Partida Rol por web

Lictea se compadeció de la mujer que se les había unido a última hora. Repitió lo que Lomenar y ella ya habían contado en multitud de ocasiones**. Su tuviera buena caligrafía lo escribiría para no tener que gastar saliva.

- Los Licorambarino han estado sufriendo destrozos en sus campos de viñedos. Una minuciosa inspección de los campos de los Licorambarino nos llevó a encontrar huella de varanos, unos lagartos grandes.- Le explicó por si era desconocedor de este tipo de animales.-Me pareció un burdo intento de culpar a los hombres lagartos de los destrozos en los campos, pues en estos momentos hay conflictos con esta comunidad de híbridos. Para ojos inexpertos, sus huellas podrían confundirse. Al día siguiente vi también huellas de una sola persona, bastante corpulenta, un hombre o una semiorca,  allí donde los destrozos de los cuervos habían sido mayores. Quizá esté usando a los cuervos de alguna manera para destrozar el cultivo y utilizando los varanos para echar las culpas a los hombres lagarto. El rastro se pedía en el bosque así que lo seguimos y nos llevó a esa cueva donde una compañera perdió la vida en una desgraciada caída. Yo no pude entrar a la cueva, pero alguno de nustros compañeros sí...- Entonces, como si la hubieran golpeado con una sonora bofetada en toda la mejilla, Lictea miró a Lomenar.

- ¡¡¿En la cueva encontraste un oso disecado?!!- Le espetó furiosa a su amiga como si acabara de escuchar por primera vez la historia. Se forzó a controlarse y sonreír a la mujerque le había preguntado.- Ahora estamos mejor preparados y llevamos equipo para investigar la cueva. Regresaremos y terminaremos la investigación. Respecto a la recompensa... Silark, el embajador de los hombres lagarto, comentó que quizás podría recompensarnos si demostrábamos que ellos no tenían nada que ver con los destrozos, pero no exigimos nada, será lo que tengan a bien darnos...Lo mismo los Licorambarino, algo nos darán , digo yo. Personalmente creo que es un sacrilegio tener esos viñedos. No se pueden poner puertas al campo.

Andrei cerraba la marcha algo cabizbajo dándole patadas a la misma piedra desde que salió de la catedral. "Tan cerca y tan lejos" no paraba de repetirlo una y otra vez en su cabeza, Aire tenía razón ¿de qué servía su sacrificio?las armas no les aportaban nada; solo el dinero. Tal vez hubiera sido demasiado mal pensado en un inició pero ciertamente él no habría hecho las cosas de aquel modo, le parecía absurdo desperdiciar paliativos diarios si la cura definitiva estaba al alcance de su mano. En cierto modo se sentía pequeño e inseguro por dudar su fe ¿acaso no lo era comparado con cualquier siervo de Pelor?

Estaba hecho un verdadero lío, llegó junto a los demás a las puertas pudiendo ver desde atrás como Lictea hacia sonrojar a Lomenar para luego poner al día a Amber, como Aire correteaba con su sapo de acá para allá importunando a los guardias con una actitud de niña pequeña; la cual distaba mucho de la madurez que había demostrado en la catedral. Si esa iba a ser el mago que les cubriera las espaldas estaban apañados, fuera como fuese todos y cada uno de los integrantes de aquella comitiva eran felices a su modo. Quizás Amber la que menos dado que acababa de llegar y se movía más por el deber o por su fe, entendía y respetaba eso pero le resultaba la nota discordando en un grupo tan "caótico" o más bien "salvaje" en el buen sentido de la palabra.

No pudo evitar poder cierta cara de asco cuando Lictea hizo un intento de gesto libidinoso con la lengua.-Madre mía¿donde me estoy metiendo?-pensó por unos instantes, aunque en realidad no tenía queja alguna de aquellas gentes y en el fondo de su corazón siempre les estaría agradecido por que le hubieran aceptado y ayudado a su hermana.

-Una vez mas aquí...- el clérigo dejó escapar aquellas palabras, mientras contemplaba las puertas que le separaban del exterior de la ciudad. Si bien, lo que mas le molestaba era tener que pagar para volver a entrar. Kranj se acercó a los guardias, tratando de intervenir antes de que Aire les importunara -Tengan buen día, amables soldados. Deseamos salir en este momento, sino hay inconveniente.- El clérigo esperó la respuesta del guardia, púes vaya saberse si había pasado algo que obligara a mantener las puertas especialmente cerradas en este día.

