saber qué hace ella aquí.

Acercándome a los guardias que piden la tarjeta de residencia o unas monedas a cambio de acceder a la ciudad, obviamente tendré que pagar pero prefiero preguntar.

-¡Buenas noches señor guardia! ¿No hay ninguna forma de entrar en la ciudad sin pagar? Mi dinero escasea y me gustaría conservarlo todo el tiempo que sea posible-

Me acerco a su oído y le susurro: -Puedo ser de ayuda en cuanto a "eso" que planea la guardia, a cambio claro de estar exento del impuesto de entrada a la ciudad-

Sea como fuere, bien pagando o bien gracias al guardia, entro en la ciudad y veo a esa muchacha que me llamó la atención, me acerco a su lobo primero, suponiendo que mi olor le resultará familiar y el hecho de que yo vaya acompañado de otro lobo le haga confiar en mí, aunque todo es posible.

Tras la reacción del animal la miro a los ojos y me presento. -Saludos semielfa, me llamo Martel "ColmilloNegro" y mi lobo se llama ColmilloNegro... lo sé todo muy original, pero es el nombre que me dieron en mi comunidad de druida. ¿Me permites el atrevimiento de preguntar vuestros nombres?- Pregunto intercambiando miradas con ella y con el lobo. -Si no os importa, ¿Puedo acompañaros allá donde os dirigís? Nunca está de más conocer algún otro druida entre estas murallas.

Arvak es un lobo joven y  al ver a ColmilloNegro inmediatamente mueve el rabo amistosamente y se aproxima.

- Arvak!!! Ven - Miro a Martel con un ligero rubor en la cara - ¿Sois también druida? - Por un momento un atisbo de alegría pasa por mi rostro, pero pasa rápido - Preguntais donde me dirijo, pero la verdad es que no se qué hago aquí. Mi madre murío en el bosque hace unos días y se que esta era la ciudad de mi padre, que murió hace ya mucho. Pensaba encontrar algún familiar de mi padre, pero no pensaba que una ciudad pudiera ser tan grande... no se ni por donde empezar...

- Con una sonrisa - ¿Y vos? ¿Que os trae a la ciudad?