Mientras los soldados se decidía a abrir, escuchó con dificultad el tema de conversación que intentó poner Lictea, aunque lo de melindroso se escuchó con mucha claridad, a lo que Kranj no pudo evitar desviar la mirada en dirección a la pastora de lobos y entre cerrar los ojos en señal de disgusto. Por suerte, Amber le dio un giro a la conversación y ahora se hablaba sobre la misión.

El clérigo tampoco pudo evitar examinar la angustia que reflejaba Andrei -No desesperes. Tu hermana esta en las mejores manos y seguro que al final del día ya tenemos respuestas sobre lo que esta pasando en aquellos campos y si aquello no fuera suficiente, te acompañaré a donde haga falta y te ayudaré a vender lo que tengas para pagar por la sanación de tu hermana.- le dijo para alentarle.

Kranjstar volvió a darle ánimos, le dirigió una sonrisa sincera y agradecida.-Gracias de verdad Kranjstar, por todo. En verdad me habéis ayudado mucho sin apenas conocerme, estaré a la altura del favor que me brindáis.-le estrechó la mano con respeto antes de que se dirigiera a los guardias.-Habrá tiempo para todo, tal vez la piel de ese oso sea buena y puedan darnos algo por ella. Ve a poner un poco de orden antes de las "chicas" alboroten demasiado esta ciudad, madre mía jajaja menudas son; aplaudo tú infinita paciencia jajaja.-no conocía mucho al clérigo pero le parecía alguien sencillo y ameno, eso le gustaba. Algo más serio, formal y cercano a su edad aparente, imaginaba que con el tiempo podría llegar a confiar en él sin mucha dificultad, incluso a trabar amistad ¿quien podría decirlo?Como había dicho hacia unos instantes "Habría tiempo para todo".

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Así que sabían muy bien lo que tenían entre manos. Ya lo habían intentado antes, debían llevar tiempo con esa aventura. Y por tal como lo había contado la mujer, que por la apariencia salvaje debía ser una druida, los destrozos en los viñedos eran obra de un solo hombre, que ocultaba su autoría dejando falsas pistas que apuntaban a los hombres-lagarto.

Habría que entrar en la cueva donde probablemente se ocultaba el tipo, fuera hombre u otra cosa, y descubrirle.

-Gracias por darme detalle. Por lo menos ya sé a qué nos enfrentamos.

En la puerta los detuvieron, y se quedó a un lado, esperando a que sus compañeros hablaran con los guardas. Y entre ellos. Andrei seguía preocupado, y no lo culpaba. Pero había buena sintonía en el grupito, quizá no todos se conocieran de mucho tiempo, pero se notaba que estaban a buenas unos con otros. Esperaba no ser ella la nota discordante, y que pronto confiaran en ella también.

-.Cum Tyr auxilio est, nemo nocere potest*-.

Son las palabras que salen de la majestuosa mujer al momento de llegar a la entrada, era un simple rezo que agradecía a su dios por haberla guiada por un camino carente de todo peligro y lleno de tranquilidad.

-.Kyrie basileu epouranie…**-.

Finaliza al mismo tiempo que abre sus brillantes y dorados ojos, moviéndolos hacia donde se encontraba el portero para luego sacar la cantidad de monedas requeridas para ingresar a la ciudad.

-. Tome mi buen hombre-. Expresa con una cálida sonrisa, moviendo sus dos enormes alas blancas a una posición que pareciese como si fuesen una capa del más fino material existente, protegiendo las bondadosas curvas de su ama.  

-.¿Me podría señalar en donde se podría encontrar un templo o capilla de Tyr?-. Finaliza, manteniendo su afable expresión, dando una rápida inspección a las personas que se encontraban a su alrededor.

El soldado abrió las puertas para dejar salir a las personas que se encontraban en el interior de la ciudad. Después contestó a la recién llegada. Me temo que en esta ciudad no tenemos templos a Tyr. Dijo negando con la cabeza sin tan siquiera saber quién era ese tal Tyr.

Al escuchar las palabras del hombre, la bella mujer logro mantener su calorosa expresión a pesar de que en su interior solo la repugnancia habitaba por dicha herejía.

Se despidió cortésmente del guardia para luego adentrarse en la ciudad, pensando que sus visiones solo le habían mostrado la punta de algo mucho más oscuro al mismo tiempo que pone atención a cualquier rastro de información interesante que pudiese suministrar la gente de este lugar…

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Por fin había llegado a ciudad de Tormentos Cristalinos, desde su pequeña aldea hasta esta zona, me encuentro con el centinela que me pedía dinero para el peaje, como no era residente de la ciudad y estaba demasiado cansado como para matarme con los los guardias, tenia que pagar, y aunque no me gustaba, era lo que había que hacer, así que saco el dinero de mi bolsillo y se lo pongo en la mano, "No soy residente, así que aquí esta mi peaje", le digo al centinela, "¿Puedo pasar tranquilamente hacia la ciudad?, ha,  y una pregunta, ¿y una buena posada donde poder dejar mis cosas?", le pregunto, no es mala idea buscar un lugar donde poder dejar las cosas y descansar antes de nada, no sabia cuanto tiempo iba ha estar en la ciudad, así que no seria mala idea empezar por ahí, y luego buscare un trabajo.

- Claro, dijo tomando las 5 piezas de cobre, las posadas de la ciudad son varias, puedes visitar el bote del lagarto, la pezuña en la boca y el lenguado macerado, también la dríada bailarina y el Rana Azul. Dijo informando brevemente de los posibles lugares que podría visitar.

Mientras Phenios algo cansado más que irritado le entregaba el dinero a los guardias otras personas llegaban al mismo lugar. Pudo ver como otro centinela los recibía y de hecho escucho tanto una pregunta como posible respuesta que necesitaba. Se acercó a quien repondía por la posada. -Tampoco soy recidente y el cansancio del viaje me incomoda una pozada es justo lo que buscaba. -
Habiendo entregado el dinero y tomado sus cosas de nuevo, Phenios esperaba por que abrieran la puerta y dirigirse a la pozada la rana Azul, el nombre le gustaba.

Thessum llegó a las puertas caminando, llevaba andando días desde que salió de su última residencia conocida. Había sido un trayecto largo, donde no había podido trabajar mucho y esperaba poder recuperar el tiempo perdido en Tormentos Cristalinos. Le llamó la atención el tamaño de las murallas, eran enormes, serían una ligera incomodidad.

Cinco piezas de cobre. Dijo entregando el peaje. Oiga... ¿A qué se deben las murallas tan altas? ¿Está la ciudad en riesgo de ser invadida?

Miraba a los lienzos de piedra caliza con aire impresionado, resopló contando cuantas varas de altura podrían tener los baluartes y la de terreno que abarcarían. Meditó ligeramente a donde iría, había oído hablar de un sitio donde habría trabajo para hombres con iniciativa.

Mientras bajaba por las calles, cruzando media ciudad, paraba donde podía a hablar con quienes se cruzase, preguntándoles curiosidades sobre la ciudad, información esencial o sobre lugares donde poder empeñar joyas. Quería conocer donde había bancos, donde solían ir los recien llegados y ese tipo de información útil para hombres como él. Todo ello sin perder su camino hacía Recados de Tormentos Cristalinos.

"Gracías por dejarme pasar" le dice al guardia, "No creo que el guardia sea la persona indicada para buscar trabajo" piensa al a la vez que pasa a través de la puertas hacia el interior de la ciudad, en busca de alguna de las posadas que el centinela le había dicho, "Ire callejeando un poco, con suerte encuentro un trabajo y no necesito una posada" piensa a la vez que emboza una sonrisa malevola, sus pies se mueven hacia la primera calle que ve.

-Gracias Le decia Phenios a los guardias que le dejaron pasar la por la puerta. Retomaba su cuerso no sin antes despedirse de aquellos transeuntes que se encontraron en la misma situación. Hasta luego y gracias por la información. Anexaba un movimiento de mano a su despedida para inmediatamente después perderse en las calles de la ciudad y buscar la ruta al destino propuesto.

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Finalmente había llegado a la ciudad. Las imponentes murallas se alzaban casi hasta tocar las nubes, dichas construcciones no cabían en el imaginario de su gente. Había hablado de grandes e imponentes estructuras, pero hechas por los señores Enanos en sus reinos aislados, a Phaia le impresionó que obras de tal magnitud pudieran ser realizadas por las manos de los hombres.

Enarcó la ceja cuando el guardia se acercó a hablarle, pero no respondió. Refunfuñó y sacó de su bolsa 5 piezas de cobre y las entregó de mala gana.

De la ciudad solo había escuchado su nombre, una joya en la región, repleto de historias y oportunidades para empezar una vida nueva y diferente. De un viajero había escuchado un rumor de una taberna llamado el lenguado macerado, de resto no tenía la menor idea de lo que se encontraría dentro de las murallas.

A medida que avanzaba en la ciudad, pedía indicaciones para llegar a dicha taberna. 

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano